Follando con el hijo de mi vecina ¡Qué rico!

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Mi vecina me invitaba a tomar café muchas tardes y merendaba con ella y con su hijo de 19 años.

Su hijo se llama Sergio, es rubio natural con ojos azules y una sensibilidad que lo hace muy dulce. Desde que lo vi la primera tarde de café, lo deseé, y ese deseo me hizo sentirme confundido. Nunca había estado con ningún hombre, ni joven ni más mayor; pero con mis 50 años recién cumplidos y recién divorciado, sentí un principio de erección mientras hablaba con él y con su madre aquella primera merienda.

Yo me había mudado a aquel piso hacía tres meses, los mismos que llevaba divorciado. Después de diez días de visitas a esa casa, una noche me masturbe pensando en aquel joven, me corrí con un chorro largo y espeso que me cayó en el pecho. Aquella masturbación me hizo sentir más confundido aún, imaginé mientras me la meneaba que era su boca la que devoraba mi rabo.

Mi pene es muy robusto, no llega a los 20 centímetros pero es muy grueso y de formas marcadas, mi glande es como un huevo de gallina, bueno, casi; y mis erecciones no han menguado con los años, soy muy activo y, porqué no decirlo, soy muy atractivo para mi edad y mi vientre está plano gracias a una dieta estricta… digo todo esto por lo que pasaría después… A las dos semanas de ir a aquella casa, el joven me miraba cada vez que iba de manera muy tierna y, ¡de vez en cuando su mirada se desviaba hacia mi bragueta!, como un tic involuntario en él. Cada vez estaba yo más erecto en las visitas.

Les conté de mi trabajo como agente comercial para una importante firma, les di detalles de mis largos viajes, con todos los gastos pagados. Un día, Isabel, así se llama mi vecina, me dijo:

-Alex, Sergio acaba de terminar su primer curso en la universidad, ¿no podría acompañarlo a usted en algún viaje para que vea mundo?

Sergio le dijo a su madre:

-Mama, no molestes al señor Alex, que no tendrá ganas de llevar una carga.

Yo les dije a los dos:

-Isabel, estaré encantado si Sergio quiere acompañarme. Sergio, no serías una carga, eres muy atento y educado. ¡Es más!, la semana que viene haré un viaje por España y por Francia, varias semanas. Si os parece bien le diré a mi gerente que te contrate como ayudante, llevarás las muestras y las mostrarás mientras yo las describo; ¿qué te parece Sergio?

-Alex, me parece fantástico, nunca he hecho un viaje tan largo. –dijo Sergio.

-Muchas gracias por llevar a mi hijo, para ver mundo y espabilar. –dijo la madre.

Hace un mes que hicimos aquel viaje. Viajábamos en mi coche, los dos con mascarilla, las visitas se sucedieron a los clientes y el chaval era tan agradable con los clientes que las ventas aumentaron.

Durante los desplazamientos de una ciudad a otra hablábamos de todo, él necesitaba comunicarse conmigo y yo escucharlo y aconsejarlo, nos hicimos buenos amigos. Una de aquellas conversaciones fue la siguiente:

-Sergio, ¿has tenido novia?

-Bueno, señor Alex, tengo novia aunque no es nada serio, como una amiga, tiene dos años más que yo..

-Pero, ¿tenéis relaciones sexuales?, si no te importa decírmelo.

-Me siento confiado con usted, se lo contaré todo, todo:

Hace un par de meses me fui con Elena, así se llama ella, al campo, nos perdimos por el monte en esa excursión, cuando acampamos para comernos los bocadillos ella me dijo de hacer el amor, le dije que sí. Ella es pelirroja, preciosa, un cuerpo pequeño pero espectacular. ¡Se desnudó completamente delante de mí!, su cuerpo de piel blanca me gustaba, su raja con vello rojizo era muy bonita. Cuando me desnudé yo, mi pene, algo erecto en lugar de seguir endureciéndose, se empezó a encoger hasta casi desaparecer, los testículos también se escondieron hacia adentro. La acaricié, la besé, le chupé su sexo de piel rosada, pero mi mente se obsesionó con el tamaño de mi pene, temiendo empalmarme y que ella viera el pequeño tamaño de mi sexo.

-¿Cómo de pequeño Sergio?

-Unos once centímetros, pero de solo dos de grosor.

-Pero hay hombres con el pene pequeño que funcionan muy bien, lo sé de un amigo, sabes Sergio.

