Me desvirga brutalmente un albañil

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Mi nombre es Alexandra, tengo 27 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro y largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita afilada y ojos color café claro. Me gusta maquillarme, usar labiales rojos y uñas postizas del mismo tono. También me encanta usar arracadas de plata, ya que se me ven muy lindas al acomodar mi cabello de forma coqueta. En esta ocasión les quiero relatar como fui desvirgada por un rudo y fuerte albañil cuando tenía 18 años recién cumplidos, aunque siempre he aparentado menos edad de la que realmente tengo. Desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, así que ya tenía una hermosa figura, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. La cintura definida, el abdomen plano y un culito muy bien formado. Cuando uso jeans se me marcan muy bien las nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito en mi zona íntima. Tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen.

Como se podrán imaginar a mis 18 años de edad yo todavía era una escuincla virgen e inocente. Me la pasaba en mi cuarto escuchando música pop y platicando durante horas por teléfono con mis amigas jugando con el cable del teléfono, fantaseaba con tener un novio guapo y que me tratara como princesa. Disfrutaba coquetearles a mis amigos en la escuela y por su puesto me daba cuenta que los hombres adultos ya me veían con morbosidad el culo y los senos cuando caminaba por la calle, lo que me daba miedo en especial cuando iba sola y de noche, aunque debo admitir que eso era algo que me excitaba mucho. La idea de que un hombre rudo me desvirgara en un lugar abandonado, alguna construcción o un baldío, cogiéndome muy fuertemente hasta saciarse, constantemente se me venía a la mente. Era una chica muy sensual y cachonda, con unas tremendas ganas de perder la virginidad y sentir una verga grande, venosa y gruesa dentro de mí.

En aquel entonces yo había egresado de la preparatoria. Mis padres ya estaban divorciados y yo pasaba la mayor parte del tiempo en casa de mi mamá en Zapopan, Jalisco. Mi mamá trabajaba como enfermera en una clínica y tenía un horario muy extenso, incluso rolaba turnos por lo que en ocasiones me quedaba sola durante la noche.

Un día miércoles una de mis amigas de nombre Paola, me llamó por teléfono para invitarme a su casa a festejar su cumpleaños, ya que también estaba cumpliendo 18 años y quería nos reuniéramos solamente sus amigas. Quedamos de vernos en su casa ya que festejaríamos ahí mismo en el patio trasero, ya que su mamá le había dado permiso y prefería que estuviésemos en su casa para que no corriéramos peligro.

Cuando colgué el teléfono fui de inmediato a pedirle permiso a mi mamá, bajé las escaleras como loca corriendo hasta la cocina, ella estaba preparando la comida. Me dio permiso de ir ya que mi amiga vivía muy cerca en una colonia junto a la nuestra, pero con la condición de que mi mamá me llevaría hasta la casa de mi amiga y yo regresaría a mi casa antes de las 9:00 pm. Le di un beso en la mejilla, comimos juntas y subí a mi habitación para bañarme.

Como les he platicado yo era muy vanidosa y mis amigas no se quedaban atrás, siempre competíamos para ver quien se veía más sexy, aunque no nos lo decíamos. Así que me depilé completamente, incluso mi zona íntima. Sali de bañarme y me puse mi crema favorita olía a vainilla y me dejaba la piel deliciosamente suave. Me puse una tanguita y un brasier push up de encaje rojos, de mi marca favorita victoria´s. Para vestirme elegí unos jeans de mezclilla azul muy ajustados de la entrepierna que levantaban mi culo y marcaban mi vagina, tenían rasgaduras al frente que dejaban ver mi piel queriéndose salir del pantalón. Me puse una blusa blanca descubierta de los hombros y escotada con cordones entre los senos, que dejaban ver un poquito mi brasier rojo. Combiné mi look con unos tacones color beige y un bolso del mismo tono. Me planché el cabello, maquillé ligeramente y puse labial rojo, también me puse un perfume dulce muy costoso y unas arracadas grandes de plata 925. Quede muy hermosa, sexy y fresca. Me miré al espejo y posaba sexy para tomarme selfies, sin saber que esa noche iba a ser brutalmente desvirgada.

Mas tarde mi mamá me llevó en su coche a un centro comercial para comprarle un bolso a mi amiga, como regalo de cumpleaños, después me llevó hasta su casa, toqué el timbre y salió mi amiga. La felicité dándole un abrazo y le entregué su regalo, mi mamá también la felicitó y se fue a trabajar porque le tocaba hacer horario nocturno en el hospital desde las 6:00 pm hasta las 6:00 am. Entramos a la casa y mis demás amigas ya estaban en el patio trasero, encargamos unas pizzas y fuimos a la tienda a comprar una botella de tequila, refresco de toronja y cigarros, ya que por fin teníamos identificaciones oficiales, pues éramos mayores de edad. Estuvimos durante algunas horas escuchando música mientras nos terminábamos la botella, platicando de nuestras artistas favoritas, los chicos que nos gustaban, etc….

Estaba pasándola muy bien con mis amigas, los efectos del alcohol se hacían notar pues caminábamos un poco mareadas y bailábamos desinhibidas entre nosotras, ya que no había invitado hombres pues su mamá no la dejó. El tiempo paso muy rápido y algunas de mis amigas comenzaron a irse, yo fui la última, eran aproximadamente las 11:30 pm desobedeciendo a mi mamá. Entonces me despedí de mi amiga y ella me dijo que el clima se veía como si fuese a llover y si quería le podía llamar a un taxi, pero yo le dije que no era necesario ya que vivía cerca y en unos minutos llegaría a mi casa. Así que imprudentemente me fui caminando con rumbo a mi casa yo sola.

Cuando estaba caminando por la calle sentí como el efecto del alcohol se hacía mayor, y encendí un cigarro para seguir disfrutando de mi libertad de ser una chica mayor de edad. Era una escuincla inocente que no medía el peligro, ni si quiera sabia fumar bien, tocía cada que daba una fumada al cigarrillo. Continué caminando entre edificios de interés social con parques y jardineras comunes en los que había columpios oxidados y la mayoría de las paredes tenían grafitis. El tequila me había puesto muy cachonda y me excitaba andar sola en la noche vestida tan provocativa. Las calles estaban muy oscuras ya que como suele pasar el alumbrado público era muy deficiente, eran pocos los focos que funcionaban. De pronto comencé a sentir gotas de lluvia y escuché algunos truenos, cada vez llovía con más fuerza, me estaba mojando, así que caminé un poco más rápido. Cuando salí de esa colonia tenía que pasar por otra calle muy larga que conectaba con mi colonia, era una calle que aún no estaba pavimentada, el camino era de tierra y estaba irregular, con hiervas y eran muy pocas las casas construidas, la mayor parte eran terrenos baldíos. Así que para caminar mejor con mis tacones me fui por la orilla pegada a las casas ya que no había banqueta.

