Descubrí lo que es un orgasmo con mi mejor amigo

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Beatriz y yo, que me llamo Samuel somo un matrimonio tradicional de 35 años, casados formalmente y ella es de familia pija y anticuada; Bea siempre ha sido muy retraída para el sexo, nada de fantasías y lo justito, la educación bastante represiva y su personalidad muy flojita la convierten en una mujer muy cursi y tontaina, buena gente, pero con poco duende.

Es rubia y curvilínea, de caderas anchas y con buenas tetas y tiene los ojos marrones claros, nunca le gustó ponerse faldas cortas ni escotes, aunque a mi no me importa que enseñe, pero es recatada. Tiene algo de celulitis, pero hay que reconocer que cuando le metes mano da gusto, es carnosa y generosa y sus tetas son una delicia, es la parte de su cuerpo que mejor se guarda, porque como llegues a lamérselas, entonces pierde el control, ahí tiene su punto G, ahí y como no, en su coño, rózalo con la polla y entonces se corre al momento.

El caso es que llevamos casados ya 6 años y he de confesar que llevamos un año sin follar, como ella no quiere sexo oral ni cosas por el estilo, hace tiempo que yo me acostumbré a mis fantasías y me dedico a satisfacerme yo mismo, ella parece no estar disgustada, aunque a veces me lo reprocha, pero siempre terminamos discutiendo sobre lo mismo: el sexo y sus distintas variantes, y ella no cede, así que yo tampoco. Hace ya meses que fantaseo con la idea de que ella le pasea la lengua a otros hombres por su verga, y eso me pone a mil, tengo unas corridas tremendas, como nunca las tuve follando con ella, así que como tenemos un buen nivel de vida, no discutimos mucho y ella se dedica a sus reuniones de amigas y yo a mi gimnasio y a mis salidas al campo.

Hoy es sábado, y hemos decidido salir a dar una vuelta esta noche por la ciudad, hace ya tiempo que no salimos, así que hemos salido de compras y para mi sorpresa se ha comprado un vestido bastante sexy y ajustado, de estilo estampado leopardo, un impresionante juego de lencería negro, con unas medias con ligueros y unos zapatos rojos, bueno, y también un sujetador que realza sus tetas. Supongo que lo ha hecho para intentar reconciliarse conmigo, pero ya no cuela, cuando lleguemos a casa será lo de siempre.

Comimos de camino a casa en un Kentucky Fried Chicken y en cuanto llegamos se lo probó, la verdad es que me puse a mil y le intenté meter mano, pero como tenía que hacer cosas, amablemente me dijo que esperase y se cambió. Yo ya sabía que esto era lo de siempre, así que la dejé seguir con sus cosas y convencido de que todo seguía igual, me puse a trabajar en el jardín y a recoger las cosas de la cochera, limpié bien nuestro Mercedes, porque no tenía ganas de salir al lavadero y recogí la cochera, luego me duché en la casita del jardín. Y allí me se me encendió la imaginación, la recordé con ese vestido, con esa lencería y me la imaginé follando con alguno de nuestros amigos, o con alguno de sus compañeros de empresa, y me hice una paja monumental, total, ella no quería ceder y yo prefería seguir con mis fantasías. Eran las seis, y ella salió a la peluquería, una que abren los sábados por la tarde cerca de casa y yo seguía salido con la idea de verla con ese vestido y alguien conocido quitándoselo y ella haciendo un 69 y follando y cayeron dos pajas más, me quedé exhausto.

Ella regresó a las 8 y a eso de las 9 nos arreglamos, yo me puse un traje azul de sport y ella su vestido sexy, estaba de muerte, no es que sea una modelo, pero las mujeres con curvas molan, eso sí, llevaba el escote abrochado, aunque el vestido tenía otras posibilidades, para eso y para enseñar las piernas también, pero aunque es una pena, no le gusta recrear la vista de los demás.

Aparcamos nuestro Mercedes en una zona de bares de copas y nos sentamos en uno de ellos, yo me pedí un gin tonic y ella una Pepsi, no suele beber alcohol, salvo algún que otro Martini Blanco cuando encarta la ocasión. Tengo que contar que también que yo llevaba guardada una buena postura de grifa, a mi me gusta fumar, a ella le saca de quicio que lo haga, pero últimamente me lo deja pasar, como yo le dejo pasar a ella otras de sus manías. Lo malo de la grifa es que a mí me excita la libido, y con esta compañera no puedo dar rienda suelta a mis apetencias.

Aclarado este punto, seguiré contando lo que ocurrió, la noche transcurría y cambiamos un par de veces de local, nos sentamos en una terraza en la que había música y nos pedimos otra ronda, yo estaba muy a gusto, relajado, la miraba y no dejaba de pensar en las fantasías que había tenido, con ella enfundada en ese vestido que llevaba ahora puesto y se me vino a la cabeza la idea de dejarla sola, a ver si le entraba alguien. Con la excusa de echarle un vistazo al coche salí y aproveché para fumarme un porro, poco cargado, pero que me colocó, aunque la libido la tenía satisfecha con las tres pajas que me había hecho por la tarde, cuando llegué, no estaba sola y se me encendió la imaginación, habían juntado varias mesas y había un una mujer y un hombre al lado de ella y un grupo de gente alrededor. Llegué y pude ver que eran unos amigos que hacía años que no veíamos.

Hicieron el gesto de dejarme sentarme junto a ella, pero dije que no hacía falta, me senté frente a mi mujer, como la gente se cambiaba de sitio para charlar, al poco rato, ella estaba entre dos hombres y yo me quedé con esa imagen, para hacerme pajas, tuve suerte, porque se le desabrochó el vestido por abajo y enseñó las piernas, pude ver cómo le clavaban la mirada, pero se levantó con la excusa del baño y regresó perfectamente abrochada.

Se fueron y nos quedamos, pero al cabo de una media hora, apareció una nueva sorpresa: Rafael.

Era una vieja amistad, un tipo un poco singular, cojonudo y muy divertido en la mayoría de las ocasiones, pero muy prepotente y soberbio, era un defecto de su carácter que lo perdía, a pesar de que fuimos muy amigos y de que junto con su pareja Carol, salimos juntos durante años, la relación se agrió mucho, hasta el punto de que perdimos el contacto.

La pareja de Rafael era una chica muy carismática y guapa, pero que había tenido muchos novios y una vida alocada, Rafael no lo llevaba bien, y en una ocasión, mi mujer, que no se entera de que no hay que meterse en jardines ajenos, aprovechó una ocasión en la que estaban a solas para ser discreta y contó a él que había alguien rondando a su novia y él se ofendió, pensó que esa “boba” estaba faltando el respeto a su pareja, así que le dijo a mi mujer que lo que necesitaba era una polla bien dura y que se la iba a follar, para que aprendiese a saber lo que es poner los cuernos a una pareja de verdad. Ella no me dijo nada, hasta años después.