-Sí, si lo sé, pero el temor hizo que se me escogiera, además, al chupar su sexo estando yo con el pene tan encogido, tanto que mi pene y mis testículos se me metían en mi pubis, sentí desagrado ante sus fluidos y sus olores íntimos, estaba acongojado señor. Nos fuimos del campo y ella me consoló.

-Lo siento mucho Sergio, pero tienes que superarlo.

-Hay algo más señor Alex.

-Dime Sergio, sin reservas, desahógate conmigo.

-Pues verá usted, me da vergüenza, pero se lo diré; a veces me siento atraído cuando veo algún hombre, no siempre, solo cuando siento como un chispazo, no sé si es que me gustan también los hombres o que siento timidez. Se lo conté a Elena cuando volvíamos del campo; ¿y sabe usted que me dijo ella?

-Dime, pero me temo lo peor.

-Pues me dijo que debería comerme una buena polla para salir de dudas, y que le contara que me había parecido, que en cualquier caso ella seguiría siendo mi amiga.

-Creo que no deberías habérselo dicho, porque lo que te pasó a lo mejor solo fue un gatillazo.

No hablamos más del tema en varios días, pero a veces cuando iba yo conduciendo mi pene se endurecía dentro de mi pantalón cuando su mirada furtiva, al mirarme a los ojos, se desviaba de forma tímida hacia mi bragueta unos instantes. Una mañana, yendo por los llanos del desierto de los Monegros, me dijo Sergio con un hilo de voz:

-Señor Alex, nunca le ha visto el pene de cerca a otro hombre, y maduro como usted ni de lejos. Me gustaría vérselo a usted para ver qué siento, porque con usted siento ese chispazo que le dije que sentía a veces.

No le conteste al instante, me quedé pensando, mientras sentía como se endurecía mi pene con sus palabras. Cuando sentí como la cremallera de la bragueta se clavaba en el lomo de mi polla, le dije:

-Sergio, nunca se la he mostrado a otro hombre de ese modo, pero por ti lo haré, te tengo mucho aprecio.

-Muchas gracias señor.

Conduje hasta encontrar un camino, que llevaba a una casa de campo en ruinas. Aparqué detrás de la casa, a la sombra de esta. Desplace mi asiento hacia atrás y con cuidado de no darme un pellizco con la cremallera, abrí mi bragueta y metiendo mi mano derecha saqué mi polla al exterior, mis huevos, grandes de pellejo distendido los dejé fuera de la bragueta también; colgando hacia el exterior como huevos de toro en la plaza. Mi polla estaba tan dura que mi glande perfecto brillaba como un espejo, y las venas del tronco se marcaban como arrugas de un árbol de tronco grueso. Como un calabacín, así lucía mi miembro. Sergio dijo:

-Señor Alex, ¡Que pedazo de pene!, y que huevos tan gordos, son casi como los de gallina. Alex, ¿puedo tocarla?, solo un poco.

-Vale.

Su mano de piel suave comenzó a acariciar las protuberancias de mi grueso tronco, despacio. Rozó mi frenillo y sentí como mis huevos se tensaban. Mi escroto está siempre bien afeitado y mi pubis también, dejando sólo una franja de vello en el centro de mi pubis. Acarició después mis huevos, primero uno y después el otro, intentando atraparlos dentro de su mano. Empezó a meneármela sin que su mano apretara apenas. El pellejo cubría mi grande en cada ascenso, y lo liberaba en cada descenso. Con su mano suave rodeando mi polla, me dijo Sergio:

-¿Me deja usted que se la chupe?, me gustaría saber qué se siente.

-Como tú quieras Sergio, yo lo estoy deseando, pero no quiero que te sientas mal después.

-Me sentiré bien, porque lo deseo.

Me bajé del coche, me quité la mascarilla, me puse de pie pegado a la pared, a la sombra de la vieja casa. Me quité los pantalones y los calzoncillos, separé mis muslos y mis huevos generosos quedaron colgando como aguacates de piel rugosa y afeitada. Mi polla apuntaba hacia arriba tan erecta como un tronco de olivo. Sergio se puso delante de mí, se quitó también la mascarilla y apoyado en sus rodillas comenzó a hacerme un buen trabajo.

