Fin de semana largo con papá

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Un fin de semana Largo

Era un viernes a media tarde, con mucho calor, me encontraba solo en casa, mi madre había viajado, me vestí con mi atuendo favorito, un short muy corto, terminaba mi arreglo cuando escuché estacionarse frente a casa la camioneta de mi padre, era inusual que regresara un viernes, trabajaba toda la semana en un poblado cercano, generalmente regresaba el sábado por la tarde-noche o el domingo en la mañana.

¿Dónde está tu madre, Juan? –preguntó—
¡Buenas tardes señor! –contesté—fue a ver a la abuela, me pidió le dijera a usted que quiso avisarle, como no tiene manera de comunicarse con usted pues se fue.
¿Te dijo cuando regresa?
Si, en cuanto se mejore la abuela, está enferma, quizá para el domingo.
No agregó nada más, bajó de su vehículo su maleta, se metió a su cuarto. Continué realizando mis actividades, en ese momento lavaba los platos utilizados para comer, cuando volvió.

Sigues utilizando tu ropa pequeña, y ajustada, pareces marica.
Solo es un short señor, me siento cómodo y fresco, pero si no le gusta me lo cambio por un pantalón.
No, no, sigue así, solo que alebrestas a Pancho, imagínate 6 días en abstinencia. Ah, hoy tengo una reunión con amigos, te arreglas vamos a ir, usa ese pantaloncito, estaremos en confianza, cambias tu por una limpia.
Si señor, como usted diga.
Nos vamos a las ocho, voy a dormir un rato, estoy cansado.
Poco antes de las ocho de la noche ya estaba listo, esperando, me había bañado, vestido con ropa interior limpia, y un short nuevo azul celeste que había comprado en la semana, pensando en verme bien frente a él, me agradó su sugerencia, solo que sus amigos me verían así, pero bueno.

¿Estás listo Juan? ¡Vamos!
Estoy listo señor, vamos,
¡Qué bien te ves, con esa figura le gustarás a mis amigos!
¡Hay, ni diga eso Papá, ¿si le parece me visto con otra ropa?
No, así estas muy bien. ¡Vamos!
Me dirigí a ocupar mi lugar en la camioneta, Miguel se adelantó para abrir la portezuela, y permitirme entrar, cuando me hube sentado aseguró la puerta y ocupó su lugar frente al volante, iniciamos nuestro viaje a casa de uno de sus amigos, condujo por la carretera a pocos kilómetros iniciaba la ciudad, la camioneta de Miguel era vieja, le entraba el aire frio por todos lados, mis piernas estaban frías, titiritaba por la temperatura y el aire. Me sentía alegre, era la primera vez que salía con Miguel, acompañarlo a una fiesta.

¿Tienes frío Juanito? Estás temblando, como no pensamos en que te pusieras un pantalón, ya en la fiesta llegaras así, no tardamos en llegar. –acariciando mis piernas—
La calle estaba solitaria, una farola encendida en la esquina iluminaba levemente el lugar, Miguel se apresuró a abrirme la puerta, después de todo sabía ser caballero, ahora me lo estaba demostrando, bajé recibiéndome con un abrazó con sus fuertes brazos, pegó su boca a la mía, ambos abrimos nuestras bocas en un largo beso, sus manos fueron bajando lentamente, acariciando mi espalda, hasta posarlas sobre mis nalgas, deshicimos el abrazo y nos dirigimos a la entrada, antes de tocar a la puerta me dijo…

Juanito, esta es una reunión especial, quiero que estés consciente que no estás obligado a hacer algo que tu no quieras, estás en libertad de aceptar una invitación de cualquier hombre, esa es tu decisión.
Está bien papá, lo tendré en cuenta.
Trataba de entender a que se refería el que “Estaba en libertad de aceptar una invitación de cualquier hombre” Mientras esperábamos a que abrieran la puerta Miguel me pasó un brazo por mi cuello y me atrajo hacía él en un abrazo íntimo, puso sus labios sobre los míos, abrió la boca, correspondí haciendo lo mismo y recibiendo su lengua, mientras sus manos acariciaban mis nalgas sobre la delgada tela de mi short azul celeste.

