Me hicieron el culo y me encanto

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Hola a todos/todas, muchas gracias por leer y enviarme sus lindos e incitantes mensajes, me han otorgado muchas ideas para desarrollar más relatos. Ya veo que no soy la única con una mente sucia, pervertida, morbosa y caliente…

Como ya saben, este es mi segundo relato, me llamo Alissa, tengo 25 años, mido 1.70, mi cuerpo es prominente debido a que soy talla grande de tetas y culo, tengo una cadera para conquistar con fuerza. Con una mirada inocentona, ojos verdes que son mis pecadores y una boca pequeña…

Procedo con la segunda parte de este relato donde me rompieron el culo.

El día después de mi cogida, por la mañana, al despertar sentí dolor en el culo y también en las nalgas, por los azotes recibidos. Era un dolor que se acentuaba al sentarme, y tenía que acomodar mi culo cada tanto, para aliviar un poco la zona. Camino a la oficina, fui a comprar una loción relajante para rozaduras, afortunadamente no me hicieron mayores preguntas en la tienda.

Ya habían pasado dos días desde mi exquisito e inolvidable encuentro con Osvaldo y estaba caliente otra vez, quería mas verga, quería ser cogida como puta nuevamente, y esto me hacia sentir confundida. Yo nunca fui tan fogosa, jamás tuve que hacerme pajas todos los días, ahora estaba irreconocible, literalmente me sentía como una perra en celo que desea ser follada salvajemente. De solo pensar en la verga de Osvaldo me ponía fogosa y se me calentaba el coño.

Tristemente, durante dos días no tuve noticias de Osvaldo pues me comentaron que estaba atendiendo algunos proveedores fuera de la oficina. Esperé su contacto, de acuerdo a lo que me dijo esa noche, yo debía ir sin ropa interior a la oficina y así era como lo estuve haciendo. Me sentía turbada, sobre todo cuando tenía entrevistas masculinas. Se me calentaban las mejillas y para que mentir, también un poco el coño. Sin embargo, ninguno de los hombres entrevistados manifestaron algún comportamiento dominante, (a excepción de uno que parecía imperturbable), es más, varios eran demasiado condescendientes. Aunque, ninguno de ellos dejaba de mirar el escote con algo de turbación. El vestido hacia el efecto de posicionar mis tetas dejando, un canalillo perfecto para imaginar cómo sería una rusa entre mis grandes tetas. Además como el vestido las apretaba, se veían más prominentes aun.

Yo trataba de disimular ante sus miradas pero, a la misma vez, eso me ponía un poco más perra, esperaba que Osvaldo me empotrara contra el escritorio y que mis tetas rosaran la fría madera. Con azoro recordaba que ayer, en el servicio me toque hasta que acabé, poniendo mi mano en la boca para no gemir, mientras veía una porno donde el macho dominante era un salvaje empotrador anal. Fue una experiencia nueva para mí, nunca me hubiera atrevido a tanto.

Hoy, es viernes y todos los empleados se retiraban de sus labores a medio día, algunos me invitaron a beber, sin embargo los rechacé porque tenía pendiente varios informes y no me apetecía salir.

A las 16 horas, sonó mi móvil, era una llamada entrante, cogí el teléfono y miré la pantalla, indicaba número privado, atendí. Hablo sin detenerse usando un tono autoritario.

—Hola putita, ¿Cómo estás?, ¿Cómo te ha sentado el descanso? Te ves preciosa con el vestido y los tacones que traes, vas muy de putita, luces espectacular. Se nota que tu culo quiere verga. ¿Viste ayer como te miró Julián las tetas, el del casino? Seguro ni cuenta te diste de lo distraída que estas. En tu escritorio dejé un regalo para ti, abre el segundo compartimiento y sigue mis instrucciones. —dijo él, colgando la llamada.

Un escalofrío me recorrió desde el pelo hasta mi coño haciéndome sentir más perturbada.

