Toda mi tarde para ti

Eran casi las 12, por fín, Lucía estaba emocionada. A las 12 aterrizaba el vuelo, en él venía su novia, llevaba más de 20 días sin poder verla, tocarla, abrazarla, besarla… Se moría de ganas.

Era un día especial, navidad, así que una gran sorpresa aguardaba a Yolanda al llegar a casa. Lucía preparó todo, hasta el último detalle, dejando todo listo antes de irse a recogerla.

Durante todo el tiempo que Yolanda estuvo de viaje, Lucía había tenido varios sueños eróticos estando sola, y estaba empezando a sospechar que podía estar interesada en el mundo bdsm, sobretodo, en la parte de la letra b, el bondage, las cuerdas, ataduras, retenciones… Se masturbó unas cuantas veces con la idea de que Yolanda la atase e inmovilizase por completo para aprovecharse de ella como quisiera.

Llegó la hora, Lucía cogió las llaves, y fue hacia el aeropuerto. Sus miradas se encontraron a lo lejos en el punto de recogida, y Yolanda aceleró el paso, hasta que se fundieron en un abrazo del que no querían soltarse.

De vuelta en el piso, Lucía le dice a Yolanda que tiene una sorpresa de navidad preparada, así que tiene que ponerse un antifaz que le impide ver antes de entrar en casa. Lucía guía sus pasos hacia el regalo falso que le tiene preparado:

– Vale, puedes quitarte el antifaz – Le dice Lucía

Con impaciencia, Yolanda se lo retira de la cara, y lo primero que puede ver es que está enfrente de la mesa de la cocina, y encima hay un regalo envuelto.

– Jo, no hacía falta, eres la mejor, a ver qué es – Dijo mientras manipulaba el regalo para abrirlo. Una vez que lo abre se da cuenta de que son unos guantes y unas guantillas que ya teníamos. Con cara de no entender, mira a Lucía a los ojos buscando una explicación.

– Pensé que igual querrías ponértelos…- Contesta Lucía mientras hace un gesto que señala detrás de Yolanda, para que se gire, cuando lo hace ve por fin el regalo de verdad, un saco de boxeo. Yolanda había deseado durante años tener en su propia casa un saco de boxeo, pero nunca lo había cumplido, así que empezó a saltar de alegría y estrenar su nuevo saco, no sin antes coger a Lucía por la cintura y decirle – Eres la mejor, te amo con locura – y plantarle un beso, que aunque a Lucía se le hizo corto, fue muy intenso.

Después de media hora de pegarle al saco, Yolanda por fin decidió sentarse en el sofá al lado de Lucía, que la estaba esperando con un porrito liado.

– Creo que más o menos he acertado con el regalo, ¿no? – Dice Lucía.

– Más que acertado, te has lucido, la verdad, además ha sido genial verlo ya instalado y preparado para la acción – Dijo Yolanda mientras acababa la frase con una carcajada.- Te debo una bien grande, te diría casi que hoy puedes pedirme lo que quieras.

– Vaya, que bien que me lo pongas tan fácil, porque la verdad, hay algo que quería pedirte, y no sabía muy bien cómo hacerlo, me resulta un pelín vergonzoso – contestó Lucía empezando a ponerse un poco roja.

– Cuéntame, por favor, si te da verguenza debe de ser bueno – contestó Yolanda con una sonrisa agradable en el rostro, que aunque la frase llevase algo de guasa, Lucía sabía que era para hacerle sentir más cómoda

– Está bien, verás, es que últimamente he tenido algún sueño… Y me ha venido a la cabeza alguna idea… y querría probar a hacer un juego contigo, vaya.

– Un juego? – pregunta Yolanda – Qué clase de juego?

– Uno erótico, si sale bien – Contesta Lucía con toda la sinceridad que puede.

– Cuéntame más, por favor- dijo Yolanda con una sonrisa.

– Pues básicamente consiste en que me ates e inmovilices.

– ¿Y ese es el juego? – Contesta Yolanda – Un poco aburrido para ser un juego.

– Ya, es que no había acabado – interrumpe Lucía, con un tono ligeramente burlón – La cosa consiste en que me tienes que inmovilizar, pero de verdad, es decir, mientras me atas se llevará el tiempo que tardas, y en cuanto acabes, yo voy a tener que soltarme, y voy a tener de tiempo, exactamente el doble del tiempo que tú hayas tardado en atarme.

– Ah, bueno, se empieza a poner interesante… – Yolandade Yolanda

– Entonces, si consigo soltarme, gano, y me llevo de premio poder follarte a perrito con el arnés hasta que no puedas más. Y si no consigo soltarme en el tiempo establecido, ganas tú y puedes hacer conmigo lo que quieras, puedes dejarme atada y follarme o hacer que te coma el coño, o liberarme y ordenarme lo que más te apetezca. ¿Qué te parece?

