Me follo al novio de mi hija
Follando con el novio de mi hija
Voy a contarte la historia sobre cómo le quité el novio a mi hija para apartarlo de ella porque no me gustaba… Al leer esto probablemente te estés preguntando: ‘¿Cómo pudo hacerle algo así a su hija?’ o algo similar… Pero antes de apresurarte a juzgar lo que yo hice, déjame contarte algo sobre mi querida hija.
Kelly es una jovencita de dieciocho años, bastante malcriada… Es la única hija de un matrimonio fallido y por eso juega con esta situación para obtener lo que quiere.
Su padre y yo la tuvimos antes de darnos cuenta de que nuestro matrimonio estaba acabado, y ahora ella utiliza esto como un medio para conseguir todo lo que puede de su padre y de mí.
Peter y yo nos conocimos a través de un amiga común en una fiesta que había organizando… Nuestra amiga común, siempre hacía fiestas… Le encantaba organizarlas y que fuera mucha gente… Y en una de sus famosas fiestas conocí a Peter.
Nos llevamos bien de inmediato y al principio, las cosas fueron perfectas entre nosotros… El sexo que tuvimos fue increíble y Peter era muy cariñoso… Unos pocos meses después nos casamos… Yo tenía veintiún años y Peter, veinticinco… Llevábamos casados poco más de tres años, cuando nació Kelly.
Pero tener a Kelly, cambió a Peter… No puedo explicar los motivos pero lentamente se volvió más distante de mí… Estaba obsesionado con el trabajo y pasaba más y más tiempo en la oficina.
Se iba temprano a trabajar y regresaba a altas horas de la noche… Cuando llegaba a casa, estaba tan cansado que la mayoría de las veces se quedaba dormido en el sillón… Cuando le preguntaba si quería cenar, por lo general decía que estaba demasiado cansado o que ya había comido algo en la oficina.
El sexo para nosotros se volvió casi inexistente… Tuve que ocuparme de atender mis propias necesidades lo mejor que podía y me compré un par de consoladores para poder correrme… Pero eran un pobre sustituto de lo real.
Finalmente, se hizo todo cada vez más insoportable y cuando Kelly tenía siete años, nos divorciamos… Había pasado diez años de matrimonio y siete años fueron realmente malos.
El divorcio no nos fue bien a ninguno de nosotros, pero afectó a Kelly más que a nadie… No podía entender por qué mamá y papá ahora vivían en diferentes ciudades ya que yo me había ido a vivir a una ciudad proxima para comenzar de nuevo y así Kelly podía estar con su padre cuando era su turno de tenerla.
Cuando Kelly llegó a la adolescente, tuvo los problemas e inquietudes típicas de las adolescentes, y también tomó la actitud de culpar más a su padre más que a mi de nuestra separación… Sé que él tiene una nueva novia joven, que congeniaban bien con Kelly.
Mi hija había tomado conmigo la actitud de presionarme, amenazándome todo el tiempo, diciéndome:
– «No me vayas riñendome continuamente o me iré a vivir con papá y Angela»
Y yo no quería eso porque sabía que mi exmarido sólo buscaba que ella me lastimara y tenía que contenerme a pesar que sabía que no la estaba educando como debía hacerlo y eso le pasaría factura.
Un día llegué a casa despues del trabajo y encontré a Kelly y su novio actual, un chuleta con chaqueta de cuero llamado Robert, sentados en el sofá del salón, besándose, abrazándose y palpandose… Los ignoré y seguí con la bolsa con la comida que había comprado y la llevé a la cocina.
– «Kelly, hay otra bolsa en el coche… Tráela… Tengo que preparar la cena», le dije.
Ella no me hizo caso y continuó besándose con Robert.
– «Kelly, por favor, ve a sacar la bolsa del coche», repetí.
– «¡No puedo!», me respondió en tono de burla, riéndose con Robert, quien se rió junto con ella.
‘Joder, lo haré yo misma como siempre’, pensé.
Cuando pasé junto a los dos, la escuché decir:
– «¿Guardaste mis cigarrillos?»
– «Sabes que no quiero que fumes, Kelly… Es un hábito asqueroso y repugnante», le dije.
– «¡Papá me deja fumar!… Incluso me compra mis cigarrillos… ¡Por Dios, mamá, a veces eres una perra!»,me respondió insultándome.
Cómo no quería discusiones y menos delante de ese tipo, salí del salón en dirección a sacar delcoche la bolsa de la compra que hice… Podía oírlos reírse de mí pero no quise demostrarle que sus palabras me dolían… Cuando volví con la segunda bolsa, Robert se estaba preparándose para irse.
– «Bueno, cariño, mañana nos vemos», dijo.
– «¿Tienes que irte?… ¿Me vas a dejar sola con ella?», le dijo mi hija, mientras yo la escuchaba al tiempo que hacía la cena en la cocina.
Después de que él se fue, Kelly se metió en su habitación, enojada porque aparentemente arruiné su noche de besos y quién sabe qué más cosas.
Pasaron un par de días y yo estaba en casa limpiando… Era mi día libre en el trabajo y Kelly estaba con una de sus amigas cuando Robert vino a la casa.
– «Hola, Sra. Alfeston, ¿está Kelly en casa?», me preguntó.
– «No, Robert, ella está con alguna de sus amigas», le dije.
– «Gracias», dijo y se volvió para irse.
– «Espera un momento Robert, ¿puedo hablar contigo un segundo?», le pregunté.
– «Claro.»
– «Entra… Traeré un par de bebidas… ¿Quieres una cerveza?», le pregunté.
– «Claro …», respondió un poco desconcertado.
Cogí un par de cervezas y las traje al saloncito donde estaba Robert sentado en el sofá, al borde de su asiento, como si estuviera listo para salir en cualquier momento.
– «Relájate Robert, sólo quiero hablar contigo… Kelly y tú os estáis viendo desde hace tiempo, ¿no?», le pregunté.
– «Sí, desde hace casi cuatro meses más o menos, ¿por qué lo dice?»
– «Creo que es bueno que tú y ella osjuntéis… Quiero decir que después de algunos de otros vagos que ha traido a casa, es bueno verla con un tipo decente», le dije.
Esto era una mentira total… Robert era uno más de los tipos que había traido a casa… Yo tenía un plan para desquitarme de una hija y enseñarle la lección de no meterse con su madre como lo hacía.
– «¿De verdad?» dijo aturdido porque en realidad le había hecho un cumplido.
– «Claro… Deberías ver la basura de chicos que ha traído a casa… Algunos de ellos parecían no haberse bañado en meses»,le dije.
Me miró todavía desconcertado por mi deseo de hablar con él… Decidí hacer otro movimiento.
– «Te gusta mi hija, ¿verdad, Robert?», le pregunté.
– «Claro… Por supuesto que sí», me respondió.
– «Ella tiene buen tipo, ¿verdad?», seguí preguntándole.
– «Naturalmente», dijo.
Pude ver que estaba un poco incómodo con mis preguntas, así que traté de que se relajara.
– «Está bien, Robert, Kelly y yo tenemos nuestras diferencias, pero a veces también hablamos, especialmente sobre chicos y esas cosas que ya sabes,eh?», le dije sonriendo… Esto lo hizo sentirse un poco mejor… Pensé que estaba listo para ir yo más lejos.
– «Sabes, Robert… Ella me mira mi cuerpo», dije, acercándome a él.
– «¿E-ella hace eso?»
– «Mmm..» dije, desabrochando un par de botones de la blusa que llevaba puesta y con el frescor del aire acondicionado, mis pezones se pusieron duros y erectos.
Robert pudo ver todo esto y estaba empezando a inquietarse en su asiento… Bebió otro trago de cerveza sólo porque no podía pensar en otra cosa que hacer… Sonreí para mí misma, sabiendo que lo estaba engatusando.
Noté que al hablar sobre mi cuerpo y mis pezones había llevado sus ojos hacia mis tetas… Parecía fascinado con ellas, así que le dije:
– «¿Quieres verlas?», le pregunté.
– «¿Q-qué?», dijo sorprendido de que le ofreciera algo así.
– «Robert, estás saliendo con mi hija… ¿No quieres ver qué hay para ti?… Como dice el viejo refrán, ‘Si quieres ver cómo se verá tu esposa más tarde, mira a su madre’», le dije:
Terminé de desabotonar mi suéter y lo abrí para mostrarle mis tetas.
– «¿Qué piensas?… Dime, Robert… ¿Te gustan?», le pregunté.
– «Yo-yo… ¿Cuándo se supone que Kelly estará en casa?» dijo, tratando de volver a poner la cabeza recta… Pero yo no iba a dejarlo.
– «No te preocupes por ella, ella tardará unas horas en volver… Además, ¿por qué preocuparte por una chica cuando tienes una mujer justo aquí frente a ti?… Adelante, tócalos… Siente lo firmes que son… Me cuido bien, Robert, puedes comprobarlo», le dije.
Me aferré al enorme bulto que había crecido en sus pantalones… Lo apreté y sentí que se ponía tieso… Comencé a acariciarlo lentamente mientras me inclinaba y le daba un beso largo.
Al principio, no estaba muy seguro, pero mi mano sobre su polla pronto nubló cualquier juicio que pudiera haber tenido y sus instintos basales anularon cualquier duda… Era un hombre y también inmaduro… Pensaba con su polla y yo tenía el control de ella.
Robert se inclinó hacia adelante y succionó uno de mis pezones duros en su boca y yo lo cogí por la parte de atrás de su cabeza empujando su rostro con más fuerza sobre mi teta… Su boca se sintió bien succionándome los pezones… ¡Y lo dejé hacer y que disfrutase!
«Oh, Robert, eso que me haces se siente maravilloso»… Sin soltarlo de mi pezón, me moví para subir en su regazo… Comencé a mover su polla dura a través de sus jeans… Puse mis brazos alrededor de su cuello, jugando con su pelo mientras me chupaba las tetas, cambiando de lado de vez en cuando.
Después de un poco de chuparme las tetas y yo balancearme sobre su polla, el joven estaba listo para el siguiente paso… Me aparté, actuando como si yo también estuviera en llamas (para ser justa, no estaba demasiado lejos de eso) y me puse de pie.
– «¡Vamos, cielo, quiero mostrarte cómo te folla una mujer!», le dije.
Me siguió como un cachorro con una correa mientras caminábamos de la mano a mi dormitorio.
Una vez que llegamos, cerré la puerta detrás de nosotros… Lo llevé a la cama y, con un suave pero insistente empujón con las yemas de los dedos, lo senté al borde de la cama… Me alejé unos pasos y me di la vuelta, mirándole a los ojos… Se sentó en la cama, totalmente absorto mientras me veía comenzar mi pequeño striptease.
Era halagador saber que este joven, que en realidad era bastante guapo, para ser sincera, estaba muy interesado en mirarme… Me dio ganas de darle un buen espectáculo a pesar de que estaba haciendo esto para darle una lección a mi desagradecida hija… Quería que él se diera cuenta de que las mujeres «maduras» todavía teníamos algo que dar también.
En mis días de juventud, solía hacer, devezen cuando, pequeños stripteases para Peter e incluso fui a unas clases de striptease aunque en realidad se suponía que eran clases de ‘ejercicio de baile’, pero realizabamos los mismos movimientos que hacía una stripper, sólo que era sin quitarse la ropa.
Disfruté bailando para Peter y, aunque habían pasado ya años de esto, recordé los movimientos con bastante rapidez y Robert no notó los fallos… Su interés estaba en verme desnuda, que era realmente lo que le importaba.
Lentamente me quité el suéter y mi sostén y se lo arrojé… Él sonrió ante eso y las dejo a su lado… Luego enganché mis pulgares debajo de la cintura de mi falda y me saqué las caderas dejando que la falda se deslizara por mis largas piernas para enredarse en los tobillos… Al salir con un pie, usé el otro para tirar la falda en una esquina de la habitación… No me quedaba nada más que mis pequeñas bragas.
Aunque ahora era madre y no la joven veinteañera de antaño, todavía me negaba a usar ropa interior que suelen llevar las mujeres maduras… Yo todavía seguía utilizando las bragas de bikini que siempre había usado.
A juzgar por la amplia sonrisa en el rostro de Robert, me dí perfectamente cuenta de que le gustaba lo que veía… Me quedé allí delante del joven macarra mientras me miraba, desnudándome con los ojos y lamiéndose los labios con lujuriosa anticipación.
– «¡Ven aquí y déjame quitarte esas bragas!» él dijo.
– «¿Así que crees que puedes mandarme y tratarme como tratas a mi hija, verdad?… No soy una adolescente y sé muy bien lo que quiero y no lo que le haces a la zorra de mi hija», le dije, hablando en tono alto y poderoso, mientras me acercaba a él.
– «¡Estoy cansado de Kelly… Ella me aburre… Quiero una mujer de verdad… Quiero a alguien que sepa cómo darme placer, sin todo el lloriqueo que hace”, me dijo.
Alargó la mano y me cogió la muñeca y me atrajo más cerca hasta que estuve de pie justo en frente de él.
Mirando hacia arriba esperando mi reacción, deslizó sus manos por mis brazos y luego bajó por los costados de mi cuerpo hasta llegar a la cintura de mis bragas… Sonriendo perversamente, comenzó a deslizarlas por mis caderas y luego por mis piernas… Nunca miró hacia abajo, sino que mantuvo sus ojos en mi cara.
Traté de no dejar que viera mi coño, pero su actitud arrogante y segura de sí mismo me estaba mojando… Cuando él cogió mis bragas, me mordí la esquina de mi labio inferior y cuando mis bragas se deslizaron, respiré profundamente.
Sentí que mis bragas caían al suelo y salí de ellas con cautela.
– «Dámelas, zorra», me dijo, recordando yo lo que me había dicho sobre mi hija… Ahora era yo y no ella, su puta.
Le entregué mis bragas y vi como se las llevaba a la cara inhalando profundamente mi aroma.
– «Puedo oler tu hambre de polla, puta», gruñó.
Sentí que mis rodillas se debilitaban y antes de que pudiera reprimirlo, un suave gemido escapó de mis labios.
– «Tu hija no vale nada para chupar mi polla… Apenas puede chupar lo suficiente como para que se me ponga dura… Veamos si mamá puede hacerlo mejor», dijo, señalando el suelo entre sus muslos abiertos.
Me arrodillé en el suelo frente a él y él se recostó en la cama… Sus piernas estaban colgando sobre el borde y su cabeza apoyada en la almohada mirándome mientras le desabrochaba el cinturón y sus jeans… Levantó un poco el culo cuando le quité los pantalones y los arrojé a la misma esquina que mi falda.
El bulto que quedaba en sus calzoncillos era bastante grande y me llamaba mucho la atención… En los diez años transcurridos desde Peter, no he tenido una relación que durase más que un par de meses.
Mi vida social estaba bien… Iba a fiestas pero las citas románticas, eran muy pocas y distantes… No había tenido un hombre en mi cama desde hacia más de un año.
Entonces, cuando vi la impresionante polla de Robert gritando para salir de sus calzoncillos a sólo centímetros de mí, fue una tentación que no pude resistir… Quería verla.
Me temblaban las manos cuando extendí la derecha para bajar sus calzoncillos… No estaba segura si era por la idea de que estaba a punto de chuparle la polla al novio de mi hija, o si era la emoción porque iba a chupar una polla de nuevo… Justo cuando alcancé sus calzoncillos, él cogió mi muñeca y me detuvo.
– «¿No sabes cómo pedir algo, zorra?… No es de extrañar que tu hija no tenga modales… Ahora pregúntame y será mejor que me lo preguntes bien o no recibirás nada de esta polla», me dijo con una sonrisa petulante.
Sabía lo que estaba haciendo… Él estaba tratando de dominarme … Este cachorro medio maduro de hombre estaba tratando de convertirme en su puta sumisa… El problema es que estaba funcionando.
Mi coño estaba goteando y quería esa polla más que nada… Él quería que le suplicara y lo tendría que hacer si quería conseguir a un joven semental como Robert.
– «¡Por favor, Robert!… Por favor, dame esa polla gorda… Quiero mamarla… Quiero sentirla profundamente en mi coño apretado y mojado… Déjame darte placer… Déjame chupar esa gran y jugosa polla», le dije, lamiéndome los labios al final.
Yo podría ser una puta cuando surgiera la necesidad y ahora habia surguido.
– «Muy bien… Chupa mi polla y veamos si eres mejor mamando que tu patética hija», se burló él.
Le bajé sus calzoncillos y vi por primera vez la causa de ese bulto en ellos… Robert puede que sea un hombre medio adulto, pero lucía la polla de un hombre adulto.
No es de extrañar que mi hija estuviera tan enamorada de él…Era bastante dominante y su polla colgaba como la de un caballo… Era normal que mi hija Kelly ansiara tener su polla.
Cogí su polla de unos 22 cm. de larga y 5 cm. de diámetro en mi mano y me maravillé de su tronco carnoso… Había pasado tanto tiempo sin tener ninguna para míque estaba calentísima… Su polla palpitaba cogida en mi mano y la suave textura aterciopelada de su piel era hipnotizante… Le hice una lamida sobre la cabeza tratando de recordar el sabor de una polla.
Lo siguiente que recuerdo fue que tenía la mitad de su longitud metida en mi boca y quería aún más… Me balanceé arriba y abajo sobre su polla dura, rindiéndome, sin resistirme, ni tratar de tener el control… Yo era una puta y una robanovios… Y me encantó serlo… Le di todo lo que pude a esta maravilloso pollón.
Lamí y chupé la polla dura de Robert, mostrándole que tenía trucos que sólo la experiencia podía enseñar… Quería que se olvidara de mi hija… Esa polla la quería para mí… Sé que suena horrible y debería sentirme mal… Creo que soy una mala madre.
Pero recuerdo que Robert mismo dijo que estaba cansado de las quejas de Kelly y que estaba aburrido de ella, es decir, que ya estaba planeando dejarla… Y había pasado tanto tiempo desde que yo tuve algo duro y grueso en mi coño, que necesitaba que me follaran y él estaba listo, dispuesto y capaz de follarme.
De repente, Robert me empujó fuera de él, se puso de pie y me puso de pie a mí también… Me empujó hacia atrás sobre la cama y cuando me caí, automáticamente abrí mis piernas como si fuera una reacción natural… Él también lo notó y me dijo riendo:
– «¡Mírate, puta… Te caes en la cama y abres las piernas como si esperaras algo.»
Empujó mis piernas sobre mi cabeza haciéndome sostenerlas… Esperaba que él entrara en mí en ese momento y ya estaba jadeando mientras me preparaba para recibir su enorme polla… Pero en lugar de eso, se arrodilló frente a mí y metió su cara en mi entrepierna.
– «¡Oooh, Dios!», grité en voz alta cuando sentí su boca caliente cerrarse sobre mi coño y su larga lengua serpenteando en mi túnel… Sentía su lengua se mientras empujaba más y más dentro de mi coño, sondeandola, retorciéndola y buscando en cada rincón y grieta, mis dulces jugos vaginales.
Mis ojos se abrieron como platos y mi boca se abrió con sorpresa cuando se comió mi coño… Robert es un chico joven, pero sabe cómo moverse por el coño de una mujer… Me tocó en lugares que ni siquiera sabía que existían, y su lengua me hizo cosas que nunca antes había sentido.
Yo estaba retorciéndome y tratando de alejarme de su lengua, pero él envolvió su brazo alrededor de mis muslos y no estaba dispuesto a dejarme escapar… Me revolví y arañé las sábanas… Mi cabeza se sacudía de un lado a otro mientras gritaba y gemía de éxtasis.
La actitud dominante de Robert, junto con lo que su lengua me estaba haciendo, me llevaron muy rápidamente al borde de un orgasmo… Y tampoco perdió el tiempo en eso.
– «¡Oooh, Robert, me estoy corriiiiieeeeeendooooo», grité… Mis caderas subieron por su boca incluso cuando empujé su cara hacia abajo en mi coño con ambas manos, queriendo empujar toda su cara hacia mi coño hambriento.
Mantuve su cabeza allí mientras él seguía lamiendo y chupando el torrente de jugo que estaba vertiendo por él… Nunca recuerdo haberme corrido tan fuerte… Era como si estuviera compensando todos los orgasmos que me había perdido, en este orgasmo que me hizo temblar, como nunca, todo mi cuerpo.
Ni siquiera había terminado mi orgasmo, cuando Robert se levantó rápidamente y con mis piernas sobre sus hombros y un brazo alrededor de ellos para sostenerlos allí, usó el otro para agarrar su enorme polla y empujarla con fuerza y profundidad en mi coño, todavía tembloroso.
Esto fue como si me hubiera metido en mi coño un cable eléctrico en lugar de su enorme polla… Arqueé mi espalda casi hasta el punto de romperla, gritando cuando él se hundió por completo en mí.
– «¡Oooh, Dios mío!», grité a todo pulmón… Me había metido los 22 cm. de su polla, golpeando sus bolas contra mi trasero mientras me pegaba con tanta fuerza, que me hacía gruñir con cada golpe que recibía.
Robert me golpeó como si quisiera romperme en canal… No había visto tanta ferocidad, salvo en algunas de las películas porno que Peter tenía cuando nos reunimos por primera vez… Había guardado un par de las que me gustaban y las usaba como material de masturbación cuando necesitaba desahogarme.
Pero ahora, en lugar de ver una película porno, sentí que estaba en una… Robert estaba golpeando su gran polla contra mí coño, sin piedad alguna, metiéndomela dentro y sacándomela fuera de mí como si esperara sacar petróleo en cualquier momento.
– «¡Jódeme!… ¡Jódeme, bastardo!», le grité mientras él hacía todo lo posible para partirme el coño como si fuera un tronco de leña… Sentía un placer increible.
Mientras él continuaba con su furioso asalto a mi coño, arañé mis tetas, pellizcándome los pezones con tanta fuerza que casi me los arranqué y también tiré de mis tetas perversamente… Quería sentir dolor… Quería sentir placer… Ya no me importaba nada… Estaba absorta en un torbellino de placer infinito.
Lloré mientras Robert empujaba su polla una y otra vez en mi coño… Ahora notaba como la sacaba fuera de mi coño y luego, con fuerza, me la metía toda entera hasta que sus huevos golpeaban mi culo.
De repente sentí el comienzo de otro orgasmo… Me agarré a la parte posterior de sus muslos cuando, una vez más, me clavó su polla hasta el fondo y le dije:
– «¡Oooh, Robert, me voy a correr otra vez!… ¡Por favor, haz que me corra!… ¡Por favor!», le grité.
Podía sentir la presión creciendo en mi coño… Sabía que este sería más grande que el anterior que he tenido hace unos minutos.
– «¡Meee cooorrooo!», grité cuando me llegó el orgasmo.
Robert debe haber sentido la fuerza que tenía este orgasmo, porque justo cuando me la clavo pofundamente y luego la sacó de mi coño, arrojé un chorro de jugo de mi coño en la cama.
Al igual que las estrellas porno en las películas, disparé dos o tres chorros en el aire para aterrizar a un par de metros de mí.
Robert debe haber pensado que también era bastante salvaje porque metió sus dos dedos medios en mi coño y con sacudidas cortas y rápidas me hizo arrojar, de nuevo, más chorros e incluso me corrió por tercera vez.
Después de todo esto, estaba exhausta… No había tenido relaciones sexuales desde hacía mucho tiempo y ahora que las tenía, estaba agotada… Pero Robert aún no se había corrido y no me iba a dejar ir sin terminar corriéndose él.
– «Ponte de rodillas puta, aún no he terminado!» gruñó y me arrastró fuera de la cama al suelo… Me puse de rodillas al instante y cuando él se me acercó, llevé su hermosa polla a mi boca, saboreando mis propios jugos de coño que estaban en ella.
Lamí y chupé toda su polla y supongo que debí haber hecho algo bien, porque sentí que sus huevos se apretaban y jugué con ellos, persuadiéndolos para que lanzaran su premio… Sentí hincharse su polla en mi boca y me la sacó justo antes de correrse y me dijo:
– «Abre tu boca, puta… Quiero correrte dentro.»
Así que me arrodillé allí con la boca abierte esperando ser alimentada mientras él sacudía su polla para disparar el primer chorro de semen blanco y hirviendo en mi boca… Sabía salado pero delicioso… No había tenido ese sabor en ella desde lo que parecía una eternidad.
Yo quería más, pero él era juguetón y el siguiente chorro de semen aterrizó en mi cara… Quería humillar a esta mujer mayor y hambrienta y demostrar que me había dominado.
No me importaba, podría lamerlo más tarde… Disparó un tercer chorro sobre mis tetas y luego volvió a mi cara y boca para terminar.
Nunca había visto a nadie que pudiera descargar tanto semen en una corrida… Parecía que nunca terminaría… Cuando vació sus huevos, yo estaba goteando esperma de mi cara, mi barbilla y corriendo por y entre mis tetas… ¡Fue maravilloso!… Me sentí como una verdadera puta y él me miró con una sonrisa en su rostro… Sabía que había ganado, y sabía que yo también lo sabía.
– «¿Que eres?», me dijo mientras me agarraba por el pelo enmarañado, tirando de mi cabeza hacia atrás para mirarlo sobre mí.
Quería que admitiera lo que me había hecho… Quería que se lo dijera.
– «¡Contéstame!… ¿Qué eres?», me repitió.
– «Soy una puta… ¡Una puta!», le dije.
– «Exacto… Eres una puta sucia y asquerosa», me dijo, sonriendo.
Sabía que lo decía en serio como un cumplido a todo cuanto le hice y me hizo.
Robert continuó estando con Kelly y conmigo durante unos meses más antes de que ella se enterase que a mí también me follaba… Estaba tremendamente enojada conmigo y durante un tiempo no me habló.
Se dejó a Robert pero luego encontró a otro chico, uno que la trataba mejor y no sólo la usaba como un lugar para meter su polla… Fue entonces cuando se dio cuenta de que lo que yo había hecho por ella… Le había mostrado como era Robert… Nos hicimos muy amigas después de eso.
Por supuesto que yo también dejé a Robert casi al mismo tiempo que Kelly… Echaba de menos esa polla que tenía, pero yo también encontré a un hombre que me hizo sentir amada y necesitada.
Tanto Kelly como yo, conseguimos lo que queríamos y necesitábamos… Ahora estabamos felices escuchando nuestros jadeos y gritos cuando nos follaban nuestras parejas… Habíamos pactado dejar las puertas de nuestros dormitorios abiertas para que pudieramos vernos teniendo sexo y así calentarnos mucho, muchísimo… Qué bonito que madre e hijas se entiendan tan bien.
F I N