Papá con la hija, el incesto lo llevan dentro
Cuándo nos permitamos ser libres en lo que deseamos, seremos libres en lo que hacemos. Recuerdo que cuando estaba en el bachillerato, había un profesor que se parecía a mí papá, en físico y personalidad; me gustaba tanto que incluso, fue el protagonista de mis sueños húmedos unas cuantas veces. Ahora, reconozco la manifestación del complejo de Electra no superado en mi persona; y explicaría la mala relación con mí madre desde muy joven.
Mi nombre es María Sofía; tengo 36 años; soy psicóloga, madre, y esposa. Soy una mujer bisexual, casada con un hombre. Tengo cabello castaño, y ojos Avellanedos; Mido 1.72cm. tez blanca, de complexión semi delgada, caderas anchas, y cintura bien marcada; culo pequeño pero tonificado. Mi monte de Venus, depilado, aunque con unos cuantos bellos, para adornarlo en un triángulo muy discreto. Mis tetas son tan grandes que, roban miradas de hombres y mujeres, más ahora que mantienen una alta producción de leche para alimentar al más pequeño de mis hijos; al mismo tiempo, mis aureolas son rosadas, y abarcan una cuarta parte de mis senos; y por último, mis pezones; que son tan grandes y duros como dos uvas maduras capaces de activar mi libido, aún, en situaciones que no debo; como el amamantamiento por ejemplo. A decir verdad, aún no logro asimilar lo que sucedió, pero tampoco me arrepiento.
Era viernes, en el cumpleaños número 57 de Max; mi padre. Un hombre alto, blanco, y de porte duro a pesar de su edad, ex bombero rescatista, y abogado, con una voz tan grave, que hacía temblar a cualquiera. Mi esposo había salido de viajé tres días antes; Después del trabajo pasé trayendo ropa para mí; y los niños, y nos fuimos a casa de mi padre, siguiendo al pie de la letra, el plan que había acordado con mi marido. Después de comprar el pastel de cumpleaños, llegamos a casa de Max, quien nos recibió cálidamente, como de costumbre, haciendo bromas y jugando con los niños, los cuales, no tardaron en entrar corriendo a la casa. Mientras yo le quitaba el cinturón a la silla del más pequeño, mi padre se acercó al auto, por detrás de mi, colocó su mano en mi espalda baja y yo volteé para darle un beso de piquito en los labios, como acostumbramos desde toda la vida. De inmediato me quitó al bebé; ese mismo que fue procreado por su hijo y su hija, en una situación de incesto consensuado. Max comenzó a hacerle caricias al bebé; mientras yo bajaba el resto de cosas que hacía falta y luego entramos a casa.
La situación durante la celebración de cumpleaños fue muy normal. Después de una larga charla con mi padre, recogimos la mesa, y les pedí a mis dos hijos más grandes que se pusieran pijama, mientras amamantaba y dormía al más pequeño en la habitación de mi padre; cuando por fin el pequeño durmió, me levanté muy despacio, cerré la puerta y terminé de sacarme el vestido que llevaba puesto; me quité el sostén, masajee mis pechos, apreté mis pezones para exprimir la leche que había quedado a punto de salir, y me quité la tanga. Por unos segundos, mientras mi tanga iba rozando mis piernas en forma descendiente, me pasó por la cabeza, tener sexo conmigo misma, pero escuché la voz de mis otros dos hijos, y el pensamiento se volvió efímero. Rápidamente saqué mi pijama de la maleta y sin ningún tipo de ropa interior, me puse el pantalón de la pijama, y una blusa un tanto escotada que dejaba ver la forma de mis pezones por debajo de la tela. Mientras tanto, me coloqué crema en las manos y la unté sobre las marcas que el hilo de la tanga dejó en mi piel al cabo del día, y bajé a la habitación de huéspedes, donde estaban mis hijos mayores.
Mientras cambiaba de habitación, noté, debido al ruido de la ducha, que mi padre se estaba bañando. No tarde en reprender a los niños por seguir despiertos, así que la niña se recostó sobre mi lado izquierdo y el niño sobre mi lado derecho, y les leí un cuento, hasta qué durmieron profundamente. Cómo pude, me levanté cuidadosamente, los arropé con una frazada, apague la luz de la habitación y salí, cerrando la puerta por mí espalda. Caminé, por el pasillo oscuro, rumbo a la habitación de mi padre, donde se encontraba el bebé; pero cuando estaba a punto de subir las escaleras, noté que mi padre ya había acomodado el sofá, para pasar la noche, y mientras tanto, permanecía sentado, viendo una película. Realmente me llegó un sentimiento de ternura al verlo; lo que me hizo regresar. Desde que mi padre se divorció de mamá, nunca había vuelto a dormir bajo un mismo techo con el, por diferentes situaciones, como un problema legal que incluso le privó de mi boda físicamente.
Recuerdo que yo andaba descalza, así que me acerque desde atrás del sofá, estire mi pierna y la pasé por encima del recostadero, lo mismo hice con mi otra pierna, prácticamente trepé, para quedar sentada, al lado de mi padre como lo hacía de joven. Mi padre Max me vio y sonrió, poco me interesaba la película que veía, y entonces me estire sobre él, para alcanzar una cobija, la cual extendí para taparnos las piernas. Por un momento deje de ver la película y vi la risa de mi padre y contemplé las canas en su barba y su cabello, y lo abracé muy fuerte, de inmediato Max puso su mejilla sobre mi cabeza, y entonces cerré los ojos y traté de buscar con mi mejilla la textura de su barba, pero mi padre no lo entendió, y me dio otro beso en los labios, y cuando traté de frotar mis labios con los suyos, el se retiró y yo me quedé en el aire, abrí mis ojos y vi a mi padre poniendo atención a la televisión. Recuerdo que sentí como mi clítoris se levantaba reaccionando a la situación, crucé mis piernas para evitar ser descubierta, según mi inconsciente, pero el roce de mis piernas con mi vulva, solo elevó mi libido. Mientras mi padre seguía viendo su película, yo permanecía recostada sobre su pecho planificando la forma para volver a besar a mi padre pero esta vez de forma prolongada. Dos minutos habían pasado y mi excitación comenzaba a caer; no estoy segura si el universo me ayudó pero la película entró a una escena sexual muy caliente, rápidamente noté la incomodidad de mi padre, y trató de estirarse para alcanzar el control remoto que estaba en la mesita frente a nosotros, entonces; levanté mi pie desnudo y boté el control para que mi padre no lo alcanzará, mi padre entendió de inmediato que yo quería ver la escena de sexo explícito que contenía la película y entonces noté su respiración muy agitada. La escena duro unos 40 segundos, pero estoy segura que mi padre lo sintió eterno.
Mis piernas se volvieron a juntar pues mi excitación se estaba saliendo de control, y cuando llegue a topé, tuve la sensación de mis tetas muy llenas, y cuando traté de levantarme para ir al baño y atenderme, sentí mis tetas rebalsarse sobre el cuerpo de mi padre, mojando su camisa de forma deliberada. De inmediato le pedí perdón muy apenada, pero mi padre sin responder, clavó sus ojos en mi blusa, que debido a lo mojado por mí leche, se había transparentando y prácticamente había desnudado mis tetas; rápidamente desenlacé mis piernas y las separé por pura inercia, mientras veía el bulto de mi padre debajo de la sábana, y por más que me traté de controlar, la excitación se apoderó de mí cuerpo y de mi cordura, mi padre se acercó, yo me levanté la blusa y apreté mis tetas para lanzar mi leche sobre el rostro de mi padre; quien no perdió tiempo y abrió su boca para saborear la leche materna qué fabricaba su hija.
