Después de mucho tiempo le cumplo la fantasía a mi esposa
Era el cumpleaños de mi esposa y en una noche de copas me confesó su más grande fantasía, cogerse a nuestra vecina.
Una tarde cualquiera me encontré a mi vecina en el centro de la cuidad y decidí darle un aventón, su nombre es Hannah, tiene 19 años y es estudiante de enfermería, mide 1.65, cabello negro lacio hasta los hombros, y el gym le favorece pues tiene buenos pechos y un culo increíble. Entrados mucho en confianza le invité una noche a casa para tomar unos tragos ya que mi esposa estaba fuera y ya ebrios le conté sobre la fantasía de mi esposa y en su borrachera también me confesó que sentía una atracción por mi esposa y deseaba cumplir su fantasía.
Mi esposa Luisa, de 27 años, 1.76 de estatura, cabello cobrizo y unos pechos que resaltaban su figura, no imaginaba la sopresa que le esperaba el día de su cumpleaños.
Ya habíamos acordado Hannah y yo como haríamos la sorpresa, saqué a mi esposa a comer mientras ella se encargaba de arreglar un hermoso ser dónde pasaría su mejor cumpleaños.
Al llegar a casa le digo a mi esposa que debe vestirse con un conjunto que acaba de comprar para cumplir enteramente su fantasía, la de una maestra lesbiana. Un mandil de seda negra, una tanga de encajes negros y medias negras hasta los muslos, y ahí donde ella empezó a sospechar.
Al entrar a casa estaba Hannah, con una blusa blanca escotada que dejaba ver sus preciosas tetas, una faldita roja a cuadros que dejaba ver sus panties blancos y unas medias blancas hasta sus hermosos muslos.
Mi esposa no podía creerlo, estaba ante sus ojos el secreto más íntimo de su cabeza, inmediatamente se sentó en el pupitre improvisado con un pizarrón detrás que decía: Feliz cumpleaños, Miss Putita.
Hannah lleva a Luisa a sentarse y le dice:
+Maestra, creo que reprobaré si no paso su materia, ¿que debo hacer para poder pasar?
– Creo que estás en un buen problema, y yo puedo ayudarte.
Luisa sube su mandil hasta las tetas y hace a un lado su tanga negra e invita a Hannah a probar su coño. Hannah hambrienta de llenar su cara con el sabor del dulce coño que entre sus fantasías devoraba con pasión, su lengua subía y bajaba y apoyada con los dedos Hannah llevó a su caliente maestra a un hermoso squirt, mojando la carita de su sensual alumna.
De inmediato Luisa tomó de la mano a Hannah y la puso sobre el escritorio en posición de perrito, frotó su cara sobre las nalgas y castigandola con nalgadas, haciendo un lado sus panties se asomaba un hermoso coño con un pequeño monte de vellos que adornaban para la ocasión.
Luisa se abalanzó sobre aquel manjar que imaginaba comiéndo todos los días mientras la veía desvestirse en su balcón, llevaba su lengua hasta lo más profundo de su coñito y subiendo al culo dónde sus dedos abrían paso a su lengua, mientras Hannah gemía incesante con un placer que no había sentido nunca. Tal vez el calor del momento hizo que sacará mi verga y empezara a masturbarme al ver aquel acto tan más perverso y delicioso. Hannah con sus dedos me hacía seña de ir hacia ella y jalandome del cinto tomo mi verga y la puso en su boca, sentí su lengua y como la empujaba hasta su garganta mientras me veía tan ardientemente que dejé mi pudor de un lado mientras veía a mi esposa comerle el coño a Han ah, estaba por venirme cuando Hannah empezó a gemir más fuerte y llegó así el orgasmo y terminó en la boca de mi esposa y al ver eso mi líbido se intensificó y busqué la boca de Hannah y terminé dentro, mientras Luisa fundía ambos fluidos en un intenso beso con la vecina, y pícaramente sonrieron ambas y caímos cansados en nuestro sofá, desde ese día nuestra vecina se hizo nuestra cómplice sexual y en ocasiones cumplimos nuestras fantasías más enfermas.