Bueno, el caso es que apareció por el lugar, que estaba lleno, buscando un lugar donde sentarse y nos vio, se mantuvo un tanto indeciso, aunque con ese aire de superioridad, pero saludó fríamente, yo pensé que después de tanto tiempo no era cuestión de negarle el saludo y le hice un gesto amable, al igual que mi mujer, pero continuó su marcha, buscando acomodo y me dirigí a mi mujer y le dije: oye ¿Lo invitamos a sentarse? Hace ya mucho tiempo de todo aquello, y la verdad es que la mayoría de las veces era un tipo genial, además escuché que las cosas le fueron mal y que ya no está con ella. Mi mujer me dijo que fuera a buscarlo.

Me levanté y no tardé en encontrarlo, estaba en la barra, le dije: coño, cuanto tiempo, ¿Porqué no te sientas con nosotros? Él me miró y me estrechó la mano, luego me dio un abrazo y me dijo, “como en los viejos tiempos”.

Llegamos a la mesa donde nos esperaba mi mujer, que se levantó, lo saludo y le dio dos besos, se sentó con nosotros y charlamos largo y tendido. Nos contó su desgracia con su ex, brevemente, y dijo que no quería hablar más de ello.

Luego pedimos unas copas y durante largo rato reímos recordando buenos ratos, eso sí, pude darme cuenta de que se había fijado en lo bien que le sentaba ese vestido a mi mujer.

Lo siguiente fue que llegaron unas amigas de mi Bea y le pidieron que fuese con ellas a su mesa para hacerse fotos y charlar un rato de sus cosas, así que nos quedamos solos, nos pedimos unos pelotazos y yo me hice un porro, a esa hora ya valía todo en aquel local. Él se sinceró conmigo y me contó sus desventuras, bueno, desventuras en cierto modo, porque es un tipo que atrae a las mujeres y su problema son ellas, pero folla a destajo, pero su gran dolor es aquella pareja de la que le advirtió mi mujer (y que por ello el le dijo que se la follaría en venganza), así que se desahogó con un viejo amigo y además colocándose con él. Después de escuchar sus penas, le conté las mías, estaba colocado y tenía que contarle a alguien que mi mujer era una estrecha y que me mato a pajas. El me escuchaba atento y me dijo que a las mujeres les gusta que las obliguen, que mi problema es que soy un tío muy racional y que no me dejo llevar por los instintos, y le tuve que reconocer que tenía razón, yo nunca puse firme a mi mujer.

Bea tardó un buen rato en regresar y antes de que llegara el me dijo, ¿Ves?, se va, te deja aquí y viene cuando quiere, espera y mira como se trata a una tía. Cuando ella llegó le dijo, ¿Por qué tratas así a mi amigo? Te pones guapa y te vas a lucirte con otros. Nos quedamos pasmados, pero a mi me dio la risa y a ella también, y se rió y dijo, coño, que es en serio, nena está para comerte y dejas a tu marido conmigo y te vas a pasearte con la de tipos que hay aquí, buscando carne. Más risas, él solía gastar ese tipo de bromas y no le sentó mal a mi mujer, aunque la verdad, es que me sorprendió un poco. Y propuso que fuéramos a un local, de esos donde se baila tango, ninguno de los tres tenemos ni puta idea, pero nos gustó aquello y nos fuimos, estaba cerca de allí.

Cuando llegamos pedimos unas copas y había un animador, como nos vio indecisos, se acercó y dijo ¿Vais a dejar a esa preciosidad aquí parada sin bailar? Le respondimos que no sabíamos bailar tango, el dijo ¿Alguna pareja? Y Rafael dijo: Ellos: Entonces el animador le dijo, pues la sacas tú, que eso tiene más morbo, así luego él tendrá más ganas de ella.

Y les puso un tango y le fue diciendo lo que tenían que hacer, se agarraron muy fuerte y el animador, que no se cortaba un pelo, le dijo a mi mujer, nena, eres preciosa, pero vas empaquetada, suelta botones, y a fuerza de insistir, parando la música y con la gente aplaudiendo y expectante, ella se desabrocho y enseño tetas y piernas (pude darme cuenta de que se había tomado algunas copas de alcohol, (probablemente Martini blanco, que le gusta, porque parecía algo colocada) torpes, pero sensuales, se manosearon y la gente aplaudió y a mi se me encendió la imaginación.

Terminó el tango y regresaron riendo, pedimos otra ronda y ella se tomó otro Martini blanco con hielo. El animador la sacó a bailar , le gustó cómo animaba mi mujer el local y ella estaba encantada de ser la estrella de la noche, esto era nuevo, la ripipi, se estaba soltando la coleta.

Y Rafael me dijo: no te ofendas, pero me he dado cuenta de que tu mujer ha ganado mucho, entre tú y yo, si no estuviese contigo, le tiraba los tejos, se rió y yo con él. Entonces le dije ¿Tienes cojones de tirarle los tejos? Y él dijo: ¿Me dejas? Campo libre, toda tuya, ya te he dicho que llevamos un año sin follar, necesitamos un revulsivo, ella necesita que la pongan en su sitio y disfrutar del sexo salvaje y si te digo la verdad, me muero de ganas por verla follando con otro. Yo no he sabido arrancarla de la ñoñería, pero me parece que tu vas a saber hacerlo, es peligroso, igual acaba en desastre, pero… ¿Qué coño? A ver cómo sale, mira, yo me llevo muy bien con ella, en todo, menos con el sexo, y me tiran las fantasías, necesito hacerlas realidad para ser feliz.

Y Rafael dijo, pues si le hace falta polla, se va vamos a dar ¿Tenemos sólo esta noche? Y yo le dije, no, si ella consiente, tenemos 15 días de vacaciones atrasadas que nunca hemos tomado, además, que coño, si yo soy mi jefe y el suyo, tengo la mitad de la empresa en la que trabaja, como si nos tomáramos un mes.

Le pregunté al de la barra si se podía fumar grifa, y me dijo que hiciera lo que me saliera de los cojones, total, allí casi todos se metían coca… Rafael y yo nos pusimos como una moto, nos pedimos unos pelotazos y nos fumamos unos petas, mientras esperábamos a mi mujer, que era la estrella de la noche (por cierto, que el animador la manoseó bastante y ella no protestó).

Al fin, después de cinco tangos y varias charlas y demostraciones con mi mujer como marioneta, ella regresó entre aplausos y dejaron el tango, para poner canciones melódicas, nos tomamos las copas, mi mujer se tomó otro Martini, que le sentó muy bien después de la función (y por cierto, ya no se molestó en abrocharse, las tetas y las piernas eran un espectáculo, a los tíos que pasaban se le salían los ojos). Estuvimos un rato bromeando y Rafael clavaba su mirada en las tetas de mi mujer y ella, que se dio cuenta, descaradamente, se desabrochó otro botón y dijo ¡¡¡Que calor hace!!!, se sentó en el taburete y el vestido, que era ceñido marcó muy bien sus curvas, dejó caer el bolso y se agachó a cogerlo, entonces su culo se presentó como una muralla de placer, para asaltarla. Era descarada, algo le pasaba, estaba desenfrenada. Rafael fue al servicio y ella me susurró al oído: hoy quiero hacerte feliz. Y yo le dije, tu si que vas a ser feliz hoy, nos vamos de vacaciones, estoy cansado de la rutina, tenemos que hacer una locura, ella me guiño y me dijo ¡¡¡Siii!!!

Creo que no entendió muy bien de qué se trataba, esa noche, después de tanto tiempo sin follar, necesitaba polla, supongo que ella también se hacía pajas, pero una tranca bien metida es otro nivel. Igual pensaba en una ligera pasada de lengua por mi polla, pero lo que le esperaba era otra cosa muy distinta, eso sí, si ella se atrevía.

Rafael tardó en llegar del servicio, me susurró al oído que lo había invitado a coca el animador, y que le había dicho que Bea estaba muy buena, que le gustaban las mujeres así. Lo invitó porque vendía y Rafael le compró una buena cantidad, y también de hachís, ya que sabe que me gusta, le pregunto por algún sitio discreto para alquilar un chalet y le dijo que había unos a 25 Km, perfectos para hacer locuras, por lo visto le preguntó ¿Te vas con tu amigo y con su mujer, a que sí, cabronazo?, Joder, que bien lo vais a pasar allí, jacuzzi, piscina, cama de agua, nadie pregunta…

Pues llegó y nada más aparecer sacó a mi mujer a bailar, que aceptó encantada, y yo miraba expectante. Sonaba una balada y se abrazaron, al poco rato, el se arrimó más y se acercó a su cuello, ella pareció sentirse un poco invadida y se echó atrás, pero en ese gesto se quedaron mirando y él le dijo algo, ella le sonrió y le susurró algo al oído, estuvieron así un rato, entre risas.

Cuando terminó la canción la canción, Bea me pidió que bailara con ella, y Rafael, que se cruzó conmigo cuando me dirigía a ello, me guiño el ojo, bailando, ella me dijo que estábamos locos, pero que éramos geniales, por un momento creí que Rafael le había contado algo algo, pero ella me dijo que cuando él se acercó a su cuello y casi la besó, se molestó, pero le dijo al oído que nos habíamos apostado 50 € a que no era capaz de adivinar el perfume que llevaba y que él le ofreció la mitad si se lo decía, porque no lo pudo adivinar acercándose tanto.

Después Rafael me contó que eso era un truco para romper distancias, ya lo había dejado acercarse por primera vez.

La noche estaba ya muy avanzada y se adivinaba la madrugada, así que nos marchamos de allí, el animador nos despidió con una sonrisa sarcástica y le dijo a Bea que menuda fiesta le esperaba, pero ella no lo entendió y le sonrió.

Y al salir le dije a Bea que Rafael se venía con nosotros, que nos acompañaba al complejo de los chalets de alquiler, ya que había decidido tomarse unos días de vacaciones también y quería pillarse uno, ella se extraño, y más todavía cuando le dije que se venía en nuestro coche, me dijo en voz baja que si no era una mala idea traerse compañía a unas vacaciones de pareja, no lo encajó muy bien, y le dije, bueno, ya le digo que no. Entonces se quedó pensativa, lo miró y me dijo, bueno, Ok, que se venga.

El se dio cuenta de la situación y con mucha astucia dijo, mirad, creo que me voy a quedar por aquí, no me parece buena idea irme con vosotros, que tendréis cosas que hablar y seguramente preferís estar a solas, sobre todo tu, que tienes la suerte de estar con una mujer tan guapa.

El truco surtió efecto, Bea le dijo: de eso nada, tu te vienes, además, seguro que tienes alguna amiga y nos hacéis compañía, no vamos a estar solos todos estos días allí, el se lo agradeció y le dijo que precisamente había quedado con una chica un par de días después, y que la idea de irse con nosotros era por eso.

Con la excusa de que conocía el camino, le dije que condujese el coche, yo me senté a su lado, delante y Bea detrás, a los cinco minutos, ella se quedó dormida del cansancio, recostada y con las piernas abiertas, sin darse cuenta y se abrió la falda y la blusa para estar más cómoda y enseñaba sus tetas y sus bragas, nosotros las veíamos por el retrovisor, Rafael me hizo un gesto, para que viese cómo se le había puesto la tranca, y me susurró que se la iba a meter en la boca, yo le dije que eso era cosa improbable y el sonrió y me guiño el ojo. La verdad es que los dos lo tomamos como un juego, porque la cosa estaba difícil tal y como era mi mujer, yo no me lo creía, pero ya tenía mi fantasía dibujada en mi mente y Rafael me confesó que aunque se moría de ganas lo veía muy crudo.

Pero ya puestos, echó toda la carne en el asador y se la jugó, para ver hasta cuánto estaba dispuesta a aguantar, así que tomó el camino hasta un garito que tiene una Sex Shop abierta las 24 horas, con la excusa de que le tenía que comprar “regalitos” a su amiga, y ya llegando, mi mujer se despertó y nos preguntó que a donde no dirigíamos, Rafael se lo dijo y ella no se lo tomó a mal, se rió, pero se dio cuenta de que estaba enseñando más de la cuenta y eso no le gustó, se acomodó en un rincón del asiento y cerró las piernas y se tapó el escote con con los brazos, luego, cuando llegamos, me llamó aparte y me dijo que la tenía que haber avisado, yo le dije que no me había dado cuenta, ni Rafael tampoco. Rafael nos dijo que podíamos tomar un café en el bar, mientras él compraba en el Sex Shop, pero añadió “si es que no queréis entrar a comprar algo, porque aquí tienen cosas muy chulas”. Mire a mi mujer y ella dudó, hizo el amago de entrar, pero decidió tomar café, me quedé con ella en el bar mientras Rafael entraba al Sex Shop.

Pedimos unos cafés y yo entré al baño, la idea de hacer realidad mi fantasía me rondaba cada vez más y más, y en el baño, vacié un cigarro y mezclé el tabaco con un poco de hachís, ella fumaba de vez en cuando y estaba dispuesto a colocarla para que se soltara el pelo. Poco después se acercó una chica muy guapa hasta nosotros y se presentó, era la dependienta del Sex Shop, le dijo a Bea que Rafael le comentó que se había sentido violenta cuando le dijo si quería entrar, y se ofreció a enseñarle la tienda, era una chica muy amable y convincente, y mi mujer aceptó encantada.