Solté el móvil en la superficie del escritorio mirando hacia el segundo compartimiento. Antes de abrir la gaveta, me senté lentamente, sintiendo un leve escozor en mi culo al tocar la silla. Me puse nerviosa e inquieta y lentamente baje mi mano. Sentí como de pronto me empecé a calentar y también a lubricarme, la vagina empezaba a tomar más temperatura, mientras mi mente iba a diez mil por segundo imaginando que había en la caja. Estire la mano hacia la gaveta y jale lentamente, allí aparecía una caja negra, la tomé y la deposité sobre el escritorio. Levante la tapa y pude ver una nota que decía:

«Putita mía, este regalo es para que te pongas a punto antes de que te monte como la perra que eres. Lee con atención, como podrás ver, hay un vibrador, espero que te guste el color azul, este vibrador es con mando a distancia, imagina que haré una vez que lo tengas dentro… tienes 2 minutos para meterte el vibrador en tu coño y no tienes permitido correrte. Deberás sentirlo como se agita dentro de ti y como te pone más y más caliente. Si te corres, bajaré por ti, entraré en tu oficina y sin cerrar la puerta, te pondré contra el escritorio para meterte la verga de una sola vez azotando tus regordetas nalgas del demonio que posees, todo el edificio sabrá que en el piso 7 alguien esta follando, porque tus gritos se escucharan hasta la siguiente cuadra. ¿No es así es como te imaginabas el día de nuestra reunión o estoy equivocado?»

Terminé de leer y me estremecí mientras pensaba en lo incitante y excitante que era Osvaldo.

Allí en la caja estaba el aparato con forma de huevo alargado, era de mediano tamaño y de silicona.

Osvaldo me puso en aprietos, él sabía que yo no podría llegar a los servicios a tiempo. Tendría que hacerlo allí mismo. Rápidamente, mire mi reloj, solo me quedaban 30 segundos. «¡Mierda!» —dije, mientras rogaba mentalmente que nadie viniera a mi oficina en ese preciso momento. Así que me acomodé en el borde de la silla, tome el vibrador en mis manos, abrí las piernas para tener más acceso a mi coño, lo puse entre mis dedos. Al tocarlo sentí que era suave, lo lleve a mi coño, el cual, ya estaba emanando jugos. Comencé a presionar, introduciéndolo lentamente, mi coño reaccionó como si tuviera hambre de verga abriéndose para el intruso, seguí presionando para que estuviera dentro antes de acabara mi tiempo. Cuando ya estuvo todo dentro, lo sentí frio así que, apreté mis piernas un poco para evitar que se escapara de mi interior. En ese momento empezó a vibrar. Esta cosa tomó vida propia. Una descarga recorrió las paredes de mi útero y me hizo cerrar los ojos con fuerzas, haciendo reaccionar todo mi cuerpo. Apoyé la espalda en la silla sin quitar mis nalgas de la orilla de la silla, por lo que quedé con el vestido sobre mi coño a la vista de cualquier visitante inesperado. Apreté mis dientes, cerré mis manos y gemí suave.

«Espero que nadie venga ahora mismo» —pensé respirando un poco más rápido.

Vaya sensaciones que me daba el vibrador, este seguía moviéndose suave hasta que se detuvo. Al mismo tiempo que recibí una nueva llamada. Esta vez sabía que era él. Quería levantarme a cerrar la puerta pero no podía moverme. Respondí la llamada sin decir nada.

—Putita, ¿estás caliente de nuevo? Parece que siempre andas caliente. —Me dijo Osvaldo.

Gemí suave como conteniéndome, esta era mi respuesta. Y lo volvió en encender mientras él seguía en la llamada.

—Putita, recuerda que no puedes correrte. Quiero que pagues, que pagues lo caliente que me tienes ahora mismo. Te he visto por las cámaras estos días y me la has puesto durísima, me la he pasado recordando nuestra noche. Te cogeré ahora mismo perra, te irás llena de leche de regreso a casa. —Dijo Osvaldo.

«casa… mi novio» pensé a lo lejos.

El vibrador se detuvo. Me palpitaba todo dentro de mí, mientras la producción de jugos aumentaba en mi coño de forma descarada. La silla se sentía algo húmeda debido a la temperatura que estaba adquiriendo mi cuerpo.

—Por favor, no lo enciendas de nuevo, no puedo más. —Supliqué, consciente de que yo no era dueña de mis decisiones en ese momento.

—Vamos putita, ¿Cuánto aguantas sin correrte?, ¿Sabes Putita? yo desde que te vi, supe lo puta que te ponía la verga y lo que te pone, que den como perra caliente. Cuando me comentaron de tu visita, busqué tu registro, me hice una paja mirando tu foto en la ficha de empleados, no lo pude evitar, miré tus ojos, tu expresión de niña inocente que tienes, tu boca deliciosa. Tu boca me volvió loco, me propuse que tu boca aprendería lo que era tener mi verga. Comencé a idear como acercarme rápidamente a ti, ya ves, todo estuvo organizado para cogerte y partirte ese culo precioso. —Dijo Osvaldo.

Apreté el teléfono perturbada; enojada y alagada a la misma vez, que contradictorio son ambas emociones juntas. «Puto morboso» —pensé, mientras recordaba cómo fui cogida de manera salvaje.

Encendió el vibrador nuevamente, y esta vez, me puso a sufrir, le dio mas velocidad a la vibración, es decir, a más velocidad se agitaba el intruso al interior de mi coño.

—Aaayyyy…!!! —Exclamé, mientras apretaba los dientes y evitaba gemir para que nadie me escuchara en el pasillo o en el piso. Yo no sabía si aún quedaban trabajadores en otras oficinas y ya no podía contenerme de lo delicioso que sentía como se movía en mi coño.

Pensé en como Osvaldo, tenía todo planeado desde que llegué a la oficina. “Pervertido de mierda” le insultaba yo mentalmente, mientras mantenía el teléfono en mi mano izquierda y con la palma de la mano derecha me presionaba contra el clítoris, para evitar el orgasmo que se asomaba rápidamente. Me intenté acomodar en la silla y fue peor, el vibrador se introdujo más profundo y ahora, sentía una agitación indescriptible dentro de mí. Mi lubricación escurría hacia mis nalgas mojando la silla y me fue cada vez más difícil de contener los gemidos hasta que de pronto él detuvo el vibrador.

—Putita rica, me das mucho morbo, escucho como respiras más rápido, sé que estas intentando gemir suave. ¿Sabes cómo tengo mi rabo? Ahora mismo, está despertando mientras espera a su hembra. Zorrita pone atención, esto es lo que harás. Camina hacia al ascensor, sube al piso 15. —Dijo Osvaldo mientras continuaba en la línea.

Me levante y como pude caminé hacia el ascensor, me monté en él, se cerraron las puertas y Osvaldo encendió el vibrador, esta vez de forma muy intensa se agitaba en mi interior. Apreté los dientes y puse mi mano izquierda en la barra sujetando con fuerza, mientras cruzaba las piernas para evitar que se me escurriera mi jugo por las piernas, entretanto con mi otra mano intentaba sostener el teléfono pegado a mi oído.

Se detuvo la vibración demoniaca antes de llegar al piso 15. Yo ya estaba como perra en celo, solo quería ser empotrada otra vez, lo deseaba, lo anhelaba, quería correr hacia su oficina y ofrecérmele para que sin contemplaciones me ensartara la verga rápidamente. Cada una de mis células deseaba ser poseída salvajemente por este macho delicioso. Ya iba casi completamente chorreada, era algo grotesco, sentía como se me iba escurriendo mi lubricación por las piernas ya casi más debajo de mi culo, poco a poco avanzaba.

—Aquí bajas putita, toma el pasillo de la izquierda, dirígete a la última oficina del pasillo, camina lentamente, quiero escuchar tus tacones contra el piso mientras te acercas. —Dijo Osvaldo, mientras seguía en la llamada.

Encendió de nuevo el vibrador, esta vez en intensidad suave, ahora me masajeaba mientras daba cada paso, era una sensación deliciosa, se me contraían los músculos internos de mis nalgas, vagina, clítoris, útero y mis respiraciones se hacían más rápidas a medida que me acercaba. Era una mezcla de emociones detonantes y apabullantes. Sentía que casi me corría, antes de que ocurriera esto, nuevamente lo impidió deteniendo el vibrador.

—Estas llegando putita, ya puedo oír tus tacones de perra. Hoy tengo una linda sorpresa para ti. —Me dijo, mientras miraba que casi llegaba a través del cristal.

«Que sorpresa será, yo quiero ser follada» —pensé mientras estiraba el brazo para abrir la puerta, y en ese momento, detuvo el vibrador. Lo miré con lujuria, deseando ser poseída al instante, sin embargo Osvaldo se hizo esperar.

Su oficina tenía dos cuartos, uno era este, en el que nos encontrábamos y aquí tenía el escritorio y el segundo tenia las puertas cerradas, parecía una sala de reunión privada.

—Ven aquí zorrita. —Me ordenó.

Me esperaba frente a su escritorio, al llegar a él, puso su mano en mi cuello y gemí con ansiedad, presionó un poco para con fuerza atraerme a su boca. Me empezó a besar, era un beso caliente, apasionado, me acercaba su lengua a la mía, mientras llevaba su mano a mi pelo para presionar mi cabeza contra su boca. Luego bajó su mano a mis piernas y subió el vestido comprobando que no llevaba tanga y que estaba mojada. Con sus dedos, me acarició la zona muy vagamente, me introdujo un poco sus dedos y los llevó a su boca mirándome.

Me soltó.

—Putita eres una delicia, sabes deliciosa como siempre. —Me dijo, mirándome de arriba a abajo —Arrodíllate, te voy a dar la verga para que hagas tu trabajo perra.

Yo iba a arrodillarme, lo impidió sujetando mi barbilla.

—Mientras te la comas, no puedes dejar de mirarme a los ojos. —Me ordenó nuevamente.

—Empieza perra, hoy te gozaré aunque te niegues. —Me dijo, mientras tenía una sonrisa misteriosa.

Estiró su mano hacia el control del vibrador pero no lo encendió. Yo me estremecí casi rogándole con la vista que no lo encendiera.

Mientras, yo ya estaba arrodillada, cuando bajo la vista, quedo detenido en mis prominentes tetas y el canalillo, él me miro intensamente.

—Vaya par de tetas se ve desde aquí, he cambiado de opinión, Levántate. —Dijo otra vez autoritario.

Extendió su mano, para ayudar a levantarme. Apoyó su cuerpo en el escritorio y me giró poniéndome frente a la puerta, me atrajo a él y así como sentando mis nalgas en su verga, extendió sus manos por debajo de mis brazos hacia mis tetas, las apretó ambas con sus dos manos de forma intensa, luego puso el pulgar en mis pezones y empezó la tortura. Al principio solo hizo círculos en mis pezones sobre la tela del vestido, estos se fueron poniendo como dos botones duros, también me empezó a morder la oreja, su respiración me entraba en la piel como un veneno lleno de excitación. Una vez obtuvo este resultado, sacó una teta y luego de la otra. Mojó sus pulgares en mi boca, me hizo chuparlos y siguió con su tortura.

Yo me estaba volviendo loca otra vez, gemía mas rápido y además me estaba importando nada si alguien venia. Me desconocía, yo nunca fui así de perra.

Pude notar como su verga se endureció mas, Osvaldo era de esos hombres que gozan poniéndote perrísima, exageradamente caliente. Este tipo de hombres son como un vicio, una vez que te pusieron la verga en todos los orificios, eres de ellos toda la vida. Como te ibas a negar a una verga así de salvaje.

Detuvo la tortura, él no quiere que me corra, solo que me caliente y me suba la temperatura hasta que le ruegue ser cogida. Él sabe que yo no se lo pediré hasta que no pueda resistirme. Me encantaba este juego pervertido.

Tomó el cinturón de tela de mi vestido, lo quitó y lo puso en mis ojos.

—Putita, hoy gozarás como la perra calienta verga que eres. — Susurraba en mi oído.

Respire más profundo, la intriga me hizo sentir un poco de vértigo.

—Arrodíllate! —Dijo, guiándome con sus manos.

Me acomodé.

Escuche como soltaba su cinturón, como abría el zíper, como caían sus pantalones y quizá también sus bóxer. Rápidamente, sentí su aroma de hombre caliente, aroma de deseo, a lujuria, a sexo, ese aroma delicioso que las perras amamos saborear y mamar. Me relamí los labios para lubricarme y empecé a comerlo rápido, no quería esperar, estaba desesperada, estaba caliente, estaba inundada, quería su leche y yo quería correrme. Él me detuvo con sus manos en mi cabeza.

—Cariño, esta ansiosa de mi leche, —Me dijo. —Así no cariño, hazlo lentamente.

Así que, tomo mi cabeza con su mano, lo puso en mi boca y controlo la velocidad de penetración, me lo introdujo suave y lo retiro suave. Repitió 4 veces este proceso. Mientras sentía la cabeza de la verga ponerse dura, el liquido preseminal ya estaba escabullándose en mi garganta, su tronco se estaba ensanchando mucho y casi apenas entraba toda la verga en mi boca. Estaba durísima, la sentía mientras me lo metía una quinta vez. Él llevaba el control, ahora me lo dejaba alojado en la campanilla y lo sacaba por completo para que se lubricara todo en mi boca. Ponía cuidado que se mojaran más los costados de mis labios. Estiró su mano y encendió el vibrador en velocidad suave, esto me hizo enloquecer y se la mame más rico aun, hice esfuerzo para llevar la verga dura y caliente más adentro aun, puse mis manos en sus nalgas y le presione hacía mi. Me sentía una puta perra caliente. Me ahogaba con tremenda verga. Él apago el vibrador, retiró la verga y esperó que recuperara mi respiración.

—Vaya perra eres. —Me dijo, —Levántate.

Me ayudó a levantarme de nuevo y me empezó a lamer los pezones, otra vez la tortura, se pusieron como rocas. Me tomó de la mano y me hizo caminar, sentí que abría las puertas de la otra habitación. Me condujo a través de ella y me hizo poner de rodillas sobre un sillón, mi culo quedo al aire mientras mis manos se afirmaban en los costados.

Me subió un poco el vestido y ahora mis nalgas quedaron a su disposición. Mientras aun tenía los ojos vendados, todo era demasiado excitante, me paso las manos por la vagina.

—Perra, estas escurriendo —Dijo.

Sentí de pronto su lengua en mi ano, gruñí, de nuevo me tenía a su completa disposición.

Esta vez su incursión duro poco tiempo, él no quería que yo acabase, quería que goce de su manoseo.

De pronto me dio un azote, luego otro y continuó azotándome intercaladamente.

—Perra tengo una sorpresa para ti. Moja tus labios. Abre la boca y mama como la perra que eres. —Me ordenó.

«¿Que sucede?» —Pensé mientras hacia lo que había ordenado y empecé a sentir una segunda verga en mis labios. Esta tenía un sabor más fuerte a la de Osvaldo.

Con asombro pero ya entregada, empecé a mamarla, a mi me gustaba mamar vergas, me moje bien los labios, con mi legua recorrí la cabeza de esta nueva verga, y empecé a succionar, quería comerla, quería mamarla, quería darle a conocer al nuevo macho que yo era una diosa mamadora. Mame con ahínco, mi lengua mojo todo ese palo duro, mas venoso, no tan ancho pero si ligeramente más larga que la de Osvaldo.

Osvaldo me dio un azote en mi nalga derecha, luego la acarició, me acaricio la vagina y me dio un azote en medio de mi vagina, mientras encendió el vibrador en velocidad suave, me tenía como una yegua, yo quería ser montada, ardiente y caliente estaba.

Con la venda en mis ojos, todo era aun más caliente, así que me dedique a mamar con excesiva expertiz y la fui tragando, siempre la quería más adentro. El invitado habló.

—Vaya tesoro encontraste Osvaldo, que rico me lo está mamando. —Dijo el Invitado.

Creía reconocer su voz, tenia acento extranjero. Parecia ser Ibrahim, el árabe, lo había entrevistado el día anterior. Durante nuestra reunión, observé sus rasgos árabes muy marcados. Lo que me pareció más sexy era su mirada profunda y sus labios bien definidos. En ese momento fue imposible no imaginarme siendo domada por semejante macho.

—Es una perra deliciosa, tal como lo conversamos. —Dijo Osvaldo.

Osvaldo empezó a mojar mi ano con mis jugos, me metía los dedos dentro del coño y arrastraba lubricación hacia mi ano, hasta que empezó a penetrarme con dos dedos a la misma vez, rápidamente mi ano cedió gracias a la lubricación. Intercalaba esto con azotes que me daba. Me metió tres dedos y los dejo allí hasta que sintió que mi ano cedía ante la intrusión.

El invitado me cogió la cabeza y detuvo mi rápida mamada que yo le estaba propinando, y empezó una follada más lenta y poco profunda, no quería soltar su leche en mi boca.

Osvaldo se acercó poniendo su verga en la entrada de mi ano. A pesar de su trabajo previo, sentí presión y más dolor que la vez anterior, me iba a quejar pero El invitado presionó la verga hacia mi garganta impidiendo que yo pudiera hablar.

La verga de Osvaldo iba entrando sin miramientos. El cabron me iba a sodomizar de nuevo pero esta vez sin clemencia. Así lo hizo, no se detuvo hasta que tuvo ensartado hasta sus testículos la dura verga. Yo podía sentir como mi amo se contrajo y la verga palpitaba, no esperó más de 10 segundos y empezó a retirarla. El dolor apareció de nuevo a la misma vez que me azotaba, gemí con la verga del invitado dentro de mi boca, rozando la campanilla. Era una escena demasiado excitante y yo me sentía como drogada, quería mas, quería jadear, quería gritar de lo rico pero doloroso que se sentía.

—Mira, la tengo abierta como la perra que es. — Dijo Osvaldo en el momento que había retirado toda su verga de mi ano.

Me dio un nuevo azote.

—Ven Perrita. —Me jalo hacia donde me quería llevarme. —Aquí, siéntate y luego recuéstate.

Me senté, tocando el mueble, era una especie de sillón sin respaldo, como una banca suponía. Me recosté y sentí que alguien me había levantado los pies, puso mis talones en los hombros, me acomodó el culo y puso la verga en el ano. Gemí, quería mas.

—Prepárate perra, te voy a coger duro como te gusta. —Dijo el invitado.

Era él quien estaba metiendo la verga en mi ano. De pronto dejo de presionar y la puso en mi coño. El vibrador seguía dentro. Me la introdujo nada más un poco, la punta tan solo y volvió a la carga con el ano. Presionó, presionó mas y me la metió solo un poco. Nuevamente, tomo desde mi coño juguitos y los puso en mi ano… empujó y entró de nuevo… La sacó y la llenó con mis jugos. Ahora sí entró más fácil, se acomodó con las piernas y me lo metió entero. En esa posición me sentía con la verga hasta el estomago.

Estiré mi mano para tocarme el clítoris y correrme rápido pero Osvaldo me detuvo en seco sujetando mis muñecas, mientras no perdió el tiempo y puso la verga en mi boca, estaba como sentado en mi cara.

—Come Alissa. —dijo Osvaldo.

Abrí la boca, lubrique mis labios y me dispuse a comerla. La sensación de la pose era muy deliciosa, como si estuviera siendo violentada salvajemente, mi cabeza casi caída sobre el borde, por lo que me tenía que sujetar la cabeza contra la verga de Osvaldo. La penetración anal iba avanzando más, y la penetración bucal era cada vez más profunda. En esa posición la verga no entraba contra natura, por lo que se iba rápido hacia la garganta, una penetración salvaje. Osvaldo se detuvo, encendió el vibrador en nivel suave, puso las manos sobre mis tetas y se agarro de ellas. Me puso la verga en la boca de nuevo y fue haciendo una entrada “forzada” ya que me dispuse a apretar duro contra su verga. Se volvió salvaje, me apretó la cara contra su escroto y me enterró la verga.

—Putita si sigues mamando así me voy a correr en tu boca. —Me advirtió

Yo no me detuve, a mi me gustaba mamar.

El Vibrador me puso a 100 por segundo, con el ano estaba estrangulando la verga del invitado.

Saco la verga Osvaldo de mi boca.

—Perrita, estas lista para tu nueva experiencia. —Me dijo.

Mientras el invitado iba retirando la verga de mi ano. Luego me fue retirando el vibrador lentamente, para dejarme vacía totalmente.

—Levántate perrita, ven—Me dijo Osvaldo.

Sentí que él se recostó sobre un sillón, me llevaron hacia él y me hizo montar en su verga de frente a él.

—Dale por el culo a esta perra. —Dijo Osvaldo al invitado.

—Sera un placer sodomizar a la perrita nueva. —Dijo el invitado.

—No, eso no…— Dije, asustada de tener un desgarro anal o vaginal.

—Putita, no tienes derecho a pedir clemencia, eres una perra y las perras se las azota, se les folla, se les entierra la verga y se les llena de leche. —Dijo el invitado.

Y me dio azotes más fuertes que los anteriores, mientras Osvaldo estaba moviendo hacia arriba y abajo su pelvis para provocarme más mi coño.

—Ven recuéstate. — Me dijo Osvaldo.

