Con mi hermana nos amamos tanto que hasta disfrutamos de nuestros cuerpos
Mi hermana no era una blanca palomita y yo lo sabía. Pero siempre nos amamos como hermanos y no sé si eso era la leña que alimentaba nuestro fuego, pese a sabernos familia nuestros encuentros sexuales han sido deliciosos.
Mi hermana y yo crecimos muy unidos desde pequeños al ser los únicos hijos de nuestra familia. Éramos polos muy opuestos pero complementarios.
Mi hermana fue muy precoz. Desde pequeña hizo notar que había nacido con el don de provocar cualquiera. Su personalidad siempre fue muy extrovertida y curiosa. Ella conocía mi cuerpo completamente por aquellos toqueteos a los que me indujo desde temprana edad y yo al igual ya conocía su cuerpo.
Yo por lo contrario era y sigo siendo un tanto introvertido y tímido. Tanto que no fue hasta los 22 años cuando disfrute de una vagina que no fuera de la de mi hermana. Soy un desastre con las chicas.
Azucena es mayor por 3 años de diferencia, y recuerdo aquellos juegos donde ella fingiendo ser una doctora aprovechaba para quitarme mi ropa y tocarme, después de eso yo era el doctor y era ahora ella quien educaba mis manos para recorrer su delgado cuerpo fingiendo ser la paciente. A veces me tocaba ser el papá y ella la mamá o a veces yo era un policía y ella una ladrona, todo juego que se le ocurriera tenía que tener como condición el tocarnos y rosarnos los cuerpos.
Mi hermana siempre ha sido dueña de una delgada y fina figura; es un poco alta, aunque sin llegar a ser exagerada su estatura si ha sobresalido de sus amigas; conserva de un color de piel blanco sin llegar a ser pálido, pero siempre me ha llamado la atención ya que se combina exquisitamente con un juego de lunares que se dispersan por su pecho y vientre; en ocasiones su cabello castaño le hace ver más pálida de lo que en realidad es.
Azu (como llamamos a mi hermana), no se limitaba para experimentar cualquier tipo de experiencia. Recuerdo que mi hermana estaba apenas por graduarse de la primaria cuando empezó a invitar a casa a una compañera de clases. Un día yo estaba en mi habitación jugando con mis juguetes y Azu en la propia “estudiando” con su amiga. Yo salí de mi habitación y al pasar por la de Azu empuje un poco la puerta para echar un vistazo y lo que vi ahí nunca lo voy a olvidar. Mi hermana estaba sobando la vagina de su amiga con una de sus manos mientras que con la otra subía y detenía la falda escolar. Su amiga solo mantenía una mirada perdida hacia la pared de la habitación y en otras ocasiones las vi besarse. Era extraño para mí porque era la primera vez que veía a mi hermana “jugar” con alguien que no fuera yo, por la confianza que tenía con Azu se lo conté y ella me explicó sin pena lo que sentía cuando lo hacía e incluso me dijo que a veces lo hacían a escondidas en la escuela con otros chicos. Azu y su amiga tuvieron muchas tarde de diversión aquel año aprovechando las ausencias de mis padres por trabajo.
Todo siguió su curso, nuestros juegos eran cada vez más calientes y yo lo disfrutaba muchísimo. Seguimos creciendo y Azu fue conociendo chicos y chicas con los que no perdió oportunidad de disfrutar, ella me lo platicaba todo y con cada nueva habilidad que ella descubría me la enseñaba para convertirme en su herramienta de satisfacción cuando ella quisiera. Muy joven…. Realmente muy joven aprendí a lamer y comer una vagina.
Mis padres no estaban mucho en casa, solo nos dejaban al cuidado de una vecina que realmente lo único que hacía era llevarnos comida, limpiar e irse a su casa que estaba a 3 de la nuestra, solo dejaba su número telefónico por si algo se ofrecía.
Nuestra usanza la conocíamos completamente. Después de llegar de la escuela era esperar a que la vecina se fuera para empezar nuestros juegos. A veces era realmente jugando al doctor o la familia o simplemente eran toqueteos directos, según lo que la voluntad de Azu dictara.
Azu cumplió 18 años y para entonces ya tenía detrás de ella a un compañero de escuela de un grado mucho mayor que iba a buscarla de vez en cuando. Desde la ventana de mi habitación que da a un pasillo que conecta al jardín frontal con el patio trasero vi más de una vez a Azu contra la pared mientras ese tipo le tocaba por doquier con sus manos.
