Mi hermosa cuñada y una partida de póker

Valorar

Hola a todos,

Mi nombre es Jaime, tengo 20 años y lo que os voy a narrar sucedió hace sólo un verano. Tengo una familia normal compuesta por mi madre, mi padre, mi hermano mayor el cual me saca diez años y yo. Desde hace 2 años tenemos que incluir a Lidia a nuestro núcleo familiar debido a que tiene una relación bastante arraigada con mi hermano.

Volviendo al caluroso día en cuestión, os diré que esa semana estaban mis padres de vacaciones en Peñíscola, de segunda luna de miel. Siempre que se iban decían lo mismo y ya iban por su décima «segunda» luna de miel lo cual agradecía trayendo a chicas o amigos a casa, en ese orden de prioridad.

Ese día no me quedó más remedio que traer a un amigo que acababa de conocer en la universidad pero que habíamos cogido mucha confianza desde el primer momento. Menciono que no me quedó mas remedio porque como ya he dicho la prioridad era traer a alguna chica y esa noche no fue posible… El plan con mi nuevo colega era pasarnos un juego juntos en modo cooperativo y para ello íbamos a estar toda la noche enganchados a los mandos.

-¡Grande Peter! ¿Lo has traído? Buah, menuda viciada nos espera… -dije al abrirle la puerta a mi amigo Pedro el cual traía el juego en la mano.

-Hace 3 días que salió a la venta y me ha costado un cojón aguantar las ganas. -contestó Pedro nada mas atravesar la puerta principal.

Se llama Pedro pero yo le había bautizado con el cariñoso mote de Peter, que me cuadra más a una persona pequeña como él. Es delgado y no llega por poco a los 170 centímetros. Yo me considero más atlético que delgado y algo más alto que él pero no mucho más. Eso sí, los dos tenemos la misma cara de empollón y somos igual de frikis.

El traía el juego y yo ponía la cena, ese era el trato, y tras devorar un par de pizzas velozmente nos dirigimos al sofá para comenzar el ansiado juego. Al ponerlo nos dimos cuenta de que teníamos que esperar un rato a que se instalara y nos sentimos algo idiotas por no haberlo hecho durante la cena… Aprovechamos para ponernos nuestros correspondientes pijamas para estar más cómodos y cuando volvimos al salón nos encontramos con mi hermano Óscar y su arrogante novia Lidia.

-¿Qué hacéis aquí? -le pregunté a la pareja.

-Habíamos salido a cenar y hemos vuelto para ver una peli. Enciérrate en la habitación y no molestes. -dijo mi autoritario hermano el cual siempre aprovechaba la diferencia de edad y físico.

-No… He traído a un colega y no nos vamos a ir del salón en toda la noche. Además, para ver una de las pastelosas pelis de Lidia más os vale meteros en la habitación a follar.

-No te pases que te arreo. -dijo dándome una colleja.

La verdad es que Lidia era tan guapa como insoportable o al menos yo no la aguantaba. Es muy borde, poco expresiva, vacilona… Creo que es bastante evidente que no la trago. Casi siempre llevaba su largo y oscuro pelo recogido con una coleta que permitía ver de manera íntegra su rostro: finas cejas, ojos castaños no demasiado grandes; nariz, boca y labios pequeños.

A Peter y a mí no nos quedó otra que meternos en mi habitación y llevarnos la consola allí para jugar en mi tele. No íbamos a estar igual de cómodos pero nadie nos iba a arrebatar la esperada partida… ¿o si?

-Anda enano, no te enfades que se me ha ocurrido algo para divertirnos los cuatro. Podemos jugar a póker si queréis. ¿A tu amigo le gusta el póker? -dijo mi hermano tras abrir la puerta de mi habitación.

-Sí, me gusta. No suena nada mal, la verdad. -contestó Peter.

-¿Y la partida?

-La idea era quedarme a dormir… podemos empezarla mañana o cuando acabemos del póker.

-¿Y qué pasa con vuestra peli? -le pregunté a mi hermano Óscar.

-No dan nada en la tele.

Óscar nos convenció y nos dirigimos los 3 al salón.

-Cariño, buenas noticias, vamos a jugar a póker los 4.

-Pero si yo no sé jugar. -contestó su novia.

-Yo te enseño, ya verás como es muy fácil.

Mi hermano le estuvo explicando las reglas a mi cuñada y le hizo una chuleta de las manos posibles y su orden. Decidimos formar un círculo en el suelo para estar mas frescos y me percaté de dos cosas.

-Pero… ¿Y las fichas? -pregunté mirando a mi hermano.

-Pues no tenemos pero no te preocupes que lo tengo todo pensado. Jugaremos a póker tapado y el que tenga la mano mas baja bebe chupito… si os atrevéis.

