Convirtiendome en la zorra de mis tíos

Hola de nuevo. Son tantas travesuras vividas que a partir de este relato voy a resumirlas o de lo contrario terminaré escribiendo más de 300 relatos y eso sería una locura total. En este relato resumiré casi todo lo vivido con mis otros tíos hasta la actualidad, luego tocará hablarles de otras aventuras, con otras personas, parejas y de vez en cuando algún relato en específico.

Mi tío favorito

Después de entregarme a mis otros tíos, tío Nacho se aseguraba de que yo disfrutara. Una vez volvíamos a vernos en plan «tío-sobrina», lejos de la situación y el lenguaje morboso y vulgar que manteníamos durante el sexo, charlábamos de lo más normal, en tono familiar, entre bromas y risas, comportándose como todo un caballero, siendo el mejor tío del mundo, consintiéndome, como si fuera su propia hija.

¿Qué te pareció? preguntaba, ¿Hubo algo que no te gustó? ¿Qué quitarías, qué agregarías?

Se aseguraba de tenerme complacida tanto en el sexo como fuera de este, yo le confesaba absolutamente lo que me parecía bien, lo que no me gustaba y lo que deseaba que sucediera las próximas veces que quisiera pervertirme.

Luego volvíamos a nuestra vida normal, nuestras rutinas, él en sus negocios, yo en mis estudios, quedar con amistades, pretendientes, no había ningún problema con eso de parte de él, me permitía libertad, yo sabía que podía tener algo con otro chico pero no me nacía hacerlo y eso que me sobraban pretendientes, la mayoría de ellos guapos, yo solo tenía ojos para tío Nacho, solo me importaba esa relación, una relación que se ha mantenido firme hasta el presente.

Continuamos teniendo intimidad, nos citábamos, teníamos sexo, a veces pasábamos la noche juntos y al día siguiente de nuevo cada quien a su rutina.

Tíos obsesionados

Como él veía frecuentemente a mis otros tres tíos (por separado) me contaba todo lo que opinaban de mi cuando tocaban el tema de los encuentros. Estaban obsesionados, no podían borrarse de la cabeza la tarde en la que me hicieron suya y tampoco en la que estuvieron de voyeristas. Le preguntaban con insistencia cuándo sería la próxima vez, tío Nacho les seguía la corriente, los hacía confesar sus más bajos pensamientos hacia mi, luego los mantenía con la intriga de que tal vez volverían a cogerme.

Mi voluntad ante todo

Si a mi no me parece una idea tío Nacho no insiste. Pero a mi me encantan sus propuestas indecentes, con el tiempo he notado que disfruta mucho su rol de cornudo o de amo, le genera un enorme placer verme con otro, controlar la situación, ser quien da ordenes. Coincidimos, yo disfruto de todo lo que él programa, ambos proponemos ideas, vestimentas, lugar y hora, si hay discrepancias en alguna idea en particular yo cedo, dejándole a él la última palabra.

Los primeros tríos

Pasó un buen tiempo antes de que mis otros tíos volvieran a vivir la emoción del incesto conmigo. En ese tiempo me encontré con cada uno en diferentes situaciones; en casa de mis padres, en el metro, caminando por el centro. Yo me hacía la desentendida, no podía hablar con ellos, así lo había dispuesto tío Nacho y no fue hasta que comencé a toparme con ellos que entendí el morbo de no dirigirle ni una palabra a ninguno. Se quedaban observándome esperando una reacción, yo los miraba y luego me escabullía de su presencia y de inmediato me entraba la sensación de morbo, de cachondeo, de saber que había intimado con ellos, me habían cogido vendada, me habían nalgueado, me habían hecho correr delante de tío Nacho, me deseaban con locura. Tales experiencias me hacían sentir muy perra.

Luego iba y se lo contaba a tío Nacho, no le ocultaba nada, le decía: «hoy vi a tío Jaime». Nacho me pedía detalles y una vez le contaba me preguntaba por las sensaciones, al muy perro solo le importaba escuchar que admitiera lo cachonda que esas cosas me ponían y él pedía detalles: «¿por qué te mojaste, porque sabes que te cogió y no supiste si fue el primero, el segundo o el tercero?», yo le decía «sí, por eso y también por la forma en que me miran» y Nacho volvía a recordarme lo obsesionados que estaban conmigo, lo mucho que deseaban volver a hacerme suya, incluso asomaron la idea de pagar para hacerme lo que ellos quisieran y hasta le sugerían ideas.

Le tenían envidia, se sinceraban «te tengo una maldita envidia», «qué hijo de puta, te la coges cuando te da la gana» «comparte, desgraciado, me voy a volver loco si no me la cojo de nuevo». Y mi tío ante el morbo que expresaban mis otros tíos les preguntaba todo tipo de cosas sobre mi, lo que querían hacerme, tío Nacho me contaba todo lo que se les pasaba por la mente hacerme.