Veía como su lengua daba pasadas a mi glande, a mi tronco y a mis huevos mientras yo acariciaba su cabellera rubia con mis dos manos. Atrapó uno de mis huevos dentro de su boca, lo movió dentro y tiró un poco de él. Soltó mi bola derecha y abriendo mucho su boca se tragó mi glande, que se acopló al hueco de su boca. Apretó sus dientes donde acaba mi glande y miró hacia arriba buscando mis ojos. Al cruzarse nuestras miradas parpadeó ocultando a intervalos sus bonitos ojos azules. ¡Estaba que me salía!, agarré su cabeza por las mejillas y lo apreté contra mí, metiéndole poco a poco mi polla hasta su garganta, hasta que se le ensanchó esta a la altura de su pequeña nuez.

Yo movía su cabeza al principio, pero después de que mi polla resbalara perfectamente por su garganta, solté su cabeza y era Sergio el que se movía adelante y atrás como un pájaro carpintero. Yo llevaba todo el viaje sin correrme, por no masturbarme por las noches estando nuestras camas en la misma habitación, tenía los huevos que me iban a reventar. Se la saqué de la boca y le dije:

-Sergio, estoy a punto de correrme, ¿me corro en tu cara?

-Alex, córrase en mi garganta, que sienta su leche caliente caer en mi estómago.

Sin más palabras, él abrió mucho la boca y yo se la metí de un golpe casi violento, hasta aplastar su campanilla contra el lomo de mi polla, como si una boa penetrará su dilatada garganta. ¡¡Me corrí en tres chorros muy intensos y muy abundantes!! Sentía como el semen ascendía a borbotones por mi uretra, y se derramaba en su garganta camino de su estómago, para el último chorro, Sergio se echó hacia atrás y tosió gotas de mi leche, mientras él tosía, el último chorro se estrelló contra su cara, ¡con tanta fuerza que le empapó los ojos, la nariz y las mejillas, gotas espesas colgaban de su rostro. Con mi dedo índice fui recogiendo los pegotes y le fui dando a chupar mi dedo, cuatro chupadas a mi dedo, como cuchara, dejaron su cara sin colgajos.

Después de ese día, todas las noches me la chupaba antes de meternos cada una en nuestra cama y como la primera vez, siempre se tragaba mi leche hasta la última gota. No hablábamos del tema durante el día, solo que él me «ordenaba cada noche».

La última noche me pidió hacerse unas fotos chupándomela y sin que se viera mi cara, para, sin decir mi nombre, mandárselas por wasap a su novia Elena, la bella pelirroja. Me pareció algo muy atrevido y morboso y le dije que sí. Cuando más empalmado estaba, empezó a darme con la lengua y con su mano derecha a hacerse selfies chupándomela. Se me puso la polla como un roble al saber que me la vería su novia. Me mostró las fotos y me gustaron, mi miembro lucía como un mazo junto a su boca suave. Se las mandó y después Sergio, excitado por haber sido tan atrevido al mandárselas a ella, se desnudó completamente luciendo un pubis suave, de poco vello, donde se escondía su pene y sus testículos quedando a la vista solo una leve piel acaracolada. Se dio la vuelta y se puso de rodillas alzando su trasero. Su ano estaba casi abierto, se abría en espasmos, me dijo:

-Alex, por favor, ¡¡fólleme usted el culo!! Por lástima aunque sea, pero fólleme como si fuera yo una perra.

Me puse detrás de él, me quité el pijama, escupí en el agujero de su culo, varios escupitajos. Lo agarré por la cintura y le metí la punta, apretada, al poco mi glande estaba suelto, su ano se había abierto como una flor, ¡en ese momento se la metí hasta el fondo!, ¡hasta los huevos! Mis huevos gordos e inflados se aplastaron sobre la piel suave de su escroto, piel que antes había albergado sus testículos, ahora escondidos en el interior de su cuerpo. Lo penetré con violencia, mi polla resbalaba dentro de él como si su culo fuera una balsa de aceite. Me corrí como un animal, varios chorros muy intensos, todo se lo solté dentro de sus entrañas. Al apearme de su ano, me puse de pie junto a la cama y, mientras mi pene iba volviendo a la flacidez, yo veía como salían chorros blancos de su ano, regando sus muslos y las sábanas. Después Sergio cayó de lado cansado, mientras sonaba un wasap en su móvil. Lo miró y me pasó el móvil, lo cogí y leí lo que le había escrito su novia pelirroja:

Sergio, ¡que pedazo de polla te has zampado!, que robusta, grande y fuerte se ve; ¡me encanta! Cuando quieras quedamos y que nos folle a los dos a la vez, será algo digno de vivir, gracias por las fotos.

Un saludo de Alex Ave

Septiembre 2020