Mi Adorable Novia Virginia, Historias en el sex shop, Todos contra una, orgías y sexo en grupo

Todos contra una, orgías y sexo en grupo. Historias en el sex shop.

– Venga, Virginia, acompáñame al Sex shop.

– Doña Pilar, no me parece un lugar adecuado para dos señoras como nosotras. Nos podrían ver, mujer!

– Hija, no seas tan mojigata!

– No es eso, doña Pilar. Es sólo que…

– Sí, ya sé, ya sé. Que quieres llegar virgen al matrimonio y todo ese cuento…

– No es ningún cuento, Pilar. Mis convicciones son fuertes. No quiero tener ningún tipo de relación sexual hasta que me case con mi amado novio Juan. Quiero que mi noche de bodas sea muy especial y…

– No, si ya sé que este es vuestro acuerdo, pero…

– Pero nada, Pilar, pero nada.

– Aunque, Virginia, virgen, lo que se dice virgen…

– Sí, Pilar, virgen! Ya sé que he tenido algún desliz, pero eso no quita que…

– Bueno, desliz, desliz, no sé yo…

– Sí, Pilar, un desliz del que yo no tengo ninguna culpa, y usted lo sabe mejor que yo.

– Da igual, no quiero discutir! Mira, tú me acompañas al sex shop y que no se hable más. No tiene nada que ver con la virginidad ni nada de eso, sólo vienes conmigo, que no quiero ir sola.

– Está bien, como usted diga. Para eso es la jefa!

– No te enfades, hija. Tómatelo como un favor personal que me haces. Venga, y allí te compro algún regalito para que te alegre la espera hasta la boda.

– No, no, gracias. No quiero nada del Sex shop. Me parecería engañar a mi novio.

– Ay, vaya tontería!

– No, Pilar, ser fiel a Juan no es ninguna tontería.

– Vale, vale, lo que tú digas. Verás como algo encontramos que te haga gracia.

– No, Pilar, eso es imposible. Cuando me case, con Juan me bastará y sobrará, sin nada de ningún sex shop.

– Vale, va, tú me acompañas y no se hable más!

Así es como el jueves pasado, al cerrar la tienda de moda al mediodía, mi adorable novia Virginia acompañó a la dueña, Pilar, al sex shop. Al entrar, una chica muy guapa las saludó amablemente:

– Hola, bienvenidas al mejor sex shop de la ciudad!

– Hola, más que nada venimos a mirar. – contestó doña Pilar.

– Sí, bueno, yo sólo a acompañar.

– Sí, sí, muy bien. Si desean que preguntar algo, estamos por aquí.

– Gracias, es usted muy amable. – contestó Pilar.

Mi novia se giró a mirar a la chica y admiró su cabello rubio, sus largas piernas y su vestido ceñido corto, de color marrón claro, que cubría escasamente sus nalgas. Ella caminaba muy elegante en sus tacones largos de aguja.

– Qué guapa, verdad, doña Pilar?

– Sí, muy guapa. Pero tú no le puedes envidiar nada, Virginia, porque eres todavía más guapa que ella!

– Qué cosas dice, Pilar! Gracias!

– Es la verdad, hija. Uy! Mira, Virginia, qué vestidos tan monos!

– Vestidos? No, Pilar! Eso más bien son disfraces para niños.

– No, pero qué van a hacer unos disfraces para niños en un sex shop?

– Sí, es verdad, es raro. Pero son muy pequeñitos.

– A ver, a ver… mira, este de enfermera es monísimo!

– Oh, pero es una talla tan pequeña que iría bien a mi sobrina!

– Bueno, no creas. A mí no me entraría, pero a ti, seguro que sí.

– No, imposible!

– Tú estás delgadita, Virginia! Aunque tienes un buen pecho y un buen culo… no sé… Venga, pruébatelo, pruébatelo! Va, y si te gusta, te lo regalo!

– Doña Pilar, es imposible que me entre! Además, qué iba yo a hacer con un disfraz de enfermera?

– Uy, te presentas con él ante Juan y verás!

– No, no! Bueno, si acaso cuando nos hayamos casado!

– Sí, claro, por supuesto! Venga, a probártelo! Y si te va bien, es tuyo!

– Es imposible, como mínimo son dos tallas menos!

La verdad es que a Virginia le hacía gracias probarse el disfraz de enfermera. Fue al probador, se quitó el pantalón y la blusa y, en ropa interior, se miró en los espejos:

– La verdad es que sí que estoy guapa! – sonrió satisfecha.

Se puso la batita de enfermera y se sorprendió al ver que el disfraz no consistía en nada más que eso, sin falda ni pantalón. Bueno, también traía una cofia y un estetoscopio.

– Oh, pero si se me ve todo!

– Qué, Virginia, cómo va? A ver… Oh, hija, te queda muy bien!

– No! Si no me cubre ni las bragas!

– Bueno, esto es así a propósito, hija! Pero mira, si tienes ahí el tanga que va con el disfraz!

– Ay, sí, no lo vi!

– Es que es tan pequeño! Póntelo, póntelo!

– No, no, no hace falta!

– Sí, hija, que así veremos mejor cómo queda el conjunto! Venga, yo no miro.

– No, si no es eso. Cierre la puerta, Pilar, por favor!

– Sí, sobre todo, que no te vean el culo!

– Ay, Pilar, pues claro que no! Venga, cierre!

– Vale, de acuerdo!

Virginia se baja las braguitas y toma el pequeño tanga rosa.

– Pero si sólo es un hilillo por detrás y un triangulito de tres centímetros! A ver… Oh! No me tapa ni… se me ve todo! Suerte que estoy bien depilada, que si no…

Doña Pilar abre la puerta de golpe:

– Qué, cómo te queda? A ver, a ver… – sube un poco la bata – Oh, que pequeño! Pero si parece que no lleves bragas!

– Ya, doña Pilar. Me siento desnuda!