Hombre Miguel ¡Qué bueno que pudiste venir, Adelante Juanito, pasa, pero que bien te ves vestido de esa manera, ¡Qué guapo! ¡Qué hermoso hijo tienes tocayo!
Era Miguel mi antiguo patrón del taller de Radio reparación, quien nos recibía, sus ojos se fijaron en mí, ambos se quedan platicando un momento, mientras me adentraba a la casa, sentados en la sala estaba un hombre que no conocía, y un chico más o menos de mi edad, con un pantalón sumamente ajustado y con una camisa abierta hasta medio pecho,

Soy Marcial, él se llama Luis, toma asiento, ¿Cuál es tu nombre?
Mucho gusto señor Marcial, mi nombre es Juan para servirle
¿Vienes solo?
No, vengo con el señor Miguel, está platicando con el otro Miguel.
Te ves muy bien, estás muy lindo, tienes unas nalgas muy bonitas.
Gracias señor Marcial.
¿De qué trataba la reunión? ¿Por qué el hombre me trataba con esa familiaridad?

¡Hola Marcial! –Saludó Miguel— ¡que gusto verte! Hacía tiempo que no coincidíamos en una reunión, tú siempre dispuesto, te ves muy bien. ¿El chico viene contigo? No lo conozco.
Es Luis, ando de estreno, bueno ya está estrenado. —soltó una risa estridente— no te quedas atrás vienes muy bien acompañado, está hermoso el chico, ese color moreno le queda muy bien y ese pantaloncito le resalta sus nalguitas.
Es Juanito, es su primera fiesta, aceptó venir a acompañarme.
Ya nos presentamos. –dijo el hombre—
El timbre de la entrada sonó el anfitrión se apresuró a abrir, y dio paso a otro chico, de tez morena, cabellera alborotada, Miguel Taller lo abrazó, lo besó, y nos lo presentó.

Amigos, este es Martín, ya estamos completos, están en su casa, siéntanse a gusto, hay bebidas, algunas botanas, ya saben los señores pagamos los gastos, los chicos son nuestros invitados.
Todos saludamos al chico. Nos dedicó a todos una sonrisa nos besó en la mejilla a cada uno de nosotros, Miguel fijó su vista en él, le había atraído, Martín es el tipo de chicos que le agradan a los machos, delgado, como de un metro cincuenta, vivaracho, una sonrisa atrayente y una muy buena figura.

Miguel Taller, como buen anfitrión nos acercó algunos bocadillos, una botella de brandy, una de tequila, refrescos, nos dijo que en el refrigerador había cerveza y puso música para bailar.

Miguel invitó a Luis sentarse junto a él, muy solicito le ofreció una bebida y lo saco a bailar, lo abrazó estrechamente, pegó su cara a la del chico y bajó sus manos hasta sus nalgas.

Marcial aprovechó y se acercó a mí, puso una mano sobre mis piernas desnuda me dirigió una mirada acariciadora, mi cuerpo se estremeció, bajé mi vista, sentía pena. Nunca había estado en una situación como esa, Marcial rompió el hielo.

¿Hace tiempo conoces a Miguel? ¿Es tu novio?
Si, algo de tiempo, no somos novios, solo somos amigos.
Que suerte tiene ese Miguel de tener un amiguito como tu Juanito, estás muy bonito, muy sabroso, ¿pero si tienes novio?
No me dio tiempo a contestar, se levantó y casi me arrastró a bailar, cubrió mi cuerpo con sus fuertes brazos, se pegó a mi como sanguijuela, sus manos acariciaron mi cuello, mi espalda, y comenzó a bajarla poco a poco.

Oh, chiquillo, ¡Que sabroso estás! Me gustaría ser tu amigo o tu novio ¿Porqué no? ¿Qué te parece, aceptas?
No Señor Marcial, ¡Cómo cree! No podría ser su novio. Amigo si,
¿Porque Juanito?
Aunque insistió no pude responder a u pregunta, me sentía nervioso, Miguel abrazado a Luis bailando estrechamente, de cuando en cuando Miguel Papá me veía abrazado a Marcial, me tenía fuertemente abrazado, y me besaba el cuello y me decía de palabras calientes, su lengua humedecía mi cuello, sus dientes mordían el lóbulo de mi oreja.

En ese momento vi que Miguel Papá se desaparecía acompañado de Luis. Marcial me acariciaba las nalgas, me pegaba a su cuerpo y me besaba ardientemente, me condujo a un rincón donde me besaba con frenesí, yo estaba caliente, sentí su erección, se había bajado su ropa, y acaricié su erección.

