Me demuestran lo que significa ser mujer

Si les interesa pasar solo a la parte sexual, este relato es el más cargado y detallado de todos hasta ahora. Por eso esa sección la coloqué al final, algo así como los ultimos 20 parrafos. Espero sea de su agrado. Besos.

Aquel lunes cené con mi amigo y platicamos mayormente cosas de la escuela, al terminar me dijo que quería saber dónde vivía, pero me escudé con que la casera era muy estricta y que no permitía las visitas. Me fui a la casa y traté de dormir pero no logré conciliar el sueño. Tenía muchas ideas por mi cabeza corriendo por todos lados.

Me levante de la cama a muy temprana hora y me metí a bañar quizá eso aclararía mis ideas. No quise llamar la atención como el día anterior así que me limité a usar unos jeans negros, una playera azul marino de la universidad, la cual prácticamente tapé con una sudadera de color gris oscuro, con unos tenis cómos en color negro con guinda. Realmente no quería llamar la atención así que de pasada me puse una gorra negra sin logos ni marcas.

Tomé mis clases de manera habitual tratando de no llamar la atención de nadie en particular, lo bueno es que como éramos de nuevo ingreso había muchas interrupciones, tour guiados y visitas a la biblioteca para familiarizarnos con el sistema. También algunos profesores según la vieja usanza, empleaban el tiempo de su primera clase para presentarse, dar el temario las reglas y las formas de evaluar.

Salí lo más rápido de mi última clase y fui en busca de mi nueva amiga Alicia.

-Amigui.- Me recibió Alicia con el gesto de pistolita y guiñando el ojo.

-he tomado una decisión, quiero ver las opciones que me ofrece la uni respecto a ya sabes qué. Me preguntaba si ¿podrías acompañarme?

-Por supuesto, déjame terminar nada más esta evidencia y te acompaño, dame 45 minutos, ¿te parece?

-Está bien iré un rato a la café.- Esos me parecieron los 45 minutos más largos de mi vida. Por fin salió Alicia, se veía muy bonita, quizá Andrés tenía razón, si no fuera porque estaba a punto de emprender un rumbo diferente, podría decir que esa chica me gustaba bastante. Cerró la puerta de su oficina, pues ya no había nadie más en ella. Y pude de nuevo apreciar desde otra perspectiva lo que Andrés no había dejado de comentar en la cena del día anterior.

Casi como en una película de comedia romántica pude ver como el tiempo se ralentizó, permitiéndome expectar tolo lo que ocurría alrededor de Alicia. Primero que nada era una chica tremendamente hermosa, tenía unos ojos verde color jade, que no podían pasar desapercibidos, tanto por su bello color, como por su gran tamaño. Sus cejas cuadradas y ligeramente descendentes estaba bien contorneadas, sus pómulos eran muy bonitos, amplios y siempre con un constante tono rosado que te hacía pensar que a la chica le había dado risa algo y estaba sonrojada. Sus labios no eran carnosos, pero sí que estaban bien definidos y siempre tenían un color rojizo brillante que se veía muy natural.

El fino contorno de su rostro ovalado, acabado en un lindo mentón redondeado, se continuaba con un delicado y delgado cuello, que tenía su base en las más lindas clavículas que jamás había visto, creo que ella sabía a la perfección cuales eran sus atributos, y me parece que utilizaba ropa que siempre le favorecía, como en este caso una blusa campesina sin hombros, de color blanco y con líneas verticales gruesas en color gris que estaban no muy bien definidas y parecían más bien brochazos y que por lo tanto dejaba expuestos sus hombros y un poco el inicio de su escote, permitiendo así que más de uno perdiera la mirada en ella.

La comodidad era su prioridad, pero nunca dejaba de lado las tendencias. Usaba unos jeans azul oscuro, de corte skinny y tiro alto acompañados de unos tenis vans en color negro. Entre los vans y las gafas de aviador que llevaba ese día, se notaba que era una chica muy segura de sí misma y que tenía todo planeado para triunfar en lo que fuera.

-Lista, vamos. Me dijo dándome un beso en la mejilla a manera de saludo mientras me tomaba del brazo para irnos caminando como un par de chiquillas rumbo a la clínica que se encontraba entre nuestra facultad y la de Ciencias químicas.

-Hola Rosita, que tal la Katy, ya supe que de cumpleaños te pidió un viaje a isla mujeres que loquilla está esa niña, si la dejas ir, dile que me invite para que no se vaya solita.- Alicia era conocida entre todo mundo al parecer, pues la secretaria de la clínica la recibió como a una amiga y no como a algún otro alumno, le explicó para que estábamos allí, y me dio una ficha que indicaba nuestro turno. Mientras esperábamos las dos no paraban de hablar y Alicia hacía lo que podía para incluirme en la plática, la mayoría de las cosas solo eran para ser asentidas mientras les sonreía pues la verdad era que casi no conocía a Alicia. Aunque eso sí, la sentía como a una vieja amiga.

Por fin después de varios turnos, el número de nuestra ficha apareció en el tablero y aquél artilugio comenzó a vibrar y parpadear indicando que era nuestro turno.

-Luis Antonio… – Pronunció una fuerte voz masculina de lo que asumí era el médico que me atendería.- ¿Qué tal buenas tardes a que se debe su visita? Que gusto Alicia, todas las vacaciones sin verte. Espero que te la hayas pasado de maravilla.