Entramos y Rafael nos estaba esperando, una vez allí, la chica le presentó a otro dependiente, que era notablemente gay y entre los dos le introdujeron en el mundo de los artículos sexuales, Rafael y yo cogimos una canastilla y compramos algunas cosas, tonterías que nos hacían gracia, hasta que aquel chico con evidente pluma nos trajo a mi mujer cogida de la cintura entre risas y le dijo, mira monada, quédate con estos hombres de verdad, y que ellos te digan lo que les gustaría que pusieras para ellos, porque eso es lo en realidad hace guapas a las mujeres a los ojos de los hombres, y recuerda monina, la vergüenza se quedó atrás hace un siglo, ella se reía.

Y nos dijo: bueno, hombres de verdad, a ver, quiero comprarme algo de ropa ¿Que me recomendais? Yo me quedé pasmado, porque no me imaginaba a Bea en esa situación y Rafael se tiró a la piscina y sin cortarse le recomendó cinco o seis conjuntos que servían para una peli porno, es más, se los regaló, con la excusa de que quería hacer feliz a su amigo, ya había metido el sexo de lleno en la ruta hacia el chalet.

Para insinuarse más compró juguetes sexuales y alguna que otra revista, ella ya estaba un poco “al límite”, aquello era ya una situación demasiado morbosa, pero probó más todavía, cogió un modelo de látex de la talla de Bea y le dijo: esto te tiene que quedar fantástico, querida, como dice el maricón, y se lo puso por los hombros, para medirlo, ella se quedó quieta y por un momento cerró los ojos, y luego sonrió, luego dijo, sí. Y me pidió que se lo regalase. Creo que se puso cachonda, al imaginarse con ese vestido puesto delante de nosotros.

Y a pesar de ser por la mañana, nos tomamos unas copas, total, ya puestos. Eran casi las diez y nos sentamos en una mesa, en la terraza, pedimos un aperitivo y tres gin tonics y saque el tabaco, le dije a mi mujer que si le importaba que Rafael y yo nos fumásemos un porro, ella dijo que no, siempre y cuando el coche no fuese un problema, y ella se apuntó a fumarse un cigarro, pero lo que no sabía es que el que le tenía guardado tenía truco. Hace muchos años, cuando la conocí, le dio unas caladas a un porro y se puso como una moto, esa fue la única vez que la vi desinhibida en el sexo, fue el día que me dejó penetrarla por primera vez, cuando se dio cuenta del efecto que tenía, ya no quiso probarlo de nuevo, esa era su prisión mental, era una reprimida.

Pero yo estaba dispuesto a todo por cambiar mi aburrida vida sexual y estaba expectante, a ver qué sucedía. Bea le dio un sorbo a su gin tonic, que estaba muy poco cargado, tomó algo de aperitivo y yo le encendí el cigarro con sorpresa, temí que se diera cuenta, pero se ve que con el olor de nuestro porro no lo notó, por que dijo que se se iba a colocar con el humo que soltaba lo que estábamos fumando, Rafael le dijo que si se colocaba, nos podía bailar la danza del vientre allí mismo, rompió en una carcajada y charlamos amistosamente, nos acabamos las copas y, los porros el cigarro y nos fuimos para el coche, camino del chalet, ella dijo que se notaba mareada y Rafael se aligeró a “socorrerla” la cogió por la cintura y le preguntó si estaba bien, (se pegó mucho a ella y hasta la manoseó con suavidad, pero ella no se dio cuenta con el colocón) le abrió la puerta y le ayudó a entrar en el coche, aconsejandola que se “aflojase” la ropa. Se desparramó en el coche con las piernas abiertas y yo le dejé la falda bien abierta y la blusa desabrochada.

Tardamos una media hora en llegar, ella estaba dormida y se había puesto la mano tapándose el coño, nosotros la mirábamos por el retrovisor y hacíamos cábalas sobre si colaría el plan o no, dentro de poco había que decirle que sólo había un chalet para los tres, contar una trola, sobre que que estaba todo lleno, hasta al menos dos días y preparar un plan B. Pero mirar aquel retrovisor y ver su mano en el coño y sus muslos entreabiertos nos hacía olvidar cualquier problema que pudiese surgir.

Al fin llegamos, era el momento crítico, aquello le iba a sonar muy raro. Rafael tenía el móvil del animador del local de tango, lo llamó y hablamos con él, le contamos lo que queríamos hacer, le pedimos ayuda, para que el recepcionista nos cubriera con una mentira, y me dijo que le soltase 100 €, que ya lo llamaría él para darle instrucciones. Todo resuelto de momento, fuimos a recepción y el tipo nos dio las llaves e hizo el gesto de pulgar arriba, luego fuimos a por mi mujer y la despertamos. Le di un beso cariñoso y le dije: ¿Estás bien cariño? Ella abrió los ojos y me dijo, sí, pero vaya tela el humito del porrito, me agarró y me dio un beso y me dijo que había tenido sueños húmedos, estaba caliente.

Se levantó y le dije lo que había, Rafael tenía que quedarse con nosotros, al menos esa noche; me miro y yo me temí lo peor, pero dijo, bueno, que se quede, pero como siga aspirando humo de porros terminamos haciendo un trío, y se rió a carcajadas, lo dijo de broma, pero me puso a mil, lo malo es que yo seguía con mi verga cansada, después de las tres pajas del día anterior, hacía amagos por levantarse, pero no podía, pero mi fantasía me quemaba por dentro.

El chalet era muy grande, pero el muy cabrón del conserje se las sabía todas, nos dio uno en el que sólo había un dormitorio, el resto era un salón con la cocina integrada y un enorme baño con jacuzzi, aunque tenía otros dos baños auxiliares. Rafael dijo, como no puede ser menos, yo duermo en el salón, aunque salgo ganando, pero eso sí, por favor, no gritéis mucho esta noche, no seáis crueles, bueno cuando salgáis a fumar os doy conversación, Bea se rió. El conseguía poco a poco meter el sexo en la conversación.

Nos acomodamos y pedimos de comer, estábamos hambrientos, es el desfase de la fiesta, no estaba abierto el comedor, pero sí que había pizzas, las devoramos, luego nos pusimos cómodos, en plan pantalón corto, y para mi sorpresa, mi mujer se puso un chándal que le quedaba muy, pero que muy ajustado, siempre lo llevaba el coche, en una maleta con ropa para el jardín. Se le marcaban las tetas y el culo, y el coño, se lo había comprado hacía un par de años, cuando hizo una dieta, perdió cinco kilos que luego recuperó, creo que estaba todavía colocada y no se daba cuenta de que estaba enseñándole a Rafael todos sus volúmenes.

