Con el novio de mi amiga

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Muy buenas a todos,

Mi nombre es Dani y tengo 23 años. Lejos de parecer presumido me considero un chico guapo, moreno de ojos verdes con una sonrisa perfecta. De cuerpo soy de lo mas normalito: delgado pero fibroso como muchos chicos de mi edad.

Hace un mes que lo dejé con mi novia, con la que disfrutaba muchísimo del sexo casi a diario. Me dejó ella por un tío mucho más mayor que yo y esta circunstancia provoco que me invadiera el pesimismo y la depresión.

Mi buena amiga Laura intentaba animarme y consiguió sacarme de casa con la excusa de presentarme a su nuevo novio. Con este objetivo quedamos en la terraza de un bar para tomarnos unas birras con algo de picoteo. Era un buen plan y ambos consiguieron animarme. Marcos, que era como se llamaba el novio de Laura, era muy majo y extrovertido. Era más alto que yo, moreno también y tal vez incluso más guapo que yo (lo sé, no tengo abuela).

-Bueno, la semana que viene te vienes de fiesta con Marcos y conmigo. -dijo Laura.

-Bueno, ya veremos… -le contesté.

-No es una pregunta. Te vienes y punto. ¿Acaso no te has reído hoy?

-Si pero…

-Pues no se hable más. -sentenció ella.

Estuvimos un buen rato contando batallitas y nos despedimos recordando que nos íbamos a ver en 7 días. Esa semana la pasé con la tónica habitual, encerrado en mi cuarto en el más absoluto pesimismo aunque me fui animando conforme se acercaba la quedada.

Llegó el día y me acicalé con el objetivo de darme una alegría ese día. Marcos y Laura me recogieron y me presentaron a una pareja, Miriam y David, que nos iban a acompañar esa noche.

El plan era salir a cenar, tomar algo y empalmar en una discoteca cercana. La cena fue muy agradable, y también lo eran mis nuevos amigos que consiguieron que olvidase mis penurias.

-Bueno Dani, ¿vamos a tener que hacer de celestinos esta noche? -me preguntó Marcos durante la cena.

-Si por favor… Estoy que me subo por las paredes.

-¡Pero si hace nada que estás soltero! -me reprochó Laura.

-Ya joder, pero no se puede tener tanto durante tanto tiempo y luego cortarlo de raíz… Uno se acostumbra a ciertas cosas. -justifiqué yo.

-Bueno, no te preocupes que alguna golfa encontraremos. -dijo Marcos.

-¡Oye! Menos golfas y esta noche todos a bailar. -finalizó ella.

Tras la cena fuimos a un pequeño pub de al lado para empezar a animarnos con la ayuda del alcohol. Tanto cubata provocó que no cesara de ir al lavabo para mear y en una de mis visitas coincidí con Marcos. Ambos estábamos juntos en los meaderos de pared y, no sé por qué, tuve un impulso y dirigí mi mirada a su entrepierna. Tenía una buena polla, mas larga que la mía pero destacaba por su grosor. Seguramente debido al alcohol en sangre no aparté la vista durante un buen rato. No reaccioné hasta que se la empezó a sacudir y observé como me miraba con una dentada sonrisa.

-Buah tío, menuda llevo encima… -dije tratando de disimular.

-Pues esto sólo acaba de empezar. -dijo él.

La cosa se quedó ahí y yo decidí no seguir bebiendo. Llevaba una buena cantidad de alcohol circulando por mis venas y quería estar despejado. Mi principal objetivo para esa noche era quitarme la calentura que llevaba acumulando desde que me dejó mi ex.

La noche continuó y ya nos encontrábamos en la discoteca dispuestos a darlo todo. Le eché el ojo a muchas chicas que presentaban sus mejores y provocativas vestimentas. Tuve algún acercamiento con algunas aunque todas me rechazaban sin posibilidad de réplica. Marcos intentó liarme con alguna pero estas se hacían ilusiones con él y presentaban negativa cuando les explicaba que el estaba cogido pero yo no…

No era mi noche y lo único que había conseguido era calentarme con tantas chicas guapas y alcohol de por medio. Viendo que no iba a desfogarme esa noche decidí seguir bebiendo y Marcos intentó animarme diciéndome que la noche era muy larga y me pidió que lo acompañara al lavabo.

Tuvimos que hacer cola la cual avanzaba con excesiva lentitud. Por fin le tocó el turno a Marcos y el azar hizo que tuviera que mear en un inodoro dentro de un cubículo compuesto por paneles y una puerta.

-Vente conmigo, que sino vamos a estar toda la noche aquí.

