Me convertí en su nena mala, él hizo lo que quiso de mí

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Hoy me sentía rebelde, no quería ponérselo fácil a mi Amo, quería mostrarle mi lado “brat”. Las sumisas de este tipo disfrutan siendo desobedientes y desafiando a su Amo, buscan llamar su atención obligándole a luchar por mantener el poder. Y yo hoy necesitaba toda su atención…

Estábamos acostados en la cama charlando de nuestra vida sexual y mi cuerpo anhelaba que me tocara, que me besara, que me tomara completamente, mis simples caricias no lograban calmar esas ansias, nunca lo hacían. Decidí robarle un beso y huir, quería que le costara, por más que deseara que me tomase en ese mismo momento.

Él se encontraba sentado en la cama, así que me senté sobre él, rocé mi conchita con su bulto ya formado, y le di un buen beso, de esos en donde las lenguas se entrelazan, parecen que duran horas, que te roban la respiración. Cuando terminé el beso y noté que sus manos iban a agarrarme para obtener más de mí, me levante apuradamente. Movía el dedo índice de lado a lado, en señal de negación.

“Hoy, Papi, quiero ser una nena mala” dije con una sonrisa pícara.

“¿Ah sí? Eso te va a costar caro, pequeña” sentenció con una cara divertida. Se levantó y comenzó a acorralarme contra la pared, “Ya te tengo” dijo robándome un beso, apoyando suavemente su cuerpo al mío.

“Mmm, no, Papi, todavía no.” Huí por debajo de sus brazos, volví a la cama me puse en cuatro provocándolo, meneando mi culo. Él mientras, miraba deseoso de pie al final de la cama, parecía un león acechando a su presa, a mí. Para provocarlo un poco más me recosté en la cama, abrí las piernas permitiéndole observar la humedad de mi entrepierna. Mi calentura se podía sentir en el ambiente y la de él igual, pero quería seguir jugando, solo un poco más.

“Estas jugando con fuego, pequeña, si seguís jugando te vas a quemar, y te aseguro que no te va a gustar.” Su amenaza en vez de asustarme, me excitó muchísimo. Sus palabras lograron que mi concha se empapara más aún de lo que estaba antes. Así que cerré mis piernas, volví a ponerme en cuatro y gateando me volví a bajar de la cama, caminé sensualmente buscando que me siguiera, por suerte lo logré. Pero mi Papi se había cansado de que su nena se portara mal, así que me pegó a la pared con un poco de fuerza, golpeando mi espalda contra ella. Su mano fue hacía mi cuello apretándolo un poco, restringiéndome el aire y sacándome el resto con un beso apasionado, mis labios quedaron rojos, hinchados, deseosos de más.

“A la cama, nena, es hora de que vuelvas a ser la nena buena de papi.” Creí que era hora, mi concha no podía estar más empapada, necesitaba a mi Papi, necesitaba que me tomara de un vez aunque sabía, realmente, que lo sucesos anteriores me iban a costar caro.

Fui hacía la cama, me recosté y esperé sus órdenes, que no tardaron en llegar. “Quiero tus manos estiradas por encima de la cabeza, las piernas las quiero abiertas y estiradas también.” Mientras me acomodaba él buscaba con qué atarme, una vez encontró unas corbatas, ató mis manos a la cabecera de la cama y los pies al final de la misma, quedando completamente inmovilizada.

Se colocó a mi lado, sentado, posicionando su verga en mi cara, me ordenó abrir la boca y como la nena buena de papi, lo hice. Su verga llegó hasta mi garganta y en ese momento me dijo: “Quiero que te disculpes por ser una pequeña puta traviesa.” Traté de sacarme su verga de la boca para poder hablar pero me llevé la sorpresa de que eso no iba a ser así.

“No, no, quiero escucharte decirlo con mi verga en tu garganta”

Esa orden… Realmente me daba muchísima vergüenza decirlo, pero lo hice, ya no podía seguir portándome mal. No se entendía realmente, ni un poquito, y tuve que repetirlo un par de veces hasta que quedó conforme. Comenzó a cogerme la boca con rudeza, como si se tratara de mi conchita, de vez en cuando su verga iba completamente dentro de mi garganta, provocándome arcadas, aunque esto lejos de disgustarle le excitaba más y más.

