Juliana era una joven que estaba comenzando a vivir la vida, ella cumplió su fantasía de follar con su padrastro y alguien más. Siendo completamente esclavizada
Juliana, una jovencita delgada, morena, de cabello negro, de estatura mediana, con labios sensuales, tetas pequeñas con areolas rosadas y pequeños pezones, con un culo de película, y guapa a rabiar, desnuda sobre la cama se hacia un dedo. Pensaba en su padrastro, un cuarentón moreno, de pelo cano, alto, fuerte y con una sonrisa seductora, al que minutos antes había espiado mientras follaba con su madre, cosa que pudo hacer porque habían dejado la puerta de la habitación entreabierta.
Al rato, mordiendo la almohada, para que no oyeran sus gemidos su madre y su padrastro, (dormían en la habitación de al lado), se corría como una loba. Después se tapaba y se echaba a dormir.
Juliana era una chica que tenía una fantasía en especial metida entre ceja y ceja, pero no se decidía a dar el gran paso. Se decidió a darlo al encontrar en el bosillo de un pantalón de su padrastro, que iba a meter en la lavadora. una tarjeta con un nombre, una dirección y un número de teléfono. Después de leerla, se preguntó:
-¿Compartiremos la misma fantasía ?
Eran las seis de la tarde de un día del mes de mayo. Juliana, llamó al timbre de la puerta de un piso. Le abrió un hombre alto, vestido de Batman, con una fusta en la mano y una venda en la otra. No hubo palabras entre ellos. Lo que quería ya lo había hablado Juliana con la ama. Juliana entró en el piso. El hombre le puso la venda en los ojos. La guió a una habitación a golpe de fusta en las nalgas.
En medio de la habitación, mientras el hombre, por detrás, le giraba la cabeza y la besaba, sintió como unas tijeras iban rompiendo los hilos que sujetaban los botones de su blusa. Como cortaba su sujetador y como hacía trizas su pantalón vaquero. Cuando el hombre dejó de besarla sintió otros labios más suaves, más dulces. Eran los labios de una chica los que la besaban mientras el hombre le magreaba las tetas…
Se vio volando y aterrizando boca arriba en una cama. El hombre le ató las muñecas con correas a la cama y la chica los pies. Sintió como la tijera cortaba sus bragas rojas y como una mano femenina se las metía en la boca.
ACDC con The Jack . Coroner con I want you. Marilyn Manson con Tainted love. Miss Construction con Fuck me too. Rammstein con Pussy. Dulce con Tu muñeca, y otros, pusieron la música que comenzó a sonar en lo que sería un día inolvidabe para Juliana.
Antes de empezar a darle placer, le dijo la joven ama a Juliana:
-Di la palabla «quita» cuando ya no puedas soportar el placer o el dolor.
La joven ama, estaba vestida de Cat Woman. Era una chinita, delgadita, tan delgadita que parecía que si entrase una racha de viento en la habitación se la llevaría por la ventana.
Juliana, con las bragas dentro de la boca, le respondió:
-Immmmm.
La chinita le dio un cachete en una teta.
-¿Immmmm, qué?
-Immmmmm, ammmma.
La chinita le quitó la venda. Juliana vio como el hombre encendía con un mechero una vela azul aromatizada y empezaba a derramar cera sobre sus tetas, sobre su vientre y sobre su cuello. La chinita, besando a Juliana le mordió suavemente el labio inferior y la lengua, acto seguido, le volvió a poner la venda, cogió una fusta plumero y comenzó a jugar con el coño de Juliana, que ya estaba algo más que mojada. Juliana, comenzó a gemír. La chinita, le dijo:
-Vas a tener tu primer orgasmo, perrita.
La chinita, metió tres de sus finos dedos dentro del coño de Juliana y le masturbó el punto G hasta que se corrió soltando un torrente de jugo.
Al acabar de correrse, el hombre apagó la vela, cogió dos pinzas sujetas al final de un collar de perlas y se las puso en los pezones. La chinita lamíó el coño empapado de Juliana. Después cogió un dildo anal y se lo metió en el culo. Juliana, soltó un gemido de pacer, luego encendió un vibrador y se lo metió en el coño. Les puso una cinta adhesiva por encima para que no se salieran. Le quitó las bragas de la boca. El hombre, (ya en pelotas y sólo con la máscara de Batman) que tenía una polla de más de 20 centímetros y gordita, le dio con ella en ambos lados de la cara y en la boca, después le llevó el glande a los labios. Juliana, lamía pero no podía mamar, no le daba suficiente polla. Lamiendo la cabeza del gran cipote, con los pezones apretados por las pinzas, el dildo en el culo, la chinita magreando sus tetas y el vibrador haciendo estragos dentro de ella, se volvió a correr, y a los pocos segundos, al meterle la polla en la boca el hombre, tuvo un segundo orgasmo y un tercero, y un cuarto. La chinita le quitó el dildo del ano y el vibrador del coño por miedo a que le diese un chungo con tanto gusto, ya que Juliana no diría «quita», ni viendo a la de la guadaña delante.
