Una fantasía virtual con un escritor y una historia pervertida

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Queridos y adorados lectores de esta hermosa página de relatos eróticos, es un placer para mí, volver a publicar un escrito.

Para los que leyeron mi anterior relato, y me escribieron a mi correo, sabrán mi nombre ya a estas alturas, para los que no lo hicieron, y que apenas es la primera vez que me leen, dejaré mi nombre en el misterio, para que cuando lean este relato, en su imaginación, me pongan el nombre que quieran, de la mujer que más les guste, y la cara de aquella que siempre está en sus fantasías más excitantes y que les provoque poderse masturbar con gusto.

Uno de estos lectores, tu sabes quién eres adorado mío, leyó lo que escribí y se animó a enviarme un mensaje a mi correo, desde entonces, hemos mantenido constante correspondencia electrónica, platicando de cualquier cosa relacionada con nuestras vidas, en uno de sus correos, me pidió que me describiera físicamente para él, y que aparte, narrara el outfit que llevaría en una cita, y la forma en que me desnudaría frente a un espejo, fui más allá, y la última parte, la conté como si él estuviera presente en la misma habitación que yo, y me estuviera quitando la ropa para él, sin llegar a ser un estriptis.

A continuación, les dejo aquí el correo que yo le envié por respuesta, no sin antes tomarle parecer en la publicación de este, y en que él decidiera, si omitía su nombre, o lo dejaba, me dio permiso para publicarlo tal y como se lo mandé. Sin más, los dejo para que disfruten.

Una cosa, aunque es una fantasía, lo pondré en la categoría de “Sexo con maduros”, porque mi amante virtual, es una persona mayor, mucho mayor que yo, pero que ha sabido con sus palabras, sacar un poco más del erotismo que vive en mí.

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Me pides que describa el outfit que llevaría para una cita, estuve pensando, y esta mañana, revisando mi guardarropa, no hallaba la ropa ideal, me fui al trabajo, y al regresar por la noche, volví a revisar, hasta que después de algunos minutos, encontré, y aquí es donde tu imaginación entra en escena; una faldita plisada, de color azul marino, que ya puesta, me llega a cuatro dedos arriba de medio muslo, sí, es una de esas falditas de colegiala que me compré hace mucho, y que solo he utilizado una sola vez.

Una blusa negra, de licra, de escote redondo, que deja gran parte de mis hombros al descubierto, y que de enfrente, llega un poco por encima del inicio de mis pechos, de manga larga, y con una abertura en el vientre, que termina justo debajo de mis senos, y que claro, se me ciñe perfectamente, unas botitas negras, de tacón alto y de aguja, completarían mi outfit, por supuesto, mi cabello suelto, poco o nulo maquillaje, y solo un labial rosa en mis labios.

Mido 1,73, mi piel es suave y tersa, sin imperfecciones, ni gorda, ni delgada, complexión media, con un poquito de carne que agarrar, con un 73 de cintura, piernas largas y torneadas, debido a que camino mucho, y por el uso constante de tacones, mi trasero es algo grande, pues tengo un 97 de cadera, en forma de corazón, duro, firme, y respingón.

Mis pechos aun turgentes, grandes, y sensibles, extremadamente sensibles, en especial los pezones, que son tan grandes como un garbanzo cuando están enhiestos, y la aureola es del tamaño de una galleta maría, y a pesar de ya tener una nena, permanecer duros y en su lugar, nada caídos, usando un brasier 34B o C, dependiendo la marca, y en mi ombligo, un pequeño piercing de plata en forma de luna creciente.

Te miro a los ojos, y te sonrío pícaramente, solo se vale ver, más no tocar, el deseo arde en tus ojos, y ante esa mirada de lujuria, ya me siento desnuda, aun sin estarlo, te mando un beso, y tu sonríes, paso mi lengua por mis labios, estoy excitada, e inicio el espectáculo para ti, mi amante maduro, mi hombre con experiencia, mi adorado David, que a pesar de tu edad, me deseas, lo veo en tu mirada, y lo noto en tus pantalones.