Osvaldo me jalo hacia él, por lo que mi culo quedó en perfecta inclinación para la verga del invitado, mientras yo gemía en cada azote recibido. El invitado tomó posición luego de terminar los azotes, su verga estaba durísima, podía sentirla. La puso en el anillo, presionó; me estremecí, Osvaldo me agarró fuerte de mis caderas para evitar que yo huyera la afrenta de la verga del invitado, mientras que me lamia un pezón. Mi voluntad era nula después de sentir la lengua en un pezón. Me deje penetrar. Sentía que me iba a partir, pero no era así, el invitado lo hizo lento. Primero me dejó la cabeza de su verga en la entrada, luego avanzó más y posteriormente me la introdujo toda.

Ahí estaba yo sintiéndome una perra empotrada, sodomizada por dos vergas. El invitado empezó a moverse suave hasta que logró un ritmo, luego lo hizo Osvaldo. La sensación era similar a sentirme llena, profunda, inundada de placer. Esto me hizo volverme loca, gemí sin parar, empecé a moverme más duro contra la verga de Osvaldo y el invitado hizo lo mismo con su verga. Sacaba la verga hasta el anillo y la introducía de nuevo. Gemíamos los tres, era una fiesta de gemidos y de sonidos calientes. Sentí que la tenia caliente, caliente tan caliente que empecé a sudar un poco mientras el corazón latía tan rápido que pensé que me iba a morir, de pronto el invitado aceleró la sodomizarían y eso me hizo explotar. Grité de placer.

—Más duro por favor, más duro, más, más, mas… —Dije, desesperada, el orgasmo estaba llegando.

El invitado aumento la fuerza y velocidad, lo que hizo que detonar el orgasmo, mientras que Osvaldo me estaba danto toda su leche en mi coño, el invitado siguió dándome duro, me dio dos azotes y se corrió fuerte, sentía como me disparaba la leche en mi ano, tres veces su verga creció y se contrajo contra mi ano, su leche estaba extremadamente caliente mientras que tenía un segundo orgasmo me desmayé sobre Osvaldo, exhausta de placer.

Desperté, no se cuanto tiempo había pasado, solo sentí la lamida en mi coño, era Osvaldo, estaba sorbiendo nuestros jugos. Yo ya no tenía los ojos vendados. Una vez él terminó de hacerme despertar, me giró para ponerme en cuatro.

Siguió lamiendo mi coño. Me puso el vibrador en el culo y lo metió suavemente, entró fácilmente gracias a la leche que dejó el invitado en mi culo, a quien por cierto no veía en la habitación.

Osvaldo se encargó de dejar el vibrador bien puesto en el interior de mi colita y lo encendió en velocidad suave.

Se posicionó tras de mí y me empezó a penetrar nuevamente por el coño… Esta vez más furioso.

—Perra, te has regalado para otro hombre sin resistencia. —Dijo.

Yo gemí, me encantaba su forma de controlarme en el sexo.

Siguió penetrándome y aumentó la velocidad del vibrador.

—A las putas como tu hay que darles duro hasta dejarlas agotadas, bien cogidas, llenas de leche.

Me penetró duro, fuerte, rápido, me azotó durísimo, esta vez sentí escozor.

—ay, me duele. —Me queje.

Me dio otro azote aun más fuerte, señal para que me callase.

—Perra, eres una perra, una mujer que necesita verga permanente.

Te vas a convertir en mi perra y vas a ir donde yo te diga aunque no estés en esta ciudad. Vas a cogerte a todo aquel que yo te diga, vas a vestir mas provocadora. Mostrarás un poco más las tetas y tienes prohibido llevar tanga.

Eres libre de coger con quien quieras, pero estarás obligada a recibir placer de los machos a quien yo te envíe.

Todo eso me estaba poniendo caliente, otra vez, junto con el vibrador, ya gemía fuerte de nuevo.

Osvaldo aceleró las envestidas y me llenó de leche de nuevo, dándome azotes más suaves. Una vez que acabó, sacó su verga.

— Límpiala perra. Es una orden. —Me dijo.

Me dispuse a limpiarla, desde la base hasta la corona. Una vez limpia me beso, luego nos dispusimos a descansar de semejante cogida. p——Sisisss

Amigos, por fin he podido terminar la segunda parte de este relato. Espero que les guste. Muchas gracias por sus correos, me animaron mucho. Seguiré recibiendo sus sugerencias morbosas y pervertidas para nuevos relatos.

Os deseo muchas cogidas con perras calientes como yo.