De un simple habito matutino, a un deseo incontrolable
Lunes. Otra vez es lunes. Salgo de mi casa, como siempre dispuesto a tomar el primer café del día, en una cafetería que está al final de la calle. No lo hacen especialmente bien, pero de camino paso por delante de una peluquería.
¿Qué tiene de especial esa peluquería? Una chica que trabaja allí. No se como se llama. De hecho, apenas se de ella que trabaja allí.
Coincidimos precisamente la primera vez que iba a esta cafetería. Ella estaba abriendo la peluquería. Yo iba esquivando farolas que se ponen en mi camino mientras voy mirando el móvil, cuando el sonido de la persiana al levantarse me hizo mirar. Me quedé inmóvil, no supe articular palabra. Tengo que reconocer que no ganaría ningún premio de belleza, pero tenía algo que me atrapo y dos meses después sigo atrapado.
Paso todas las mañanas por su puerta con la esperanza de verla, aunque sea a través del cristal
Lunes. Otra vez es lunes. Llego a la peluquería, abro la persiana y entro dispuesta a comenzar la semana con energía. Pero lo primero es lo primero y antes de nada espero verlo pasar.
Desde hace un tiempo lo veo pasar todos los días de camino a la cafetería de la esquina. Va andando y mirando el móvil pero cuando llega a mi altura, siempre levanta la vista y mira hacia dentro del salón a través de los cristales.
No lo conozco, no hemos hablado nunca pero no sé qué me pasa con él que las mariposas del estómago se me despiertan cuando lo veo acercarse. Alto, atletico y siempre bien arreglado. Se nota que le dedica tiempo a cuidarse en el gimnasio. Lleva una mochila al hombro de esas tipo maletin para ordenador y unas gafas de sol que no me dejan ver de que color son sus ojos, aunque ya tengo un plan para averiguarlo. Un día de estos fingiré que no puedo abrir la persiana y esperaré a ver si se presta a ayudarme. Ahora solo necesito reunir un poco de valor para hacerlo y asegurarme de que ese día llevo un buen escote….
Martes. Hoy le doy a decir algo. No puedo pasar todos por delante de ella y no hacer nada!!!
Me estoy acercando. Voy a decirle… Ufff… Qué le digo??? No se que decirleeee.
Llego a la peluquería. Me paro y miro por el escaparate. Allí está, todavía mas guapa… Todos los días me lo parece! Está ordenando un poco la peluquería y yo, aprovecho para mirarla… Es preciosa.
Me entran muchas ganas de entrar y besarla. Quiero entrar, bajar esta persiana y pasarme el día encerrado con ella.
Se gira! Se ha dado cuenta que la miraba! Así que retomo mi camino maldiciendome por no haberle dicho u simple «Hola»
Miércoles.
Hoy es el día. Os preguntaréis qué me ha llevado a señalarlo en el calendario como el día X y eso tiene una facil respuesta : EL. Ayer lo pillé mirandome a través del cristal del escaparate. Y no fue una mirada fugaz. Me estaba observando detenidamente. Creo que me miraba el culo mientras me agachaba para recoger unas cosas y, joder, solo de pensarlo se me acelera el corazón.
Así que anoche mientras pensaba en él, me decidí. Me he levantado pensando en él, me he duchado pensando en él y ya sabéis lo que eso significa (me he masturbado bajo la ducha pensando que era él el que me acariciaba) y me he arreglado a conciencia pensando en él.
Me he puesto una falda negra ajustada por encima de la rodilla y una blusa blanca que he dejado a medio abrochar. Así se ve el nacimiento del pecho y un poco del sujetador, también blanco y con un encaje muy bonito que me hace un canalillo muy sexi.
Y aquí estoy, subida en unos zapatos de tacón y agachada trasteando con el cierre de la persiana mientras miro de reojo y lo veo acercarse mirando el móvil….
Miércoles. De hoy no pasa. Lo de ayer no me puede volver a pasar. Me acerco por la misma acera de todos los días y… ¡Hoy debe ser mi día de suerte! la veo levantando la persiana.
Llego a su altura y sigue sin poder levantarla, por lo que me dispongo a ofrecerle mi ayuda.
Nuevamente no logro articular palabra. Está perciosa. Lleva una bulsa blanca que define su espectacular silueta, con una falda moldeada por su trasero y al final de esas piernas dobladas, unos zapatos de tacón de los que me vuelven loco. Sí, soy un poco fetichista.
Me arrodillo detrás de ella, sigo sin decir nada, pero intento ayudarla con la cerradura. Mis manos se rozan con las suyas y un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Que bien huele. Cierro los ojos porque quiero recordar este momento el resto de mi vida.
Por un instante los abro. La miro. Ella me está mirando.
Con una mano le acaricio la cabeza muy despacio. Bajo a su hombro. Me deslizo por su brazo.
De repente pasa un coche. Nos asusta y la persiana se sube de golpe como si algo la hubiera arreglado en ese preciso instante.
Nos ponemos de pie e intento recomponerme un poco.
Ella me ofrece un café. Dice que tiene una Nexpresso dentro de la peluquería. Asiento con la cabeza, sigo sin ser capaz de articular palabra.
Entramos y comienza a preparar el café, mientras yo disfruto mirando su silueta allí de pie, haciendo ligeros movimientos para ir poniendo el agua, la capsula o lo que fuese que estaba haciendo.
Me vuelvo a acercar. Me pongo detrás de ella y comienzo a acariciarle sus hombros. Nuevamente mis manos comienzan a jugar con sus brazos y mi boca comienza a explorar su cuello.
Noto como se nos altera aun más nuestras respiraciones. Hacia meses que soñaba con… Simplemente hablarle y allí estaba acariciandola… Besándola.
Mis manos querían más, así que comencé a acariciar sus pechos. Primero por fuera y poco a poco fui quitando los botones de la blusa llegando a tocar su piel. Quería comermelos allí mismo. Quería darle la vuelta y besarla, meterme entre sus piernas y follarla como si de un adolescente se tratara.
Mi cerebro ya había cedido todo el control a mis deseos, cuando escucho la puerta y un «buenos días!».
Me separo de ella de golpe. Me giro. Se trataba de una señora mayor sonriente, la cual imagino que sería una cliente de la peluquería.
Me vuelvo a girar y veo como La chica de mis sueños se estaba recomponiendo la ropa, con las mejillas especialmente sonrosadas.
En ese momento, por fin fui capaz de articular mis primeras palabras: «Pues lo dicho. Te traigo una caja de cápsulas de los tipos que hemos hablado».
Me giro, le doy los buenos días a la señora y salgo por la puerta.
Ya es la hora de cerrar y aun sigo pensando en lo que ha pasado esta mañana. De hecho he pasado todo el día recordando el momento y aún noto sus manos acariciando mis pechos y sus labios en mi cuello. No sé nada de él, ni siquiera se su nombre pero me he pasado el día excitada pensando en sus manos y en lo que podría hacerme sentir con ellas.
Termino de recoger la peluquería, cojo mi bolso y apago las luces para salir. Estoy cerrando la puerta cuando he notado que alguien se acercaba a mi espalda. Ha puesto sus manos en mi cintura y su boca cerca de mi oído y me ha dicho solo tres palabras con un susurro:
– No digas nada.
Sin moverse de detrás mio, ha vuelto a abrir la puerta y me ha empujado suavemente para que entrarà, ha cerrado la puerta con llave y se ha colocado frente a mi, mirándome con deseo. Ha puesto su dedo sobre mis labios y después ha iniciado una caricia hacia abajo, despacio, rozando mi piel hasta llegar a los botones de la blusa. Suavemente los ha ido soltando mientras me miraba. Es hipnótico, no puedo dejar de mirarle y por un segundo pienso que me he vuelto loca. Estoy ahí de pie, excitada y sin decir nada mientras un desconocido me está desnudando y tocando mis tetas….. Loca de remate….. Pero me da igual…. Sus manos ya han acabado con los botones y ahora están en mis pechos, acariciandolos con deseo. Metiendo la punta de los dedos para llegar a rozar mis pezones… Se me escapa un gemido de placer y me mira a los ojos…. Sigue acariando mis pezones y mirándome, ahora a los labios. Pienso que me va a besar y me doy cuenta de cuánto lo deseo… Pero no, me vuelve a mirar a los ojos y con una sonrisa canalla me suelta el sujetador y se agacha para empezar a besar mis pechos…..
No he podido trabajar en todo el día, pensando en lo que ha ocurrido. Lo que mis manos han tocado y lo que mi boca ha besado…
No puede quedar así. Esta tarde tengo que volver y seguir con lo que hemos dejado a mitad.
Esta tarde saldré pronto de trabajar. Mi plan es esperar a que cierre, para que no haya nadie más que ella y… Seguir en el mismo punto donde lo hemos dejado esta mañana.
Llego y… Ufff menos mal! Aún no ha cerrado. Espero a que salga la última cliente y parece que ya está recogiendo, así que me acerco a la puerta.
Sale a cerrar, momento que aprovecho para ponerme detrás de ella. Le pido que:
– «No digas nada» y volvemos a entrar a la peluquería.
No dejamos de mirarnos mientras ella se queda apoyada contra una mesa. La acaricio. Mi mano baja hasta su blusa sin dejar de mirarla… Es imposible dejar de mirarla.
Dejo sus pechos al aire. Los cojo con mis manos mientras mi boca muerde un pezón y mi lengua juega con él. Delicioso.
Mis manos ayudan a que la blusa caida tras sus hombros, para bajar a su cintura. Ahora es el turno de su falda. Bajo la cremallera y la acompaño mientras recorre su cintura. Muero con tan sólo rozarla.
De repente una idea me invade. Necesito saber cómo sabe el paraíso. Situo mi cabeza entre sus piernas y aparto ligeramente el tanga color rojo pasión que lleva, para lamer con mi lengua sus labios desde abajo hasta llegar a su clítoris. Ufff no quiero parar nunca.
Ella no opina igual porque me coge del pelo y me obliga a levantarme. De un estirón baja mis pantalones y canzoncillos dejando mi polla apuntando directamente al lugar que tan bien sabe.
Sitúa sus piernas en mi cintura y mi polla entra hasta el fondo.
Follamos. Follamos muy duro. Follamos sin dejar de mirarnos a los ojos. No quiero dejar de mirar esa cara. Esa cara, llena de placer, que no puede más y grita mientras se corre y mientras araña mi espalda.
No puedo soportar verla como se corre y yo también me corro. Me corro como nunca. Parece como si nunca fuera a dejar de hacerlo.
Recuperamos la respiración. Por fin, beso sus labios. Nos abrazamos.
Nos volvemos a mirar y ella me dice: «vete, es tarde y me esperan. Pero vuelve mañana. Quiero volver a follarte».
Jueves. Nunca me había pasado que deseara que fuera jueves. Hasta hoy. Llevo todo el día cachonda recordando lo que pasó ayer. Uf, vaya polvo. Follar con un atractivo desconocido me puso a mil y me hizo disfrutar como nunca… Y aquí estoy, mirando la puerta y esperando verlo entrar, con un vestido de tirantes verde oscuro que solo llega a medio muslo y sin ropa interior….
Estoy pensando en eso cuando oígo la puerta, me giro y ahí está. Con una sonrisa pícara y una mirada llena de deseo. Cierra la puerta y está vez soy yo la que se acerca y le susurra al oído :
– No digas nada!
Lo cojo de la nuca y empiezo a besar su cuello.. Que bien huele… Noto sus manos en mi culo y me aprieta contra el. Noto que ya la tiene dura y yo quiero probarla. Lo empujo hasta sentarlo en un sillón de barbero y yo me pongo delante. Entre sus piernas. Le suelto el cinturón y le abro la cremallera y empiezo a tocarla por encima del calzoncillo. Es grande y está lista para mi. Me arrodillo, se la saco y la cojo con mis manos. Es aún más grande de lo que creía y acerco mi boca. Empiezo a chuparla, despacio y con ganas. Disfrutando. Me gusta y sigo un rato así, metiéndola en mi boca y acariciandola con mi lengua y mis manos…
No quiero que se corra, quiero volver a notarla dentro de mi, así que me levanto, me subo el vestido y me siento sobre el. Estoy muy mojada y me entra fácilmente, llenadome hasta el fondo….. Que placer…. Es increíble lo bien que encajamos…. Y lo bien que me folla…agarrandome del culo mientras me muevo sin parar… Arriba y abajo, sin parar…. Agarrandome a su cuello y jadeando los dos… Hasta que noto un orgasmo. Es increíble, largo e intenso…. Y unos segundos después es él el que se corre metiendo la cara entre mis pechos. Y así nos quedamos un rato hasta que recuperamos la normalidad. Hemos ido al cielo y hemos vuelto sin movernos de un sillón de barbero…..
Sin decir nada, me bajo, el se abrocha el pantalón y con una última mirada, me sonrié y se marcha.