Estoy de pie ante uno de los ventanales de mi sala, los cuales son de techo a piso, con las cortinas abiertas, y una hermosa luna llena se ve a través de los vidrios, llenando la estancia con una luz que te deja ver perfectamente mi cuerpo, el lugar se llena con un aroma a vainilla, canela y mi perfume, aparte, las llamas de unas cuantas velas nos dan esa sensación de romanticismo e intimidad que tú y yo necesitamos esta noche.

Sonrío, y poco a poco, y muy sensualmente, mostrándote mis piernas a cada paso que doy, me aproximo hasta ti, mis tacones resuenan en el silencio de la sala, rodeo la mesita de centro que está justo frente al sofá donde estás sentado mirándome, y me siento justo en la orilla de la mesa, con lo que mi corta falda se levanta un poco más, mostrándote aún más piel, como mujer recatada y casada que soy, dejo mis piernas juntas, me sonríes, y me animo a continuar.

Con mis manos abro la apertura de mi blusa que cubre mi vientre, y sin dejarte de mirar, la voy deslizando hacia arriba, mostrando cada vez más, lentamente sube, sube, y sube más, por un momento, mis ojos se cubren con la tela, pero aun así puedo ver como el deseo en tus ojos se acrecienta, al mirar mi torso casi desnudo, con tan solo un pequeño brasier cubriendo mis pechos, una prenda de encaje negro, de media copa, de finos tirantes, y que se abrocha por adelante, quedando el broche justo en medio de mis senos, por encima de las copas, sobresalen las aureolas y mis pezones se encuentran enhiestos, intentando romper la tela, la situación es excitante, y me gusta.

Me acaricio desde mi cuello, pasando por mis hombros, bajando por mi pecho, y eso ya acrecienta mi propia excitación, hasta llegar a mis pechos, los cuales acaricio por encima de la tela de mi brasier, sintiendo como mis pezones se ponen aún más duros y erectos con cada caricia y cada segundo que pasa, puedo sentir como mi vagina también comienza a despertar, pero tú ya no ves mis ojos, los tuyos están atentos a mis manos, a mis pechos y veo como pasas la lengua por tus labios, como saboreando lo que yo toco.

Continúo acariciando mis pechos, y me levanto de la mesa, coloco mis manos en mi nuca, dejando que veas casi sin restricciones, poco a poco me doy la vuelta, hasta quedar de espaldas a ti, y frente a la ventana, bajo lentamente mis manos, y rozo mi cintura, llego al botón de mi falda, lo desabrocho, bajo el pequeño sierre, y la deslizo lentamente por mis piernas, mostrándote mis nalgas casi desnudas, hasta que la dejo caer al suelo, la hago a un lado con la punta de una de mis botas, abriendo un poco mi compás.

La imagen que me devuelve el reflejo de los vidrios del ventanal, es la de una mujer de pie, semidesnuda, tan solo vestida con un pequeño brasier negro, una diminuta tanga del mismo color que apenas cubre mis partes íntimas, y que de la parte de atrás, la que tu contemplas, se mete por entre mis nalgas, y en tacones altos, pero feliz por la situación.

Me doy la vuelta muy despacio, tus ojos me recorren de pies a cabeza, y un escalofrío estremece mi cuerpo, vuelvo a tocar muy sensualmente mis pechos frente a ti, siento mis pezones erectos, y duros como rocas, mis senos los noto más grandes por la excitación, que es demasiada, mis dedos encuentran el broche, lo abro, y al instante siento la liberación de mis pechos, suspiro, pero los cubro con mis manos, muevo los hombros de manera que los tirantes se van deslizando poco a poco por mis brazos, y te miro, la expectación llena tu rostro, y el deseo arde más fuerte en tus ojos.

Me vuelvo a sentar en la orilla de la mesa frente a ti, me miras, y muy lenta y sensualmente, voy separando mis manos de mis pechos, dejándolos al descubierto, tus ojos se abren como platos cuando se revelan por completo, me quito el brasier, y lo arrojo a tu regazo, tu mirada no se aparta de mis senos, y eso me gusta y me excita aún más, vuelves a pasar tu lengua por tus labios, sé que quisieras recorrerlos con ella, veo como tu mano acaricia el encaje de mi prenda, y sonríes.

