Soy la zorra de mis amigas
La botella giraba sobre la cama de Sara, ralentizándose con cada giro hasta parar de golpe. La boca de la botella quedó señalándome mientras que la parte inferior quedó señalando a Amanda. Por regla general, la boca de la botella manda, entones le puse un reto a Amanda, un poco zarpado para hacer el chiste.
-Tienes que besar a Sara en la boca – dije con pequeñas risas de inocencia.
-Como quieras, cariño – dijo, sonriéndole a Sara y acercando su rostro al de ella.
Pensaba que se detendría a pocos centímetros del rostro de Sara, pero no, siguió hasta casi chocar con sus labios. Mi cerebro también pensó que Sara haría el rostro a un lado para evitar que Amanda la bese, inocentemente pues no sabía que Sara era del mimos bando que Amanda.
Comenzaron a besarse frente a mí, quedándome paralizada por lo que veía, mis dos amigas disfrutando de un beso lésbico y caliente que yo propuse, como juego. Nunca pensé que fueron lesbiana, muchos menos que harían esa clase de cosas entre ellas, ahora entiendo porque eran muy buenas amigas, después de todo, nunca las vi salir con un chico o algo así.
Mientras se besaban, Sara puso su mano sobre el rostro de Amanda, mientras que ella pasaba su mano por la cintura de Sara. Dando a entender que era consentido, que de alguna otra forma, las dos sabían que pasaría.
Mi corazón empezó a latir fuertemente, como si quisiera salir corriendo de mi pecho, yo quería salir corriendo. Era la primera vez que veía a dos mujeres besándose, o al menos a tan escasos centímetros de mí. Era como un mundo nuevo el que veía. Escuchaba los besos a la distancia, junto con los manoseos que empezaban a intensificarse a medida que pasaban los segundos, escuchaba sus lenguas jugar dentro de sus bocas.
Con pasión y calentura, Sara, posó su mano en los pechos de Amanda, comenzando a apretarlos suavemente junto con la intensidad de los besos. No podía creer lo que estaban haciendo, no podía creer el momento lésbico por el que estaba pasando. Yo y mis retos estúpidos, siempre tengo que meter la pata donde no debo.
Me paré de la cama suavemente para que no se dieran cuenta, pero aun así lograron sentir mis movimiento, dejando de besarse y mirándome con una pequeña sonrisa en sus rostros.
-¿Que te pasa? – pregunta Amanda con un ligero sarcasmo en sus palabras.
-¿Que están haciendo? – pregunto con miedo e incertidumbre.
-Pues cumpliendo tu reto querida, ¿o acaso no te acuerdas que tu misma me lo propusiste?
-Pues sí… pero no pensé que lo harías en enserio.
-Baaa, eres tan inocente chica – ríe un poco – incluso más de lo que yo pensaba.
-Anda Danna, siéntate un rato – dice Sara – hay que seguir jugando un rato más.
Con miedo, con ganas de salir corriendo, me quedo paralizada sin saber que hacer. Ella se me quedaron mirando tranquilamente esperando una respuesta, esperando a que cediera sus pedidos.
-No debería – digo con miedo.
-¿Por que? – pregunta Amanda con una pequeña sonrisa en su rostro – ¿Eres homofóbica?
-Claro que no, es solo que…
-¿Que? – pregunta Sara mientras se va parando de la cama, dirigiéndose lentamente hacia mí.
Me pasé la baba que tenía en la boca, repetidas beses, demostrando mi miedo involuntariamente. Ellas se dieron cuenta de eso, aprovechándose pues saben que soy débil bajo presión.
Mi parálisis mental hizo que no actuara ante el acercamiento brusco de Sara, solo me quedé mirando como ella me tomaba de la mano diciendo «no tengas miedo Danna, estás con amigas». Tiró suavemente de mi mano, jalándome hacia el centro de la cama, colocándome de rodillas.
Amanda también se puso de rodillas sobre la cama, atrás de mí, comenzando a pasar sus manos por mi hombros, como tratando de tranquilizarme. Estaba demasiado tensa como para relajarme en ese momento, no quería relajarme, quería huir, pero era claro que ellas no me dejarían hasta que comience a seguirles el juego.
