La más puta de todas

Hola a todos. Me gustan mucho los relatos de este foro porque me identifico con muchos de ellos, y durante mucho tiempo los leí de forma anónima pero hasta hace poco fue que decidí participar y contar algunas de las cosas que han sucedido en mi vida. Lo primero que voy a decirles es que soy una mujer con un chingo de traumas mentales, problemas sexuales y de depresión y ansiedad. Soy una adicta a la violencia, el maltrato y las humillaciones. He dañado a mucha gente con mis actitudes pero prefiero hacer eso a que me vuelvan a dañar a mi como lo hicieron cuando era apenas una niña.

Pero antes déjenme presentarme. Soy una mujer de 28 años de edad y mi nombre es Perla Blackheart. Soy mexico americana y vivo en una pequeña ciudad olvidada por Dios en el estado de New Mexico, en USA. Les contaré un poco de mi infancia antes de hablar de mi presente.

Mis ojos son de color café claro y grandes. Muy grandes. Cuando era niña nací con lo que yo considero una deformidad en mis ojos. Sucede que los tenía muy separados uno del otro, más de lo normal. Y eso me daba un aspecto extraño. Obviamente fui víctima de bullying en la escuela. Me llamaban alien, vaca (supongo por que las vacas tienen sus ojos posicionados a cada lado de su cara) y los menos crueles me comparaban con una muñeca, pero no una barbie exactamente. Más bien ese tipo de muñecas feas y mal hechas que hasta dan miedo. Incluso me decían bruja, un apodo que con el tiempo llegue a amar.

Mi rostro es ovalado, y estoy un poco cachetona. Mi mentón es pequeño y mi boca es grande. Luego sufrí de un severo caso de acné que dejó marcas en mi cutis. Hay quienes me han tratado de convencer ahora que soy una mujer bonita, pero yo me considero horrible. Por dentro y por fuera. Ya luego sabrán porque.

Y a eso le agregamos que mi cuerpo no se desarrolló como el de las chicas de mi edad. No tenia tetas, ni culo, ni caderas. Era una tabla. Nunca fui una chica popular en la escuela. No me invitaban a los bailes, ni a las fiestas ni a reuniones de amigos. Fui popular pero por las razones equivocadas. Era la chica rara, la que nadie quería hablar con ella y todos evitaban tenerla en su equipo a la hora de hacer una tarea. Empecé a vestirme de negro, totalmente. No hablaba con nadie, no tenía amigos y nunca sonreía. Era y sigo siendo un bicho raro.

Mi hermana sufrió ese mismo bullying aunque un poco menos que yo. Al no contar con amigas ninguna de las dos, pues eso nos unió más a nosotras. Éramos un par de nómadas en la escuela. Vivimos retraídas, con poco o casi ningún contacto con las demás chicas de nuestra edad. Obviamente ningún chico se fijaba en nosotras. Nunca supe lo que era tener novio hasta casi los 20 años. Pasábamos horas encerradas en casa oyendo música. Éramos dos niñas extrañas, retraídas y solitarias. Un familiar cercano a nosotras, un hermano de mi madre, aprovechó esa situación e inició poco a poco haciéndonos tocamientos de forma leve, pero que fueron aumentando hasta llegar a ser un completo abuso. Nos hacía tocarnos entre nosotras mientras él veía y se masturbaba. A pesar de la corta edad que tenía yo en ese momento, sabía que eso que nos hacía mi tio no era normal y debía detenerlo. Pero nunca lo hice. Y eso afectó mi mente de forma severa y permanente. Crecí con un gran sentimiento de culpa por no haber defendido a mi hermana menor. Por saber que eso que nos hacían no estaba bien y aun así nunca tuve el valor de decirle a alguien o defenderla.

Hay dos razones por las que no sonrio. Una es porque no me gusta, y la otra es porque tengo la sonrisa más horrible que puedan imaginar. Cuando estoy seria puedo aparentar incluso ser bonita. Pero cuando sonrio mi rostro se deforma con una horrible mueca que intento convertir en sonrisa. Y desde lo que sucedió en nuestra niñez a mi hermana y a mi, creci plenamente convencida que mi horrible sonrisa fue un castigo de Dios por no haber defendido a mi hermana.

El sentimiento de culpa que cargo es tan grande que ahora después de tantos años me sigo castigando por ello. Cada que tengo relaciones con mi esposo o alguien mas, pido y necesito que me peguen. Necesito ser golpeada como castigo por no haber hecho nada para salvar a mi hermana. Y ha sido tanta mi necesidad de ser violentada que no puedo llegar al orgasmo a menos que no me peguen, me insulten y me humillen. Me han golpeado, me han escupido, me han orinado, me han metido de cabeza en el inodoro. Y todo lo recibo y agradezco con cara de felicidad. Incluso he llegado a tener el sueño de que me revienten a golpes y me maten mientras estoy cogiendo.

