Termine follando a un hermoso jovencito en baños públicos
Este encuentro sexual ocurrió en los baños públicos del centro comercial las Arenas, de Barcelona. Yo ya sabía que allí se encontraban tíos con ganas de pasarlo bien, pero como soy tan tímido nunca había entrado a los baños. No me atrevía, me daba vergüenza que pudieran verme y reconocer, pero…
Aquel día, estaba con muchas ganas de sexo, era primavera y ya sabemos… la sangre altera. Así que mis ganas pudieron más que la vergüenza de ser visto y me dispuse a entrar.
Al entrar vi que los baños tenían una distribución rara, había como un muro que separaba los baños en dos partes. Hacia la derecha era la zona de los urinarios, que estaban dispuestos a lo largo del mini pasillo que había entre el muro y la pared. En la parte izquierda estaban los cubículos con los inodoros.
Había varios tíos de cara a los urinarios, a pesar de mis 37 añazos yo me quedé un poco ahí de pie, sin saber qué hacer, hasta que un jovencito que debía rondar unos 20 años me miró. Tenía pinta de entre chulo y moro, morenito de piel y ojos claros. Llevaba ropa deportiva y una gorra.
Yo soy alto, delgado y moreno, se me ve bastante, así que todos los que estaban allí me vieron matar con la mirada al chulo ese.
El chaval me hizo un gesto y se fue hacia el fondo. Yo, como no sabía qué había de hacer, fui por el otro lado hacia los cubículos. Resulta que ambos pasillos se encontraban en el fondo del lavabo, así que ambos nos encontramos de frente y, sin pensar ni decir nada más, nos metimos en un cubículo.
Los nervios me podían, el chaval estaba allí de pie y me dijo “¿quieres rabo?” Mientras se sobaba su paquete por encima del pantalón. Yo, sin poder decir ni media palabra, sólo me agaché y le empecé a sobar el paquete. Tenía un olor a joven que me ponía mucho, el muy cabrón. Empecé a morderle su polla morcillona por encima del pantalón de chándal. Enseguida noté que se le puso dura, así que le bajé el pantalón y empecé a sobarle las piernas mientras me metía su paquete, aún con el calzoncillo, en la boca.
Le empecé a sobar con mis dos manos todas las piernas. Como era un calzoncillo tipo slip no me fue muy difícil poder tocarle el culo. Tenía vellos, pero no muchos, los justos para su edad. La piel era firme y el culo lo tenía durito, como el tacto de un melocotón, perfecto.
No lo pensé más y le saqué la polla bajándole el slip y empecé a mamarla.
Al empezar la mamada, él empezó a gemir de placer. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Decía “qué bien mamas, cabrón” y gemía con cada lengüetazo que le daba, apoyando sus manos sobre mi cabeza.
No tardó ni dos minutos en pedir que lo dejara sentarse, las piernas le temblaban del placer que estaba recibiendo. Pero yo le seguí mamando aquella polla que tanto me estaba gustando, veía como le temblaban las piernas y como no dejaba de gemir, aferrándose a mi cabeza.
Al rato de estarle mamando, no pudiendo aguantarse más, me hizo poner de pie y me bajó el pantalón. Yo tenía una erección tan grande que mi polla no podía quedarse dentro de mi calzoncillo, así que en cuanto bajó el pantalón, la tuvo enfrente de su cara. Sólo me dijo ¡menuda polla! Y se la metió en la boca. Empezó a mamarla y yo sólo le cogí de los lados de la cabeza y empecé a empujar. Él se ahogaba un poco, pero me daba igual.
Joder que rico se sentía, el cabrón tenía unas buenas tragaderas, se tragaba toda la verga mientras acariciaba con sus manos mis pelotas. Las babas le caían por la barbilla, pero el seguía aferrado a mi verga y no dejaba de chupar. Hijo de puta, aquel chaval me iba a sacar hasta el tuétano dejándome completamente seco. Ya las piernas me empezaban a temblar y el cabrón no soltaba mi verga.
Estuvimos un rato así y luego lo puse de pie. Lo abracé pasándole las manos por la espalda y le metí las dos manos por dentro del slip, que todavía llevaba puesto, para tocarle el culo. Le acabé de bajar el slip, sacándoselo por completo junto al pantalón de el chándal y, sin decir nada ninguno de los dos, se giró dejándome su culo totalmente expuesto y disponible a mi entera voluntad.
Empecé a acariciar aquel bonito y apetecible culito a la vez que le iba mordiendo por todas las nalgas, mientras él daba pequeños gemidos de placer, ronroneando como una gatita en celo.