– Bueno, es que el tanguita es más que nada de fantasía. Te queda muy bien el disfraz, mira, ven, que te retoque un poco la cofia. Y mira, desabróchate un par de botones, así, oh, pero se te ve todo el sostén! Yo creo que este disfraz es para llevar sin sostén!

– No pienso quitarme el sostén, Pilar!

– Pero es que así no te queda bien!

– Da igual, no es ningún concurso de belleza!

– Me vas a hacer enfadar, Virginia!

– Bueno, vale, ya me lo quito!

– Eres una buena chica!

– Uy, pero si se me ve todo el pecho!

– No, no, te queda muy bien! Estás muy guapa! Mira, desabróchate un par de botones de abajo también, así queda más sexy!

– Pero si sólo me quedan dos botones abrochados!

– Estás muy guapa, mírate en los espejos!

– Sí, me queda muy bien, la verdad!

– Es que con este cuerpo, de enfermera ibas a reanimar hasta a un muerto!

– Qué cosas dice, Pilar!

En eso que se acerca la dependienta, acompañado de un joven:

– Mire, precisamente esta chica se está probando el disfraz de enfermera!

– Oh, es muy bonita… quiero decir, muy bonito! – dice admirado el joven.

– Sí, todos nuestros disfraces son muy sexys.

– A ver, déjeme mirar – dice el joven subiendo algo la bata de mi novia – Oh, que braguitas tan pequeñas! Apenas se ven! En cambio, se le ve todo a la chica!

Mi novia se sonrojó y se estira la bata para abajo, cosa que provoca que le salga casi todo un pecho por encima.

– Oh, que tetas tan bonitas!

Ella enseguida intenta abrocharse un botón del escote, pero la bata es tan pequeña que, con su pecho, no puede.

– Me lo quedo, me lo quedo! – aplaude el joven.

– Me lo quito enseguida! Qué vergüenza!

Se va tan corriendo al probador, que muestra todo su culo al joven, que abre los ojos como platos. Cuando se quita el minitanga, se da cuenta que lo ha mojado algo y todavía se avergüenza más. Para secarlo, lo lame y disfruta del sabor de su jugo.

– Oye, chica, pruébate también este disfraz de… – exclama el joven abriendo la puerta de golpe – Oh, pero, qué haces? Estás lamiendo las braguitas del regalo para mi novia!

– No, es que… ay, no mires! Mojé un poco el tanga y quería secarlo!

– Vaya, me sabe mal, sí que eres una chica caliente! Pero no puedo regalar un disfraz que ha lamido otra persona! A ver, mira, me haces el favor? Pruébate este disfraz de ángel, a ver.

– Sí, venga, Virginia, ponte este disfraz.

– Oiga, que yo no soy un maniquí!

– Hija, qué te cuesta probarte el disfraz de angelito?

– Bueno, de acuerdo, para compensar al señor. – admite mi novia.

– Eres muy amable, guapa!

El disfraz de ángel es poco más que un sostén blanco y una microfalda también blanca, de tul transparente, parecida a un tutú de bailarina. Eso sí, con unas pequeñas alitas de ángel sujetas al sostén y un aro, a modo de coronita dorada. También ve un tanguita, en este caso blanco, y más pequeño que el otro si cabe.

– No me puedo poner el tanguita, porque también lo iba a mojar! – piensa Virginia al darse cuenta que está algo húmeda. Pero está faldita es tan corta! Bueno, qué se le va a hacer!

– Oh! Impresionante! – dice el joven!

– Virginia, estás imponente!

– Oh, pero, pero… si no llevas bragas! – exclama admirado el joven.

– Ay, te has dado cuenta!

– Hija, cómo no se va  a dar cuenta si te devora con los ojos! Además, esta faldita no llega más debajo de tu ombligo!

– No me puse el tanga para no mojarlo!

– Virginia, no me digas que…

– Pilar, yo…

– No riña a su hija, mujer! Ya se ve que la chica es muy caliente!

– No es mi hija! Trabaja en mi tienda!

– Ah, bueno. A ver… – dice el joven acercando la mano al sexo de mi novia.

– Eh, pero qué haces?

– Sólo comprobar si… vaya, estás empapada!

Al oír eso y notar un dedo del joven en su vulva, Virginia se sonroja mucho y emite más flujo. Enseguida le aparta el dedo y se tapa con su mano, que se moja en un momento.

– Mira, no te preocupes, esto es un sex shop! Señorita, enseguida, traiga un dildo, si, este de color rosa y tan grueso irá bien.  Ves? Así, te lo introduzco poco a poco… y… problema resuelto!

– Pero, qué haces? Ay! Hum! Por favor! Quítame eso!

– Oh, pero si todavía chorreas más!

– Es normal, pobre Virginia, con ese dildo dentro no me extraña!

– Ay, ah! Hum… por favor… quitamelo!

– No, no, espera, que estás muy mojada, te lo meto más adentro, a ver…

– No, no… hum, ay! Hum, hum, ua!

– Pruebe con esto, caballero, que es todavía más grueso y…

– A ver… – el joven le quita de golpe el dildo rosa y ella lanza un chorro de flujo. Enseguida la penetra con un consolador más grande.

– Oh, pero esto es demasiado, no puedo, ay! – el joven, quizá sin querer, pulsa un botón del consolador y este empieza a vibrar con fuerza.

– Ah, hum, me voy, me voy! – grita mi novia al disfrutar de un placentero orgasmo. – Oh, pero… ah, ah! Qué gusto, ah, me muero, ah…!

Al cabo de unos minutos de suspiros y gemidos, ella agradece su orgasmo con un beso en la mejilla del joven.

– Ha sido muy amable.

– Siempre estoy dispuesto a ayudar a una mujer guapa!

Se oyen unas voces que se acercan:

– Desde que está de encargado, a Juan se le han subido los humos.

– Sí, se cree mejor que nosotros, sólo por tener un cargo de pacotilla. Si no sabe ni hacer la o con un canuto!