Tomo mis pezones con los dedos índice y pulgar de cada mano, y los pellizco suavemente, lo cual casi hace que tenga un orgasmo inmediatamente, así que los suelto, y vuelvo a solo acariciar mi torso ahora desnudo, apenas rosando con las yemas de los dedos, como cuando un ciego lee braille, trato de serenarme un poco antes de continuar desnudándome completamente para ti. Me pongo de pie, y frente a ti, me doy una vuelta completa para que me puedas ver, subo mis brazos por sobre mi cabeza mientras lo hago, otra vuelta, y una más, después de un par de minutos, y ya sintiéndome un poco más sosegada, decido continuar con mi labor, ya que solo queda una única prenda en mi cuerpo.

Con la última vuelta, quedo de espaldas a ti, acaricio mis piernas, mis caderas y mi cintura, y mis nalgas, moviendo las manos en círculos, escucho tu respiración agitada, no te haré sufrir más, ¿o sí?, tomo las finas cintillas de mi tanguita, y muy lentamente la voy deslizando por mis piernas, al llegar a medio muslo, me detengo, y moviendo un poco mis piernas, la prenda cae al suelo, todo esto, sin dejar de mirarme en el reflejo de los vidrios, levanto mis pies para sacar la prenda, y con la punta de las botas, la recojo y la agarro envolviéndola en mi mano, por fin estoy completamente desnuda de pie en medio de mi sala y de espaldas a ti, pero prometí no hacerte sufrir más.

Me doy la vuelta lentamente, con la mano que contiene mi tanguita cubriendo mi rajita, tus ojos y tu boca se abren, mirando mi desnudez, sin separar las piernas, me vuelvo a sentar en la mesa frente a ti, bendita mesa que aguanta mis 65 KG, la amo, con mi mano libre, vuelvo a acariciar mis pechos, pellizcando mis pezones, mis suspiros llenan la estancia, igual que el sonido de tu respiración pesada, agitada, me miras a los ojos, y te sonrío, la mano que acaricia mis senos, baja despacio por mi vientre, entreteniéndose y jugando con el pequeño piercing de plata de mi ombligo.

Tus ojos se separan de los míos, siguiendo el movimiento de mi mano, y de mi vientre, salta a acariciar mis piernas, estás atento, y poco a poco las voy separando con un movimiento sensual, y completamente sexual, la mano que cubre mi rajita, sigue en su lugar, pero se está llenando rápidamente de mis jugos vaginales, cuando mis piernas están abierta de forma que tú puedas instalarte entre ellas cómodamente, me detengo, tus ojos no dejan de mirarme, y con la misma parsimonia, aparto mi mano, dejando de cubrir mi sexo de labios hinchados, lubricados y completamente depilados, no hay un solo vello en toda la zona, no me gusta, así que año con año me depilo con láser.

Acaricio con dos dedos, extendiendo mi lubricación, con los mismos dedos, abro mis labios vaginales, revelando mi clítoris, y aún más humedad, roso con la punta de un dedo juguetón mi entrada vaginal, y con mis dedos empapados de mis jugos, los llevo a mi boca, no pierdes detalle de mis movimientos, y al ver esto, sonríes ampliamente mi excitación por el momento es tan grande, que un par de caricias más me harán llegar a un orgasmo.

Mis dedos vuelven a mi vagina, y lentamente, y bajo tu mirada atenta, los voy introduciendo dentro de mí, mis paredes vaginales los envuelven y los acogen cálidamente, hasta los nudillos, tu respiración se acelera, y aquellos intrépidos exploradores, comienzan a entrar y a salir de mi cueva al mismo ritmo de tu respiración, hasta que un par de minutos después, exploto en un orgasmo maravilloso, dejándome caer sobre la mesa, con la respiración alterada, mis dedos aún dentro de mí, y con las piernas abiertas frente a ti.

La sala ahora tiene un aroma más, el aroma de mujer excitada, que se mezcla con la vainilla y la canela, con la muda luna como único testigo de lo que hemos hecho, mis ropas están regadas por ahí, un poco más sosegada, me vuelvo a sentar, tomo mi tanguita sigue en mi mano, así que la termino de empapar de mis jugos orgásmicos, y te la ofrezco.

Dime, ¿la aceptarás?

Saludos, y sigan poniéndose en contacto conmigo.

Besos

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