La hija de la portera quiere usarme para practicar

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—Yo amo a mi novio con locura…pero el pobre es tan tímido, que nunca se atreve— me confiesa la hija de la portera del edificio donde vivo— y yo se tan pocas cosas sobre los chicos… no se cómo puedo ayudarle para que se decida de una vez y me haga feliz

—Y qué puedo hacer yo?— le pregunto sorprendido tratando de disimular el repentino interés por lo que le sucede a la nena que tengo delante.

Es una jovencita preciosa, justo acaba de florecer. Yo soy un hombre casado, de mediana edad, que contempla como las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, y al que le encanta una joven mujer. Los días laborables vivo solo en un pequeño apartamento en el edificio donde la madre de Andrea ejerce como portera.

Me ofrecieron un buen trabajo en una importante empresa con el inconveniente de estar lejos del domicilio familiar. Aprovecho los fines de semana para ir a visitar a mi familia que vive a dos horas de distancia. He contratado a la portera para que me limpie el apartamento de vez en cuando. Si no puede venir, manda a Andrea, su hija, para que la sustituya para hacer esos trabajos.

Siempre me había parecido que era chica muy bonita, que iba desarrollando un cuerpo con líneas espectaculares, las de una mujer encantadora. La pega es que parece conservar la mente de una niña. La he visto crecer estos últimos años, y la he visto pasar rápidamente por la adolescencia.

Su cuerpo, muy bien desarrollado, me hacía pensar que ya se habría despabilado, aunque tal como habla y se comporta, compruebo que ni ella ni su novio han madurado todavía.

—Porfa… yo no se lo diré a nadie, y sé que tú me aprecias…y eres un buen hombre— me enjabona para que acepte.

—Tu eres un hombre casado y sabes que se hace, debes saber muchas cosas…confío en ti— pide en tono de súplica— ¿quieres enseñarme?…algún truquito…algo que guste a mi novio….algo que pueda utilizar para que no pueda vivir sin mi y que no necesite mirar a las otras chicas

La miro de arriba abajo y se me empina nada más pensar en lo que me propone. Tiene un cuerpo tan apetecible y me lo pone tan fácil, que es imposible rechazar la petición.

—Ven esta tarde, sobre las cuatro que estaré en casa…procura que no te vea nadie…que hay muchos malpensados y podrían chismorrear sin motivo

Su cara se le ilumina, la veo ilusionada. Yo tengo un impresionante bulto debajo del pantalón, es una oportunidad inmejorable para dejar volar la fantasía.

La veo alejarse hacia su casa. Miro con descaro como se mueven sus cachetes al andar. ¡Uff que calores me entran!! Está muy rica la chica y me pide que yo le enseñe, no debe ser verdad…quizás estoy soñando… es imposible que tenga tanta suerte.

Con un pequeño retraso se presenta en mi apartamento y a escondidas de miradas indiscretas. Viene con un minishort muy escaso, zapatillas deportivas con calcetines muy bajos que realzan sus bonitas piernas, una camiseta ajustada y una cazadora vaquera.

Me quedo boquiabierto y dudo que un bomboncito así quiera que yo la inicie en el arte de la seducción. Se la ve algo nerviosa pero nada asustada. Le indico que se siente a mi lado y si le apetece beber algo.

—Una coca-cola, gracias… —me pide.

—¿Le pongo un poco de ron para relajarnos un poco— le advierto.

Después del primer sorbo nos miramos indecisos. Ella está inquieta, yo no acierto a ver por dónde empezar.

—Me siento muy incómoda, no sé qué tengo que hacer— me confiesa— me pasa lo mismo que con mi novio.

—Y si te vendo los ojos para que parezca que es tu novio quien está contigo y yo hago como si fuera él?—le pregunto con un destello de imaginación.

—Si, si… creo así me sentiré mucho mejor…menos cohibida

Después de buscar un pañuelo adecuado en los cajones la miro preparada como para jugar a la gallinita ciega. Lo primero es quitarle la cazadora, sentarla en el sofá y a continuación contemplarla relamiéndome los labios. ¡¡¡Vaya piernas, y que boca!!!.

Me acerco a ella y la beso en los labios levemente. Súbitamente me agarra y empieza a besarme con desenfreno. Me mete toda la lengua en la boca y la mueve como una batidora. Me sorprende y me avasalla. Al menos besar si que sabe la condenada.

Después de varios minutos de beso apasionado, Andrea cede en su ímpetu aunque sigue jugueteando con su lengua dentro de mi boca. Espera mi replica. Mi mano se posa sobre su seno. Noto con nitidez la dureza del pezón debajo de la tela y esto me incita a continuar con la caricia.

Instantes después ya he recorrido el camino desde su pecho hasta sus rodillas, pasando por su vientre, su entrepierna y sus muslos. No me ofrece ninguna resistencia debe asumir que mis manos son las de su novio. Está totalmente entregada a mis caricias, aprovecho para pasar mis dedos por encima de su pantalón buscando el calor de su sexo.

Empieza a suspirar y a llamarme Josema, que debe ser como se llama su verdadero novio.

—Así , así, te quiero!!!, no pares, dame más cariño…hazme tuya!!, sigue así…Josema te quiero!!.

Aunque no soy yo el deseado, me siento igualmente querido, y disfruto de un empalme de campeonato. Le tomo una mano y le hago participar de la alegría que se esconde debajo del pantalón. Andrea complacida por la confianza se agarra con fuerza y lo manosea con ganas.

Me desabrocho el pantalón y antes de bajar la bragueta, la mano de Andrea se cuela por debajo del slip buscando ese pedazo de carne hinchado que tanto desea. Sin interrumpirla en su manejo, me bajo el pantalón y el slip hasta los tobillos. Separo bien las rodillas y el ofrezco todo mi sexo para que lo vaya descubriendo a tientas.

Con los ojos vendados se siente segura y no tiene ningún reparo en acariciar mi sexo, mis piernas, mis testículos y enredar sus dedos entre mis ensortijados pelos. Le acompaño su mano hasta que abarca mi polla por la mitad. Tiene la mano pequeña y suave.

La rodeo con la mía y la hago desplazar arriba y abajo despacito. El pellejo se desplaza dejando al aire la mitad del capullo.¡Uy, que gustito!

—¡que ganas tenía! …por fin tu verga es mía…cariño…¡que gorda la tienes!

Hago que su mano tropiece con mis huevos que se habían ido hacia delante, hinchados y duros. Luego desplazo su mano hacia arriba hasta incidir sobre el reborde del capullo. Le acompaño en el movimiento varias veces hasta que domina la amplitud del mismo, y luego la dejo sola. Ella lo repite, una y otra vez, empezando a ser una paja estupenda.

Poco a poco acelera los movimientos y va venciendo su timidez y desconocimiento, va perdiendo el control.

—¿lo hago bien?…¿lo hago bien?— pregunta con insistencia mientras sigue moviendo su manita arriba y abajo, acariciando con delicadeza el capullo o estrangulándolo desconsideradamente.

—Si, si muy bien— le miento mientras le tomo su mano con la mía y se la acompaño volviéndole a fijar el ritmo y la amplitud de los movimientos.

—Cuándo veas que la puntita está muy roja y brillante, debes humedecerte la mano con saliva y hacer así…. ves?… el pellejo debe resbalar suavemente.

Me doy cuenta que tiene los ojos tapados y le pregunto si quiere mirar. Andrea no me contesta, simplemente se retira la venda y se queda inmóvil contemplando el buen nabo que tiene en la mano.

Me mojo la mano con saliva y la extiendo por el capullo. Hago que ella haga lo mismo y que ensalive también el tronco. Una vez bien todo bien mojadito, la vuelvo a acompañar en el abrazo sobre mi polla, y repetimos los movimientos que tan rápidamente ha aprendido.

Me dejo caer hacia atrás sobre el sofá y dejo que ella solita vaya haciendo. No es una paja como las que uno se puede hacer, pero también me resulta muy placentera. Ver a Andrea esforzándose en hacerme correr es una delicia.Yo solamente la dirijo, y ella se afana por seguir mis indicaciones.

—Ahora suavecito…. y arriiiibaaaaaaaa y abaaaaaaaajooooo, arriiiibaaaaaaaa y abaaaaaaaajooooo.

—Cubre el capullo y lo aprietas…. baja la piel hasta el fondo….dos sacudidas rápidas… y ahora despacio.

—Dale seguido… más rápido… aprieta un poco mas…. siguee….sigueeeeee!

—Para….para…. una caricia al capullo y baja la piel…ahora sube y baja, subeeee, bajaaaaaaa.

—Continua, no pares… así… dale.. dale así…. masss ahhhhhhhhhh!!!!!!!!, me corro, me corro!

—Para un instante, para… sube el pellejo suave, así…así…— le digo mientras otro borbotón de leche sale disparado.

Le tomo su mano y hago que rodee mi capullo y reparta las gotas leche por encima. ¡menudo gustazo!, ha sido genial.

—¿te ha gustado?¿lo he hecho bien?— me pregunta con cara de colegiala.

Después de darle mi aprobación para la primera enseñanza, Andrea se siente muy contenta y para mi sorpresa de despide, no sin antes convenir que mañana a la misma hora probaremos algo nuevo.

….

A la hora del almuerzo, Andrea ha llamado para anunciar que esta tarde volverá a visitarme. Me ha dicho que me contara como le fue ayer con su novio. Por el tono de su voz deduzco que está contenta y que vuelve deseosa de aprender alguna cosilla nueva. En cuanto cuelgo el teléfono noto como mi polla se ha puesto en pie de guerra y se impacienta mientras esperamos a que llegue la hora.

Entra con expresión algo avergonzada, se sienta poniendo su culito en el borde del sofá, ella misma se anuda un pañuelo de seda sobre los ojos y empieza a hablar.Me acerco al sofá, me bajo los pantalones y me siento a su costado. Me recuesto en el sofá y dejo a su disposición mi sexo bien expuesto.

En cuanto descubre que estoy sentado a su lado, busca con la mano hasta encontrar mi polla. Encontrarla no le cuesta ningún esfuerzo pues la tengo enorme.

Con una cierta destreza la coge justo por el medio y sube y baja el pellejo lentamente. Luego la coge de mas arriba y baja la piel hasta el fondo liberando el capullo con toda su amplitud. Mientras ella inicia sus caricias, alargo la mano para tocarle las tetas.

—has hecho lo mismo que hizo mi novio— dice ella contenta.

—Ayer cuando estuve con él, me hice un poco la tonta para que no imagine que estoy aprendiendo por mi cuenta— me confiesa continuando con sus meneos que cada vez son mas acertados. Le pongo mi mano alrededor de la suya y la acompaño en sus movimientos. Así le voy enseñando las cadencias, las presiones, los ritmos…para hacer una buena paja.

—Enséñame las tetas, le digo en voz baja.

Ella, diligente deja por un instante mi polla y con presteza se saca la camiseta y se desabrocha el sostén. Tiene unos senos medianos, en forma de pera, con el pezón pequeño, oscuro y puntiagudo. Enseguida extiendo mi mano para sentir la suavidad de su piel y acariciarlos.

Se acomoda para facilitarme el acceso y mantener su posición de privilegio sobre mi sexo. Se moja la palma de la mano con saliva y vuelve a la carga.

—Así…así… que vaya bien suave— le digo con voz entrecortada, mientras observo como su mano se desliza arriba y abajo.

En un alarde de osadía, se deja resbalar hacia el suelo, se pone de rodillas en el suelo quedando entre mis piernas. La vuelve a coger con ganas y sigue con el frote. Acerca su pecho y hace que mi capullo golpee levemente sobre sus pezones. Levanta la cabeza y me dice:

—esto le gustó mucho a mi novio.

—A mí también me gusta, sigue por favor no pares, lo estas haciendo muy bien.

Se vuelve a ensalivar la mano y a restregarla por mi piel.

—Dale una chupadita— le digo mientras me retuerzo de gusto.

Después de titubear un instante, a ciegas acerca su boca semiabierta hasta el capullo y lo engulle lentamente. Lo llena de saliva, se retira y me la menea bien alegre. Siento como mis pelotas se endurecen y se aprietan contra el troncho. Ella las golpea en sus movimientos con poco cuidado, pero el gusto que me da hará que me corra enseguida.

—Ya , yaaa, me viene, ufff que gustooo!— le digo.

Ella se quita la venda de los ojos, pues quiere ver mi corrida. Sigue acariciando el capullo y bajando y subiendo el pellejo con animado ritmo. Espera impaciente la explosión de mis testículos, yo estoy deseando de que se produzca y salga un buen chorro de leche.

—Dale, dale….así…así….

—ahora suavemente, sin apretar— le digo mientras mi mano le acompaña la suya mientras terminan de salir las ultimas gotas.

—Ufff que bien lo haces— le confieso.

Ella me sonríe complacida, se pone la camiseta. Me dice que está deseando encontrarse con su novio para practicar con él lo que va aprendiendo conmigo.

Deverano.