Lo que más me gusta de mi novia, son sus mamadas que hace con mucho fervor y de manera descontrolada como adicta a mi polla

Cuando ya sentía que me iba a venir se lo avisé, que se preparara.  Ella asintió que sí con su cabeza mamando y entonces me vine en su boca.  Ella se tragó toda la leche. Cuando se incorporó en su asiento me dijo que cuando se bajara de mi carro para montarse al de ella la iban a aplaudir.  Lo mejor que me pudo decir para demostrar lo puta y bellaca que puede ser una mujer madura.

Esta historia es para ustedes maridos bellacos que quieren averiguar como los demás se lo hacemos a nuestras mujeres, deseando secretamente que otro hombre se lo haga a la suya. Aquí te cuento la vez que mejor le mamé el culo  a mi novia.

A mí me encanta darle el beso negro.  Y quién no con esas nalgas grandes y redondas y esas caderas… para que completes la imagen es alta y unas tetas de cuarenta años bien sabrosonas. Estábamos en un motel, creo que el único en San Lorenzo, Puerto Rico.

Ya se lo había clavado y estábamos descansando cuando me siento en la cama, en el espaldar y la mando a que se me ponga en cuatro al frente mío.  Posición que puede aprovechar para mamarme el bicho pero ya ella sabe a lo que yo iba.  Le pego la cara a ese culo grande y suave.  Con la lengua me abro paso entre sus nalgas.  ¡Que rico!  Ella se queda quietecita dejándose lamer el ano por este mamaculo.  Le paso la lengua a una nalga y  entonces a la otra.

Le busco y logro meter la lengua en el ano.  Ella sigue ahí en cuatro patas, como perra que se deja oler y lamber el toto, dejando que yo disfrute eso que me da tanto placer.  En una oportunidad que me despego para descansar y respirar me dice algo así como “te estás hartando hoy”.  Y era verdad.  Por qué me gusta tanto no se pero si más me gusta ese culo, más me gusta ella. ¿Te dije que es alta y elegante? Cuando me quiero hacer una puñeta sólo tengo que recordar ese día y ya está.

¿Cuándo me enamoré de ese fondillo?  Seguramente fue cuando me visitó al trabajo una tarde que estábamos solos en mi oficina.  Yo estaba sentado en mi silla y ella de pie frente a mí dándome la espalda apoyándose en mi escritorio.  Yo le levanté la falda para descubrir esos muslos redondos y esa nalga derecha al descubierto pues se le había metido el panty por dentro.  Le pegué la cara a esa belleza como bebé a su almohadita.

Al mucho tiempo de eso que les conté arriba una noche ella está fuera de su casa sin haber llegado aun de trabajar y me llama de que va a comprar algo al Taco Maker de la avenida Roosevelt.  Ese Taco Maker tiene parking en la parte de atrás que le pertenece a unas oficinas pero que por ser de noche estaba vacío.  Ella se estacionó ahí a comer y esperarme.  Cuando llegué me estacioné a su lado y ella vino a sentarse conmigo en mi carro.  Estando ahí solos pero al público, no tenía idea de hasta dónde podríamos llegar esa noche.  Como  ella es tan bellaca como yo era cuestión de tiempo que terminara de comer para dedicarnos al postre.  Al postre de carne que son sus tetas, su boca y su chocha.  Ese día yo estaba de suerte pues ella vestía un traje.  Bien rápido nos comenzamos a besar para seguir a agarrarle y sobarle las sabrosonas, las tetas.

Por la dificultad del traje y el brassiere no se las saqué al aire libre aparte de que estábamos estacionados donde podía pasar cualquier persona o venir a molestar algún  tecato.  Al rato ya ella estaba abriendo las piernas a mi lado en su asiento.  Le chupaba la concha lo mejor que podía ante la dificultad pues mi carro es bajito y deportivo.  Siempre miramos por los espejos que no viniera nadie mientras continuamos nuestro besuqueo y toqueteo.  También ella me agarraba lo mío por encima del pantalón.

Al rato de estar en lo nuestro era obvio que yo no podría desnudarla ni tan siquiera que se bajara los panties por lo ancho de sus caderas y lo incómodo de mi carro además de que es estándar y la palanca de cambios está entre los dos.  Entonces yo me dediqué a que ella me lo sobara a mí.  Pero ambos sabíamos lo que queríamos así que subí el guía del carro y eché mi asiento hasta atrás para conseguir espacio.  Me abrí el zipper y me lo saqué sin dejar de velar que no viniera nadie.

El único testigo era una cámara de seguridad que daba hacia mi carro que ambos vimos pero decidimos ignorar (pues no había otro lugar al que pudiéramos ir y no había tiempo para refugiarnos en un motel).  No pasaron minutos cuando se bajó  en su asiento para estirarse lo mejor que pudo y llegar hasta mi pinga para empezar a mamar.  Ella mama sin compasión.  Ella mamando y yo velando que no pasara nadie.  Entonces se cojió un breve descanso antes de continuar con su faena. Pero ya sabíamos lo que venía en esta segunda tanda.

Cuando ya sentía que me iba a venir se lo avisé, que se preparara.  Ella asintió que sí con su cabeza mamando y entonces me vine en su boca.  Ella se tragó toda la leche.  Que suerte tengo.  Cuando se incorporó finalmente en su asiento me dijo que cuando se bajara de mi carro para montarse al de ella la iban a aplaudir.  Lo mejor que me pudo decir para demostrar lo puta y bellaca que puede ser una mujer madura y elegante como ella.

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