Infidelidad consentida, las confesiones de una esposa oprimida

Soy de un pueblo de Castellón que prácticamente está a la misma distancia de Castelló de la Plana que de Valencia capital. Finalice mis estudios universitarios en Valencia en contra de mi voluntad, circunstancias de la vida, los inicie en la universitat Jaume I, tampoco me puedo quejar porque de la universidad de Valencia me quedan algunos buenos recuerdos. Renegaba de irme de Castelló y ahora en otro lugar estoy de vicio. Tengo o mejor dicho me queda poco, poquísimo para cumplir el cuarto de siglo. Como persona soy de buen corazón, algo pendenciero cuando me buscan, creativo, sociable, decidido, leal con mis amigos, educado, discreto, asertivo, enérgico, diligente, tenaz, duro, inteligente, persistente, cabezudo. Soy trabajador, pero no estoy dispuesto a vivir para trabajar, mejor trabajar para vivir. El tipo de mujer que me gusta es sobre todo aquellas que son muy creativas, enérgicas, duras, simpáticas, alegres y que les guste el sexo. La palabra que más me gusta es “GOCE” el arte de saber disfrutar del placer. Mis detalles físicos, 1,91 m. – 82,63 kg. – complexión mesomorfo – pelo corto – castaño – ojos azul oscuro – pene longitud 24,77 cm. ancho 13,68 cm. – estilo seta – depilado. Lo único que tengo depilado.

Mis estudios en contra de mis progenitores fueron hacia la creatividad. Aun sabiendo que me iba a costar vivir de lo que había estudiado y logrado con tan buenas calificaciones. Estaba trabajando en algo que no era lo mío, no me entristecía entre otras cosas porque soy alegre positivo y veo la botella medio llena, que no me gustan los que la ven medio vacía. No quiero ser hipócrita que el trabajo que tengo es la delegación de un negocio familiar y que me permite desarrollar mi ilusión, estudios, afición, profesión que de verdad me importa, de paso me alejaban del resto de la familia, porque eran mal pensados y suponían que había sucedido algo como una relación sexual con una mujer madura, que si me animo ya contaré. Como es necesario llamarse de alguna manera he decidido llamarme DANTE.

Lo que voy a contar sucedió hace un año, aunque el meollo del asunto ha sido hace bien poco. Compre una casa antigua, casi derruida, con un encanto especial y que me llamaba para obrar un milagro y poner todo mi saber en darle una nueva vida. Quería mantener su espíritu, su historia, pero eso no estaba reñido con los avances tecnológicos. Mi intención era tener una casa limpia y eficiente, que fuera sostenible. Por cierto, solo me queda instalar unas buenas placas solares que me han atiborrado con folletos y me han hecho la picha un lio y el resto lo fui haciendo poco a poco, entre los profesionales que conocí, había un comercial que era un buen tipo, a él lo llamaremos Baltasar. Un hombre de 40 años, 1,70 de altura, contextura física normal, pelo más largo del que tengo yo, buena labia porque es muy buen comercial, gracioso hasta matarme a reír. Durante casi un año nos veíamos todas las semanas. Aprovechábamos para tomar alguna cervecita y lo que no era cervecita, hablábamos de todo y sabía que estaba casado y con un hijo que no era todavía ni adolescente. Por una tontería se quiso dar de alta en el mismo gimnasio al que iba yo. Acudió las primeras dos semanas con toda la indumentaria nueva, una vez que la estrenó, empezó a fallar cada vez más y pasó a formar el grupo de los que pagan un gym pero no van.

