Compartiendo a mi hermanito con mi mejor amiga

Mi hermano Juan se estaba duchando después de llegar a casa del colegio cuando escuchó que se abría la puerta del baño. Era yo.

Él había tenido mil veces la fantasía de ducharse conmigo, de ponerme el grifo del agua caliente en el coño y conseguir mi orgasmo sobándome las tetas.

Él trató de mirar a través del vidrio esmerilado de las puertas de la ducha, pero el champú le corrió por la cara y le entró en los ojos. Ser restregó con las manos mientras metía la cara bajo el chorro de agua, enjuagándose en un intento de lavar el jabón..

Su silueta confusa tras el cristal me proporcionaba en cierta forma el espectáculo que había ido a observar

«Maldita sea, ¡cómo escuece!», dijo Juan en voz alta.

Cerró el agua y abrió la puerta de la ducha, pero aún con los ojos cerrados, buscando a ciegas su toalla. Entonces su pene apareció magnífico ante mí. Era el primer pene que veía a tan corta distancia, mientras su mano palpaba la pared sin poder encontrarla.

“Tu toalla cayó al suelo; está más a la derecha.

Juan reconoció mi voz, tapándose con la mano el paquete, de forma instintiva. Era yo, Fabianna, su hermana de catorce años. ¿Qué estaba haciendo yo en el baño mientras él se duchaba? Se preguntó.

Juan tenía en esa época 18 años, tres más que yo.

Se inclinó y buscó a su derecha y encontró la toalla. Se puso de pie, dándome la espalda. Su culo siempre me ha gustado. Subió la toalla a la cara y se secó los ojos del jabón. Luego los abrió llorosos y con cierto escozor para verme allí sentada, tranquilamente sobre la tapa cerrada del inodoro, observándolo.

«Joder Fabi… estoy desnudo. ¿Qué haces aquí?».

«Sí, ya lo veo», respondí sonriendo.

No hice ningún movimiento para irme. Mis ojos viajaron desde arriba hasta debajo de su cuerpo mojado. Las gotitas sobre su piel. Era un festín para la vista. A sus diecisiete años estaba muy musculado y era enormemente atractivo.

Creo que desde siempre he estado perdidamente enamorada de él.

«¿Hay algo que pueda hacer por ti, Fabianna?»

«En realidad pues… ya lo estás haciendo «.

“¿Qué estoy haciendo… a que te refieres… que te pasa? Estás muy rara. Haz el favor de salir.

“Juan, nunca he visto un hombre desnudo. He pensado que tú tal vez quisieras…. Bueno, no sé cómo decirte. Si que he visto fotos y videos en Internet, pero nunca antes había visto a un hombre desnudo tan de cerca como te he visto ahora al abrir la mampara. Dije mirando al vientre de mi hermano en el que la mano sujetaba la toalla tapando sus genitales. Ver chicos desnudos en persona es mucho más interesantes que verlos en una pantalla plana”.

«Fabianna, creo que eres demasiado joven para estar interesada en mirar hombres desnudos».

«¿Muy joven? La mayoría de las chicas que conozco dicen que ya han visto a chicos desnudos… algunas afirman haber visto incluso sus erecciones. Varias chicas me han dicho haber tocado incluso la erección de un chico. Un par de las más aventureras me han contado historias que afirman que han ido mucho más allá de solo mirar y tocar la erección de un hombre también…ya me entiendes”.

“¿Chicas de tu edad? ¿De catorce años? ¿Qué se suponen que han hecho? ¿Acaso te han dicho que ya han practicado sexo con chicos?

Mientras Juan hablaba yo me imaginaba tocando su verga, sintiendo crecer aquella polla de 18 años.

O sentada en el pecho de mi hermano ofreciéndole el tierno coñito a su boca, mientras le masturbaba con la mano.

O tal vez pasándole un dedo por el capullo hinchado

O masturbándole hasta el orgasmo

Te está poniendo la verga dura mi relato, te la estas tocando ya?

Por favor intenta no correrte aún quiero contártelo entero, quiero ponerme más guarra y ponerte más caliente.

Mi hermano incrédulo me preguntó:

«¿Les crees?» dijo Juan mientras estaba parado allí goteando agua, sosteniendo la toalla frente a sus genitales, tapándose de las indiscretas miradas de su pequeña hermanita Fabianna. ¿De verdad crees que esas mocosas han hecho todo lo que te han dicho? Fue una completa sorpresa para Juan que yo, su hermana menor estuviera interesada en verlo desnudo. Se preguntó hasta dónde me permitiría llegar mi curiosidad por los hombres desnudos.