– No suena mal, la verdad, sospechaba que te gustaba lo de las ataduras, y finalmente se te ha dado por compartirlo, me encantas. – dice Yolanda con una sonrisa ante la cara de sorpresa de Lucía por sus sospechas. – Me parece bien, ¿quieres hacerlo ahora? ¿Te apetece?

– Pues sí, la verdad, me encantaría, – contestó Lucía, impaciente, con una sonrisa mientras se acerca a Yolanda para darle un beso de complicidad – lo único, que antes de empezar el juego voy a preparar un poco la habitación.

– Está lista – dijo Lucía asomando la cabeza desde la puerta de la habitación, indicando a Yolanda que ya podía pasar. Había pasado un rato sola dentro de la habitación, cuando Yolanda entró, pudo ver lo que había preparado.

– Vaya – dijo Yolanda con cara de asombro al ver que Lucía había preparado la habitación con velas, música, incienso y unos pétalos por la cama, además de una mesa improvisada cerca de la cama que tenía encima todas las cuerdas que había por la casa – Pensé que estabas tardando mucho, pero ya veo por qué – Además Lucía había puesto la estufa para tener una temperatura agradable en la habitación para poder estar con poca ropa o ninguna…

– Ya que es un juego, vamos a ambientarlo un poco, ¿no? – dijo Lucía sonriendo mientras se quitaba la bata que era lo único que cubría su cuerpo desnudo.

Yolanda no pudo evitar mirar su cuerpo desnudo con una sonrisa de oreja a oreja, aunque intentando contenerse y permanecer medio seria, dijo – Está genial, aunque creo que te vas a arrepentir de las reglas del juego, va a ser imposible que consigas soltarte de mis nudos – alardeó – A no ser que quieras perder a propósito… – Insinuó

– Bueno, habrá que ver, igual consigo zafarme, eres buena con los nudos, pero nunca has atado a una persona, supongo. – contestó Lucía

– No, la verdad, que nunca, pero bueno, ya veremos, ya… – Dijo Yolanda mientras tocaba las cuerdas – Hay alguna norma?

– Pues en principio… no, aparte de las comentadas anteriormente – contestó Lucía dudando – puedes utilizar todo lo que quieras, lo único importante es que tomes bien el tiempo que tardas en atarme y luego me pongas a mi la cuenta atrás.

– Ok, perfecto – dijo Yolanda con una sonrisa algo pícara en la cara, como si estuviera tramando algo.

Lucía se percató, pero no dijo nada, la situación le estaba resultando súper excitante, ya había empezado a sentir algo de calor entre las piernas. – Me subo a la cama, si no te importa, por comodidad, más que nada – dijo mientras se subía.

– Si, claro, me parece bien – contestó Yolanda

– ¿Cómo me quieres, boca abajo, o boca arriba? – Preguntó Lucía con inocencia

– De rodillas con las manos a la espalda – contestó Yolanda sin titubear, casi sin dejar acabar la frase a Lucía, y con voz autoritaria. Eso a Lucía le ponía, y Yolanda lo sabía, esa especie de rol estaba poniendo cachonda a Lucía.

Sin dudar Lucía hizo caso y adoptó dicha postura. Yolanda se puso detrás de ella y empezó a deslizar cuerdas alrededor de sus muñecas y codos, dejándolos muy juntos a la espalda, haciendo que Lucía echara el pecho hacia fuera.

– Me encanta… – dijo Yolanda al ver la postura en la que quedaba después de acabar con las ataduras de los brazos. Después de disfrutar un momentito de la vista, Yolanda aprovechó para acercar la boca a un pezón de Lucía, darle un beso y jugar muy brevemente con el

– Estás perdiendo el tiempo… – le advierte Lucía – luego es más tiempo para mí.

– Lo sé, pero lo tienes muy complicado, puedo perder el tiempo que quiera – contesta Yolanda con total confianza, y se acerca al otro pezón y repite la misma operación.

Lucía cada vez está más excitada, suelta un gemido que le ha sido imposible de contener, totalmente desnuda, medio inmovilizada, ya empezaba a estar bastante mojada y Yolanda ya estaba empezando a torturarla con los pezones, que sabe que le encanta, Lucía no podía dejar de pensar en que cuando Yolanda se diera cuenta de su humedad se sorprendería, y ella esperaba que fuera para bien.

– Pon las rodillas a 90º. – dijo Yolanda, y Lucía obedeció.