Le desataron las manos y los pies, y la chinita, a golpe de fusta en las nalgas, le ordenó:
-¡Arrodíllate en la cama y pon los manos en la nuca!!
Juliana hizo lo que le dijo. La chinita le azotó las nalgas con una fusta y el hombre le dio suaves toquecitos con otra fusta sobre el capuchón del clítoris. Juliana, gemía con el placer y con el dolor, un dolor tan llevadero que la encendía más, más y más, lo que la hacía decir:
-¡Uyuyuyuyuy, uyayayayaayay, uyuyuyuyuiyuy..!
Al tenerla cachonda de nuevo. la chinita le ordenó:
-¡A cuatro patas, perrilla!
-Sí, ama.
Juliana se puso a cuatro patas sobre la cama.
Le azotaron las nalgas, las tetas y la espalda con dos fustas. Juliana, gemía. Le gustaba. Había pagado una buena suma por aquella sesión pero fuera la mejor inversón de su vida.
La chinita, mientras el hombre azotaba las nalgas, las tetas, y besaba y lamía la espalda de Juliana, se había puesto un arnés con una pequeña polla de plástico, a la que le puso un condón que untó con vaselina. Volvió y se puso detrás de Juliana. Le lamía el coño para penetrarla, cuando le dijo Juliana a la chinita:
-¿Me deja que le coma un poquito el coño, ama?
-¡No se hizo la miel para los labios del asno, y menos para los de una burra! ¡Qué te de tu padre verga, ramera!
Juliana, preguntó, extrañada:
-¡!¿Qué padre, ama?
-El pade Matías, puta. ¡Estás follando con un cura y una monja.
El hombre, al sentirse aludido, había tirado del collar de perlas y con él de las pinzas que sujetaban los pezones.
-¡Tan fuerte no! ¡Me vas a arrancar los pezones!
La chinita, le dijo:
-¡Amo, pelandrusca!
El hombre volvió a tirar.
-Clemencia, amo, clemencia!
Le seguía hablado la chinita.
-¡Esa no es la palabra, cerda!
-¡Quita, amo, quita!
El hombre le quitó las pinzas de los pezones. Se echó boca arriba sobre la cama, con su gran verga tiesa. La chinita, azotándole las nalgas, le ordenó:
-¡Sube encima de tu amo, zorra!
Juliana subió encima del hombre. La chinita le dio con la fusta en las nalgas y después untó con más vaselina el condón. Lubricó con ella la polla del hombre, y metiéndole un dedo en el culo, el ojete de Juliana.
-¡Métela en el culo y fóllalo! ¡Fóllalo o te arranco la lengua como se la arranqué a el!
-Sí, ama.
La verga del hombre entró tan apretada en el culo de Juliana que hizo que le lloraran los ojos. La chinita estaba caliente. Con un cutter hizo un corte a la altura de su coño. Se subió a la cama, y donde dijo digo, ahora dijo Diego. De pie, le cogió la cabeza a Juliana, le puso el coño en la boca, y le ordenó:
-¡¡Come, guarra!!
Juliana, cogiendo a la chinita por la cintura, pasó la lengua por el chocho empapado. La chinita seguía azotando su culo y su espalda.
-¡Haz correr a tu loba, Caperucita!
A la chinita no le hizo falta mucho para correrse. Antes de dos minutos, o lo que es lo mismo, menos de cincuenta lametazos más tarde, el jugo de su corrida bajaba por la comisura de los labios de Juliana y caía sobre el pecho del hombre.
Al acabar de correrse la chinita, se puso más vaselina en la pequeña polla de plástico, se arrodilló detrás de Juliana, y le ordenó:
-¡Mete la verga en el coño y no la saques hasta que no lo tengas lleno de leche!
Juliana cambió de agujero la polla del hombre y lo cabalgó. La chinita, detrás de ella, le lamió el culo. Juliana se lo puso en posición para que se lo trabajase. La chinita se lo folló con la lengua y después la enculó mientras le daba en las nalgas con la fusta. Juliana, al volver al sentir que se iba a correr, le preguntó al hombre:
-¿Puedo quitarte la careta, papa?
Berto, el padrastro de Juliana, sorprendido, le preguntó:
-¡¿Cómo supiste que era yo?!
-El antojo en el culo. A veces os espío a ti y a mamá
-¡Serás…!
Le quitó la máscara.
-¿Mamá sabe a que te dedicas?
-Sí hija, si, pero si se entera de que te follé me cruje.
-No se va, no se vaaaaa. ¡Aaaaaaah! ¡¡¡Me cooooooooorro!!!
Se agradecen los comentarios buenos y malos.