Mira como me tienes Juanito, vamos al cuarto.
No señor Marcial, no puedo,
No vas a dejarme así, mira como estoy.
Casi al momento vi a Miguel dirigirse al sanitario, Martín se quedó parado esperando, cuando el señor Marcial se convenció que no lo acompañaría, aprovechó la ausencia de Miguel Taller, cogió a Martín de una mano y prácticamente lo arrastró a bailar, dejándome ahí parado en medio de la sala.

¡Qué sabroso estás Juanito! Estoy sentido contigo, no has ido a verme, te extraño mucho.
No he podido ir Señor Miguel he tenido mucha tarea en la escuela, en cuanto pueda voy a visitarlo.
Ya me decías Miguel antes, me gustaría me llamaras por mi nombre, no sabes el gusto que me daría Juanito.
Si Miguel, así te llamaré, me gusta como eres. Gracias
También puedo seguir ayudando en tus gastos, con solo me que me acompañes un rato, ven vamos a servirnos un trago.
Cogió un vaso y me sirvió una medida de tequila, hielo, sal limón y refresco, él se sirvió un tequila doble directo, nos sentamos en un sillón a tomar nuestras bebidas; pasó un brazo por mi espalda, me acerque a él, su boca abierta a la mía, a mi vez abrí la mía y nos fundimos en un beso, profundo, me abracé a Miguel Taller, fue bajando su mano, acariciando mi espalda, levanté un poco mis nalgas para que me acariciara.

¡Mira cómo me tienes Juanito!
Dijo Miguel liberando su pene, ese pene que ya había estado dentro de mí y que ahora estaba dispuesto a volver a incursionar en mi cuerpo.

Juanito, no puedes dejarme así, ¡vamos al cuarto!
No Miguel, mi padre está aquí, no puedo, me sentiría mal si supiera que me metí al cuarto contigo, no Miguel para otra ocasión.
Miguel cogió mi mano, la puso sobre su falo, yo miraba atento a Marcial, estaba ocupado con Martin, me agaché, le di un beso en el glande, abrí mi boca y lo puse en ella, comencé a mamar, su pene me entraba y salía, me cogió por la cabeza obligándome a introducirla toda, me ahogaba, en un momento hice un esfuerzo por salirme, estaba siendo brusco, sentí su falo pasar por mi garganta. Se levantó me tomó de la mano, y me condujo por el pasillo a la segunda recamara de la casa, me mostré un poco reticente a seguirlo, su fuerza me dominó. Antes de entrar me paró sobre la pared, pegó su cuerpo al mío, nos besamos, sus manos hurgaron entre mis nalgas sobre mi short. En ese momento vi una sombra tras de nosotros, volví mi vista, Marcial con Martín se dirigían a la segunda recamara de la casa.

¿Ya ves Juanito? Nos ganaron el cuarto, ahora tenemos que esperar.
¡No Miguel! mi padre va a salir así no quiero, con el fuera no voy.
No dijo nada más, sus brazos rodearon mí cuerpo, sus labios se posaron en mi boca, correspondí al beso abriendo mí boca nuestras leguas se juntaron, sentí recorrer con sus manos mi espalda, abrió mi camisa, beso mi pecho, lamió mi cuello se fue bajando besando lamiendo, un Miguel diferente a nuestras experiencias anteriores. Se mostraba amoroso, lo notaba con deseos de tenerme. Olvidé que Miguel tenía ya mucho tiempo en el cuarto con el chico.

Lo besé, acaricié su falo, bien erecto, me puse de rodillas y lo metí a mi boca, fue poco tiempo, me levantó, seguimos abrazados, sus manos exploraban mi espalda, y lentamente fueron bajando hasta alcanzar mis nalgas, acariciando, apretando. Bajó mi short, sus dedos exploraron entre mis nalgas.

¿Viste cómo me tienes Juanito? ¿sientes lo que te gusta?
No contesté, me volteó quedé con mi espalda y mi trasero a su disposición, me acariciaba, me daba palmadas, exploró mi ano, lo lubricó con saliva, introdujo uno, dos, tres dedos, me relajé sabía lo que sucedería después, solo me limité a proyectar mi trasero a su disposición, y lo sentí, vaya que sentí su pene hurgar entre mis nalgas, por un momento jugo en el lugar, lo dispuso en la entrada e hizo presión.