– Oh, pero… mirad! No puede ser, esa chica disfrazada de ángel… no es…? Vaya! La novia de Juan!

– Quién, la famosa Virginia? La recatada? Pero… qué hace en un sex shop? Y casi desnuda!

– No dice siempre que es tan casta y pura, que quiere ser virgen hasta el matrimonio?

– Sí, eso dice!

– Si, él siempre presumiendo de novia guapa, fiel y decente… y allí está enseñando el culo a ese tío!

– Venga, vamos a saludarla! Quizá trabaja aquí de modelo! Que buena que está la tía!

Los cuatro hombres de acercan a mi novia, sonriendo y con expresión lasciva:

– Virginia, hola! Somos los que trabajamos con tu novio!

– Eh? Cómo? Sí, hola, esto…

– Mira, qué faldita tan corta!

– Y que sostén tan minúsculo!

– Si se te ven todas las tetas!

– Oh, no lleva bragas! Se le ve todo el culo! Y el coño!

– Por favor, no miréis!

– Pero… cómo quieres que no miremos? Si vas así desnuda y con lo buena que estás!

– Pero, ya sabe Juan que trabajas de modelo en un sex shop?

– No, no… y nunca debe saberlo!

– Oh, pero… si estás rezumando, estás empapando tus muslos y mojando el suelo!

– Vaya ángel más caliente!

– No os riais! Es que, estar así, delante vuestro… ay… me da vergüenza y morbo! Me voy a vestir!

– No, espera, Virginia! Que te ayudemos!

– Cómo, ayudarme a qué?

– Mira, sabes qué es esto? Son bolas chinas! Las compré para mi mujer… pero me hace ilusión probarlas contigo!

– No sé… para qué son? – disimula con candidez mi novia, deseando fervientemente que las usen con ella – … cómo…? Oh! – exclama mi novia al notar cómo don Félix, el mayor de los oficinistas a mi cargo, le introduce la primera de las bolas.

– Ves? Se usa así! Y de esta manera, ya no mancharás el suelo con tus jugos! – y le mete la segunda bola china.

– Oh, pero esto… ay, hum – suspira Virginia al meterle la tercera bola, mayor que las otra dos. – Ay, basta ya, basta, no, ya está, no me metas más, no, que la que viene es muy grande!

– Niña, pero todavía rezumas, ves? – le dice don Jorge, que empapa su mano en la vulva de mi novia y se la muestra mojada, antes de lamerla con fruición. – qué rica y sabrosa que estás!

Enseguida don Félix le mete la cuarta bola y, casi sin pausa, la quinta, mucho mayor que las que tenía dentro. Mi novia explota entonces en un festival de ayes y uyes porque disfruta de un nuevo orgasmo y lanza tanto jugo que empapa la chaqueta de don Félix y de don Jorge.

– Oh, ni las bolas chinas han podido detener el chorro!

– Me ha dejado empapado!

– Vaya con la novia de Juan!

– Es muy caliente!

– Y muy guarra! Está toda espatarrada!

– No digan eso a la chica! – la defiende doña Pilar. – Ella no tiene ninguna culpa! Son las circunstancias!

– Ya, no sé qué dirá nuestro jefe cuando se entere que su novia, que él cree tan inmaculada, está exhibiéndose ante nosotros y disfrutando de un orgasmo delante de todos!

– No se lo digáis por favor, no debe saberlo! – suplica Virginia.

– Claro que se lo diremos! Lo que nos reiremos cuando quede avergonzado al saber que su novia es más puta que las gallinas!

– No soy ninguna puta! Iré virgen al matrimonio!

– Virgen? No sé! Pero de momento, lo que eres es un ángel, un ángel muy cachondo!

– No se lo diréis! Además, no os iba a creer!

– Bueno, para eso hice estas fotos con el móvil, ja, ja , ja! – dice Pancracio enseñando a mi novia la pantalla del móvil donde puede verse con la faldita de tul en la cintura, sin bragas y con el ramillete de bolas chinas en su vagina.

– No hay derecho, borra esas fotos!

– Tranquila, tranquila! Pero si estás muy guapa en ellas!

– Si Juan las ve, se muere! Da igual, le diría que vosotros me habéis obligado a vestirme así, que yo no quería!

– Hija – le contesta Gonzalvo – pero si en las fotos se ve claro que estás disfrutando, estás sonriendo, y aquí, con expresión de gran placer, y aquí, lanzando tanto flujo que se nota que gozas mucho!

– Es que la verdad es que… bueno… no puedo negar que… – dice mi novia, avergonzada.

– Mira, siéntate, aquí, siéntate te digo! – le ordena don Félix empujándola suavemente hacia un taburete y, junto a don Jorge, abriéndola bien de piernas. – te quito las bolas chinas: una… y las cinco a la vez!

– Ay, uy, pero qué bueno! – gime mi novia y lanza un nuevo chorro de su ambrosía.

– Te ha gustado, eh?

– Sí, la verdad es que sí! Pero no se lo digáis a Juan, por favor! Y no le enseñéis las fotos!

– Mira, no se lo diremos, si me haces un pequeño favor. – dice don Félix.

– Bueno, sí, dime.

– Mira, aparte de las bolas chinas, también quería comprar un disfraz para mi mujer. Este de ángel me gusta mucho, pero… te pruebas el de demonio, a ver qué tal.

– El de demonio es muy bonito, aunque bastante más caro! – dice la dependienta muy alegre al ver que hoy venderá mucho. – Miren, aquí lo tienen.

– Oh, pero esta talla… si parece para una niña.

– Bueno, es talla única, pero… con tu cuerpo… seguro que te queda muy bien.

– Es imposible!

– Mira, es que son disfraces que muestran más que tapan, sabes? – le explica la dependienta.

Mi novia, resignada, toma la caja y se va al vestuario.

– Chica, no hace falta que te cambies en el vestuario! – le dice Jonás, riéndose.

– Cómo? Por quién me han tomado? – y cierra la puerta del vestuario de golpe. Se quita la microfalda blanca de tul y el sostén, así como la corona. Queda completamente desnuda y se contempla en los espejos. La verdad es que se ve muy guapa y no le extraña que gusté tanto a los hombres. Ese pensamiento la calienta mucho y se da cuenta que sigue con el sexo empapado. Lo acaricia y lame gustosa su mano.

El disfraz de demonio consiste en un corpiño con una pequeña falda también de tul, todo de color rojo muy vivo. Cuando se lo pone, se da cuenta que debería usar un par de tallas más, porque casi le sobresale todo el pecho por arriba y todo el culo por debajo. De hecho la falda no llega más abajo de la cintura. Intenta por lo menos que no se le vean los pezones, aunque prácticamente todo el pecho le queda fuera del ceñido corpiño. En fin! Duda entre ponerse o no el pequeño tanga también colorado, pero, aún con miedo a mojarlo, al final decide que sí porque qué iban a pensar mis empleados si se presenta ante ellos sin bragas. Se da cuenta que el tanga es todavía más pequeño que el de ángel: simplemente un hilillo por detrás y un triangulito de dos centímetros por delante. Se alegra que tenga el pubis totalmente rasurado porque la verdad es que quedaría mal el triangulito con pelo por los lados y le daría vergüenza. Se coloca la diadema con los cuernos de demonio y también una capa, que no le llega ni a la cintura aunque se la estira en vano para abajo. Se mira de nuevo en los espejos. La verdad es que se ve imponente. Vaya diablillo más sexy! Enseña todo el culo, prácticamente sus labios vaginales y casi sus pechos por entero.

Pancracio graba con el móvil, la salida de Virginia que camina muy coqueta y con cara de pícara, como buen demonio. Ella no puede evitar sentir morbo por la situación: exhibiéndose ante mis empleados que la devoran con los ojos.

– Qué guapa que estás de demonio, Virginia! – exclama don Félix.

– Sí, estás de muerte, niña! – dice don Jorge.

– A ver, date la vuelta, que te grabe por detrás! – ordena Pancracio.

– Oh, pero, dónde vas con las braguitas? Si las estás mojando! – se admira Gonzalvo.

– No iba a presentarme ante vosotros sin bragas!

– Hija, para lo minúsculas que son…! – dice asombrada doña Pilar.

– Quítatelas, quítatelas, Virginia!

– No, qué ibais a pensar?

– Pero estás mojando el tanguita, qué va a decir mi mujer? Mira, ven, así, ves?… Está empapado! – se asombra don Félix al quitarle el tanga. Lo huele. – o, que olor tan rico, hija!

– Gracias!

– A ver, Félix! – dice don Jorge tomándole el tanga y oliéndolo a su vez. – Sí, que bien hueles, niña!

– Son muy amables! Bueno, ya está!

– No, espera! Para ser un demonio, tienes el culo muy blanco! – dice Gonzalvo.

– Mira, ven, ponte en mi regazo, así, boca abajo, muy bien! – le manda don Félix y empieza a pegarle suaves bofetones en las nalgas.

– Así tendrás el culo rojo, como buena diablilla!

– Ay, ay! – exclama mi novia, más de placer que de dolor.

– Venid, pegadle nalgadas, va, que se merece un castigo por ser tan fresca!

– No, por favor, ay, ay!

Todos mis empleados le dan cachetes en el culo  a mi novia. Doña Pilar la defiende:

– Oh, no os paséis con ella, que es buena chica!

– Ay, hum, ay!

– Tranquila, mujer, que no le hacemos daño! Mire qué coloradito se le está poniendo el culo! Oh, hija, pero… si me estás dejando el pantalón empapado! Eres muy cerda!

– No, es que… ay… me da morbo, así… sin bragas, ay…!

– Miren, señores! – dice el cliente joven que no se pierde ni un detalle del show – se le han salido las tetas del corpiño! Qué bonitas las tiene!

– Ay, es que, es tan pequeño el disfraz! – defiende, avergonzada mi novia al saberse con el pecho al aire.

– No pasa nada, hija! Tienes las tetas muy sexys, con unas aureolas grandes y sonrosadas, y unos pezones que están pidiendo que los chupen!

– Pero tienes las tetas muy blanquitas para ser una diablilla! – dice Gonzalvo.

– Esto se soluciona fácilmente! – dice don Félix – Mire, joven: pegue las tetas de la chica, a ver si cogen algo de color!

– No, no, ay… ay! Por favor!

– Sí, así, muy bien, ya empiezan a estar coloraditas! – dice Gonzalvo.

– Ay, ay!

– Os estáis pasando con la chica, pobrecita! – exclama doña Pilar!

– Pero, señora, no ve que me está mojando el pantalón? Eso es que le gusta, no?

– No, no, dejadme ya, ay!

– Vale, vale! Te dejamos!

– Oh, bueno, si no… un poquito más! Sólo un po… ay! Ay!

El joven cliente no puede resistir la tentación y empieza a succionar el pecho de mi novia. Ella se sorprende y enseguida responde emitiendo más y más flujo. Don Félix se asombra y grita:

– Esta chica es una fuente!

Pancracio está detrás de mi novia y graba un primer plano de su culo y de su sexo muy mojado, mientras los otros tres empleados siguen dándole cachetes. Entonces, don Félix tiene una idea:

– Señorita! – pregunta a la dependienta – tiene usted algo efectivo para detener este chorro? Eso de allí, que parece un tapón, precisamente…?

– Bueno, eso es lo que llamamos un plug, pero es un tapón anal en realidad.

– Anal? Pero si es muy grande! – dice don Félix.

– Eso es imposible que quepa en el culo! Veo que precisamente la chica tiene un agujero muy pequeño. – se sorprende Pancracio, sin dejar de grabar.

Al oír eso, mi novia, muy excitada, emite más flujo. Don Félix se da cuenta: – Oh, pero… te excita la idea que te pongamos un tapón en el culo, verdad?

– No, no… yo…

– A ver, lo estás deseando, verdad? Quieres el tapón en tu ano?

– No, yo no… – pero el chorro de sus jugos desmienten sus palabras.

– Has visto lo grande que es?

Mi novia abre los ojos, mostrando mucho deseo, y afirma con la cabeza.

– Lo quieres o no? Serás golfa!

– Es que… tengo el culo muy caliente… me pica de deseo!

– Pero tú no quieres seguir virgen hasta el matrimonio? – le pregunta don Jorge, admirando el culo en pompa que muestra a todos.

– Bueno, técnicamente, meterle un plug de esos por el culo no querría decir que la chica deja de ser virgen. – explica el joven cliente, sorbiendo los pechos de mi novia con fruición.

– Sí – dice ella, ardiendo de deseo – si me meten el plug anal, seguiré siendo virgen y fiel a mi querido novio. Métanmelo, metánmelo!

– Bueno, diablillo, te lo meteremos si nos lo pides bien. – dice don Félix. Graba, graba, Pancracio.

– Por favor, señores, me pueden enchufar el plug?

– Dónde? Por qué, hija? Grábala, Pancracio!

– Caballeros, me arde el culo de deseo, me pueden por favor meterme el plug por el ano?

– Así, sí, buena chica. Grábale el culo, Pancracio. A ver, Gonzalvo…

– Lo tiene muy pequeño, ya digo. A ver… No, no se puede…

– Sí, sí, mirad! – dice mi novia recogiendo flujo de su vagina, metiéndoselo en el ano y, con las dos manos, abriendo su agujerito.

– Oh, sí, a ver, ahora… oh, le entra perfectamente hasta la mitad… pero la parte más gruesa, no!

– Sí, sí – dice ella empujando el tapón hasta el fondo.

– Oh, le ha entrado entero! Se lo ha tragado todo!

Los cinco hombres aplauden sorprendidos. Ella se pone de pie y se pasea ante ellos, voluptuosa y sexy, mostrando todas sus tetas al aire, muy hermosas y coloraditas por los bofetones y la succión del cliente joven, y, al darles la espalda, prácticamente no pueden ni ver el plug entre sus nalgas enrojecidas, totalmente metido en el culo de mi novia.

– Hija, no dejas de sorprenderme! – sonríe admirada Pilar.

– Son las circunstancias, yo no quería, ya sabe. – se avergüenza.

– Mira, Virginia, un último deseo! Juan siempre presume de ti, y la verdad es que no me extraña, porque eres muy guapa!

– Gracias, y quiero mucho a mi novio!

– Sí, sí, ya. Mira: pruébate otro disfraz para nosotros, de acuerdo?

– No, no, ya está bien!

– Oye, chica, nosotros nos hemos portado muy bien contigo, no?

– Sí, han sido amables, la verdad.

– Venga, pues pruébate el disfraz de bombera sexy, venga! Y no te quites el tapón, eh?

– No, eso no! Hum! Que me da mucho placer en el culo!

– Te gusta, eh? Mira, ven! Ven! – dice don Félix. Te ayudamos a disfrazarte de bombera, entre todos.

Empiezan a desvestir a mi novia y enseguida la tienen completamente desnuda, sólo con el plug en el ano. Lo primero que le ponen es un sostén azul marino, tan pequeño que sólo le cubre los pezones, mostrando los pechos por debajo, por los lados y por arriba. La verdad es que le quedan muy sexys. Luego le ponen la falda, también azul y muy cortita, y un liguero amarillo, a modo de arnés. No le ponen las braguitas para poder disfrutar de la vista de su sexo y de su culo con el tapón, pero sí un divertido casco de bombero. Ella se pasea ante todos contorneándose eróticamente. Pancracio no para de grabarla. Todos aplauden.

– Pero señorita, y la manguera? Este disfraz no queda completo sin manguera!

– Bueno, así es el disfraz, señores. – responde la dependienta.

– Y eso de ahí, qué es? – pregunta don Félix – Parece una manguera, no?

– No, no, que va! Eso es un dildo, muy largo y flexible.

– Y muy grueso! – se le escapa sorprendida a mi novia.

– Uy, Virginia! Creo que te hace gracia esa manguera para tu disfraz de bombera, no?

– Bueno, es que… claro… quedaría mejor acabado…

– Oh, pero, mirad! Ya vuelve a mojarse!

– Bueno, es que pienso que… me quedaría muy bien!

– Pues nada, nada! Pídelo bien y lo compramos.

– Me gustaría ese… ese dildo.

– A ver, a ver, pídelo bien claramente, si no, nada. Grábala, Pancracio!

– Caballeros, podrían ustedes darme ese consolador tan largo y grueso?

– Para qué, bombera putita? Dónde lo quieres? Pídelo bien! Y mira a la cámara!

– Vale, de acuerdo! – mi novia se acaricia los pechos y descubre sus aureolas y sus pezones a la cámara. – Por favor, caballeros, soy una bombera muy caliente, estoy muy excitada, ven? – se sube todavía más la faldita ya de por sí muy corta, muestra el culo con el plug insertado, luego su sexo, lo abre y enseña que está empapado, mira a la cámara con cara inocente – Por favor, esta bombera putita necesito una manguera en su coño, que está ardiendo!

– Oh, sí, muy bien, muy bien! – aplauden todos y complacen a mi novia, ensartándole una buena parte del consolador en su vagina hasta que explota en gritos, suspiros y gemidos por su gran orgasmo.

– Ah, oh, qué bien, que gusto, ay, ah, hum!

