Dos jóvenes y dos maduras
Esta es la tercera parte de una historia con dos maduras calientes que conocimos de vacaciones en una playa nudista. La primera y la segunda están en la categoría «sexo con maduras», pero esta parte me pareció más adecuada en esta sección. De todos modos este relato puede leerse de manera independiente aunque recomiendo la lectura de los anteriores para adentrarse en la historia.
Luego de haber conocido a Silvia (madura de más de cuarenta años, rubia con grandes tetas algo caídas por tamaño y edad, un poco de barriga, piernas grandes al igual que su culo y bronceada) y Luisa ( tés blanca, pelo corto y negro, tetas medianas y firmes, con una piernas duras y un culazo blanco para el infarto) en la plaza nudista de una conocida ciudad de Uruguay, tuvimos sexo con ellas junto a mi amigo Julio. A los días hicimos una fiesta en el departamento que estábamos alquilando a la que se sumaron nuestro amigo Benja y Paulo. Fue una noche increíble de mucho sexo. Luisa y Silvia son bisexuales pero nosotros nos considerabamos hetero hasta ese momento. Esa noche, entre sexo y juegos, Silvia nos penetró con un juguete a Benja y a mí y por primera vez probé una pija haciéndole sexo oral a mi amigo hasta que acabó. Lo hicimos en uno de los dormitorios sin que nos vieran Paulo y Julio. Esa noche terminó con más sexo con esas hermosas maduras y Benja siguió actuando como si nada hubiese pasado más que una caricia en mi cola que me tomó por sorpresa pero no pasó más nada entre nosotros.
Al otro día Silvia y Luisa se despidieron de los cuatro y quedamos en encontrarnos algún día en la playa. Todavía nos quedaba más de una semana de vacaciones. A mis 24 años estaba disfrutando mucho de esos momentos con amigos y los días siguientes seguimos pasando las horas en el mar, con chicas que habíamos conocido esos días y saliendo a bares por la noche. Silvia me había escrito un par de veces pero no habíamos quedado en nada y pasados 3 días mis amigos insistían en repetir esa noche de orgía con esas preciosas maduras. Le pregunté a Silvia pero me dijo que por ahora pasaban, que querían estar tranquilas esos días aunque si yo quería me pasaban a buscar esa tarde e íbamos a relajarnos a la playa nudista. Le mostré el mensaje a mis amigos para que vieran que no mentía y me dijeron que vaya luego de varios chistes y remarcarme la suerte que tenía. La verdad es que me sentía con mucha suerte de que esas dos mujeres quisieran pasar una tarde conmigo y con la aceptación de los chicos le confirme a Silvia para esa tarde. Con ambas había tenido mucha piel y me preparaba para otra jornada de placer. Luego del almuerzo me pasaron a buscar por la puerta del departamento. Conducía Silvia que llevaba la parte de arriba de su bikini dejando ver casi todas sus enormes tetas y un pareo debajo. La acompañaba Luisa con un pañuelo en su cabeza y lentes de sol, una remera y debajo la tanga de su bikini. Me subí detrás y encaramos el viaje hasta la playa nudista. Fue una media hora con chistes de doble sentido y risas. Yo estaba relajado pero curioso de por qué me habían invitado sólo a mí. Llegamos a la playa y bajamos sombrilla y demás y nos instalamos en un lugar apartado. Cómo siempre había poca gente. Quedamos desnudos y nos fuimos con Silvia a meternos al mar y empezamos a jugar con el agua y a besarnos juntando nuestros cuerpos. Sentir sus tetas contra mi pecho, tocar su culo y la brisa que recorría nuestros cuerpos hizo que me empalmara al instante. Silvia sonrió y me dijo al oído «deja para después que nos vamos a divertir mucho con mi amiga». Después pasamos la tarde tranquilos, conversando, por momentos dormitando un poco, bebiendo cervezas…lo más exitante fue sólo un instante dónde no había nadie cerca y Silvia que estaba sentada en una reposera abrió sus piernas y me invitó a que le coma su conchita depilada. Me puse de rodillas y empecé a pasar mi lengua por el interior de sus muslos mientras sentía que Luisa acariciaba mi espalda y con su mano bajaba hasta mi cola y con su dedo índice mojaba con saliva mi agujerito. Me sorprendió un poco pero me calentó y seguí chupando a Silvia hasta que me frenó porque venía gente. Yo pensaba que en algún momento nos iríamos a las dunas a disfrutar sin cortarnos pero cuando estaba cayendo el sol, un poco mareados por las cervezas y también muy calientes, Luisa me preguntó si quería ir a su departamento a cenar. Con gusto acepté y apenas entramos, sin llegar a apreciarlo, nos empezamos a besar y tocar entre los tres. Luisa se arrodilló entre los dos, bajó la tanga de Silvia y mi bañador y me empezó a chupar la pija y masturbar a su amiga. Yo me besaba apasionadamente con Silvia y tocaba sus tetas y su cola. No daba más de la calentura y el ambiente era muy caliente. En un momento Luisa se incorporó, me agarró de la mano y me llevo a una de las habitaciones mientras Silvia nos seguía. La visual del culazo blanco de Luisa que rebotaba con su caminar me volvía loco. Al llegar a la cama me invitaron a acostarme y me pusieron de costado. Mientras Silvia chupaba mi pija de una manera exquisita, Luisa me chupaba la cola haciendo círculos con su lengua en mí agujerito. Me excitaba mucho lo que me estaban haciendo y Luisa empezó a meterme un dedo. De manera suave y bien lubricada pero no dejaba de incomodarme un poco aunque me calentaba mucho. Siguió así hasta que me metió dos y luego tres con un ritmo más fuerte. Era una masturbación anal y mí concentración estaba en sentir ese placer sin resistencia. Había perdido la erección y Silvia se incorporó y se fue de la cama y regresó con una bolsa que le dio a su amiga. A esta altura yo estaba boca abajo, con las piernas abiertas y la cola parada siendo masturbado analmente por Luisa. Silvia se acostó al lado mio en la misma posición, me miró con una sonrisa pícara y me dijo «eso que tanto te gustó la otra noche lo vamos a repetir bebé». Sabía a qué se refería y me encantaba. No creí que pudiera suceder de nuevo pero ahí estaba yo boca abajo en la cama junto a esa mujer, con mí cola parada esperando recibir el juguete que Luisa me estaba empezando a meter en la cola y otro a su amiga por la conchita. Ambos empezamos a gemir y besarnos. Yo estaba por las nubes pero era sólo el inicio del placer que me iban a dar esa noche esas maduras. Sentía cada centímetro de ese consolador que me abría y me daba mucho placer y empecé a mover mí cola para acompañar el mete saca haciendo que Luisa dijera un espontáneo «ay como te gusta bebé, que linda colita que tenés» y se concentró en mí dejando que su amiga se masturbe sola. Luisa acompañó la masturbación con suaves nalgadas mientras que Silvia se puso boca arriba con las piernas abiertas masturbándose y mirando como su amiga me metía el consolador con su mano. Al minuto Silvia se paró y salió de mí visual. Luisa sacó de manera suave el consolador de mí cola que me generó un vacío que quería que se llene inmediatamente. Nunca pensé que podía disfrutar tanto del sexo anal. Pero lo que vendría sería mejor. Escuché la voz de Silvia pidiéndome que me de vuelta y la vi parada junto a su amiga al borde de la cama, desnuda con sus enormes tetas colgando y un cinturón con un consolador color carne de unos 18 cm y de buen grosor poniéndole lubricante mientras sonreía con gran excitación en sus ojos. Me pidió que me ponga al borde de la cama y Luisa me puso una almohada debajo de mí cola para que mí agujerito quedara a la altura del consolador. Silvia lo acercó apoyándolo entre mis nalgas mientras que Luisa me daba sexo oral pero mi pija estaba semi parada sin lograr una erección total mientras que Silvia comenzaba una penetración suave. Sentir ese consolador entrar me llevó de nuevo a la gloria. Estaba con las piernas abiertas, siendo cogido por esa hermosa madura mientras que Luisa se sentaba sobre mí cara dándole la espalda a su amiga para que le diera sexo oral. Hundí mí lengua en su concha mientras que con mis manos agarraba con fuerza su culazo y Silvia aumentaba el ritmo de la penetración. Las dos gemían, las calentaba mucho la situación y Luisa empezó a acelerar sus movimientos sobre mí boca explotando en un orgasmo que duro varios segundos hasta quedarse quieta con su respiración agitada. Silvia sacó de a poco su pija de látex de mí cola. Me miró a los ojos con esa misma sonrisa y me dijo «te vamos a coger toda la noche pendejito». Sin intimidarme le pregunté cómo me quería coger y me pidió que me ponga en cuatro. Pero está vez se cambiaron el cinturón con Luisa y fue ella quien se colocó detrás mio y siguió con la penetración mientras que Silvia se puso de piernas abiertas frente mío para que le hiciera sexo oral. Me daba cuenta que mi rol esa noche era comer la concha de esas mujeres maduras y que me cogieran. Se ve que a ellas les calentaba mucho porque me decían cosas cada vez más guarras. Sobretodo Silvia que me decía «te gusta como te coje mí amiga bebé? Sentís la pija adentró?» Mientras que Luisa me empezaba a cojer con mayor ritmo y me daba nalgadas. Silvia acabo a los pocos minutos con fuertes gemidos, apretando mí cabeza en su entrepierna hasta que terminaron los espasmos de su orgasmo. Luisa salió de mí cola y se acostó al lado de Silvia sacándose el cinturón. Yo estaba muy abierto de todo lo que me habían cogido esas mujeres pero tenía unas ganas enormes de acabar. Las dos estaban cansadas pero Silvia se incorporó, agarró uno de sus juguetes y me pidió que parara al borde de la cama. Ella se sentó a un costado e introdujo el consolador en mí cola mientras que Luisa se sentó al otro costado de mis piernas y entre las dos empezaron a chuparme la pija hasta que recuperé una gran erección y en pocos minutos empecé a largar fuertes chorros de leche sobre la cara de ambas maduras. Fue un orgasmo muy muy intenso que me vencía las piernas. Fueron muchos chorros de leche y fuertes gemidos. Era muy grande el placer de acabar siendo masturbado analmente. Quede rendido en la cama mientras que sentía como ellas se besaban.
Luego de un rato en el que Luisa y Silvia siguieron jugando entre ellas nos fuimos a bañar. Comimos, tomamos vino y retomamos los besos y caricias. Fue una larga noche de sexo en el que ellas siguieron jugando con mi cola que terminó muy abierta y acabe dos veces más. Me sentía muy libre con esas mujeres que les daba mucho morbo practicar sexo anal a los hombres y me dijeron que aquella noche con el resto de mis amigos habían visto como me calentaba, pero lo que más les había excitado fue cuando se la chupe a mí amigo Benja. Que la fantasía que compartían era estar con chicos bisex. Les dije que era hetero pero que aquella noche, en el marco de la calentura me salió hacerlo pero no tenía atracción por los hombres. Ellas me dijeron que no se trataba de eso, sino de disfrutar de una pija y abrirse a nuevas experiencias. Luego de esa conversación, durante la noche cuando me penetraban con un consolador, Luisa me decía al oído que me imaginé que me está cogiendo mí amigo y la verdad, cuando me dijo eso acabe al instante. Ellas se daban cuenta que me daba curiosidad y creo que planearon esa noche para que me anime. El problema no era si me animaba o no. Si se daba, a lo mejor me podía soltar. El tema era que Benja no iba a querer y no quería exponerme a eso y que le pueda contar al resto de mis amigos. No me gusta mucho la idea de ser penetrado pero si me había calentado mucho practicarle sexo oral a Benja. No lo había pensado mucho esos días, más bien era una negación. Pero luego de esa noche me generó curiosidad.
Terminamos rendidos y nos despertamos al mediodía. Almorzamos y les escribí a mis amigos para juntarnos en la playa. Me despedí de Silvia y Luisa me acompaño a tomarme un taxi y me pidió que lo piense. Que lo podíamos invitar a Benja a pasar una noche y que si no se daba no había problema, que me relaje. A las horas ya estaba con mis amigos y con unas chicas que habíamos conocido durante las vacaciones. Mis amigos no paraba de preguntarme cómo la había pasado pero yo daba detalles generales. No me sacaba de la cabeza la propuesta y lo miraba a Benja. La verdad es que es un morocho muy lindo con 1,80, muy buen físico con espalda ancha y buenas piernas. Sin bellos y por lo que había conocido esa noche una pija grande de 21cm y bien gruesa. Siempre había chicas a su alrededor. Lo que me hacía pensar que había alguna posibilidad es que luego de haberle hecho sexo oral esa noche no sólo había acabado con mucha calentura sino que después había tocado mi cola al pasar. Decidí decirle que Silvia y Luisa me habían dicho de invitarlo para la noche siguiente. Me preguntó por qué no Julio que era con quién las habíamos conocido, porque sólo él y yo. Le invente que ellas no querían con los cuatro por ahora y que él les había gustado mucho. Aceptó pero me pidió que no le dijeramos nada al resto. Que digamos que quedamos con dos chicas y listo, sin muchos detalles. Inmediatamente le escribí a Silvia diciéndole que quedamos para la noche siguiente. Que íbamos con Benja después de cenar pero que tuvieran en cuenta que él no sabía nada de sus intenciones y que yo tampoco estaba seguro. Que por favor no forzaran la situación. Esa noche no salí, seguía muy cansado de la noche anterior. Me acosté temprano y no pude evitar masturbarme recordando cómo le chupe la pija a Benja y la noche de penetración anal con Silvia y Luisa. El día siguiente transcurrió normal y esa noche luego de bañarnos y cenar nos excusamos con Benja y nos fuimos, el resto mucho no preguntó porque esa noche había una fiesta en la casa de una de las chicas que habíamos conocido. En el camino yo iba muy nervioso pero notaba que Benja estaba expectante de volver a estar con esas hermosas maduras.
Nos recibió Luisa vestida con la parte de arriba del bikini y un shorts que le dejaba desnuda la parte inferior de su culazo, mostrando todos sus grandes muslos. Esa sola imágen hizo que me empalme. Saludo a Benja con un beso en la boca y un «sos más lindo de lo que me acordaba pendejo hermoso». Cuando me saludo a mí me abrazo y me agarró un instante de la cola haciendo una sonrisa pícara. Nos invitó a ponernos cómodos y nos trajo unas cervezas. Silvia salió a los minutos vestida de colegiala, con una pollerita minúscula que no llegaba a taparle su culo dónde se veía una tanga blanca y arriba un top que apretaba sus grandes tetas. Estaba maquillada como una adolescente y con dos coletas. A diferencia de otras veces ahora estaban vestidas para calentarnos y pasar rápido a la acción. Cuando me pare para saludarla nos dimos un beso largo y húmedo y le toqué su cola haciendo que me caliente aún más. Ella se acercó al oído y me dijo en susurro para que el resto no escuchara, «anda guardando eso que tenés abajo porque hoy quiero tu colita». No sé si me gustaba mucho que me pongan en ese lugar pero sabía que era un juego y me gustaba jugarlo. Mi predisposición a abrirme a nuevas experiencias hacia que ellas me eligieran para disfrutar de esas noches placer intenso, por lo que no me quejaba. Estuvimos una hora bebiendo, riendo, con roces y algunos besos. Después ellas propusieron un juego para ir desvitiendonos aunque no había mucho por sacar. Además cuando le tocó a Silvia directamente se sacó su tanga mostrando toda su concha depilada y brillante de la humedad. Evidentemente estaba muy caliente con la situación o lo que se imaginaba de ella. Benja y yo primero nos sacamos la remera pero Luisa directamente se sacó el shorts mostrando que no tenía nada debajo. Me preguntaba para que jugábamos a esto si iba a ser tan directo todo. Pero luego introdujeron prendas y ahí empecé a entender. El primero en perder fui yo y Silvia me puso como prenda que Luisa me hiciera un beso anal. Me saque el pantalón junto a los boxer quedando desnudo con mi pija a medias. No sabía bien como ubicarme y aunque el alcohol estaba haciendo efecto y ya habíamos compartido una noche de juegos con Benja, me daba un poco de pudor aunque no dejaba de excitarme mucho. Luisa sin muchas vueltas me dijo que me arrodille en el sillón y empezó a besarme la cola y pasar su lengua por mi agujerito y con facilidad introdujo un dedo y después dos. Eso excedía la prenda pero me dejaba hacer emitiendo algunos gemidos hasta que Silvia cortó la masturbación anal con un aplauso. Luego perdió Luisa y le puse como prenda que se la chupe a Benja por dos minutos. Quería que se vaya sacando un poco de ropa. Al sacarse el pantalón saltó su hermosa y gran pija bien erecta. Estaba más grande de lo que me acordaba y a Luisa y Silvia se les hizo agua la boca. Dándome gracias por la prenda Luisa se arrodilló y empezó a masturbarlo suave y chuparle la pija hasta que se acabó el tiempo. Sinceramente me dieron ganas de reemplazarla. Ellas tenían razón que no se trataba de gustos por los hombres sino de gustos por la pija je. Me empezaba a pasar eso. Luego perdió Silvia y Luisa le puso como prenda que se la chupe a ella ya que estaba muy caliente. «Cómo querés que te la coma?», le preguntó Silvia y Luisa se paró dándole la señal a la rubia para que se arrodille y le chupe la concha. Era tal la calentura de la culona que al minuto acabó en un orgasmo llenando de jugos toda la cara de Silvia. Con una sonrisa de Luisa seguimos jugando y volví a perder yo. Esa fue la señal para Silvia que me puso como prenda que se la chupe a Benja. Lo mire de reojo porque no me animaba a verlo de frente. Estaba serio pero seguía con su erección. Sin verlo a los ojos me arrodillé entre sus piernas y le agarré la pija con cautela. Él se acomodó en el sillón lo que fue la luz verde para que siguiera. De a poco empecé a chupar esa hermosa