Mi ex cuñada, toda una perra sumisa
Podía decir que era una persona feliz. Después de siete años de matrimonio de haber tenido éxito profesional y haber podido comprar la casa con la que toda mi vida soñé. Yolanda mi mujer pudo dejar el trabajo dos años antes y la verdad es que no había nada de lo que me pudiese quejar.
Me despedí por la mañana de mi mujer, tenía un viaje a Bilbao y pasaría allí la noche. Cogí mi coche y enfoqué la carretera de Burgos, pero cuando había pasado El Molar mi secretaria me llamó para decirme que teníamos un problema gordo y que necesitaba que cancelase el viaje pues acababa de explotar un marrón en la empresa. Por teléfono me disculpé con mi cliente y volé hacía la oficina en el centro de Madrid.
El marrón fue de estos cortos pero intensos. A las dos menos cuarto estaba solucionado y sinceramente me planteé el volver a coger el coche y reiniciar mi viaje, pero estaba mentalmente agotado por lo que decidí llamar a mi cliente, decirle que volvería al día siguiente y decidí irme a casa y trabajar desde allí.
Me di cuenta que algo no iba bien cuando abrí la puerta y oí unos sonoros ruidos desde el piso de arriba, estaba seguro que desde mi cuarto. Me temí lo peor. Subí las escaleras y avanzando unos metros pude ver como uno de mis amigos penetraba el culo de mi mujer con una considerable polla. Yolanda gritaba de placer mientras Paco bombeaba con saña aquel culo que tantas veces me había negado a mi. Dude entre montar un escandalo o sacar el móvil y grabar aquello.
Gravé durante unos dos minutos sin que la pareja de tortolitos no se percató de mi presencia. Me di la vuelta, volví a bajar las escaleras, cerré la puerta con sigilo y cogiendo mi coche me dirigí hasta Bilbao.
Esa noche llamé a mi mujer y después de una conversación anodina le dije que me quedaría en Bilbao tres días más. Yolanda ni me preguntó el por que.
Al día siguiente tuve la reunión con mi cliente y amigo. Por la tarde desde la habitación de mi hotel le pedí a mi abogado que preparase una demanda de divorcio y que me la mandase por mail. Compré un par de pendrives.
El viernes debía de volver a Madrid. Yolanda tenía pilates de 11 a 12. Yo a las 10:30 estaba aparcado en el coche de un cerrajero esperando que mi mujer saliese.
Como siempre en ella salió con el tiempo justo, por no decir tarde. En cuanto con su coche doblo la esquina contraria el cerrajero y yo entramos en mi casa, él cambio la cerradura, cambio el código de la entrada del garaje y cambio la llave de la cancela.
Le pagué generosamente. MI abogado llegó poco después. Esperamos a la hora en que mi mujer debía de volver, le llame para cerciorarme que así lo haría con la escusa que tenía que recibir un paquete y 5 minutos antes de que llegase Luis, mi abogado salió a esperarla.
Podía oír los gritos de Yolanda desde le balcón de mi casa cuando Luis le dio él la demanda de divorcio y cuando quiso intentar entrar en casa, cosa que no hubiese podido le dio el pendrive y en su ipad le enseñó el video de ella siendo enculada por Paco.
– Yolanda, búscate la vida. Antonio te mandará tus cosas a casa de tus padres o a donde tu me digas. Desde ahora tus tarjetas de crédito han dejado de funcionar, básicamente te deja en la calle.
– Pero… no puede hacerme eso. La mitad de todo es mío.
– No, Yolanda, no. Tuyo no es nada, esta todo a su nombre.
– Le voy a dejar con una mano delante y otra detrás – gritaba ella.
– Como tu veas Yolanda – oía decir en su reposada voz a Luis.
– Eres un gilipollas Luis.
– Por cierto, quiero que sepas que un mensajero le esta dejando ahora mismo a Luz un pendrive con tu actuación y la de su marido.
Según me dijo después Yolanda se quedó pálida.
Dejé a Yolanda con una mano delante y otra detrás. Al principio ella se puso muy gallito, después intentaron negociar y finalmente me pidió caridad. No le di nada. Le mandé su ropa y las pocas joyas que había traído de soltera, el resto lo repartí entre mis hermanas.