Le hice caso y me metí con él. No eramos los primeros que lo hacían y no pasaba nada por mear al lado de un tío. Pasé yo primero y cerró la puerta tras de mi. Era un lugar estrecho y como pudimos nos sacamos nuestras pollas para mear en el mismo inodoro. De nuevo me quedé mirando la polla de Marcos.

-Te gusta, ¿eh? -dijo él.

-Joder, tienes que tener a Laura contenta.

-No recibo queja. Puedes tocarla si quieres.

Lo hice sin pensarlo y debo decir que se sentía enorme en mi mano, era la primera vez que agarraba la polla de otro hombre. Inconscientemente comencé a aplicar movimiento a mi mano y su rabo empezó a crecer. Estaba muy caliente, yo también me empalmé y tuve que masturbarme con la mano que tenía libre.

-Más rápido, no tenemos mucho tiempo… -susurró él.

Obedecí y aceleré el ritmo. Yo me corrí primero y el lo hizo poco después. La verdad es que soltó unos abundantes chorros que no había visto jamás. Me quedó algo de su semen en mi mano y al percatarse me dijo:

-Pruébalo.

-¿Qué dices? No soy gay…

No lo hice y me limpié con papel. Cuando nuestros bultos decayeron salimos para unirnos de nuevo con el grupo.

-¡Por fin! ¿Dónde estabais? -preguntó Laura.

-En la cola de los lavabos… Madre mía cuanto meón hay por aquí. Para la próxima meo en la calle, en cualquier esquina. -se justificó Marcos.

Los 4 se quedaron bailando y yo decidí darme un paseo por la discoteca para disttraerme y seguir bebiendo. Me moría de vergüenza por lo que había hecho y no me atrevía a mirarle a la cara a Marcos. Sabía que no había hecho nada malo, una paja entre colegas no era nada del otro mundo, pero me sentía muy incómodo al ser con un tío que acababa de conocer que además era el novio de mi amiga.

Al rato volví con el grupo y abracé a Laura.

-Eres una chica con suerte… ¡Con mucha suerte! -dije dominado por el alcohol.

-Madre mía vaya borrachera que llevas Dani… Marcos, ¿Puedes llevarlo a tu coche para que duerma la mona un rato? -solicitó ella.

-Sin problema. Vente tío.

Me abrió paso entre la muchedumbre y por fin conseguimos que nos diera el aire.

-No irás a vomitar, ¿no? -me preguntó.

-No no… Sólo necesitaba que me diera un poco el aire y acostarme un rato no me vendrá mal.

Me acompañó hasta su coche y me ayudó a meterme en los asientos traseros. Me metí de cabeza y me tumbé en posición fetal ocupando todo el ancho del vehículo. Tras acomodarme, Marcos cerró la puerta próxima a mis pies y pensé que la fiesta se había acabado para mi.

Me equivocaba. Nada mas cerrarse una puerta se abrió la otra.

-Déjame algo de espacio, anda. -era Marcos que quería sentarse en un extremo.

Giró mi cuello para sentarse y mi cabeza quedó encima de su ombligo.

-¿Qué haces? -le pregunté.

-Hacerte compañía. No te vas a quedar aquí solo…

-Anda, vete… Te lo pasarás mejor con Laura y compañía.

-¿Tú crees?

Me volvió a apartar la cabeza pero esta vez para bajarse los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos.

-Me has demostrado que te gusta… Así que no te cortes. -me dijo.

-¿Sigues cachondo tras la descarga que has hecho dentro?

-Te sorprendería.

Cogí su flácida pero enorme polla y volví a aplicar el mismo movimiento que había hecho poco tiempo atrás.

-¿Ves? No te crece tan rápido esta vez… No estás cachondo. -dije yo.

-Dale unos besitos y verás.

-Ya te he dicho que no soy gay…

-Te mueres de ganas… Venga, no tienes ni que moverte.

La tenía frente a mi rostro, a escasos centímetros, podía incluso olerla. Yo también me había corrido escaso tiempo atrás pero mi sequía hasta entonces mezclada con el alcohol y el morbo de la situación, provocaron que la acercara a mi boca.

Comencé dándole cerrados besos a lo largo de su venoso tronco y después le siguieron amplios besos que empezaban con mi boca abierta acompañados de un ligero roce con mi lengua.

Efectivamente el miembro de Marcos no tardó en crecer de manera considerable aunque estaba a un 80% de lo que había estado en el lavabo.

-Menuda boquita tienes… Vamos a ver de lo que es capaz. -susurró Marcos.

-¿Te tengo que repetir que no soy gay?