pija. Lo hacía tímidamente y seguramente mal. Lo acompañaba con una masturbación suave. Me fui soltando y metiendomela más en la boca. Ya no importaba nada y quería seguir. Estaba arrodillado entre sus piernas con la cola parada y siento que una de las maduras empieza a lubricarme la cola con su lengua e introducir sus dedos. Yo seguía dándole sexo oral a Benja que emitía suaves gemidos y me daba cuenta que el juego había terminado y empezaba lo mejor. Una vez que estaba bien dilatado siento uno de los juguetes entrar en mi cola con facilidad. En un momento Benja me interrumpe y se para para arrodillarse al lado mío. Ellas también querían encular a mi amigo que por lo visto tenía ganas. Estábamos los dos arrodillados en la alfombra, él con Luisa y yo con la rubia. Pero mientras que a Benja lo empezaban a dilatar, Silvia subió la apuesta y se puso el cinturón con el consolador y empezó a cogerme en cuatro. Benja si dió cuenta y me miró con una sonrisa con sus ojos brillantes. Yo me dejaba hacer y las maduras empezaron a soltar palabras que me ponían a mil: «uuyy mira amor, tienen la colita re abierta», «quien se va a coger a quien?». Esto último me hizo latir el corazón a mil. No tenía la intención de que eso suceda (o si…) pero estaba expectante a la reacción de Benja. Silvia seguía…»no sean tímidos, si tienen unas ganas de pija ustedes…». Así seguían hasta que la rubia fue saliendo de adentro mío y propuso que vayamos a la habitación para estar más cómodos. Cuando entramos le dijo a Benja «vení pendejo, reemplazame». Esas palabras me indicaron que iba a venir el momento. No sabía bien que hacer. Luisa me llevo a la cama, puso una almohada y me indicó que me acueste boca abajo arriba de las almohadas para parar mi cola. Mi cabeza la recosté en sus muslos mientras me hacía caricias en la cara. «Relájate bebé, te va a encantar», me decía. Mientras sentía como Silvia me colocaba un gel en mi cola para mayor lubricación. Sentía la presencia de mi amigo detrás mío que puso una de sus manos en mis caderas y fue electrificante. Silvia con una mano abría de manera suave mi cola y con la otra dirigía la pija de Benja a mi cola hasta que la sentí haciéndose lugar en mi agujerito. Luisa me seguía acariciando y diciéndome que me relaje. Y eso hice…me entregué relajando mi cola y sientiendo como esa pija se abría lugar dentro mío. La sentía gruesa y caliente, me incomodaba un poco pero ya tenía muy buena dilatación por lo que no me dolía. Escuchaba a Silvia decirle a Benja «mirá como entra, hacelo despacito para que no le duela». Ella acariciaba mi cola y mi espalda mientras Benja seguía entrando hasta que sentí su pelvis junto a mi cola y a Silvia que decía «ayy si…está toda adentro». Y lo que siguió fue un mete y saca suave de Benja que sentía como me abría todo. Ya estaba completamente entregado a ese placer anal mucho más intenso que lo que había experimentado con los juguetes de nuestras amigas. Más grande y caliente. Benja me agarró con sus dos manos de mis caderas y aceleró su ritmo. Luisa me decía «ya sos un putito que te encanta la pija, pedile a tu amiguito que te coja», «te gusta la pija mi amor? Te gusta que te hagan la colita?». Todo me lo decía en un tono suave que me volvía loco. Yo estaba en las nubes. En eso Luisa se incorpora y se pone en cuatro a mi costado. Estoy muy caliente me dice, ahora quiero que mi amiga me coja un rato. Con ella al lado mío Silvia que seguía teniendo el cinturón la empezó a coger y a darle nalgadas en su culazo haciendo que se venga casi al instante teniendo su segundo orgasmo. Evidentemente se ponía mucho con esta situación. Y Benja no se quedó atrás acelerando sus embestidas, cogiéndome más profundo y fuerte hasta que siento como su preservativo se llenaba de leche muy caliente en mi interior mientras gemía de manera potente. Se quedó quieto unos segundo hasta que empezó a salir de apoco y luego se dirigió hacia el baño. Yo no daba más y también quería acabar. Silvia se sacó el cinturón, me puso boca arriba y me empezó a cabalgar de manera frenética. A gemir intensamente hasta que comenzó a acabar largando abundantes jugos que se escurrían entre mis piernas y yo no aguanté más y acabe como nunca. Fue un orgasmo hermoso que me llevo a otra galaxia hasta que la agitación bajaba y Silvia salía de arriba mío. Sentí como Benja salió del baño y luego fuimos rotando hasta que nuevamente estábamos en la sala desnudos, fumando y tomando más cerveza pero esta vez con menos calentura en el ambiente y más relajados. Como Benja hablábamos como si nada pero sentía la cola muy abierta. Esa sola sensación me calentaba y hacia que vuelva mi erección. A la media hora volvimos a calentarnos y a circular besos y caricias con esas mujeres. Esta vez ellas se pusieron en cuatro en el sillón y con Benja nos alternamos para cogerlas. Me encantaba cogerlas en cuatro sintiendo sus grandes culos sobre mi vientre. Pero a Benja se ve que le había gustado lo que habíamos hecho antes y mientras estábamos parados uno al lado del otro cogiendo a Luisa y Silvia me empezó a acariciar la cola. Cuando sentí su mano una nueva corriente eléctrica atravesó mi cuerpo y lo miré a los ojos. Se salió de la rubia y me agarró de la mano llevándome a la habitación. Les dijo a las chicas «ya volvemos» y los dos nos reímos con una carcajada. Ellas no se querían perder ese espectáculo que tanto las calienta. Nos decían guarradas. Benja se acostó boca arriba, yo puse saliva en mi colita y me puse encima de él. Luisa ayudó a dirigir su pija hacia mi agujerito y de apoco empecé a bajar hasta tenerla toda adentro. Esta vez entro con mayor facilidad y de a poco lo empecé a cabalgar. Está posición me gustaba aún más y me podía masturbar mientras lo cabalgaba. Silvia se recostó a nuestro lado mientras que Luisa se colocaba encima de ella para hacer un delicioso 69. Ver a esas dos mujeres disfrutar a la vez que sentir a Benja dentro mío hizo que acelerará mi ritmo y a los pocos minutos acabe sobre el pecho de Benja. Había sido una sensación hermosa acabar con esa pija adentro. Me salí de a poco y Benja se quiso ir a limpiar pero las maduras lo hicieron con su lengua mientras se dirigían a la pija de Benja para darle una mamada entre las dos que lo hizo acabar a mi amigo con potentes chorros que fueron a parar a las caras y bocas de esas dos viciosas mujeres. Luego ellos se masturbaron mutuamente hasta acabar en orgasmos casi simultáneos. Terminamo muy cansados. Yo me recosté en la cama y me fui quedando dormido. Abrí los ojos y ya era de día. Pasaron unos segundos hasta que empecé a recordar lo vivido la noche anterior. Había tenido la primer penetración anal de un chico y había sido mi amigo. La verdad es que no sentí culpa ni miedo. Sólo estaba un poco nervioso por la reacción que pudiera tener él, pero sabía que iba a ser nuestro secreto. Yo estaba durmiendo sólo, fui al baño y me dirigí a la otra habitación donde estaban las dos mujeres durmiendo con Benja. Se ve que siguieron la fiesta. Me di una ducha y cuando salí ya se empezaban a despertar. Desayunamos pero no sentíamos la necesidad de irnos y ellas tampoco de que nos fuéramos. Después de desayunar las mujeres querían seguir la marcha y yo me moría de ganas de chupársela a Benja, pero no sabía cómo iba a reaccionar. Luisa que estaba desnuda se abrió de piernas en el sillón y Silvia la empezó a mamar. Benja que estaba con boxer se acercó a mi con su bulto que empezaba a crecer y lo puso a la altura de mi cara. Le bajé su ropa interior y con paciencia y suavidad lo masturbe y me la metí a la boca. Así estuve unos minutos hasta que acabó y me trague su leche. Nos quedamos todo el día juntos y nos seguimos viendo los días que quedaban de vacaciones, pero esos serán otros relatos. Por ahora es todo…
Espero que les haya gustado y agradezco sus comentarios