Follar a mi novia en un lugar público ¡Increíble!

Soy Juan y voy a contaros como siempre una historia basada en hechos reales.

Todavía iba al instituto y mi cumpleaños coincidía en vacaciones navideñas. Mientras todos mis amigos que tenían cumpleaños durante el curso disfrutaban de fiestones con todo el grupo de amigos y diversión a raudales (las actividades lúdicas iban variando según la edad obviamente) yo siempre tuve que conformarme con hacer una fiesta con mi familia (mis padres, mis abuelos y mis tíos) que consistía en comer todos juntos, abrir los regalos, comer tarta y se acabó. No digo que esté mal para nada, mucha gente tendrá cumpleaños peores pero poneos en mi lugar, un chaval de esa edad quiere mucho más y peor aún si ve como son los cumpleaños de sus amigos. Os preguntaréis por qué no tenía yo esa fiesta con mis amigos, pues porque al ser vacaciones de navidad siempre estaba en la aldea con mi familia.

Un año tras mucho insistir conseguí convencer a mis padres para venirme por la tarde a mi pueblo para poder al menos quedar con todos mis amigos (y ya si ellos querían, montarme una fiesta sorpresa, ya que yo había convencido a mis padres sobre la marcha y con poca antelación.) Al comentárselo a varios amigos ninguno puso pega alguna pero según se fue acercando el día alguno ya fue poniendo alguna excusa:

«Perdona Juan, pero al final mi familia decidió irse de vacaciones a León y no estaré el día de tu cumpleaños.»

Tras leer el mensaje pensé: «Bueno, Pepe no viene, pero no pasa nada. Algún imprevisto así siempre surge.» Ya cuando solo quedaban 2 días llegaron un par de mensajes más:

«Juan tío, vas a tener que perdonarme pero no voy a poder ir a tu cumpleaños. A la vuelta de vacaciones tengo las recuperaciones y aún no miré nada. Encima mis padres se cabrearon porque estos días estuve bajando con el grupo, así que ni de coña me dejan ir. Lo siento»

«Juan, espero que tengas un feliz cumpleaños pero yo no podré ir. El otro día volví borrachísimo a casa y mis padres me castigaron el resto de las vacaciones. Que hijos de puta son. Pasadlo bien sin mi aún así, eh!»

Al ver que ya iban 3 que no venían encima todos bastante cercanos, empecé más bien a comprobar quienes venían. Nadie me aseguraba la asistencia, muchos me echaban la culpa de su ausencia a que no había avisado con la antelación necesaria y otros me preguntaban:

– Pero quién se viene?

– Pues por ahora nadie confirmó que viniera la verdad, pero fijo que puedes convencer a Domingo y a Pablo y vamos los 4 a tomar algo y echar unas risas.

– Que va, Domingo se irá con la novia, ya tú sabes, y Pablo lleva todas las vacaciones sin salir de casa el cerdo, no se si estudiando o viciando o ambas. Yo para ir los dos solos la verdad que me da mucha pereza… Lo siento mucho tío.

Cuando vi que todo el mundo me daba largas, empecé incluso a hablarle a gente con la que no me llevaba tanto para ver si venía. A esas alturas ya no era no estar solo el día de mi cumpleaños, era casi no quedar en ridículo delante de mis padres a los que hice volver de la aldea a propósito para esto y para que mi novia (Carla) no viniese ella sola a comprobar que no vino nadie, ambas cosas me daban bastante vergüenza (y con razón).

Ya os imaginaríais que si las conversaciones con mis amigos más cercanos no tuvieron éxito, la del resto de gente mucho menos, así que llegado el día, no me atreví a decirles nada a mis padres y nos vinimos igual a mi pueblo. Llegué a casa, deshice las maletas y para disimular salí de casa aunque fuese solo para estar con mi novia y que mis padres no pensaran que no tenía amigos.

A mi novia tampoco le dije que todos pasaran de mi en mi cumpleaños así que también tocaba afrontar su reacción, la cual ya empezó por WA:

– Felicidades Juan mi amoooooor, te quiero un mundo! Ojalá cumplas muchos más a mi ladooooo. Qué ganas de verte ya, una pena que no vaya a poder quedarme toda la tarde porque luego tengo clases particulares, pero bueno, me acerco antes por allí. Por cierto, dónde quedamos?

– Gracias cielo! Pues no se, en la alameda por ejemplo?

– Cómo que no sabes? Pero dónde le dijiste a todos de quedar? Porque en la alameda no creo que podamos sentarnos todos, o qué tenéis pensado hacer?

– Ya veremos, tu vente a la alameda sobre las 17:00.

– Te noto raro, pasó algo?

– Ya te contaré allí, no te preocupes que es una chorrada.

Tras esto dejé de mirar el teléfono y fui allí a mi hora, obviamente un poco triste. Tras esperar unos 10 minutos (llegando más puntual de lo normal) llegó Carla:

– Hola guapo, ya se te nota lo mayor que vas eh! ¿Dónde está todo el mundo? ¿Quedaste con ellos en otro sitio?

– Que va… Es que… Solo estamos tú y yo. -dije algo avergonzado y triste.

– Y eso? No avisaste al resto?

– Si, pero bueno… Ya ves, nadie podía parece ser.

– Como nadie podía? Ni Pepe, ni Pablo, ni Carlos?

– No, entre vacaciones, recuperaciones, castigados, etc. Nadie estaba disponible.

– Qué mal me parece, si fijo que la mitad son excusas hombre, ya me oirán mañana todos, les voy a hacer un interrogatorio que van a flipar, ya verás…

Después de hablar un rato, Carla se da cuenta de que yo estoy algo triste después de que pasasen de mi en mi cumpleaños.

-Oye, pero alegra esa cara, tampoco es para ponerse así, se puede celebrar otro día no?

– Que va, si a la vuelta de vacaciones ya es muy tarde para hacerlo, además ya hay otras fiestas de cumpleaños… Para un año que convenzo a mis padres de venir y mira lo que consigo…

– Oye Juan, fijo que no te lo hicieron a posta. Seguro que muchos pensaron que solo iban a faltar ellos mismos.

Tras pasarse un rato consolándome y ver que yo estaba más triste de lo que ella pensaba me dice:

– Joder, Juan, yo tendría que ir a clases, pero no te puedo dejar solo así la verdad. Creo que te voy a hacer mi regalo particular por tu cumpleaños faltando a clase.

– Que va, vete. Me sentiría peor si no fueras por mi.

– Estás seguro? – Me dijo mientras se levantaba del banco donde estábamos sentados.

Carla aquel día llevaba una camisa con dos botones de arriba abiertos que le hacía un escote espectacular y una faldita típica de colegiala. Carla para tener la edad que tenía, se gastaba unas curvas increíbles siendo lo delgadita que era. Las tetas eran de las mejores que viera encima sin ser gorda (obviamente había mucha chica con muchos mas killos que ella que tenían más tetas pero esas a mi no me llamaban tanto) y para no hacer nada de deporte tenía un muy buen culo también.

Estábamos en el medio de la alameda sentados, pero con el frío que hacía no parecía haber casi nadie paseando por ella aquella tarde y en las 2 horas que llevábamos allí solo habían pasado dos parejas por allí, una de ellas paseando a su perro.

Pues tras levantarse y mirarme con sonrisa muy pícara miró hacia ambos lados y se levantó la falda dejándome ver sus bragas de encaje rojas.

– Seguro que quieres que me vaya? -Dijo soltando un momento su falda y moviendo su mano hacia los botones de su camisa.

– Bueno, ahora quiero ver algo más. -Dije yo animándome.

Ella soltó un par de botones más de su camisa y dejó ver todo su sujetador, con sus tetas pidiendo salir de ahí a gritos. Todo esto mientras vigilaba continuamente si venía alguien por el camino a nuestro banco que nos pudiese ver.

Tras esto me puso el culo en poma dejándome ver esa colita se apartó las braga para que pudiera ver ese coño húmedo.

