La universidad me enseño todo lo que sé

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La universidad de la vida

Mi nombre es Helena, en estos momentos estoy pasando por uno de los mementos más duros de mi vida. Hasta hace unos días yo era la mujer con una vida perfecta, tenía un buen trabajo y el novio más guapo del mundo. Era tan guapo que todas las mujeres se daban la vuelta a su paso, si pensáis que me ponía celosa, os equivocáis. Mis amigas y yo formábamos un grupo de chicas realmente preciosas, también tengo que decir que aunque yo también era guapa. Lo mejor que me definiría sería el patito feo, la verdad que tenía un cuerpo muy cuidado y mi rostro sin ser el más hermoso, tenía algo que destacaba y era mi mirada felina.

A todas mis amigas les gustaba destacar, ellas iban al gimnasio para gustar a los chicos. Yo también iba al gimnasio, pero yo lo hacía para mantenerme en forma y para gustarme a mi misma. Cuando íbamos a un local, todas se vestían de tal manera que era imposible no mirarlas. Yo, sin embargo, aunque me vestía elegante, pero sobre todo cómoda. No me gustaban los tacones altos y enseñar demasiado, enseñaba lo justo y lo demás se lo tendrían que imaginar.

En el local que solíamos ir, trabajaba Carla una vecina mía y muy amiga. Estaba casada con Tom, un inglés que vino a trabajar temporalmente en el hospital de la ciudad y termino quedándose aquí después de conocer a Carla. Tom venía a recoger a su mujer todas las noches y me encantaba ver la expresión de felicidad que ponía Tom cada vez que veía a Carla, la verdad es que a mí también me gustaría encontrar a un hombre que me mirara así.

Mientras mis amigas se dedicaban a ligar, yo no estaba interesada en ningún hombre de ese bar, todos iban a lo mismo. Solo querían follar y si te he visto no me acuerdo, entonces paso, mis amigas se empezaron a juntar con un grupo de chicos que no estaban nada mal. En él había un hombre que me llamo la atención, jamás en mi vida había visto a un hombre tan guapo. Además, se notaba que se cuidaba y bestia de forma muy bien cuidada y elegante.

Yo prefería quedarme en la barra riéndome con Carla, en cierta manera me sentía un poco acomplejada con mis amigas, yo no estaba nada mal, pero lo de ellas era de otra liga. Normalmente, todos los chicos se derretían por ellas y digamos que rara vez me hacían mucho caso, llego una noche de viernes que todo cambio. Estaba riéndome con la última que había liado Carla cuando alguien se sentó a mi lado, era aquel hombre tan guapo, yo me quede mirándole sin poder articular palabra.

• Hola me llamo Víctor, ¿y tú? – con voz varonil y una sonrisa magnética.

• Yo me llamo Helena – tartamudeando por el nerviosismo.

• Bonito nombre – me manifestó.

• ¿Por qué yo? – pregunté.

• Porque a diferencia de tus amigas que estaban más que dispuestas, tú no has mostrado ningún interés y eso me intriga.

La conversación empezó así, la verdad es que Víctor resulto ser un hombre muy divertido, con el que me lo pase genial el resto de la noche. Esa noche llevo a muchas más y para cuando me di cuenta ya estaba saliendo con un hombre que parecía haber sido cincelado por Miguel Ángel. La noche que hicimos oficial nuestra relación vi miradas de envidia, sobre todo de mi mejor amiga Amanda. Yo no tengo hermanas, Amanda y yo nos conocemos desde que éramos unas niñas. Para mí ella era mi hermana y de este modo nos habíamos comportado hasta aquella noche que todo cambio, Amanda empezó a esquivarme y a darme largas con excusas que no se creía ni ella. Intente hablar con ella en diversas ocasiones y no había manera, decidí coger el toro por los cuernos y presentarme en la salida de su trabajo.

Al salir me vio y puso una cara de hastío que me dolió mucho, decidí que si quería arreglar las cosas con Amanda tendría que tener paciencia. Nos sentamos en la terraza de una cafetería, estuvimos sin hablar nada durante un rato, entonces Amanda empezó a llorar y dijo.

• ¡Me había enamorado de él y vas tú y te lo quedas sin hacer absolutamente nada!

• Tu miasma viste que fue él, el que se sentó a mi lado – expresé con tono conciliador.