El la miraba y note que su verga estaba tiesa, se le notaba el bulto, nos levantamos a recoger los restos de la comida y ella dijo que ni hablar, que ya lo hacía ella, se había sentado junto a mi, yo estaba en centro, ella a mi derecha y Rafael a mi izquierda, en cómodo y enorme sofá, que disponía de motores y que se podía poner de mil maneras distintas, se levantó y cuando se agachó para coger la bandeja, sin darse cuenta, abrió las piernas, para evitar una pequeña mesa auxiliar que estaba debajo de la principal y se quedó enseñando su coño, que se marcaba en aquel pantalón ajustado, encajado en aquel culo generoso y carnoso, los dos nos miramos e hicimos gestos de meterle manos, por poco nos pilla.

Después se dispuso a limpiar la mesa, cogió el limpia-cristales y un paño y repitió el gesto, entonces yo cogí la mano de Rafael y la puse en el culo de ella y le dije, cariño, lo podríamos hacer nosotros, el la palpó y ella dijo, ¡¡¡Oye, ya vale, que tenemos invitado, que va ha pensar!!! Rafael soltó una carcajada y le pasó la mano suavemente por el coño, como si la estuviera retirando.

La cosa se quedó ahí, ya le había metido mano y esperamos a la tarde, nos arreglamos y salimos a tomar unas copas en la terraza, pedimos una cena y luego seguimos tomando copas, estábamos solos y entonces ella hizo la gran pregunta ¿No dijisteis que estaba lleno esto? Pues no lo parece.

Nos dejó planchados, no sabíamos qué contestar, y entonces comenzamos decir tonterías sin sentido, hasta que Rafael le dijo, mira Bea, la verdad es que yo no he quedado con ninguna mujer, que esto no está lleno y que estamos haciendo el gilipollas, es una broma, tu marido y yo estamos apostando a ver si soy capaz de tirarte los tejos, ayer nos encontramos después de mucho tiempo y resulta que al menos, nosotros, somos dos insatisfechos sexuales, pensábamos que tú también lo eres, y con el colocón, se nos ocurrió esta absurda idea, te ruego que me disculpes, ahora me voy a pedir una habitación, no puedo irme esta noche, porque no tengo coche, ya me largo mañana. Se levantó y se fue hacia la puerta, entonces mi mujer le llamó y le dijo, Rafael, ven siéntate, por favor.

Rafael dudó, pero regresó y se sentó, ella se levantó y dijo ¿Tenéis hachís?, claro que sí, le dijimos. Ella nos dijo: Pues por favor chicos, si sois tan amables, preparad unas copas y algún canutillo, que tenemos que hablar, ahora vengo.

Rafael y yo gesticulamos, intrigados por su extraña reacción, se intuía algo, pero no sabíamos de qué iba la cosa.

Se presentó después de media hora, vestida con el mismo modelo del día anterior, el que se había comprado el sábado, pero con con la lencería de la Sex Shop debajo, se adivinaba, porque iba desabrochada, se había puesto muy guapa, se había pintado los labios de rojo carmín, se había hecho una trenza en el pelo con otra cosita de aquellas que había en la tienda erótica, diseñada para desatarla y llevaba unos zapatos de tacón enormes que le recomendó el gay.

Cuando la vimos venir nos quedamos de piedra, Rafael sacó la lengua y se la paseó por los labios, no lo pudo evitar, se sentó frente a nosotros y se abrió de piernas, enseñando unas bragas traslúcidas que dejaban adivinar su dulce coño, y se puso las manos en la cintura, apretando, para que sus tetas se abultaran y nos nos dijo: ¿Que tal, estoy para tirarme los tejos, chicos?

Yo le dije, joder nena, estás para comerte el coño sin leer la carta, y Rafael le dijo: hoy no te escapas de aquí viva, tu te mereces que te demos gloria hasta que nos quedemos tísicos, madre mía que pedazo de mujer.

Se cruzó de piernas, se cerró un poco el escote y nos pidió que le sirviéramos una copa y que le liásemos un canuto poco aliñado, lo hicimos como dos esclavos, a Rafael se le quitó el aire de superioridad, por follársela era capaz de arrastrarse por el suelo. Cuando la servimos nos pidió algo de música sensual, con un móvil bastó y después de beber un par de tragos y de haberse fumado unas caladas del canuto, se levantó y se puso a bailar.

Esto era nuevo para mi, nunca había visto a mi mujer así, no es que bailase muy bien, pero se esforzaba en enseñar bien todos sus encantos, se contorsionaba y movía el culo, y se iba desabrochando el vestido, y cada vez que lo hacía, se agachaba más, se llegó a poner de culo, con las manos en el suelo y su coño se marcaba entre sus nalgas, mientras sus tetas colgaban debajo de su cabeza. Lo que más ponía era ver a una mujer de casa, haciendo el papel de striper, tenía mucho morbo ver sus curvas y cómo le costaba moverse con el vestido apretado.

Rafael y yo soplamos a la vez, flipando, entonces se incorporó, se sentó de nuevo, tomó un trago, fumó una calda del canuto y dijo: ¿Alguien dijo que tenía cojones de tirarme los tejos?

Yo le dije a Rafael, amigo, eso va por ti, esta tía te va a dejar muerto. Y Rafael se fue a por ella, se sentó a su lado y la intentó manosear, pero ella le dio una palmada y le dijo, espera, no tan rápido, ¿Te crees que me vas a follar por venir a sentarte conmigo y ya está? La carne hay que ganársela con sudores. A ver, tú, pon un tango y que tu amigo me saque a bailar, a ver cómo se porta con tu mujer.

Yo me fui para adentro, saqué un portátil que había allí, con unos altavoces externos y busqué en YouTube tangos, afortunadamente, aquel portátil tenía una tarjeta de sonido espectacular, y los pequeños altavoces eran la caña, el tango sonaba a todo trapo.

Ellos se pusieron de pie y comenzaron a bailar, no tenían ni puta idea, pero el la intentaba manosear y ella lo iba rechazando, pero bien que le enseñaba las tetas y las bragas. Rafael la intentaba besar, ella parecía dejarse, pero cuando sus labios estaban rozándose, ella se movía de nuevo al compás del tango y se los negaba. Aquello era digno de ver, mi mujer hecha todo un putón y Rafael arrastrándose detrás de ella para que le dejase probar los labios.

Al final, con el colocón y el final del tango, que era prolongado, Rafael sacó su genialidad a pasear, se puso de rodillas frente a ella y gritó con acento argentino ¡¡¡Perdonáme dama y dejáme probar tus lindas bragas!!!

Ella se rió primero, luego hizo un gesto de lujuria y le ofreció su coño, él le beso sus bragas, agarrando su culo, manoseando sus nalgas, luego se puso de pie , la cogió en brazos, la llevó adentro y me dijo ¿Nos acompañas?

