Cumpliendo una fantasía única

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Era sábado por la mañana cuando recibí un mensaje de Don Camilo, me pedía fuera a su casa, quería verme. Como no tenía nada planeado ese día, acepté ir a verlo a su casa. Llegué unos cinco minutos antes de las once de las mañana, pues a esa hora me había pedido que fuera a verlo.

Hacía más de dos semanas que no le veía y en verdad quería verlo, me puse una blusa blanca estampada y una falda de mezclilla, me coloqué una valerianas azules, me recogí el cabello y me hice una cola y me dispuse ir a su casa.

Llegué a la puerta de su casa y toqué el timbre, salió Don Camilo y me hizo pasar a la sala.

-¿Cómo has estado? -me preguntó mientras nos estábamos sentando en el sofá.

-Muy bien, con mucho trabajo de la uni.

-Sabes, te tengo un obsequio, bueno, más bien es algo para los dos. Acompáñame, lo tengo en el cuarto.

-¿Y sus esposa?… ¿Estás solo?

-Sí, no te preocupes. Salió esta mañana y volverá hasta la tarde. Tengo la mañana para ti sola.

Subimos las escaleras y entramos a lo que supuse era su recamara. En la cama había un pequeño bolso para obsequio de color rosa. Lo tomó y me lo dió. Lo abrí, era un uniforme de colegiala, una blusa transparente (de malla), una minifalda con fruncido y cinta de rayas (color blanco), un par de medias escolares y una tanga, todo en color negro.

-¿Te gusta?… ¿Quieres ponértelo para mí?… no te preocupes, ya lo he lavado, está limpio.

-Está bonito… ¿puedo usar tu baño? -asintió con un movimiento de cabeza y me indico que entrara al baño que estaba en la recamara. Me quité la ropa y la dejé colgada. Había llevado un bikini negro  con un lazo rosado la frente. Me coloqué la blusa, subí la minifalda y ajusté el velcro de la cintura para ajustarla bien a mis caderas. Me puse las medias, las cuales me llegaron arriba de las rodillas, tomé la tanga y me la puse, hubiese prefrido usar lo que había traído puesto, pero quise complacer a Don Camilo. Toda la ropa tenía un olor muy agradable. Salì del baño y lo encontré recostado en la cama, al verme se sentó en el borde de la misma.

-¡Que hermosa te ves mi amor! ¡Estas lindísima!

-¡Gracias!

-¿Quieres modelarlo para mí? -asentí con la cabeza y dí un giro lento sobre mis talones,- ¿Puedes dar uno saltitos?

Hice lo que me pidió, salté un par de veces, mis pechos se movieron al compas de los saltos.

-¡Vaya, que rica te ves! ¡Que bonitos pechos y que bonitas piernas tienes!

La transparencia de la blusa dejaba entrever mis pezones, los cuales empezaban a ponerse duros por la excitación que me producía al ver como me miraba Don Camilo. Llevé mi mano derecha a la boca para colocar en mis labios mi dedo índice y sonreírle pícaramente, mientras que mi otra mano la colocaba detrás de mí.

-Acércate mi amor. Ven… aquí, frente a mí, arrodíllate.

Me arrodillé ante él, le miraba desde abajo, puse mi mano sobre su cremallera y pude sentir su pene que ya se había despertado. Lo saqué de su pantalón y comencé a acariciarlo con mis manos. Había extrañado mucho sentir el calor de su pene y sus testículos en mi manos, lo llevé a mis labios y comencé a besarlo y luego a chuparlo con ansias. Él se deleitaba al verme como lo saboreaba y me lo comía. Besé y chupe sus testículos.

-¡Aah, que rico lo haces! Sigue chupándolo mi amor… así… eso.

-Me gusta mucho, está bien rico -le dije mientras le baja su prepucio y lo metía de nuevo en mi boca.