Estaba haciendo algo de frio y yo solamente llevaba puesta mi blusa blanca escotada que descubría mis hombros, mis jeans azules tan ajustados y delgados que definían mi figura metiéndose entre mis nalgas, levantándome el culo, marcando mi vagina y dejando un huequito en mi zona íntima. Me sentía tan femenina y desprotegida en esa calle, sentí miedo y caminé más de prisa. Unos metros adelante vi que había una construcción en obra gris con vigas de madera por dentro, levantadas como deteniendo el techo, había montañas de arena y grava afuera de la construcción que estaba entre dos grandes terrenos baldíos. La calle completamente oscura y sola ahí no servía el alumbrado público. Fue entonces que al pasar pude ver a un hombre de tez blanca, como de 40 años, con barba larga, de 1.80 mts. de estatura aproximadamente, que vestía una playera negra de heavy metal, pantalón de mezclilla y botas negras de trabajo. Era un albañil de aspecto rudo, empolvado de arena y cemento, tenía una mirada muy morbosa con la que me veía como si quisiera cogerme. Estaba recargado en la barda a la entrada de la construcción, en ese momento yo estaba muy mojada de la ropa ya que llovía muy fuerte. Sentía como mí ropa se me pegaba mucho más al cuerpo, evidenciando mi hermosa figura. Hacia tanto frio que sentía mis pezones durísimos debajo del brasier. Me arrepentí de ponerme esos jeans con rasgaduras, estaban tan ajustados que mostraba mi culo como un corazón con mis labios vaginales marcados. Aquel hombre podía verme completamente mojada y entallada, lo que me excitó muchísimo. Caminé más de prisa junto a la construcción con mis taconcitos encajándose en la arena que se metía entre mis dedos. Solo quería salir de esa calle cuanto antes y llegar a mi casa. Justo cuando iba pasando junto a él, escuché:

—¡Ay mamacita que rico culo tienes! —Me sentí ofendida, me dio mucho miedo ya que iba sola en aquella calle, pero a la vez muy excitada, de escucharlo decir tal piropo vulgar, digno de un albañil que se respete.

Mi abdomen se estremecía de los nervios, sentí como mi vagina lubricaba y me pedía ser penetrada, algo en mi inexplicablemente me decía que ya era momento de perder mi virginidad, las circunstancias se prestaban para vivir esa experiencia, estando alcoholizada, mojada por la lluvia y sola con ese hombre rudo y morboso. La fantasía que rondaba por mi mente desde hace meses, se podría cumplir, todo dependía de mí. Cuando ya estaba dejando atrás la construcción, el deseo sexual que sentí, hizo que inevitablemente volteara hacia atrás y mirara al albañil, quien no dejaba de mirar fijamente mi culo, me hizo sentir como si me desnudara con la mirada. Un fuerte deseo de ser cogida esa noche me hizo caminar hacia él muy sensualmente, me contoneaba con la lluvia cayendo sobre mi cuerpo cuya silueta se exhibía a la perfección, alimentando la morbosidad de ese sucio albañil. Me acerqué de frente a él, hasta juntar nuestros cuerpos y con mi mano derecha froté su verga sobre el pantalón muy suavemente mientras lo veía con mi cara de escuincla tierna y cachonda, era la primera vez en mi vida que tocaba una verga, pude notar como el albañil comenzó a tener una fuerte erección, sentí como se ensanchaba al frotarla con mi mano, él no podía hablar solo se escuchaba su respiración jadeante de lujuria.

Yo sentí tanta excitación que no pude resistir las ganas de apretar fuerte su verga y preguntarle:

—¿Le parezco bonita? —Le dije muy tiernamente.

—Sí mamacita estás bien guapa. —Me dijo con tono morboso.

Entonces yo como gatita en celo me giré de espalda y froté mi culo contra su verga muy cachondamente.

—¡Mmm! ¡Aaahhh! ¡Aahh! —Yo gemía para excitarlo más.

—Que rica verga, la tiene bien dura. —Tomé sus manos y las puse sobre mis senos, él comenzó a apretarlos.

—Estás bien sabrosa mamacita, te voy a meter bien duro la verga. ¿Sí quieres que te meta la verga?

—Sí, quiero que me coja, tengo la fantasía de ser cogida en una construcción como esta. —Le dije con voz temblorosa.

—Ven, pásate para cogerte como quieres.

Yo solté el cigarrillo mojado que traía en mi mano, para tomar al fuerte albañil de su brazo, ya que me era difícil caminar con los tacones a oscuras. El albañil me llevo de su brazo hasta el fondo de la construcción aproximadamente 15 metros entre vigas de madera, costales de cemento, grava, arena, varillas metálicas, etc. Hasta que llegamos junto a un colchón con cobijas sucias que estaban en el suelo. En ese momento me puse muy nerviosa, el abdomen se me contraía de miedo, excitación y angustia, ya que sería la primera vez que tendría relaciones sexuales con un hombre, y justamente en una construcción como yo lo deseaba.

—No tengas miedo preciosa, te va a gustar. —Yo estaba temblando.

—Es que tengo la fantasía de ser desvirgada en un lugar como este, que me cojan muy fuertemente, pero me da miedo.

El albañil se lanzó sobre mí y comenzó a besarme, me lamía el cuello y tocaba mi culo muy rico, me abría las nalgas con fuerza. Me giró de espaldas para abrazarme y tocarme los senos, yo me derretía en sus brazos, estaba sintiendo mucha excitación, ya comenzaba a lubricar. Me sentía muy deseada y quería ceder a su deseo, pero el miedo no me dejaba, ya que era mi primera vez. De pronto un sentimiento me recorría por dentro, me sentía tan vulnerable e indefensa, tenía sentimientos encontrados, por un lado, quería ser cogida por ese hombre y perder mi virginidad y por el otro quería salir corriendo y llegar a mi casa. La lujuria que me provocaba estar dentro de esa construcción a solas con aquel rudo albañil, me hizo lubricar mucho, sentí mi vagina muy caliente y sensible.

—Quiero que me haga suya, que me coja muy fuerte. Quiero sentir que me penetra con todas sus fuerzas. —Le dije con voz de escuincla sumisa.