Comenzó a pasar cuerdas por los tobillos y las rodillas. Lucía se sorprendió al ver que a continuación, hizo que se sentara y paso más cuerda, que unía la parte de los muslos a los tobillos, evitando que estirara las piernas, se sentía ya totalmente inmovilizada, tenía el corazón a mil y la vagina ya empezaba a gotear de la humedad por la excitación.

Una vez Yolanda hubo acabado con las piernas, se separó de Lucía y observó un momento su obra – le falta algo… – dijo pensativamente – Ah!, ya se – dijo alegremente mientras se apartaba un momento para alcanzar algo del cajón, Lucía ya se imaginaba lo que iba a hacer – no había más normas, verdad? – dijo retóricamente mientras cogía un antifaz y una mordaza, eso era lo que tramaba antes…

Primero se acercó a Lucía y le dió un beso apasionado, hasta que se separó y acto seguido metió la mordaza en su boca para luego apretarla atrás hasta que fuera imposible de quitar. Acto seguido cogió el atifaz y justo antes de ponerselo, le dijo – a ver cómo haces para liberarte – bajó el antifaz y acto seguido disfrutó un momentito de los pezones de Lucía, torturándola un poco, sin ser consciente de los mucho que Lucía estaba disfrutando y siendo una tortura a la vez – una cosilla más y acabo, tranquila – dijo en tono burlón, Lucía no podía ver nada, así que no sabía que le esperaba. Yolanda se acercó por detrás a Lucía, hizo que se inclinara un poco y empezó a introducir el huevo vibrador – vaya, si que estás mojada… que cerda me pones, que ganas de follarte, totalmente atada y amordazada sin que puedas evitar que te torture todo lo que quiera… – dijo mientras introducía sin dificultad el huevo vibrador en el interior de Lucía mientras con la otra mano jugaba con uno de sus pezones, Lucía no podía más con la excitación y se oían gemidos ahogados de entre la mordaza y su boca – y en 3, 2, 1… tienes 26 minutos para soltarte, ánimo! – dijo sarcásticamente mientras se retiraba de la habitación dejando a Lucía sola, inmovilizada, sin poder ver y totalmente mojada.

Pasados unos segundos Lucía empezó a sentir que Yolanda ya estaba jugando con el mando del huevo, que empezaba a vibrar, e Lucía no podía hacer nada, estaba totalmente inmovilizada, Yolanda estaba torturándola, subiendo y bajando la intensidad del huevo mientras Lucía, amordazada, no podía hacer absolutamente nada salvo ponerse cachonda mientras pasaba el tiempo. Intentaba liberarse pero las ataduras estaban muy bien hechas e impedían a Lucía cualquier movimiento más allá de girar la cabeza de un lado a otro. Pasados unos 5 minutos, que a Lucía le parecieron 3 horas, Lucía empezó a gritar, como para indicar a Yolanda que volviera.

– Todo bien? – Dijo Yolanda asomando por la puerta, y sonriendo al ver el espectáculo de su novia totalmente desnuda inmovilizada, amordazada y cachonda sin poder hacer nada, al ver que estaba bien le dijo – que poco has aguantado, no?

Lucía le indicó que sí con la cabeza a su primera pregunta pero no podía decir más con la mordaza. – A ver, que te quito esto un momento, dime – dijo Yolanda mientras le retiraba de la boca la mordaza a Lucía.

– Vale, tú ganas, me rindo, definitivamente no puedo soltarme, es imposible – dijo Lucía nada más tener la boca libre pero aún sin ver nada.

– Vaya, vaya, vaya… Pero si aún te queda tiempo, ¿no quieres seguir intentándolo?- dijo Yolanda con una sonrisa que aunque Lucía no podía ver, sabía que estaba en sus labios.

– No, no puedo más, estoy muy cachonda, necesito que me folles, me pones fatal – contestó Lucía medio desesperada.

– Entonces… he ganado! eres toda para mi, y la verdad, me estabas gustando más antes, cuando no podías decir nada más que gemir – nada más decir eso vuelve a ponerle la mordaza e Lucía se queda igual que antes, solo que esta vez puede notar como Yolanda sigue por la habitación, se escucha como va de un lado otro, como cogiendo cosas, preparando algo.

Lucía mientras tanto no deja de sentir la vibración dentro de ella, es la suficiente para excitarla y ponerla cachonda, pero no para correrse, y lleva ya un rato deseando correrse de una vez, su vagina no deja de gotear encima de la cama mientras gime ligeramente, ya que no puede articular palabra alguna con la mordaza, la situación le resulta mucho más excitante de lo que esperaba, había fantaseado con esto, pero la realidad estaba siendo increíble, estaba a punto de correrse todo el rato, disfrutando cada segundo.