Su pene estaba totalmente duro, podía ver como sus venas se sobresaltaban y como su glande estaba poniéndose muy rojo… Mi vagina comenzaba a humedecerse, podía sentir mis líquidos fluir al exterior, mojar mis labios para preparase a ser penetrada por ese enorme pene.

-Ven amor, súbete a la cama. Acuéstate en la orilla -me dijo mientras se levantaba y se quitaba la ropa.

Se arrodillo frente a mí, levantó mis piernas y las abrió, hizo a un lado la tanga y comenzó a comerse mi vulva. Su boca iba y venía saboreando cada parte de mí, mi clítoris se asomó al sentir todas aquellas caricias que le daba a mis labios. Un par de dedos exploraban mi vagina y comenzaron a deslizarse hacia dentro de mí, comencé a dar pequeños gemidos de placer al sentir todo aquel placer que su boca y sus dedos me producían.

-¡Así!… Cómeme toda… ¡Aah! ¡Que rico amor, no te detengas!… ¡Quee rico!

-¡Que rica está tu panocha! ¡Me gusta verte así toda excitada!… ¿Quieres que te la meta?

-Si amor, métemela toda… La extrañaba mucho. Quiero sentirla.

Se levantó y se acomodó entre mis piernas, las cuales seguían abiertas y levantadas, acercó su pene a mi vulva y empezó a introducir su enorme pene en mi vagina.

Sentir como me la iba metiendo me ponía como loca, apretaba mis labios para callar los gritos de placer que eso me producía. Solo quería que me penetrara con su rico miembro, no sentía otra cosa sino el deseo de tenerlo dentro de mí.

-Estas bien apretadita, eso me gusta mucho. Voy a cogerte duro hasta que te vengas amor.

-Si amor, cógeme… ¡Hazlo por favor!… Hazme tuya. ¡Así amor, métemela toda, hasta el fondo!… ¡Aay, que rico! ¡Así papi!

Comenzó a metérmela y sacármela despacio y luego fue acelerando el movimiento de sus caderas; cada vez que me la metía toda sentía estallar de placer. Le miraba y veía que su rostro reflejaba excitación y lujuria, eso me gustaba.

Acariciaba y apretaba mis senos con unas de sus manos. Jugaba con mis pezones, los apretaba para que se pusieron más duros, eso me excitaba y hacía que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo.

Su pene seguía abriéndose paso entre mis labios para entrar a mi vulva y deleitarse entre mis líquidos. Comencé a escuchar cómo se producía un sonido al entrar su miembro dentro de mí, estaba muy mojada y una especie de chapoteo se escuchaba con cada embestida que le daba a mi vulva.

-¡Que rica estas Citlali! No me canso de decírtelo, eres una mujer muy hermosa y me gustas mucho.

-¿Sí? ¡Aah!…

-Sí amor, eres todo lo que deseo.- decía mientras jugaba con mis pezones y me seguía penetrando.

-No te detengas… ¡Así amor! Quiero sentirte dentro de mí. Quiero ser tuya.

Siguió metiéndome su pene con la piernas abiertas mientras las sostenía. Mi vulva pedía a gritos seguir siendo explorada por aquel enorme y caliente miembro.

Después de un rato me lo sacó y me pidió me acostara de lado, me dió unos golpes en mi trasero con pene y luego me lo metió de nuevo y siguió penetrándome con fuerza. Me propinó un par de nalgadas, su mano quedó impresa en un color rojo en la piel de mi glúteo y eso me excitó aún más. Su pene seguía recorriendo mi interior, sentía como el calor en mi vulva comenzaba a aumentar, bajé mi mano a mi labios y pude sentir como entraba y salía de mí su rico pene, el cual estaba lleno de mis líquidos.

-Mira qué culito tienes, me gusta mucho… ¡Aah!… ¡Que rico!

-Es tuyo amor… Solo tuyo. Sigue así, no te detengas. ¡Ay sí, que rico me lo haces!

