Placer en un restaurante chino

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Alisha era una muchacha hindú muy hermosa, tenía la piel oscura, los ojos negros, la nariz aguileña, el cuerpo delgado, sus tetas eran pequeñas, su culo pequeño…, tenía todo pequeño, menos su belleza que era inmensa. Alisha iba todos los días a un restaurante chino londinense a tomar el té acompañada de una amiga española, en este restaurante trabajaba Wen, una mujer china, casada y madura. Wen era alta para ser china, llevaba media melena de cabello negro, sus ojos rasgados eran de color negro y vestía siempre con un uniforme negro, compuesto de un chaleco, de una falda corta, una pajarita, una blusa blanca y unos zapatos negros con muy poco tacón.

Cierto día que la amiga española de Alisha fuera al servicio, Wen le llevó la cuenta a Alisha y al darle la nota la joven leyó: «Me gustas mucho y me muero de ganas de hacer el amor contigo.» Alisha la miró con extrañeza, pero no le dijo nada. Pagó la cuenta y al venir su amiga se fueron de allí.

Al día siguiente la que fue al servicio antes de tomar el té fue Alisha, Wen fue detrás de ella. La encontró frente al espejo pasando el pintalabios, la cogió por la cintura y apretando las tetas contra su espalda, le dijo:

-Necesito tenerte, cariño.

-Déjame, no soy tu cariño.

-Lo eres aunque no quieras serlo.

-No, no lo soy y jamás lo seré. No me gustan las mujeres.

La besó en el cuello.

-Te gustará mi lengua en tu coñito.

-¡No!

Le lamió una oreja. Wen había escuchado las conversaciones de las amigas, por eso le dijo:

-Tus padres trabajan todo el día. ¿No es verdad?

-Si, pero no quiero que vengas a mi casa.

-¿Y los miércoles hacen el turno de noche en el hospital?

-Sí, pero te repito…

Echándole la mano al coño, le dijo:

-Iré, iré y te follaré.

Alisha, revolviéndose, le dijo:

-Si te veo por la mirilla de mi puerta llamo a la policía. Déjame ya.

La mano izquierda de Wen le magreó las duras tetas y la derecha se metió dentro de las bragas de Alisha. Notó que el coño estaba mojado, mojó dos dedos en sus jugos y luego le frotó el clítoris con celeridad. Alisha se revolvía intentando librase de Wen, pero los movimientos que hacía aún le provocaban más placer… Cuando notó que se iba a correr se quedó quieta. Wen le metió un dedo dentro del coño, y le dijo:

-Está muy jugoso y entra apretadito.

La masturbó y en menos de un minuto Alisha apretó las piernas, se encogió y se corrió cómo una corderita.

Al acabar de correrse Alisha, Wen sacó la mano del coño pringada de jugos. Abrió los dedos. Alisha vio cómo las babitas hacían una especie de telaraña entre los dedos. Wen los chupó uno por uno, lamió la palma, y después yéndose del aseo, le dijo:

-Te lo comeré y te correrás en mi boca.

Alisha guardando el pintalabios le respondió:

-Si vienes me pongo a gritar para que vengan en mi ayuda los vecinos.

Al día siguiente a las cuatro de la tarde llamaron al timbre de la puerta del piso donde vivía Alisha, la joven no miró por la mirilla. Abrió la puerta y se encontró con Wen. Quiso cerrarla, pero Wen puso un pie entre la puerta y el marco, empujó por la puerta y entró en el piso. Alisha echó a correr por el pasillo del piso sin decir una palabra. Wen cerró la puerta y fue detrás de ella. La arrinconó contra un tresillo y la tumbó sobre él.

-Vamos a disfrutar cómo dos perras.

-¡Estás loca!

-Sí, pero es porque tú me vuelves loca.

-¿Qué me harás si no te dejo?

-Ponte en lo peor.

Alisha, que vestía una blusa y una falda de color azul, asustada, se echó a lo largo de un tresillo y le dijo:

-Podría gritar, pero no quiero que mis padres se vean envueltos en este lío…

Wen le cerró la boca con un pico y despues le dijo:

-Tú tienes tantas ganas de que te coma el coño cómo yo de comértelo, zorrita.

-Lo que tengo ganas es de que acabes pronto.

Wen se sentó encima de Alisha y después trató de meterle la lengua en la boca, cómo no la abría le lamió y le chupó la nariz. Le metía la punta de la lengua en los orificios y después lamió y chupó su nariz aguileña. Luego le lamió y le chupó el cuello, le metió la lengua dentro de las orejas, le mordió los lóbulos… Alisha ya estaban tan excitadas cómo Wen, pues cuando Wen volvió querer besar la boca de Alisha ya la joven la abrió y dejó que la lengua de la china se frotara con la suya, que se la diese a chupar y luego que chupase ella la lengua de su abusadora… Wen supo que ya podía hacer con Alisha lo que quisiera. Le desabotonó la blusa y se encontró con unas tetas medianas, duras cómo piedras, con areolas oscuras y pezones cómo medios garbanzos. Se los lamió. Mientras lamía uno acariciaba el otro con las yemas de sus dedos y viceversa… Le chupó las tetas, luego le quitó la falda y las bragas azules, que estaban mojadas. Vio su coño, un coño con los labios hinchados, mojados y con vello negro a su alrededor. Wen le dijo:

-Estás muy mojada.

Alisha ya se había desinhibido.

-¿Tú no?

-Estoy cómo tú, cariño, mojadita.

Wen, lentamente, le pasó varias veces dos dedos de abajo a arriba y de arriba a abajo entre los labios del coño y después volvió a buscar la boca de Alisha, la muchacha rodeó su cuello con un brazo, sacó la lengua y se dieron un beso, largo, muy largo, donde las lenguas recorrieron los labios, se acariciaron, los labios las chuparon… Luego Wen volvió a lamer sus pezones y a chupar sus tetas. Alisha puso un pie en el suelo para facilitarle la labor. Wen le metió un dedo en el coñito y mirándola a los ojos le hizo el «ven aquí.» Alisha comenzó a mover la pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo buscando el orgasmo. Wen le preguntó:

-¿Quieres que te meta dos dedos?

-Mete.

Juntó dos dedos y poco a poco se los fue metiendo hasta el fondo del coño.

-¡Que apretadita y jugosa la tienes!

La masturbó mirándola a los ojos… Cuando Alisha aceleró los movimientos de pelvis Wen le preguntó:

-¿Quieres que te coma el coño?

Alisha le respondió a la pregunta echándole una mano a la nuca y llevando su boca al coño. Wen le quitó los dedos. Le abrió el coño separando los labios con cuatro dedos, lamió el coño encharcado media docena de veces, luego lamió su clítoris con celeridad y Alisha comenzó a correrse en la boca de Wen entre temblores y gemidos. La china al sentir la corrida calentita en su boca, gimió más que Alisha. Era cómo si se estuviera corriendo ella también.

Al acabar de correrse Alisha, Wen, que había venido vestida con el uniforme de camarera, se quitó la pajarita, el chaleco, la blusa y el sujetador. Alisha vio sus grandes tetas con areolas rosadas y gordos pezones, luego se quitó la falda y las bragas y vio el pelo negro de rata que rodeaba su coño. Wen se sentó sobre la alfombra, bajó la cabeza, miró para su coño y al levantarla le dijo:

-Ven y dame placer con tu lengua.

Alisha fue y lamió un coño por primera vez. No le desagradó… Siguió lamiendo, pero su lengua era muy torpe. Wen le cogió una pierna, juntó los coños y comenzó a frotarlos haciendo una tijera. Wen estaba tan perra que sabía que se iba a correr en cuestión de minutos, lo que no esperaba era que Alisha se corriera en cuestión de segundos. Al ver cómo temblaba de nuevo y al sentir cómo su coño se anegaba con los jugos del coño de Alisha, se corrió ella también. Al estar corridos los coños patinaban uno encima del otro y eso les produjo una sensación que alargó sus orgasmos haciendo que cayeran rendidas al acabar de gozar. Poco después, cuando Wen se iba a marchar, le dio un beso a Alisha y después le dijo:

-Estabas aún más rica de lo que yo me imaginaba.

Alisha le devolvió el beso.

-Tú también estás muy rica. ¿Lo volveremos a hacer?

-Puede apostar a que sí.

Esa noche Wen se echó al lado de su marido en una cama sin patas, Bao, que así se llamaba, le dijo:

-Esta noche te toca a ti.

-¿Cómo lo quieres?

-Sorpréndeme.

Wen sacó de encima la sabana que los cubría, se desnudó y le quitó los calzoncillos. Subió encima de él, metió la lengua en su boca y se la comió, le chupó la nariz, se la lamió, chupó y lamió su cuello… Después, dándole la espalda, le puso el culo en la boca. Bao le lamió y le folló el ojete con la punta de la lengua. A continuación le quitó el culo de la boca y le puso el coño, se inclinó, le agarró la polla empalmada y lo masturbó al tiempo que le metía un dedo dentro del culo. Bao no iba a tardar en correrse. Cuando lo hizo no la avisó para que se tragase toda su leche, pero Wen guardó la leche en la boca, después la dejó caer por la polla abajo, para acto seguido darse la vuelta, cogerle una pierna y frotar su coño empapado con la polla, polla que ya estaba flácida, pero que cuando se corrió sobre ella ya volviera a ponerse dura.

Wen al acabar de correrse subió encima de su marido, frotó la polla en el ojete, la puso en la entrada, empujó y la polla fue entrando en su culo. Lo folló mientras le daba las tetas a mamar, y le comía la boca. Bao estaba en la gloria. Tiempo después, Wen, al sentir que la tenía cerca, sacó la polla del culo, le puso el coño en la boca y frotándoselo contra la nariz y la lengua le pringó la cara con los jugos de su corrida. Bao la machacó y se corrió al terminar de correrse ella.

Al acabar le dijo el marido:

-Cada día te mejoras.

-La próxima vez será inolvidable.

-¿De verdad?

-Sí, sé que te gusta la comida hindú.

-¿A qué viene lo de la comida?

-¡Ah!, eso ya lo sabrás.

Alisha estaba en su cama con los ojos cerrados, desnuda, destapada y con el coño encharcado. Recordando lo que hiciera con Wen se acariciaba los pezones con dos dedos de una mano y metía y sacaba el dedo del coño con la otra. Era su primera paja y no contaba con correrse, pero de repente le comenzó el cosquilleo en los pies, se puso tensa, luego rompió a temblar con el inmenso placer que sentía y se corrió cómo una loba. Le cogió el gusto a la cosa y a esa paja siguieron tres más.

Al día siguiente Alisha volvió al restaurante chino con su amiga y la nota se la dio ella a Wen. Una nota que decía: «Contaré los segundos hasta que estemos juntas de nuevo.» Wen le dio otra con su dirección, y debajo le puso: «Ven el miércoles por la noche a mi piso. Si vienes compartiré a mi marido contigo.»

Llegó el miércoles. Wen estaba en la cocina con Bao, que le dijo:

-¿Vamos para cama?

-Espera un poco.

-Ya son las once. ¿Es que no tienes ganas?

-Muchas, tengo muchas ganas, pero espera, hombre, espera. Si es que viene no tarda en llegar.

Bao puso cara de no entender nada.

-¿Pediste algo?

-Sí, comida hindú.

-¿Para mañana?

-Para esta noche.

Sonó el timbre de la puerta, Wen fue a abrir y volvió cogida de la mano de Alisha. Sonriendo, le dijo a su marido:

-La comida hindú, cariño.

