El día que mi tío me hizo suya

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No había escrito por andar ocupada y porque se me borró todo el relato que había escrito para hace dos días atrás ya que mi laptop se apagó mientras cocinaba, tropecé con el cable sin darme cuenta y al volver estaba apagada. Ouch!

¿Dónde quedamos?

Oh sí, mi tío se atrevió a acercarse a mi a darme un beso y tuvo la suerte de ser correspondido, de lo contrario, una cachetada. Sí, esa parte no la he contado porque no importa mucho pero hubo chicos que me robaron besos, sobre todo en el colegio. Se inventaban cualquier excusa y en un descuido me besaban, algunos un simple beso pero otros me agarraban duro y me daban un beso fuerte. Travesuras de adolescentes, me tenía que quedar con la molestia de ser besada a la fuerza, salían huyendo despavoridos pero hubo uno que otro a los que pude darles su merecido, una buena cachetada por abusadores.

Los besos

Mi tío me dio un piquito y al verse correspondido le siguió otro beso y otro y otro hasta que empezamos a besarnos y a enredar nuestras lenguas con todo el gusto. Yo cerré mis ojos y me dejé llevar, mi tío poco a poco se fue aprovechando de la situación y de repente me vi cargada en sus brazos siendo conducida a adentro de la casa y en mi mente pervertida retumbó una frase: Te va a coger! Te va a coger.

Mi tío me cargó en todo el trayecto hasta llevarme a la cama donde en lugar de recostarme se recostó él quedando yo encima, se acomodó hasta que ambos quedamos completamente dentro de la cama y continuamos besándonos. Le besé con pasión, sin timidez, quería que supiera lo mucho que le deseaba, quería que me cogiera, que me hiciera suya y qué mejor manera de decirle a un hombre que te posea sino es con unos besos muy fogosos. Podía incluso adivinar que mi tío ya debía tener una erección importante, pues, yo me lo comí a besos prolongados, saboreando su lengua y él la mía, era como que «oh! sí, me besaste, pues yo beso mejor que tú» Ja, ja.

Nos quedamos mirando fijamente por un instante y volvimos a besarnos. Se giró y entonces yo quedé recostada y él encima de mi pero empezó a alejarse y a mirarme con deseo mientras me jalaba del top y no lo hizo con sutileza sino que me tomó del top y lo bajó hasta la cintura, luego me despojó del brassier y se metió a la boca mis dos senos. Los lamió, los besó, los chupó, los mordisqueó y yo estaba loquita por que mi tío me «diera güevo». Mientras él se comía mis pechos yo imaginaba cómo sería su pene, su color, su longitud, su olor y su sabor. Qué desesperada soy en el sexo, quiero estar con un pene dentro de mi tan rápido como sea posible, me encanta sentirme penetrada aunque por supuesto también me gustan los juegos previos sobre todo si el hombre sabe lo que hace, como en el caso de mi tío que lo estaba haciendo tan bien que me hacía desearlo mucho más dentro de mi.

Estuvo un rato comiéndome los pechos y luego volvía a besarme, no nos decíamos nada, solo se oían mis jadeos y los sonidos de su boca lamiéndome, chupándome y mordiéndome.

Mi tío me come el coño

Luego de eso mi tío me desabrocharía el short y me lo quitaría casi de forma veloz junto con la pantaleta dejando a su vista mi coño depilado y muy bien aseado para la ocasión.

Antes de comer mi coño me lamió desde los pechos pasando por mi abdomen, mi ombligo y toda la zona abdominal, la ingle hasta llegar a mi vulva. Dios mío! yo me iba a morir de la desesperación de sentir su polla dentro de mi.

Empezó entonces a comerme el coño y yo jadeaba mientras le hacía caricias en su cabello corto y le arañaba suavemente con mis uñas. A los hombres les fascina que le hagamos eso, los excita enormemente, me lo han dicho todos, comenzando por Oscar.

Mi tío me comía el coño demasiado rico que se lo dije:

—Qué rico, tío, me encanta, sigue, sigue

Se comió mi coño como si fuera un delicioso helado de chocolate con mantecado. Lamía, chupaba, mordía suavemente mis labios vaginales, empezó a meter sus dedos sin parar de darme lengua haciéndome estremecer.

—Qué rico! —seguía yo diciendo mientras mi tío me daba placer.

Mi tío me hace su mujer

De repente paró y empezó a desnudarse mientras me miraba a los ojos. La camisa, la lanzó por los aires, luego se paró en la cama para desprenderse del pantalón, el short y el bóxer, todo eso de un solo jalón y salió su pene blanco erecto, largo y hermoso.

Se quitó los zapatos y las medias y yo aún tenía puestos mis adidas. Se bajó de la cama, buscó entre sus cosas y al volver venía con un condón que se puso en un dos por tres mientras me miraba y sonreía. Me encantó el detalle aunque me hubiese gustado que mi tío me cogiera sin condón esa primera vez.

Una vez que se desnudó por completo se acercó a mi, me quitó el top que había quedado rodeando mi cintura y también me quitó los adidas.

Ahora sí estábamos desnudos sin nada que nos cubriera y estorbara.

Puso su pene en mi la entrada de mi ya humedecido coño y para sujetarse me tomó de una pierna que había quedado en alza.

Quedamos cara a cara mientras me cogía y entonces ahí empezamos a decirnos cosas:

—Te gusta?

—Sí, me encanta, tío

—Estás muy rica —decía él—, Oh, oh —gemía.

Estuvo un rato así, metiéndome su pene tan deliciosamente mientras nos mirábamos, no nos quitábamos la mirada en ningún momento, mi tío también se llevaría a la boca mi pie de la pierna que sujetaba chupándome los dedos mientras me poseía a placer.

En esa pose terminaría llegando al orgasmo y él lo supo por la manera en la que gemí y me estremecí. Me dijo:

—Qué rico, tu primera corrida.

—Sí —le dije entre risas jadeantes.

Me puso en cuatro y volvió a cogerme. Yo gemía ahora en voz más alta y mi tío gemía con mucho placer por la forma en la que me hacía suya.

Cuando quiso correrse me agarró de los hombros con ambas manos y me trajo hacia él y mientras me besaba el cuello se corrió pero era tanta la intensidad de su orgasmo que resbalamos y caímos en la cama, él quedó sobre mi mientras eyaculaba jadeando sufridamente.

Nos volvimos a besar mientras su pene seguía dentro de mi coño y nos dijimos cosas ricas como: «qué rica cogida», «qué bien lo haces», «qué divina estás, Michelle», «eres una delicia».

le dije:

—¿Guardamos el secreto?

se rio y dijo:

—Por supuesto, será nuestro secreto bien guardado.