Así fue como me convertí en la zorra de mi tío

Era Octubre 14, el cielo estaba oscuro y una tormenta se avecinaba. Mi madre trabajaba como forense en un hospital a unas 4 horas de la casa. Vivíamos solas. Ese día, mi madre se tuvo que ir rápidamente al hospital, ya que había recibido una llamada de urgencia. Como no tenía nada que hacer, me vestí con un pequeño short que apenas cubría mi cola, la cual era paradita y firme. Me puse una camisa corta, la cual hacía que mis pechos grandes y bien formados, resaltaran. Mi cuerpo siempre me había gustado, mi cintura pequeña, mi largo cabello, mis piernas largas y mis senos y cola paraditos. Siempre robaba suspiros a los hombres de mi barrio, incluso recibía propuestas de sexo casual, algunas las aceptaba y otras simplemente las rechazaba. A mis 18 años, era una experta en sexo. Nunca me gustaron los hombres de mi edad, siempre me gustaban de 30 años en adelante, eran más expertos.

El timbre de casa sonó. Por un momento pensé que sería mi madre, pero al abrir la puerta me di cuenta que no era así.

– Hola tío, mi mamá no está en la casa – saludé

– No sobrina, vengo a cuidarte, tu mamá me dijo que tardaría un poco y me pidió el favor – me respondió mientras veía mi cuerpo. Aquello me causó incomodidad, pero no presté atención a eso. Lo hice pasar y en unos minutos estábamos viendo una película en la sala.

Ya había pasado 2 horas entre risas y platicas divertidas, cuando sonó el teléfono. Mi tío contestó. Por lo que deduje, hablaba con mi mamá.

– Era mi mamá? – pregunte en cuanto colgó.

– Si, era ella. Dice que pasará la noche en el hospital ya que la tormenta está muy fuerte.

Y en efecto, así era. La lluvia caía muy fuerte, y los relámpagos la acompañan.

Nos vimos un par de películas más, hasta que nos dio hambre.

– No te preocupes, yo preparo algo rápido tu espera aquí – dijo mi tío mientras se dirigía a la cocina.

Me quedé en la sala buscando nuestra próxima película. Pasados al rededor de 5 minutos, mi tío llegó con 4 sándwiches y 2 vasos de refresco. Comimos entre risas por la película. Mi tío me miraba raramente, como si quisiera decir algo pero no se atrevía.

Eran casi las 10 de la noche cuando decidimos ir a dormir. La tormenta aún no terminaba, incluso era más fuerte. El ruido de la lluvia era tan fuerte, que incluso si gritabas, nadie podía oír.

Cuando trate de levantarme, un mareo repentino me hizo sentar de nuevo. Todo a mi alrededor empezaba a dar vueltas, sentía mi cuerpo adormecido.

– Que pasa preciosa? No te puedes mover? – dijo mi tío riendo

– No tío, no puedo

– Eso es por levantarte muy rápido, ven te ayudo a ir a tu cuarto.

Agradecí el gesto. Mi tío pasó una mano por mi cintura, y puso mi brazo sobre su cuello. La mano que inicialmente tocaba mi cintura, ahora subía hacia mis senos.

– Tío, que le pasa? No me toque así – dije tratando te apartarme, pero era imposible.

Mi tío no dijo nada, seguía tocando mis senos y ahora también mi cola. Trataba con todas mis fuerzas de hacer algún movimiento, pero me era imposible. Cuando llegamos a mi cuarto, me tiró de espaldas sobre la cama.

– Que rica estas mi amor, estas bien buena – dijo mi tío mientras tocaba mis muslos.

– Tío déjeme, no me haga esto por favor – a este punto mis lágrimas amenazaban con salir.

El simplemente se reía. Sacó su celular y empezó a grabar, lo dejó sobre mi repisa, de modo que todo lo que pasaba en la cama, el celular lo grababa.

Se posicionó sobre mi, y de un jalón, me desprendió de mi camisa. Empezó a manosear mis senos sobre el brasier. Besaba mi cuello y parte descubierta de mis senos. Bajo sus labios a mi ombligo y después a mi short. Con cuidado lo desabrochó, retirandomelo junto con mi ropa interior.

– Que rica vagina tienes mi bebé, depiladita como me gusta – dijo mientras pasaba sus dedos por esta.

Yo gritaba con todas mis fuerzas pero era imposible que alguien me escuchara, por el sonido de la lluvia.

Mi tío bajó su boca a mi vagina, abriendo mis piernas, dejándola expuesta para él. Las lágrimas empapaban mi rostro, y solo deseaba que terminase rápido. Pasó su lengua por mi vagina, pero se centró en lamer y chupar mi clitoris. Mi cuerpo estaba totalmente dormido, pero podía sentir los movimientos de su lengua.

– Esto te pasa por puta, crees que no me enteré que el otro día se la chupaste a mi compadre? Eres una puta, eres ahora mi puta – dijo mientras volvía a chupar mi vagina.

Pequeños espasmos empezaron a recorrer mi cuerpo. Y ya podía mover un poco mis brazos.

– Veo que el efecto de la droga que eché en tu bebida se está pasando – dijo el muy cabron mientras reía. Ahora conocía la causa de mi mareo y mi cuerpo adormecido.

Poco a poco fue cediendo. Los gemidos de mi parte no se hicieron esperar, el placer era mayor al asco. Mi espalda se arqueó para darle un poco más de acceso a mi vagina.

– Veo que ya lo estas disfrutando putita, así me gusta – dijo mientras retiraba mi brasier y besaba mis pezones rosas.

Los ruidos de placer eran música para sus oídos. Aunque no quería sentirme excitada, mi cuerpo me traicionaba. Empezó a masturbarme mientras seguía besando mis senos. Ya estaba a punto de venirme, cuando acercó su oído a mi boca.

– Di que eres mi puta.

Ninguna palabra salió de mi boca. Jamás diría que soy su puta.

– Lo vuelvo a repetir, di que eres mi puta

– Nunca – dije mientras mi respiración se aceleraba debido a los movimientos de sus dedos en mi vagina.

– Bien – dijo dejando de masturbarme, un quejido salió de mi boca – quiero que me supliques para que te penetre, que me ruegues que lo haga, o de lo contrario seré el único que disfrute y no te dejaré acabar – añadió mientras tomaba su celular y grababa mi cara.

La excitación era grande. Mi vagina necesitaba a sus dedos nuevamente, y deseaba aún más su pene.

– Soy tu puta, siempre seré tu puta. Necesito que me lo metas, quiero tu pene en mi vagina – dije con cara de niña buena y mordiendome el labio, sabiendo que eso lo exitaría aún más.

– Esta bien mi putita, te daré lo que me pides – dijo mientras ponía nuevamente el celular en la repisa. Se quitó los pantalones y la ropa interior, quedando desnudo. Pase saliva al ver su miembro, era de unos 25 cm aproximadamente y muy grueso.

Me vio con cara divertida, mientras me ordenaba chuparlo. Como buena puta, me arrodillé en la cama y empecé a disfrutar de aquel pene. Mientras lo chupaba, mi tío soltaba fuertes gemidos y me decía lo buena puta que era. Lo miré a los ojos y puse la cara más inocente, a lo que el no resistió más y me tiró a la cama. Posicionó su pene sobre mi mojada vagina y de una sola estocada, sus 25 centímetros penetraron mi cavidad vaginal. Un gemido de dolor salió de mis labios, sentí como las paredes de mi vagina se rasgaban. Mi tío salió completamente de mi, volviendo a meter su pene de un solo golpe. Sus movimientos eran continuos disfrutaba ser maltratada. Sus dedos se encargaban de mi clitoris, haciéndome gritar de placer.

– Soy tu puta, quiero ser siempre tu puta. Dame mas duro por favor, golpeame – dije, notando su expresión de asombro.

Como lo pedí, me dio una cachetada, para este punto, estaba llorando de placer. Se acostó sobre mi, sin dejar de penetrarme, y empezó a chupar mis pezones, que necesitan atención. Gemía en su oído, porque eso lo excitaba aun más. Incorporándose nuevamente, me tomó del cuello, ahorcandome. Era el mejor sexo de mi vida. Algunos segundos después, me puso en cuatro, penetrandome nuevamente. Se acostó sobre mi espalda, haciendo que mi vagina se cerrara con su pene adentro, lo cual me hacia chillar de placer. Me alzo un poco del cuello, y beso intensamente mis labios, accedí al beso. Se separó un poco de mi espalda, dejándome aún acostada, y empezó a darme nalgadas. Lo estaba disfrutando realmente. Gracias a la lluvia, los vecinos no escuchaban nada, así que podía gemir todo lo que quisiera. Las estocadas eran tan profundas, que todas tocaban mi punto dulce. Nuestros gemidos se hicieron más intensos. Mi interior se llenó de el semen de mi tío, mientras que mi vagina soltaba una corrida espectacular. Quedamos exhaustos. Toda la noche estuvimos cogiendo, me hacía gritar de placer, su pene era muy apetitoso. A la mañana siguiente se despidió de mi con un beso en los labios.

– Recuerda que eres mi putita – me dijo al oído, y luego se marchó.

Mi madre llegó una hora después. Pasada una semana, necesitaba consolarme. El recuerdo de la polla de mi tío, hacía que mi vagina empezara a botar sus juguitos. Buscando en paginas porno algún video para masturbarme, encontré uno. Mis ojos no podían creer lo que veían. Era el video que mi tío grabó cuando me cogio. El muy cabron había vendido mi video. Pero por alguna extraña razón no me molestó, disfrutaba el hecho de que más de 8000 personas hubiesen visto mi video, eso me excitaba aun más. Llame al número que aparecía al final de la página, quería trabajar allí.