La tumbó en sofá, ella se sentó, y yo me dispuse a servir unas copas y a liar un canuto, mientras ellos se besaban apasionadamente, mi polla despertó del letargo, a pesar de las tres pajas del día anterior, se puso como una piedra, viendo a mi mujer dándose el lote con Rafael, sin importarle que yo estuviese presente. Ella lo apartó un instante y me dijo: ¿No te importa, verdad, cariño? Y yo le dije, por favor, adelante, continúen, no se detengan, que siga la pasión.

El le fue desabrochando el vestido del todo y luego separó sus piernas con fuerza, las manoseó y le acarició el coño por fuera de sus bragas de encaje, mientras ella comenzaba a jadear de placer, luego se dieron besos con la lengua y con sus bocas abiertas, aquellas lenguas se entrelazaron, unas veces despacio, otras con furia, luego se miraron a los ojos y se dieron un beso profundo, sin final.

Entonces Rafael le dijo a mi mujer, susurrándole al oído: nena, te dije un día que te iba a meter mi polla hasta lo más profundo de tus entrañas y ese día ha llegado, te voy a romper. Ella gimió, le acarició la verga, que estaba erecta, marcándose muy fuerte en sus pantalones y lo besó de nuevo con otra interminable sesión de lengua, mientras él comenzaba a desabrocharle el sujetador, para liberar sus tetas, que se soltaron de golpe, cuando el sujetador saltó.

Yo me acerqué y les dije: ¿Podéis parar un ratito para brindar por este momento glorioso? Ellos aceptaron y brindamos y fumamos hachís, ella le daba caladas y nos pasaba el humo a la boca. Cuando nos colocamos del todo, ella le dijo a Rafael que si ya la había olvidado y él respondió metiéndole mano de nuevo y la llevó en brazos a la cama, yo les seguí, para ver el espectáculo.

Ya en el dormitorio, se dieron una fiesta sexual de pie, Rafael la iba desnudando con suavidad, mientras la besaba y le acariciaba por todo su cuerpo, ella se retorcía de gusto y le correspondía, desnudando el cuerpo de él y sin dejar de acariciar su poya. Cuando a mi mujer tan sólo le quedaban las bragas de encaje transparentes por vestimenta, Rafael la cogió en brazos y la tumbó en la cama, ella lo miró y él a ella y entonces Rafael se tumbó junto a ella y lentamente le quitó las bragas, mientras que le lamía las piernas, ella gemía de placer y yo miraba extasiado.

Luego se fundieron en un abrazo y ella se puso encima de él y comenzaron a darse placer, lentamente, sin prisa, el coño de mi mujer se paseaba por la tranca de Rafael, por fuera, cabalgando, mientras él le lamía y le mordía las tetas, de vez en cuando se besaban, luego se fundían en un abrazo y se daban lengua, para luego repetir, hasta que Rafael hizo un movimiento y puso su poya detrás del culo de Bea y se la paseó entre las nalgas, a ella le gustó y gritó de placer, luego le puso su enorme glande en la entrada de su dulce coño y jugó un rato, sin penetrarla, ella se volvía loca loca de gusto, sintiendo esa enorme tranca en la entrada de su coño, deseando que se la metiese.

Bea le daba lengua y le susurraba al oído que la follase, pero Rafael se hacía rogar, ella estaba ya deseando sentir en sus entrañas la verga de mi amigo, creo que ella sentía un enorme morbo al sentir que Rafael se estaba saliendo con la suya, que lo que le dijo aquél día lejano lo estaba cumpliendo, se estaba vengando y a ella le gustaba. Y al fin se la regaló, pude ver cómo su glande, enorme, excitado y rojo como la sangre se iba introduciendo poco a poco en su coño, mientras Bea daba unos gritos tremendos: ¡¡¡Ooo… Ooo… Ahy..Ahyy…OOOOOOO!!! Y mi mujer seguía gritando y gimiendo de placer, mientras la polla de Rafael invadía sus entrañas, llenándola, expandiendo su canal sexual y haciendo que entrase en éxtasis de placer carnal.

Pude ver cómo su coño palpitaba y su vientre se agitaba al ritmo de su orgasmo, gritaba desenfrenadamente, mientras la polla de mi amigo estaba en su interior, invadiendo lo más íntimo de su ser, mi mujer tenía los ojos en blanco mientras dejaba escapar un profundo gemido de placer, mientras se convulsionaba ¡¡¡OOOO…OOOO…AAAA….OOOOOO…..!!!

Pero Rafael se contuvo, no se corrió, aunque ella sí, se la sacó, la beso con dulzura y cariño y le susurró al oído cosas de amantes, ella se dejó caer rendida en la cama. Rafael me miró, me guiñó y me dijo que trajese copas y coca, ya nos hacía falta (y unos complementos vitamínicos especiales que compramos en Sex Shop).

Las copas vitaminadas y la coca le sentaron bien a mi mujer, que ya estaba desenfrenada y decidida a probarlo todo, se había quedado exhausta del trancazo que la había metido Rafael, pero al cabo de los diez minutos estaba ya recuperada, le dio un beso en la mejilla y le dijo: chaval, te has portado como un campeón, te mereces lo que te voy a regalar ahora.

Bea me miró y me dijo, perdona si no vas a ser el primero, pero es tu fantasía y la voy a cumplir. Y sin perder tiempo acarició la verga de Rafael y luego, suavemente, comenzó a lamerla con la punta de su lengua, después se la metió en la boca y le metió una mamada brutal, se metió el glande entre los labios, después se tragó la polla hasta la mitad y luego le lamió la tranca y los huevos, y por debajo de ellos, se recreó, dándole gustó, mientras él daba gemidos de placer.

Joder con la mojigata de mi mujer, se soltó la melena y resultó ser una auténtica fiera sexual, me estaba poniendo a mil, yo estaba ya deseando que me tocase el turno de meterle la polla, porque estaba desconocida, apetecible, sexy, muy guapa y sobre todo, ahora era una hembra deseable, una tía sin complejos y con un coño insaciable.

Rafael se dio cuenta de mi estado y me dijo: coño, únete a la fiesta, que es tu mujer, no te prives; entonces me uní a ellos, Rafael organizó la orgía, le pidió a mi mujer que se levantase, y él se tumbó a lo largo de la cama, la cogió por los muslos y le dijo, ven, nena, vamos a seguir haciendo las paces; entonces ella se agachó y lo besó, luego fue avanzando para ofrecer sus tetas y él las lamió y mordió, ella comenzó a gemir de nuevo, sus tetas son su punto G, luego de un rato, ella le recorrió el vientre, hasta llegar a su polla y la pasó la lengua por el glande, entonces yo me puse frente a ellos y le ofrecí mi polla, y ella me lamió por primera vez la verga, eso me hizo entrar en éxtasis sexual. Al poco rato, ella tenía su lengua metida entre nuestros glandes y la movía con delicadeza, disfrutaba con ello, luego se las metió en la boca, primero de una en una, hasta que los dos nos pusimos de acuerdo y la embestimos, metiendo nuestras dos pollas en su boca, costó mucho esfuerzo, pero lo conseguimos, ella, al principio, no quería, pero cedió cuando Rafael comenzó a lamer su coño.

La dejamos descansar un rato, yo la abracé y la besé, y le di las gracias, y le dije: ahora sí que tengo ganas de follar contigo, nena, y ella me miró sonriendo y acariándose el coño, y me abalancé sobre ella y después de sobarla un poco le puse mi polla en la entrada de su coño y mirándola fijamente le dije: te voy a dar todo el gusto que te mereces.

Se la metí, sintiendo cómo mi polla invadía sus entrañas y ella lo agradeció gritando como una loca, yo nunca la había penetrado así, de esa manera salvaje, ella estaba debajo, con sus piernas abiertas y yo la tenía agarrada, presa, la penetraba una y otra vez y ella gritaba de dolor y placer, Rafael se acercó y le metió la lengua en su oreja y ella entró en éxtasis y puso los ojos en blanco, y el me dijo que no me corriese, que me guardase.

Luego ella se puso encima de Rafael y yo detrás de ella y por primera vez en nuestras vidas hicimos un trío, Rafael se la metió por su lindo coño,despacio, poco a poco, mientras yo le invadía su bonito culo. Ella se debatía entre el dolor y el placer, convulsionándose, gimiendo y gritando, mientras Rafael y yo, coordinamos nuestros movimientos para darle todo el gusto y placer posibles, Rafael lamía y mordía sus tetas y yo la besaba en la boca y en el cuello y ella no dejaba de quejarse de placer, de gritar y de susurrar, se convulsionaba, se corría y gemía ¡¡¡OOOO…SIIIII…MASSSS….OOOOOO…AAAA….!!! Paramos antes de corrernos, aunque no sé cómo pudimos hacerlo, creo que lo conseguimos para poder seguir dándole gusto en agradecimiento, nos estaba haciendo felices a los dos.

Rafael y yo nos levantamos y ella se quedó tumbada, boca abajo, exhausta con los brazos y las piernas abiertas y se quedó dormida, nos metimos otra vez coca y nos tomamos otra copa, mientras fumábamos, mirando su lindo cuerpo, curvado, relleno, tenía un culo precioso, sus tetas salían por los costados, eran grandes y preciosas, y tenía su pelo rubio alborotado.

Charlamos durante un buen rato, mientras ella descansaba, bueno, nosotros también estábamos cansados, pero éramos dos contra una y teníamos ventaja. Rafael me preguntó si no tendría reparos, pasado el tiempo sobre esto, yo le dije que no, no tengo prejuicios. El me confesó que le puso a mil la idea de haber cumplido aquella venganza, que son cosas del sexo y yo le dije: mira, ella se ha puesto cien veces más morbosa que tú de ver que cumpliste esa venganza, le encantó sentirse poseída, cuando la penetrabas, estoy seguro de que soñaba que lo estabas hacían aquél mismo día, el sexo se mueve por fantasías ¿O acaso no las tienes tu? Él me contestó que un día pilló a Carol follando con otro en su cama y que se corrió de gusto, ellos no se dieron cuenta de su presencia, y él se echó una paja mirando escondido, nunca supo por qué reaccionó así. Yo tampoco lo sé, Rafael, puede que moleste que otro se folle a tu mujer, pero ver a tu mujer follando con otro despierta algo que estaba dormido, es otro nivel, le pasa a muchos, pero pocos lo confiesan.

Media hora después Bea se despertó sonriente y dijo: ¿De qué habláis chismosos? ¿Además de follarme a dúo, os habéis entretenido mirando mi culo?

Es un culo muy bonito, contestamos los dos a la vez. Ella se duchó y se puso uno de los conjuntos de lencería, uno negro, transparente, pero se echó encima una camisa. Vino hasta nosotros y nos ordenó, literalmente que fuésemos a por algo de comer, era de madrugada, bajamos y untamos con 50€ al recepcionista, para que nos averiguase unas bandejas de canapés, mientras los preparaba, no dejaba de soltar puyas, ¿Da trabajo la señora, verdad?, lo digo porque les veo con necesidad de coger fuerzas, por cierto ¿Todavía no han probado la cama de agua? No hay que nadar, sólo sudar, bueno, pues aquí tienen, cuatro bandejas de canapés y un ramo de flores para la señora, ganadora del concurso de salto al potro. No tuvimos más remedio que reírnos, aquél tío era descarado, pero tenía gracia el muy cabrón.

Subimos y nos preguntamos dónde cojones estaba la cama de agua, dejamos las bandejas, le dimos el ramo de flores y un ramillete de besos a la campeona y descubrimos la cama de agua, estaba en el salón, cubierta con una sábana estampada, cuando Bea la vió, se tiró en plancha. Nos sentamos a comer, ella se puso en medio y devoramos los canapés, que eran deliciosos, las cuatro y media de la mañana, Rafael le acarició las piernas a mi mujer y yo le besé el cuello, pero ella dijo: ¡¡¡Vale ya, un ratito de relax, hostia!!! ¿No nos vamos a entonar antes de seguir con algo de coca, grifa y copitas? (La ripipi estaba desbocada, esta tía se estaba metiendo lo más grande esta noche).

Apenas abrimos la boca mientras comíamos, pero en cuanto yo serví las copas, y Rafael preparó las rayas y los canutos, esnifamos bebimos despacio y fumamos, ella daba caladas y nos pasaba el humo boca a boca, dándonos lengua, estuvimos un buen rato charlando, ya colocados, bromeando sobre sexo, planeando cosas, y a mi se me encendió la bombilla, allí había una tele enorme, la encendí y en efecto, tenía canales porno, es más había un teletexto con un menú, yo elegí: tríos.

Y seleccione una peli porno en la que dos tipos musculosos y con pollas enormes se follaban a una madura con curvas, rubia, como Bea, a los tres nos encantó la idea de ver aquello.

El argumento era que la madura estaba en apuros, coche averiado en carretera comarcal y casi de noche, llegan los dos tipos y se ofrecen a llevarla a la ciudad, pero la llevan a una casa, con la excusa de que se han quedado sin gasolina y allí le meten mano, ella intenta escapar, pero al final se rinde y le hacen de todo. Lo bueno es que la escena final es una doble penetración vaginal, esas dos pollas entrando a la vez en el coño de la rubia madura, mientras grita como loca de placer, y al final se corren los tres a la vez, bueno, ella se estaba corriendo desde antes, la corrida de ellos es brutal, magníficos primeros planos con las vergas chorreando semen y luego alternándose para penetrarla de nuevo, algo más relajadas, mientras ella respira casi desmayada.