Físicamente me describo como soy ahora actualmente, para quienes gusten leer mis relatos se den una idea de como me veo. Amo mi cabello. Es largo y abundante, y suelo usarlo suelto cuando no estoy en mi lugar de trabajo. Es de color castaño natural pero acostumbro teñirlo de colores. A veces soy pelirroja, a veces rubia, y cuando se puede, incluso lo he llevado rosa o azul. En este momento lo llevo casi completamente blanco.

Mis ojos son de color café claro y grandes. Muy grandes. A pesar de que el defecto físico que comente con anterioridad ya desapareció, supongo que por la edad y mi crecimiento normal, aun se puede notar una ligera separación anormal entre mis ojos. Pero ya no es tan notoria como cuando era niña. De hecho ahora veo ese detalle en mi como algo que me hace especial y diferente a las demás.

Mi cuerpo lo considero regular, quizás demasiado delgada. Mis pechos son normales. O sea no los tengo muy grandes como otras mujeres. Como dije, soy demasiado delgada, caderas prácticamente no tengo. Honestamente no tengo un cuerpazo así que haga voltear miradas. De la cara me considero fea, aunque hay quienes me dicen que no lo soy. Soy un poco ruda en mis facciones y como soy muy seria y nunca sonrió eso da la impresión que siempre estoy de mal humor.

Abuso mucho del maquillaje, pero es en parte de mi look metalero y en parte para esconder mi maltratado cutis. No soy la clásica belleza, casi modelo, que los demás escritores usualmente describen a sus conquistas o a sí mismas. Soy una chica normal, con más defectos que virtudes, siendo sincera.

Manejo una especie de doble identidad. Por un lado en mi lugar de trabajo intento pasar desapercibida, hablo muy poco y trato de no hacer amistad con nadie. Visto de forma desaliñada, poco atractiva y mi actitud es muy seria y pocas veces sonrío, lo que me ha ganado críticas de mis compañeros de trabajo porque tienen la idea de que soy muy sangrona o mamona. A mis compañeras las he escuchado decir de mi que tengo cara de puta.

Y bueno, por otro lado en mi vida personal soy bastante alivianada, totalmente opuesta a como soy en mi trabajo. Me gusta vestir de negro, maquillarme estilo goth, escuchar musica rock y metal. Disfrazarse o vestirme de manera provocativa para mi pareja. Me encantan los piercings y los tattoos, los cuales en mi trabajo ni siquiera saben que tengo porque siempre ando cubierta completamente.

Y en cuanto al sexo, me he dedicado a complacer a mi hombre en todo lo que se le antoje, incluso llendo mas allá de lo que es una vida normal de una pareja casada. Me gusta el sexo rudo, sucio, obsceno. Que me golpeen, que me escupan, me insulten y me humillen. Vivo en un constante estado de depresión y ansiedad, más una eterna dependencia al alcohol, tranquilizantes y antidepresivos.

Y es precisamente por todo este conjunto de situaciones que he decidido compartir mis vivencias en este foro, pues vivir de esa manera me ha llevado a tener experiencias muy cachondas y aunque otras muy amargas.

Trataré de terminar esto lo más breve posible. Nací en México, en una familia diría yo muy conservadora. Mis padres son chapados a la antigua. Conocí a mi esposo en la escuela, él es ciudadano de Estados Unidos. Y bueno, después de una muy corta relación de apenas 3 meses decidimos casarnos, a lo cual mis padres se opusieron y terminé peleando y rompiendo todo tipo de relación con ellos.

He de decir que los primeros años de mi matrimonio fueron fabulosos, nos la pasamos viajando y acudiendo a conciertos. Gracias a mi esposo cambie mucho mi forma de ver la vida. Por el fue que empecé a llenar mi cuerpo de tattoos y piercings. En el sexo no se diga, el me abrió las puertas a un mundo que no conocia. No hay nada que sea tabú entre nosotros, tratamos de experimentar todo tipo de cosas. He hecho cosas que hace años atrás hubiera considerado sucias o indecentes. Nos gusta experimentar con trios, anal, golden shower, y un poquito de BDSM

La única regla que tenemos y respetamos es la de cero infidelidad. Regla que, confieso he roto varias veces pero sin que él lo sepa. Y es por eso que me considero Una Puta de Mierda.

Y mis próximos relatos serán una especie de confesión.