“Mi amiga Andrea dijo que podía ir a su casa si quería ver a un chico desnudo. Su hermano va desnudo por la casa todo el tiempo dice ella. Permanece desnudo incluso cuando ella está delante. E incluso cuando trae a sus amigas también. Dice que él se deja ver por ella y sus amigas. Y que lo vean masturbarse si le muestran sus tetas mientras lo hace”.

“Que deja que le masturbe hasta volcar la leche en su tripa”

Mi amiga dice que él le deja tocarle la polla mientras la masturba el coño

Incluso que le ha dejado chuparle el pene

Que tal vas? Ya imaginas que eres mi hermano y te estas tocando. Seguramente.

«¿Vas a aceptar su invitación e ir allí y ver a su hermano masturbarse? Ten cuidado que no se enteren papá y mamá de esas cosas. Pueden traerle problemas a ese chico»

“Le dije a Andrea que no creo que quisiera ver a su hermano masturbándose, ni tampoco verlo desnudo. Prefiero verte desnudo a ti Juan, mucho antes que el gordo vago del hermano de Andrea. Y que sepas que ella está de acuerdo conmigo, dijo que preferiría verte desnudo a ti también”.

Mi deseo de ver a un hombre desnudo había dejado a Juan totalmente pasmado. Tomó como un cumplido que yo y mi amiga quisieramos verlo desnudo. Su curiosidad se despertó. ¿Le estaría contando su hermanita pequeña que el hermano de Andrea dejaba que las chicas lo vieran masturbarse insinuando que quería verlo masturbándose? Pensó mi hermano.

«¿Así que viniste aquí solo para poder verme desnudo?»

“Solo me apetecía ver un chico desnudo. Y lo tengo en mi propia casa. Es a ti hermanito. ¿Me dejas verte sin la tolla tapándote?, ¿verdad? Siempre dijiste que podía preguntarte cualquier cosa sobre sexo y me dirías la verdad.

“No recuerdo que te haya dicho nada acerca de dejarte verme desnudo”, se rió Juan.

“Pensé que si te hubiera preguntado si podía verte desnudo, estoy bastante segura de que habrías dicho que sí. Así que vine aquí para preguntarte si me dejarías verte”,

Le devolví la sonrisa, imaginando como sería sentarse uno frente al otro y masturbarle hasta el orgasmo

O ponerle el coño en la boca y que Juan me lo lamiese

O masturbarle jugando con mis piececitos en sus testículos

“Jajaja. Ese es un argumento tonto, hermana”, se rió Juan, “pero dejaré que te salgas con la tuya esta vez, porque tienes razón. Si hubieras preguntado sobre si te dejaba verme desnudo, habría dicho que sí. Así que puedes ver mi cuerpo si quieres, realmente no me importa si miras. Pero hazme un favor, acércate a la puerta y no digas nada. Haré lo que normalmente hago. Voy a tener que tratar de actuar como si ni siquiera estuvieras aquí.

«¿Por qué tengo que quedarme junto a la puerta?» Pregunté enfadada, la puerta estaba demasiado lejos y yo le quería ver mucho más de cerca.

«Porque no puedo soportar estar tan cerca de tí, hermana, cuando estoy desnudo mejor guardar distancias o… algo podría pasar que no debe…tu no entiendes «.

«¡Okey!

Me levanté de un salto y corrí hacia la puerta del baño y me volví apoyando la espalda contra ella, sonreí y miré a mi hermano desnudo, que había tirado la toalla al suelo y me enseñaba su polla colgona, pero no flácida del todo.

Juan se paró en la ducha e hizo todo lo posible por tratar de ignorar el hecho de que su hermana pequeña, su Fabi pequeñita, yo, estaba mirando su cuerpo desnudo. Yo acababa de admitir que quería ver su erección

Se tomó su tiempo, sin mirarme, para que su hermanita pudiera ver bien su polla sin que se avergonzara de mirarlo.

