Un descubrimiento que me cambio la vida, la primera vez con otra mujer, la primera vez experimentando el sexo en su máxima expresión

Rate this post

Esa es la historia de Alejandra y Ana quienes, por casualidades del destino, coincidieron en una organización como voluntarias, y lo que comenzó como una inocente amistad, a pesar de que no lo pudieran ni imaginar al principio, se convirtió en algo más.

mi primera vez con una mujer alejandra había estudiado trabajo social y decidió comenzar como voluntaria para poder ejercer su profesión, ya que se trataba de una manera de comenzar a adquirir experiencia. Hasta ese momento su vida era de cuento, terminó su carrera viviendo en casa de sus padres, con una rutina a la que se había acostumbrado, y con el novio del que creía estar enamorada desde hacía años, con el que pretendía casarse y tener varios hijos. Pero lo que ella no sabía es que todo esto cambiaría de un momento a otro sin que apenas se percatara.

ALejandra y ana no se conocían pero casualmente tuvieron que realizar una actividad conjunta para la asociación con la que colaboraban. Fue un minuto lo que coincidieron, en un simple relevo en el que alejandra ni se percató de lo qu ana significaría en su vida tiempo más tarde, lo que no sabía es que ésta ya se había fijado en ella sin conocerla, en un grupo de Whatsapp donde estaban todos los voluntarios y donde ya le llamó la atención a pesar de que ella también tuviera pareja. Lo cierto es que le pareció una chica guapa y simpática, pero como cualquier otra que podía haber conocido.

Poco a poco fueron coincidiendo más, pero no fue hasta la noche en que cenaron juntas con el resto de sus compañeros cuando realmente tuvieron la oportunidad de conocerse. Después de unas cuantas copas, comenzaron a hablar de los tópicos que existían sobre el hecho de irse a vivir fuera de casa de los padres ya que, por casualidades de la vida, en ese momento ambas estaban buscando piso; Alejandra para irse a vivir con su novio y ana tras la ruptura con su pareja, se iría a vivir sola. Ahí fue cuando comenzó todo, el tonteo de ana al darse cuenta que esa chica era algo más que una cara bonita, y qué mejor ocasión para acercarse que proponerla que buscaran piso juntas, podía ayudarla a encontrar piso para vivir con su novio. Esa fue la única excusa que encontró para poder mandarla un mensaje días después para hablar sobre ello, y lo que comenzó como una inocente conversación sin más, acabó transformándose en una amistad en la que los momentos que compartían juntas empezaran a ser cada vez más frecuentes.

A medida que se conocían más, Ana se daba cuenta que algo en esa chica le hacía que le gustara por encima del resto. Seguía teniendo citas con otras pero nunca funcionaban, sabía que alejandra era inalcanzable ya que no le gustaban las mujeres y estaba feliz con su novio, pero no podía evitarlo, incluso llegó un momento en que si tenía que decidir entre quedar con una chica o tomar algo y simplemente hablar durante horas con alejandra escogía eso.

La complicidad que existía entre ambas era innegable, y cada vez mayor, compartían gustos, estaban cómodas juntas, se reían y no tenían silencios incómodos; a Ana le gustaba tontear pero además a alejandra pesar de que en ese momento ni ella lo supiera, le encantaba gustarla y que tonteara con ella. No fue consciente hasta el día en que su amiga le confesó que le parecía una chica impresionante y que le gustaba, per alejandra no se lo terminó de creer, sentía que a todas les decía lo mismo y se lo dijo, pero lo que no esperaba era la respuesta que ésta le dio: “No te preocupes, que a partir de ahora vas a empezar a sentirte especial”.

mi primera vez con una mujer 1Cada día ambas tenían más necesidad de estar juntas, aprovechando cada ocasión para estar la una al lado de la otra; Lo curioso era que Ana lo hacía conscientemente, pero alejandra no, solo se dejaba llevar diciéndose a sí misma que simplemente se trataba de una buena amiga con la que compartía muchas cosas y a la que comenzaba a contarle sus problemas, sus preocupaciones y las dudas que comenzaba a tener con su novio.