¡Oh, Miguel Oh!
Chiquito, que lindo estás, que gusto tenerte una vez más.
Si Miguel si, apúrate antes que salga.
Y presiono, y lo sentí, sentí como su falo se deslizaba en mi interior, como invadía mi intimidad hasta alcanzar el punto más profundo, ahí permaneció, se abrazaba a mí, besaba mi cuello, sus manos acariciaban mi estómago, y mi pubis, mi pene. Lentamente comenzó a moverse dentro de mí, sus movimientos fueron en aumento, sus manos afianzadas con fuerza de mis caderas, su pene penetrando una y otra vez, invadía mi intimidad, permanecía un momento en lo más profundo de mí, para volver a moverse, ahora más y más fuerte, me sentía invadido, me olvide de todo, de donde me encontraba. Por fin entró en mi se quedó estático, disfrutando el ayuntamiento, su falo palpitaba y expulsaba su semen en mí.

Juanito que feliz me hiciste, que sabroso te sentí.
En ese momento caí en cuenta que Miguel Papá estaría por salir, arregle mi vestido.

–¿Me invitas una copa Miguel?

–Claro Juanito, ¿Deseas una paloma?

–Si, ¡está deliciosa!

Con nuestras bebidas nos dirigimos a sentamos un momento después Miguel con su chico, abrazados, besándose.

–¡Oh, apenas la hicimos! Por favor no le comentes lo que pasó, me daría mucha pena con mi papá -le ´pedí a Miguel Taller.

–No se lo digo, pero, te preocupes no pasa nada.

Ya era tarde cuando salimos de la fiesta, Miguel había bebido, yo me sentía mareado, un aire frio pegaba en mi cuerpo con mi poca ropa, mis piernas y mi cara lo sintieron.

¿Puede conducir Señor?
¡Claro que puedo Juanito! Manejo mejor con mis copas que sobrio.
A esa hora pocos eran los automóviles que circulaban por las calles, y teníamos que recorrer un buen tramo de carretera antes de llegar a casa.

¿Por qué no me dices nada Juanito?
¿Sobré que señor?
Sobre mi conducta en la fiesta, por haber estado con ese chico en la recamara.
No señor, usted es libre de tomar sus propias decisiones, ¿Lo disfrutó?
Vaya que si lo gocé le puse dos palos.
Si, señor, me imagino, se tardó mucho, creo que de verdad lo disfrutó mucho.
¿Qué hiciste mientras tanto?
Sólo estuve platicando con el señor Marcial, baile con él y con Miguel.
Pensé que te meterías con él, noté que le gustabas, tú estabas interesado en lo que te decía, acariciaba tus piernas y cuando bailaste acarició tu espalda y después las nalgas. No pareció molestarte.
No señor como cree, no haría nada de eso,
Pues te lo perdiste Juanito, te autorice lo hicieras, ¿Lo recuerdas? Te lo dije cuando llegamos a la casa. Cuando fui al baño Marcial me alcanzó y me pidió permiso para ir contigo al cuarto, le dije que sí, pensé que si habías estado con él.
En ese momento ya estábamos sobre la carretera, el aire entraba por las ventilas mal cerradas, mis piernas estaban heladas, titiritaba. Miguel me las acarició sin dejar su atención en la conducción de la camioneta.

¿Puedo preguntarle algo señor?
¡Claro Juanito! Lo que desees.
¿Le molesta que vista con mis shorts?
Claro que no Juanito, te van muy bien, me gusta cómo te ves.
Pero antes si le molestaba.
Juanito ahora es diferente, que bueno que te gusta vestir de esa manera, hoy me di cuenta cómo te deseaban mis amigos. Sobre todo, Marcial, de verdad pensé que eso
No Papá, le doy su lugar.
Faltaba un rato para que el sol apareciera en el horizonte, cuando llegamos a casa, yo dormitaba, Miguel me despertó y juntos entramos a casa. Miguel prácticamente arrastrando los pies llegó a la cama, se desnudó y se metió bajo la sabana, yo salía del baño después de haber disfrutado de el agua sobre mi cuerpo y limpiarlo de los fluidos que Miguel taller había dejado en mí, en eso escuché que Miguel me llamaba.

Acompáñame.