• Lo sé y eso es lo que más rabia me da – seguía llorando.

Entonces me hizo una pregunta que yo conteste de la forma más inocente y porque no decirlo, porque era mi mejor amiga.

• ¿Ya lo habéis hecho? – pregunto.

• ¿El que? – pregunte yo.

• Pues que va a ser, ¿habéis follado ya?

• No, tengo miedo que si follamos la magia se rompa y todo se acabe, me he enamorado profundamente de ese hombre.

Ni en mis mayores pesadillas pensé que esa confesión desencadenaría el mayor dolor que me habían provocado en mi vida. La charla se acabó allí, según me dijo Amanda había quedado y llegaba tarde. Su humor había cambiado y se le veía mucho más alegre, yo también me alegre por ella. Lo que menos quería era hacer daño a mi mejor amiga, las semanas fueron pasando y decidí que ya no lo podía postergar más, de esa noche no pasaba. Pensaba llevar a Víctor hasta el mismísimo cielo del placer, o del infierno.

Sabía que Víctor libraba los viernes por la tarde, yo cambie mi turno y me compre la lencería más sexy de la tienda. Mientras me la probaba no podía dejar de mojarme, solo de pensar en la cara que pondría mi amor al verme con ese conjunto. Pague y me fui directa a casa, al llegar vi aparcado un coche igualito al de Amanda, yo sabía que no podía ser, ella trabajaba hasta tarde. Últimamente, no la veíamos tanto por el proyecto en el que estaba trabajando, decidí ignorar ese hecho y me disponía a entrar en mi casa.

Cuando entre las luces de la sala estaban apagadas, pensé que Víctor se habría entretenido. Entonces escuche como algo se rompía en el dormitorio, me cague encima. Me quité los zapatos para no hacer ruido y me dispuse a acercarme lo más sigilosamente que pude, según me acercaba fui consciente que no había ladrones. Se estaba produciendo un combate sexual y me temía lo peor, la puerta estaba abierta y me dispuse a espiar.

Lo que vi me heló la sangre, sobre mi cama se encontraban Víctor y Amanda. Víctor estaba tumbado boca arriba y Amanda lo cabalgaba dándome la espalda. Los dos estaban tan absortos, que no se dieron cuenta de mi presencia. De mi posición pude observar como entraba la polla de Víctor en el coño de Amanda y también podía escuchar como me ponían a parir, lo más duro fue escuchar a Víctor decir lo mucho que se había equivocado conmigo. Él aquella noche quería lo que los demás follar hasta dejarme derrengada y a otra cosa, como yo le daba largas decidió que no desperdiciaría la proposición de Amanda. Después vi como Amanda se reía diciendo que yo era una estrecha y porque sabía que había tenido mis rollos, que si no hubiera dicho que yo era virgen.

Cuando estaban a punto de llegar al orgasmo los dos, abrí la puerta de una patada, con los ojos arrasados en lágrimas por la traición del hombre que amaba, pero sobre todo por la de la mujer que yo consideraba mi hermana. Amanda al darse la vuelta y verme se intentó disculpar, no le di la oportunidad. De un tortazo hice que perdiera el equilibrio y cayera de la cama al suelo, vi como Amanda se retorcía de dolor. Entonces miré a Víctor y le dije.

• ¿Así que esto es todo lo que decías amarme? – pregunte colérica.

• Esas eran palabras para hacerte caer y ser otra muesca más en mí revolver, aposte con mis amigos que no podrías resistirte a mis encantos, me hiciste perder la apuesta.

Me lancé sobre el presa de la ira y la frustración, algo dentro de mí me decía que esperara y me cerciorara de que Víctor era algo más que un hombre muy guapo que sabía qué decirle a las mujeres en cada momento. Mi instinto me decía que no era oro todo lo que relucía, como odiaba tener razón, entonces Víctor me empujo para atrás y me llamo tonta ingenua mientras se reía. En cuanto se puso de pies, mi pierna hizo impacto con sus testículos. Víctor se quedó blanco y cayó al suelo de rodillas, era incapaz de decir nada. Amanda decidió quedarse quieta donde estaba, no fuera que le tocara otra vez a ella.