Los hombres están extasiados ante la imagen de mi Virginia: con el plug en el culo y un gran consolador en la vagina, completamente abierta de piernas, con cara pícara y llena de deseo y de placer, mostrándoles además los pechos y toda mojada por sus constantes emisiones de flujo. Mis cuatro empleados se sacan sus miembros viriles y le muestran que están muy empinados. Ella les hace un gesto con la mano, para que se acerquen y ellos, sin dudarlo y sin poder resistir más, eyaculan sobre mi novia, dejándole llena de semen, especialmente la cara. Ella se relame intentando no perder ni una gota de la leche de mis empleados. Mira al joven cliente y dice:

– Y tú? No tienes nada para mí, guapo?

– Sí, sí, estoy deseándolo!

– Pues ven, hombre! A qué esperas?

El joven se saca su pene y ella exclama: – Oh, esto sí que es una buena manguera! Ven, ven!

El joven sólo desea llenar de semen las tetas de mi novia y, en unos segundos, lo consigue en abundancia.

– Oh, qué caliente está la lechecita de tu manguera, guapo! Hum! – ella recoge y se traga el semen de sus tetas – Y que sabrosa!

Mis cuatro empleados cogen un disfraz de colegiala, desnudan a mi novia, aún sin quitarle ni el tapón ni el consolador, y le ponen una faldita corta de cuadros, una blusita blanca de tres tallas menos, unas medias blancas hasta la rodilla, una corbatita y un lacito para el pelo. Ella, muy excitada, se deja hacer. La voltean y, en el regazo de don Félix, vuelven a azotarla, suavemente:

– Has sido muy mala, niña! Y te mereces un castigo de tus profesores! – dice don Félix mientras le abofetea las nalgas.

– Sí, he sido mala y me merezco el castigo.

– Sí, eres una putita caliente y cerda!

– Sí, estoy muy caliente, ay, sí, ay!

– Oh, pero si vuelves a rezumar, aún con el consolador y todo!

– Es que estoy muy caliente, vuestro castigo me da morbo, ay!

Gonzalvo le sube la faldita, le quita el plug y, aprovechando su culo tan abierto, la penetra analmente de golpe.

– Ay, ua! Por favor, que quiero seguir virgen! Ay!

– Bueno, por eso no te preocupes! Darte por el culo no significa que pierdas la virginidad! – la tranquiliza don Félix.

– Sí, es verdad! Ay, ua! – grita mi novia mientras Gonzalvo la encula salvajemente, con pasión.

– Oh, la chica me está poniendo perdido con su jugo! – exclama don Félix.

– Ay, es que me voy, me voy! – grita Virginia ante el bombeo anal y su nuevo orgasmo.

– Señorita, por favor, acérqueme eso de ahí, eso, sí, qué es?- dice don Félix.

– Eso de allí de color rosa? Es un consolador XL doble penetración, con masaje de clítoris.

– Deme, deme! Así, a ver! – don Félix penetra a mi novia con el nuevo consolador, aún con el otro dentro y  ve que tiene una parte que masajea el clítoris de mi novia. Ella responde con más gemidos de placer. El otro extremo del consolador es para el ano. Don Félix intenta penetrarla junto al pene de Gonzalvo. Cuando ella se da cuenta, coge la punta y, con la ayuda de la otra mano abre más su ano, la ensarta con facilidad. Don Félix mueve el consolador en el clítoris de mi novia, en su vagina y en su culo. Pancracio deja que el móvil grabe automáticamente, arranca los botones de la blusita de Virginia, y le ensarta su pene entre los pechos. Al verlos desnudos, el cliente joven los chupa con deseo y placer.

Don Jorge ve entonces a doña Pilar masajeándose su sexo y, muy amable, le sube la falda, le baja las bragas, totalmente mojadas y la penetra con fuerza, metiéndole varios dedos en el culo.

– Oh, gracias, caballero, ya no podía más!

– Pero que guarra es usted también, señora!

– No lo sabe usted bien, caballero! Métemela toda, toda! Ay, ay, que ya me viene, ya me viene, siga, siga, así! Ah, ah! Ya, ya! El culo, el culo… métame más dedos ahí, por favor, por favor, sí, sí, así! Ah! Hum!

Mientras, la dependienta también se suma a la fiesta. Se arremanga el vestido ceñido, muestra a todos que no usa bragas y se sienta encima del pene de don Félix. Éste la huele y la besa en el cuello y la folla con pasión, sin dejar de dar placer a mi novia con el consolador doble. La dependienta enseguida disfruta de un orgasmo que acaba de mojar completamente a don Félix. Este, ante tanta excitación, deja de penetrar a la chica y dirige la punta del pene hacia mi novia:

– Colegiala traviesa, toma, toma! – y eyacula en el pubis de Virginia.

Gonzalvo saca el pene del culo de mi novia, aún con uno de los extremos del doble consolador, y eyacula en sus nalgas. El cliente joven, excitado por mamar los pechos de mi Virginia, también experimenta un orgasmo y le vuelve a llenar las tetas de leche, al igual que Pancracio, que le eyacula en la cara, aún con el pene entre sus pechos.

Don Jorge deja satisfecha a doña Pilar y se acerca a mi novia. Ella le dice que sí con la cabeza y él le lanza todo su semen a su cara. Ella sonríe como una colegiala traviesa y satisfecha.

– Aquí no atiende nadie? Oh, pero… que veo! Mirad! Vaya servicio que tiene este sex shop! Inmejorable! – dice un chico de unos veinte años, que Virginia conoce del barrio.

– Sí, vaya pasada! – dice uno de sus seis compañeros. – Veo que aquí se pueden probar los productos! Eso está muy bien.

Virginia intenta no mirar a los recién llegados, porque son vecinos más o menos conocidos. Ellos alucinan al ver a mi novia disfrazada de colegiala, con la blusita rasgada y mostrando los bonitos pechos, con la faldita en la cintura y con dos consoladores en la vagina y uno de ellos también en el culo. Y toda llena de semen, especialmente en la cara, los pechos, el culo y el pubis. Además, una señora algo mayor espatarrada enseñando su vulva y la dependienta con el vestido arremangado y sin bragas.

– Bueno, digamos que hoy hay un servicio especial. – sonríe la dependienta.

– Sí, chicos, aprovechad! – dice don Félix. – Hoy tenemos aquí a esta señorita que deja probar todos los productos, verdad Virginia?

– Eh, yo… bueno… no…

– Oh, pero si tú eres… la novia de Juan!

– No, esto…

– Sí, eres Virginia! Oh! Vaya! Hace años que sueño con verte desnuda! Oh! Y ahora aquí! Oh!

– Claro, ahora te conozco! Eres la vecinita remilgada! Vaya, pues quién lo diría viéndote así!

– Bueno, chicos, no perdamos el tiempo. Mira, Virginia, disfrázate para estos muchachos tan guapos! – dice don Félix.

– No, yo debo irme, ya. Verdad, doña Pilar?

– Irnos? No, no hay prisa. No te preocupes por la tienda de moda. Ya la habrán abierto sin nosotras. – contesta Pilar, relamiéndose al ver a tantos chicos jóvenes y guapos.

– No, pero… me debo marchar – exclama Virginia sacándose el consolador doble del culo, cosa que admira a todos al ver tan abierto su ano.

– Oiga, Virginia – dice la dependienta – no vas a decepcionar a estos clientes, verdad?

– No son mis clientes! Ellos me conocen y conocen a Juan! – se queja mi novia sacándose los dos consoladores de la vagina, que descubre a todos muy abierta, sonrosada y mojada.

– Oíd, chicos, no vais a contar nada a Juan, es cierto? – les pregunta don Félix.

– Sí, sí, claro que se lo vamos a contar. Que su novia es una exhibicionista, que se muestra desnuda ante todos! Vaya putita!

– No, no, tranquilos. Si ella se porta bien y es obediente, la vais a perdonar?

– Se tendría que portar muy bien!

– Sí, muy bien con nosotros!

– Para empezar, queremos que la chica se disfrace de sirvienta, de chacha, y se pasee ante todos!

– Bueno, si es solo eso… – dice mi novia, viendo el bonito y pequeñísimo disfraz de criada.

Entre todos le quitan la ropita de colegiala y, totalmente desnuda, empiezan por la cofia, luego un vestidito minúsculo negro, por el que sobresalen casi todos sus pechos, mostrando un poco de aureola por encima, con un delantal blanco, y unas medias negras hasta la rodilla. Terminan por ponerle un pequeñísimo tanguita blanco. Ella se contornea ante todos. Alguno le pellizca el culo y Gonzalvo, más atrevido, le aparta el hilillo del tanga y le introduce un gran plug  en el culo, todavía muy abierto y lubricado. Todos los hombres aplauden y ella les da la espalda, se inclina un poco y muestra a todos su culo con el tapón XL insertado. Mis cuatro empleados, el cliente joven y los siete chicos están muy excitados y se sacan sus miembros viriles. Mi novia abre los ojos con admiración ante tantos penes, tan variados de forma y tamaño, y nota que de nuevo empieza a mojarse mucho.

La dependienta y doña Pilar están también muy excitadas y, para no perder la oportunidad, se suben el vestido, dan la espalda a los hombres, se inclinan, se ponen en pompa y les muestran a todos su sexo excitado y su culo, muy abierto en el caso de doña Pilar. Don Jorge las ve muy apetecibles y agarra  un par de consoladores en forma de pene y se los introduce de golpe en la vagina. Don Félix y Pancracio se acercan a ellas y, aun mirando a mi novia, las enculan en un momento. Don Jorge ve que el culo de la jefa de mi novia está muy abierto y junta su pene al de Pancracio en una doble penetración anal. Gonzalvo va hacia las dos mujeres y les baja el vestido para ver sus sostenes. Los grandes pechos de Pilar se intuyen rotundos. Enseguida el cliente joven se acerca a la señora y le saca los pechos del sostén, admirándose de su tamaño, sus grandes aureolas y sus apetecibles pezones. Ella sonríe agradecida y se los ofrece generosamente. Él no se hace de rogar y sorbe uno con fruición. El otro se lo chupa excitado Gonzalvo. Los siete chicos van hacia las dos mujeres y arrancan el sostén de la dependienta que muestra unos pechos más pequeños, pero muy bonitos y sexys. Los siete besan y lamen a la dependienta, especialmente sus pechos, mientras don Félix le da por el culo.

Al ver a las dos mujeres tan amadas, enculadas, una doblemente, con un consolador cada una y llenas de besos y caricias, mi novia, muy caliente y húmeda, siente algo soledad, de tristeza y celos. Se acerca a la escena y también se pone en pompa, subiéndose la falda hasta la cintura y terminando de sacarse los pechos por encima del vestidito de sirvienta. Al ver que todavía no le hacen caso, se quita el minúsculo tanga. Muestra a todos su sexo completamente depilado, húmedo y abierto, con el gran plug en el culo. Todos los hombres la miran ardiendo de deseo y ella empieza a masajearse el clítoris, mojándose todavía más. Coge un gran vibrador con forma de pene, lo pone en marcha y empieza a jugar con él en su sexo. Incluso lo acerca a su culo, aún con el gran plug dentro, y lo introduce algunos centímetros. No cesa de emitir jugo y más jugo. Todos la miran y se relamen. Doña Pilar experimenta un fuerte orgasmo y mi novia todavía se siente más sola. Pero enseguida, don Jorge y Pancracio dejan de encular a la señora y, muy excitados, quitan el tapón anal de Virginia y la dan por culo; en un momento eyaculan en las entrañas de mi chica que ante tanto amor y calor disfruta de un gran orgasmo.

– Ah, oh, ay, ah, hum, gracias por darme por el culo, ay, don Jorge, hum, Pancracio, qué bueno!

La dependienta también empieza un concierto de gemidos y suspiros al tener un orgasmo. Cuando ya está satisfecha, don Félix, muy excitado y deseando follar a Virginia, aparta el pene del culo de la dependienta y lo junta al de don Jorge y Pancracio en el ano de mi novia:

– Ah, hum, esto es demasiado, gracias! – chilla en un nuevo orgasmo, muy feliz y agradecida.