-¡Aah, si mi amor! Me tienes bien caliente.

-Igual me tienes bien caliente. Deseaba tanto estar así, contigo.

Después de un rato me lo sacó de nuevo y aproveche para arrodillarme y darle una chupa ante de que me lo metiera de nuevo. Se formaron algunos hilos de mi saliva y los líquidos que traía después de sacármelo, estaba muy caliente y quería comérmelo todo. Ver ese enorme pene me ponía ben caliente, tenerlo dentro aún más.

Me levanté, le dí la espalda y me subí a la cama, me acomodé en la orilla y me puse en posición de perrito. Me hizo la tanga a un lado y de nuevo de un solo golpe me lo metió todo, un gemido escapó de mis labios. Sus penetraciones seguían produciéndome ese placer que tanto me gusta, solo podía dejarme llevar y ser penetrada una y otra vez.

-¡Aaaa! ¡Que rica estas Citlali! -me dijo mientras deslizaba un dedo en mi ano.

-¿Qué haces?… Ahí no por favor.

-Solo quiero tocar tu ano, quiero jugar con el, se ve riquísimo y apretado, eso me excita mucho. Déjame meterte solo el dedo amor… ¿me dejas?

-¡Aah!… pero solo un dedito.

El sentir ese dedo dentro de mi me excito mucho, no me dolía, quizás porque estaba muy excitada. Solo sentí que lo deslizó un poco dentro de mi ano y lo estuvo sacando y metiendo mientras me seguía penetrando.

¡Aaah!… ¡Ay, que rico! -le dije muy excitada,- me tienes muy caliente amor.

Sacó su dedo de mi ano y me agarró de las caderas con fuerza, comenzó a metérmelo más rápido y más duro. Me jalaba con fuerza hacia él, sentía como sus dedos se clavaban en mi piel; el golpe de su pelvis conta mis trasero me tenía más que excitada. De repente sentí que mis piernas se me debilitaban y temblaban, pero el no disminuía el ritmo de sus penetraciones. No aguanté más y sentí que un líquido salía de mi vulva y comencé a mojarle y a mojarme, escurría en mis piernas ese líquido a chorros, acaba de venirme mientras el me tenía ensartada en su rico pene.

-¡Aaah! ¡Siií! ¡Que rico amor! -le dije con una voz temblorosa de placer,- no te detengas.

-Te has mojado toda amor… Ahora te voy a llenar de leche… ¿Quieres que te llene de leche?

-Si amor, lléname de leche…  ¡Aaah!… ¡Sì!… ¡Aaaah!

Sentí como eyaculaba dentro de mí, el calor de su semen me invadió toda. Mi vagina quedó llena de tanta leche que, cuando lo sacó, comenzó a salirme a chorros, se escurrió por mis labios y fue caer en la cama.

Me acosté cerca de la orilla de la cama y se acercó para que se la chupara. La puse en mi boca, recorrí con mi lengua todo su miembro y terminé de sacar el semen que aún le quedaba, se la seguí chupando hasta que se la dejé limpia.

Me quité la tanga y me limpié el semen que un salía de mi vagina

-¿Te ha gustado? -le pregunté mientras le acariciaba su pene aún duro.

-Me ha fascinado, gracias por complacerme. Verte sí de colegiala me ha excitado como no te imaginas. Me has cumplido una fantasía.

-Que bueno – le dije mientras le sonreía,- igual me ha gustado mucho. Me encanta estar contigo.

-Igual a mí. Te deseo mucho Citlali, quisiera hacerlo contigo todos los días.

Luego de estar un rato en la cama, nos fuimos a bañar y de ahí me vestí para regresar a casa. Me pidió que me llevará el disfraz, que lo guardara para otra ocasión.

Así termino ese sábado, me la pasé bien. Disfrutamos de un buen momento, esperó que pronto llegue otro así, lleno de caricias y nuevas experiencias.