—Pero eso te va a doler mucho preciosa ¿Estás segura que quieres que te coja fuerte? —Era mi primera vez, yo sentía una fuerte morbosidad y deseo de ser cogida brutalmente por un albañil.

—Lo que pasa es que sí quiero, pero me da miedo. —Los nervios me traicionaban y comencé a llorar.

—No te preocupes hermosa es normal, solo disfrútalo ¿Entonces estás segura que quieres que te coja con todas mis fuerzas? —Preguntó lujuriosamente.

—Sí, me quiero quedar, quiero que me coja fuerte. —Se escuchaba mi llanto entrecortado.

Era una escuincla inocente que lloraba desconsolada de miedo, pero en el fondo sentía una gran excitación y quería que sucediera. El albañil me jaló del cabello para lamer mi cara, lo que me dolió, pero también me excitó mucho, me sentí tratada cual si fuese su zorra y me aventó sobre el colchón mugroso, se lanzó sobre mí abriéndome las piernas y con sus manos me quitó la blusa a tirones lastimándome, escuchaba como la tela se rasgaba. Quede con mi brasier rojo a la vista y el albañil que jadeaba de lujuria agarró mi brasier de la parte de enfrente y con sus dos manos lo estiró fuertemente lastimando mi piel hasta reventarlo, en consecuencia, mis senos quedaron completamente expuestos frente a ese animal hambriento, que al verlos comenzó a lamerlos deliciosamente como si quisiera tragárselos, me causaba una gran excitación sentir una lengua en mis senos por primera vez, estaba haciéndome chupetones, yo no dejaba de llorar entrecortadamente y agitada como escuincla. El albañil ahora estaba lamiendo y succionando mis pezones rositas, me estaba atormentando de placer, sentí como me los pellizcaba y se hacían como montañitas y muy duros, mi cara no podía evitar expresar placer, yo lo miraba muy cachonda con mi rostro bañado en lágrimas de miedo y excitación.

Después me lamió el cuello y lo chupeteaba mientras me decía en el oído:

—Que bien hueles putita, te quiero comer mamacita ¿Eres virgen? —Yo permanecí callada porque me daba mucha pena decir que todavía era una chica virgen.

—Te pregunté que si eres virgen mamacita. —Insistió ansioso

—Sí, soy virgen. —Yo trataba de controlar mi llanto entrecortado para poder hablar.

—Así es como me gustan mamacita, te voy a quitar tu virginidad ¿Quieres que sea el primero que te coja?

—Sí, quiero perder mi virginidad con usted. Quiero que me coja muy fuerte, solo que tengo miedo. —Le contesté mirándolo a los ojos, con mi voz dulce e inocente de escuincla.

—Pues si es lo que tú quieres entonces, te voy a complacer mamacita —Me dijo mientras frotaba con su mano mi vagina, algo que ningún hombre me había hecho.

Cuando me dijo eso mi abdomen se me contraía, tenía espasmos de miedo, no paraba de llorar de sentimiento, mi vagina estaba lubricando mucho, sentí una calidez y sensibilidad únicas, ¡quería ser penetrada y terminar con esa maldita virginidad, para convertirme en una chica sexualmente activa y conocedora del sexo!

En aquel momento estaba decidida a dejar que ese albañil maduro fuera el primer hombre en penetrarme, el hombre llevado por la lujuria que yo deliberadamente le había provocado, al no poder desabrochar mis tacones, arrebatadamente me las quitó a jalones rompiendo las correas, y las aventó a un lado, sentí mucho sentimiento porque eran un regalo que mi mamá me dio en mi cumpleaños, y más porque me iban a desvirgar y yo estaba desobedeciéndola regresando tarde a casa, mientras ella estaba trabajando en el hospital. El albañil continuó apresuradamente y desabotonó mis jeans para bajármelos de un jalón con sus dos manos y quitármelos por completo dejándome solamente con mi tanguita roja, me sentí humillada al ser desnudada por ese barbaján. Yo estaba boca arriba con ese hombre entre mis piernas, y él con su mano derecha agarró mi tanguita y me la arrancó de un jalón lastimando mucho mi zona íntima, aquel sujeto estaba impaciente por cogerme, yo era una chica muy dulce, tierna y fresca. Mi vagina rosita y depilada quedo expuesta ante él. Yo observé cachonda y recostada sobre el sucio colchón como él se restregó mi tanguita en su nariz y la olía como una bestia. El albañil me agarró de las piernas y las abrió completamente, me sentí tan ultrajada y expuesta, mis sentimientos femeninos estaban completamente vulnerados, me sentía tan ofendida y violentada, la indefensión que sentí al estar sola con ese hombre en una construcción, lloviendo y relampagueando, me hizo romper de nuevo en llanto. El albañil se lanzó sobre mi vagina y me lamió como animal sediento, metiendo su lengua en mi vagina virgen.

—Ay, chiquita sí eres virgen. Te voy a hacer disfrutar mucho mamacita ya lo veras, la vamos a pasar muy bien. Te voy a hacer mujer. —Decía depravadamente.

En ese instante, yo me preguntaba cuantas mujeres habrían estado ya con ese barbaján. El albañil se excitó mucho y comenzó a lamer insaciablemente mi vagina, lo que me provocaba contracciones en el abdomen y un fuerte sentimiento. El continuó lamiendo y de pronto sentí como succionaba y lamia mis labios vaginales.

—¡Aaayyy! ¡Mmmm! ¡Aaahhh! ¡Mmmjjjj! —Yo soltaba fuertes gemidos.

Me dio miedo que alguien pasara y me escuchara, así que guardé silencio y me ahogué en mi llanto entrecortado de placer, mientras movía mi cabeza de un lado a otro retorciéndome de placer, el albañil me miraba morboso disfrutando de mi excitación.

El barbaján se levantó y se quitó la playera apresuradamente, así como los pantalones y las botas de trabajo hasta quedar completamente desnudo. En ese momento pude ver la verga de ese hombre, era la primera verga que yo veía completamente erecta, parecía reventar de gorda y larga, tenía una ligera curvatura hacia la izquierda y apuntaba hacia arriba con la punta totalmente descubierta, le colgaban unos testículos muy grandes, el vello púbico era abundante. Yo sabía que iba a ser brutalmente desvirgada por ese albañil, ya que era un tipo rudo, fuerte y muy morboso, a quien yo había provocado, incluso le pedí me desvirgara, era algo que yo deseaba y ahora estaba a su merced. Pensaba en mis amigas con las que había estado festejando ese día, que seguramente ya estaban en sus casas, pensé en mi mamá que estaba trabajando y seguramente creía que yo ya estaba en mi habitación viendo la televisión, pero en realidad estaba a punto de ser brutalmente cogida y gozada por ese sucio albañil que me iba a penetrar por primera vez en mi vida, arrebatándome la inocencia.