No… nunca me dieron celos si te lo preguntas… eso solo me recargaba de energía y deseo… verla cuando otros la tocaban me preparaba para poder recibirla después, ella siempre quería más. Y si… Azu siempre supo que la veía… y me ofrecía ese espectáculo para masturbarme y ponerme listo.
Hasta ese momento yo y Azu no habíamos tenido sexo pero en cada encuentro poco faltó. Un día de tantos, Azu al fin dio el siguiente paso con aquel tipo. Ese día los veía como de costumbre fajarse en el pasillo mencionado, y solo en lo que me sacaba la verga de mi pantalón para masturbarme desaparecieron de mi vista. Mientras los buscaba el ruido de la puerta principal abriéndose y cerrándose me alarmo. Después se escuchó como reían y corrían subiendo las escaleras y de pronto como entraban a la habitación de mi hermana.
Parado frente a la puerta de la habitación de Azu, decidiendo si asomarme o no… escuchaba aquel ruido característico de los besos y los suspiros consecuencias de cada caricia… Tenía que verlo… abrí la puerta un poco y… la escena era fenomenal… Mi hermana hacia sentada en la orilla de su cama semirecostada sostenido el peso de su torso con sus codos en la cama y con los pies elevados… su short y braga habían desaparecido… mientras su compañero de “juegos” estaba de rodillas en el piso comiéndole la vagina… mi hermana le miraba con antojo y disfrute. En cada lamida y succión mi hermana echaba su cabeza hacía atrás tratando de contener tanto placer. Mordía su labio inferior y lengua tratando de ahogar cada grito, abría su boca para poder recuperar el aliento y dejaba escapar un reprimido gemido. Mi hermana regreso la mirada hacia su compañero y este le respondió con sus ojos puestos en los de ella sin despegar la boca de su sexo humedecido. Mi hermana echo su cuerpo un poco para atrás aún sin dejarlo caer sobre su cama y su amante en turno desesperado trataba de llegar más profundo en aquella viscosa cavidad. De pronto mi hermana empezó como a convulsionar mientras que con uno de sus puños apretaba la sabana y movía su pelvis de arriba abajo tratando de aumentar el rose de boca y vagina. Sus gemidos al ya no poder ser más contenidos eran sonoros en aquella habitación. Mi hermana no pudo más y se desplomó aventando la cabeza de aquel joven separándolo de su sexo y se empezó a retorcer en su cama apretando sus piernas. Aquel muchacho le dio tiempo a mi hermana de recuperarse mientras bajaba sus pantalones y dejaba a la vista un miembro de considerable tamaño. Mi hermana seguía recostada en posición fetal aún recuperándose de aquella faena. El tipo tomó las almohadas de mi hermana que puso en el suelo para hincarse de nuevo ahora sobre ellas, tomó de las piernas a mi hermana y las separo mientras la acomodaba de nuevo en la orilla de la cama, y ahora con la altura que había ganado por aquellas almohadas dejo su verga a la altura de la vagina expuesta de Azu. Mi hermana con una expresión en su cara de conmoción y agobio, pero sin objeción dejo manipular su cuerpo. El deseoso compañero de Azu se colocó entre sus piernas y sin mediar palabra introdujo aquel falo dentro de ese coño desbordado lo que provocó un ahogado gruñir de mi hermanita. Azu dejó caerse de espaldas en su cama mientras apretaba sus ojos y con sus manos las cobijas de su cama ademanes inequívocos de placer puro. El tipo sin piedad empezó a penetrar la vagina de Azu mientras con su boca devoraba ahora el cuello de mi hermana haciéndole ya sin temor liberar aquellos quejidos de fruición, lo único más sonoro que los gemidos de mi hermana era el choque de pelvis que provocaban las impetuosas embestidas de aquel joven. Las únicas veces que deje de escuchar esos deliciosos gemidos fueron cuando mi hermana se quedaba sin aliento y desesperada abría su boca para buscar aire y clemencia. Azu intento controlar con sus manos las acometidas de su pareja, pero el joven de inmediato tomo de las muñecas a Azu y las colocó aprisionadas en la cama. Más de una vez esos gemidos se convirtieron en gritos por el castigo que su compañero le daba.
-aaah… espera- Trataba de decir mi hermana
–Carlo… aaah…- Repetia Azu…
Pero aquel joven no escuchaba, y no lo culpo. En ese momento el joven era instinto puro. Así continuaron un par de minutos más hasta que el joven no se contuvo más y se desplomo sobre el cuerpo sudoroso de mi hermana mientras ahogaba unos gruñidos en el cuello de Azu… sabía que era hora de irme… necesitaba recuperar el aliento también y cambiar mi humedecida ropa interior….
Y apenas tenía 18 años… CONTINUARA….