Se secó el pecho, los brazos, el estómago y el área de la ingle. Me miiró; yo estaba mirando su pene amorcillado. Luego me dio la espalda y dejó la toalla sobre su hombro, agarró el otro extremo y balanceó la toalla de un lado a otro sobre su espalda. Luego se secó el trasero y los muslos y luego se dio la vuelta y me miró nuevamente. Salió de la ducha y puso un pie en el asiento del inodoro y se secó la espinilla y el pie y luego cambió y puso el otro pie en el asiento y se secó ese. Cuando volvió a poner el pie en el suelo y se dio la vuelta, se sorprendió al encontrarme de pie justo detrás de él.

“Lo siento, no era mi intención acercarme sigilosamente a ti, solo quería ver todo más de cerca”, miré a los ojos de Juan y luego volví a mirar su pene de inmediato, “por cierto, Juan; tienes un trasero muy bonito.

Le dije fantaseando con la idea de tocarle con la mano mientras besaba la cabeza del pene

de masturbarle en la ducha mientras nos besábamos en la boca

de mimar a lametones aquel capullo tremendo

Tal vez te estás tocando más ahora verdad?

Sigo?

si me humillais me pong cachonda y me mojo. Os lo juro

Eres mi lector y yo tu escritora. Imagino que estás poniéndote más y más cerdo. No creas que yo no me excito contándotelo. También me pongo muy guarra. Es por eso que escribo para excitarme excitándote a ti.

«Bueno, gracias hermana, me alegro de que te guste… Creo que si tengo un trasero bastante sexy. De verdad… ¿Me has mirado entes el trasero?»

“Siiiiiiiii. Cada vez que caminas por la casa usando solo tu ropa interior. ¿Y tú que opinas del mío?”. Le pregunté. ¿Nunca me has visto desnuda?

“No… Por mucho que he querido, nunca lo he hecho. Tal vez debería venir aquí la próxima vez que te estés duchando y preguntarte si puedo observarte mientras estás desnuda”, Juan me devolvió la sonrisa.

«Puedes si quieres… Estaría nerviosa, pero no me importaría si me vieras desnuda, si realmente quisieras».

“Ah, vamos, no lo dudes, hazlo hermana, me encantaría verte desnuda a mi también. Me encantaría ver esas tetitas sin formar tuyas, en ciernes y ese pequeño trasero bien formado”.

Juan me dio la espalda y arrojó su toalla sobre la puerta de la ducha y la extendió para que se secara y luego se giró hacia el espejo y comenzó a peinarse mientras miraba mi rostro en el espejo. Yo le miraba también a él.

Juan nunca había fantaseado conmigo, pero ahora comenzó a imaginarme de pie, abierta de piernas sobre el sofá del salón mientras yo me agachaba y le comía la verga el me comía todo el coñito.

Estaba comenzando a excitarse con aquel tipo de fantasías.

follándome con sus dedos mientras le besaba los testículos

o lengüeteando mi clit mientras le comía la polla en un 69

No sé si os dais cuenta de lo que me gusta que me digáis lo guarra que soy. Pero creo que sí

Se dio cuenta de que yo todavía estaba sonrojada, pero eso no impidió que mis ojos recorrieran su cuerpo de arriba abajo. Me hice a un lado para poder ver mejor su pene y sus testículos colgando.

Juan sintió una punzada en la polla. Él ya estaba cachondo y su hermana pequeña parada allí mirando su desnudez solo lo hacía aún más. Podía sentir que su pene comenzaba a crecer y sabía que iba a tener una erección y que no había nada que pudiera hacer para detenerlo. También sabía que no sería capaz de ocultarme su erección inminente, incluso si envolvía una toalla alrededor de su cintura, solo levantaría la toalla, así que simplemente se giró y me miró.

Mis ojos se abrieron como platos mientras miraba su pene. Podía ver que se alargaba y engordaba. Rápidamente miré a la cara de mi hermano, mientras fantaseaba con la idea de masturbarlo junto con mi mejor amiga

Me imaginé con mi hermano Juan tenso al punto del orgasmo mientras yo disfruta su dureza en la mano, a punto de correrse

Tal vez como te tengo ahora a ti. ¿Cierto?

“¿Estás… estás teniendo una erección? ¿Por qué tienes una erección?

“Porque mi hermanita pequeña está mirando mi polla. Por eso se me pone dura. Viniste aquí con la esperanza de ver algo más que solo mi cuerpo desnudo, ¿verdad? Viniste aquí con la esperanza de ver mi erección, ¿no es eso?