Continuó cogiéndome la boca, y mientras comenzó a torturar mi conchita dando unos azotes, al principio eran suaves, pero poco a poco comenzó a subir el nivel, aunque claro, nada que pudiera dañarme realmente. Estuvo un tiempo así, era constante, mi conchita muy sensible ya comenzaba a molestar los azotes. Con la verga aún en la boca, le suplique que parara. Lo hizo y lo agradecí. Saco su verga de mi boca y se posicionó entre mis piernas.

Comenzó el martirio, la punta de su verga rozaba por toda mi conchita. No quería meterla aún, buscaba mi suplica y no faltaba nada para que lo hiciera gritando.

“Hasta no escuchar tus disculpas, no me vas a tener dentro, pequeña”

Ya súper suplicante le respondí “Perdón, Papi, lamento ser una nena mala.” Sentí la cabeza de su verga entrando en mí, lo que provocó que en la habitación se escucharan mis disculpas. “Perdón, Papi.”, “Mmm, perdón mi Amo, perdón.”

“Sí, así, pequeña, muy bien.” Diciendo esto su verga me penetró completamente. Comenzó a cogerme salvajemente, lo estaba disfrutando completamente, lo deseaba tanto.

Sus embestidas provocaban que se escuchara un chapoteo de lo empapada que estaba mi conchita. Sus manos fueron hacia mis pezones a los que torturo a su antojo. Estiraba mis pezones, los apretaba, chupaba y mordía, dejándolos totalmente duros, esto no hizo más que excitarme.

Sin parar me dijo: “Imagino que te arrepentís por tu comportamiento, ¿verdad, nena?” Realmente no me arrepentía ni un poquito, gracias a mi conducta estaba recibiendo la mejor cogida de mi vida, nunca había estado tan excitada como ahora, así que no mentí con mi respuesta.

“No, Papi, no me arrepiento de mi manera de actuar.” Lo miré a los ojos diciéndoselo, como retándolo, mi lado rebelde había resurgido, y si bien me encantaba, me daba un poco de miedo como podría llegar a reaccionar mi Papi, puesto que estaba a nada de llegar a mi éxtasis.

“¿Así qué no? Entonces por ser una nena mala no vas a tener tu premio, no vas a poder acabar, no hasta que noté un verdadero arrepentimiento.” Su verga salió de mí, y nuevamente comenzó a torturarme con rozando la punta por mi concha.

“Noo, Papi, perdón, ya estoy cerca… No lo voy a volver hacer”

“No te creo, pequeña, vas a tener que convencerme. Decime ¿a quién perteneces? Y ¿cual es tu sitio?”

Continuaba acariciando con su verga mi conchita, jugando con mi clítoris.

“Soy completamente tuya, y siempre debo estar a tus pies, Papi. Perdón, me arrepiento mucho, prometo no volver hacerlo, por favor, Papi”

“Muy bien, nena, te creo” Su verga de pronto se encontraba dentro de mí, penetrándome como nunca antes. Su verga entraba y salía, constantemente sin parar, sus manos fueron a mi cuello, limitando la respiración. Esto fue el éxtasis para mí, me provocó suplicar, necesitaba su permiso para entregarle todo mi placer.

“Papi, estoy muy cerca, ¿me das permiso, por favor? Ya no puedo más”

“Todavía no, pequeña, decime que de quién sos”

“Soy tuya, Papi, por favor, no aguanto más”

“Acaba para mí, pequeña, acaba conmigo. Toma toda tu lechita, tu premio.”

Gimiendo y jadeando nos dejamos llevar entregándonos completamente al placer. Mi cuerpo temblaba, se permitió soltar todo lo que llevaba reteniendo por la espera, la felicidad, la satisfacción que invadió mi cuerpo era realmente indescriptible, no podía creer lo bien que me sentía.

“Muchas gracias, Papi, me encantó, te extrañaba muchísimo”

“De nada, nena, a mí también me encantó. ¿Viste que si sos una nena buena tenes recompensa?”

“Mmm, sí, Papi, pero es divertido, a veces ser tu nena traviesa y un poquito mala”