Pero el próximo encuentro con cada uno de ellos tardaría en llegar, pasaron como dos meses y durante ese tiempo tío Nacho me contaba sus planes para cuando volviera entregarme a ellos, yo continuaba con la intriga de no saber el orden en que cada uno me hizo suya.

El primer trío fue con Manuel que ni corto ni perezoso aceptó emocionado cuando mi tío le dijo «qué tal un trío con Michelle».

Para estos tríos cada tío llegaría a solas a la segunda casa donde tío Nacho y yo ya esperábamos en la sala. El único que tenía derecho a pronunciar palabra era tío Nacho. El tío de turno y yo solo estabamos para disfrutar, gemir, jadear y corrernos.

Nacho daba las ordenes, incluso decidía cuando mis tíos debían quitarse la ropa o hacerme cosas, los tenía advertidos de que si hacían algo indebido no volverían a cogerme, era tajante en eso, se hacía lo que él dijera o no se hacía nada.

Se tomaban su tiempo manoseándome con mucho sadismo, disfrutaban del toqueteo, masturbándome con juguetes, vibradores y demás cosas mientras tío Nacho hablaba y le ponía más morbo a la situación, mencionaba todo tipo de cosas familiares, cosas sobre mis tíos, tantas cosas que sumaban morbo, yo solo gemía ante el manoseo, los pellizcos de pezones, de nalgas, bofetadas, etc.

«Desnúdala», «dale nalgadas fuertes aunque se queje», «cógetela ahora», y un etcétera de indicaciones morbosas. Cuando uno de mis tíos me penetraba Nacho no paraba de proferir insultos hacia mi, a veces me quemaba con el esperma de una velita o me pegaba con un látigo o la correa.

Fue la primera vez que le haría oral a dos hombres a la vez, intercambiándome sus penes en mi boca aunque solo tío Nacho podía cogerme sin preservativo. Quedé encantada, me mojaba el simple hecho de estar hincada de rodillas alternándome sus penes.

Después de hacerles oral a ambos, orales a mi ritmo, me llevaban a la cama, mi tío ordenaba que me sujetaran las manos mientras él me cogía, luego se turnaban, me cambiaban de poses, también sería la primera vez que hice oral mientras otro me penetraba y me encantó tanto. Hubo sexo anal pero solo tío Nacho, ningún tío estaba autorizado para darme por el culito, si se corrían debían hacerlo con el preservativo puesto.

Mis tres tíos pasaron por lo mismo esa primera vez y según lo que me contaba luego tío Nacho la obsesión aumentaba. Le decían «desgraciado, déjame darle por el culo» «déjame cogerla como debe ser» «déjame llenarle la cara de leche». Le preguntaban qué opinaba yo de todo esto y él decía «es mi perra, hace lo que yo le diga, todo». Disfrutaba hacerlos sufrir contándoles las mil y una cosa que veníamos haciendo.

Fue pasando el tiempo y se volvió rutina que cada mes me cogía un tío diferente y a medida que tío Nacho me entregaba a ellos les iba permitiendo poco a poco hacerme más cosas, le daba morbo que mis tíos sufrieran deseando hacerme más cosas. Les dejó cogerme bajo la ducha, pues, sabe que me encanta. Me esposaba de manos, me ataba con sogas, me entregaba a ellos totalmente amordazada y atada, ellos hacían lo que mi tío les permitía. Usamos todo tipo de vestimentas, algunas veces lencería, de colegiala, de monja, de novia, de prostituta, mis tíos vueltos locos con las cosas que se nos ocurrían pero yo pienso que lo que los volvía locos era el hecho de que yo no les pertenecía, estaban locos por la envidia que le tenían a tío Nacho.

Él los trataba con indiferencia, como si fueran unos extraños, una vez que se corrían los apuraba a vestirse e irse, la humillación no solo era para conmigo, también los humillaba a ellos, pues, ni siquiera podían quedarse a conversar sobre lo sucedido, no podían decir nada, absolutamente nada, una vez llegaban al clímax mi tío los despedía.

Pasaría todo un año completo hasta que dejamos de usar los blackouts, todo un año cogiendo con mis tíos sin saber cual de ellos era, sin poder oír sus voces, sin que ellos pudieran expresar lo que sentían al cogerme, sin poder decirme las cosas que sí me decía tío Nacho.

Lunes, miércoles y viernes

Un año después llegaría el momento de dejar de usar los lentes blackouts pero mis tíos usarían máscaras, mis tíos les puso como requisito que serían ellos los que debían comprarlas y mis tíos accedían, hacían lo que fuera por cogerme. Me cogerían los tres en la misma semana. El lunes fue Manuel, el miércoles Jaime y el viernes César.

El plan era que ellos al llegar a casa se pondrían la máscara que siempre debían dejar en las casas donde tuviéramos sexo, nunca en sus casas porque sus esposas sospecharían. Yo esperaría de nuevo en la habitación para cuando ellos entraran enmascarados.