“No, en serio, Juan. Yo sólo quería verte desnuda la polla, pero esto es un regalo inesperado. ¿Así que te estás poniendo duro solo porque estoy aquí mirándote?

“Las chicas sexys tienen ese efecto en mí”.

«¿Crees que soy sexy?» Le pregunté.

“¿Ves lo rápido que mi polla se está poniendo dura? ¿Por qué crees que me estoy poniendo duro? Es porque eres una pequeña guarrita, sexy y que querías ver mi polla dura en realidad. No lo niegues.

Seguí mirando mientras la polla de mi hermano terminaba de ponerse completamente rígida y sobresalía en un ángulo de unos treinta grados con respecto a su cuerpo.

«¡GUAU! ¡Apuesto a que a Andrea le encantaría ver esto y poner sus manos en tu pene!

«¿Tú crees. Lo dices de verdad?»

«¡ sí! Ella dijo que sueña con hacer que la polla de un tipo eyacule esa cosa blanca de la misma manera que su hermano hace que se eyacule, pero dentro de su boca”

Aunque me dijo que lo que le gustaría es que lo hiciera sobre su boca y sobre la mía al mismo tiempo.

Mi hermano dijo:

“Tú podrías conseguir que me saliera a chorros, si quisierais, hermanita. Podría mostraros cómo lo hago”ofreció Juan descaradamente. Y yo no pude menos que imaginarme recibiendo su leche con la boca abierta.

Me sentía la hermana más golfa del mundo imaginado aquella escena

Entonces yo le dije a mi hermano:

“Creo que … preferiría ver a Andrea haciéndolo primero, si no te importa”, dije mientras apartaba la vista nerviosamente de la erección de Juan. Mis ojos estaban muy abiertos por la emoción. Respiré rápidamente por la boca abierta. Mis ojos seguían volviendo a la polla tiesa de Juan. Más y más imágenes en las que aquella polla de mi hermano y yo éramos protagonistas

Jugando a recoger y lamer la gotita que le estaba saliendo de la punta

Juan estaba excitándose a mil, por eso brotaba pre semen de su verga. Mientras trataba de persuadirme. Trató de persuadirme diciéndome que era algo que no podía perderme si no aprovechaba la oportunidad de oro de este momento.

«Está bien, si prefieres ver a Andrea… en lugar de hacerlo tú misma, supongo que debo respetar tus deseos».

Juan trató de convencerme mientras se alejaba de mi y se enfrentaba al espejo. Observó su reflejo. Podía ver la lucha por la que estaba pasando en mi rostro, la indecisión.

«¿Entonces te gustaría que Andrea intentara hacerte chorrear?» Pregunté pesada.

«Sí, supongo que sí. Lo disfrutaría más si lo hicieras tú Fabí. Pero si estás demasiado asustada y prefieres ver a tu amiga hacerlo, sí, supongo que dejaría que Andrea me lo hiciera si quieres. Pero aun así querrías mirar, ¿no?

“sí, eso sí. Yo quiero verlo. Pero creo que prefiero verlo a hacerlo la primera vez. Y tal vez más adelante no estaría tan asustada. Una vez que vea cómo lo hace ella y que pasa, tal vez yo también pueda hacerlo”.

Juan estaba perdiendo la esperanza de que en ese momento fura a pasar nada conmigo. Había esperado que yo, su hermana pequeña ,simplemente se acercara y agarrara su pene y comenzara a masturbarlo. Pero empezaba a parecerle que esta erección se iba a desperdiciar.

«Bueno, está bien, entonces, si así es como quieras». Dijo Juan haciendo ademán de vestirse.

“¿Supongo que ahora debería llamar a Andrea, no crees?”

“Está bien, pero debes asegurarte de que ella realmente quiera hacerme una paja. Asegúrate de que no esté inventando historias sobre su hermano masturbándose frente a ella y sus amigos para tratar de impresionarte”.

“No te lo he dicho, pero Andrea está aquí en casa. La dejé sola en mi cuarto para venir a espiarte en la ducha. Ella lo sabe. Se quedó riendo cuando vine”

“Andrea”, grité por el pasillo.

La cabeza de Juan se giró en dirección a la puerta del baño. Pensó que yo iba a llamar a Andrea para invitarla por teléfono. Solo hablaba en serio a medias acerca de dejar que Andrea lo masturbara; Era un medio farol. Todo para que yo lo hiciera. No tenía idea de que Andrea estaba actualmente en la casa.