Para su familia era un ogro, ni siquiera el haber visto el video de su hija en acción les valió para entenderme. Su padre me llamó repetidas veces, e incluso su hermana pequeña tan modosita ella me insultaba cada dos o tres días por teléfono o sms.
Yolanda tuvo muy mala suerte por que a Paco su mujer le perdonó la infidelidad por lo que se quedo en la calle y sin novio.
Pasaron los años. Fueron años increíbles. Ser soltero, sin hijos y con dinero es una posición optima en Madrid. Nunca pensé que podía haber tantas mujeres de mi edad con ganas de follar y con ganas de juerga. En esos años solo un pequeño problema en la garganta había hecho que mi voz fuese más ronca que hacía unos años, pero por lo demás todo perfecto.
Un día estaba enredando en internet. Era domingo y se acababa de ir la ultima que me había tirado a su casa. Me vi unos videos porno, vi unas cosas y las otras y finalmente acabé en una pagina de contactos de BDSM. Empecé a abrir perfiles, la verdad es que poco sabia por ese mundo, más que nada que los dominantes zurraban y los sumisos recibían. Hasta ahí.
Cuando llevaba 20 o 25 perfiles abiertos de sumisas en distintas pestañas del navegador empecé a ver fotos. Me gustaba, bueno me ponía bastante toda la erótica de las cuerdas, el cuero y los látigos, nunca me ha dado por ahí, pero me gusta verlo.
Fui pasando de perfil en perfil. Me leía las bios y si no tenía foto cerraba la pestaña y saltaba a la siguiente.
Leí un perfil que me hizo gracia, en su bio contaba que era una sumisa de 39 años, del norte de Madrid y se presentaba con un “Obediente, respetuosa, dócil, con las cosas claras. Experiencia, con adiestramiento profundo, decidida a aprender más y modificar hábitos. Busco mucha discreción, sinceridad, educación, honorabilidad. Preferiblemente hombre o pareja en la que el hombre sea el dom”. Me hizo gracia.
Pasé a las fotos y la verdad es que la tía estaba muy buena, debería decir que me resultaba familiar, pero bueno, sencillamente la tía era un bombón. Bueno un bombón y una autentica guarra. En las múltiples fotos que aparecía siempre con la cabeza pixelada aparecía atada, colgada, azotada con sus nalgas al rojo vivo, con pinzas en sus pezones, con una bola en la boca, con plug en su culo y con todo lo que uno se puede imaginar. Iba a empezar a machacármela con esta belleza cuando de repente me fijé en un detalle. En el lateral de una de sus tetas, por debajo tenía una mancha de nacimiento, era exactamente igual a la mancha de nacimiento de la teta de mi excuñada Rocío, la que me llamaba para insultarme por dejar a su hermana. Nunca le había visto las tetas, pero si la mancha por que habíamos venido a la piscina en múltiples ocasiones y siempre me fijaba ya que quedaba en una parte de la teta no cubierta por el sujetador del bikini.
Tenía la polla que reventaba mi pijama. La muy puta resulta que era sadomasoquista. Me puse a investigar y vi que la tía era muy activa en la pagina y que de hecho estaba online en ese momento. Rápidamente cree un perfil y le escribí. No me contesto.
Al día siguiente en el trabajo no paraba de darle vueltas a aquello. La zorra que se había dedicado a putearme resultaba que no solo era una zorra, sino que era una golfa a la que le iba el sadomaso.
Durante los siguientes días insistí con mi perfil y Rocío no contestó a mis continuos mensajes a través de la app.
Con mi mente analítica estuve dando vueltas como llamar su atención. La verdad es que tenía poca idea por lo que decidí investigar en paginas web inglesas y americanas para que me explicasen como captar la atención.
No solo encontré una pagina donde lo explicaban todo, sino que en la propia pagina el autor se ofrecía como coach para ayudar en la titán tarea.
Sus servicios no eran baratos, pero la cosa valía la pena.