Rápidamente me abalance sobre mi padre quien permanecía inmóvil, y recibió mis tetas con su boca, succionando mi leche, como un bebé siendo amamantado. Mi vulva estaba muy mojada, y sentía una gran presión en mi sexo, y se acrecentaba en cada lamida que mi padre le daba a mis pezones, me quité la blusa y mientras a mi padre se le derramaba mi leche por la comisura de su boca, separé mi cuerpo para volver a besar a mi progenitor, sintiendo el sabor de mi manjar en su boca, mientras nuestras lenguas se juntaban, al mismo tiempo que mi mano frotaba su pene libremente por debajo de la sábana.
Recuerdo que mientras las bocas de Padre e hija se fundían en un delicioso beso lleno de morbo, tome la fuerza necesaria para separarme de la boca de Max, mi padre; y mientras me separaba, un hilo espeso de baba se estiraba, sin permitir nuestra separación en su totalidad, nos vimos a los ojos con nuestros rostros transformados en lujuria; mi padre llevó su mano a mi sexo, y frotó su mano sobre mi piyama, un tanto inseguro; de inmediato me paré sin quitar mi mirada de la suya, recabe suficiente saliva en mi boca, y la dejé caer en caída libre sobre mis tetas, desparramándose en mi abdomen, mis pies desnudos, y el suelo. Acto seguido, coloque mis pulgares en la orilla del pantalón de pijama, y con un sensual baile bajé mi pantalón hasta el suelo, dejando mi cuerpo a flor de piel, como una hembra impúdica llena de libido; tome la mano de mi padre con mi mano, y se la puse sobre mi vulva, y se deslizó fácil, debido a que ya estaba muy mojada. Confieso que la mano de mi padre acariciando mi sexo se sentía muy rico, y sin pensarlo, Recogí con mis dedos un poco de mis fluidos y se los puse a mi padre cerca de su boca, quien no dudó en saborearlos.
Entonces me subí sobre el sofá, y le puse mi coño a mi padre en su cara quien no dudó ni un segundo en comerlo. Rozaba mis labios con su lengua, introducía su lengua en mi vagina, y lengüeteaba mi clítoris a gran velocidad mientras se tragaba mis fluidos y yo me masajeaba las tetas que derramaban mi leche materna sobre todo mi cuerpo. Hasta que sentí la electricidad deliciosa liberarse de mi vagina hacía mi vulva, mi gemido se escapó y se perdió en un resoplo, mi cuerpo desmayó dos segundos y la lascivia me trajo de vuelta; entonces mi padre lanzó mi cuerpo desnudo al sofá. De inmediato noté su pantaloneta muy levantada de la parte de enfrente; estire mis piernas, y con mis pies bajé su pantaloneta a la mitad, y su verga rebotó y quedó apuntando al cielo. Papá vio mi cuerpo desnudo como el de una mujer hundida en lujuria y comenzó a masturbarse frente a mi. Esa escena me excitó tanto que me volvió a descontrolar, me levanté del sofá, me hinqué frente a mi padre, observé su verga a detalle y la introduje en mi boca. Recuerdo que no era el falo más grande que había comido, pero si era muy gruesa o gorda; pude sentir las venas de su verga rozar con mi lengua, el olor era tan excitante que no me quería perder ni un centímetro del mástil de mi padre; entonces saqué su verga de mi boca, y con mi lengua recorrí su miembro viril hasta llegar a sus testículos, y mientras lo masturbaba con mi mano, absorbía su escroto con mi boca. Unos segundos después, noté en su cara que estaba cerca de venirse, y me detuve de inmediato.
Me paré frente a mi padre, sin soltar con mí mano su verga. Max me besó el cuello, y recorrió con su boca, muy cerca de mi oreja, yo me erice de inmediato, y empuje a mi progenitor al sofá. La verga de mi padre se veía muy erecta, gorda, llena de venas, y el hecho de ver a mi padre desnudo frente a mí, me producía mucho morbo. Entonces recuerdo que me subí encima de él, con las piernas abiertas, nos vimos a los ojos, acomode su falo en la entrada de mi vulva, hicimos una pausa con nuestra respiración muy acelerada, y dos segundos después, dejé caer todo mi peso sobre su verga; la cual se fue deslizando muy dentro de mí, y Mientras el pene de mi padre, recorría mi vagina los ojos se me fueron cerrando, por lo delicioso que se sentía miembro dentro de mí, fue cómo una comunión entre padre e hija. Mi cuerpo desnudo comenzó a botar sobre la pija de mi propio padre, Max puso sus manos en mi culo y apretó mis nalgas, mi cuerpo llenó de liviandad estaba en total alboroto, y a la vez, mis tetas llenas de leche rebotaban, y hacían saltar la única prenda que llevaba puesta; un collar que mi marido me obsequio en uno de nuestros aniversarios. Mi clítoris cada vez rozaba el falo de papá, quizás por lo excitada que estaba, tome con mis manos las manos de mi padre y se las puse sobré mis tetas, y mientras mi cuerpo saltaba, mi padre apretaba mis tetas, las cuales empezaron a lanzar la leche con la que alimentaba a mi bebé. Papá abrió la boca y como si fuera un elixir bebía mi leche materna hasta el punto de introducir mis senos a su boca como degustando una ambrosía.
Después de unos minutos, la boca de mi padre estaba muy llena de mi leche, y noté como se la tragaba, mientras nos fundimos en un beso muy salivado y mojado por la lujuria de nuestros cuerpos. Yo me levanté y mi padre se paró, vi la verga de mi padre nuevamente y la metí en mi boca un par de veces más para sentir el sabor de mis fluidos. Luego me puse de pié, solo para que mi padre me arrodillará sobre el sofá, bajé mi torso, separé mis piernas, levanté mi cuello y paré mis nalgas; papá se puso detrás de mí, con sus manos sobre mis caderas, rozó con su glande mi vagina para que volviera a lubricar y cuando menos lo pensé, me embistió con gran profundidad pero con delicadeza de no hacerle daño a su hija. Mi suspiro se desprendió de mi cuerpo, mis ojos se abrieron, y mi padre me tomo del cabello, como si estuviera penetrando una perra en celo y mi cuerpo se retorcía en placer. De pronto sentí algo mojado cayendo sobre mi espalda baja y otro poco, sobre mi culo, giré mi cuello para tratar de ver sobre mi hombro y noté a mi padre escupiendo mi ano, y mientras me embestía, papá colocó sus manos abiertas sobre mis nalgas, y con sus pulgares masajeó mi ano hasta penetrarlo sin dejar de cogerme. Eso definitivamente me puso muy cerda, y mientras mi padre me seguía metiendo su verga en mi vagina, tomé mis tetas con mis manos, pellizque mis pezones, y lleve uno de mis senos a mi boca para succionar de mi propia leche. Mi vagina lubrico demás, el calor recorrió mi cuerpo, mi respiración se hizo más audible, mis pupilas se dilataron, entonces sentí una electricidad que recorrió desde mi vulva hasta la parte trasera de mi cabeza, al mismo tiempo mi padre advirtió que se venía, le pedí que no se saliera, mis jadeos se volvieron gemidos, mi vulva comenzó a succionar la verga de papá, hasta que sentí su esperma chocando dentro de mis paredes vaginales, y escuché a mi padre gemir un par de veces mientras rebalsaba mi útero de semen; mi cuerpo se llenó de un clímax que apagó mis sentidos, mis brazos no soportaron más y nuestros cuerpos cayeron derrumbados en el sofá, que por fortuna eran lo suficientemente anchos cómo para permitirnos estar abrazados los dos; hasta que el llanto del bebé nos despertó, nos fundimos en un nuevo beso lleno de incesto, y me puse la blusa para tapar mis desnudas tetas que goteaba leche, y fui a atender al bebé que concebí con mi propio hermano.
Al siguiente día desperté muy temprano, para hacer el desayuno de todos. Cuando papá se levantó, no me pudo sostener la mirada al principio, yo me acerque y lo tranquilice besando sus labios. Lo que habíamos gestado se sentía muy hermoso, y durante todo el día pasamos desesperados por volver a convertir nuestra Simple relación filial, en una relación de incesto, amor lujuria, hasta culminar en una comunión de padre e hija.