Yo decidí salir de esa casa no sin antes decirle a Víctor que sacara las pocas cosas que había traído a mi piso, después mire a Amanda con odio y le dije que esa seria la última vez que vería mi rostro en su vida y que lamentaba haber vivido tan engañada con ella. Salí dando un portazo y fui al único sitio en el que quedaban las únicas personas en las que podía confiar, sabía que Carla y Tom libraban ese día. Al tocar la puerta fue Carla quien me abrió, según la vi me eche a llorar abrazándola. Ella me abrazo y entonces salió Tom preocupado, les conté lo ocurrido y me dijeron que me quedara con ellos el tiempo que fuera necesario.

No dormimos en toda la noche, les dije que había pensado en aceptar un ascenso que me habían propuesto. Lo que me había echado para atrás fue que tendría que mudarme a otra ciudad, pero ahora ese ya no era ningún problema.

• Si lo tienes claro adelante – dijo Carla.

• Nosotros siempre estaremos aquí – dijo Tom.

Al día siguiente después de dormir entre poco o nada, desayune con Carla y Tom y fue Carla quien me acerco a mi trabajo. Yo fui incapaz de conducir, después de hablar con mi jefa y esta me explicará en que consistiría mi nuevo trabajo. Decidí aceptar y empezar desde cero otra vez, decidí despedirme de mis amigas, fue un gran error. Todas estaban al tanto de la traición y ninguna fue capaz de decirme nada, además de echarme la culpa a mí, según ellas a un tío como Víctor no se le puede tener a pan y agua. Si tantas ganas tenía de follar podría habérmelo dicho, lo peor fue descubrir que todas estaban a favor de Amanda. Todo estaba dicho, por lo menos sabía que al regresar a esta ciudad algún día. Tendría a mis padres, Carla y Tom. Abrí la puerta de mi piso, que no había pisado desde aquella fatídica noche, llame a una empresa de mudanzas para que recogiera todo y yo me hice un par de maletas con lo imprescindible para empezar en esa nueva ciudad.

Me puse de viaje esa misma noche, quería llegar lo antes posible y poder olvidar ese mal trago que había vivido. Pensé que una nueva ciudad, una nueva casa y un nuevo trabajo me ayudarían a olvidarme de lo ocurrido. Pues no fue así, las padeces de mi casa me comían y en la más absoluta soledad. Me era imposible no recordar esa aciaga noche, por lo menos en el trabajo me distraía. Mi trabajo era en recursos humanos, me encargaba de las contrataciones. Era un trabajo duro, decir que no a personas que necesitaban imperiosamente ese trabajo era muy duro para mí. Hasta que llego el hombre que revolucionaria mi vida, su nombre era Jon. Más o menos de mi misma edad, era un hombre de sobras calificado para realizar el trabajo, pero no fue solo eso lo que me llamo la intención. Con toda la depresión que llevaba encima consiguió hacerme reír con la espontaneidad que demostraba, era un hombre de lo más normal, sin embargo, destilaba una personalidad arrolladora y llena de optimismo.

Tenía unas facciones normales, sin embargo, tenía unos ojos grises totalmente preciosos. Fue contratado y desde el primer día demostró que su contratación no fue debido únicamente a su simpatía, trabajaba como el que más y venía a trabajar todas las mañanas con una sonrisa. Empezamos a coincidir en la sala de descanso, bueno empiezo a pensar que él hacía que coincidiéramos. Me hacía reír y cuando estaba con él me olvidaba de la traición y sacaba lo mejor de mi carácter, una de esas mañanas me invito a salir echándole un morro, que no me lo podía creer.

Le dije que si, por supuesto y me prepare a conciencia, quería estar guapa para él. Cuando vino a recogerme, se vistió elegante, pero cómodo. Se le veía guapo, pero por primera vez detecté ciertos nervios, cenamos en un buen restaurante que él conocía y me llevo a una de esas discotecas. En seguida nos dimos cuenta de que ese no era nuestro ambiente y el pobre me miro como si hubiera metido la pata, yo le sonreí y le dije que tenía cinco minutos para arreglar este desaguisado.

Pensáis que se amilanó, puso una sonrisa de oreja a oreja y me saco de esa discoteca con música infernal, cogiéndome de la mano. Andamos un par de manzanas y me llevo a un pub irlandés que pertenecía a su familia, sus padres eran irlandeses y habían emigrado a esta ciudad buscando mejor suerte y la encontraron en ese pequeño pub. Tenían buena cerveza y el ambiente que se respiraba allí no podía ser más familiar, todos felicitaron a Jon por estar en tan encantadora compañía. Esa noche conocí a sus padres y a su hermana que trabajaba en el pub de camarera, me enseñaron los bailes irlandeses y tengo que admitirlo. Hacía años que no me divertía tanto, no podía evitar mirar a Jon y sentir que algo se removía dentro de mí.

Esa noche termino con los dos abrazados delante de mi portal, entonces ocurrió y nos terminamos besando. Jon se separó de mí con los ojos brillantes de la emoción, le invité a subir a mi casa. Jon me pregunto si estaba segura, mi respuesta fue afirmativa. Ese hombre me había sacado del pozo y solo su simple presencia me excitaba hasta mojar las bragas, cuando llegamos a mi piso me empecé a desnudar, Jon se sentó en el sofá y no me quitaba la vista de encima. Sus expresiones me decían lo mucho que le gustaba lo que estaba viendo, una vez desnuda me acerque a él para besarle y para que me viera bien vista. Jon metió tres dedos en mi coñito mientras me besaba y no paro hasta que me corrí, este hombre sabía lo que hacía. Cuando vio que me recuperaba se empezó a desnudar él, joder cuanto ganaba este hombre desnudo, no tenía ni un gramo de grasa, cuando pose mi mano sobre su vientre y pude palpar sus abdominales, casi me corro otra vez, entonces se agachó y metió su lengua entre los pliegues de mi sexo. Si no me estuviera agarrando me hubiera caído de espaldas, volvió a hacer que me corriera otra vez.

Cuando me volví a recuperar llego mi turno, me agache y me metí su ya erecta polla entre mis labios y empecé a succionar con tanta intensidad que hasta los vecinos del primer piso escucharon sus suspiros de placer. Llego un momento que fue el propio Jon quien me paro, me dijo que no quería correrse de esa manera. Llevándome a mi dormitorio entre arrumacos y besos, me tumbo en la cama con las piernas abiertas. Se puso un condón y me le empezó a meter de una forma que me dejo a punto del orgasmo, cada movimiento que hacia ese hombre me acercaba más a un orgasmo atronador y así fue.

Perdí el conocimiento y todo, cuando desperté ya era de día y oía trastear a alguien en la cocina, el cabrón de Jon estaba desnudo. Solo llevaba un delantal como prenda, no me negaré a mi misma que dude si probar el desayuno o comérmelo a él. La verdad que tenía mucha hambre y terminamos desayunando entre risas, pronto tendríamos un puente largo y le dije que me gustaría visitar a mis padres, a Carla y Tom, creéis que Jon se puso triste. Pues no, se apuntó al viaje encantado de la vida. Durante el trayecto tuvo que terminar conduciendo el porqué de tanto reírme estuvimos a punto de tener un accidente.

Cuando llegamos a casa de mis padres, estos parecían preocupados. Eso fue hasta que vieron lo contenta que estaba y como me reía de las ocurrencias del hombre que me acompañaba, cuando presente a Jon a mis padres, este se puso serio y demostró una educación exquisita. Mis padres estaban encantados y yo más, después llego el turno de Carla y Tom. Tom y Jon conectaron a la primera, Jon hablaba un perfecto inglés y Tom aprovechó para desempolvar el suyo. A Carla le cayó genial y me felicito, me dijo que no dejara escapar a este hombre que me haría muy feliz.

Esa noche decidimos salir, en el local donde trabajaba Carla daban una fiesta y esta nos invitó, Tom también vino con nosotros. Todo fue bien hasta que llegaron mis ex amigas con Amanda a la cabeza y luego aparecieron Víctor y su manada, creía que había pasado desapercibida, pero me vieron y se acercaron a saludar, Jon noto mi incomodidad y se puso serio igual que Tom.

• Dichosos los ojos Helena, pensaba que la tierra te había tragado – dijo una soberbia Amanda.

Yo no conteste, solo me limite a apartar su mano de mi brazo, entonces miro a Jon y dijo.

• Quien es este chico tan guapo, ¿no será tu novio verdad? – pregunto Amanda.