Sara también estaba de rodillas sobre la cama, frente a mí, acomodándome el cabello del rostro con esta sonrisa morbosa que me intimidaba. Pasó su mano por mi mejillas, bajando hasta mi mentón. Con dos de sus dedos alzó ligeramente mi rostro temeroso, mirándome directamente a los ojos.
-No te pasará nada – dijo Sara mientras acariciaba mi cuello con su otra mano.
-Solo relájate corazón – dijo Amanda, casi susurrándome.
Por más que ellas intentaban tranquilizarme, no lo lograban. Era un momento que jamás antes había experimentado, no sabía como reaccionar o que decir.
Cuando se dieron cuenta que era inútil tranquilizarme, hicieron de lado mi temor y comenzaron a tocarme de manera provocativa. Sara, que estaba frente a mí, colocó sus manos sobre mi cintura y las fue elevando lentamente por mi cuerpo. Amanda, por su parte, comenzó a pasar sus manos por mis muslos suavemente, tratado de despertar mi deseo sexual.
Entre más avanzaban, más crecía mi miedo. Mi piel pálida se enrojecía en mi rostro con cada tocamiento. Las manos morenas de Sara estaban a punto de llegar a mis pechos mientras que Amanda, una trigueña de infarto, pasaba sus manos por delante de mí, casi que abrazándome para poder llegar a la parte frontal de mi cuerpo.
Mi respiración se aceleró cuando sentí las manos de Sara sobre mis pechos, apretándolas suavemente, moviéndolas de arriba abajo como si fueran un par de melones. Amanda no paraba de meter sus manos por dentro de mi blusa holgada, tocado mi bajo estómago, como queriendo bajar mis jeans.
Entre más atrevidas se ponían más iba desesperándome, quería salir en serio, pero no tenía escapatoria. Ellas eran dos, aproximadamente de 1,70, mientras que yo soy una chica de apenas 1,58. Podían dominarme a su antojo, pero apara mi suerte, estaba apelando a su lado tierno y comprensible. Bueno… comprensible dentro de lo que cabe.
-Tienes que relajarte Danna, esto no será genial si estás tensa – dijo Sara mientras pasaba sus manos por detrás de mí para tocar un poco de mi trasero.
-Oye linda, te prometemos que te gustará – me dijo Amanda acercando sus labios a mi oído.
Sara y Amanda se miraron y sonrieron, luego dieron una pequeña risa (una risa malévola si me lo preguntan) y pasaron a desvestirme sin mi consentimiento. Claro, no es como que pongo mucha fuerza en evitar que lo hagan, pero no quería que se produzca un escándalo. Ya muchos problemas habían en mi vida.
Amanda, estando detrás de mí, me alzó la blusa rápidamente, haciéndome gemir. No eran gemidos de excitación, eran gemidos de resistencia, dando a entender que lo hacían en contra de mi voluntad, pero creo que a ellas les gustaba.
Sara, mientras Amanda me quitaba la blusa, me desabrochaba el pantalón mientras me los bajaba lentamente. Alcé los brazos, casi por obligación, para que Amanda pudiera quitarme la blusa con más facilidad, quedándome con un sostén azul con adornos de ositos, tratando de cubriéndolos con los antebrazos mientras bajaba mi mirada con pena. Ágilmente logró quitármela entre mis quejas mientras que Sara aun intentaba sacarme el pantalón.
Unos segundo intentando, y unos segundo sintiendo los labios lujuriosos de Amanda sobre mi cuello, Sara de hartó, dándose cuenta que no podría quitármelos por estar arrodillada, eso hizo que me agarrara por los hombros y me tirara sobre la cama con cierta fuerza. Tranquilos, no me hizo ningún daño.
Al caer sobre la cama, sentí como Sara tiraba de mi pantalón con brusquedad para quitármelo de una buena vez. Yo decía «no no no, por favor no» pero eso no impidió que me desnudaran. Al quitármelos, los tiró dejos, como desquitándose por hacer un sobre esfuerzo conmigo.
Continuará… Ya sabes donde terminar de leer la historia.