– De nada, sirvienta puta, ay, ah… puta, puta, ah! – grita don Félix mientras eyacula en el culo de Virginia.

El dependiente joven deja el pecho de doña Pilar y, a punto de correrse, va hacia mi novia y aprovechando que tiene el culo tan abierto y mojado por la anterior follada conjunta de tres penes, la ensarta en un momento, con mucha facilidad. Al ver que tiene su ano tan abierto, el joven coge un vibrador y se lo introduce junto a su pene. Ella no soporta tanto placer y tiene un exuberante orgasmo. Él, al estar tan a gusto en su culo, enseguida eyacula dentro de mi novia.

– Gracias, ah, hum, guapo, que leche tan caliente, ah, hum, en mi culo, ay!

Los siete chicos del barrio de Virginia enculan por turnos a la dependienta y a doña Pilar, que no cesan de tener orgasmos, y cuando ellos ven que están a punto de eyacular, van a dar por culo a mi novia y a llenárselo todavía más de semen. Ella no para de tener más y más orgasmos, de gemir, suspirar y gritar de placer.

Más tarde, mi novia se disfraza de policía, aunque es ella la que es esposada, y todos, de dos en dos y de tres en tres le van dando por el culo, aunque esta vez eyaculan en su cara. Ella no puede estar más agradecida.

Después, Virginia se viste de Blancanieves, con una falda muy corta y sin braguitas, con casi todo el pecho por encima de un minúsculo y apretado corpiño, mientras doña Pilar se disfraza de madrastra. La señora chupa el pene a los siete enanitos, al príncipe y al resto de la corte y cuando ya se les empina, follan con una de las damas de la corte, en realidad la dependienta. Pero con quien arden en deseos de hacer el amor es con Blancanieves que les espera, abierta de piernas y con dos tapones anales, dejándoles claro que su vagina arde y muere de ganas que la penetren como más penes mejor. Ante tanta humedad y abertura, consiguen follarla tres de los chicos a la vez. Todos los hombres, bien calentados por la madrastra y la cortesana, eyaculan en la vagina de mi Virginia. Ella no para de sentir más y más orgasmos, de chillar de placer, de agradecer tanto gusto y atenciones.

La cosa se complica cuando entran dos clientes más, de avanzada edad, y, todavía más, cuando llegan dos amigos del padre de Juan. Pero no van a contar nada a cambio que Virginia se disfrace de SuperWoman, con peluca rubia, el vestidito azul, minúsculo, con mucho escote para que se le vea el pecho por arriba y los lados, falda muy corta y con un tanga microscópico, y les deje hacer una buena cubana con mamada final y tragarse todo su semen, cosa que ella hace con gusto y agradecimiento. Todos los hombres aprovechan para follar la boca de mi novia SuperWoman, mientras juegan en su coño y su culo con un doble consolador muy largo y flexible. En un momento, casi no se ve el consolador al tenerlo tan metido en el sexo y ano de Virginia, que disfruta de un multiorgasmo constante.

El disfraz de Mamá Noel complace a todos los hombres y pugnan por ser los primeros en follar a mi novia, pero se organizan bien y consiguen hacer dobles penetraciones y alguna que otra triple penetración. Los dos clientes de avanzada edad tienen dificultades pero la jefa de mi novia y la dependienta les hacen buenas mamadas para que estén a punto de follar con Mamá Noel. Todos, de uno en uno, de dos en dos e, incluso, de tres en tres, eyaculan en la vagina de Virginia, que derrama mucho semen; al darse cuenta, lo recoge con sus manos y se lo bebe con gusto.

Tiene mucho éxito el disfraz de holandesa, con casi todo el pecho fuera y una falda cortísima. Este disfraz proporciona muchos orgasmos a Virginia.

El disfraz de Eva en el paraíso, sólo con una hoja tapándole el sexo y dos hojas ocultando sus pezones es irresistible para los hombres que rocían a mi novia con todo el esperma que les queda. Ella les responde con una gran eyaculación vaginal. Todos los hombres la aplauden, mojados por los jugos de mi novia, satisfechos y extenuados. Ella, les agradece tanta amabilidad lanzándoles besos.

Al terminar, aunque cansados, los hombres quisieron jugar aún más con mi novia y no le dejaron salir de la tienda con su ropa. Ella tuvo que vestirse con un disfraz de animadora, lógicamente con un vestido puy pequeño, con la falda muy corta y con un microtanga. Y con un gran plug insertado en el ano. Y, eso sí, con dos pompones. Ella se preocupó y se enfadó un poco pero la verdad es que la excitó y humedeció tener que ir unas cuantas calles vestida así, hasta su casa, siendo observada, y admirada, por todos los que se cruzaban con ella y pensar que, cuando la miraban por detrás, casi seguro que veían el tapón en su culo. Pero no tuvo más remedio que obedecer a mis empleados, todavía con ganas de vengarse de mí, y la verdad, es que le daba morbo ir exhibiéndose ante tantos desconocidos por la calle, admirados y sorprendidos.

Cuando me encontré luego con mi Virginia, ya vestía normal, aunque con el plug anal insertado en el culo, bajo las braguitas, porque le había encontrado gusto y no se lo quiso quitar. Ella no me contó que había gastado mucho dinero en el sex shop. A cambio de su silencio y de no mostrarme ni las fotos ni el video, los hombres no pagaron nada y ella tuvo que desembolsar una gran cantidad para tantos disfraces y artilugios varios. Lo único que me dijo fue:

– Verás, Juan, cuando nos casemos qué sorpresas vas a tener!

– Qué sorpresas? De qué?

– Ahora no te lo diré. Tú ya verás!

– Ya tengo ganas, Virginia! Me muero de ganas!

– Sí, Juan, yo también! Te quiero, amor!

– Te quiero, cielo!

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