-Cariño, son críos… al tercero ya estarán potando. -dijo Lidia.

-Acepto. Sé de una que se va a tener que tragar sus palabras… Por cierto, ¿Por qué llevas dos móviles encima? -pregunté al ver que Óscar los dejaba a su lado.

-El mío y el del trabajo… Estoy de guardia.

Si no conocéis el póquer tapado debéis saber, a modo muy resumido, que consiste en recibir 5 cartas para elegir cuantas y cuales de esas 5 decides cambiar con el objetivo de conseguir una mejor combinación. De todas formas, el relato no va de póker aunque acabará siendo un gran aliado.

Preparamos todo lo necesario, vasos y alcohol incluido, y nos pusimos todo lo cómodo que pudimos entre suelo y cojines. Decidimos hacer una ronda de ejemplo para que Lidia entendiera el funcionamiento. En la de prueba yo saqué pareja de 3, Peter pareja de J, mi hermano trío de 5 y Lidia trío de 8. Ganó ella aunque lo único que importaba, a diferencia del póker de verdad, era quien perdía y a mi me habría tocado beber el chupito en caso de haber valido la ronda.

Empezamos a jugar de verdad y me tocó beber a mí.

-Me está gustando este juego. -dijo mi cuñada al ver que yo empezaba perdiendo.

Por suerte había comido una gran pizza y esperaba tolerar bastante bien los chupitos que se avecinaban. La siguiente también perdí y Lidia se empezó a animar aunque en la tercera le tocó beber a ella. Así fueron transcurriendo las manos y los chupitos se fueron repartiendo de manera equilibrada excepto con mi hermano, que hacia gala de su habitual suerte.

De pronto sonó su teléfono del trabajo y tuvo que retirarse por una urgencia laboral.

-No puedes conducir después de haber bebido. -le dijo su novia.

-No te preocupes, si no he bebido ni la mitad que vosotros… De todas formas cogeré un taxi.

-Pues yo me voy a dormir. -dijo ella.

-No no, podéis seguir… Mañana me contáis quien fue el primero en caer. -propuso Óscar.

-Déjala… Si tiene miedo de perder no la vamos a obligar. Tenemos claro que no iba a aguantar mucho más. Dale su osito para que se pueda dormir y ya está. -le provoqué yo.

-Está bien, vamos a ver quien es el crío aquí. -finalizó ella.

Mi hermano se fue y vi una gran oportunidad para aprovecharme de ella. Ya llevábamos dos chupitos sin mi hermano y propuse jugar a strip póker.

-Ni de coña dejo que un niñato como tú me vea desnuda.

-¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? No pasa nada… Ves a ponerte el pijama que ahora voy a arroparte y a leerte un cuento. Y tampoco pasa nada porque te acomplejes de tu cuerpo… Yo no tengo ningún problema en ir quitándome prendas si pierdo.

-Está bien imbécil, pero ni una palabra de esto a tu hermano… El objetivo es humillarte y ver el mini pene que tienes, nada más.

El alcohol en sus venas ayudaba a llevarla a donde yo quería. La probabilidad jugaba a nuestro favor, éramos 2 chicos sin ningún pudor de enseñar nuestros cuerpos desnudos con la intención de desnudar a una mujer bastante mayor que nosotros. Las derrotas se repartieron y acabamos todos sin zapatillas, calcetines y en el caso de los varones sin camiseta. En la siguiente ronda a Lidia le tocó quitarse su camiseta para mostrarnos su vientre plano y su sujetador negro de encaje. El sujetador no era muy grande pero sus tetas lo rellenaban por completo y no dejaba mucho a la imaginación. En la siguiente se repitió el perdedor.

-Vamos a ver esas tetas.

-No las vas a ver ni en tus sueños. -me contesto tras levantarse y quitarse los pantalones.

-Pero gírate para que te veamos bien.

-Tú flipas.

Se volvió a sentar y la verdad es que su cuerpo se veía de escándalo en ropa interior, incluso mi polla comenzaba a comunicármelo. Estaba a una mano de alegrarme más la vista y a dos de dejarla completamente desnuda aunque la suerte es caprichosa y prueba de ello es que Lidia empezó a remontar. Tras varias rondas ahora éramos los 3 los que estábamos en ropa interior y a mi pesar la siguiente mano la perdió Peter. Se levantó, se quitó la única prenda que le quedaba y Lidia, que en ese momento se estaba riendo de él, se puso seria de golpe. Era evidente que no estaba viendo la polla de un crío y eso le cogió por sorpresa. Si tenía algún chiste preparado, le salió el tiro por la culata.

-Bueno, esto se acaba aquí… Ya no se puede quitar más ropa. -dijo Lidia.

-Espera, todavía quedamos tu y yo… Él puede seguir participando y si pierde tendrá que hacer lo que le mande el ganador.

-Está bien. En cuanto vea tu mini palito me voy a dormir, perdedores.

Al fin le tocó perder a ella y por fin íbamos a verle sus enigmáticos pechos.

-¡Menuda mierda!

Se levantó, se quitó el sujetador dándonos la espalda lo que nos permitió ver su perfecto culo gracias a que llevaba un tanga. Tenía un culo normal tirando a pequeño pero respingón y bien formado. A los pocos segundos nos volvió a mostrar su rostro mientras se tapaba un pecho con cada mano.

-No no, así no vale… Peter no se está tapando.

-Vale… Pero mas os vale mirar a otra parte y como pierda otra os mato.

Tenía unas tetas preciosas y acordes al resto de sus bonitas curvas. Eran pálidas con unos apetitosos pezones rosados. Gracias a la diosa fortuna volvió a perder ella y yo me relamía.

-No, ni de coña. Ya os puedo asegurar que no me vais a ver el coño.

-No me seas cría… Te ha tocado igual que a Peter y me podía haber tocado a mí también.

-Ya os podéis ir olvidando.

-Bueno, pues haremos prenda o trato. Si no te lo quieres quitar, el ganador que soy yo, te puede tocar las tetas. ¿Qué prefieres?

-Me tocas una teta con una mano y te piras.

-Las dos durante 5 segundos.

-Vale… ¡Pero ni un segundo más!

Me acerqué y me senté parcialmente detrás de ella. La rodeé con cada brazo y al unísono posé cada una de mis manos en sus suaves tetas. Se sentían increíbles en mis manos, las masajeaba con dedicación y me percaté de dos cosas: llevaba más de 5 segundos y su respiración se había agitado.

-Ya han pasado más de 5 segundos. -dijo ella.

-¿Seguro? -contesté.

-Seguro. -dijo apartándome las manos.

Volví a mi sitio y en la siguiente partida me tocó perder a mi. Me quité la única prenda que me quedaba y liberé mi polla erecta, erección producida por el manoseo que le había aplicado a Lidia. No escondí mis 20 centímetros y mi cuñada, al verla, tuvo la misma reacción que había tenido con Peter quedándose con la boca abierta.

-No es la polla de crío que te esperabas, ¿verdad?

-No es para tanto, no te lo tengas tan creído… En fin, aquí se acaba y si te pregunta tu hermano mañana le dices que acabaste potando y ahí dejamos la partida. -ordenó mi cuñada.

-Eso no suena creíble… De todas formas, ¿Por qué no seguimos? Nosotros no tenemos sueño y podemos putear al que pierda… ¿No hay ninguna cabronada que nos quieras hacer a nosotros dos?

-Pues no suena mal… Creo que voy a aceptar y me voy a vengar por haberme tocado las tetas. -finalizó Lidia.

Volvimos al juego y desgraciadamente me tocó perder a mi y ganar a ella.

-¡Sí! Tengo clarísimo lo que vas a tener que hacer: vas a coger el ascensor, desnudo, y vas a salir a la calle para llamar al interfono. Así sabremos que has llegado hasta el portal.

Estaba claro que lo había pensado con antelación. Accedí, no me quedaba otra y debido la hora que era las probabilidades de encontrarme con algún vecino eran muy escasas. Pese a eso, salí al rellano con el corazón a mil por hora. Cogí el ascensor y bajé cruzando los dedos para que nadie me descubriera. Abrí el portal y con cuidado asomé mi cabeza y mano para llamar durante 3 largos segundos. Volví al ascensor aliviado y al abrir la puerta escuché como alguien abría el portal. Estaba a punto de darme un infarto dentro del ascensor ya que las puertas interiores tardaban una eternidad en cerrarse. Antes de que se cerraran del todo el vecino en cuestión abrió la puerta exterior y las interiores se abrieron. Era Rosa, mi vecina de abajo, que quedó impactada por la escena. Esta tiene la edad de mi madre y unas generosas curvas que me provocan mucho morbo.

-¡Pero bueno! Esto es lo último que esperaba encontrarme tras volver del trabajo… -dijo entrando al ascensor.

-Discúlpeme señora Rosa… Ha sido una apuesta.

-No tienes de que disculparte, todos hemos sido jovenes… Hay que disfrutar mientras se pueda.

Tras acabar su frase llevó su mano a mi polla que se encontraba semi erecta aunque no tardó en empalmarse del todo.

-Madre mía… Y parece que fue ayer cuando te cambiaba los pañales… Hay que ver como has crecido. Bueno, ya hemos llegado a mi planta. Por cierto, pásate por mi casa a mirarme el ordenador que no me funciona muy bien, te recompensaré.