Por 2000 dólares el coach me dio unas instrucciones súper útiles, a saber. Debía de abrir no menos de 20 perfiles. Debía llenar cada perfil con actividad, fotos y realizar contactos con otra gente. No menos de 20 contacto por cada perfil. El hombre ni se inmuto cuando le conté de que iba el tema, es más, me paso 20 contactos de una pagina similar en EEUU donde podía robar fotos de perfiles donde saliesen amos que fotografiaban a sus sumisas. El se encargo de todo, abrió una cuenta de Dropbox con 20 carpetas donde en cada una dejó más de 200 fotos. El se encargó de pedir amistad a otros miembros de la pagina, y subir como 20 fotos. Yo me encargaba de hacer comentarios.
Tardamos 15 días en prepararlo todo.
Estudie bastante sobre el tema por consejo del coach, tenia que estar preparado para cuando me tocase hablar con mi excuñada. Me pasó un par de texto de presentación para cada mail que tenía que mandar. Yo los traduje y prestando especial atención a las formas propias del BDSM, por ejemplo, tratarla de tu, pero con respeto y tratándola de señorita.
Cada dos días iba pidiendo amistad con los distintos perfiles. No fue hasta el séptimo contacto que Rocío contestó.
– Hola, espero que este usted bien – me contestó después de aceptar mi “amistad”
– Hola Gata Sometida, encantado de hablar contigo. Espero que estés bien. ¿Llevas mucho tiempo por aquí?
– Encantada, señor. La verdad es que llevo un par de meses buscando. ¿Y usted? – me contestó.
– La verdad es que llevo tres semanas. Acabo de volver a reengancharme a este mundo y aunque no busco nada me he fijado en tu perfil.
– Muchas gracias señor.
– A que viene tu nombre.
– Odio los gatos señor, pero es un animal muy sensual, así soy yo.
– Odio los gatos también, pero bueno tu me pareces una gata muy curiosa.
– Gracias señor.
– ¿Llevas mucho tiempo en este mundo?
– Desde los 20 años, en realidad siempre he sido sumisa, pero hace 20 años tuve a mi primer amo y desde entonces he ido enlazando amos con pocas temporadas sin él.
– ¿Y ahora?
– Ahora busco Amo, señor.
– ¿desde cuando no lo tienes?
– Desde hace seis meses señor.
– ¿Y por que ahora?
– Necesito a alguien que me guie.
– ¿Tienes pareja vainilla?
– En estos momentos no. ¿Y usted?
– Yo soy divorciado. Libre.
Hablamos durante un par de horas y quedamos para hablar en otro momento. Poco antes de salir del chat me preguntó si podríamos hablar al día siguiente. Le di un numero de teléfono que había contratado para ello. Ella me dio su teléfono real.
Durante los siguientes días fuimos hablando y elevando el tono. Al principio no quise entrar a matar, pero después de 10 días wasapeando ella me pidió una foto.
– Rocío – ya sabía su nombre – soy una persona conocida y no puedo ir soltando fotos – le mande una de espaldas. Estaba mucho más cuadrado que hacía cinco años y era difícil que me reconociese. La foto era bastante buena, iba en la proa de un barco en un atardecer.
– Es usted muy masculino, perdone el atrevimiento.
– Hay confianza.
Hablamos de sus gustos en la cama, sobre sus gustos en el potro, con que le gustaba ser azotada, cuanto, como. Como le gustaba ser follada, como le gustaba ser atada, como le gustaba ser humillada, como le gustaba depender de su amo. Yo seguí el guion que había estudiado y le conté una batalla sobre cual era mi látigo favorito, que es lo que me gustaba hacer y que esperaba de mi perra. A nivel personal le dije que era empresario, le dije mi edad real y algunos aspectos vagos de mi vida.
A las tres semanas de hablar Rocío me pidió ser mi sumisa, le dije que lo tenía que pensar. Dos días después le contesté.
– Perra. No te he contestado antes por que quería que lo pensases bien. Siendo mi sumisa no es un camino fácil. Estas mal acostumbrada por otros amos y tendrás que acostumbrarte a mi.
– Haré lo que usted quiera si me acepta.
– Esta bien. Mañana compraré una correa para ti.
– Gracias señor, soy la mujer más feliz del mundo.
La quería hacer esperar por lo que las siguientes semanas empecé a “educarla” por mensajería. Le pedí que me mandase fotos que no había publicado. Ella me envió videos atada a un potro, videos siendo azotada, videos siendo sodomizada con una fuck machine, videos atada a un árbol en medio de un bosque desnuda y siendo azotada con un látigo, fotos de sus tetas cubiertas de cera, primeros planos de su copo y su culo, ella atada, ella colgada con cuerdas, esposada, metida en una jaula y muchas de sus nalgas y espalda al rojo vivo. Yo le mandaba fotos de mi archivo contándole historias para no dormir de cada una de las chicas que le mandaba. No me hizo falta pixelar las caras de las chicas por que ya lo estaba cuando me bajé las fotos de internet.
Tenía ganas de tener con ella mi primera sesión. Esa tarde fui a una mazmorra en el barrio de ciudad lineal, al lado del tanatorio. Visité la mazmorra para no llegar allí y no saber que hacer. Me impresiono. La chica que lo llevaba fue encantadora y yo con más cara que espalda vi sus instalaciones. Había que bajar unas escaleras abajo había dos celdas, un baño, un columpio, ya dentro de la mazmorra había una grúa para colgar de los pies – me dijo la chica, varias cadenas cayendo del techo, una cruz, un potro un sofá y una buena biblioteca de látigos, floggers, varas, pinzas, fustas y utensilios para atar.
Hice un curso de shibari. Para ello tuve que contratar a una prostituta pues debía ir con pareja y no me atrevía a pedírselo a nadie. Me vi mil videos de como azotar y finalmente compré una capucha con los ojos cerrados y una cremallera en la boca. Además de esto le mande un plug anal de buena dimensión
– Perra. Mándame tu dirección postal – le escribí por whatsapp.
– ¿Para que mi señor?
– Vamos a ver perra. No te estoy preguntando si quieres dármela o no, simplemente la quiero.
– Apunte: Calle HJHKJK 23, 4ºB – la sabia de sobra.
– Mañana vas a recibir un paquete e instrucciones. ¿Sigues trabajando en casa?
– Si señor.
– ¿A que hora acabas?
– A las siete.
– Perfecto. A las 7:30 te recogerá un cabify en la puerta de tu casa. Te dejará en la puerta de una mazmorra. Quiero que me esperes desnuda con lo que te he mandado puesto.
– Señor, tengo el coño chorreando.
– Es tu obligación
– Lo sé, pero me sale solo.
– Estaremos dos horas.
– Gracias señor, lo necesitaba
– Me alegro, pero me es indiferente.
Llegué a las ocho menos diez. Espere a una distancia prudencial para ver como entraba en la mazmorra. Le di 10 minutos mientras me fumaba un cigarro.
Entré en la mazmorra sinceramente hecho un manojo de nervios. Bajé las escaleras y me la encontré desnuda de rodillas en medio de la mazmorra con la cabeza mirando hacía abajo.
Me acerqué a ella y como había leído le puse la correa canina que le había comprado tiempo atrás. Rocío respiraba agitadamente. La verdad es que la tía estaba buenísima. Le pasé una mano por el cogote y paso mis manos por sus pechos desnudos. Ella suspiró.
Me agaché y le puse las tobilleras y muñequeras. Até sus manos a su espalda. La dejé un rato, a cada momento estaba más agitada.
Le hice levantarse y me senté en el borde de la cama. Le puse sobre mis piernas y le suspiré al oído.
– No sabes las ganas que tenía de hacerte esto – le dije justo antes de darle mi primer azote con la mano – cuéntalos
– Uno señor, gracias señor
– Dos señor, gracias señor
– Tres señor, gracias señor
– Cuatro señor, gracias señor
Y así hasta llegar a los 20. Le hice bajar de mis piernas y ponerse de pie. Cogí de una cesta unas pinzas y se las puse alrededor de las tetas y finalmente en cada uno de sus empinados pezones. Le hice agacharse, saqué mi polla de la boca y se la puse en los labios, ella abrió su boca y empezó a chupármela.
Le di una bofetada sacando mi polla de su boda.
– A ver perra. ¿Se puede saber quien coño te ha pedido que la chupases?
– Nadie señor, perdón señor
Mantuve mi polla en su boca con ella parada sin chuparla.
– Chúpala – y Rocío empezó a hacerme una mamada que para nada me recordaba a las mamadas de su hermana. Rocío era una mamona extraordinaria, y eso que sin usar las manos la cosa no era fácil.
No quise correrme, le dejé chupar hasta que me empecé a aproximar al orgasmo.
La cogí y la postré en el potro. Cogí un satisfyer pro que traía en mi bolsa de deportes y se lo puse en su licuado coño. No tardo ni tres minutos en empezar a moverse sin parar.
– Señor, ¿va a permitir que su perra se corra?
– Por favor Señor, no voy a aguantar
– No.
– Por favor, no quiero correrme sin permiso.
– No.
– Por favor.
– No – y paré en seco.
Cogí a mi excuñada y le llevé hasta la cruz. Le até sus muñequeras a la parte alta de la cruz y las tobilleras a la parte baja dejándola abierta y totalmente expuesta.
Me quité mi cinturón y con mucho cuidado empecé a azotarla para calentarle las nalgas tal y como había leído. Aunque Rocío no se inmutaba demasiado con los golpes de cinturón su culo iba poco a poco cogiendo color. Cuando estuvo en un rojo reluciente me lo volví a poner y cogí un flogger y empecé a darle golpes de 10 en 10. Ella contaba a cada golpe. Le di tres series hasta que cambié de flogger. Elegí uno más largo, me separé medio paso y volví con el castigo, ella seguía contando.
– Buena perra – le animaba entre golpe y golpe y seguía dándole.
Cambié tres veces de flogger antes de volver a coger el satisfyer y volver a torturar su clítoris. No tardo ni un minuto en volver con la letanía de pedir permiso para correrse.
– Por favor, ¿va a dejar que su perra se corra?
– No
– Por el amor de dios, deje que me corra, no aguanto más.
– No
– Me muero, me muero, me muero
– Córrete perra – le dije con voz autoritaria.
Para mi sorpresa Rocío empezó a soltar una fuente de liquido por su coño mientras su cuerpo convulsionaba.
– Dioooos mío, gracias mi amo.
La perra me había dejado mis zapatos perdidos, me daba igual, pero era parte del paripé.
– Zorra me has manchado entero mis zapatos.
– Peeerdon – logró decir entre espasmos.
– ¿Mereces un castigo?
– Si señor lo merezco.
La desaté y llevándola de la coleta la coloqué esta vez atada a las cadenas que caía del cielo. Cogí un látigo corto y empecé a darle en sus preciosas nalgas.
A cada golpe que daba, las nalgas quedaban marcadas con una muy roja línea. A cada golpe Rocío soltaba una lagrima, yo seguía, ella me había contado que cuando llegaba al clímax del placer lloraba.
Le di tres series de 12 latigazos, al final ella no podía contar pues estaba en una situación de éxtasis total.
La solté, la puse en el suelo con el culo en pompa, eché una buena cantidad de vaselina en su ojete y la penetré con un vibrador. Ella empezó a gemir. Le di con la polla de goma hasta que no pude más y sacando mi polla la penetro y me la follé duro durante más o menos 15 minutos que mi orgasmo se presentó. Saqué la polla de su culo y la metí en su boca para correrme al grito de – chúpamela zorra.
La dejé tirada en el suelo con la respiración entrecortada. Yo me levanté, me guardé la polla y le dije
– Me voy a ir perra, en quince minutos un cabify te esperará en la puerta. No quiero que te duches hasta mañana después de trabajar.
Y salí de allí después de quitarle el collar con la correa dejándola tirada.
Aquella era mi venganza y pensaba dejarlo ahí rompiendo toda relación con ella, pero cuando acababa de llegar a casa y puse los últimos minutos del Real Madrid – Villarreal un whatsapp entró en el teléfono de la venganza que aun no había apagado para siempre.
– Amo, me ha encantado, me ha gustado mucho, me ha gustado como ha llevado la sesión y me ha encantado ser humillada como lo ha hecho, la humillación mayor es no verle la cara, pero puedo olerle y oírle y eso me gusta, tengo mucha suerte de ser su perra.
Continuará…