-Muchas gracias doc., ya sabe yo siempre ando de exploradora.- Exploradora, esa palabra me hizo recordar a Eliot… ¿Dónde estará? Me pregunté sin apartar mi atención de la plática.- Qué cree, le traigo el primer caso clínico de la nueva iniciativa.

-Oh ok, me parece perfecto. Y dime ¿cómo prefieres que me refiera a ti?- El doctor que me parecía una persona tremendamente amable, se dirigió hacia mi colocándome toda su atención desde ese momento

-Eh… – Dudé un poco pues a pesar de que ya lo tenía más que decidido, era extraño para mí expresarlo frente a otras personas.

-Sin miedos Pam. – Dijo Alicia mientras me daba unas palmaditas en la espalda.

-Mi nombre es Pamela doctor.

-Perfecto, ese es un muy buen primer paso, entiendo que quieres que comencemos a tratar tu disforia de género, y créeme que haré todo lo posible en mis manos para hacerlo, es tu derecho y estamos comenzando a lograr que la universidad no solo te los confiera sino que te apoye en tu transición. Sin embargo hay una serie de filtros que el consejo universitario ha dispuesto pensando en evitar algún mal entendido, o incluso para prevenir posibles bromas estudiantiles.

-Está bien, le escucho.

-Lo primero es que debes llevar consulta con un psicólogo durante un año. Pasado el tiempo que él considere necesario dará un fallo a favor o en contra de tu caso clínico, y con esos resultados podremos avanzar a la siguiente etapa. La terapia hormonal, en la que dependiendo de cómo reaccione tu cuerpo iremos dándote medicamentos acorde a tu fisiología. Y como última etapa, tenemos la etapa quirúrgica, donde si tú lo deseas la universidad podrá costear las cirugías que tú consideres necesarias.

Yo estaré haciéndote chequeos mensuales para cerciorarme de tu estado físico, pareces estar en buena forma, y te recomiendo que procures mantenerte así y de ser posible hacer algo d actividad física pues eso ayuda en las tres etapas, haciendo más estable cada una de ellas. Por ahora necesito que pases a esta camilla y que te desnudes por completo. Alicia será tu testigo, pero no es necesario que observe con detalle no te preocupes.

-Está bien no se preocupe, no me incomoda en lo absoluto.

-Muy bien. Veamos, súbete a esta báscula. Muy bien mides 165 cm de altura y pesas 50 Kg, eso nos daría un IMC de 18.5 aproximadamente, para un chico estas ligeramente en el borde pero para una chica estarías bastante bien. Delgada pero aceptable. Procura tener una buena alimentación eso es crucial si deseas llevar todo este proceso a término.- Luego comenzó con exploraciones físicas, y de signos que la verdad prefiero no detallar pues no son tan trascendentales. Solo basta con decir, que me dijo que estaba en perfecto estado y que si era una candidata. Paso uno aprobado.

-Voy a asignarte a la Dra. Maguelone Allamand, verás que es una eminencia en su área de estudio, y ha estado trabajando con nosotros desde el año pasado en este mismo proyecto de visibilidad para mujeres transgénero. Esta es su dirección, te agendaré una cita para mañana a las 6 de la tarde procura ser puntual, es lo esperado en los franceses. Te recomiendo que vayas vestida como mejor te parezca. Eso puede ayudar en la sesión. Y yo te veré… el próximo casi dentro de un mes, el próximo viernes 21 de septiembre, ¿Te parece? Un verdadero gusto Pamela.

Muchas gracias por tú apoyo Alicia, no esperaba menos de ti. Tu y yo nos vemos la próxima semana ¿sale? Que tengan un buen día señoritas.

Alicia y yo fuimos a comer y platicamos por horas de lo emocionante que parecía aquella aventura, por alguna razón que supongo era empatía, a Alicia le emocionaba todo tanto como a mí eso me hacía sentir comprendida. Llego la hora de despedirnos pues cada quien tenía deberes a los cuales atender.

Ya en la comodidad de mi casa, pasada la euforia del día, y terminados los pesados deberes de la universidad, llegó a mí, un pesado sueño que me hizo recordar que prácticamente no había dormido la noche anterior, así que para evitar algún desastre me fui a bañar, para dormir temprano. La mañana siguiente era muy prometedora, así que debía levantarme temprano para escoger que habría de usar en mi primer día como chica en la uni, al menos el primero de manera intencional.

Sonó la alarma a las 5:45, me levanté y apagué todas las alarmas que tenía puestas. Encendí el calentador de agua y me puse a buscar la ropa que deseaba usar para ese día. Como recordarán mi roomie era bastante ordenada y tenía a mi parecer en ese momento mucha ropa que dejar atrás.

Las opciones eran bastantes y muy distintas entre sí. No quería llamar mucho la atención así que me decidí por algo que me ayudara a pasar desapercibida pin sin dejar de lucir evidentemente femenina. Seleccioné unos jeans color eggplant oscuro, eran de tiro alto, y muy ajustados, les hice un dobladillo, pues siempre he considerado dos cosas, que una mujer debe llevarlos así y que mis tobillos son demasiado bonitos como para pasarse la vida cubiertos.