El albañil me tomó del cabello y me arrodilló, llevándome contra su verga, yo solo giraba la cabeza y cerraba la boca para que no entrara esa verga sucia, olía a orines y me daba mucho asco.

—Abre la boca putita. —Me ordenó el muy depravado.

Así que yo abrí mis labios carnosos con labial rojo, él me jaló contra su verga metiéndomela hasta el fondo de mi garganta, sentí ganas de vomitar y me atragantaba, mis labios pegaban hasta la base de su verga y algunos vellos púbicos entraban en mi boca.

—No uses los dientes mamacita, solo los labios y la lengua, mueve tu lengua adentro. —Me indicaba como si yo fuese su perrita.

Yo le obedecí, pero me costaba trabajo estaba muy gruesa apenas cabía en mi boca, no sabía cómo hacerlo pues nunca había dado sexo oral a un hombre y así que lo hice lo mejor que pude. Me faltaba el aire y mis ojos derramaban lágrimas de atragantamiento que escurrían el rímel de mis pestañas mientras lo miraba a los ojos con un deseo que me desbordaba, estaba ya muy cachonda y quería ser suya. Aquel hombre me estaba disfrutando tanto que jadeaba de placer al tener su verga adentro de mi boca, yo me sentí feliz de hacer sentir a ese hombre tanta excitación, él me jalaba del cabello, metía y sacaba su verga de mi garganta frenéticamente impactando mis labios rojos hasta la base de su verga.

Después de algunos minutos me volvió a aventar boca arriba sobre el colchón y él se acercó apresuradamente jadeando y diciendo vulgaridades.

—Ahora sí, te voy a meter la verga mamacita, vas a sentir lo que es tener una verga bien adentro.

El albañil abrió mis piernas muy fácilmente pude sentir que era un hombre muy fuerte, yo volví a llorar entrecortadamente como escuincla, tenía mucho sentimiento y no podía controlarme, los nervios se apoderaban de mí nuevamente. El albañil acercó su rostro morboso a mi zona íntima y escuché como sacó un gargajo y me escupió en la vagina para lubricarme. Yo estaba aterrada viendo como aquel hombre restregaba la punta de su verga en mis labios vaginales, esparciendo el gargajo que me había escupido, preparando mi vagina para desvirgarme. Entonces con una de sus manos sostenía mi pierna derecha y con la otra mano acomodó su verga a la entrada de mi vagina, sentí como mis labios vaginales estaban tan sensibles por las lamidas que me había dado, el barbaján metió un poco la punta de su verga y sentí como mi vagina se abría por primera vez para recibir un sucio miembro viril, me dio mucho miedo pues me iba a romper el himen con su verga al natural, quien sabe que enfermedades podía transmitirme o dejarme embarazada. El albañil dejó la punta de su verga colocada a la entrada de mi vagina rosita y depilada, levantó mis piernas acomodándolas sobre sus hombros.

—¿Estás segura que quieres que te coja con todas mis fuerzas? —Insistió advirtiéndome de lo que me haría sufrir.

—¡Sí, por favor, ya cójame, hágalo! —Le grité ardiendo de excitación.

El albañil mirándome lascivamente me tomó de las piernas mirando morbosamente mi vagina y de un violento empujón me penetró desgarrándome el himen. Sentí como su verga entro hasta el fondo de mi vientre destrozándome por dentro, fue un ardor insoportable que me arrebató la virginidad, yo solté un fuerte grito que rasgaba mi garganta.

—¡Aaaaaahhhhhhh! ¡Aaaahhhh! ¡Aaayyy! —Sentí que me desgarró la vagina.

—¿Estás bien hermosa? ¿Quieres que continúe? —Me preguntó muy excitado.

—Sí, estoy bien, cójame fuerte, no se detenga. —Mi cara estaba bañada en lágrimas.

—Pero no grites tan fuerte hermosa, porque vayan a escucharte y pueden pensar que te estoy haciendo algo que no quieres, no quiero que me metas en problemas.

Entonces él agarró mi tanguita roja que estaba aún lado en el colchón, y me la puso en la boca para callarme.

Él seguía hundiendo con fuerza su verga en mi interior, mi abdomen sufría fuertes espasmos y mis piernas estaban acalambradas, solo me retorcía de dolor. Él saco su verga completamente su verga ensangrentada.

—Sí eras virgen mamacita mira cómo me manchaste de sangre la verga. Te voy a disfrutar mucho. Te voy a hacer mi mujer.

Entonces él volvió a colocar su verga y me la ensartó de un fuerte empujón, mi vagina estaba lubricada por mi sangre de mujer escarlata, sentía como me ardía cada que la sacaba y me penetraba de nuevo. Él me estaba penetrando violentamente, como un animal, sentía todo su peso caer sobre mi vagina enterrándome la verga hasta topar, cada que lo hacía yo quería gritar, pero el aire me faltaba hasta que escupí la tanguita fuera de mi boca y grité del dolor en repetidas ocasiones. Entonces él metió sus dedos en mi boca callándome aterrada, yo seguí llorando entrecortadamente como escuincla pues tenía un fuerte sentimiento de ser desvirgada.

Continuó cogiéndome brutalmente de forma frenética, la penetración era muy rápida y el albañil estaba muy agitado, sentía sus gotas de sudor caer sobre mi piel, entonces él se lanzó sobre mis senos para lamerlos, eso me hizo sentir un poco de alivio pues era como una caricia que me relajaba, después comenzó a succionarlos y apretarlos muy fuertemente con sus manos, pellizcaba y jalaba mis pezones rositas provocándome un dolor insoportable, sentía como si me los fuera a arrancar. Me estaba atormentando con una mezcla de dolor y placer que me arrebataban fuertes gemidos:

—¡Aaaahhhh! ¡Aauuuu! ¡Mmm! ¡Mmjjj! ¡Aaahhh! ¡Aahh! ¡Sí! ¡Mmjjj! —Él disfrutaba mucho hacerme sentir placer y causándome dolor a la vez, cada que me quejaba podía ver su cara de morbosidad.