– Joder Carla que guarra te pusiste hoy.

– Esto es como regalo de cumpleaños eh, no te pienses que va a ser así siempre.

Con esa misma mano que apartaba sus bragas empezó a tocarse llegando a gemir muy bajito para que nadie más la oyera. De repente paró y se puso a cuatro patas, se acercó hacia mi y me desabrochó el pantalón empezándome a acariciar la polla por encima del calzoncillo que estaba prácticamente erecta. Me cogió por la cintura del pantalón y me llevó hacia un local que está allí justo al lado y que se suele alquilar para fiestas, comidas o demás, pero más de la mitad del año está vacío. La puerta del local estaba obviamente cerrada pero los baños los tiene fuera con puertas de corredera, que estaban bloqueadas pero se podían saltar por encima.

Con las hormonas a mil por hora saltamos la puerta del baño de mujeres, y nos metimos dentro de la puerta de uno de los WC para que nadie pudiera vernos. Llegados a ese punto yo le arranqué prácticamente la falda a Carla y le bajé las bragas hasta debajo de las rodillas, mientras Carla aprovechaba para bajarme los calzoncillos y darle un par de mamadas a mi polla erecta que sacó sus 20cm a relucir nada más saltar de mis calzoncillos como un resorte.

Yo le di la vuelta a Carla y le empecé a dar por detrás como un chimpancé en celo. La estaba empotrando de tan mala manera que las paredes del WC se empezaron mover muy considerablemente e incluso tuve que taparle rápidamente la boca a Carla porque soltaba gemidos reprimidos pero aún así a un volumen demasiado alto, tan alto que seguramente en la entrada de la alameda en la cual seguro que había más gente que dentro de la misma se oirían.

Fue curiosa la sensación porque obviamente me estaba dejando llevar por la excitación del momento más aún siendo en un lugar público pero además estaba canalizando mi ira con esos empujones tan tan bruscos que de vez en cuando a Carla le hacían daño, pero eso aún hacía que gozara más casi.

Seguí empujando como un animal hasta que mi cuerpo necesitó un segundo de respiro, volví a darle la vuelta y le rompí por la mitad el sujetador a Carla, aprovechando para chuparle ese par de grandes tetas que tenía. Eso me dio la excitación para cogerla en brazos casi como un bebé y darle por delante con la misma fuerza que antes sin parar. Hasta que ella puso los ojos en blanco del todo y se corrió lo que hizo excitarme a mi y correrme también. En ese momento no pude controlarla con mis manos y pegó un gemido fortísimo que tuvieron que escuchar a muchísimo metros de distancia.

Tras esto, yo me mareé un poco del fuerte orgasmo que había tenido y me tuve que sentar en la tapa del WC antes de darme contra una pared, mientras ella quedó desnuda sentada en el suelo con las piernas abiertas mirando a la nada totalmente extenuada.

-Carla, creeme si te digo que es el mejor regalo de cumpleaños que me hicieron nunca y que me harán en toda mi vida diría yo.

-Juan, estás hecho un toro, fue el mejor polvo que me echaste jamás. Dame unos minutos que me recupere, porque ahora no puedo ni hablar sin cansarme, y vámonos antes de que alguien nos vea.

Esperé a por Carla, nos vestimos y salimos de aquel baño. Justo al salir, había una pareja de chico de nuestra edad mirándonos con cara de sorprendidos y saber lo que había pasado. Al principio pensé que nos oirían pero luego me di cuenta de nuestras pintas: Carla llevaba todo su pelo largo despeinado y creo que se notaba que por debajo de la camise llevaba un sujetador roto a la mitad, mientras que yo llevaba toda la cara roja por el esfuerzo y las bajas temperaturas que hacían allí e iba todo sudado.

-Qué verguenza… Al menos yo no los conocía.- Me dijo Carla.

– Yo tampoco, pero bueno. Fijo que saben lo que la gente va a hacer a esos baños.

Espero que les gustase mi historia