Mientras Yolanda buscaba algunos juguetes y lubricante no dejaba de mirar cómo Lucía estaba siendo torturada pero disfrutando al mismo tiempo, estaba disfrutando de la visión. Yolanda no se lo esperaba, esto era algo que hacía por Lucía, porque se lo había pedido, en principio a Yolanda no le interesaban estas cosas, pero la verdad es que esa sensación de control le estaba empezando a gustar, saber que en ese momento el placer de su novia estaba totalmente en su mano, le hacía sentir increíble y estaba empezando a sentirse bastante excitada, sobretodo teniendo delante a Lucía totalmente indefensa y dispuesta a los que quisiera.

Habiendo reunido todo lo necesario Yolandas se acercó a Lucía para decirle al oído – te voy a follar todo lo que quiera, me pones cerdísima, creo que me está gustando tenerte atada, espero que a ti también… – mientras decía esto, Yolanda deslizó un par de dedos entre las piernas de Lucía, y pudo confirmar lo que pensaba – corrijo, veo que a ti también – acto seguido apretó uno de los pezones de Lucía haciendo que se doblara de placer y soltara un leve gemido.

– Te voy a soltar las piernas para tenerte más accesible – Lucía pudo sentir, aunque no ver, porque seguía con el antifaz puesto, como Yolanda desataba las cuerdas que unían los muslos a los tobillos haciendo que a Lucía ya le fuera posible estirar las piernas, pero aún no separarlas, ya que los tobillos y rodillas seguían unidos entre sí – Pon las rodillas a 90º – dijo en cuanto soltó las ataduras. Lucía obedeció al momento – Muy bien, quédate así un momento.

Yolanda aprovechó para quitar con cuidado el huevo que Lucía llevaba dentro desde hace rato, lo que hizo que ésta se relajara un poco, aunque esa relajación no iba a durar mucho. Yolanda la mantuvo así durante unos segundos, ya que quería aprovechar para sacar una foto, que luego enseñaría a Lucía, y darle una sorpresa, ya que en ese momento no se estaba dando cuenta de qué estaba pasando.

Yolanda se puso justo detrás de Lucía e hizo que se inclinase hasta que tuviera los hombros y la cabeza apoyados en la cama con el culo en pompa, ya que Yolanda se había encargado de colocar unos cojines estratégicamente para que Lucía se quedara en esa posición totalmente vulnerable. Yolanda volvió a aprovechar el momento, se alejó un poco y sacó la última foto de la noche, ya que a partir de ese momento solo se iba a preocupar de disfrutar de Lucía.

Lucía se encontraba totalmente excitada, inmovilizada, atada de pies y manos, amordazada y con los ojos vendados… Sabía que la experiencia le iba a excitar, pero no sabía que tanto. Sentía el corazón a mil, podía notar cómo sus fluidos resbalaban por sus piernas, y el deseo irrefrenable de ser follada por Yolanda.

Lucía empezó a sentir las caricias de Yolanda en el clítoris, al momento Lucía empezó a moverse al compás todo lo que podía pidiendo más. Yolanda hizo caso omiso a los movimientos de Lucía y siguió haciéndole caricias suaves, toturándola, haciendo que se pusiera cada vez más y más cachonda, mientras con la otra mano preparaba un juguetito. Lucía empezó a sentir algo cerca del ano, algo lubricado, debía ser el plug, empezó a entrar ligeramente jugando en la entrada del ano.

– Dios, me está poniendo a 100, méteme eso ya y fóllame, por favor!! – decía Lucía para sí misma, ya que seguía con la mordaza. Se estaba muriendo de deseo.

Yolanda siguió jugando con el ano y el clítoris de Lucía un buen rato, Lucía estaba excitada a más no poder. Y a continuación comenzó a meter poco a poco el plug para no hacer daño, ya que era un plug bastante voluminoso para la experiencia anal de Lucía, hasta insertarlo por completo. Una vez dentro, Yolanda se separó de Lucía y ésta emitió un quejido, no podía más.

– Ya va, tranquila, no seas impaciente, voy a mi ritmo, que es mi premio, o más bien, eres mi premio. – Lucía pudo notar cómo de repente comenzaba la vibración en su ano, era suave por el momento, daba algún placer, pero Lucía estaba cansada ya de lo suave, necesitaba correrse lo antes posible. Acto seguido pudo sentir cómo las manos de Yolanda hacían que se pusiera derecha y notó la boca de Yolanda en un pezón y su mano en la otra, mientras con la otra mano le insertaba un dedo suavemente en la vagina, tan suavemente que Lucía pensaba morirse.

Después de unos minutos así, cuando Lucía estaba a punto de alcanzar el orgasmo gracias a la boca de Yolanda en su pezón, con sus mordiscos, su lengua y su succión, Yolanda decidió parar, e Lucía se quejó, aunque casi no le dio tiempo, porque de repente sintió cómo una pinza se cerraba en torno a su pezón, produciendo un dolor suave pero super placentero en ese momento. La boca de Yolanda se dirigió sin dudarlo al otro pezón y repitió la operación, dejando a Lucía al borde del orgasmo otra vez para poder colocar la otra pinza.

– Estás preciosa – Dijo Yolanda admirando los pechos de Lucía, con los pezones inflamados y pellizcados por las pinzas con una cadena colgando que los unía. Aflojó un momento la mordaza de Lucía para aprovechar a preguntarle cómo estaba, saliéndose de su personaje un momento con el objetivo de asegurarse de que Lucía estuviera bien.

– Todo bien, me estás poniendo cachondisima, estoy deseando que me folles, y me está poniendo mucho tu forma de torturarme, la verdad. – dijo Lucía después de relajar la mandíbula un segundo.

– Me encanta oír eso – Nada más decirlo volvió a colocarle la mordaza a Lucía. – No te molestará que te ponga tanto la mordaza, ¿no? es que así me concentro mejor en lo mío, y me encanta que lo único que escucho de ti son tus gemidos de placer. ¿Te parece bien? – Lucía asintió, le estaba encantando, si pudiera decir algo diría – sí por favor, no me la quites, me pone cerdísima.

Yolanda se acercó a Lucía por detrás y suavemente la ayudó a inclinarse para volver a la posición de culo en pompa, pero esta vez con los pezones cogidos por las pinzas, lo cual estaba poniendo a Lucía aún más cachonda, además el plug del ano seguía vibrando, y la excitación crecía más, y más cuando sabía que Yolanda la estaba colocando en esa postura para algo, pero aún no sabía el qué.

– Vaya, qué mojadita estás, es impresionante, no voy a tener que utilizar lubricante, me encanta, parece que ésto te está poniendo mucho… – y dijo Yolanda y le dijo un fuerte cachete en el culo – Pues que sepas que a mi también me está poniendo bastante verte así. – y le dió otro.

Lucía solo podía gemir, por un lado le dolía un poco, le estaba poniendo muchísimo, se sentía muy cerda, se estaba muriendo del gusto, estaba a punto de explotar, no podía más, estaba súper excitada, cómo nunca antes.

Yolanda cogió un vibrador y comenzó a jugar con la punta en la entrada de la vagina de Lucía, que comenzó a notarlo y en seguida comenzó a moverse intentado que se metiera más adentro. Mientra Yolanda jugaba con el vobrador con una mano, con la otra tiraba de vez en cuando de la cadena de las pinzas de los pezones, haciendo que se tensaran e Lucía los notase más, y otras veces aprovechaba para dar alguna cachetada en el culo.

Lucía se sentía totalmente indefensa y cachonda, se moría por ser follada, cuando de repente Yolanda comenzó a meter más y más el gran vibrador que había escogido.

Ahora Lucía se daba cuenta, hasta el momento, no sabía cual era, ya que solo estaba jugando con la puntita, pero ahora podía sentir como ese gran consolador negro se abría paso entre sus paredes vaginales.

Lucía se había metido muchas veces antes ese consolador, pero nunca lo había sentido de esa manera, no sabía si era porque tenía el plug anal aún puesto, o por la postura que tenía, con las piernas cerradas, pero era increible, sentía cada detalle, cada arruga, lo sentía todo, y de repente, comenzó a vibrar.

Lucía no pudo más y explotó, ya llevaba tiempo a punto y no pudo aguantar más. Soltó un gemido y comenzó a sentir el orgasmo, ese calor que subía, esa sensación que normalmente duraba unos segundos, pero esta vez se mantenía. Yolanda según escuchó ese gemido sabía lo que pasaba, así que subió la potencia de vibración del plug y del consolador y comenzó a moverlo dentro y fuera aumentando poco a poco la velocidad mientras Lucía estallaba en el orgasmo más intenso y largo de su vida.

Yolanda siguió un rato follando a Lucía diciéndole cosas como – que cerda eres, como pones – o – era lo que querías no?, que te follara, verdad? te voy a follar hasta que no puedas más – y mientras las decía y follaba a Lucía con una mano, con la otra aprovechaba para darle cachetes, tirar de la cadena de los pezones, o tirarle del pelo, cosa que Lucía le encantaba.

Después de media hora Lucía pensaba que ya no podía más, estaba desfallecida, pero seguía cachondísima, había perdido la cuenta de los orgasmos. Cuando estaba a punto de lo que parecía que iba a ser el último orgasmo Yolanda decidió parar.

– ¡No puede ser! venga ya, como me deja así, que cabrona es, seguro que lo ha hecho a posta… – piensa Lucía por su orgasmo frustrado – vaya manera de acabar.

– Tranquila, no te voy a dejar así, no hemos acabado, es solo el principio – dijo Yolanda suavemente al oído de Lucía.

Yolanda retira todo lo suavemente que puede el plug del culo de Lucía, Lucía se siente aliviada, y también cansada, no sabe lo que le espera.

– Te voy a quitar parte de tus ataduras, pero no te pienses que eres libre, solo quiero tener mejor acceso.- Dice Yolanda, y Lucía asiente como puede con la cabeza apoyada en el colchón. Yolanda retira las cuerdas que tenían las piernas de Lucía aprisionadas, dejando sólo las ataduras de las muñecas y los codos a la espalda. Aprovechando esta libertad, Yolanda abre las piernas de Lucía dejando a la vista totalmente todo su sexo.

– MMmmm, así mejor, me encantan estas vistas – Dice Yolanda mientras observa la imagen y aprovecha para capturarla en una foto con el móvil.

Lucía siente liberación en los pezones cuando Yolanda suelta las pinzas que los apretaban, y Yolanda aprovecha el momento para agarrar y manosear las tetas de Lucía desde atrás – me encanta, que bien estoy aprovechando mi premio, tenemos que hacer más estos juegos – dice en tono burlón, metiéndose con Lucía, pero a ella no le importa, apenas la está escuchando, está disfrutando demasiado de su masaje en las tetas, cuando de repente comienza a sentir calor en el clítoris, es su lengua. Lucía se estremece de placer y Yolanda comienza a lamer suevemente cada rincón del sexo de Lucía, su clítoris, sus labios, su vagina… Lucía no puede disfrutar más, está a punto de esta llar de placer con esas suaves caricias, y Yolanda lo nota, así que rápidamente recgetodo el sexo de Lucía con la boca y comienza succionar. Fue como una bomba, de repente Lucía comenzó a gritar, y convulsionar mucho, otro orgasmo, otro que pensó que fué el mejor de su vida, más intenso que nunca.

Yolanda se separó y se le acercó al oído – Qué tal? ¿Cómo lo llevas? – pero esta vez no le quitó la mordaza, así que Lucía solo pudo contestar gemidos ininteligibles. – Ah! que quieres más? tranquila, hay más, no te preocupes – Lucía no se lo podía creer, no podía más, estaba super cansada, pero la verdad es que seguía cachonda, el seguir atada, a merced de los deseos de Yolanda le ponía muchísimo.

– Bueno, le voy a dar un descanso a tu coño, pero vamos a tener que poner a trabajar a tu preciosa boquita – dijo Yolanda mientras cogía del pelo a Lucía, y le levantaba la cabeza del colchón para poder quitarle la mordaza, y sin darle tiempo a decir ni una palabra, hundir su cara en el coño de Yolanda.

Lucía estaba encantada, estaba super cachonda, así que comerle el coño a Yolanda era una de sus actividades favoritas, además necesitaba el descanso del coño, lo estaba disfrutando muchísimo. Aprovechó para hacer la mejor comida de coño que le había hecho nunca a Yolanda, hurgando en cada hueco con su lengua, besando cada parte, fue poco a poco y acabó follándole la vagina con la lengua. Estaba deseando follarle la vagina mientras le seguía comiendo el coño, pero seguía con las manos atadas, así que no le quedaba otra que aplicarse a comer coño. Cuando Yolanda comenzó a convulsionar, Lucía succionó todo su sexo y Yolanda no pudo más y se corrió. Se separó un momento de Lucía para alcanzar algo, que Lucía no podía ver porque seguía aún con el antifaz.

– Abre la boca – dijo Yolanda, y según Lucía la abrió, le colocó una mordaza con un pene, y le quitó el antifaz. Hacía mucho que Lucía no veía nada, así que tardó un momento en acostumbrarse a la luz, y en cuanto vió lo que tenía delante se derritió de la emoción, podía ver delante de ella a su novia con las piernas abiertas totalmente, ofreciéndole su sexo y totalmente desnuda, con mirada lasciva, que cogía su cabeza y la acercaba a su coño como pidiendo que Lucía la follase con la mordaza-pene. Evidentemente, cachonda como estaba, Lucía comenzó a follarla sin dudarlo moviendo la cabeza adelante y atrás, al principio Yolanda lo disfrutaba pero tímidamente, hasta que comenzó a acariciarse a ella misma y bajar poco a poco hasta llegar a su clítoris para masturbarse mientras la follaba.

– Me estas poniendo a 100 – le gustaría decir a Lucía, pero con la mordaza, solo se escuchan ruidos.

– Joder, como me pones – dice Yolanda, e Lucía acelera todo lo que puede, pero no es mucho, el cuello no le permite más, pero entonces Yolanda coge a Lucía de los pelos de la cabeza y comienza a moverla más y más rápido – joder, joder joder!! – Lucía pierde todo el control de la situación, Yolanda la está utilizando, y extrañamente, eso a Lucía le está gustando, le está poniendo más cachonda, realmente no se lo esperaba. Yolanda continúa hasta que se corre y se queda unos minutos tirada en la cama con el consolador de la mordaza en el coño y la cara de Lucía pegado al mismo mientras Yolanda la agarra evitando que se mueva, aunque no hace falta, Lucía está tan cansada que no opone resistencia ninguna a quedarse con la cara pegada al coño de su novia, es más, le gusta estar ahí.

– Joder amor, me encanta, la verdad que no me esperaba que esto me gustase tanto – dice Yolanda, como manteniendo una conversación aunque sabe que no puede recibir respuesta de Lucía que sigue amordazada con media mordaza dentro del coño aún húmedo de Yolanda – Que sepas que aún no he acabado contigo, pero necesito un descansito, la verdad, pensé que podría seguir todo seguido, pero necesito beber algo, y comer algo. Tú qué opinas? – Lucía contesta con la mirada, como que está de acuerdo

Yolanda suelta a Lucía y le invita a levantarse para poder quitarle la mordaza cómodamente y le suelta las ataduras de los brazos. – Aunque te suelte sigues siendo mía todo lo que queda de día, que lo sepas.

– Pero… – Intentó decir Lucía

– De pero nada, – interrumpió Yolanda – no me toques los ovarios o te pongo la mordaza otra vez.

– Vale, me callo – se resignó Lucía, aunque la situación también le estaba gustando.

– Si te dejo así te vas a sentir libre de más, y no quiero, que podemos hacer? – dijo Yolanda pensativa y en tono retórico – ¡ya sé! – se fue a la mesilla y cogió los grilletes del trabajo, mientras se los ponía a Lucía dijo – Te los estoy poniendo por delante, pórtate bien y seguirás con ellos por delante que es más cómodo, pero como me hagas enfadar te los pongo a la espalda, entendido?

– Si, mi ama – Respondió Lucía mirando al suelo. Yolanda se sorprendió, y más le sorprendió el hecho de que le estuviese gustando.

– Muy bien, vamos a pedir algo para cenar, yo elijo, tú lo encargas. – dijo Yolanda.

– Si mi ama – respondió Lucía cogiendo el móvil para encargar la cena.

DESPUÉS DE LA CENA

– Bueno, ahora que hemos acabado, ya puedo seguir contigo… – Le dice Yolanda a Lucía mientras le coge de los grilletes y la acerca para besarla. – Aunque primero me gustaría empezar calentado – Moviendo a Lucía con destreza utilizando los grilletes la coloca entre sus piernas mientras Yolanda continúa sentada en el sofá. – Creo que ya sabes lo que tienes que hacer – dijo mientras hacia que Lucía se arrodillara, dejando su cara a la altura del coño de Yolanda.

– Si, mi ama, con gusto le comeré el…- Intentó decir Lucía, pero antes de que pudiese acabar Yolanda le cogió del pelo y le hundió la cara en el coño.

– Que pesada eres, ponte a comer ya, que lo haces muy bien – dijo Yolanda.

Yolanda comenzó a excitarse mientras Lucía seguía con la cara hundida en su coño, repasando cada rincón con la lengua. Cuando se corrió separó rápidamente a Lucía y la levantó y guió hasta la habitación.

– Muy bien, ahora te voy a quitar los grilletes – dijo Yolanda, y se acercó a Lucía con la llave para quitárselos, pero rápidamente se los volvió a poner a la espalda – te pensabas que te iba a dejar libre o algo? – preguntó retóricamente.

– No, mi a… – Iba a responder Lucía, pero Yolanda la interrumpió con una cachetada.

– Era una pregunta retórica… de verdad, estás más guapa con esto – Le interrumpió Yolanda mientras cogía y le colocaba la mordaza en la boca otra vez

Lucía soltó unos gemidos – Ves? Mucho mejor! – contestó Yolanda con una sonrisa de oreja a oreja.

Guiando a Lucía con los grilletes, Yolanda la dejó apoyada boca abajo en la cama con las piernas cayendo del borde, pero esta vez se colocó de tal forma que Lucía tuviera el espejo en frente y pudiera ver a Yolanda detrás de ella como la follaba. – Muy bien, vamos allá – dijo Yolanda mientras miraba a través del espejo a Lucía a la cara y le sonreía.

Yolanda cogió un bote de lubricante y se echó en la mano, comenzó metiendo un dedo en la vagina de Lucía y moviéndolo suavemente, entró con mucha facilidad, sin problema ninguno. Luego dos, tres, cuatro… Comenzó a aumentar levemente el ritmo, Lucía ya empezaba a estar otra vez al borde del orgasmo. Yolanda puso los 5 dedos juntos para poner la mano de la forma más ergonómica posible y empezó a introducir toda la mano en el coño de Lucía, poco a poco.

Lucía fue notando como poco a poco su mano se abría paso por entre las paredes de su coño, ella quería relajarse lo más posible y que entrara ya, le encantaba sentir la mano entera de Yolanda dentro de ella, y poco a poco acabó con la mano dentro. Yolanda comenzó a meterla, sacarla y moverla dentro, así que Lucía comenzó a sentir que se iba a correr, pero de verdad, iba a hacer un squirt. Yolanda, mientras tenía la mano dentro de Lucía, sitió lo que estaba a punto de suceder así que taponó el conducto evitando que Lucía se corriera, y permaneció quiera hasta que esto se relajó

Lucía se estaba volviendo loca, Yolanda podía torturarla como quería, sabía cómo taponar el squirt cuando ya se estaba casi corriendo, eso hacia que Lucía quisiera más y más.

Al momento que el squirt dejó de amenazar Yolanda volvió a hacer lo mismo haciendo que Lucía llegase otra vez el mismo punto y Yolanda repitió la maniobra, frustrando sus intentos de corrida.

A la cuarta vez Lucía ya no podía más, necesitaba correrse, lo necesitaba muchísimo, no podía más, comenzó a balbucear que necesitaba correrse a través de la mordaza pero Yolanda parecía no entenderlo, normal, ya que no se entendía anda entre la mordaza y los gemidos.

Yolanda torturó de ese modo a Lucía unas 9 veces, ya la 10 la dejó estallar. Lucía se corrió como nunca se había corrido en su vida, por fortuna, Yolanda había pensado en todo y había dejado un cubo debajo para no manchar todo, lo que no se esperaba es que Lucía lo llenase.

Yolanda acarició toda la espalda de Lucía y la liberó de los grilletes, diciéndole que podía acostarse, pero que se pusiera el arnés antes.

Lucía estaba super cansada, no podía con su cuerpo, pero ya actuaba automáticamente, casi sin conciencia, no le quedaba sangre en el cerebro, así que se puso el arnés tal como le ordenó Yolanda, y se tumbó bocarriba en la cama.

Yolanda se puso encima, beso cariñosamente a Lucía y le dijo al oído – es que me ha puesto mucho ver como te corrías, te iba a dejar descansar ya, pero necesito que me folles un poquito para poder irme a dormir – mientras mordisqueaba el cuello de Lucía

– Puedes estar tranquila, para ti siempre tengo energías – dijo Lucía mientras agarraba a Yolanda, la abrazaba y suavemente le introducía el arnés con un pequeño movimiento de cadera.

Se fundieron en un beso sintenso, y sensual mientras Lucía movia la cadera y follaba a Yolanda suavemente y las dos no dejaban de caraciarse y quererse depues de la mejor tarde de sexo que habían tenido en mucho tiempo.

Poco a poco Lucía fue subiendo la velocidad hasta que Yolanda reventó en un orgasmo mientras Lucía no dejaba de besarla.

– Te amo con locura pequeña, eres la mejor – dijo Lucía mientras se ponía de lado y miraba a Yolanda mientras se acomodaba a su lado.

– Y yo a ti amor, me ha encantado, eres increíble – dijo Yolanda

– Tu – dijo Lucía en un último esfuerzo mientras se quedaba dormida

– ¿Sabes? creo que deberíamos… – Yolanda dejó de hablar al darse cuenta que Lucía ya estaba dormida, estaba muy cansada, sonrió, le dió un beso y la dejó dormir. Lucía estaba tan cansada que ni siquiera se había quitado el arnés, así que se pasó la noche con él puesto. Yolanda se quedó dormida poco después, abrazada por Lucía en cucharita, sintiendo el arnés entre ellas.