Después de ser desvirgada brutalmente por él, durante media hora quizá, escuché el timbre de mi celular sonando, provenía de mi bolsa que estaba tirada a unos metros de distancia, era mi mamá, llamando para preguntarme si ya estaba en casa. Me sentí tan sucia al tener esa enorme verga dentro de mí, desbordándome de placer. Sentí como el albañil al escuchar mi celular aceleró el ritmo y me comenzó a embestir como un animal, me lastimaba mucho el fuerte impacto de su cuerpo en mi zona femenina, me destrozaba por dentro violentamente con esa verga enorme, pude ver como cambió el gesto de su cara, se veía como un animal desbordando de lujuria. Yo me sentí tan indefensa y femenina al estar siendo penetrada de forma tan vigorosa, que un calor fue alimentándose en el fondo de mi vientre, era como una llama que ardía de placer en mi interior, sentí una sensibilidad y excitación única en mi vagina, mi piel se erizaba levantándome los pezones y dejándolos duros como montañas, las piernas se me entumían, y mis ojos se me desviaban hacia arriba del placer que me provocaba esa tremenda verga, mi abdomen se contraía y mis piernas comenzaron a temblar a la vez que mi vagina se convertía en un rio de agua dulce, estaba teniendo un fuerte orgasmo, el primero de mi vida, había dejado de ser una chiquilla.

—Ay chiquita, te viniste bien rico, que buena estás mamacita, eres una putita. —Yo solo podía escuchar el sonido húmedo de nuestros cuerpos al chocar piel con piel.

De pronto el albañil comenzó a jadear muy fuerte hasta que de un empujón me enterró la verga hasta topar, sentí que me rompió por dentro con esa última embestida y como un chorro de semen caliente me inundó el vientre provocándome espasmos, el albañil permaneció dentro de mí dejando caer todo su peso, estaba muy agitado y cansado, me mojó de sudor. Yo sentía mi vagina mojada de sangre escarlata y de semen escurriendo, mientras ese hombre sucio iba perdiendo la erección, me había usado a su antojo, saciando su lujuria, tal como yo quería.

El sufrimiento que estaba sintiendo no había terminado, él continuaba disfrutando de mi cuerpo, me lamía el cuello tragándose mi perfume y me besaba metiendo su lengua muy adentro de mi boca, me lamía dentro del oído y las lágrimas saladas de mi cara.

—Ya ves mamacita, para que me pedias que te cogiera con todas mis fuerzas. Me provocaste tanto que mira cómo te cogí de duro morrita, hueles bien rico putita, ¿Ya conseguiste lo que buscabas? Quien diría que a una morrita le gustaría tanto la verga.

Yo me sentía muy cachonda y desnuda en esa construcción, nadie se podría imaginar que yo estuviese ahí, me excitaba oler el aroma a tabaco y sudor de ese hombre, del cemento y tierra de la construcción, así como la mugre del colchón viejo en el que perdí mi virginidad.

Pasaron unos minutos y creí ya todo había terminado, pero de pronto sentí como la verga de ese hombre estaba teniendo de nuevo una fuerte erección, era muy dura y grande, estaba sobre mi zona íntima y pensé que me volvería a penetrar. Me puse muy cachonda y comencé a lubricar de nuevo, él volteó a verme como si me quisiera comer.

—Ay mamacita, estás tan sabrosa que ya me pusiste bien dura la verga de nuevo —Me dijo mientras me miraba el culo—. Voltéate mamacita.

—¿Cómo? —Pregunté un poco confundida.

—Ponte boca abajo mamacita. —Insistió de forma muy depravada.

El albañil me tomó de las piernas y bruscamente me giró boca abajo, yo volví a entrar en pánico, de inmediato supe que ese hombre quería penetrarme por el ano. Yo en aquel entonces ni si quiera imaginaba la posibilidad de llegar a tener sexo anal con alguien, me parecía sucio e impensable.

El albañil me abrió las piernas con fuerza, escuché cómo sacó un gargajo y se acercó a mi culo para escupirme y lubricar mi ano. Después se acomodó colocando la punta de su verga enorme en la entrada de mi culo, me quedé inmóvil del miedo, estaba aterrada.

—No por favor, eso no, por ahí no. —Le grité muy asustada, pero a la vez excitada de sentir esa verga a la entrada de mi ano.

—Tu déjate llevar mamacita, solo relájate. Te va a doler mucho, pero después lo vas a disfrutar más.

—Ya verás que te va a gustar sentir mi verga en tu culo ¿Sí me dejas cogerte fuerte por el culo preciosa? —Él albañil me persuadía con su lujuria.

—Sí, está bien, quiero saber que se siente, hágalo muy fuerte también. —Le contesté invadida por el morbo, quería saberme desvirgada de mi ano también.

—Te va a doler mucho, si en algún momento no lo soportas, me dices y lo dejaré de hacer. —Estúpidamente cuando me dijo eso me sentí querida y más segura.

El albañil restregó varias veces la punta de su verga en mi ano ensalivado, lo que me provocó mucha sensibilidad y excitación. En ese momento me puse muy cachonda, quería sentir esa verga entrando por mi ano. El hombre colocó su verga presionando un poco mi esfínter anal, y cuando estaba sintiendo como mi ano se abría un poco para recibir tremenda verga, él albañil dejo caer el peso de su cuerpo sobre de mí ensartándome su verga bestialmente de un empujón. La verga de aquel hombre se abrió paso entre mi ano, desgarrándolo brutalmente hasta topar y destrozándome por dentro. Sentí una punzada insoportable en mi esfínter anal, el dolor me recorrió todo el cuerpo, mi corazón se aceleró y la vista se me encandilaba, sentía que me iba a desmayar. El ardor fue horrible, yo me retorcía, pataleaba y manoteaba de dolor, rechinando mis dientes quería sacar esa verga de mi culo, pero cada que me movía solo conseguía que su verga entrara más profundamente, no podía levantarme ya que él estaba sobre mi espalda y pesaba mucho, me sentía vulnerable al no poder moverme. Estuve a punto de pedirle que se detuviera, pero mi morbosidad pudo más, el saber que me acababan de desvirgar el ano me hizo sentir muy sucia y excitada, así que lo dejé continuar sodomizándome. Mis senos excitadísimos por las chupeteadas que me había dado antes, rosaban en el colchón mugroso, me sentí tan cachonda, en ese momento yo creía que me iba a desmayar, ya no tenía fuerzas, estaba completamente rendida, adolorida, pero la lujuria que la verga de ese hombre despertó en mi al penetrarme por el culo me hacían soportar aquel tormento. Mis ojos cafés claros hermosos me ardían de tanto llorar, las lágrimas saladas resecaban mi rostro escurriendo el rímel de mis pestañas. El albañil saco lentamente su verga y me sentí un poco aliviada, pero solamente lo hizo para penetrarme de nuevo con más fuerza, reventándome el culo de una forma más dolorosa. Me estaba cogiendo brutalmente, la penetración era muy rápida y profunda, sentía como si quisiera desgarrarme con cada impacto de su miembro viril contra mi culo. Él abría mis nalgas para enterrarme la verga más profundamente, yo sentía mucho ardor dentro y fuera de mi ano, cada que sacaba su verga para ensartarla de nuevo, sentía como mi ano se abría de forma desgarradora.