Nadie me dice nada porque estais todos ocupando las manos en…. lo que imagino?

Andrea tardó unos diez segundos en aparecer en la puerta del baño.

“Juan quiere que me asegure de que realmente quieres hacerle una paja. Pero creo que solo quiere asegurarse de que no se lo digamos a nadie”, le dije a Andrea.

La cabeza de Andrea se volvió repentinamente mientras miraba a mi hermano, al otro lado del baño. Sus ojos se abrieron de par en par y su boca se abrió cuando vio que Juan estaba de pie, completamente desnudo con una enorme erección flotando en el aire, e imaginando su polla sobre mi coño, comida por ella.

os pone mas cachodos mi relato o que sean tan cerda?

Tímidamente mi amiga pasó junto a mí y siguió mirando la desnudez de Juan mientras se acercaba como una gata a él. Se detuvo frente a Juan y miró su erección.

“El tuyo …esto…tu pene es más grande que el de mi hermano”, Andrea miró a Juan con una mirada nerviosa y obviamente emocionada en su rostro, recordando la última vez que su hermano se había vaciado en su cara.

El hecho de que Andrea estuviera en la casa había pillado a Juan completamente desprevenido. Estaba tratando de hacer que su hermana jugara con su pene rígido y en realidad no se había tomado en serio la discusión de su hermana sobre Andrea. Fue vagamente interesante para él descubrir que Andrea vio a su hermano masturbarse. Solo estaba interesado en esa historia porque pensó que yo estaba usando al hermano de Andrea como coartada para intentar que él hiciera lo mismo pero con ella. Disfrutaría demostrándome eso a mí, si eso es lo que yo quería ver. Pero si Andrea realmente quisiera ver si podía masturbar a un chico y hacerlo correr, entonces síiiiiiiiiii, ¡él se ofrecería voluntario para eso! Y si yo, su hermana realmente quería ver a Andrea masturbarlo, eso le iba a gustar más.

Como lo haría aquella pequeña zorrita. Andrea tenía un año más que yo. Eso pensaba mi hermano imaginándola en plena faena

«¿Puedo tocarlo?» Pidió permiso Andrea mirando a Juan.

“Solo si usas ambas manos, Andrea. No quiero que solo lo toques; Quiero que lo sientas. Siente su forma, siente lo duro que ustedes dos me ponen la polla. Son muy zorras, lo saben verdad?

Andrea comenzó a respirar por la boca abierta mientras miraba la erección de Juan. Lentamente extendió ambas manos y comenzó a acariciar

Y Andreita masturbó a mi hermano Juan un buen rato con las dos manos. En medio de los bufidos y gemidos de él.

Juan miró hacia abajo las manos de Andrea mientras ella comenzaba a sopesar el tremendo falo. Sintió la forma de su pene, desde la cabeza hasta las bolas. Le apretó la polla, acarició su eje y le hizo cosquillas en la punta con las uñas. Sus manos se sentían fantásticas. Sus caricias estaban debilitando sus rodillas.

Yo me acerqué a Andrea y miré las manos de mi amiga jugando con la erección de Juan.

«Entonces, ¿ustedes dos quieren intentar hacer que me corra?» Preguntó mi hermano.

“Creo que puedo, pero no estoy segura”, confirmó Andrea.

Juan giró el cuerpo hacia mí.

“Deja que mi hermanita lo sienta ahora”, ofreció Juan.

Miré a mi hermano mientras se acercaba y su erección justo cuando Andrea apartaba las manos. Extendí la mano y con cuidado envolví mis dedos alrededor del eje de la polla de Juan mientras mi otra mano ahuecaba sus testículos en la palma.

“¿Sientes lo cálido que está, hermana? Apriétalo… siente lo duro que es.”

¡Cuántas veces me había corrido con el chorro del grifo de agua caliente sobre mi coño imaginando hacer lo que ahora hacía, agarrar la polla de Juan.

Encima el que Andrea estuviese mirando y ya le hubiese tocado la polla le daba mucho más morbo.

Acaricié la erección de mi hermano mientras respiraba superficialmente por la boca abierta. Cada vez que apretaba la erección de Juan; Juan suspiraba y se dejaba caer un poco más.