A Bao se le dibujó una sonrisa en los labios, ya que mil y una vez le había pedido a su esposa hacer un trío con otra mujer.

-¡Tiene que estar riquísima!

Alisha y Wen se besaban con lengua. Bao se unió a ellas y las besó a las dos. Después la llevaron al dormitorio cogiéndola cada uno de una mano.

Alisha traía puesto un sari de flores y unas sandalias, sari y sandalias que le duraron encima lo que dura un suspiro. Bao la vio desnuda en medio de la habitación y su polla se puso dura cómo un hierro.

Bao y Wen se quitaron los quimonos y quedaron desnudos. Bao se sentó en el borde de la cama con la polla tiesa, una polla de lo más normalita. Wen se sentó a su lado le cogió la polla, se la meneó y después le preguntó a Alisha:

-¿Masturbaste a algún hombre?

Alisha, de pie, le respondió:

-No.

Wen comenzó a subir y a bajar su mano por la polla de su marido. Luego la metió en la boca y la chupó. Por las piernas morenas de Alisha bajaron dos gotas de jugos, una por cada muslo. Wen las vio y le dijo:

-Ven y hazle tú lo que le estaba haciendo yo.

Alisha se sentó al otro lado de Bao, le cogió la polla, la meneó y meneándola la metió en la boca y la chupó. Wen se arrodilló delante de él y le lamió y le chupó los huevos. Fue el detonante, Bao se corrió en la boca de Alisha sin avisar. La muchacha al sentir la leche en su boca dejó de chupar. Vio cómo le salía leche del meato, cómo bajaba hasta sus huevos, cómo Wen la lamía y se tragó la que tenía en la boca. De su coño salieron jugos en cantidad que mojaron sus muslos cerrados.

Wen después de tragarse la leche de su marido, abandonó los huevos, se arrodilló delante de Alisha, le abrió las piernas y empezó a lamerle el coño. Alisha se echó hacia atrás… Bao le cogió las duras tetas, las apretó, le lamió los pezones y se las mamó. Alisha, al ratito, sintiendo una lengua en el coño y otra en sus tetas, se corrió cómo era costumbre en ella, o sea, gimiendo y temblando.

Wen hizo que su marido se echase sobre a cama, subió encima de él y le cabalgó la lengua… Cuando gemía cómo una puta, Alisha vio cómo Bao le acariciaba el ojete con la yema del dedo medio de su mano derecha, como luego le metía el dedo dentro del culo y cómo Wen se agarraba a la cabecera de la cama y se corría jadeado cómo una perra. Al acabar de correrse y ver que su marido estaba otra vez empalmado, le dijo a Alisha:

-¿Quieres perder la virginidad con un hombre?

-Sí.

-Sube encima de mi marido.

Alisha se abrió de piernas encima de Bao. Wen cogió la polla con su mano derecha por debajo del glande, la frotó en el coño mojado, después se la puso en la entrada de la vagina y con la otra mano empujó su culo hacia abajo. El glande entró en el coño muy apretado. Bao empujaba para meter más, pero la mano cerrada de Wen hacía tope y solo dejaba entrar y salir el glande… Al rato Alisha se corría en la polla de Bao, Wen retiró la mano, Alisha bajó el culo, la polla entró hasta el fondo y poco después se volvió a correr. Bao la quitó de encima y se corrió fuera. Alisha quedo boca arriba, espatarrada y temblando. Wen vio cómo la vagina se le abría y se le cerraba. Le metió la cabeza entre las piernas y le devoró el coño hasta que pararon sus pulsaciones.

Cuando Alisha se recuperó, les dijo:

-Tengo que irme. No sea que pase algo inesperado y mi padre o mi madre vuelvan a casa.

Alisha comenzó a vestirse. Wen le dijo:

-¿Quieres que te lleve?

-No, le cogí el coche a mi madre.

-¿Tienes carnet de conducir?

-No, pero no me van a pillar

-Más te vale. ¿Volverás?

-¿Vuelven las moscas a la miel?

Quique.