Así fue con los tres. El primero fue Manuel y su máscara era horrible, la cara de un cerdo feo, me hacía lo que quería, todo con preservativo excepto sexo anal y mientras me cogía yo era la que debía hablar y decir cosas sucias.

Les decía cosas al límite como «si te pilla mi tía cogiéndome», «sádico, tío, eres un sádico» y aquello los volvía locos, no podían responderme, solo enloquecían del morbo tanto que no tardaban en correrse de las cosas que yo les mencionaba y la forma en que los miraba y gemía mientras me hacían suya, frente a tío Nacho que observaba con morbo. Una vez se corrían tío Nacho les autorizaba para echar el semen del preservativo en mis piernas o tetas y era mucho semen, el preservativo inundado de leche que luego vertían en el lugar donde más les gustara menos en la cara o boca. El próximo fue Jaime con una máscara de caballo muy graciosa, el último César con una máscara de anonymous.

Y aunque parezca increíble y aunque ya había pasado más de un año mis tres tíos seguían creyendo que tío Nacho solo les había invitado a ellos, ninguno sospechaba de los otros dos.

Atados a la cama

Para este plan ya pudieron verme a la cara, sin máscaras, los tomaba de la mano, los llevaba a la cama y los esposaba a los cuatro bordes con esposas reales, luego los desvestía de forma parcial, les hacía oral (con preservativo) y luego les cabalgaba encima hasta hacerlos correrse. En esa oportunidad por primera vez pudieron dirigirme la palabra pero tenían prohibido tratarme como sobrina, debían ser unos perros, ser vulgares, dejarse llevar por el morbo mientras yo cabalgaba sobre ellos.

«perro sádico» les decía y ellos respondían con vulgaridades «y tú la más puta», yo les respondía «ah sí, te acusaré con mi tía» y cosas así.

La camioneta

Los pasaba buscando uno a uno sin que supieran de que se trataba y al subir se sorprendían, pues yo estaba en el asiento de atrás vestida de un modo erótico, mi tío los hacía pasar hacia atrás para que me cogieran, ahí podía hablar yo pero ellos no, me comportaba como una perra, no les llamaba tíos, solo decía cosas como «qué rico me coge, señor» y cosas parecidas hablando en tercera persona. Enloquecían, no tardaban en correrse y al finalizar tío Nacho los echaba de la camioneta. Tío Nacho disfrutaba con estas cosas, eran sus ideas pervertidas, se la pasaba genial proponiendo estas cosas y yo disfrutaba siendo perra de otro en presencia de mi tío.

Leche en mi cuerpo

Con el tiempo (y me refiero a años) dejaría que se corrieran directamente en mis nalgas, espalda, abdomen o tetas, no fue de un día para otro, transcurriría mucho tiempo para que mis tíos pudieran alivianar las ganas de correrse sobre mi.

Anal y adiós al condón

Sucedería muchísimo tiempo después, al fin mis tío los dejaría darme por el culito pero siempre con preservativo. Llevaban mucho tiempo esperándolo, enloquecieron al hacerme anal.

También con el tiempo tío Nacho les permitió cogerme sin usar preservativos teniendo en cuenta que debían evitar correrse dentro de mi coño aunque si podían hacerlo dentro de mi culito.

Perra total

Transcurrido un buen tiempo tío Nacho permitió total libertad, todos mis tíos me cogían a su antojo, lo único que no podían hacerme era acabar en mi cara o boca pero ya practicábamos oral, vaginal y anal, en ocasiones sin necesidad de preservativo, se la pasaban bomba conmigo.

Lo más morboso de todo es que hasta el día de hoy mis tíos me tratan como una perra total pues la prohibición de dirigirse a mi como sobrina sigue vigente y el trato en vida social es casi nulo (hay una excepción que contaré más adelante).

Cumpleaños

Esta fue una de mis ideas. Le conté a tío Nacho lo que deseaba hacer y aceptó. Le conté todos los detalles y no puso peros, solo pidió fotos.

Cuando faltaban pocos días para el cumpleaños de alguno de mis tíos me las ingeniaba para quedar con uno de ellos en un lugar y una vez a solas les decía que el día de su cumpleaños tuviéramos sexo, les hacía creer que mi tío Nacho no se enteraría, que todo era a escondidas y que por favor fuera discreto.

Quedábamos en un hotel y era la única oportunidad que tenían conmigo a solas, yo los morboseaba con frases tipo: «¿querías este momento, tío?» «yo sí, quería estar contigo a solas, sin tío Nacho» y cuando sabía que estaban por correrse los sorprendía diciéndoles «acábame en la boca».

Así sucedió con mis tres tíos, la única vez que podían acabar en mi boca era el día de su cumpleaños además de creer que tío Nacho no estaba al tanto, que guardaran el secreto.

Ha habido más experiencias con mis tíos pero las dejaré para relatos específicos, así termina este resumen. Con el tiempo me iría aburriendo de ellos y aunque en la actualidad a veces quedamos, no suele ser algo tan a menudo, sé que ellos siempre estarán dispuestos pero a mi ya se me hace aburrido.