Había tenido todo tipo de relaciones sexuales con mujeres, solteras, casadas, en pareja, con novios, etc., no sé bien cuando empezó, pero Baltasar en nuestras conversaciones de cervezas, empezó a ser más locuaz hablando de sus intimidades matrimoniales, no fue de golpe, por eso no me di cuenta, fue poco a poco, mucha paciencia tuvo. Pasando de locuaz a embaucador y con su experiencia, con su labia habitual, lo hacía muy natural. Llegó un día que al marcharme me preguntaba -¿Este tío es que quiere que me empotre a su mujer?- me dije que era imposible, que era una paja mental que me estaba haciendo. A su mujer no la conocía nada más que de lo que él contaba, que básicamente era que estaba muy bien, que estaba convencido que a su mujer le hacía falta más sexo y contundente, que se habían acomodado, etc., etc., me mantenía callado porque no sabía por dónde iba, si era que perseguía algo o que se estaba desahogando conmigo. Que en un principio fue lo que pensé, que era un desahogo.

En las vacaciones escolares por las Fiestas de Navidad, me dijo que su hijo estaba con sus suegros, ya que los dos trabajaban. Un viernes que habíamos quedado me invita de pronto a cenar en su casa y si a su mujer le apetece pues luego a ir a tomarnos algo. Mi pregunta inmediata -¿Pero tu mujer sabe que me llevas a cenar?-y él con su labia habitual, normalizándolo me respondió –por eso no te preocupes, está acostumbrada, pero si te quedas más tranquilo la llamo y se lo digo- lo siguiente que hace es llamar a su mujer y decirle que llevaba a su amigo Dante. No me queda otra que aceptar y le pregunto que le gusta a su mujer, por llevarla algo, me dice que no hace falta e insisto porque si no, no voy. Le gustaban los pasteles de boniatos, algo que compartíamos y él quería ir a donde los compraban habitualmente, pero le dije que no, que iríamos a un sitio que son de chuparse los dedos. Me dijo que a él no le gustaban. Su casa está en una urbanización con un edificio altísimo, su casa está a más de 15 pisos de altura. Subimos desde el garaje, ni una llamada, ni un mensaje a su mujer diciendo que ya subíamos. Nada más abrir la puerta de su casa, nos sale una bocanada de aire caliente, tienen la calefacción muy alta.

Baltasar lo primero que hace es quitarse los zapatos, deja lo que lleva en las manos, se quita el chaquetón y me recoge el mío. Es cuando se oye una voz femenina –Baltasar estoy en la cocina, ven antes de nada que tengo un notición- y fuimos hacia la cocina. Lo que había visto en ese momento del piso, parte de un salón, la entrada y un largo pasillo, todo con colores muy claros y el mobiliario que pude ver, rompía tanta claridad. De momento buen gusto y bonito. Al ver a su mujer me quedé sin habla y a ella además de pasarle lo mismo, se le abrieron los ojos como platos. Pasó de la siguiente manera, ella estaba de espaldas, desmoldando sobre una encimera un bizcocho, por cierto, olía espectacular. Gira su cabeza para contarle a su marido el notición, lleva un pantalón corto de color rosa pálido. Tan corto que se le ve el inicio de las nalgas y es una tela muy fina, encima lleva una camiseta del mismo estilo, pero azul claro.

Además de quedar cautivado por ese culo, lo que me llenó de sorpresa era esa mirada con unos ojos azules claros, su pelo sujeto, que debía de quedarle por los hombros o un poco más largo, era como una gota de agua con una mujer que trabaja dentro de la universidad de Valencia, en una tienda y que siempre me ha gustado, me ha atraído y sobre todo me ha puesto cachondísimo cada vez que la he visto. Las dos deben ser de la misma edad, entre 35 y 40 años. Eso me hizo sentir una atracción desde el primer momento. Baltasar se acerca a su mujer le da un gran y sonoro azote en el culo, le agarra bien una nalga diciéndole este es mi amigo Dante, Dante esta es mi preciosa mujer Tamara. El azote que le dio me dolió a mí también, menudo bestia. Sin embargo, ella balbuceó sin decir nada, hasta que me acerqué y le di dos besos en ambas mejillas. Eso hizo que se diera la vuelta y se notaba que no tenía sujetador y un pecho pequeño. Igual que la de la universidad, aunque la de la universidad tenía algo distinto, especial. Baltasar le pregunta por el notición y ella le dice que no hay prisa que luego. Baltasar insiste y entonces hablo yo –no os preocupéis hablar lo que queráis, que he visto donde está el salón y me espero allí, ah disculpa Tamara, esto es para ti- dándole la caja de los pasteles de boniato.

—Eres tonto o te entrenas, como traes a nadie sin avisar, fíjate como me ha pillado, que voy enseñando el culo.
—Qué más da, estás muy buena y lo que se han de comer los humanos que lo disfruten los humanos. Así se lleva una alegría, viendo la mujer tan hermosa que tengo. ¿Cuál es el notición?
—Eso da igual, ahora a ver que hago de cenar.
—No te calientes la cabeza, cualquier cosa y si no te apetece cocinar llamamos y que nos traigan algo.
—Pues vaya invitación a cenar, pedir cena preparada.
—Que tiene 24 años, seguro que está acostumbrado.
—Eso da igual, si se invita a alguien a cenar, se prepara una cena. ¿Y dónde vas tú con un chaval de 24 años?
—Pues ahí donde lo ves es un currante y le he preparado casi toda su casa. Es un cliente y amigo. —¡YA! Y ahora voy yo y me lo creo. ¿Qué te crees que me chupo un dedo?
—No sé qué quieres decir.
—JA y JA, quien no te conozca que te compre. ¿No seguirás con tus ideas peregrinas y ya sabes a que me estoy refiriendo?
—Siempre pensando mal de mí.
—Anda ves a atender a tu “amigo” que me voy a cambiar.
—Ni se te ocurra, que me vas a dejar mal a mí, que va a pensar que te cambias por culpa de él y ya te ha visto, no pasa nada.

Le mandó a paseo y a que se fuera conmigo, que ahora se pensaría si se cambiaba o no. Me fui corriendo para el salón y él tardó un poco más, por lo que seguro que algo más se dijeron. Estaba claro de que la llamada que dijo hacer a su mujer para decir que íbamos a cenar fue mentira. Baltasar terminó de encender las luces del salón y me enseñó parte de la casa, me llamó la atención que en una de las terrazas tenían tres aparatos para ejercitarse físicamente, algo que me extraño y me lo aclaro Baltasar –es de Tamara, que está obsesionada con el físico y con potenciar su culazo, que así lo tiene de duro y hermoso- en eso no mentía, porque tenía un culo muy bien puesto. Lo de que era un desahogo lo que hablaba conmigo, ya empezaba a disiparse de mi cabeza. Me llegaban pensamientos de historias que había oído o incluso alguna película que había visto de maridos cornudos consentidos. Me había tirado a mujeres casadas, pero nunca que yo supiera con el beneplácito de sus maridos. Sabía de sitios donde iban parejas, se hacían intercambios, tríos o lo que fuese, pero a mí nunca me había pasado. Tamara entró en el salón y seguía vestida de la misma manera, a excepción de que llevaba el pelo suelto y se había pintado los labios de rojo. Trajo varios folletos de propaganda para pedir algo para cenar. Me hicieron elegir a mí y elegí comida turca.

Baltasar no perdía ocasión de sobar o dar un azote en el culo de su mujer, Tamara le decía que se estuviese quieto y en un momento dado, la sentó encima de sus rodillas y ella para que se quedara quieto no se movió. Fue cuando empezó una “investigación” para saber si en verdad su marido y yo éramos amigos. Poco a poco se iba quedando sin preguntas y cada vez más convencida. Ya habían traído la cena y en eso me pregunto algo de mi casa, fue entonces cuando saqué mi móvil y le enseñé unas fotos. Cenamos y durante la cena hablamos de su trabajo, que era un negocio muy lucrativo o eso me parece a mí y además un negocio seguro. Al terminar me pidió de nuevo ver las fotos, se quedó convencida del todo, porque en una se me ve a mí y al lado material con el logo de la empresa en la que trabaja Baltasar, fue cuando me pidió disculpas por tantas preguntas. Baltasar se fue por la caja de los pasteles, que ella no había ni abierto y cuando los vio.

