Mi dueña y yo un simple esclavo a su merced
QUIEN CON LA AMA SE ACUESTA… (AMANECE)
Esa mañana me desperté:
-ven que tengo tu desayuno le dije a mi esclavo que estaba dormido a mi lado e hice que me siguiera al baño.
Le hice arrodillarse a mi lado.
Me senté en el váter, agarré un vaso y orine en el… era toda mi meada de una noche, para dársela a él.
-Espera que en poco te lo bebes. –Le dije.
-Si mi Dueña. Me contestó.
-Primero quiero que sientas mi bombón de chocolate. -Le dije mientras tenía recostada su cabeza sobre mis piernas.
-Como órdenes. Me contestó.
Puso su mano debajo de mi culo y empezó a acariciarlo con un dedo, sintiendo como se abría, esperando que le cayera encima mi scat.
-Huele, pero no vas a probarlo. –Le ordené mientras me levantaba del váter.
-¿Por qué no me dejas? –Me preguntó.
-Porque no se me da la gana. –Le contesté muy amablemente (por aquello de que hay que empezar bien el día).
-Como ordene mi dueña. –Me contestó.
Le di la espalda y puse mi trasero frente a su cara.
-Límpiame el culo con la lengua. Le ordené.
-Sí, mi Dueña… -Me contestó.
Y entre que me limpiaba el culo con la lengua, me lo iba comiendo… procurándome placer.
-Déjamelo bien limpio. -Le dije.
-Claro, que sí mi dueña.
Después me puse a cuatro patas en el suelo para dejarle mi culo levantado y expuesto…
-Termínalo de limpiar. -Le dije.
-Sí. Contestó. Mientras metía su cabeza entre mis nalgas.
-Introduce bien la lengua. -Le ordené. Mientras con una mano abría mi trasero carnoso…
De repente me levanté y le dije -quédate ahí de rodillas.
-Si mi dueña. –Me contestó.
Tome la crema dental y el cepillo de dientes y le dije:
-Abre la boca bien. Y empecé a cepillarle los dientes y la lengua, hasta provocarle arcadas.
-Saca la lengua y no te vayas a vomitar. -Le dije.
-No puedo más. –balbuceó mi esclavo.
-Que la saques o te la saco con las uñas. –Le grité, con cariño.
El pobre hacia un esfuerzo, para que yo lo dejará en paz… pero, nada que hacer, si él está para obedecerme y servirme.
Continúe provocándole arcadas adrede… después le pase el enjuague bucal para que se acabara de lavar.
-Levántate y vamos a la cocina. -Le ordené.
Él muy obedientemente me siguió. Llevaba conmigo el vaso de orina.
-Ahora te vas a beber un café. –Le dije. Mientras tomaba el café instantáneo y le ponía una cucharadita y un poco de azúcar, a mi vaso de orín.
-Si mi Dueña. -Como ordene. Y empezó a beberlo a sorbos hasta terminárselo todo.
-¿Te gusta mi café? –le pregunté.
-Me encanta. –Me contestó.
-A ti te encanta todo lo que de mi cuerpo sale. –Le dije.
-Todo mi amor, absolutamente todo lo que sea tuyo y tus fluidos, me encantan y los recibo con gusto. –Me contestó.
-Ah, verdad que aparte de ser mi esclavo, soy tu dueña y soy tu amor.
-Así es, eres mi Amor Maria y soy tuyo.
-Vaya Esclavo enamorado que me ha tocado… sí, eres mío, lo sé… y seguramente no encontrarías en esta vida un Amor ni otra Maria, que lograra reemplazarme.