—Ya estás sangrando perrita, así te va a entrar más rico. —Al escucharle decir eso sentí mucho miedo y me dio mucho sentimiento.

—¡Aaahhhh! ¡Aaahhhh! ¡Aaayyy! ¡Aaahhh! —Me resultaba inevitable gemir de dolor y placer.

El sentirme tan vulnerada por ese sucio albañil, me provocaba una sensación de plenitud, de entrega total hacia el primer hombre que estaba disponiendo de mi cuerpo para satisfacerse y yo solamente quería sentirme cogida y disfrutada por él. Cuando de nuevo escuché el timbre de mi celular sonando, era mi mamá llamándome por segunda ocasión, en ese instante yo ya no quería contestar, lo último que quería era que alguien supiera lo que estaba haciendo, pues sabía que mi mamá se avergonzaría de mi al saber que fui una zorra que buscó a ese sucio hombre para que me desvirgara, no quería causarle tal pena. Así que el teléfono siguió sonando hasta que se calló, mientras yo sentía el ir y venir de esa verga enorme dentro de mi culo lubricado por mi sangre escarlata y completamente adormecido por los fuertes golpes que el cuerpo de ese albañil, daba contra mis nalgas en cada embestida.

El albañil siguió cogiéndome durante mucho tiempo, tal parecía que estaba durando más que la primera vez. Se acercaba a mi cuello mientras me penetraba y me olía, me sentí tan feliz de usar ese perfume costoso, pues él se deleitaba oliéndome el cuello y eso le excitaba más, le ponía mucho más dura la verga, cada que él respiraba mi perfume yo podía sentir su verga palpitar dentro de mi culo.

—Ponte de perrita, para cogerte más fuerte preciosa. —Me decía sin sacar su enorme verga de mi culo

—¿Así verdad? —Le pregunté mientras me ponía en posición de cuatro, con mis senos completamente pegados al colchón y con la espalda arqueada hacia abajo, dejando mi culito empinado como un corazón—. Ah qué puta me saliste, si bien qué sabes cómo.

Él me comenzó a penetrar de una forma mucho más violenta pues ahora me tomaba con fuerza de la cintura y me jalaba contra él, al mismo tiempo que empujaba su verga ensartándola brutalmente en mi culo. El dolor era desgarrador, sentía como la punta de su verga me destrozaba por dentro, pero la excitación y lujuria de sentirme tan poseída y penetrada por ese hombre de una forma tan arrobadora, me hacían pedir más con mis gemidos.

—¡Aaaahhh! ¡Sí, Cójame!, ¡Aaahhh!, ¡Me Duele!, ¡Aaahhhaaa!, ¡Mmm!, ¡Aaahhh! … —Cada que ese hombre sacaba su verga de mi culo, yo sentía una fuerte necesidad de que me la ensartara de nuevo.

Mi culo pedía verga, era como si ese miembro viril me complementara. Sentía el ano totalmente desgarrado y húmedo por la sangre, sentía como se quedaba abierto cada que él retiraba su verga y la ensartaba de nuevo brutalmente de manera incesante. Él estaba gozándome, tal parecía que cada que yo soltaba un gemido de dolor al llorar entrecortadamente y rasguñando el colchón él estaba disfrutándolo. Entonces él se detuvo por un momento, pero sin soltarme, mientras volteaba hacia la entrada de la construcción para ver que no hubiera nadie, pude notar que estaba nervioso de que alguien nos viera, después de unos segundos continuó más rápidamente. Yo tenía las piernas entumidas y los brazos cansados de estar en posición de cuatro, me sentía muy adolorida y tremendamente extasiada. El albañil siguió cogiéndome, jalando violentamente mi culo contra su verga, escuché un escupitajo y pasó su mano derecha por enfrente de mi vagina y empezó a dedearme, introdujo sus dedos en mi vagina causándome un delicioso gemido.

—¡Aaaaaaaaahhhhhh! —Me ruboricé, ese gemido fue una clara muestra de entrega.

Pues yo estaba muy sensible de esa zona recién desvirgada. Cuando estaba dedeando mi vagina sentí que su verga se le ponía más dura y se ensanchaba dentro de mi ano, mientras él me embestía salvajemente. Lo hacía de forma violenta a un ritmo muy acelerado, mirando hacia la entrada de la construcción. Él estaba muy nervioso, tal parecía que deseaba terminar pronto para irse de ahí. Su comportamiento cambio y fue más violento. El me cogía con gran ímpetu.

—Me tienes bien caliente mamacita, tu culo está bien apretadito mi reina, ¿te gusta que te coja por el culo?, ya ves de lo que te ibas a perder.

—Me duele mucho, pero se siente rico. Sí, me gusta mucho.

—Me pones bien caliente hermosa, se siente bien rico estar adentro de ti. —Decía él mientras seguía destrozándome el culo.

Yo saboreaba mis lagrimas sintiéndome tan lastimada y vulnerable a merced de ese albañil. Le entregaba mi culo adormecido aventando mis nalgas contra él para complacerlo, ya que escucharlo jadear de placer me causaba un gran gozo. Jamás en mis fantasías de chica adolescente me había imaginado el dolor y la excitación que sentiría en mi primera vez, lo que estaba experimentando era algo completamente morboso, sucio y de la más baja moral. Seduje a un hombre de la construcción para que me cogiera y desvirgara. Estaba siendo gozada por ese barbaján como su objeto de placer, yo me sentía muy femenina y halagada al sentir como ese hombre me estaba cogiendo con tanto frenesí.

Por tercera vez el timbre de mi celular estaba sonando dentro de mi bolso, él se disgustó mucho pues no quería soltarme para apagar el celular, pero tuvo que hacerlo, pues noté que se puso nervioso ya que alguien podría escuchar el sonido de mi celular dentro de la construcción, quizá como aparento menos edad de la que tengo, al ser una dulce escuincla él creía que era menor de edad y podrían denunciarlo, lo que yo no pensaba hacer ya que tenía 18 años cumplidos y era algo consensuado que yo misma había buscado. Me soltó y buscó el celular dentro de mi bolso para dármelo.