Media hora de peli, no dijimos nada, pero luego la miramos fijamente y ella sonrió, entendió a la primera lo que se le venía encima, se desabrochó la camisa y pidió más coca, porros y copas vitaminadas, nos harían falta. Después de esnifar de nuevo, y cuando estábamos bebiendo otra vez y fumando, Rafael le dijo a mi mujer, ¿Así que tiene usted el coche averiado, señora?, no se preocupe, que nosotros la llevaremos a la ciudad del placer.

Ella sacó la lengua y se la ofreció y yo le desabroché la camisa, sólo un poco, quería jugar, luego le susurré algo al oído y ella cerró los ojos y soltó un gemido, Rafael dijo: ¿Pero que le has hecho? Le guiñé y le dije que esperase un poco a que empezara el juego. Ella siguió tonteando, jugando a ser la de la peli, negándose a ir con nosotros, le seguimos el rollo e intentamos convencerla, todo esto mientras nos poníamos ciegos, le metíamos mano, pero ella, nos daba manotazos y se intentaba levantar, incluso llegó a hacerlo ofendida, Rafael se levantó y cogiéndola por la cintura le dijo: tranquila, nena, tómate tu copa, ella se sentó de nuevo, poniendo cara de inocente.

Al cabo de poco rato le metimos mano y ella luchaba por liberarse, le desabrochamos la camisa y la tumbamos en el sofá, le metíamos mano en las piernas, en el coño y en las tetas, pero ella luchaba por quitarse las manos de encima, entonces Rafael la cogió por los brazos y yo por las piernas, mientras ella pataleaba y movía sus brazos, gritando, no muy alto, pero con furia, nos insultaba y nos decía que dejásemos en paz, conseguimos llegar hasta la cama de agua y la echamos allí con fuerza, ella intentó levantarse, pero la hicimos presa, Rafael se la puso encima y yo me puse detrás de ella y la fuimos desnudando, intentando quitarle la lencería, mientras nosotros nos quitamos la poca ropa que teníamos, en poco rato, nosotros dos estábamos desnudos, con las pollas erectas, como piedras y a ella sólo le quedaban las braguitas y el sostén, se las intentábamos quitar, pero ella se resistía, yo le bajaba las bragas y las subía, y mientras tanto Rafael, le bajaba el sostén, pero ella se lo volvía a encajar. Entonces, yo sujeté sus brazos y ella gritó con furia, pero Rafael fue rápido y desabrochó el sostén, que salió volando y sus tetas quedaron colgando, ella dejó de luchar, Rafael le bajó las bragas y le sobó el culo, ella le miró a los ojos y se rindió, le ofreció su boca y se besaron, mientras que yo le quité las bragas.

La envolvimos como un sándwich, ella estaba en medio, Rafael la besaba y le acariciaba el culo, y yo le metía la lengua en las orejas y tenía mis manos en sus tetas, mientras que ella frotaba su coño en la verga de Rafael y yo mi tranca por su culo. Estuvimos así unos minutos, y luego comenzamos a penetrarla consecutivamente, turnándonos, primero durante un par de minutos cada uno, luego jugamos a meter y sacar, con firmeza, ella gemía y gritaba de placer, y así seguimos un buen rato, luego, nos miramos los tres y probamos algo nuevo.

Pusimos nuestros glandes en la entrada de su coño, que estaba ya dilatado, y poco a poco, con cuidado la penetramos a la vez. Esta vez se convulsionaba frenéticamente y jadeaba para tomar aire con ansiedad, estaba teniendo un orgasmo brutal, yo sentía a la vez el ardiente coño de mi mujer y la enorme y dura polla de Rafael, no podíamos moverla mucho, para no hacerle daño, así que llegamos hasta el fondo y apretamos los glúteos para que ella se retorciera más, se convulsionó de nuevo, y dió un gemido que le salió del alma ¡¡¡OOOOOOOOO….OOOOOOOOOO…OOOOOOOOO!!!! Entonces Rafael y yo explotamos en su coño, nos corrimos, derramando un río de semen en sus entrañas y ella, al sentirlo, se corrió de nuevo, pero ya no podía gritar, pero vibraba, se contorsionaba, hasta que se desmayó, nos quedamos rendidos, pero nuestras pollas estaban todavía erectas, no tan duras, chorreando de semen, e hicimos como los de la peli, jugamos con su coño, y se la metimos, turnándonos, hasta que se quedaron flácidas, luego nos dormimos junto a ella, cada uno a un lado, cogiendo con nuestras manos su coño, su culo y sus tetas.

Y así estuvimos durmiendo hasta la mañana siguiente, con mi mujer presa en nuestros brazos y cuerpos, ella dormía profundamente, igual que nosotros. A eso de las once y media, despertamos y nos duchamos los tres juntos, en esta ocasión no le hicimos el amor, ella estaba más que satisfecha y algo dolorida, pero Rafael y yo, tan sólo nos habíamos corrido una vez la noche anterior y teníamos otra vez la vergas empalmadas.

Y en la ducha, bajo el agua tibia, Bea demostró que sus manos eran un tesoro, primero le dio gusto a Rafael, paseando las uñas de su mano izquierda por debajo de sus huevos, mientras que le le hacía una paja con su mano derecha, Rafael se excitó más aún al sentir esas uñas recorrer la parte baja de su tranca y ella pudo coger aquella masa de músculo sexual palpitante y apretarlo, mientras que con la otra mano acariciaba el glande, que estaba completamente hinchado, después se agachó y le paseó la lengua por la pequeña rajita de la polla, y entonces, Rafael, explotó, regando la cara a mi mujer con una nueva riada de semen. Yo no pude aguantar y esperar mi turno, mi polla estaba enorme, dura como la piedra, y al ver a mi mujer dándole placer a nuestro amigo y su cara salpicada con furia por aquellas eyaculaciones que no paraban de escupir esperma, me corrí brutalmente sobre la espalda de Bea. Ella acabó con toda su cara regada, sus ojos estaban empapados, y tenía semen en las tetas y en el pelo, y su espalda también, la lavamos entre los dos bajo la ducha, y después de secarla, le besamos con cariño su bonito coño.

Luego, entre risas, nos vestimos y salimos a desayunar y a pasar un buen rato por ahí, bajamos a la cafetería, y para nuestra sorpresa, había bastante gente, habían llegado nuevos clientes y aquello estaba bastante animado. Pedimos un buen desayuno y charlamos sobre los viejos tiempos y cómo no, sobre nuestras experiencias sexuales.

Fin de la primera parte.