Apartó mi mano de su polla y la agarró para propinarme con ella en mi rostro. Su capullo estaba al descubierto y me lo pasaba por toda la cara. Al poco rato insistió llevándola a mi boca pero esta no se abría.

-Venga, bésame la puntita… Verás lo calentita que se siente.

Obedecí y comencé a regalarle pequeños besos mientras su mano acariciaba mi pelo.

-Así me gusta… Lo haces muy bien. Deja que tu lengua disfrute también, es como un chupachups.

Acepté su sugerencia y mi lengua se asomaba para saborear la punta de su falo. Continué dándole besos en la punta y mi boca cada vez se abría más. Sin darme cuenta me encontraba con medio capullo dentro con mi lengua jugando como si fuera un clítoris, moviéndola de arriba a abajo.

-Joder… que bien lo haces… No me creo que sea la primera mamada que propinas.

-No es una mamada, son unos inocentes besos… Nada mas.

Con un sutil gesto mis palabras quedaron en papel mojado. Levantó su cadera e introdujo todo su capullo y parte de su tronco dentro de mi boca. Repitió la acción 2 veces y a la tercera no le hizo falta moverse. La tercera corrió por mi cuenta, y todas las que le siguieron. Comencé a mover mi cuello para, esta vez sí, dar la primera mamada de mi vida.

Siempre me había considerado hetero pero me encantaba sentir toda mi boca rellenada por completo con tanta carne. Mis labios se deslizaban de arriba a abajo rodeando el venoso y delicioso tronco.

-Eso es… Saboréala bien.

Así estuvimos un buen rato. Yo no me cansaba, al contrario, cada vez me gustaba más y Marcos parecía que no tenía intención de finalizar todo aquello.

Este me apartó y provocó que me sentara de rodillas sobre el asiento. Su intención era quitarse por completo los pantalones para llevar una pierna al respaldo, paralelo a este, y la otra la dejó donde la tenía, paralela a la puerta. Es decir, estaba abierto de piernas frente a mi ofreciéndome un primer plano de su enorme rabo.

Sin decirme nada me incliné para seguir con mi labor y retomé la tarea lamiendo todo su tronco desde su base. A dicha lamida le siguió una combinación de besos con lengua sobre la misma extensión. Su mano en mi cabeza me volvió a invitar a metérmela dentro y así lo hice. Me propuse darle la mamada que yo habría deseado recibir. Succionaba su polla sin la ayuda de mis manos, alternando diferentes ritmos con mi cuello.

-Buen chico… Mírame y no pares.

Le miré y repasé la situación: estaba en los asientos traseros de un coche, semi tumbado, con mi cabeza entre las piernas del novio de mi amiga devorando su enorme polla con ansias. Esto provocó que mi excitación aumentara y decidí lamerle los huevos mientras le pajeaba con una de mis manos sin apartar la vista hacia su cara. Marcos decidió meter una mano dentro de mis pantalones para tantear mi ano con uno de sus dedos. No tardó en hurgarlo hasta el fondo y yo sólo reaccioné succionando de nuevo su gran polla como si fuese un biberón.

En ese momento alguien golpeó el cristal de la ventana desde el exterior y ambos dirigimos la mirada con gran preocupación. Por suerte era un desconocido y Marcos bajó la ventana para descubrir que quería.

-¿Me puedo unir a la fiesta? -preguntó el espontaneo.

-Faltaría mas. -le contestó Marcos.

Este salió del coche y me invitó a seguirlo. Lo hice de manera torpe y me vi de rodillas en el frío suelo entre ambos varones. El nuevo personaje se sacó la polla, la cual no era tan larga como la de Marcos pero tenía un grosor considerable. Me encontraba arrodillado, en medio de la nada, en un oscuro y alejado descampado con dos apetitosas pollas frente a mi.

La calentura y el alcohol seguían haciendo mella en mi y por ello cogí ambos mástiles con la intención de masturbar a ambos. Mi boca empezó a jugar con la nueva polla que fue recibida con pequeños besitos en su punta. Jugaba con el desconocido mientras le miraba a la cara. Previamente me había percatado que era un hombre mayor que nosotros, algo regordete y no muy atractivo pero lo único que me interesaba en ese momento era tener más pollas con las que disfrutar.

Fui alternando los rabos y huevos que pasaban por mi boca demostrando mi compromiso en darles todo el placer que me era posible.

-¿Es tu novio? -preguntó el desconocido.

-No… que va. -contestó Marcos.

-Con tu permiso.

-Todo tuyo. -finalizó Marcos haciéndose a un lado.

Vi como una de las pollas se alejaba un poco y ahora sólo tenía a mi disposición la del enigmático personaje. Este me cogió la cabeza con las dos manos y con su cadera empezó a embestirme la boca con brutalidad.

-Toma tu chupete, puta… -dijo él.

No tardé en tener una arcada que provocó que tuviera que liberarme para toser mirando al suelo. En cuanto alcé la vista, y sin tiempo a reaccionar, el individuo me volvió a agarrar la cabeza para continuar con la follada oral que me estaba propinando.

Así estuvimos un buen rato, con mi boca emitiendo un característico sonido por cada embestida que anunciaba el momento en el que su polla llegaba al límite de mi cavidad.

Tras la brutal escena el personaje en cuestión me invitó a entrar en el coche y me bajó los pantalones, quedando yo a cuatro patas con mi culo apuntando hacia él. Marcos apareció por la puerta que tenía frente a mi y con una mano me invitó a degustar esa polla que había echado de menos.

Noté como el desconocido me separó los glúteos para hundir su casa y regalarme la primera lamida de culo que recibiría en mi vida. Este variaba entre lengua y dedo, el cual metía y sacaba hasta el fondo. Me estaba dando un placer enorme y este se trasladaba a Marcos al cual le tenía agarrado por su culo para meterme su polla en la boca todo lo que me era posible.

Al poco rato noté como el invitado paraba de jugar con mi ano, y mi culo empezaba a recibir algo mas grueso que un dedo. Como no podía ser de otra forma, me disponía a recibir mi primera follada y de un desconocido nada mas y nada menos. Me invadía la curiosidad pero también el morbo de sentir una polla en mi interior con sus idas y venidas.

-Ufff… Duele… despacio. -le supliqué.

Se lubricó su polla con saliva y gracias a esto, más la comida que me había hecho previamente, acabó entrando toda con menor dolor de lo que me esperaba. En todo aquel proceso tuve que dejar de lado la polla de Marcos y el misterioso personaje tuvo toda la delicadeza posible, que no había tenido anteriormente con mi boca, para penetrarme en repetidas ocasiones.

-Puedo sentirla… Que bien se siente… -atiné a decir.

El ritmo de la penetración fue en aumento hasta el punto de convertirse en embestidas fuertes pero pausadas que provocaran que todo mi cuerpo se balanceara de atrás hacia adelante. No me lo podía creer pero me encantaba sentir una caliente polla en mis adentros y notar como se deslizaba entre mis paredes internas. Me gustaba más incluso el hecho de sentirme una puta que le estaba dando placer a un desconocido a través de una violenta follada.

Mi excitación estaba en el punto más álgido y mi boca volvió a encontrarse la polla de Marcos. Pese a la dificultad de mantenerme estático conseguía chupársela de manera magnífica y prueba de ello fueron sus palabras.

-No aguanto más… Tome tu leche, no derrames ni una gota.

Empezó a masturbarse por su cuenta y comencé a impartir movimiento en mi lengua sobre la punta de su capullo. Sin aviso recibí la primera descarga sobre mi cara y me apresuré a metérmela en la boca para disfrutar de toda esa leche caliente.

Todavía quedaba una persona por satisfacer hasta llevarlo al clímax. Con este objetivo acompañé sus embestidas moviendo mi cuerpo hacia el suyo en cada una de ellas. Había descubierto todo un mundo nuevo de posibilidades y no quería que aquel señor acabara nunca. Me regaló unos preciosos minutos de follada anal hasta que se detuvo para rodear el coche.

Se presentó ante mi rostro y me ordenó que me pusiera boca arriba, mirando al techo, pero con mi cabeza sobresaliendo la zona de los asientos. Ahora ya no miraba hacia arriba, miraba al horizonte con una visión invertida y lo siguiente que vi fue la polla del desconocido que se disponía a introducirla en mi boca. De nuevo me estaba follando la boca con desprecio mientras sus huevos no paraban de chocar contra el resto de mi cara. Era algo que me volvía loco y por ello no pude evitar masturbarme.

No tardé mucho en correrme sobre mi vientre y poco rato después el invitado iba a hacer lo propio. Sus embestidas se frenaron con su polla dentro de mi boca y noté como esta se inundaba de la caliente y abundante leche que emanaba de su rabo. Con dificultad conseguí tragármela toda y procuré que su polla quedase bien limpia.

-Joder, espero que vengáis mas a menudo por aquí… Bueno, hasta otra. -dijo el desconocido despidiéndose.

Por supuesto que pensaba volver. Como ya he dicho, había descubierto un mundo nuevo de sensaciones y placeres y no iba a dejar pasar ninguna polla que se me pusiera a tiro.

¿FIN?