No acerté a decir nada, ahora el que estaba impactado era yo. Por fin llegué a mi planta y mi cuñada y Peter estaban esperándome asomados a la puerta.

-¡Punto para ti! Pero las putadas no se acaban aquí… Créeme que esto no ha sido nada. -dijo Lidia.

-Bueno bueno, ya lo veremos…

Volvimos al salón y partida y por suerte la siguiente la gané yo y perdió Lidia. Ahora me iba a tocar a mi cobrar mi venganza y ya tenía pensado cual iba a ser el reto:

-¡Cojonudo! Aquí tienes. -le dije mientras le lanzaba mi ropa interior a la cara.

-¿Qué coño quieres que haga con esto?

-Que te vendes bien los ojos y abras la boca.

-Mira, como me hagas algo pervertido o asqueroso te la corto…

-Tranquila, no se me ocurriría… Somos familia al fin y al cabo.

Se vendó los ojos pero no abrió la boca. Se la abrí yo con mi mano y le metí mi dedo índice. Al instante apliqué movimiento a mi dedo el cual no paraba de salir y entrar, lentamente, de su caliente cavidad. Sin previo aviso cambié mi dedo por mi lengua para tener un pulso entre ambas y así iniciamos un morreo apasionado que no frenamos ninguno de los dos. Nuestras bocas estaban solapadas y nuestras lenguas desbocadas. Le abracé con un brazó para llevar mi mano directa a su culo y mi otra mano se centró en uno de sus pechos. Esto último provocó que intensificáramos la labor de nuestras bocas y lengua.

Me excitó muchísimo con su boca y con un gesto le pedí a Peter, el cual estaba con el mástil tieso, que se levantara. Le había dicho a Lidia que éramos familia y no le haría algo asqueroso pero Peter estaba fuera de esa ecuación. Hice que Peter pusiera su rabo frente a la cara de Lidia y, tras abrirle bien la boca, cogí su cabeza con ambas manos y la lleve directa a la polla de mi amigo.

Peter soltó un suspiro y Lidia no presentó resistencia. Su cabeza obedecía los movimientos que le aplicaban mis manos y mi colega lo agradecía enormemente. El silencio se había apoderado del salón y mi cuñada se introducía aquel falo hasta escasos centímetros pasado el capullo. Así estuvimos un rato y, dada la pasividad de Lidia, deduje claramente que lo estaba disfrutando. Esta demostró mi teoría llevándose una mano al interior de su tanga y otra a uno de sus pechos.

Decidí aprovecharme de su calentura y llevé uno de sus erectos pezones a mi boca. Las manos de Pedro cogieron el relevo de las mías y cada vez introducía su miembro más adentro. De esa guisa estuvimos de manera prolongada: Peter follándole la boca con ternura y yo batallando con los pechos de Lidia con la ayuda de mis manos, boca y lengua.

Tenía ante mi las tetas más perfectas que había probado nunca y no podía evitar lamerlas, apretujarlas, pellizcarlas y morderlas. Lidia gemía y no había ninguna duda que lo estaba disfrutando. Me levanté, me puse al lado de Peter y llevé la boca de Lidia hasta mi polla. Ella, que seguía con los ojos tapados, cogió cada uno de los rabos con sus manos a la vez que me succionaba mi falo de manera autónoma.

El alcohol y su excitación me estaban brindando la mejor noche de mi vida. Sus manos nos pajeaban con agilidad y su boca variaba de protagonista cada pocos segundos. Seguía con la venda, concentrada en degustar la carne que circulaba por su boca, y en ocasiones lamía la extensión de nuestros miembros sin perder ocasión de deleitarse con nuestras bolas. La cosa iba a más y los centímetros que se metía dentro de la boca también. Su libre albedrío nos hacía suspirar y ella sólo atinaba a pronunciar sonoros gemidos. Podía notar la diferencia de edad a través de su experiencia y la maestría con la que movía su lengua alrededor de mi capullo.

De repente sonó la puerta y Lidia paró de golpe quitándose la venda. A los 3 se nos paró el corazón pero resultó ser la puerta del vecino de al lado, que sonaba como si fuera la nuestra. Eso provocó que mi cuñada reaccionara y, tras coger su ropa, se fue directa a la habitación de mi hermano.

Peter y yo, todavía desnudos, fuimos detrás.

-¡Fuera! Esto jamás ha pasado, ¿me entendéis? -dijo furiosa.

-¿No quieres seguir? Nos lo podemos pasar muy bien… Parecía que te gustaba. -dije yo.

-¡FUERA!

Parecía que el morbo y el alcohol había desaparecido en ella y no nos quedó más remedio que irnos a mi cuarto para descargar nuestros hinchados huevos. Me corrí pero no podía quitarme un pensamiento de la cabeza: Esto no quedará así.

Continuará…