—Ya apaga tu celular. —Me dijo impaciente, tal parecía que lo desconcentraba.

Al ver mi celular, me di cuenta que efectivamente era mi mamá llamándome por tercera ocasión, me dio sentimiento porque yo sabía que mi mamá, no habría querido para mí una experiencia así, al perder mi virginidad, por el contrario, ella siempre me decía que debía reservarme para el matrimonio y con alguien a quien yo amara. Tal idea a mí me resultaba algo anticuada y santurrona. La sensación morbosa que me daba el estar siendo brutalmente cogida en esa construcción superaba por mucho cualquier expectativa que alguna vez hubiese tenido en mente. Entonces yo apagué el celular y lo dejé aun lado del colchón.

—Listo, ya lo apagué para que nadie nos interrumpa.

—¿Te gusta que te dé por el culo verdad putita?

—Sí, se siente muy rico, me gusta que me coja por el culo, siento muy calientito y rico. —Le contesté poseída por la lujuria que recorría cada centímetro de mi cuerpo

Entonces, él me jaló del cabello hacia atrás contra su verga para ensartarme. Yo estaba en posición de cuatro pero las piernas ya no me respondían y mis brazos adormecidos, no podía mantener la posición, entonces sentí como el albañil, me jalo de las piernas haciéndome caer boca abajo contra el colchón y el cayó sobre mi espalda con su verga dentro de mi culo, provocándome un fuerte dolor por dentro.

Mis rodillas, brazos y senos frotaban contra el colchón mugroso. Quedé rendida boca abajo y pude ver delante de mí en el suelo la playera negra de heavy metal del albañil, tenía un estampado de un grupo de rock y unas palabras que decían “Aleister Crowley” era lo único que yo podía ver en ese momento y el concentrar mi atención en el estampado de la playera, era lo único que me hacía soportar el dolor que sentía, inexplicablemente encontré en las palabras “Aleister Crowley” un refugio y consuelo. Recordé que cuando me enfermaba, mi mamá que es enfermera me distraía para que no me dolieran tanto las inyecciones que me aplicaba, entonces para distraer mi atención del dolor comencé a pronunciar en mi mente las palabras “Aleister Crowley”. El albañil, de nuevo se subió sobre mi culo, me abrió las nalgas estirando la piel de mi ano muy fuerte y dejo caer todo su peso contra mí, ensartándome la verga violentamente y arrebatándome un grito desgarrador, lo escuchaba jadear ansioso por eyacular. El sucio albañil me estaba cogiendo brutalmente contra el colchón con todo su peso sobre mi espalda embistiendo mi culo y en consecuencia la piel de mis piernas abdomen y senos restregándose en aquel colchón rasposo y sucio, sentía que mis pezones rosaban contra la tela áspera del colchón cual si fuera una lija, estaba siendo destrozada, gemía fuertemente, el placer ahora superaba por mucho el dolor causado.

—¡Aahh! ¡Aaaaahhhh! ¡aaayyy! ¡Ah! ¡Mmmjj! ¡Aauuu! ¡Aaayyy! ¡Que rico, me gusta, siento calientito! ¡Cójame! ¡Sí! ¡Así! ¡Mmmjjjj! —Yo no dejaba de llorar, pero el placer era tanto que pedía más.

—¡Sí! ¡Así! ¡Cójame más duro! ¡Quiero que me coja más fuerte! ¡Que rico se siente! ¡Cójame! ¡Aaahhh! ¡Aaayyy! ¡Sí! ¡Que rico! ¡Aaaaahhhh! ¡Aaahhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaayyy! ¡Aaahhh!

Entonces él se excito mucho más, me jalo del cabello, el albañil comenzó a cogerme más fuerte, de una forma muy agresiva durante un par de minutos, me sentía desvanecida sobre el colchón, mi cuerpo completamente entregado y relajado, hasta que lo escuché jadear como animal, y sentí como su verga disparaba chorros de semen dentro de mi culo, fue una sensación cálida, fue tan hermoso lo que sentí, tan delicioso saber que ese hombre se satisfizo junto conmigo. Me sentí muy sucia y morbosa, ese albañil depravado había eyaculado su semen ensuciándome por dentro. Me dio mucho sentimiento y lloré de placer, me sentí tan plena al saber que en unas horas mi vida había cambiado para siempre, ya no sería más aquella escuincla inocente, ahora me sentía mujer, y no solo eso que ya era mucho, sino que me sentía capas de complacer a cualquier hombre, ahora sería una zorra que había terminado con su virginidad de una forma impensable.

El albañil, se quedó dentro de mí durante unos segundos restregándome la verga como si quisiera seguir destruyéndome por dentro, mientras me hablaba al oído estando tremendamente excitado.

—Mamacita, que rico hueles, eres una putita muy fina. Que rico se siente estar dentro de ti mi reina.

—Soy suya cójame, siento muy rico.

—No le vayas a decir a nadie, tú sabes que esto fue porque tu quisiste ¿Verdad? ¿Te gustó mi reina?

—Sí, no se preocupe, no lo meteré en problemas. Me dolió mucho, pero estuvo muy rico, esto es lo que yo quería. —Yo sentía el culo muy sensible y mi ano latía desgarrado.

El albañil retiro su verga manchada de mi sangre de mujer escarlata y se vistió apresuradamente, mientras yo permanecía tirada en el colchón, con la vagina y el ano desvirgados, manchados de sangre y mi rostro con él rímel de mis pestañas escurrido por mis lagrimas saladas. El albañil recogió unas cosas que tenía cerca del colchón, salió corriendo de la construcción mientras miraba a los lados para verificar que no le viera nadie.

Cuando vi que se había ido, me levanté adolorida con el semen y sangre escurriendo por mi entrepierna. Me puse mi tanguita roja que había quedado floja por los tirones, me vestí con mis jeans manchándolos de sangre por dentro, estaban tan ajustados que hacían fricción en mi zona íntima y me dolía mucho así que les dejé desabotonados y con el zíper abajo para que no me lastimaran tanto, recogí mi brasier rojo rasgado y lo metí en mi bolso. Me puse mi blusa blanca que estaba muy rasgada por los tirones, dejándole algunas manchas con la sangre que traía en mis manos por haber tocado mi entrepierna.

Mis tacones tenían las correas rotas, ya que el albañil me los había quitado a tirones, me los puse, pero no podía caminar bien con ellos, pues me podía torcer los tobillos. Entonces tomé mi celular del suelo, lo guardé en mi bolso y salí de la construcción caminando muy despacio entre la grava, cemento y arena que había en el suelo. El camino estaba muy oscuro, miré a los lados y no había nadie, solo un par de coches estacionados en unas casas como a 30 metros de distancia. Me sentía muy avergonzada y humillada, no quería me fueran a ver desgreñada, con la piel mugrosa, la ropa sucia y rasgada. Mi rostro, aunque no podía verlo sabía estaba manchado por el rímel que escurrieron mis lágrimas y del labial de mis labios. Así que caminé y me fui hasta llegar a la entrada de mi colonia, escondiéndome entre las casas y los vehículos estacionados. Evitando con la mirada hacia abajo a las pocas personas que había en la calle, con mi mano derecha iba sosteniendo mi blusa ya que los senos se me descubrían, pues la blusa había quedado muy floja por los bruscos tirones de ese albañil, que se dejó llevar por la fuerte lujuria que desperté en él. Caminaba un poco mareada por el alcohol que había tomado en casa de mis amigas, mis tacones estaban muy flojos pues tenían rotas las correas y los tobillos se me torcían. Cuando iba a llegar a mi casa vi que uno de mis vecinos estaba afuera, así que esperé sentada entre unos coches hasta que se metió a su casa y yo pude entrar a la mía sin ser vista.

Al entrar a mi casa, aseguré la puerta con todas las cerraduras, me quité los tacones y con ellos en la mano, subí por las escaleras corriendo hasta mi habitación y dejé mi bolso sobre el mueble junto con mis tacones, me tiré rendida sobre la cama soltando una sonrisa y mirada de satisfacción, gozo y plenitud. No podía creer lo que había hecho, me sentía muy extraña al ver mis juguetes de cuando era más chica, mis osos de peluche, mis barbies, etc… Yo había dejado de ser virgen, y me costaba creerlo, abracé uno de mis peluches y me puse a llorar de sentimiento acostada en la cama durante una hora aproximadamente, pensando en todo lo que había pasado. Cuando ya estaba más tranquila, bajé a la cocina para tomar un poco de jugo de arándano que había en el refrigerador. Tomé el teléfono de la sala y me senté en el sofá, para llamarle a mi mamá, no sin antes pensar en que decirle y tratar de controlar mi voz para escucharme tranquila. Así que le llamé a su celular y le dije que me disculpara por no contestarle debido a que el volumen de la música era muy alto y no escuche timbrar el celular. También le dije que se nos fue muy rápido el tiempo y que lamentablemente habíamos tenido una discusión en casa de mi amiga con una chica que ella había invitado y que terminamos peleándonos, pero que ya estaba en casa y todo estaba bien. Entonces mi mamá me regañó y me dijo que platicaríamos cuando llegara al día siguiente de trabajar.

Subí a mi habitación para revisarme pues estaba muy adolorida, así que me desnudé y al verme en el espejo grande de mi habitación observé mi cabello maltratado, mis labios estaban manchados de labial tal como yo me imaginaba, mi cara con el rímel escurrido y reseca por las lágrimas saladas. Tenía dos chupetones muy grandes y evidentes en el cuello. Mis senos estaban raspados por el colchón mugroso y chupeteados, mis pezones rositas estaban muy irritados y sensibles todavía. Mi abdomen, piernas y rodillas igualmente raspados por el colchón y con algunos chupetones. Me giré para verme en el espejo y abrí mis nalgas ensangrentadas con cuidado para revisarme, tenía el ano muy irritado y enrojecido, me ardía mucho. Me senté en la cama, abrí las piernas y observé que tenía chupetones en mi zona íntima, estaba manchada de sangre escarlata y semen que escurrían de mi interior, mis labios vaginales muy sensibles. Literalmente la bestia había pasado sobre de mí, y yo con mi sonrisa de plenitud mirándome al espejo, toda excitada y feliz de la experiencia tan dolorosa, pero deliciosa que acababa de vivir.

Tomé toda la ropa que había usado ese día y la metí en una bolsa de plástico que escondí y tiraría a la basura al día siguiente. Guardé mis tacones que después de tiempo mandaría a reparar de las correas. Quería deshacerme de cualquier evidencia, no podía ni imaginarme contándole a alguien sobre lo que sucedió, nadie podía saberlo o quedaría etiquetada como “la zorra de la colonia” no quería que mi familia pasara por eso, ni ser la burla y la pena de la sociedad. Así que me bañé y me acaricié mientras imaginaba que mis manos eran las de aquel hombre, cuidando de no lastimar más mis partes íntimas que me ardían con el shampoo y el agua. Al salir fui al cuarto de mi mamá quien como es enfermera tiene un amplio botiquín, entonces tomé algunas pastillas tranquilizantes, otras para el dolor y la inflamación, unos antibióticos para tratar de prevenir alguna infección. Me apliqué algunas cremas para los raspones y otras para evitar infecciones en mis partes íntimas. Me maquillé lo mejor que pude en las zonas donde tenía raspones, moretones y chupetones, curé mis labios con alcohol y un labial hidratante. Me puse pijama y bajé a tomar leche y cereal. Subí a mi habitación a ver caricaturas para distraerme, tardé un par de horas hasta quedarme dormida.

Al amanecer escuché que ya había llegado mi mamá, me puse muy nerviosa, sabía que me iba a regañar por haberla desobedecido. Le platiqué sobre la supuesta pelea en casa de mi amiga mientras desayunábamos juntas, me costaba trabajo mirarla a la cara y platicar, me sentía muy avergonzada pues no podía compartirle a mi propia madre que había sido una zorra en celo la noche anterior. Yo solo decía que tenía jaqueca por haber tomado tequila y que la resaca me tenía mal. Más tarde tomé la bolsa de plástico con la ropa que había escondido, salí para tirarla en un contenedor para basura y fui a la farmacia para comprar una pastilla anticonceptiva de emergencia. Así pasaron algunos días, yo casi no salía de la casa, sentía mucho miedo de llegar a encontrarme con ese albañil, pensar que él podía platicarles a sus amigos y afectar mi reputación. Dejé de visitar a mi amiga en su casa durante meses prefería que nos viéramos en algún café o bar. Después de medio año, pasé por esa calle de nuevo junto con mi mamá en el coche y pude ver que la construcción donde fui desvirgada por ese hombre había sido terminada y ahora era una casa de dos pisos donde vivía una familia. Cada que paso por esa calle, volteo a ver la casa donde perdí mi virginidad. Esa excitante experiencia fue el parteaguas de mi vida sexual, ya que morí en mi virginidad para nacer a la promiscuidad.

Alexandra Love.