Cogió a Jon del brazo y lo saco a la pista de baile, yo no estaba preocupada. Conocía lo suficiente a Jon para saber que no aria nada y más sabiendo lo que me hizo, cuando lo tuvo en la pista de baile, Amanda me miro e intento besar a Jon. Este le hizo toda una señora cobra real y poniendo su dedo sobre los labios de Amanda le dijo algo al oído, por la expresión de cabreo de Amanda tuvo que decirle algo fuerte.

• ¿Qué le has dicho? – pregunté intrigada.

• Que se limpiara los dientes, que le olía el aliento.

Tuve que taparme la boca para no reírme allí mismo, vi como Víctor nos miraba muy serio, entonces se acercó. Parecía querer marcar su territorio como macho Alpha, Jon no se amilanó y le sostuvo la mirada, al final fue Víctor quien agacho la cabeza y dando media vuelta volvió con los demás totalmente derrotado.

• Por un momento he sentido miedo de que os terminarais pegando.

• No, sabía que eso no iba a ocurrir, ese hombre es toda fachada, si alguien le planta cara recula como ya has visto.

El resto de la noche paso sin incidentes, fue un gran puente y me lo pasé muy bien. Al momento de regresar, mis padres nos hicieron prometer que volveríamos más a menudo y Carla y Tom que nos visitarían en cuanto cogieran vacaciones, se lo habían pasado tan bien que querían repetir. A los seis meses Jon y yo empezamos a vivir juntos, mi jefa estaba encantada con el rendimiento de la empresa y mucho de ello era gracias al buen ambiente que había creado Jon.

Hacer el amor con Jon cada vez era especial, siempre me sorprendía con algo y me terminaba llevando al máximo del placer. Al final no fueron mis estudios los que más me enseñaron, sino la universidad de la vida. No siempre una cara bonita te asegura la felicidad, yo la encontré al lado de Jon un hombre sencillo, que con su honestidad, amor y su carácter positivo, me llevaron a conocer lo que era la verdadera felicidad.

EPILOGO

Ahora mismo me dirijo vestida de blanco del brazo de mi padre para casarme con Jon, de lo único que estoy segura en esta vida es del si rotundo que soltare cuando el cura me lo pregunte. Tenía miedo de que el vestido no me quedara bien por el embarazo, pero la cara emocionada de Jon me sirvió para quitarme los nervios y disfrutar de uno de los días más felices de mi vida.

Otro gran día fue cuando nació nuestra hija, es la primera vez que veía a Jon totalmente nervioso, no se separó de mí en ningún momento del parto. Creo que le rompí hasta la mano de lo fuerte que se la apreté, pero cuando nació nuestra pequeña Rose. El dolor desapareció para dejar sitio a la máxima felicidad, decidimos ponerle Rose como la abuela de Jon, era una mujer a la que estaba muy unido y su muerte dejo huella en él.

Carla y Tom terminaron mudándose a nuestra ciudad, Carla trabaja en el pub irlandés de la familia de Jon y Tom consiguió un puesto en el hospital de la ciudad. Menudas juergas nos hemos montado en el Pub, ahora mismo estamos los cuatro sentados en una terraza y nos acaban de decir que Carla esta embarazada. Escucharlo de los labios de Carla nos hizo muy felices a los dos, Tom estaba exultante y brindamos porque la familia tendría otro miembro.

Hace unos días hemos vuelto a nuestra ciudad, para visitar a mis padres y estos nos han contado que Víctor y Amanda habían muerto en un accidente de coche, según parecía llevaban tiempo de fiesta en fiesta drogándose y bebiendo más de la cuenta. Aquella noche debía estar lloviendo y se salieron de la carretera, por lo que se rumoreaba, los dos tenían droga y mucho alcohol en el organismo.

Jon y yo fuimos a su funeral, me habían hecho mucho daño, sobre todo Amanda, pero decidí dejar de odiarles y dejarles marchar perdonándoles de corazón. Mis ex amigas estaban allí, pero no se atrevieron a acercarse, yo las salude y les di pie, pero prefirieron salir de la iglesia y de mi vida para siempre.

Ahora soy feliz al lado de Jon y de Rose, no podría pedirle más a la vida.

FIN.

Quiero dedicar este relato a todas las personas que me han seguido desde el principio y gracias a su apoyo y consejos he ido mejorando poco a poco.