Poco a poco la química entre ambas era más que evidente, hasta el punto en el que una noche de fiesta comenzaron a hablar de cómo reconocer si una chica era lesbiana y Alejandría comenzó a sentir curiosidad al respecto. Esa noche el alcohol comenzó a hacer estragos y decidieron tomar unos chupitos de Tequila. En ese momento, Ana quiso aprovechar que estaban desinhibidas y le explicó a Alejandría como debía beberse realmente un buen Tequila; ella se pondría la sal en el cuello y el limón en la boca; Ana chuparía la sal, bebería el chupito y a continuación tomaría el limón de sus labios, a lo que alejandra le contestó que quería probar. Cuando pasó la lengua por su cuello, alejandra sintió un torbellino de emociones dentro de si, a continuación Ana bebió lentamente su vaso de tequila mirándola a los ojos y lentamente acercó la boca a la suya, rozando sus labios, a pesar del temor que sentía de que ésta se asustara y pudiera retirarse bruscamente; pero todo lo contrario, durante ese segundo que para ellas fue una eternidad, ella no se movió, sino que se dejó besar. Unos minutos después, lo que tardó en reaccionar, se asustó de lo que estaba pasando en su interior y salió fuera del local llena de dudas sobre lo que había sentido, sobre su vida y concretamente sobre lo que ocurriría ahora con su novio.

Después de ese día ambas ignoraron lo que había ocurrido pero Ana tenía claro que quería estar con ella, aunque lo veía como algo imposible. A pesar de eso, decidió no alejarse y los momentos juntas cada día eran más, dormían en la misma cama cuando salían de fiesta, comían juntas, se iban de viaje y hablaban durante horas sin que sintieran que el tiempo pasaba, pero nunca ocurría nada a pesar de las ganas incontrolables que Ana sentía.

La tensión cada vez crecía y era más difícil de controlar, hasta que una noche en un viaje a Barcelona, y mientras otras dos amigas dormían en la cama de al lado, Ana comenzó a hacerle caricias por la espalda. Sus dedos le acariciaban de manera suave pero intensa, dejándose llevar por su piel. Sólo de sentirlo, algo se removía dentro de ellas, sus manos avanzaban por el cuerpo de alejandra haciendo que la tensión golpeara cada parte de sus cuerpos. Poco a poco comenzó a recorrer su costado, llegando al límite de su pecho, pero sin tocarlo, haciendo que ésta deseara aún más que lo hiciera. El deseo era cada vez mayor e irresistible, sus cuerpos cada vez estaban más cerca, por lo que decidió comenzar a bajar su mano lentamente por su vientre y cuando estaba a punto de acercarse al interior de sus piernas, alejandra se apartó. En ese momento Ana temió haberse pasado del límite, pero lo qu alejandr le dijo la dejó sorprendida, la excitación le recorría el cuerpo y la vergüenza podía con ella.

Al día siguiente no se volvió a mencionar el tema, pero de vuelta a Madrid, cuando iban en el coche juntas en la parte de atrás,alejandra le mandó un mensaje al móvil ana “no es que no quiera hablar de lo que pasó ayer, sino que no se qué decir”. Una sonrisa apareció en su cara y mientras la miraba a los ojos, le contestó que no tenía que decir nada.

Tras ese momento era evidente la atracción que sentían ambas, pero alejandra tuvo un conflicto interior y decidió decirle que era imposible, que nunca estaría con una mujer, por lo que ana decidió que lo mejor era alejarse, estaba demasiado implicada ya y no quería sufrir.

Semanas después, Ana conoció a una chica que para ella no era importante, pero en un momento dado cuando ésta le besó, su propia reacción hizo que se diera cuenta de que con la única que quería estar era con alejandra Curioso destino el que hizo que cuando se armó de valor y le llamó por teléfono para contárselo descubrió que ella estaba a punto de dejar a su chico, porque se estaba dando cuenta de que Ana le gustaba, pero este fue el empujón que le hizo tomar la decisión, ya que al sentir que los celos la invadían al saber que otra había besado a la chica que tanto le atraía, se quitó la máscara de los ojos y decidió dar el paso.

día siguiente, Alejandría dejó a su novio y tuvo que marcharse unos días a casa de Ana por no compartir la casa con él. Esa fue su primera noche, una noche mágica donde la complicidad entre ambas hizo su papel y ese fue el momento en el que alejandra miró fijamente a los ojos a Ana y descubrió que quería estar con ella, a pesar de lo que pensara el resto del mundo o de lo que hubiera arriesgado.!

Puede que esta sea la historia de estas dos chicas que se aman con locura, pero no sólo la suya, sino la de muchas más que en algún momento de nuestras vidas hemos pasado por algo similar. Y es que, muchas veces en la vida, debemos arriesgarnos y luchar por eso que queremos, por que quizá detrás de esos miedos que tenemos a lo desconocido, a esas dudas que nos asaltan al principio, podemos encontrar a la mujer de nuestra vida, tal como les ocurrió a Alejandra y Ana

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *