Enamorado de mi hermana ¡Me calienta mucho!

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Me viene, ahhhhgg…. ahhhhh… ahhhh – gime abriendo la boca de par en par para coger el máximo de aire. Sus gemidos, antes contenidos, ahora se le escapan sin control hasta que se convierten en gritillos de placer que colman mi vanidad.

Está fuera de sí, apoya una mano sobre la cama detrás de su culo para lograr estabilidad mientras la otra la emplea para rozar con los dedos sobre su rajita brillante.

Sin pensarlo dos veces me abalanzo sobre ella, hago que caiga sobre su espalda encima de la cama… su entrepierna abierta me ofrece como un manjar su sexo…húmedo… tierno… sensible. Le cojo de la cadera, estiro bruscamente de su cuerpo para colocarlo accesible a mi boca… me voy a comer su chochito… es lo mejor que puedo hacer con él… lo deseo… lo necesito para mí.

– Si, si… comételo…comételo todo… te voy a dar toda mi lechecita… para ti… para mi querido hermano…uhmmm… ¡me vuelves loca!

Continuación…

Me echo sobre ella en la conocida postura del misionero, repartiendo mi peso entre la punta de los pies, el pubis que apoyo sobre el de ella y sobre ambas manos situadas a sendos lados de su cabeza. Quiero que me sienta muy cerca y a la vez con libertad para moverse sin soportar mi peso.

Flexiono los brazos para acercar mi boca a la suya, le doy un piquito muy leve en los labios. Después vienen otros besitos alrededor de la boca, en la barbilla, en la mejilla. Me entretengo con estas caricias sin revelar mis intenciones… provoco su deseo y la incertidumbre…

Hasta que después de recorrer el cuello con besitos de hormiga me acerco a su oído y le susurro:

– Mira lo que has conseguido…me tienes loco perdido… me lo has pedido y no lo puedo resistir, Me gusta mucho que me provoques… que seas guarrilla… mi hermanita se ha hecho mayor y no se conforma con los juegos de críos –

– Hoy vas a ser mía, de una forma muy especial… tengo hambre de ti…siempre te he deseado …quiero llenarme la boca de fruta dulce, con todos sus jugos… y tú me lo vas a dar porque eres mi niñita chica, esa que me hace rabiar, la rebelde la que me vuelve loco –

– no digas nada…no hagas nada…simplemente déjate llevar…lo vas a disfrutar…jejeje-

Mis palabras la han excitado aún más, provocándole un nuevo estremecimiento. Me separo para poder contemplar su carita de niña buena y traviesa a la vez. Se deja contemplar, está excitada e impaciente sabe que me la voy a comer enterita y eso la mantiene expectante. Bajo la cabeza para que mis labios recorran el trayecto desde su boca a los pechos pasando por el cuello y sus hombros.

Le lamo el pezón y luego lo atrapo entre mis labios dándole una pequeña chupada succionando la puntita. Para que el otro no sienta envidia, también lo visito y le doy el mismo tratamiento. Al volver al centro de su pecho cierro los labios como si fuese a silbar y le lanzo un fino chorro de aire frio con el que voy recorriendo el camino hasta llegar al ombligo.

Mi hermana se agita impaciente por sentir mis caricias más intensas; forma parte del ritual hacerla esperar un poco, tiene que desear con todas sus ganas que llegue el momento en el que hunda mi cara entre sus piernas. No tengo prisa, me concentro en la tarea y voy a mi ritmo…pausado. Ella sabe mucho de hacerme rabiar y por primera vez soy yo quien la mantiene en vilo.

Después de tanto tiempo soñándolo, después de tantos momentos de vergüenza, ha llegado el día para comerle el coñito a mi hermana menor… y lo haré lo mejor que se. Del ombligo me voy hasta su cadera, le mordisqueo el hueso que sobresale para luego irme lamiendo y besando hasta la ingle. Me acerco hasta rozar su piel …pero me contengo. Desde la cadera voy al centro hasta colocarme encima de promontorio sobre la raja, lo llaman el monte de Venus, a mí me parece el recibidor del paraíso.

Mientras hago rozar la yema de los dedos por encina, preparo un buena dosis de saliva que dejo caer lentamente sobre la rajita hasta mojarla bien. Después acerco la boca y la aprieto contra su sexo, quiero que sienta como mi aliento la invade, sorbo para atraer sus labios hacia mi boca. La succión la impresiona, gime sorprendida durante unas décimas de segundo… después… se abre por completo a mí.

Ahí me quedo jugando, lamiendo, presionando con la barbilla, echándole el aire de mi respiración entre sus labios hasta que sea mi hermana no puede aguantar más. Baja su mano hasta la entrepierna, se toca, se palmea y pone los dedos de forma que sus labios mayores se separan para enseñarme el interior sonrosado de su vulva. Ahora ya está preparada.

– Venga… cabrón mío… empieza a comertelo ya, jodeeeer! – dice entre jadeos.

Eso quiere indicar que ya está lista para la siguiente fase. Pongo las manos sobre sus rodillas y hago que lentamente vaya abriéndose de piernas para mí. Pronto consigo mi objetivo, la tengo dispuesta, con ganas de recibir mis caricias sobre su más íntimo y delicado rincón. Me demuestra que la confianza en mí es absoluta y por eso premio su acción con una larga lamida de toda la raja, desde el culo hasta la parte superior.

– ¡Gabi…es una locura… lo que me estás obligando a hacer! –

– Quizás me tenga que arrepentir… pero ya no soy dueño de mis actos –

Antes de que termine de acomodarse de nuevo sobre la cama, cojo la almohada la doblo por la mitad y la coloco por detrás de sus caderas. Su pubis ha quedado un poco elevado, como sobre un pedestal, está a la altura ideal para que yo me coloque enfrente y me lo pueda comer cómodamente.

En voz baja, como si estuviese hablando solo, pero lo suficientemente alto como para que ella me oiga, digo mirando directamente al coño:

– Que cosa tan linda…Uhmmm cómo me gustas!…Prepárate que te voy a comer enterito… ohhh….ohhh se me hace la boca aguaaaaa –

Me gusta que sepa que el aspecto de su vulva despierta mi pasión, que es hermosa, que los cuidados que le dedica tienen su recompensa. Su coño no es solo la abertura por donde voy a meter la polla, es mucho más… es una flor delicada, bonita y extremadamente sensible, que espera de mi las caricias más sutiles y también las más intensas.

En ese momento mi hermana acerca su mano, lentamente la pasa por encima de la raja arriba y abajo un par de veces, para a continuación con los dedos índice y medio separar los labios, me muestra la sonrosada figura en forma mariposa que configuran.

– ¿Te gusta?… ¿a qué es muy linda?… es mi chochito… que quiere que lo mimen…- dice en voz baja como si temiera despertarla.

Este gesto me llena de lujuria y me indica que ya está preparada para recibir mis caricias más íntimas. Saco la lengua dejándola caer hacia la barbilla, ancha…blanda. Acerco mi boca hasta que entra en contacto con la parte inferior de su raja, lentamente voy subiendo la cabeza haciendo que la lengua recorra suavemente el trayecto hasta terminar justo sobre la parte superior.

Por ahí, todavía escondido debe andar su clítoris… a partir de ahora lo voy a buscar, lo voy a cortejar para que se me muestre, y cuando lo tenga delante lo voy a envolver con la lengua hasta hacerlo explotar. Con mi primera lamida hago que mi hermana tome más confianza en mí, debe saber que voy a tratar muy bien su querido conejito.

Unos segundos después, se abandona, retira sus manos para llevarlas una al pecho para así poder acariciarse una teta. La otra está cerca de su boca, quizás en previsión de que tenga que ahogar algún gemido más fuerte de lo deseado.

Me aparto un poco para besar la parte interna del muslo, alejándome un poco de su foco de atención, todo debe ser como una continua sorpresa. Enseguida vuelvo a subir besando alrededor de su coño para luego ir a la otra pierna. Mi hermana se agita y entre suspiros me pide más, quiere que siga…

Repito el recorrido apretando mis labios con los suyos, e intercalando pequeños bocaditos al pasar por las ingles, como un delicado roedor que busca su alimento.

Cada vez de paso cerca de sus labios ella me suplica:

– Comételo ya … cabrón… me estás haciendo sufrir…chúpame…chúpame… chúpame ya –

Le doy una lamida a lo largo de toda la raja para contentarla, hago ver que ya voy, pero no… me voy de donde ella quiere tenerme y sigo jugueteando alrededor de su coño. Sus manos buscan mi cabeza en medio de la oscuridad y la empujan hacia su entrepierna. Con una ligera presión sobre la nuca me obliga a poner mi boca sobre el sexo.

Es el momento de comenzar a besar y lamer lentamente alrededor de su vagina… sobre su clítoris. Al mover la cabeza, mis labios rozan los suyos. Mi hermana se agita sobre la cama, dominada por la excitación, a la espera de las caricias más intensas que sabe van a llegar de inmediato.

Me coloco cómodamente recostado frente a su coño, con una mano me cojo a su pierna y la otra la coloco bajo su culo con el dedo pulgar apoyado entre el ano y su vagina, y…me pongo a lamer. Empiezo sacando la lengua de la boca, la dejo que caiga sobre la barbilla, relajada, ancha y plana.

Comienzo con la lengua en la parte inferior de su vulva, manteniéndola completamente cubierta de saliva, muevo lentamente la cabeza hacia arriba desde la parte inferior de su vagina hacia la parte superior, para que mi lengua se mueva desde abajo a arriba y que la punta de la lengua pase sobre su clítoris.

Dejo la lengua quieta, relajada, ancha y plana… lo que muevo es la cabeza, arriba y abajo, transportando la lengua sobre el chocho. Nada de dar lengüetazos…me gusta pasar la lengua como el que come un cucurucho de vainilla y fresa cremoso. Cuando llego a la cima me aparto para que ya no haga contacto y comienzo de nuevo desde abajo.

Debo mantener la lengua relajada para asegurar que cubra la mayor cantidad posible de área de su vulva y tenga una máxima estimulación. No preciso usar los músculos de la lengua, solo con pasarla repetidamente sobre su vulva ya estoy consiguiendo que mi hermana esté cada vez más caliente y excitada.

Es mi cabeza y mi cuello quienes hacen el trabajo, eso me permite alargar mis caricias mucho en el tiempo y regular la presión hasta lograr un leve roce continuado.

– Así…así….me encanta…sigue…sigue así….me gustaaaa…. Siiii, siii…-

– Hermanita, ¡está delicioso!… tienes un manjar entre las piernas – me da tiempo a decir entre lamida y lamida.

Oigo como poco a poco su respiración se ha ido acelerando, como gime, como se agarra a la sabana. Se que se está acercando al orgasmo y eso me llena de satisfacción. Empiezo incrementar la presión y la velocidad. Noto que lo está disfrutando mucho, sin embargo, mi objetivo es usar la mínima cantidad de presión posible para hacer que se corra cuando tengo pegada la boca a su coño.

Llegado a este punto, me separo para tomar aire, quiero escucharla cómo se siente… cómo le viene. Para no perder la excitación alcanzada, con los cuatro dedos unidos y planos, le restriego por encima de toda la vulva con cuidado dándole un placentero masaje, primero transversalmente, luego apoyando la punta de los dedos por encina de la raja para darle un masaje circular.

Lo que mas le gusta es cuando mis dedos tropiezan levemente con su clítoris totalmente erizado y sensible.

– por favor… sigue…no pares ahora…tengo el corazón a mil…y mi coño está a punto de explotar – con esto mi hermana me confirma que está próxima al orgasmo y que la tengo exactamente donde quería tenerla

– ¿Te gusta como lo hago? ¿te gustan las travesuras de mi lengua? – le pregunto sabiendo que está encantada con todo lo que le hago.

Le doy una palmada sobre los labios que le sorprende y hace que tenga ganas de cerrar las piernas para protegerse. No puede, yo estoy en medio para impedirlo. Le paso la mano por encima suavemente… cuando cree que vuelven las suaves caricias le “castigo” con una nueva palmada que le arranca un sonoro quejido.

– Eres muy mala y te mereces este castigo –

Sin esperar la respuesta, vuelvo a mis lamidas manteniendo el ritmo constante, creo que le gusta que mantenga la misma presión y la misma velocidad cuando está a punto de correrse y yo mantengo sin variación el movimiento de cabeza.

Su cuerpo se agita, no puede contener más tiempo la compostura, se estremece, cada vez con una frecuencia más rápida, se está acercando el orgasmo… por lo que disminuyo la intensidad, quiero que retroceda y que no tenga su orgasmo todavía.

La distraigo durante un par de minutos besando todo el camino alrededor de su vagina, también arriba y hacia abajo por la parte interna de los muslos. Luego, cuando se ha calmado un poco, vuelvo a comerla como antes pero esta vez a un ritmo un poco más lento. Quiero que se sienta impaciente que desee con fuerza que le llegue el orgasmo…así resultará más placentero.

Ya la tengo a punto de caramelo, en cualquier momento le vendrá el orgasmo y no quiero que se me vaya todavía. Echo la cabeza un poco hacia atrás, me separo de su coño y dejo que mi mano acaricie sus labios. Con mis dedos separo los labios y dejo caer lentamente otra abundante carga de saliva que he preparado. Su dulce coñito debe estar bien mojado para que mis caricias sean lo más delicadas posible.

Pongo los labios haciendo una pequeña forma de «O», bien húmedos de saliva y los coloco sobre el clítoris y luego comienzo a succionarlo suavemente. Lo mantengo entre los labios mientras la lengua lo rodea masajeándolo.

Escucho cómo gime sin control, resopla como una cafetera, me toca la cabeza intentando apartarme aunque enseguida se arrepiente y me deja que continúe con mis juegos. He dejado mi dedo pulgar pegado a la zona que hay entre el ano y la vulva, allí noto como una rápida sucesión de contracciones me avisan que está teniendo su ansiado orgasmo.

Su cuerpo se contrae con incontrolables espasmos, oigo como sus gemidos entrecortados son amortiguados por la mano que tiene frente a la boca, a pesar de todo inundan la estancia. Gabi esta vez no se conforma con gemir, gemir fuerte… sino que grita por primera vez en su vida al correrse en mi boca. Mueve las caderas, patalea, arquea la espalda… es un huracán…que termina en una quietud y silencio que me acojona.

Presumo que mi hermana estará muy sensible, y que durante unos minutos prefiere que no la toque. Centro mi atención en besar sus ingles la parte interna de sus muslos para pasar acostarme a su lado hasta que recupere el aliento.

– Querido hermano hoy te has superado… me has hecho correr como nunca… ¿Qué voy a hacer sin ti?, yo quiero experimentarlo todo…todo…lo oyes? –

– Ahora descansa, deja que te coja haciendo la cucharilla… luego hablamos de esto que ha pasado –

Deverano.