Una blusa blanca con rayas azules horizontales y una chamarra de mezclilla color azul oscuro. Quien diga que el color negro y el color café no se llevan, es porque jamás ha visto unos zapatos Oxford como los que ahora me pertenecían. El zapato era totalmente en color negro, y el café se limitaba exclusivamente al tacón, el cual era de estilo cubano, medía 5 cm, y dejaba lucir el color nogal oscuro de la madera.

Llegué puntualmente a mi salón de clases para que nadie me viera entrar, y al parecer a nadie le llamó la atención mi presencia. Al terminar las clases me esforzaba por salir la primea y llegar a la siguiente antes que todos. Para ello me sentaba lo más cerca que podía de la puerta y lograba así mi cometido. El día escolar se me pasó bastante rápido y de un instante a otro ya eran las dos de la tarde. Pase a saludar a Alicia pero no estaba en su cubículo, la oficina de consejería estaba abierta y allí se encontraba el consejero suplente, pero de mi amiga ni sus luces. No la había visto en todo el día. Me limité a llenar mi botella con agua del garrafón de dicha oficina y salí un poco decepcionada con rumbo a mi casa para dejar mis útiles. Cuando de repente escuché un grito al fondo:

-¡Pam! ¡Pam! ¡Pamela! – Giré buscándola entre la multitud pero no encontré a mi amiga, quizá ¿era a otra Pamela? Me volví para seguir caminando y volví a escuchar la voz.

-Acá arriba Amigui.- Voltee hacia el edificio principal y allí estaba, me saludaba desde el laboratorio de electrónica.- Que te vaya muy bien en la cita de hoy, mañana platicamos.

-Me parece genial, Ali, que tengas lindo día.

-Tu igual.- De nueva cuenta se despidió de mi guiñándome el ojo y haciendo el ademan de disparo con su mano.

Eso me había alegrado el día por completo, tenía un poco de dudas, y realmente necesitaba un abrazo, si bien Alicia no lo había hecho con sus brazos, sí que lo sentí su interés genuino en mí.

Dejé las cosas en el lobby de mi casa, para no distraerme con nada, y me dispuse caminar hasta la oficina de la doctora Allamand, de camino planeaba pasar a algún restaurante por algo de comer y quizá podría también tomar alguna buena fotografía con mi cámara digital. Anduve por la calle principal viendo cosas bastante lindas, tomé una foto a un par de ancianitos que iban tomados de la mano, un señor ciclista que llevaba una canasta de bolillos en la cabeza al más puro estilo clásico, y me vi bastante tentada a tomar una foto de una pareja que estaba bastante acaramelada con una gran escena de la calle principal de fondo, pero me dio un poco pena y no lo hice.

Me detuve en un lugar llamado Le plus délicieux, que era un restaurante de comida francesa, obviamente intrigada por la nacionalidad de la psicóloga que vería más tarde. Entré al lugar y pedí expliqué al mesero que nunca había comido nada en un restaurante francés pero que me entusiasmaba hacerlo. El joven me dijo que esperara y entró a la cocina. A los pocos segundos se asomó un señor de algunos 45 años, con el cabello entre cano en las cienes, de mirada serena y sonrisa agradable. Me miró con detalle recorriendo cada parte de mí, como analizándome minuciosamente. De un momento a otro se esfumó y regresó el mesero.

– En seguida le traigo sus alimentos.- Me dijo mientras colocaba una taza más grande de lo normal, con alguna infusión, en mi mesa.- El chef me pidió que le trajera esta bebida y me dijo que procurara guardar un poco para su platillo.

-Muchas gracias joven. ¿Cómo se llama esta bebida perdón? Pregunté temiendo que me respondiera té de frutos rojo o algo así de lo más banal, sin embargo la respuesta me complació y bastante.

-Es una Tisana L´ Etoile.

-Muchas gracias, muy amable.- Bueno al menos no estaba haciendo el ridículo, o al menos no de forma consiente. Al poco tiempo regresó el mesero con una pequeña ollita con algo cremoso dentro y algún tipo de carne fría en rebanadas que ante mis ojos no era otra cosa que algún tipo de jamón serrano.

-Y el nombre de este.- Pregunté al mesero tratando de generar empatía en el, la cual por supuesto fue bien recompensada.

– Aligot.- El mesero se giró y se alejó de mi como dándome espacio para experimentar plenamente aquella comida… Sabía a gloria, pude identificar puré de papa y por la textura supe que debía tener algún tipo de queso gratinado dentro. La tisana también fue bastante de mi agrado. Y justo cuando estaba por terminar. Se acercó el mesero trayéndome una rebanada de alguna tarda extravagante.

-Este se llama Quiché Florentine, es una tarta salada.

-Muchas gracias.- Pude notar queso y espinaca en esta, sabía delisiosa. Y en verdad estaba satisfecha con entrar alli. Al menos ya tenía una anécdota para contarle a mi psicologa.- ¿Podrías traerme la cuenta por favor?

-En seguida. –Al poco tiempo el joven volvio con un ticket delgado pero muy largo y temí por lo peor. Sin embargo al ver el recibo, noté que solo estaba incluido el Aligot.- Joven disculpe solo me aparece el Aligot.-

-no se preocupe, todo esta bien, la bebida y la tarta van por cuenta del chef.

Instintivamente voltee a donde había asomado el hombre anteriormente y lo vi cruzado de manos, con una cara de lo más satisfactoia.

-Gracias.- Le dije mientras hacia una señar de agradecimiento con la mano. El hombre juntó sus manos e hizo una pequeña reberencia. Despues giró y entró de nuevo en su cocina.

Vaya que si tenía algo que contarle a mi psicóloga. Llegada la hora caminé hacia su consultorio para evitar restrasos. Me recibió su asistente quien me llevó a una sala de espera, llena de libros de todos los temas.

-Puede tomar cualquier libro que desee, este separador es suyo, y es único, asi que si deja una lectura en una pagina en concreto, tengalo por seguro que alli estará para su proxima visita. Aunque muchos el primer día solo alcanzan a escoger el libro.- Me sonrió y se volvió al escritorio del lobby. Busqué entre los libros pero efectivamente la oferta era demasiada. Debieron pasar algunos 15 minutos, cuando escuché una campanada del reloj del lobby que indicaba las seis en punto. Tomé un libro de Stephen King, llamado 22/11/63 que uno de los que más habpia llamado mi atención y coloqué mi separador en la primera página.

Entré con la dra Allamand, a su despacho, era una mujer muy bonita de algunos 35 pasados, esperaba al esteriotipo clásico de francesa, pero a decir verdad su aspaecto era hipnotixnate, por la perfeccion que poseía, su cabello perfectamente peinado justo por la mitad, con algunas curvas en las puntas, y casi me atrevo a decir que eran la misma cantidad en cada lado. Sus ojos eran pequeños y almendrados, y emanaban la mirada más tranquilizadora que uno pude iimaginar. Su labio superior era agudo, como el clásico dibujo que indica como debe se una sonrisa femenina, perfectamente balanceada.

Su nariz era afilada y puntiaguda, y sus mejillas parecían esculpidas de tan hermosas que eran. Llevaba un lindo vestido veraniego color blanco, que le llegaba hasta el cuello, pero que tenía un pequeño escote, que no se alejaba mas de 5 cm de sus claviculas, evitando asi ser provocador, pero permitiendo que la feminidad emanara de quien lo usara. Estaba estampado con unas pequeñas rebanadas triangulares de sandía. Lo cual me pareció muy lindo.

Comenzamos a platicar, me preguntó de como me había enterado del programa y le conté de ,mi encuentro con Alicia, no me guardé ni un solo dato de información, tenía tantas ganas de que añlguien más supiera toda la historia completa que me deashogué narrando con lujo de detalle. Incluso le comenté lo emocionada que estaba de poder verla y de que ella fuera francesa, a tal grado de que entré a un restaurante francés.

-Y ¿qué pediste?.- Me dijo sin una sola pisca de acento francés en su hablar, tenía apenas unos cuantos años viviendo en méxico pero hablaba a la perfeccion el español debido a que su madre era mexicana y había crecido escuchandola a ella y a su padre.

Sonreí al recordar lo osado que me había parecido pedir la recomendación del chef como en las peliculas.-Pues le dije que nunca había probado nada de un restaurante francés y que necesitaba su recomendación.

-¿Y que te sirvieron? Maguelone sonrió, y se llevó la mano a la boca para cubrir su sonrisa.

-Dejeme ver no recuerdo el nombre pero lo anoté por aquí. Aligot. – Dije mientras afirmaba con la cabeza bastante satisfecha de mi misma.

Esta vez la risa de la dra se volvio audible, y se cubrió con la manto intentando apargar el sonido, mientras que con la otra tomana mi mano que estaba mas cerca a ella.

-El chef te jugó una pequeña broma. Aligot, literalmente se traduce como “algo” o “cualquier cosa”. Y es un platillo que se suele ofrecer a los viajeos o gente que va de paso por las ciudades. Pero no te lo tomes a mal, si bromeo contigo significa que le caiste bien, probablemente si vuelves a visitarle, te ofrezca algo en son de paz… o quizá bromee más, habrá que descubrirlo.

Continuanos platicando de muchas cosas, me preguntó de mi pasado y leconté de mis anteriores visitas al psicologo, lo que me habían diagnosticado, se peleo a muerte con aquellos hombres y me dijo que con ella las cosas serían totalmente distintas.

-Solo quiero hacerte una ultima pregunta, y sé que la repsonderás rápido pues seguramne creas que su respuesta es sencilla, pero no quiero que me lo digas ahora sino en la siguiente sesion.

¿Te pusiste esa ropa porque no querpias llamar la atención o porque aun tienes miedo que este cambio atraiga demasiada atención a ti?

Piensalo bien y la proxima vez me dices, dile a mi asistente que te agnede otra cita y pásale tus datos de la universidad para que pueda emitir la factura a tu nombre.

-Muchas gracias doctora.

-No hay de qué Pam. Hasta luego.

Como la psicóloga me lo había recomendado, debía aprovechar que era inicio de cursos para rápidamente adaptarme a un cambio drástico en mi vida. Era probable que mis compañeros no hubiesen notado algo diferente en mí, por lo que pasó en mi primer día de clases, y también era probable que muchos de ellos ni siquiera me reconocieran aún, así que a partir de ya era necesario que comenzara a vestirme de chica de forma cotidiana y más evidente.

Había pasado casi una semana desde el inicio de clases y de Eliot no veía ni sus luces, podría fácilmente nunca haber existido y todo ser parte de mi imaginación. Un sueño muy realista del cual podría creer que había pasado. ¿Les ha ocurrido alguna vez eso? ¿Que sueñan algo que se siente tan real y que coincide con la vida misma de tal forma que a veces olvidas que fue solo un sueño? A mí no muy seguido, pero si algunas 5 veces en toda mi vida. Esta podría ser una a no ser porque Alicia había reconocido de inmediato el nombre de Eliot.

Llegado el fin de semana pensé en usar la ropa que más me gustara, la más atrevida y sensual, que emanara la mayor cantidad de feminidad posible. De cualquier modo no planeaba salir del edificio. Y si por alguna razón debía hacerlo. Era fácil cambiarme de prendas a algo más recatado y conservador.

Para la mañana del sábado me dejé llevar por mis instintos más sexuales y decidí que si quería ser una chica, debía sentirme como una la mayor parte del tiempo, para ello, llevaría el dildo pequeño que ya había utilizado previamente, para intentar darle un poco más de elasticidad a mi ano y así ser capaz de recibir a los dildo de mayor tamaño y de ser posible, algún día, facilitar la penetración de un verdadero miembro masculino.

Con un poco de hilo encerado y cinta de ductos americana, modifiqué el pequeño dildo para evitar que se perdiera dentro de mí, y que en caso de que este entrara por completo, pudiera ser capaz de tirar de él de la cuerdita para sacarlo. Me truqué utilizando la tela adhesiva y esta vez solo dejé el espacio necesario para que escurriera la orina de ser necesario. Pues antes, le había dado cierta libertar a mi diminuto miembro por si necesitaba ir al baño, pero el día de hoy no, si debía hacerlo sería como lo hace cualquier otra chica y me secaría la entrepierna utilizando bastante papel para ello.

De esta forma estaba segura de que nada de ninguna manera bajo ninguna circunstancia permitiría ni la más mínima erección. Pues debido a la abstinencia que estaba procurando por desear correrme sin manos como la vez anterior y lo ocupada que me tenían todas las actividades, exactamente 6 días sin masturbación. Y la mañana de ese sábado noté como mi cuerpo intentaba buscar que le complaciera, pues después de años de amanecer sin una erección, ese día me había ocurrido. Así que no estaba dispuesta a sentir eso de nuevo.

Fijé todo muy ajustado, y me coloqué una tanga, después llené mi culito de lubricante que había comprado especialmente para la ocasión, e hice lo mismo con el pequeño dildo. Este entró de manera extremadamente fácil, casi como un jabón mojado se habría escapado de mis manos. La sensación me agradó pues quizá eso era indicador de un pequeño avance.

Me coloqué un lindo bodysuit que era muy ajustado en los lados al ser de spandex y que llevaba unos botoncitos en la entrepierna de diferentes longitudes, permitiendo así crear presión en esa zona y ahora que llevaba un dildo dentro de mí, evitando que este saliera por algún descuido.

El bodysuit tenía la zona de los pechos afelpada, pero decidí colocar unos rellenos de silicona que había comprado en una sex-shop. No eran muy grandes, pero me permitían sentir un movimiento mucho más natural, además se adherían directamente a la piel por lo que la sensación de movimiento era trasmitida sin intermediarios a mi piel. Incluso al presionar sobre uno de los senos, la fijación era tal que podía sentir la tensión sobre la piel de mi pecho.

Luego de la caja de la ropa sensual, saqué un corsette color guinda que tenía unos lazos de listón, que podían ser ajustados hasta crear la forma deseada. Obviamente tiré de los lasos tan fuerte como pude y hasta donde mi cuerpo lo permitió sin legarme a causar alguna obstrucción.

Cubrí todo aquello con un lindo vestido veraniego en corte X, que me llegaba algunos 20 centímetros por arriba de la rodilla, pero que era lo suficientemente largo para evitar que algo se viera sin mi permiso. Era de color verde olivo y con estampado de florecitas blancas, por el frente no dejaba asomar nada del escote, llegando hasta el cuello en un corte redondo, pero por la parte de atrás se abría paso un escote que llegaba a media espalda y que terminaba en otras tiritas que permitían ajustar el vestido para mejorar la figura.

No quise llevar pantimedias ni algún tipo de calceta y solo me puse unos lindos tacones del tipo D’Orsay en gamuza color rojo bermejo. Mi outfit me parecía tan lindo que no podía quedármelo solo para mí, sentía la necesidad de compartirlo con el mundo y dejar que las personas me vieran en él.

Salí con el pretexto de ir por un helado y sentí las miradas de la gente sobre mí, era justamente medio día por lo que esta vez la chica del vestido floreado llamaba mucho más la atención. Caminé algún kilómetro y medio o dos, hasta llegar a un centro comercial cercano al que iba mucha gente, no sé si era el outfit, la emoción de haber comenzado todo aquello o la sima de ambas, pero yo me sentía imparable y pretendía devorarme el mundo en un instante. Caminé dentro de aquel centro comercial sintiendo la mirada acusadora de las señoras cuyos maridos perdían la vista en mí, la mirada lujuriosa de aquellos hombres y la mirada de admiración de las pequeñas chicas adolescentes.

Llegue a una cafetería y ordené un helado.

-¿De qué sabor lo desea señorita?- Me preguntó el joven encargado que llevaba un mandil verde y gorra del mismo color.

-Sorpréndeme.- Le dije esforzándome porque mi mirada fuera seductora y atrevida, causando que el chico se sonrojara.

Tomé mi helado y comencé a comerlo, esforzándome porque mi manera de hacerlo fuera lo menos sensual posible, pues estaba en una zona publica y era medio día, y además si tengo escrúpulos, había niñas y niños observando.

Termine mi helado, no sin intercambiar miradas con varios hombres, algunos chicos de edad universitaria y uno que otro señor de edad madura. Pero de entre todos ellos. Solo uno se acercó. Escribió algo en una servilleta, limpió un poco de helado que no había notado que tenía embarrado en mi mejilla, colocó de nuevo la servilleta en mi mesa con lo escrito hacia abajo, me sonrió amablemente y se giró para perderse entre la multitud que iba y venía.

Levanté la servilleta para ver lo escrito. Ponía:

“Lindo vestido y más bonitos zapatos aun. Lokami.”

No sabía si Lokami era su nombre o su apellido, pero definitivamente iba a investigarlo más tarde.

Pasé un rato en el centro comercial, entrando a varias tiendas y haciendo que las dependientas me permitieran probarme algunas prendas, la mayoría de ellas solo tenía una mirada despectiva hacia mí, la mayoría de los gerentes, solo una pervertida. Disfruté mucho de aquella tarde e incluso entre al cine a ver una película completamente sola por primera vez en mi vida, dando comienzo a un gusto que me apasiona hasta el día de hoy. La película era como buena potterhead La orden del Fénix que llevaba varias semanas siendo la Reyna suprema de todas las carteleras.

Salí de aquel lugar pasadas las 10 de la noche. Pasé a un restaurante y pedí una patata asada para llevar, pues estaba muy cansada de los pies. Y me dirigí a mi casa para cenar, tomar alguna copa de vino y dormir como una bebe. Pero el destino me tenía preparado algo distinto.

Abrí la puerta principal y la noté algo distinta, como más dócil de abrir, pero no le presté atención, seguramente solo habría que aceitar el mecanismo. Dejé la bolsa de papel con mi patata con carne y queso en la barra y me dirigí al refrigerador en busca de una bebida espirituosa. Había una strongbow de manzana y una botella nueva de champaña que había comprado para los días alegres, ya que tenía por costumbre de vez en cuando sentirme así de eufórica como lo había estado ese día, aunque las razones siempre eran distintas.

Me senté en un taburete para degustar mi cena cuando el timbre de mi puerta sonó. Alcancé a verlo otra vez del cristal. Era Eliot y se veía guapísimo. Me dirigí a la puerta caminando de la manera más sensual que pude. Abrí la puerta y sin pensarlo dos veces, lo bese en la boca. El me respondió de inmediato y sus manos comenzaron a recorrer mis hermosas piernas.

Arrancó como pudo mi ropa interior y me sentó en la barra donde hacía unos instantes estaba a punto de cenar. Aun iba a hacerlo solo que esta vez sería carne de mayor calidad.

-Te vi desde hace rato que saliste, me dejaste cachondo por casi 4 horas perrita, espero que con la culeada que te voy a dar hoy comprendas que eso no puede suceder de nuevo. ¿Entiendes?

-Si Eliot.

Nuestras bocas se entrelazaban mientras que sus manos recorrían mi piel, intentando retomar lo que hacía una semana habíamos dejado pendiente en aquel mirados. El no aguantó más, y tomó la delantera, yo sabía que a pesar del dildo que aun llevaba en el ano, la distención no sería suficiente para soportar el miembro de un hombre sin importar si este era de dimensiones minúsculas.

Se sacó la ropa y logré por fin ver su bulto, esa cosa era enorme. No había forma en que saliera ilesa después de esta noche. Pero la cobardía no era algo que me caracterizaba así que del sofá tomé el lubricante que por la mañana había dejado entrar a mi dildo de forma casi inmediata.

Eliot me acarició el culo y entonces se topó con el diminuto dildo. Ok, ¿saliste con esto a la calle? No te creía tan guarra pero vaya que me equivoqué. Solo cometiste un error, debiste usar uno más grande que te pusiera en mayor ventaja ante mi verga, lo sé de antemano, te va a doler y dolerá muchísimo, pero después te haré llegar al orgasmo como nunca antes lo has hecho.

Él me arrebató el lubricante de las manos se bajó el bóxer y se puso un poco más de la mitad en el inmenso pedazo de carne que tenía por verga. Me entregó la botella indicándome que yo me lubricara a mí misma.

Intenté quitarme el vestido pero él me detuvo.

-No, quédate así, quiero cogerte así como estas, ni siquiera te saques los tacones, quiero darte hasta para llevar hija de la chingada.

Me puse de rodilla para colocar mi rostro frente a su pene, el cual ya se encontraba tremendamente erecto, parecía el mástil de un barco, lago, ancho y poderoso. Tenía tanto miedo por la integridad de ano, que en más de una ocasión pasó por mi mente la idea de detener todo aquello. Peno no dejé que el terror me dominara y logré continuar con el acto.

-¿Te aterra cierto? Puedo verlo en tu rostro.

Tomé aquella enorme verga por la base y me la llevé a la boca, sabía delicioso, exactamente como creí que sabría, el olor y el sabor eran fuertes y no se comparaban para nada al olor o sabor de mi propio semen, que hasta ese instante era el único que había llegado a probar. Traté de meterme la pija de Eliot lo más dentro que pude hasta que eso causó en mí una arcada.

A él debió agradarle pues de inmediato llevó ambas manos hacia mi nuca y entre cruzándolas tiró de mí, logrando que su enorme falo cruzara la barrera que anteriormente yo no había podido cruzar. Pude sentir como en mi cuello se proyectaba la forma de aquel gran mástil, sentí como poco a poco penetraba más dentro de mí ser, avivando en mí un deseo insaciable por esa verga.

Sacó toda la extensión de su ser de mi garganta, dándome unos segundos para descansar pero de inmediato volvió a dar una estocada penetrante que logró que mis ojos se pusieran acuosos y cristalina, evidencia de que las lágrimas estaban a punto de rodar por mis mejillas.

Cerré los ojos cediendo todo el control a mi macho. Pues aun cuando lo quisiera, no podía hacer nada más que estar allí, aguantando al pie del cañón, o en este caso a los pies del vergón. Sacó de nuevo su polla y esta vez comenzaba a emanar líquido preseminal, el cual siempre me ha parecido un manjar de reinas. Mi saliva se mezclaba con aquel delicioso líquido, dándole más cuerpo y espesor, de modo de que con cada salida un hilo se estiraba desde la base de su pene hasta mi mentón.

Me dejó respirar por unos segundos más y de nueva cuenta colocó sus manos entrelazadas detrás de mi nuca, yo ya sabía lo que venía así que solo me dejé llevar. El apretó mi cabeza contra su cuerpo tan fuerte como pudo, y sostuvo eso presión durante unos segundos, después sin permitirme tomar ni un respiro comenzó a bombear fuertemente contra mi cabeza intentando que en alguno de los va y vienes, su verga lograra penetrar más profundo dentro de mí.

El aire se me comenzaba a agotar pues por la presión mis orificios nasales estaban obstruidos contra su vientre y pues mi boca y gargantas se hallaban obstruidas por un gran invasor que ocupaba su totalidad. Le di un golpecito en el mismo anunciándole que necesitaba respirar pero él hizo caso omiso. Traté de aguantar otros pocos segundos, pero el comenzó de nuevo con el vaivén sin retirarse ni un solo milímetro.

La desesperación invadió mi cuerpo y traté de zafarme pero Eliot era muy musculoso y no logré quitármelo de encima, él aprovechó esos movimientos bruscos y volvió a dar otras estocadas, pero esta ocasión en sincronía con su mano derecha me golpeo por detrás de la cabeza intentando llegar más dentro. Sobra decir que logró su cometido y me soltó no, sin antes tirar de mí, hacia él, mientras que simultáneamente soltaba la más violenta de sus embestidas, logrando de nueva cuenta romper el record de penetración en mi garganta.

Me sentía como una puta, humillada y dependiente, pero eso para nada me disgusta, me agradaba que mi placer dependiera de alguien más que estaba haciendo su mejor esfuerzo por ofrecérmelo.

Me sujetó firmemente de las caderas y me levantó por los aires para terminar colocándome sobre uno de los sofás. Subió gentilmente una de mis piernas a sus hombros y yo llevé la otra hacia el mismo lado tratando de verme sumisa y cooperativa. Estaba consciente de lo que seguía, eso iba a ser doloroso, mucho muy doloroso. Pero estaba dispuesta a sentirlo, pues era necesario para poder sentirme plena como mujer y saber si iba por buen camino con lo de la transición.

Colocó la gigantesca punta de su falo en contra de mi ano. Yo tragué saliva y me limité a cerrar los ojos, preparándome a recibir y soportar lo que venía.

-¿Estas lista amor?

Asentí con la cabeza sin abrir los ojos

Su glande comenzó a abrirse paso, la delgada piel de mi ano también empezó a distenderse tratando de albergar a aquel intruso, pero la tendencia indicaba que eventualmente el grosor sería demasiado para poder soportarlo.

-¡Aaiiigh!- Salió un fuerte quejido de mi boca, seguido de un profundo suspiro. Mi cuerpo se estremeció y en un intento equivoco por disminuir el dolor que sentía me encogí, logrando solamente que entrara un poco más de aquella poderosa verga desencadenando otra contracción que logré controlar al retorcerme. Mis manos se encontraban abiertas en dirección de aquel gran disfrutar. Haciendo inconscientemente una señal de alto, como si quisieran que todo parara.

-La cabeza ya pasó, el resto es más delgado.- Advirtió mi hombre tratando de tranquilizarme mientras que acariciaba el rostro al contemplar mis muecas de dolor. Acto seguido comenzó a empujar y mis manos detuvieron su avance, o por lo menos lo intentaron.

Se detuvo un momento y pasados unos segundos un inmenso dolor recorrió mi cuerpo comenzando en el borde anal y avanzando por la espalda baja. Después de eso, ya no logré sentir dolor en esa zona, ahora me ardía muchísimo, pero ya no era un dolor similar al de antes. En ese instante no lo supe, pero aquella enorme verga me había rasgado y el musculo encargado del esfínter anal había dejado de cumplir su función. Hecho que hasta el día de hoy tiene repercusiones.

Eliot debía sentir la inmediata holgura en mu culo pues de comenzó a bombear mucho más rápido su verga dentro de mí. Si bien ya no me dolía el ano, cuyo término se refiere exclusivamente al orificio externo del recto, si podía sentir su largura y espesor dentro mío, a tal grado que incluso con algunas de las embestidas más brutales pude ver como mi vientre bajo se hinchaba un poco dejándome saber que justo debajo se encontraba aquella gran cabeza y el cuerpo venoso del pene de mi macho.

Eliot sacó su pene y golpeo con él mi entrepierna, aún seguía trucada por lo que no se podía apreciar mi diminuto colgajo de piel, que en todo momento había permanecido inerte, sin embargo él sabía que estaba allí así que uso el espesor y peso de su vara para castigarme un poco. Eso me hacía sentir retortijones en el vientre, pero lejos de querer detenerlo, sabía que era algo que debía pasar.

Me giró poniéndome a cuatro patas y sin avisarme metió toda la extensión de su enorme pene dentro de mí lo cual me hizo gritar un fuerte alarido rompiendo en llanto, las lágrimas recorrieron mis mejillas, corriendo el poco maquillaje que llevaba dejando un desastre a su paso. La escena y el quejido debieron encender algo dentro de Eliot pues comenzó a darme estocadas más fuertes y profundas.

-Agggh…. Ya, yaaa, yaaaa.

-Jajaja, no putita eso no me va a detener, el plan es que te corras y luego que yo lo haga.

En medio de tanto dolor no estaba segura de sí podría llegar a sentir algo de placer, como para llegar a correrme. No había otra sensación más que dolor y angustia. Pero Eliot sabía lo que hacía pues se acomodó de forma distinta, un poco más alto respecto a mí y me dijo:

-¿Sabes que es la próstata? Bueno realmente no importa, lo que importa es que estas a punto de saber cómo se siente que le den unos vergazos.

Me tomó de la cintura y de nuevo metió su largo pene de un solo tajo. Pero esta ocasión en lugar de desencadenar arcadas de dolor, me hizo sentir el más placentero de los estímulos que jamás había sentido. Todo mi cuerpo se contrajo, permitiendo que su pene llegara más profundo en mí, presionando sobre el llamado punto G masculino. Comencé a gemir deliciosamente por lo que las embestidas causaban en mí. Y Eliot me tomó de los hombros, dándose apoyo así para atacar con más fuerza.

Llegado este punto las sensaciones de dolor y placer se entremezclaban y mis alaridos incrementaban su fuerza y continuidad. Mis ojos comenzaron a perderse dentro de mis orbitas, estaba llegando a la cima máxima del placer, lo hacía por la única estimulación de una gran verga y mientras mi diminuto pene se encontraba resguardado en sus aposentos sin participar del festín.

Sentí una deliciosa punzada en el vientre bajo una sensación placentera y de placer recorrió todo mi cuerpo, la tela adhesiva que hasta ahora mantenía todo acomodado en su lugar derramaba por sus comisuras la más abundante y espesa de las corridas que jamás emanó de mí, aquel liquido es corrió por mis piernas y llegó hasta la cama, de donde yo lo levanté de inmediato para llevarlo a mi boca. Uff entonces si era cierto, tenía el más dulce de los sabores, pues según había escuchado de algunas de mis amigas en algún otro momento, ellas hacían que sus chicos comieran piña para modificar el sabor del semen. Como funcionaba todo aquello, no tenía ni idea, pero había dado resultado.

Eliot al mirarme me besó y logré darle una probadita de mis deliciosos jugos. Momento en el que justamente él también debió llegar pues lo sentí estremecerse detrás de mí. Después en un acto premeditado dejó caer su cuerpo sobre mí con la intención de sembrar su semilla en lo más profundo de mi ser. Lo cual me hizo temblar del dolor y la presión que sentía dentro, logrando así que me volviera a correr, en medio del más tembloroso de los orgasmos. Eliot se mantuvo allí mientras su verga aún seguía abriéndose paso por mi interior.

Salió de mí, se puso en pie, y me empujó hacia el sofá de nuevo evitando que yo también lo hiciera.

-Tú te quedas allí. Disfrútalo. El próximo fin volveré, pero no quiero solo cogerte, también me gusta divertirme. Así que no me hagas esperar por ti.

Besó mi boca en un largo intercambio de fluidos, me dio una cachetada que resonó fuerte en el salón y se puso el abrigo de forma rápida para salir por la puerta principal, dejándome allí tumba, extasiada y llena de cansancio.

-No creí que esto fuera tan delicioso. Me dije a mi misma mientras me incorporaba dejando que mi vestido al caer se acomodara por su propio peso. –Ahora entiendo lo de dejarme la ropa. Puedo acomodarme y hacer que no pasó nada de manera muy fácil así.

Me puse de pie y mis piernas se tambalearon. El ano me dolía, y a decir verdad sentía algo extraño en el vientre pero no sabía que era. Ahora sé que solo era la distención que mi cuerpo había sentido haciéndose manifiesta. Subí a ducharme apoyándome en todo momento de la pared para no caer por lo débil de mis piernas y decidí ya no bajé a cenar para evitar el martirio.

Me coloqué un baby doll para dormir, y no truqué mis genitales, pues estos a pesar de que ya no eran contenidos por nada, parecían mantenerse en estado inerte como si ni siquiera fueran una parte funcional de mí. Aquella noche dormí a mis anchas sintiéndome en todo momento la más plena de las mujeres. Por supuesto que quería eso para el resto de mi vida…Continuará