T: Esto no se hace, son mi debilidad, luego me tocara una hora como mínimo de ejercicios para quitar las calorías. Que si no me pongo muy gorda.
Y: Pues te veo perfecta y precisamente nada de gorda.
T: Jajaja, hay que tener cuidado con lo que se come, que todo va al mismo sitio, al culete.
Y: Pues sigue comiendo lo que comas porque lo tienes de diez.
T: Jajaja, que descarado es tu amigo.
B: Es que ha dicho la verdad, tienes un culo de puta madre.
T: No hables mal y menos con visitas.
B: Pues bien, que te gusta que hable mal en…
T: Baltasar no te pases.
Y: Voy a hacer una pregunta para los dos y a ver quién me la contesta, pero diciéndome la verdad, que no me voy a mosquear.
B y T: Pregunta.
Y: Aunque Baltasar diga lo contrario, me da la sensación de que esta cena no estaba prevista y que te ha cogido a ti por sorpresa Tamara.
B: Que va, llamé para decírselo.
T: No le hagas caso que es muy mentirosillo algunas veces y te vende la burra rápido, no me ha llamado y es verdad no sabía nada.
Y: Pues ya que sabemos la verdad, ¿Por qué Baltasar?
B: Me dio por ahí.
Y: Vaya chorrada de respuesta.
T: Dante tiene razón, o dices tú la verdad o la digo yo. Tienes de tiempo hasta que ponga otra ronda de bebida.
B: Di conmigo que es la verdad, me apetecía que vinieras a cenar y como si no hacía que había llamado no venias, pues por eso.

Llamaron por teléfono y fue Tamara quien atendió la llamada. Nos quedamos en silencio, sin saber qué decir o sin tener mucho que decir. Ese momento tan silencioso lo apacigüé comiéndome otro pastelito y bebiendo un poco más de ese licor de hierbas tan bueno, que era puro alcohol. Para no seguir en silencio y con un tono de voz bajo le pregunte a Baltasar por la verdad de lo que había tramado. El seguía en sus trece de que todo había sido para que no dijera que no iba, que le apetecía y que tampoco era nada tan raro. Tamara termina de hablar y se sienta en su sitio, en concreto en la cabecera de la mesa y nosotros cada uno a un costado de ella.

T: Baltasar un beso de parte de mi hermana. Bueno por donde nos habíamos quedado, ah sí, que Baltasar nos decía la verdad de todo. Dante ¿te ha contado la verdad?
Y: No tengo porque dudar de él, pero sigue insistiendo que es por lo que ha dicho.
T: ¿Es así Baltasar?
B: Es que no hay nada más, que tú eres muy enrevesada.
T: Pues lo contaré yo. ¿Te parece?
B: Tu cuenta lo que quieras, pero será de tu cosecha, no quiere decir que sea verdad.
T: Ahora sí que me has tocado el… Mira Dante no te enfades con él, que es así, no lo hace con mala intención, pero es lo que hay. Baltasar tiene el empeño de verme teniendo sexo con otro hombre, lleva ya con ese antojo desde hace ya por lo menos tres años. Creía que el confinamiento se le había quitado pero esta vez ha ido más lejos. Por eso disculpa si te has sentido manipulado por Baltasar.
Y: No me ha molestado nada y ese tipo de manipulaciones con una mujer como tú precisamente no molestan. Tal vez lo que sí molesta es que no se haga realidad.
T: JODER, jovencito, pero has elegido uno con la misma labia que tú.
B: Dante no te creas nada de lo que ha dicho, lo está haciendo por joderme y para hacerme quedar mal. Que cuando se pone de esta forma es muy, muy…
T: Acaba valiente, DILO… ¡MUY PUTA! es lo que quería decir.

No se habían enfadado, pero si se habían acalorado y quien llevaba todas las de perder era Baltasar, ya que su mujer le dijo, voy a demostrarte que no miento. Se levantó, se acercó a mí y me hizo echarme un poco para atrás, luego se sentó sobre mí. Por culpa del mantel Baltasar no podía ver bien la situación. Tamara le retaba –mira cómo me muevo sobre tu amigo- y la verdad que se movía sin ningún inconveniente, para provocarle más le decía –tu amigo no reacciona lo mismo es que tiene como tú, en vez de un pene una pena- poco tardó mi verga en empezar a reaccionar y cuando ella se dio cuenta, ralentizó su movimiento, como pensando qué hacer. Baje una de mis manos a su entrepierna, ella fue contundente –EH, las manos sobre la mesa- y siguió moviéndose, le decía a su marido, pues parece que se va despertando. De nuevo de manera contundente le decía a Baltasar –que, no me dices que me levante o es que quieres más, ¿no te es suficiente?- Baltasar parecía un muñeco de cera.

Tamara que tenía sus manos sobre la mesa, ahora llevo una hacia atrás y me acaricio la verga. -Baltasar que lo que estoy tocando no es ni una pinga ni un pirulí como lo tuyo, esto es MUUUUCHO más serio- y Baltasar seguí sin hacer ni decir nada. La respiración de ella había cogido ritmo y ya no estaba siendo una mera provocación, esa tía estaba poniéndose cachonda, tanto que le dice a su marido –pues como sigues callado, no vas a ver lo que voy a hacer- se empieza a mover sin levantarse hasta que se quita los pantalones y los pone encima de la mesa. Quiero tocarla de nuevo y vuelve a repetirme la misma frase, entonces ya si digo algo –tu marido no dirá nada, él sabrá el motivo, pero a mí no me tocas tú los cojones, o jugamos todos o no juega nadie, que al final tu marido va a tener mucha razón y eres MUY PUTA- ella se echa a reír y le dice a su marido –mira tú por donde, el jovencito tiene más carácter y cojones que tú, me gusta- al no llevar pantalón el primer contacto fue con la piel de sus muslos, que era suave y las bragas que llevaba estaban algo más que húmedas, pude apartarlas sin ningún tipo de problemas y su coño estaba mojado a rabiar.

Me suelto mi pantalón saco mi verga y la pongo entre sus piernas, ella pasa su coño sobre ella y exclama –es imposible que sea de verdad, no te puedes imaginar lo que tengo entre mis piernas queriendo entrar en mi cuca, es algo inconcebible- su tono de voz era alterado, excitado y le estaba dando un espectáculo a su marido, que seguro que él no había imaginado. Quiero quitarle las bragas y se levanta, no me cuesta mucho y Tamara colabora, Baltasar puede ver el cuerpo de su mujer ahora mejor, empujo a su mujer sobre la mesa y caen al suelo todo tipo de cosas que había en la mesa, empiezo a comérmela por detrás y a meter mis dedos en su coño. Una vez que Baltasar apartó todo lo que quedaba sobre la mesa, le doy dos azotes más fuertes de los que le dio su marido, hago que se dé la vuelta y ahora me como mucho mejor su coño, con sus piernas sobre mis hombros. Tenía agarrado el cuello de su marido mientras este la besaba en la boca. Poco tardó en correrse y fue totalmente diferente a como se había comportado hasta entonces, pasó de ser muy correcta, con un lenguaje muy cuidado a ser una auténtica loba, aullando, gritando y diciéndole a su marido que se corría. Terminó de correrse y se quedó callada, quieta, con los ojos cerrados.