«¿Crees que Andrea puede hacerte chorrear tu leche?»

«Bueno… vamos todos a mi habitación y lo averiguaremos», sugirió Juan a pesar de que ya sabía la respuesta a esa pregunta. La pregunta más importante en su mente era cuánto tiempo podría aguantar correrse con dos niñas intentando hacerle volcar la leche.

También sabía que era bueno que su hermana hubiera dejado de apretar su polla porque si hubiera seguido así, habría descubierto lo rápido que sus manos lo habrían hecho correrse.

¿Llegaría el día en el que pudiese encular a su hermanita?

Juan agarró su toalla mojada de la puerta de la ducha y se la llevó con él mientras se giraba y se dirigía a la puerta del baño. Mientras se alejaba de mí y de mi amiga, notó que ninguna podía apartar la vista de su verga que rebotaba al andar. Las dos chicas lo seguimos por el pasillo susurrando entre nosotras, supuso que estábamos hablando de su trasero. Entró en su dormitorio, se acercó a su cama y se sentó.

Andrea lo siguió hasta su cama y cuando él se sentó, ella se arrodilló frente a él. Yo me detuve a medio metro de su cama y me limite a mirar.

“Ustedes quieren ver cómo me corro. Pero ¿y yo?, ¿qué puedo mirar yo mientras ustedes me miran a mí?”

Andrea inmediatamente comenzó a desabrocharse la blusa. Yo empecé a sacarme la blusa de los pantalones cortos y por encima de la cabeza. Juan no dijo nada mientras observaba y esperaba. Pronto ambas estábamos en topless.

“Las dos tenéis buenos senos, pero ¿saben lo que quiero ver incluso más que sus tetas? Soy un hombre de traseros. Estoy sentado aquí desnudo y creo que es justo que ustedes dos también se desnuden. ¿Qué tal si ustedes dos se quitan las bragas para que pueda ver sus hermosos culos y sus pequeños y apretados anos?

Nos sonrojamos mientras nos mirábamos. Andrea se rindió primero, se encogió de hombros, se puso de pie y comenzó a bajarse los pantalones cortos y los pantalones. Yo vacilé un momento y luego comencé a bajarme también los shorts y los pantalones. En menos de treinta segundos las dos chicas estábamos desnudas en el dormitorio de Juan.

Juan quería ver nuestros traeros. El de su hermanita y el mío. Ambos juntos y desnudos para él. Sus fantasias anales eran las más frecuentes. Dar por culo a una chica. ufffffffffff

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Juan miró los dos desnudos núbiles. Nunca antes había tenido a una chica desnuda en su dormitorio. Su pene palpitó al verlos. Se deslizó hacia atrás en su cama y se tumbó en el medio. Palmeó el costado de su cama indicando que quería que Andrea se acostara con él.

Le encogió las piernas y comenzó a lamerle el ano, mientras yo miraba incrédula

Andrea se subió a la cama y estiró su cuerpo desnudo solo a un lado de él, apoyó la cabeza en su pecho y extendió la mano y, sin pedir permiso, envolvió su puño alrededor de su erección. Juan suspiró con placer. Me hizo un gesto para que me acercara y me parara junto a la cama en el lado opuesto al de Andrea.

Andrea comenzó apretando primero el eje de Juan porque eso era lo que había visto que su hermano le hacía al suyo.

Hermanita. Me dijo ahora vamos a comernos a tu amiguita Andrea, tu le comes el ano y yo el coño

Mi amiga casi se viene al oir las disposiciones de Juan.

Cuando dejamos de lamer a Andreama, Juan deslizó su mano por la parte posterior de mi muslo y apretó una de mis nalgas desnudas. Mientras apretaba, acercó mi cuerpo a su boca.

Me besó el montículo de su coño. Me puse inmediatamente rígida pero no me aparte. Mientras él se demoraba allí besando mi montículo suavemente y acariciando en su rostro con mi vello púbico, me relajé. Supe lo que venía.

Jamás imaginé que me pudieran comer el coñito así de delicado. Y menos Juan mi hermano.

Me introdujo uno de sus dedos meintras lamía el clítoris. Miré a Andrea y se estaba dedicando fuertes masajes en su coño mirándonos

¡Me corro! Gritó mi hermano. Poneros las dos para recibir mi leche.

Jamás pensé que mis sueños con Juan y Andrea se fuesen a hacer realidad