Mi Atracción Por Los Ombligos Femeninos Es Mas Fuerte que ya no puedo evitar ponerme excitado de solo ver uno por la calle

Mi nombre es Suso y esta es un poco la historia de mi vida, y como desde siempre he tenido una atracción muy, muy fuerte por el ombligo femenino.

Desde muy pequeño he sentido una fuerte excitación por ellos, en especial y los que realmente me hacen perder la cabeza son los que sobresalen del abdomen han sido siempre mi obsesión hasta los treinta y tantos años que tengo en la actualidad, las experiencias que he tenido con las chicas que lo tienen así han sido muy excitantes y placenteras (sobre todo para ellas ) ya que muchas tienen una gran sensibilidad en este botoncito de carne, sobre todo durante el embarazo y es una zona muy erógena, con un buen masaje muchas llegan al orgasmo, pero a lo que vamos intentaré empezar por el principio desde que tengo uso de razón.

Más o menos que recuerde la primera experiencia que tuve fue en una localidad de Bcn donde vivía en una zona residencial con grandes edificios de muchas plantas, a esa edad mi pandilla de amigos era mixto de chicos y chicas, nos conocíamos todos desde muy pequeños por que vivíamos casi todos en el mismo bloque e íbamos al mismo colegio así que cuando salíamos a la calle a jugar nos íbamos llamando los unos a los otros desde los pisos de arriba hasta los de abajo, esto pasó con mi mejor amiga Gema, y fue jugando al escondite en el portal del edificio una tarde de verano con la pandilla, ella y yo siempre estábamos juntos por aquella época, aunque los demás no salieran a jugar nosotros si nos veíamos y salíamos a jugar a la calle los dos solos o nos quedábamos en su casa o en la mía, y todos se referían a nosotros como “la parejita”, fuimos lo más parecidos a ser novios, la recuerdo con su media melena morena al igual que sus ojos muy negros, su pequeña naricilla una cara muy pecosa y también era muy blanquita de piel, era muy finita de cuerpo y de carácter, por aquel entonces estaba convaleciente todavía de una operación de apendicitis y no podía correr ni hacer esfuerzos bruscos así que decidimos escondernos donde siempre, en nuestro rincón favorito donde hablábamos de nuestras cosas y nos perdíamos de todos, en el mismo bloque del último piso que ya daba a la azotea y no habían viviendas.

Subimos en el ascensor cuando llegamos arriba de todo nos sentamos en el pequeño rellano, ella se sentó con un poco de dificultad por que la herida todavía estaba cicatrizando y le tiraba un poco así que se estiró un poco hacia atrás y sacó del bolsillo de su pantalón corto un pañuelo de tela que llevaba lo humedeció un poco con saliva y se lo llevó a la cicatriz un poco morada de la operación para humedecerla un poco, levantó la camiseta dejándome ver su blanca tripilla – es que me pica un poco – dijo mientras se lo frotaba suavemente – ¿has visto lo que me han hecho? Me preguntó – y yo con la cara de tonto le dije que si, pero realmente estaba más pendiente de su ombligo que me resultaba más interesante, sobresalía de la tripilla ligeramente, dividido en dos partes, redondo como si estuviera forzado, era lo más excitante que había visto, yo apenas tenia nada de experiencias en el terreno sexual, pero empecé a experimentar un calor y un hormigueo en el estomago por no mencionar la erección que tenia desde que lo vi y eso era una cosa nueva para mi que hasta entonces ni siquiera me había masturbado nunca y hasta entonces no había asociado esta curiosidad al terreno sexual.

– ¿Qué te pasa? Te has quedado como atontado ¿te ha impresionado la cicatriz? – si, pero no la de la operación – le dije – puso cara de extrañeza y entonces se lo expliqué, – me refiero a tu ombligo – ah siempre a estado así, de pequeña lo tenia más salido e incluso mi madre me llevó al médico para ver si se podía hacer algo para que no sobresaliera tanto, pero le dijo que le diera tiempo, por que para operarlo siempre había tiempo. – Pues a mi me encanta – le dije – ¿no te duele cuando te rozas con la ropa o algo? – no, ya no, pero en la ducha cuando me lo froto me da como gustito –

Me contaba mientras que con lo dedos se lo tocaba, le pregunté si me dejaba tocarlo y me dijo que bueno, pero un poco cortada, entonces empecé a tocarlo y acariciarlo con la yema del dedo, no se cuanto tiempo estuve manoseándolo pero cuando levante la vista ella estaba con los ojos cerrados, mordiéndoseel labio inferior y con un precioso rubor en la cara (estaba preciosa), yo estaba muy excitado.

Al notar que paraba en mis caricias ella abrió los ojos, mojó un dedo en su boquita y siguió frotándose ella.

– Así me gusta más – dijo mientras seguía frotando suavemente el ombliguito.

– a ver déjame a mi – le dije, me mojé un dedo en la boca y seguí acariciándolo yo, cuando se secó la saliva seguí con la lengua, ella abrió los ojos pero no dijo nada, seguía mordiéndose el labio inferior y así estuve un rato hasta que me di cuenta de que se llevó una mano a su entrepierna y se frotaba levemente por encima del pantaloncito, – para, creo que se me ha escapado algo de pipi, me noto mojada – dijo mientras se palpaba la braguita por debajo del pantalón, – pero es como pegajoso, no es como el pipí – se lo llevó a la nariz – tampoco huele a pipi – me acerque para verlo y también me lo lleve a la nariz y después a la boca (no lo pude evitar, a esas alturas ya no era yo), sabia como a salado – a que sabe – preguntó – pues como a salado, pero a mi me gusta dije – puso cara de incrédula.

Entonces le metí la mano la en la rajita y palpé yo mismo, era verdad estaba muy mojada, entonces me dijo – eh ¿que haces? Guarro-mientras intentaba apartar mi mano pero sin mucha convicción, palpe la rajita y la note mojada, la frote con dedo medio metido y cesó en todo empeño de apartarme la mano de ella, notaba un fluido como viscoso pero instintivamente le seguí frotando la rajita hasta que en unos segundos empezó a convulsionarse violentamente, se le desencajó la cara y puso los ojos en blanco, yo me asusté un poco y le saqué la mano de entre las piernas, ella al cabo de unos segundos se recuperó y me dijo que había sentido como una descarga eléctrica pero que le había gustado mucho, entonces le dije que tenia que la mano pringada de sus flujos, mientras se la llevaba a la cara para que la viera, se acercó y se metió dos dedos míos en la boca para probarlo me dijo. Entonces reparé en que yo también estaba mojado de un pringue parecido además de la erección que tenia y palpé mi polla aún sin desarrollar del todo, saqué también la mano mojada de un líquido viscoso y transparente y le dije a Gema – a mí me pasa lo mismo – se lo enseñé, – ¿de donde sale esto? – preguntó – pues, de la punta de mi picha – le dije – me cogió el dedo y también lo chupó diciendo – y ¿sabe también igual? – es también como saladito – movía la cabeza como para vérmela por el pequeño resquicio de mi bragueta que dejaba mi otra mano.

Yo ya lanzado y viendo su curiosidad me la saqué desabrochando mi pantaloncito – así ¿que esto es un pito?-

Este apareció erguido y mojado de unas gotitas de liquido transparente que salían de la puntita de glande, yo necesitaba algo, pero no sabía lo que era – si quieres tócalo – le dije, ella medio dudando lo tocó levemente, luego lo abarcó entre sus dedos y me la empezó a frotar instintivamente subiendo y bajando la mano, yo me moría de gusto y al cabo de un momento empecé a lanzar chorros de leche como una fuente. Ella se apartó ligeramente, pero no dejó de mover la mano hasta que no acabé de lanzar chorros, casi me muero del gusto que sentí – esto debe ser el semen que dice mi hermana y que te deja embarazada cuando te lo echan dentro del chochito – mirando su mano y su antebrazo llenos de leche blanca y acercándoselo a la nariz dijo – ahora huele más fuerte y sacando un poquito la lengua lamió levemente su mano, – y sabe más a salado, me gusta.

Cuando acabó de curiosear la gran corrida sacó su pañuelo del bolsillo se limpió las manos y me limpió a mí la picha.

– pero sigo mojándome más – dijo mientras se palpaba por debajo de la braguita de algodón blanca ahora con el pantaloncito por las rodillas y sentada despatarrada en el escalón, me incorporé y me puse entre sus piernas, acerqué la cara para ver su vulva entre el hueco que deja a su mano entre la braguita y vi que tenia la tripilla y el ombligo roja, consecuencias de mis anteriores caricias, le había cogido el gusto a tocarse la rajita después de lo anterior y estaba otra vez con los ojos cerrados y suspirando – me volví a meter entre sus bragas y se las bajé hasta los tobillos con los pantalones, le abrí las piernas y me encontré con su tesoro ya rojo y sin un solo pelo, más tarde me contó que como solo le salían cuatro se los afeitaba por que le molestaban y no estaba acostumbrada a tenerlo vello, le aparté la mano y empecé explorarla con dos dedos míos y como había hecho antes con su ombliguito usé la lengua primero para absorber los flujos que había derramado anteriormente por los labios mayores y después de abrirle el conejito empecé a sorber y chupar dentro de su chochete, pengándole algún lengüetazo ocasional a su clítoris, cada vez que lo hacía se incorporaba del placer que sentía que casi le dolía.

Sentía mi boca llena de flujos y empecé a alternar su chocho con el ombligo de arriba abajo y entonces se corrió otra vez pero más intensamente que antes y entre espasmos y mordiéndose la mano para no gritar.

Esta fue la primera experiencia que recuerdo en el terreno sexual si os gusta seguiré narrando otras experiencias con Gema y otras mujeres que han pasado por mi vida, si alguna mujer se siente también atraída por el ombligo me podéis escribir para comentarlo e intercambiar historias.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *