Siempre alguien tiene que perder

Alguien tiene que perder

Me llamo José, me doctoré en ingeniería aplicada a los veinticinco años, antes de terminar mi doctorado tenía un contrato sobre la mesa de la empresa más potente del país, por suerte para mí, esa empresa tenía su sede central en mi ciudad. Ese trabajo fue de gran ayuda para mi familia.

Años atrás a mi madre le diagnosticaron cáncer, según su oncóloga, los tratamientos estándar como quimioterapia o radioterapia, no iban a ser efectivos para combatir su cáncer. Alargarían su calidad de vida, pero moriría igualmente, entonces nos habló de un nuevo tratamiento que había dado buenos resultados contra ese tipo de tumor.

Mi padre y yo nos miramos, no hubo dudas. Tiramos para adelante, para poder pagar ese nuevo tratamiento, hipotecamos nuestra casa, utilizamos todos los ahorros de mis padres, lo poco que había ahorrado yo. Mis tíos nos ayudaron hipotecando también su casa, querían mucho a mi madre y mi tío haría cualquier cosa por su hermano pequeño.

En la universidad era el hombre invisible, cosa que agradecía, pues me permitía centrarme en mi objetivo, terminar la carrera lo antes posible, para poder encontrar un buen trabajo. Las facturas se iban acumulando, la hipoteca de mi tío nos dio oxígeno suficiente para que yo terminara mi carrera. Como he dicho ser el hombre invisible no me importaba, menos en una situación. Su nombre era Sofía, la mujer más hermosa de toda la universidad y de la que yo estaba locamente enamorado.

Era un amor que llevaba en silencio, tenía claro que jamás se fijaría en mí, tenía el pelo revuelto, ojos color miel y bestia, camisetas con las figuras de Wonder Woman, Superman, Batman, pantalones gastados y zapatillas viejas. En cambio, ella era una mujer de un metro setenta y cinco, cabello negro como el azabache y unos ojos azules como el cielo. Siempre bestia a la última con vestidos que le quedaban como un guante, incluso los profesores la miraban disimuladamente.

Ella no sabía nada de mí, pero yo lo sabía todo de ella, lo último que supe era que estaba saliendo con Javier, el chico más popular de la universidad, yo sabía que él le había sido infiel y las malas lenguas decían que un hombre como Javier no podía conformarse con follar con una sola mujer. Desconocía si Sofía era conocedora de las andanzas de su novio, sabía que no podía distraerme con esas tonterías, tenía que ayudar en casa, por eso pasaba todo el tiempo posible en la biblioteca.

Una de las veces que fui, Sofía se encontraba sentada en una de las mesas, su cara era de contrariedad. Parecía que el ejercicio que tenía delante se le resistía, entonces hice algo de lo que hoy en día sigo sorprendido. Me acerqué a ella y mirando el ejercicio, enseguida me di cuenta donde estaba el problema. Sofía me vio por primera vez en su vida, pensé que me diría que me sentara en otra mesa, pero no fue así.

• ¿Tú sabes como descifrar este ejercicio? – pregunto una Sofía frustrada con lágrimas en los ojos de la rabia que estaba sintiendo, por no poder terminar el dichoso ejercicio.

• Si – me senté a su lado y le fui explicando paso a paso como terminar ese ejercicio, la verdad es que era un ejercicio complicado, pero por lo que pude ver con un poco de tiempo ella lo habría resuelto.

• Gracias por ayudarme, ¿cómo te llamas?

• Es raro que no me conozcas, llevamos en la misma clase desde que empezamos la carrera, me llamo José – Sofía agacho la cabeza avergonzada.

• Yo me llamo …

• Sofía, te llamas Sofía – dije con una sonrisa intentando no darle importancia al asunto.

Sofía me dijo que la carrera de ingeniería le fascinaba, pero que había un par de asignaturas que se le estaban atragantando desde años atrás. Hasta ahora había podido sacarlas, pero que este último año le era imposible seguir el ritmo de las clases.

• Que te parece si quedamos todas las tardes en la biblioteca y te ayudo con esas asignaturas.

• No sé José, no quisiera que tú descuidaras tus estudios por ayudarme.

• ¿No será que te da vergüenza que te vean conmigo? – dije en tono de broma.

• Te prometo que no es eso – dijo con una sincera mirada.

• No te preocupes, ayudándote a ti, yo también mantendré fresco todo el temario.

Desde ese día todas las tardes quedamos para darle clases particulares, para alguien como yo que vivía con el dolor de saber que si algo salía mal, podría perder a mi madre cualquier día, estos momentos que pasaba con Sofía me daban vida. Sofía resultó ser atenta, graciosa y muy cercana, estar cada día a su lado hacía que mi amor por ella creciera y cada día me costaba más disimularlo.

Sabía perfectamente que ella era consciente de mis sentimientos, las mujeres tienen un sexto sentido para estas cosas, pero jamás dijo nada, yo era el bicho raro de la universidad. Había tenido la suerte de poder compartir algunas horas junto a ella, eso era más de lo que podía haber esperado al principio de curso. Lo de las clases particulares llego a oídos de su flamante novio que vino hecho una furia a pedirle explicaciones a su novia y a partirme la cara a mí.

• ¿Qué haces con este bicho raro Sofía?

• Intentar aprobar el curso, eso es lo que tú también deberías de estar haciendo – Sofía estaba muy enfadada.

• Yo no necesito estudiar, soy un gran deportista y pronto estaré forrado de pasta, todas las tías andarán detrás de mí.

• Tú sigue con esas fantasías Javier, que pronto te darás contra el muro de la realidad – dijo una indignadísima Sofía.

Aquella masa de músculos me cogió de la camiseta y levantándome un palmo del suelo me dijo.

• Tú solo estás para darle clases, si me entero de que intentas algo más te aplastaré, ¿me has entendido?

No conteste, no podía entender como una mujer inteligente como Sofía, podía estar enamorada de un troglodita como este, ver para creer, cuando se fue, Sofía se puso a llorar.

• Se que es difícil de entender, pero es mirarlo y se me mojan las bragas.

• No tienes que darme explicaciones – escuchar eso me escoció, para que negarlo.

Las semanas fueron pasando y los rumores de las infidelidades de Javier eran un secreto a voces, Sofía lo estaba pasando muy mal y se refugió en mí, sabía que esto era un error, pero estaba tan enamorado de ella que hubiera hecho cualquier cosa. Empecé a quedar con Sofía después de las clases particulares, me llevo a un pub irlandés que quedaba cerca de la universidad donde ponían buena música, mejor cerveza, aderezado de la mejor compañía.

Cada día veía a Sofía más cercana a mí, una parte de mí se empezó a poner en guardia. Sabía que yo no era su prototipo de hombre, pero decidí ignorar a mi cerebro y me deje llevar por mi corazón. Su relación con Javier estaba prácticamente destruida, todo indicaba que yo le gustaba, pero podía estar confundiéndome, todo esto era nuevo para mí. Una de las tardes, después de contarle mi situación familiar, fue la primera vez que llore desde que supe que mi madre tenía una enfermedad mortal.

Me abrazo muy fuerte, después de secar mis lágrimas fue acercando sus labios a los míos y nos besamos. Fue el primer beso que una mujer me daba, me puse nervioso, entonces Sofía me dijo que me dejara guiar, que ella se encargaría de enseñarme. El segundo beso me llevo al cielo, toda la pena y el dolor desaparecieron, desde esa tarde empezamos algo entre los dos, yo tenía miedo de empezar algo más serio, estaba muy enamorado y sabía que si lo de Sofía salía mal me destruiría del todo.

Sofía poco a poco fue rompiendo todas mis armaduras, parecía de verdad que se había enamorado de mí, yo era feliz, menos una parte de mí que en forma de piloto rojo me decía que tuviera cuidado, que tal vez no era todo como parecía. Lo ignoré, las decisiones buenas se toman con el cerebro y en frío, cuando tomas las decisiones con el corazón corres el riesgo de tomar decisiones dolorosas, pero como negar a la mujer de la que estaba locamente enamorado.

El tratamiento funcionaba, mi madre tenía muchas posibilidades de curarse, todos los esfuerzos y el sufrimiento habían merecido la pena. Ver a mi padre llorar de felicidad me emociono de tal manera que todos mis diques se rompieron. Era la primera vez que mis padres me veían llorar, las facturas no tenían importancia en ese momento, ya nos haríamos cargo cuando llegara el momento.

Sofía y yo formalizamos nuestra relación seis meses de aquel primer beso, durante esos meses perdí mi virginidad de la forma más vergonzosa que pudierais imaginar, la primera vez estaba tan nervioso que me puse el condón al revés y casi la liamos cuando sé salió y se quedó dentro de la vagina de Sofía. Por suerte pudo sacárselo y volvimos a empezar. Esta vez fue ella quien me lo puso y me fue guiando paso a paso, cogió mi polla y la puso en la entrada de su coñito, entonces poniendo sus manos sobre mi culo fue guiando la penetración.

No es que no pudiera penetrarlo por mi mismo, pero ella quería enseñarme como le gustaba a ella, me coloque sobre la cama, ella se introdujo mi polla y empezó a cabalgarme primero despacito, después fue subiendo de intensidad hasta que no pude aguantar más y me corrí de forma vergonzosa.

• Lo siento mucho Sofía, soy un desastre – dije muy apenado.

• No te preocupes, nadie nace sabiendo y tú eres de los que aprende muy rápido.

Esas palabras me animaron, cada vez fui mejorando hasta que conseguí sacarle un orgasmo, no parece mucho, pero creerme que siendo el desastre que era fue todo un logro. Así termino el curso y con eso la carrera, saque mi licenciatura con todas las asignaturas con matrícula de honor. Sofía también saco muy buenas notas, ninguna bajo de un nueve. Estaba muy orgulloso de mi novia, por fin era capaz de decirlo. Mi madre pudo venir a mi graduación, estaba en silla de ruedas, pero yo la vi más guapa que nunca.

Presente a Sofía a mis padres, mi madre estaba encantada, mi padre no se explicaba como había conseguido enamorar a semejante monumento. Sofía fue muy agradable con ellos, Javier se acercó a donde estábamos, pero al ver la cara de mi padre decidió que mejor lo dejaba para otro momento. A la semana de aquello empecé a trabajar en la empresa más potente del país, compagine mi trabajo con mi doctorado. La entrada de mi alto sueldo en casa hizo que mi padre pudiera estar más desahogado y no tuviera que meter tantas horas, si seguía así terminaría enfermando también.

En el último examen que le hicieron a mi madre, el tumor había desaparecido, la oncóloga nos pidió prudencia, pero la verdad que también se le veía contenta. Sofía no encontraba trabajo, ninguna empresa quería a una mujer como ingeniera. Yo hablé con el dueño de mi empresa, le hablé de ella y de lo buen ingeniera que era. Él decidió fiarse de mi criterio y la contrato con un mes de prueba.

Paso la prueba con creces, en ese mismo momento empezó el principio del fin para mi relación. Yo me encargaba de los diseños de más peso y ese trabajo se intensificó cuando termine mi doctorado, Sofía empezó a trabajar en el departamento que dirigía el hijo del jefe, un espécimen parecido a Javier, mucho músculo y poco cerebro. Se veía a la legua que él vivía de los logros de los demás, de hecho se había intentado quedarse con algunos de mis diseños, pero desistió cuando fue consciente que no los entendía.

Mi idea era crear unos programas informáticos, para poder poner a prueba mis diseños. El tiempo no me daba para todo, hable con el dueño de la empresa y le explique cuál era mi idea. Me dijo que fuera a recursos humanos y allí me darían los curriculums de informáticos de la empresa con la experiencia de la que yo requería, mire todos con detenimiento hasta que di con dos que me llamaron la atención.

Eran dos hermanas gemelas, como dos gotas de agua, con veintitrés años tenían un currículo increíble, no me podía creer que las tuvieran en archivos. Les hice una entrevista y la pasaron con nota, eran las personas perfectas para lo que estaba buscando. Eran muy guapas, medirían un metro sesenta y cinco y tenían cabello y ojos claros. Les enseñé mis diseños, enseguida entendieron lo que tenían que hacer y se pusieron a ello, qué manera de trabajar.

En una semana tenían preparado un programa para probar todos los parámetros de mi diseño. Se morían por probar su creación y yo me moría por ver los resultados, fue todo un éxito. Mi trabajo era lo único que me daba alegrías últimamente, pues Sofía cada día estaba más lejos de mí. Intente acercarme a ella, pero todo eran excusas y sonrisas forzadas. En cuanto vio a Héctor por primera vez fui consciente que la había perdido, pero era tan inocente que pensé que después de lo que paso con Javier no volvería a cometer el mismo error.

Era como para darme una patada en el culo a ver si espabilaba, Las gemelas de nombre Nuria y Sara, fueron un gran apoyo, nos hicimos muy amigos. Ellas también eran bastante frikis, sus gustos tiraban más por el manga y anime. No estaba tan puesto en esa rama, pero me puse al día con los mangas que les gustaba a ellas, de esa manera los comentábamos en los descansos.

A Sofía no le hizo ninguna gracia mi cercanía a mis compañeras y me lo hizo saber de una manera muy desagradable.

• ¡Desde que trabajas con esas dos zorritas, te has olvidado de mí! – su tono era imperativo y desagradable.

• Creo que aquí la única que se ha olvidado que tiene novio, eres tú, te pasas todo el día con el hijo del dueño de la empresa y yo no te lo hecho en cara.

• ¡Héctor!

• ¿Cómo?

• Que se llama Héctor, tú eres mío, que no se te olvide.

Me dejo con la palabra en la boca y se marchó, ella era incapaz de darse cuenta cuanto dolía escuchar sus palabras, sobre todo cuando las escuchaba era yo que estaba enamorado hasta las trancas. Las semanas fueron pasando y la cercanía de Sofía con Héctor cada vez era mayor, mi cabeza me pedía a gritos que pidiera la carta de despido y me marchara, pero todavía teníamos que seguir pagando las hipotecas y no terminaríamos de hacerlo en bastante tiempo.

No me quedaba otra que aguantar, esto lo hacía por mi madre y eso me daba fuerzas para seguir, uno de los días salí a tomar un poco el aire, uno de los diseños no funcionaba como debía y yo estaba estancado. Necesitaba salir a despejarme, las facturas y el trato de Sofía no ayudaban a concentrarse. Cuando decidí volver me di cuenta de que Sofía estaba discutiendo con las gemelas.

• Creéis zorritas que vais a quitarme a José, ¡es mío!

• ¿Quitarte?, a ti José te importa una mierda, lo quieres a tu lado para cuando Héctor te deje tirada – dijo Sara.

• Tú lo que quieres es que José te lama las heridas una vez que el hombre del que estás verdaderamente enamorada te dé la patada – dijo Nuria, muy enfadada.

• Yo quiero a José, lo de Héctor es solo trabajo.

Sofía salió con una sonrisa, mientras las gemelas echaban fuego por los ojos.

• ¿Lo has escuchado todo verdad, José? – pregunto Nuria.

• Sí.

• Sofía no es de fiar José, tienes que abrir los ojos – decía Sara.

• La amo con toda mi alma, chicas, no puedo evitarlo, además como estáis tan segura que me engaña con Héctor.

• Porque te crees que nosotras estábamos en archivos, Héctor nos prometió hasta la luna – dijo Sara.

• No habíamos estudiado como burras para convertirnos en las putas de un niñato consentido, terminamos allí como castigo por contrariarle – dijo Nuria.

• Eso no quiere decir que Sofía…

• No hay más ciego que el que no quiere ver – dijo Sara muy enfadada.

Las gemelas salieron a fumar un cigarro, me quede pensando en lo que me habían dicho, Sofía tenía un puesto que estaba por encima del mío, eso jamás me importo. Ganaba lo suficiente para ayudar a mis padres, pero en esta empresa había personas que llevaban años trabajando y no habían tenido un ascenso y de repente Sofía había ascendido al Olimpo de la empresa.

Todo aquello olía fatal, pero necesitaba pruebas, si al final todo era un malentendido y perdía a Sofía por meter la pata, no me lo perdonaría. Las chicas volvieron, las miré serio y les dije.

• Si tengo que dar el paso que me va a destrozar la vida, necesito pruebas contundentes, lo que no se es como las conseguiré.

• Eso déjanoslo a nosotras – dijo una sonriente Nuria.

• Claro, eres un buen chico y queremos ayudarte, además te debemos una por sacarnos de aquel apestoso agujero – dijo Sara.

Los diseños iban viento en popa, sabía que Héctor conspiraba contra mí. Tenía claro que ansiaba poseer mis diseños, pero tenía claro que jamás los entendería y menos sería capaz de hacerlos funcionar. Me confié en exceso, subestime lo que Sofía era capaz de hacer por satisfacer a Héctor. Tenía todos mis diseños guardados en un disco duro externo, encriptado por las gemelas, cometí el error de no cambiar la contraseña.

Mi contraseña era Superman escrita con palabras Kriptonianas, lo hice así porque era una cosa que Sofía detestaba y pensé que jamás se pondría a investigar para poder descifrarla. Pues lo hizo, copio mi disco duro, yo no solía comprobar esas cosas y para cuando las chicas me lo sugirieron fue demasiado tarde. Sofía no solo tenía todos mis diseños, planos y cálculos, sino que era capaz de usarlos a la perfección, con eso sabía que mis días en esa empresa estaban contados.

Para rematar Sara me entrego una tablet con las imágenes que dejaban más que claro que Sofía mantenía una relación a mis espaldas con Héctor, creo que dudo si entregarme la tablet o estampármela en la cabeza por ser tan confiado. Las imágenes no dejaban lugar a dudas, habían sido tomadas en el despacho del padre de Héctor, este tenía una cámara allí instalada.

Héctor la desconecto para poder follarse a Sofía, pero lo que él no sabía era que cuando se apagaba las gemelas recibían un mensaje y estas podían volver a encenderla por control remoto, en las imágenes aparecía Sofía sobre la mesa del padre de Héctor con las piernas abiertas. Héctor se encontraba entre ellas comiéndole el coñito a la que desde ese momento consideraba mi exnovia.

• Seguro que el friki jamás te ha comido el coño como yo.

• Pues déjame decirte que es mejor que tú comiéndome el coño, así que esmérate.

Escuchar eso no le gusto nada a Héctor, que se esmeró como ella le pedía, vi a Sofía poner los ojos en blanco, conocía muy bien el espasmo de la pierna izquierda. Eso significaba que se estaba corriendo.

• Ahora te vas a enterar, te voy a dejar el agujero del coño como la salida del metro.

La cara de Sofía era de puro placer, Héctor enfilo su polla al coñito de Sofía y la metió sin miramientos de un solo empujón, mi exnovia tuvo que morderse la mano para no gritar. La follaba como un animal, la mesa crujía como si fuera a partirse por la mitad, ver todo aquello no fue agradable para mí, pero tenía que verlo, apague la tablet y se la entregue a Sara.

• Ya he tenido suficiente.

• ¡Suficiente melón!, que vamos a hacer ahora, tenemos las horas contadas en esta empresa – decía Nuria con ganas de estrangularme.

• Más te vale que tengas algo pensado, porque si no te estrangulo – dijo Sara acercando sus manos a mi cuello.

• Claro que tengo un plan B, más bien tengo diez planes B.

• ¿Cómo? – dijeron las hermanas.

• Todo a su debido tiempo – las dos me miraban con caras de extremo cabreo.

Llego el día en que los diseños iban a ser presentados a los accionistas, media hora antes del evento el padre de Héctor me llamo a su despacho y después de cerrar la puerta me dijo.

• Sofía, ha resultado tan buena como tú, entenderás que prescinda de tus servicios.

• ¿Eso quiere decir que me despide verdad?

• Así es, se te abonara el finiquito antes de que recojas tus cosas.

• No quiero tu dinero, prefiero otra cosa.

• ¿El qué?

• Sara y Nuria se vienen conmigo y a ellas les darás una cuantiosa indemnización.

• Eso está hecho, iban a ser despedidas después de ti – reía el viejo.

• Antes de que te vayas chaval, sabes que no puedes utilizar estos diseños, si empiezas a trabajar en otra empresa, firmaste un contrato de confidencialidad.

• Se perfectamente lo que firme.

• Solo quería dejarlo claro.

Después de recoger mis cosas, llegue al salón principal donde Sofía y Héctor acababan de hacer la presentación y estaban siendo felicitados por los accionistas, yo me acerque a Sofía y le metí un pendrive en el bolsillo de la chaqueta.

• ¿Qué es esto que me has metido en el bolsillo José?

• Las pruebas de tu traición, espero que seas muy feliz con las decisiones que has tomado.

Pensé que se regodearía, pero no fue así, en su expresión pude atisbar tristeza, pero esa expresión pronto cambio cuando Héctor la agarro desde atrás. Agarre fuerte la caja con mis pertenencias y me dirigí a la salida, antes de salir entregue mi tarjeta de acceso. Fuera me esperaban Nuria y Sara, aunque el finiquito había sido cuantioso, estaban muy preocupadas.

• ¿A qué vienen esas caras tristes?

• A que vienen estas caras, pregunta el majadero, por si no te has dado cuenta nos han despedido – dijo Nuria con ganas de arrancarme la cabeza.

• Hay un dicho que dice que la basura de unos es el tesoro de otros.

• ¿A qué te refieres? – pregunto Sara.

Les entregué mi portátil personal, el que usaba en la empresa se quedó allí, al abrirlo aparecieron bocetos de unos diseños que dejarían totalmente obsoletos los diseños que Sofía me había robado.

• ¿Y esto? – pregunto Nuria.

• Estos diseños los empecé a preparar con la intención de montar una empresa con Sofía en el futuro, ahora servirán para proporcionarnos un trabajo bien remunerado.

Nuria me miraba totalmente sorprendida, de hecho en dos días ya habíamos sido contratados por la competencia de la empresa del padre de Héctor, me centré en el trabajo. Aunque me hacía el fuerte, lo de Sofía me había dejado destrozado, si algo me había enseñado la vida era que alguien tenía que perder y ese había sido yo, solo me quedaba tomar nota y seguir con mi vida.

EPÍLOGO

A los seis meses sacamos dos diseños al mercado, como dije, estos diseños dejaban totalmente obsoletos a los que me habían robado en mi anterior empresa. El padre de Héctor me denuncio, pero no pudo probar que yo había desarrollado esos nuevos proyectos mientras trabajaba en su empresa. El juicio fue sobreseído, se llevaron un buen palo, además de perdidas de millones de euros.

El fin de semana que volví a mi ciudad para presentar a mis padres a las gemelas, me entere de que Sofía había vuelto, Héctor la culpo de lo ocurrido con la empresa de su padre y le hizo la vida imposible hasta que no pudo aguantar más y se volvió a casa de sus padres. Ahora yo no estaría para sacarla del pozo, tendría que hacerlo ella solita, tomo sus propias decisiones y le tocaba vivir con las consecuencias.

Héctor y su padre tuvieron que cerrar la empresa a los dos años de haberme despedido, los nuevos diseños que fuimos sacando arruinaron su empresa, sus diseños no podían competir y no fueron capaces de crear nada nuevo, tengo entendido que Héctor trabaja limpiando coches en una gasolinera, no sé si esta información es real, tampoco me importa. El padre de Héctor murió de un infarto, la perdida de su empresa y fortuna fue demasiado para él, no me alegre de su muerte.

Con mi mejorado sueldo terminamos de pagar todas las facturas, mi madre estaba curada, mis padres habían decidido salir de viaje como cuando eran novios, yo les pague el viaje, el mejor hotel, para que se lo pasaran realmente bien, se lo merecían después de lo mucho que habían sufrido, con mis tíos tuve el mismo detalle.

Si alguno se piensa que me líe con Nuria y Sara que se vaya olvidando, después de la traición de Sofía me tome tiempo para mí, primero tenía que sanar mis heridas, si después de curarme pasaba algo entre nosotros, el tiempo lo diría.

FIN.