Jamás voy a olvidar mi primera vez

¡Hola de nuevo!

Vuelvo a presentarme y esta vez agrego más detalles sobre mi, debo suponer que los lectores apreciarán tener una idea más amplia sobre mi físico y personalidad.

Dije que soy blanca, mi cabello es castaño ondulado, mis ojos son café y transmiten una mirada suave, aparentando tranquilidad y serenidad, como si nunca hubiera roto un plato. No me considero narizona pero debo decir que mi nariz es lo que más resalta en mi rostro, la típica nariz perfilada pero de punta redondeada. Mis pómulos sobresalen levemente, se me hacen dos líneas en las mejillas cuando sonrío, tengo la particular zanja entre mi labio superior y mis fosas nasales, como si mi nariz tirara de mi labio superior. Mis senos son pequeños pero se proporcionan con mi figura por lo que pareciera que son grandes, incluso se caen debido a la gravedad. Se me notan levemente los huesitos de la clavícula y también las costillas.

No gozo de buena cintura ni soy caderona pero estoy bella, me siento bien con mi figura, mis medidas son 86-66-86. Tengo un trasero discreto, nada respingado, pero es un trasero bonito que a los hombres les gusta morder, nalguear y poseer.

A medida que vaya confesando mis aventuras daré más detalles sobre mi físico y mi forma de ser.

Alex (Alexander)

Cuando conocí a Alex ya no era virgen, mi himen estaba roto, yo misma lo rompí debido a la masturbación constante. Solo era virgen en el sentido de que no había experimentado sexo con un hombre.

Tuve varios novios en el colegio pero no llegaron lejos a pesar de que la calentura de los besos y caricias me tentaban a entregarme. Llegué a masturbarles, me dejé chupar los pezones, dejé que palparan mi sexo, mis labios vaginales, manoseos y demás cosas de novios pero increíblemente no me dejé coger. Recuerdo que se desesperaban por cogerme, sabían que era virgen y al ver que no me dejaba se desanimaban y me cambiaban por otra. Me lleve varias decepciones. En ese tiempo solo entregué mis orificios a los pepinos que tomaba de las compras de mi madre, de tanto masturbarme con estos se me rompió el himen, algo a lo que no le di gran importancia.

Yo quería tener sexo, sentía curiosidad por chupar un pene, sentirlo dentro de mi boca, saborearlo, pero terminaba abortando las intenciones de mis novios desesperados por cogerme, me sentía totalmente a gusto dándole mis orificios a los pepinos y desconcertada e indecisa cuando tenía la oportunidad de tener sexo con mis novios.

Para cuando llegó Alex ya era mayor de edad, él tenía 25. Era guapo, muy guapo, yo era normalita tal como en la descripción que he hecho. No duramos ni una semana como amigos, a la siguiente ya andábamos de novios y a mi me mataban sus ojos hermosos, su semblante serio pero empático y por la forma en la que se interesaba por mi. Yo no era la más bella, había chicas muchísimo más hermosas que yo, con cuerpos estupendos y aún así Alex se fijaría en mi, eso creí.

Comenzamos a vernos las tardes en su apartamento, fueron suficiente tres para terminar entregándome a él. Esa tercera vez me fui mentalmente preparada, ya habíamos compartido besos candentes, me quitaba el aliento y ya no podía aguantarme más, necesitaba que ese hombre tan atractivo me hiciera su mujer, ya había rechazado a tantos novios en la secundaria así que la tercera vez que Alex me invitó a su apartamento iba dispuesta a probar por primera vez el sexo en mi vida.

Yo vestía sencilla: una blusa rosada manga larga, shorts y par de adidas color blanco. Cuando entré a su apartamento nos dimos un beso prolongado, me cargó en sus brazos y se sentó en el sofá, yo quedé encima de él abobada e idiotizada por la calentura a la que me llevaba su boca fusionada con la mía, su lengua hundiéndose y mezclándose con la mía.

No nos dio tiempo para nada más, era como si hubiese adivinado mis intenciones, desde que entré al apartamento no nos despegamos, nos besamos con pasión y a mi se me ocurrió ofrecerme, pues le dije literalmente que me hiciera suya. Él no perdió tiempo, apenas me oyó pedirle tal cosa comenzó a quitarme la ropa hasta dejarme sin nada encima y me besaba el cuello, las manos, los senos, me besaba por todos lados y yo desesperada por sentirlo dentro de mi. Me cargó desnuda y me llevó a su habitación, me recostó a la cama y empezó a desnudarse frente a mi y cuando se bajó el pantalón y pude ver su pene no pude evitar la expresión de asombro.

Era entonces el pene más grosero que habían visto mis ojos, era inmenso, blanco, pues, Alex era blanco con un cuerpo muy atlético, se le marcaba un abdomen muy desarrollado, sus brazos musculosos, tenía todo el torso depilado, solo había vellos en sus piernas, brazos, manos y la parte púbica. Yo me quedé perpleja por unos segundos viendo su pene y luego le dije que era inmensa y él me preguntó si me gustaba. Ahí fue donde se rompió un poco el momento pues decidí que debía ser sincera con él, le confesé que no era virgen pero que no había tenido sexo con nadie, él sonrió y me aseguró que todo estaría bien.

A los pocos segundos ya estaba encima de mi introduciendo poco a poco su enorme pene. Enloquecí, me hizo gemir y lo noté muy emocionado haciéndome suya. Fue la primera vez y yo no sabía cómo debía comportarme la primera vez, yo solo quería ser yo misma así que en cada embestida gemí, gemí porque quería gemir, le indiqué a él que me gustaba lo que hacía, cuando sentí decirle que me la metiera toda se lo hice saber, cuando lo sentí todo dentro de mi se lo recalqué, le dije que me gustaba lo que hacía, que me diera más, mucho más.

Alex se correría dentro de mi pasados un par de minutos, no usamos condones, simplemente lo hicimos así tal cual. Luego nos quedamos conversando, le conté sobre la perdida de mi virginidad, le pareció gracioso además de confesarme que él también perdió la virginidad por si mismo.

Cinco minutos después estábamos compenetrados bajo la ducha y Alex volvió a correrse dentro de mi, me confesó que era lo que más le encantaba, acabar dentro siempre.

Ese día recuerdo que me fui a casa emocionada, enamorada, con muchos planes en la cabeza pero la alegría iba a durar muy poco. Al día siguiente quise verlo y puso peros, dijo que estaría ocupado, lo mismo al otro día después.

Por suerte y por cosas del destino una de mis amigas me confesó haberlo visto hacía días agarrado de manos con otra chica del colegio y en situación muy sospechosa. Me costó creerlo pero era probable que algo así podía suceder, los hombres son unos perros. La siguiente semana estando con mi amiga pude comprobarlo, esta vez vimos juntas a Alex con otra.

Los días que siguieron tuve sentimientos encontrados pues lo odiaba, lloré por él, lo extrañaba y hasta deseaba volver a estar con él enredada bajo las sabanas o abrazados bajo la ducha. Lo que más me dolió fue que ignoró mis llamadas, mis mensajes, simplemente me enamoró, me cogió y se marchó, así tal cual.

Quizá pensó que yo le buscaría para armar todo un drama pero eso no sucedió, me tocó olvidarlo y evitarlo cuando lo veía en la universidad, nunca me buscó, todo un hijo de puta.

Lo peor es que después de tantos años sigo extrañando su forma de hacerme suya, fue solo esa tarde en su apartamento y hasta el día de hoy extraño ese momento, es como si la primera vez no puedes olvidarla por mucho que te traicionen y te decepcionen, la primera vez es un recuerdo imborrable.