Mientras le acariciaba y mordisqueaba los cachetes de aquel lindo culito, yo le iba abriendo las piernas a la vez que con mis manos le abría el culo para llegar a su sonrosado y fruncido coñito.
Apenas tenía pelitos, se veía limpito y sonrosado.
Metí mi lengua y él se retorció de placer, a la vez que soltaba un pequeño gemido, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemía al notar mi lengua hurgando en su caliente y jovencito coñito.
Notaba como se estremecía y su esfínter se iba relajando, dejándose abrir poco a poco. Sabía que me lo iba a follar, y al parecer a él aquello le encantaba, el maricón lo estaba deseando, su coñito se iba abriendo poco a poco cada vez más, por lo que aquel jovencito aquella tarde iba a ser mío. Él sabía que lo iba hacer mío y se estaba dejando hacer, se estaba entregando a mí.
Al cabo de un buen rato de estar así, comiéndole y lubricándole el culo, viendo que ya lo tenía bien preparado y suficientemente lubricado y dilatado, me incorporé, sentándome en la taza del wáter y sólo le di una palmada en una nalga.
El chaval entendió a la primera, sabía que era lo que ahora venía, así que, girándose hacia mí, vio como mi polla erguida apuntaba hacia arriba, puso sus manos sobre mis hombros a la vez que se abría de piernas. Había entendido como quería follármelo, por lo que, arrimándose a mí, se fue abriendo de piernas, Puso una pierna a cada lado del wáter y se sentó a horcajadas. Le metí la polla de una vez, así, sin condón, no podíamos esperar más. Tenía el agujerito lubricado con toda la saliva que yo le había puesto, y mi polla entró en su culo de una vez.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gimió al notar como mi polla se introducía por su culo hasta introducirse en su totalidad. Le había llegado a lo más profundo de sus entrañas, se la había metido hasta los huevos.
Una vez su culo se acostumbró a la polla que lo acababa de sodomizar, empezó a moverse poco a poco, apoyado con sus manos sobre mis hombros, empezaba a subir y bajar dejando que mi polla lo fuese sodomizando. A aquel jovencito no era la primera vez que se lo follaban, aunque era jovencito, a ese chaval ya le habían dado muchas veces por el culo. Más que un culo, parecía un coñito por lo bien y fácil que se tragaba mi polla.
Él sólo gemía cabalgando sobre mi polla y me decía “qué polla tienes”.
Yo extasiado miraba para él, viendo como subía y bajaba clavándose mi polla en el culo, como gemía mordiéndose el labio inferior y como ponía los ojos en blanco, el mariconazo estaba disfrutando con la follada que le estaba dando, gozaba y se le podía notar en la cara como disfrutaba.
Luego de un buen rato dándole por el culo así, le giré y le puse mirando hacia el frente. Le quité la gorra y le cogí del pelo para poder meterle la polla lo más adentro posible.
Él me dijo “siií, así así, dame polla, dame polla y préñame, quiero que me preñes”.
Eso me puso tan cachondo que mi polla se endureció aún más dentro de él, y él lo pudo notar, así que empezó a decirme cosas como “siií, así, así, dame más, dame polla, dame más, “quiero tu leche dentro, quiero que me preñes, quiero que me dejes preñado”.
Al cabo de un par de minutos, ya no podía más y le dije al oído que me corría, que me iba a correr dentro de él.
Él simplemente siguió saltando con mi polla dentro diciendo “siií, siií, lléname de leche, préñame, préñame, quiero que me dejes preñado”.
Así lo hice. Me acabé corriendo dentro de él, dejándolo preñado con mi leche.
Cuando saqué mi polla de su culo, dándose la vuelta se inclinó, metió mi polla en su boca empezando a chuparla dejándomela limpia de los restos de la corrida que le había dejado dentro de su culo, dejándolo preñado con mi semilla.
Luego de dejar bien limpia mi polla, él se sentó en la taza y entonces yo me metí su polla en la boca. Empecé a succionar aquella polla de joven que transpiraba deseo hasta que vació de dos trallazos, sus huevos en mi boca. Abrí la boca para que viera bien su corrida y me la tragué. Él me dijo “así estamos los dos bien llenos”.
Y sin decir nada más salí del cubículo y me marché de allí.
Yo iba bien satisfecho, y creo que aquel jovencito, también quedó bien contento, le había dado una buena follada en aquellos baños públicos, dejándole el culo lleno con mi leche y bien preñado con mi semilla.
Esta es una historia real que vivió uno de los lectores de mis relatos, el cual me escribió contándola y dándome permiso para su publicación. No pongo su nombre por respeto, pero el bien sabe quién es, y que este relato es una vivencia suya.