-GUAU, menuda corrida, de momento llevas un diez alto- fue lo primero que dijo tras recuperarse. Me aparté y me desnudé del todo. Ella solo miraba mi verga y nos decía a los dos –que cosa más preciosa- y ahora fue ella la que me fue empujando hasta hacerme sentar, luego se agacho e inició una mamada fuera de serie. Lo que menos me gustaba era que cada dos por tres se paraba para decirle algo a Baltasar, todo muy obsceno, provocador y según se mirase con un toque humillante bajo mi forma de pensar, pero que según reflejaba Baltasar le ponía muy cachondo. Ya me quedaba poco para correrme, notaba que estaba a punto de erupcionar y se lo quise decir, respondiéndome -corazón no te preocupes, que mami se lo tomara todo- y ya no le dijo nada a su marido, se metió hasta donde pudo mi verga, que fue bastante y agarre su cabeza –SI, SIII, PUTA MAS QUE PUTA, QUE BIEN ME LA MAMAS, SIIIII- y me dejo seco. Sus ojos le brillaban por haberme dejado seco y luego hizo algo que me dejó sorprendido, se fue junto a su marido para decirle –TE QUIERO MUCHO- y luego le dio un beso en la boca que duró una eternidad.

Tamara nos llevó a los dos a su habitación, ahora se terminó de desnudar y tenía unas tetas pequeñas pero bonitas. Fue verla desnuda y me vino el flash de la mujer de la universidad, solo eso me puso de nuevo cachondo y mi verga estaba otra vez bien tiesa. Baltasar se desnudó también y tenía una verga normal, tampoco tan pequeña como decía su mujer, pero por lo que se veía a ella le gustaba decírselo, tal vez era un juego entre ellos. Tamara que en ningún momento se olvidó de su marido, aunque lo pareciese, se puso a “jugar” conmigo hasta que quede tumbado boca arriba ella se puso encima, -mira y míralo bien, porque este es el momento cumbre, YA ERES UN CORNUDO- esto último lo fue diciendo mientras se sentaba en mi verga y la tenía toda dentro. Además de decírselo estaba un poco girada para mirar a su marido. Por prudencia le recordé que no tenía un condón puesto y ella no le dio importancia. Quería pensar también en su marido, por eso quite a Tamara, le dije a el que se pusiera en mi lugar y cuando se estaba follando a su mujer, me puse a hacer lo que, seguro que les gustaba a los dos, pero sobre todo a Baltasar, ver de cerca a su mujer siendo follada por el culo por otro.

Para facilitarme cogió una posición echada sobre su marido, fui follándome su culo y no dejaba de decirle a su marido –está la noto mucho más, es una sensación fascinante, me tenéis muy cachonda- su marido le decía –noto en mi polla como su polla me roza, que gustazo- y ella con la voz entrecortada –gustazo el que me estáis dando, que diferencia… me siento llenísima, quiero que os corráis dentro de mí, quiero sentiros- y le costaba pero giró su cuello y nos besamos con furia, luego se besaba con su marido. Estaba a punto de correrse Tamara y Baltasar –venga córrete puta, que solo con ver la cara que tienes ahora es que me corro de placer yo, que sabía que dentro de ti había una tía muy putona- Tamara tuvo varios orgasmos o uno seguido e intermitente, fue un escándalo como se corrió, pero un escándalo que nos puso a su marido y a mi cachondísimos, a pesar de que no hacía calor en la calle, nos dimos una buena sudada los tres, más ella que estaba en medio, porque le hicimos un buen bocadillo.

Fuimos a asearnos en dos baños y cuando estábamos ya más relajados Baltasar nos dice si al final salíamos a tomar una copa, ella fue la que contesto –si os parece mejor, recuperamos un poco y me seguís follando toda la noche, salvo que no seáis capaces- y así lo hicimos, estuvimos follando hasta que se hizo de día, aunque Baltasar fue el único que izó bandera blanca y al final se limitó solo a mirar. Supongo que la diferencia de edad jugó en su contra. Los dos nos ofrecimos a preparar el desayuno para que ella no se molestase, cuando lo habíamos hecho fuimos a la habitación y Tamara estaba en un dulce sueño, por lo que desayunamos los dos solos e intercambiamos opiniones sobre lo que había pasado, todo fue muy positivo y sin que se lo preguntara, me dejó claro que la vida son dos días y él estaba abierto a todo con tal de vivir a tope la vida y hacer que su mujer viviera sin restricciones su sexualidad como él hacía. También nos quedó claro que no había ninguna obligación y que, si antes éramos buenos amigos, a partir de esa noche lo seríamos más.

El lunes siguiente Baltasar le dio otro giro a nuestra amistad. Quiso quedar conmigo para tratar un asunto, lo hicimos donde su mujer tenía su negocio, para luego tomarnos un café, eso fue lo que me dijo. Quedé en pasarme a las cinco de la tarde que era cuando abría Tamara. Llego y hay una chica joven atendiendo, pregunto por Tamara, la chica le avisa, sale y se sorprende al verme, aunque se le ilumina la cara al verme. Abren la puerta y me permite el acceso, mientras la chica sigue atendiendo. Vamos a un cuarto o despacho, hay dos mesas y es donde ella supervisa su negocio. Me pregunta que cómo es que estoy ahí, porque además no tenía por qué saber el sitio exacto, le explico todo y se echa a reír -Baltasar le ha cogido afición a esto de (hace con una mano y los dedos el signo de los cuernos) porque me estaba diciendo que un día lo mismo pasabas por aquí y me “atacabas” sobre una de estas mesas- no supe qué decirle, hablamos sobre cómo sucedió todo y que ella no es que no quisiera aceptar la proposición de su marido, que le daba miedo lo que pudiera pasar después, un ataque de celos y me reconoció que todo lo contrario, que su marido está más activado y motivado.

Nos fuimos poniendo calientes hasta que abrasábamos, me levanto, me voy hacia la puerta y echo un cerrojo grande que tiene. No replicó nada y solo hace un gesto de puta redomada, estira la mano para coger su móvil, me da la espalda, mete sus manos por debajo de su falda, se quita las bragas y se apoya en una de las mesas, a continuación, llama a su marido, lo hace con una video llamada. Me pongo detrás de ella, me saco mi verga y se la enchufo, gemido contenido–te ha gustado esto de los cuernos, pues aquí detrás tengo a alguien que conoces y me la acaba de meter, ¿no te da vergüenza mandarme a un verdadero hombre a que monte a tu amada esposa?-no dejo de follarla y ella de aguantar los gemidos, los chillidos que daba en su casa. -Ya tienes otra fantasía cumplida, me follan en mi trabajo y el cornudo de mi marido me ve mientras lo hacen. Prepárate porque está cerca mi fantasía “SO” CERDO- y notaba que se iba a correr, se le cae el móvil de la mano y es que empieza a correrse, nada más correrse me hace sentarme en una silla y ella se sienta sobre mi verga, tiene un movimiento majestuoso, cachondo y que le da gusto a mi verga. Baltasar solo puede escuchar, ahora no nos puede ver y acabamos corriéndonos los dos. Ella abrazada a mí me dice sabiendo que su marido nos escuchaba –me vas a tener que hacer más de una visita, que al cornudo por lo que se be no le importa-

Me limpio con unas toallas higiénicas, nos besamos hasta hartarnos y me decía que le encantaba mi verga, que era mucho mejor que los juguetes que habían estado usando para simular una doble penetración, que no se podía comparar. Al salir la chica me miraba de forma “extraña” no sé si porque había oído algo o se lo imaginaba, tampoco me importó en absoluto. De esta primera experiencia con una pareja aprendí mucho, como también me enseñó que la vida si son dos días y hay que exprimirle el jugo. Lo otro que aprendí, que el sexo con una pareja, en la que el hombre es comprensivo y quiere ver a su mujer ser realmente una mujer, es el sexo más caliente que he probado. Lo que me ha abierto un nuevo horizonte.

Una vez escrito este primer relato, espero que gustara y entretuviera a quien lo leyera. Si soy bien recibido, escribiré situaciones pasadas y futuras. No sé exactamente donde encuadrar este relato, porque no encuentro una categoría exacta, por eso la encuadrare en SEXO CON MADURAS.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *