Mi hermano tiene una polla muy grande
Para mí es complicado contar lo que ha pasado en mi vida en estos últimos años sin que un sentimiento de culpabilidad enorme me invada a la vez que una excitación fuera de lo normal asalte mi cuerpo y haga que mi sexo se humedezca y se abra esperando recibir placer.
Mi familia la componíamos mi madre Angela de 48 años, mi hermano Joel (se pronuncia Yoel), de 18 y yo Andrea de 21. Si os preguntáis por mi padre, ese desgraciado dejó tirada a su familia al año de nacer mi hermano y saber que su único hijo varón tenía ciertas «deficiencias» al haberse quedado sin oxígeno su cerebro al nacer. Eso hizo que toda su vida, toda nuestra vida fuese en cierto modo condicionada por mi hermano.
Mi madre nos crió a los dos y luchó como creo que lo haría cualquier madre, hasta que nuestra edad y cierta rutina se instaló entre nosotros y empezamos a llevar una vida muy cercana a lo habitual en una familia. Mi madre estaba muy involucrada en su trabajo de ejecutiva de una empresa de telefonía, mi hermano aunque con esa pequeña deficiencia era autosuficiente, aunque iba a clases especiales y yo bueno, iba a la universidad, no tenía problemas con mi carrera de ingeniería en gestión empresarial, con lo que mi madre estaba tranquila y no me impedía hacer mi vida fuera de casa sin dar muchas explicaciones aun siendo extraño que tuviese poca vida social.
De alguna manera los tres hacíamos nuestra vida sin meternos mucho en la de los demás. Tengo que reconocer que mi madre era una mujer muy guapa y con un cuerpo muy bonito. Nunca conocí ningún amigo suyo y salvo que a la salida del trabajo o en el propio trabajo tuviese sus escarceos sexuales, poca vida social hacia la pobre que se desvivía por nosotros, sobre todo por su niño.
Joel, Joel era el mimado de la casa, el ojito derecho de mi madre y su talón de Aquiles. No lo digo con rencor, desde siempre acepté que él necesitaba más atenciones que yo y en lo que pude le eché una mano. Pero desde que empezó a ir a ese colegio que le recomendaron a mi madre, Joel mejoró, mejoraba día a día y ya no era tan dependiente aunque todavía necesitaba ayuda. Si Joel no hubiese tenido ese problema al nacer y fuese un chico normal, tendría a todas las chicas locas, era muy guapo y le gustaba mucho hacer gimnasia, con lo que muchas veces en la piscina o haciendo ejercicio veía su torso desnudo y confieso que me impresionaba.
Y yo, la hija modelo, seria, responsable, buena estudiante y dispuesta a echar una mano en lo que fuera, era solo una fachada para lo que realmente ocurría en mi vida y mantenía muy en secreto. Era una antisocial, una chica incapaz de hacer amigos, borde y desagradable en el trato. Si alguien se acercaba a mí con intención de entablar una conversación o establecer una amistad, huía de mi lado por lo tensa y desagradable de la situación. Si, tenía un problema para relacionarme con la gente pero mientras mis calificaciones en la universidad fuesen buenas y no diese guerra mi madre no se metería en mi vida, además, casi no salía de casa y las pocas veces que lo hacía era para ir a casa de la única amiga que tenía, Isabel, Isi como la llamaba cariñosamente desde el colegio al que fuimos juntas.
Quizás podríais pensar que el ser tan antisocial podría ser debido a mi aspecto, que fuese poco agraciada o fea, pero no. En la genética tanto mi hermano como yo salimos con la belleza natural de mi madre. A mis 21 años poseía una bonita cara y un cuerpo que hacía que los hombres me mirasen con deseo y mis compañeros de facultad aspirasen a meterse entre mis piernas. Muchas veces al salir de la ducha y mirarme al espejo, me preguntaba que si no fuese tan siesa, tan borde, tendría a todos los chicos que quisiera. Tenía unas tetas grandes, era delgada y mi cuerpo era una preciosidad, pero lo que más me gustaba era mi culito, redondito y respingón, pero mi forma de ser eclipsaba todo lo que tenía.
Vivíamos en un chalet de una sola planta muy grande con piscina. Eso es lo que nos dejó mi padre cuando se fue, aunque la hipoteca no estaba pagada y mi madre se tuvo que hacer cargo de todo. Gracias a su trabajo de ejecutiva en una compañía de telefonía cobraba muy buen sueldo y pudo hacer frente sin problemas a los gastos, bueno y con algo de ayuda de mis abuelos maternos.
Bien, más o menos os he descrito como es mi familia, en casa siempre había buena armonía y muy pocas broncas aunque mi carácter diga lo contrario. Mi madre es la que se ocupa principalmente de mi hermano, pero yo también le ayudaba mucho y mentiría si no dijese que le quiero con locura. Joel es muy cariñoso con nosotras aunque desconfía mucho de la gente que no conoce. Es un niño de cinco años metido en el cuerpo de un joven de 18. Únicamente te das cuenta de que algo falla, cuando te acercas y empiezas a hablar con él, habla muy rápido, casi no se le entiende y no es capaz de mirarte a los ojos, desvía la mirada avergonzado, pero por el resto es de lo más normal.
¿Y cuándo empezó todo? Realmente no podría asegurarlo. Ya en alguna ocasión mi mirada se había dirigido a la entrepierna de mi hermano notándola más abultada de lo normal, pero no le había dado importancia y lo achacaba a lo holgado de su pantalón o una arruga de su ropa. Realmente creo que todo empezó en la época que nos confinaron y tuvimos que convivir muy estrechamente los tres durante los meses que duró el encierro.
Al principio fue algo incómodo, pero nos aclimatamos bien. Hicimos nuestros horarios y nos manteníamos entretenidos. Las mañanas eran de trabajo, yo con mis clases on line, mi madre con sus reuniones a través de ordenador y de teléfono y mi hermano haciendo trabajos que le mandaban desde su colegio y que yo ayudaba de vez en cuando a terminar. Luego, después de comer nos sentábamos los tres a ver alguna película y sestear, pasando las tardes entre películas o yo haciendo trabajos para la universidad.
La verdad es que dentro de casa siempre he vestido muy cómoda y nunca me he preocupado por si enseñaba más de la cuenta o iba excesivamente ajustada marcando las curvas de mi cuerpo. Éramos mi madre y yo, con mi hermano no contaba ya que el pobre no se enteraba de nada, solo estaba pendiente de su videoconsola o de su ordenador o de algún juguete con el que se había encaprichado.
Una mañana me levanté y antes de ducharme y cambiarme me fui a desayunar. Solo llevaba unos pantaloncitos de algodón fino que dejaban media nalga al aire, una camiseta amplia pero sin sujetador, con lo que mis tetas se movían libremente y unos calcetines tobilleros. Entré a la cocina y saludé a mi madre con un beso.
—Buenos días mamá.
—Hola hija buenos días, ¿Has descansado? Dijo mirándome de arriba abajo mientras yo bebía un vaso de agua.
—Muy bien, ¿Y tú?
—Bien, muy bien…Emmm…Cariño, ¿No crees que vas demasiado fresca, demasiado «ligerita»?
—Mamá estamos en casa y a no ser que te perturbe el verme así, no creo que eso importe.
—Lo digo por tu hermano.
—¿Por Joel? Pobrecito mío, no digas eso de él, el pobre no se entera de nada.
—Cariño, Joel es un joven de 18 años no lo olvides. Su mente puede ser infantil, pero su cuerpo tiene las hormonas disparadas y no te puedes hacer una idea de cómo deja las sábanas y su ropa interior, están tan acartonadas que las pongo de pie y no se caen.
—Aggggg…mamá ¡¡Que ascoooo!!
—Además, en alguna ocasión que ibas con ropa muy ajustada o enseñando más de la cuenta le pillado mirándote, y esa mirada no era fraternal, te lo aseguro.
—Venga ya mamá, no me lo puedo creer, es Joel, mi hermanito, mi osito amoroso.
Solo por la manera en que me miró, sobraban las palabras, no me lo estaba sugiriendo, me lo estaba exigiendo. Fuera de mi casa vestía muy recatada, pero dentro de mi casa me gustaba ir así, ligerita de ropa, sintiéndome cómoda.
—Vale mamá, tendré más cuidado, no te preocupes.
—Gracias por entenderlo hija.
Salí de la cocina hacia mi habitación, pero lejos de estar incomoda o asustada, estaba excitada. ¿Joel se ponía cachondo conmigo? Mis principios morales prevalecían pero era lo prohibido y por alguna razón eso me ponía mucho.
Cuando llegué a mi habitación, me desnudé frente al espejo para irme a la ducha, pero antes me senté en la cama, abrí mis piernas y acaricié mi coñito y mis tetas hasta que exploté en un gran orgasmo, mientras el espejo me devolvía mi reflejo y veía mis dedos chapotear en mi vagina. Estaba muy mal, me había corrido pensando en las miradas lascivas de mi hermanito.
Aquí quiero hacer un inciso. Aunque era incapaz de socializar con la gente, no era virgen, ya había tenido mis encuentros sexuales, bueno, solo dos, que para la edad que tenía eran pocos en comparación con algunas compañeras de facultad que llevaban docenas de ellos.
Mi debut en el sexo, cuando perdí mi virginidad, fue en bachillerato cuando tenía 18 años. El afortunado fue un compañero que estaba muy bueno y reconozco que se lo trabajó muy bien. Fiesta de fin de curso, no se separó de mi lado, me sentía muy deseada y a media noche me llevó a un hotel. Velitas, pétalos de rosa y mucho cariño. No es que fuese para tirar cohetes, pero el muchacho se esmeró y me hizo alcanzar dos orgasmos, uno oral y otro follándome con ganas hasta que nos corrimos los dos.
El segundo polvo fue algo buscado. Tenía 19 años y había quedado con mi buena amiga Isi y decidimos irnos a un centro comercial a mirar tiendas. Confieso que ese día por alguna razón que desconozco estaba muy excitada y con ganas de follar, así que, si algún chico se acercaba e intentaba algo, no le iba a poner impedimentos. Cuando nos cansamos, nos sentamos en una terraza y más o menos terminamos hablando de sexo. A groso modo esta fue nuestra conversación.
—Andrea, realmente lo que quiero es ligarme a un tío y que me folle, lo necesito.
—A mí también me apetece follar. Por qué no hacemos una cosa, le dije a mi amiga, pasas por tu casa, pillas la ropa más provocativa que te quieras poner y nos vamos a mi casa a prepararnos. Mi madre no esta y mi hermano esta con mis abuelos.
Eso hicimos. Cuando salimos de mi casa éramos como dos putas con el letrero «fóllame» en la frente. No fue difícil conocer a dos tíos más o menos aceptables que nos intentaron emborrachar. De madrugada nos llevaron a un sitio discreto y yo en el asiento de atrás e Isi en el asiento del acompañante de un Seat León, dejamos que esos dos nos follasen. Aquí tengo que decir que aunque las comparaciones son odiosas, el que me estaba follando la tenía más grande y gorda que mi compañero de instituto y eso hizo que alcanzase un orgasmo muy rico, aunque muy incómodo por lo reducido del espacio y estar viendo las expresiones de placer de Isi y como se corría la muy puta.
Hubo una tercera vez que aborté cuando vi el pito del tío que me quería follar. Algo parecido a un cacahuete, pequeño y delgado, lo siento era patético y sé que le fastidié el polvo a Isi, pero no me iba a quedar esperando con ese desgraciado que tenía al lado intentando follarme. Algo que debo de recalcar es que en los pocos encuentros sexuales que he tenido, mis parejas quisieron que les hiciese sexo oral y me negué en redondo, no me llamaba. Desde esa última vez con 19 años, ya no había tenido ningún contacto con varón, mi carácter se impuso ante mis deseos carnales.
Desde entonces mi vida sexual se limitaba a mis masturbaciones y mis incursiones en el cine porno, más concretamente en las películas de pollas grandes follándose a jovencitas o en temas de BBC creampie, negros enormes, con pollas descomunales follándose a niñas no mucho mayores que yo y regando sus coñitos con sus corridas…Dioooos como me ponía eso, soñaba que algún día una polla así me follase.
Bien, volvamos a la realidad actual. Lo que me había dicho mi madre me había sorprendido. No concebía que mi hermano, mi pequeñín, se excitase conmigo, es que me resultaba imposible. Seguía en mi cama desnuda, acariciándome, pero pensando en mi hermano, entonces decidí comprobar si lo que mi madre me había dicho era cierto, que mi hermano me miraba con deseo.
No es que de repente mi vestimenta cambiase, pero por no molestar a mi madre si es cierto que ya no vestía tan provocativa dentro de casa, aunque en ocasiones sí que me ponía algo más sugerente. Y no es que me exhibiese delante de Joel, pero si me comportaba algo más insinuante, dando un toque de sensualidad a mis movimientos, y efectivamente, Joel no me quitaba los ojos de encima intentando ver más allá de lo que estaba oculto bajo mi ropa.
—Mira tú el «angelito» quien lo iba a decir y yo pensando que las chicas no le importaban. Reía para mis adentros mientras miraba el bulto tan interesante que se formaba en sus pantalones.
Realmente el confirmar lo de mi hermano en vez de enfadarme o hacerme sentir incomoda, hizo que mi relación con Joel fuese mucho más cercana, eso me excitaba. Aprovechaba cada oportunidad para abrazarme a él o llenarle de besos con el ánimo de excitarle, me enternecía, de alguna manera sabía que el pobre lo hacía sin maldad alguna y en ningún momento me puso una mano encima, solo me miraba con esa carita y esos preciosos ojos pidiéndome un abrazo que no le negaba. Sutilmente me estaba comportando como una zorra con Joel.
Empezábamos a salir ya del confinamiento y no era necesario estar encerrados en casa todo el santo día. Yo lo primero que hice fue ir a ver a mi amiga Isi. Aunque habíamos hablado por teléfono me apetecía verla y estar con ella. Después de mucho rato hablando con ella en su habitación me miró con cara de haber hecho algo malo.
—Jo tía, quiero contarte algo, pero no quiero que te enfades conmigo, ¿Vale? Me dijo Isi.
—Uyyyy…cuando tú me dices eso…¿Qué has hecho zorrón?
—Cuando estábamos confinados, conocí a un tío por Tinder, es policía municipal, guapísimo, un chulazo increíble y bueno, quedé con él para follar, estaba muy salida.
—¿Y cómo lo hacías? ¿Qué decían tus padres al verte salir de casa?
—Bueee, nos inventamos una historia, que era una voluntaria en un banco de alimentos y cuando quedábamos venía con el coche patrulla conducido por su compañero para escoltarme, me montaba para supuestamente llevarme al voluntariado, pero nos íbamos a su casa a follar como animales. Ha sido la ostia Andrea, te lo juro.
—Tus padres son lo más ingenuo que he conocido. A buenas horas mi madre se cree eso, mete a los policías en casa y les hace el tercer grado.
—Bueno, ahora si puedes salir de casa. Si quieres, este tío tiene un compañero de piso que también está muy bueno y estoy seguro de que cuando te vea te va a partir en dos con su pollón.
—¿También te lo has follado?
—Bueno, una tarde…Una tarde llegamos a su casa, estaba él y me lo propusieron, estaba tan cachonda, tan salida que dije que sí. Joder tía, ni te imaginas lo que se siente cuando dos tíos no paran de follarte.
—¿Te han follado el culo? Pregunté excitada.
—No, no me atreví aunque me lo propusieron, pero mientras uno me rompía el coño el otro me la metía por la boca hasta la tráquea, fue impresionante te lo juro.
—Bueno Isi, yo soy tu amiga, no soy quién para juzgarte, es tu vida, solo te pido que tengas cuidado, y respecto a tu ofrecimiento, lo siento, ya sabes que no me gusta ese tipo de relaciones y mucho menos ese tipo de hombres que se anuncian en aplicaciones de folleteo.
Me sentí un poco decepcionada conmigo misma. Le pensaba contar lo de mi hermano y lo que había descubierto, pero era algo pueril en comparación a lo que había hecho la puta de mi amiga que se dejó follar por dos tíos. Reconozco que estaba excitada con lo que me había contado Isi y sentía cierta envidia, notaba la humedad en mis braguitas y por mí, me hubiese desnudado y me hubiese hecho un dedo allí mismo, así que dando una excusa barata me despedí de ella y me fui a mi casa a desfogarme.
Durante el camino notaba como mis fluidos iban empapando más y más mi tanga, no podía dejar de pensar en la imagen de Isi en cuatro recibiendo polla, mientras otro tío se follaba su boca. Cuando llegué a mi casa, mi madre estaba vestida muy elegantemente, miraba su ordenador mientras hablaba por su teléfono móvil. Joel estaba en el salón jugando con la videoconsola y tenía la seguridad que mi madre se iba a ir. Cuando terminó de hablar vino hacia donde estaba.
—Gracias a dios que has venido, dijo mi madre apurada, me han llamado de mi trabajo, ha ocurrido algo grave y vamos a tener una reunión urgente.
—Mamá, estamos saliendo del confinamiento, no os podéis reunir, no está permitido, no te pueden obligar.
—Créeme que si pueden hacerlo, más aún cuando es el propio director general de la compañía el que te llama y te dice que necesita vernos. Así que como no sé lo que me voy a encontrar, ni a qué hora voy a terminar, podéis pedir unas pizzas y si no he llegado a la noche, haceros un huevo frito y patatas. De todas formas os llamaré para que sepáis como va todo.
Cuando se fue nos dio un beso a Joel y a mí y salió con prisas por la puerta, pero no pude dejar de mirar lo guapa que iba y que, como vestía, no era para meterse en un salón de juntas de una empresa.
Me fui hacia donde estaba mi hermano sentado en el sofá jugando. Me puse detrás de él y le abracé, dejando que notase mis tetas en sus hombros mientras besaba su mejilla. Estuve unos minutos así y le volví a besar en la mejilla deshaciendo el abrazo.
—Hoy estamos solitos tu yo cielo. Me voy a cambiar, ahora vengo. Le dije con cariño.
Iba caliente como una perra en celo. Notaba mis pezones duros y ardiendo, en esos momentos hubiese dado lo que fuera por una buena polla y que me llenase de leche. Hasta se me hacia la boca agua pensando en que me follaba la boca y eso que nunca lo había probado.
Cuando llegué a mi cuarto me desnudé en un santiamén. Al quitarme mi tanguita, estaba tan lleno de mis fluidos que había hilos de mis jugos que iban de mi coñito a mi braguita, me deshice de ella y me tumbé en mi cama totalmente espatarrada. Cuando mi mano, mis dedos hicieron contacto con mí coño, gemí herida de placer y solo bastaron unos cuantos movimientos sobre mi clítoris para estallar en un orgasmo largo y placentero.
Aunque le dije a mi madre que nunca lo haría, decidí lavarme bien y vestirme lo más provocativa que pudiese para excitar a mi hermano y ver hasta donde era capaz de llegar. Unos pantalones de deportes muy cortitos y anchos, para que a través de la pernera se pudiese ver mi coñito, no me puse ropa interior y por arriba una camiseta que dejaba mi tripita al aire y tapaba lo justo mis tetas, calcetines y de esa guisa fui a donde estaba sentado mi hermano.
Sabia como iba vestida y tenía claro lo que pretendía hacer, pero una pregunta asaltó mi mente, ¿Hasta dónde era capaz de llegar? Joder, era mi hermano pequeño y además tenía una deficiencia psíquica, era una depravada y mi alma ardería en el infierno, pensé agobiándome mucho y dejando que mis prejuicios tomaran el mando.
Estuve a punto de irme a mi habitación de nuevo y cambiarme de ropa por algo más decoroso, pero una rápida mirada a mi hermano y le pillé mirándome con disimulo. No me había dado cuenta pero mi pantalón estaba tan subido que dejó mi nalga al aire y mi camiseta caía de una manera sobre mi pecho marcando la silueta de mi teta sin problema.
—Bueno, es solo un juego Andrea, no hacemos mal a nadie. Pensé para mí.
Hasta que trajeron la pizza, Joel y yo estuvimos «jugando» Muchos besos y abrazos, dejándole sentir mi cuerpo y yo sintiendo el suyo y esa dureza entre sus piernas. Estaba empapada de nuevo y notaba como mi coño no paraba de soltar jugos cayendo por el interior de mis muslos. Una de las veces noté como su mano se metía por dentro de mis pantalones agarrando mi culo y apretándome contra él, yo solo gemí en su oído.
—Ummmm…Joeeel…
Cuando comimos nos sentamos en unos butacones uno frente al otro en la mesa bajera del salón. Fui muy puta y me abrí de piernas para él y estaba segura de que esos pantalones dejaban ver parte de mi coñito, porque Joel no apartó la vista en ningún momento y el bulto de su pantalón era ya muy grande y evidente.
Pero lo mejor llegó después de comer. Recogimos todo y nos fuimos al sofá a ver la televisión. Joel se sentó en una esquina y yo en la otra. Poco a poco me entró la modorra y me fui tumbando hasta quedarme dormida en posición fetal. Solo fui consciente de lo que realmente estaba pasando cuando empecé a despertarme. En esa posición mis pantalones mostraban mi culo y mi coño sin problema y entreabriendo mis ojos, vi a Joel con su mano metida en sus pantalones siendo evidente como se masturbaba.
—Uffff…se la está cascando, viéndome…que fuerteeee. Pensé para mí.
Eso no hizo nada más que subir mi temperatura y quise ir un paso más allá. Haciendo como que me desperezaba me estiré en el sofá y pasé mis brazos por encima de mi cabeza dejando mis tetas a la vista ya que mi camiseta se había subido. Recogí mis piernas y una la tumbé en el asiento y la otra la apoyé en el respaldo, quedando abierta de piernas. Estaba segura de que mi coñito estaba a la vista de Joel, brillante de mis fluidos y con mis labios abiertos. Con mis ojos entrecerrados vi como claramente aumentaba el ritmo de su masturbación y a los pocos segundos se tensó poniéndose muy colorado y sabiendo que se estaba corriendo, mirándome.
Cuando se recuperó, se levantó muy felinamente y salió del salón sin hacer ruido dirigiéndose a su habitación, imagino a limpiarse y cambiarse de ropa. Cuando me quede sola palpé mi coño y efectivamente estaba a la vista, el pantalón no lo cubría. Me hacía falta meterme algo en el coño, estaba fuera de mí con todo eso. Fui a la cocina, agarré un plátano y me fui a mi cuarto. Me desnudé y en la cama con mis piernas abiertas ese plátano entraba y salía de mi coño mientras mis dedos frotaban mi clítoris inflamado. Fue una tarde entretenida y muy diferente y cuando salimos de nuestros cuartos, Joel y yo no nos separamos hasta que vino mi madre.
Bien ¿Y ahora qué? Ya sabía que Joel se excitaba conmigo y yo con él, pero hasta cuando íbamos a estar jugando a este juego. Sabía lo principal, mi hermano tenía una sexualidad pero era incapaz de exteriorizarla ante alguien. Hubo más momentos, pero me dejaban insatisfecha, sobre todo porque tenía una lucha interna con mis principios. Algunas veces me moría por follar con Joel y otras huía despavorida por mis pensamientos.
Realmente, el día que cambió todo, el día que nuestras vidas, la de Joel y la mía, quedaron selladas, fue de la manera más absurda.
Era mediados de junio y ya hacia bastante calor en Madrid. Nuestra piscina la limpiamos y preparamos a mediados de mayo con lo que me pasaba mucho tiempo en bikini. Esa mañana cuando me levanté sabía que mi madre no estaría en casa en todo el día, me puse mi bikini más sexi para Joel, la braguita era un pequeño tanga y la parte de arriba trocitos de tela tapando mis pezones.
Pero ese día decidí que no quería llevar la parte de arriba, haría top lees, aunque dentro de casa me pondría una camiseta que a duras penas contenía mis tetas. Mi hermano Joel bajó al poco con cara de sueño y el pelo revuelto y me saludó con voz somnolienta.
—Buenos días Andrea. Dijo dejándose caer en una silla.
—Hola hermanito, ¿Has descansado?
El asintió sin apartar la vista de mí. Creo que por primera vez vi una mirada de intenso deseo en mi hermano.
—Es…estas muy guapa Andrea. Dijo sin dejar de mirar a mi entrepierna que se marcaba nítidamente en la tela del tanga.
—Vaya, muchas gracias Joel…¿Quieres que te caliente la leche?
Me di la vuelta y noté su mirada clavada en mi culito. Empecé a excitarme y a mi mente y mi cuerpo volvieron esas ansias de follar. Confieso que durante el proceso de calentarle y prepararle la leche no dejé de exhibirme ante él con las poses más sensuales que se me ocurrieron. Fueron unas cuantas veces las que giré mi cabeza y le vi embobado mirando mi culo y como lo exhibía ante él. «Será una mañana divertida» pensé para mí. No sé en que estaría pensando pero el caso es que cuando fui a dejarle la leche tropecé con tan mala suerte que todo el contenido del tazón fue a parar a la tripa y la entrepierna de mi hermano que enseguida se levantó gritando.
—¡¡¡AHHH!!!…¡¡¡QUEMA…QUEMA…QUEMA…!!!
Me quedé bloqueada pero la cara de terror de mi hermano me sacó del trance. Enseguida le quité la camiseta y arrodillándome le bajé el pantalón del pijama junto a su ropa interior para que esa ropa no estuviese en contacto con su piel.
—Madre del amor hermoso…me oí decir a mí misma.
De acuerdo, en toda mi vida no había visto muchas pollas, pero si era consciente de los posibles tamaños de una polla en calma y delante de mí tenía una de las pollas más grandes que había visto en reposo, y si en reposo era así de grande…Ufff, no me quería imaginar lo que sería estando empalmada.
—¡¡¡ANDREA, QUE PASA…DUELE…DUELE MUCHO…MEDICO!!!
Lo dejé desnudo y lo llevé a la ducha, sabía lo que debía de hacer, la leche estaba caliente pero no hirviendo y entre la impresión del líquido caliente y mi hermano que era muy aprensivo se puso muy nervioso. Según íbamos hacia mi cuarto, todas las habitaciones tenían su baño independiente, echaba miradas al badajo de mi hermano que oscilaba provocadoramente de lado a lado, cuando llegamos le metí en el plato de ducha, abrí el grifo y dio un pequeño respingo.
—Joel, esto solo es agua fría pero te va a calmar, vale, no te pongas nervioso, confía en mí.
Mi hermano me miraba horrorizado, su pollón lo tenía frente a mí de nuevo y con la mayor de las delicadezas orienté la alcachofa de la ducha hacia su tripa y sus genitales. Joel agarró una mano mía con fuerza y yo le besé la palma para tranquilizarle. Durante unos minutos estuve echando agua fría sobre su vientre y su pollón, la piel no estaba ni colorada, síntoma de que no había quemadura, pero necesitaba tocar esa maravilla, sentirla en mis manos, estaba como hipnotizada y no quiero mentir, quería excitarle y que se empalmase, necesitaba ver ese vergote en su máxima expresión.
—Cariño, voy a lavarte para asegurarme que no tienes ninguna quemadura, tú no te asustes y déjame hacer a mí, ¿Sí?
Mi hermano asintió con la cabeza y soltó mi mano. Alcancé el gel de baño y me eché un chorrito en mi mano y agarrando ese cilindro de carne me dediqué a acariciarlo y masajearlo con mimo. En esos momentos ni me acordaba que era su hermana, solo veía el miembro descomunal de un tío y lo quería para mí aunque ese tío fuese mi hermano pequeño. Fue un juego de niños el excitar a mi hermano con mis manos. Una polla enorme, gruesa y llena de enormes venas palpitaba en mis manos. No abarcaba su circunferencia y agarrando su verga con mis dos manos, todavía quedaba sitio para otras dos. Mientras pajeaba con delicadeza su polla mi otra mano acariciaba y masajeaba con cariño sus huevazos.
—¡¡Joder…es enorme!! Susurré.
No había tardado ni diez segundos en alcanzar una dureza brutal y un tamaño sobrehumano. Estaba en la ducha con una polla de ensueño, mejor que esas que veía en el porno de negros enormes, pajeándola mientras miraba embobada como su glande asomaba cada vez que tiraba de su piel hacia atrás, enorme, amoratado. Si por mi hubiese sido me hubiese intentado meter ese pollón y mamarlo hasta que se corriese en mi boca, pero mientras lo pensaba noté un espasmo en la polla de mi hermano.
—An…An…Andreaaaaaa… Gimió mi hermano.
Su polla empezó a escupir semen como si fuese un surtidor. Latigazos fuertes, espesos, densos que caían uno detrás de otro en mi cara, mi pelo, mi camiseta. Me dejó perdida y aunque no los conté fueron más de diez seguro. Nunca en mi corta vida sexual había visto una polla expulsar semen de esa manera.
Como pude me levanté y fui al lavabo a limpiarme los ojos, cuando me miré al espejo me vi la cara totalmente embarrada como si tres tíos se hubiesen corrido en ella. No lo pude evitar, saque mi lengua y rebañé el semen que estaba a mi alcance. Al principio me dio asco, pero luego su sabor me encendió aún más y no dudé en recoger más con mis dedos y deleitarme con su sabor y textura.
Me notaba empapada, mi coñito no paraba de soltar fluidos, pero algo me alarmó. Mi hermano lloraba en una de las esquinas de la ducha, creo que el pobre no entendía muy bien que es lo que había pasado y seguramente pensó que estaba enfadada con él. Me lavé la cara, me quité la camiseta y me acerqué de nuevo a la ducha solo con el tanga y mostrándole mis tetas tendiéndole la mano.
—Ey…¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? Dije con cariño.
—An…Andrea…yo…yo no quería, no te enfades conmigo.
Era tan tierno, tan inocente. Le abracé contra mí y le di un pico en los labios. El me miró confundido sin entender muy bien lo que ocurría.
—Anda cielo, dúchate y ahora vengo a por ti, hay que curar bien esa quemadura.
Me obedeció sin rechistar. Me moría de ganas por meterme en la ducha con él y hacer las mayores guarradas que os podáis imaginar, pero no quería asustarle. Me fui al dormitorio de mi madre y me lavé la cabeza para quitar los restos de la corrida de mi hermano. Aun notaba su olor, era fuerte intenso y para mí era el mejor de los perfumes.
Cuando terminé fui de nuevo al baño donde estaba mi hermano. Se estaba secando, pero según me vio entrar prácticamente desnuda, me miró de una manera que me encendió aún más. Me sentía muy deseada y las barreras morales que tenía iban cayendo una a una.
—Déjame la toalla cariño, yo te seco. Le susurré.
Me dediqué a secarle, acariciando su cuerpo, pero centrándome en ese pollón que volvía a tomar una dureza férrea. Dejé la toalla y me abracé a él dejándole sentir mis tetas desnudas y metiendo su polla entre mis piernas. Noté enseguida como presionaba mi vagina deliciosamente y a través de la tela de mi tanguita notaba su calor abrasador. Empecé a mover mis caderas de delante a atrás, le miré enfebrecida y pasé mis brazos por su cuello.
—Mi amor, ¿Has besado a alguna chica?
—N…No.
—Abre la boca y saca tu lengua. Le pedí.
Joel obedeció y los dos nos enzarzamos en un morreo brutal mientras las manos de mi hermano me abrazaban conta su cuerpo para seguidamente bajar a mi culo, amasarlo y arrimarme contra él. No es que fuésemos unos expertos, para mí fue un besazo y un momento bestial que elevó aún más mi excitación. En esos momentos ya tenía claro que me lo iba a follar, no aguantaba y si no lo había hecho ya, es porque no tenía ningún preservativo y yo no me cuidaba. A mi pesar, deshice ese abrazo y tomando un bote de loción de aloe vera, agarré su mano y le llevé a su habitación.
Quería sentirlo dentro de mí, probar que es lo que se sentía con un pollón de semejante envergadura. Cuando llegamos a su habitación le pedí que se tumbase boca arriba en la cama. Estaba a mi disposición, su polla dura como el acero, amoratada, llena de venas reposaba sobre su tripa y palpitaba. Tragué saliva y la agarré con mis dos manitas sintiendo su poderío, su innegable dominio sobre mi voluntad. Me incliné sobre él y mis labios besaron la punta de su glande. Miré a Joel que a su vez me miraba expectante y lo hice, metí todo lo que pude su polla en mi boca hasta casi desencajarme la mandíbula.
No sé si lo hacía bien o mal, pero los gemidos de placer de mi hermano me enervaron, más aún cuando noté como su mano se metía entre mis piernas y acariciaba mi coñito por encima de la tela de la braguita. Tendría una minusvalía, no lo dudo, pero sus instintos más primarios funcionaban a la perfección. En ese momento me incorporé y me quité el tanga quedándonos los dos completamente desnudos, me subí a la cama y puse mi coño en su boca, mientras yo me apropiaba nuevamente de ese tótem de carne.
Pensé que no sabría lo que hacer, pero a los pocos instantes noté como su lengua recorría mi rajita arrancándome un gran gemido.
—Ahhhhhh…Joeeel, asiiiii mi amoooor.
Joder no me lo podía creer, mi hermanito me estaba comiendo el coño y me estaba llevando a un orgasmo. Mi boca no daba más de sí pero me obligaba a tragar lo máximo de polla que podía mientras mi mano amasaba con mimo sus huevos. En esos momentos ya ni me acordaba de que era mi hermano discapacitado, era un chaval joven con una polla monstruosa que me iba a follar. Noté tensarse a mi hermano y palpitar su pollón en mi mano, se iba a correr en mi boca y eso hizo que explotase mi orgasmo.
—¡¡AN…ANDREAAAAAA!!
Exclamó mi hermano a la vez que el primer trallazo de semen golpeaba en mi garganta y mi orgasmo regaba la cara de Joel. Estaba soltando tal cantidad de semen que no lo pude tragar y desbordó mi boca, estaba como loca, nunca me había sentido así de excitada, era una sensación extraña, que no conocía pero que me hacía pedir más y estaba dispuesta a darle lo que me pidiera. Me di la vuelta y me tumbé sobre su cuerpo moviendo mis caderas lascivamente sobre su verga que no había perdido dureza
—¿Te ha gustado cielo? Pregunté abrazándome a él y frotándome contra su cuerpo
Mi hermanito me miró con cariño y asintió con su cabeza mientras acercaba sus labios y me besaba con lujuria. Mis caderas se movían exageradamente sobre ese balano, me incorporé y dejé que su longitud recorriera mí ya excitada rajita. Notaba los labios de mi coño hinchados y muy abiertos, mis tetas hinchadas y mis pezones me ardían, necesitaba sentirlo dentro de mí.
—Te voy a follar Joel. Le dije con voz ronca.
Elevé mis caderas y con mi mano guie ese pollón a mi coñito. Cuando noté su glande en la entrada de mi vagina me dejé caer poco a poco…diooooos, que sensación.
—Jo…deeer, es enorme, casi no me cabe, gemí herida de placer, Joel me estas abriendo el coñoooo.
Notaba como las paredes de mi vagina se adaptaban al nuevo invasor, su polla seguía entrando y ya llevaba más de la mitad cuando noté como desde mi estomago una sensación muy agradable se iba formando hasta que, con mi cuerpo temblando, estallé en un poderoso orgasmo.
—Joel mi amooor…me corroooo…me corrooooo.
Creo que con los espasmos de mi vagina y la corrida que me pegué su polla llegó aún más adentro. Metí mi mano entre nuestras pelvis y vi que le quedaban unos cuatro dedos para clavármela hasta el corvejón. Elevé mis caderas sacando una gran parte de polla para dejarme caer de nuevo y empezar una cabalgada feroz sobre la verga de mi hermano. Estuve así un minuto más o menos y otro orgasmo se gestaba en mi interior, lo notaba crecer.
—Joel…joder, joder…me voy a correr otra veeez.
Mi hermano cerro sus ojos y elevó sus caderas violentamente metiéndomela hasta los huevos. Noté como la punta de su cipote se clavaba en mi cérvix, produciéndome un dolor muy placentero, sentí su polla hincharse y empezar a palpitar llenándome el útero con su corrida mientas mi orgasmo explotaba y me derrumbaba sobre el cuerpo de mi hermano temblando como una hoja.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero si os digo que habían sido los mejores orgasmos de mi vida y los más largos que había experimentado. Estaba feliz y asustada. Feliz por tener en casa lo mejor de un hombre y asustada porque ya era adicta a su polla y se había corrido dentro de mí.
Estaba con mis pensamientos, Joel me acariciaba amorosamente y su polla seguía en mi interior sin perder un ápice de dureza. Me besó y me pidió que me quitase de encima suya, pero lo pidió con cariño. Le obedecí y me tumbé a su lado, él se incorporó y me puso en medio de la cama, abrió mis piernas y él se puso en medio. Le mostraba mi coño que soltaba su corrida cayendo entre los cachetes de mi culo a la sábana mientras Joel me miraba embobado.
—Andrea…eres preciosa. Te quiero mucho.
—Gracias mi amor, yo también te quiero mucho.
Vi como ponía sus manos a los laterales de mi cuerpo, lo miré extrañada, pero expectante, miré hacia abajo y vi su glande que se acercaba a la entrada de mi coño de nuevo.
—Joel ¿Qué vas a ha…? ¡¡¡AHHHHHHH…DIOOOOOOS!!!
Me la metió del tirón, casi sin dolor pero la impresión fue bestial. Mi hermano no había tenido bastante y quería seguir follándome y creo que yo tampoco porque fue empezar de nuevo y otro orgasmo se gestaba, tenía escalofríos y la piel erizada. Me abracé a él con brazos y piernas elevando también mis caderas para que la penetración me traspasase, la sensación era brutal, pero mi hermano me abrió aún más de piernas dejándolas a los costados de mi cuerpo, parecía una rana y ahí sí que empezó a follarme con violencia, con penetraciones muy profundas que me llevaron al delirio.
—Joeeeel…no parees…sigueeeee…sigueeeee…fuerte…asiiiiiiii…Dioooos que ricoooooooh…
Me estuvo follando por interminables minutos, me regaló dos orgasmos más y volvió a llenarme de leche. Mi coño ya no admitía más y se desbordaba, me sentía llena, plena, muy mujer y como dije antes muy feliz y esto no había hecho nada más que empezar, a partir de aquí las posibilidades eran infinitas.
Joel y yo pasamos el día como en una nube, me lo follé dos veces más, una en la piscina, y otra en la ducha, empotrándome como un jodido semental, me encantaba cuando su polla me abría el coño para después follarme con fuerza, pero debíamos de empezar a comportarnos, mi madre no tardaría en venir.
Me tenía que pasar por la farmacia, primero a comprar la píldora del día después, estaba en mis días fértiles y con las corridas de mi hermano dentro de mí, fijo que me dejaba embarazada. Y segundo, tenía que comprar preservativos y pedir cita con el ginecólogo para que me recetase la píldora. La polla de mi hermano era para probarla sin gomita.
Así que nos vestimos y le dije que le invitaba a un helado y de paso me pasaba por la farmacia. Al salir a la calle lo primero que hice fue darle la mano, era un gesto habitual en mi madre y en mí, llevar de la mano a mi hermano, pero para mí ese gesto y en ese momento cambio su significado, iba de la mano de mi hombre.
Cuando llegamos a la farmacia mi hermano se fue a mirar algo y yo aproveché y me fui hacia la dueña que nos conocía de hace muchos años.
—Hola Andrea, cuanto tiempo, estas muy guapa ¿Qué querías?
—Muchas gracias…Estoooo, si pido algo ¿Se mantiene el secreto farmacéutica-cliente?
Esa mujer levantó una ceja como dudando, pero esbozó una sonrisa y me lo dijo con confianza.
—Pídeme lo que quieras y tranquila que no le diré nada a tu madre.
—Me hace falta la píldora del día después y una caja de preservativos…tamaño XL. Terminé diciendo roja como la grana.
Esa mujer me miró con los ojos muy abiertos y una gran sonrisa. Se metió en la trastienda y vino con una bolsita que dejó encima del mostrador. Pagué y antes de irme me miró con complicidad.
—Pásalo muy bien cariño y disfruta, pero ve al ginecólogo y dile que te haga una revisión.
Al cabo de las semanas volvía a probar el enorme pene de mi hermano mientras me percutía el coño pero sin preservativo y sin correr el riesgo de quedarme embarazada. Joel tenía cierta fijación con mi culo y siempre que me tenía a cuatro como en ese momento, siempre me metía su dedo pulgar en mi anito y eso me volvía loca. Mi culo era virgen, pero sí, tenía claro que todo mi cuerpo pertenecía a mi hermano y le iba a regalar la virginidad de mi culito, lo deseaba.
El problema era el tamaño de la verga de mi hermano y lo cerradito que tenía mi anito. Lo preparé, lo preparé muy bien, aprendí a dilatármelo y a saber cómo recibir a esa monstruosidad de polla que tanto placer me proporcionaba. Leí mucho sobre las penetraciones anales y vi muchos tutoriales y videos y cuando estuve preparada sorprendí a mi hermano. Llevaba mi culito bien limpio, lubricado y perfumado, estaba nerviosa, pero deseaba que me sodomizase, quería sentir como su pollón perforaba mis intestinos.
Así que estando en cuatro, con mi pecho apoyado en el colchón y mis riñones hundidos, ofreciéndome como una puta a mi hermano, su polla me llevaba de un orgasmo a otro follándome el coño y entonces se lo dije.
—Joel…¡¡¡FOLLAME EL CULO!!! ¡¡¡PARTEME EN DOS!!!
Había lubricado mi culo antes de empezar, no paraba de soltar jugos debido a los orgasmos que estaba teniendo, así que Joel ni se lo pensó. Sacó su polla de mi coño muy lubricada, la enfiló a mi ojete y haciendo algo de presión noté como me abría el anito dejando pasar su glande.
—Despacio mi amor, no hay prisa. Le dije excitada pero con algo de miedo.
No sentí dolor, si acaso algo de molestia pero el placer era mayor. Joel fue un amor, creo que sabía que en esos momentos no podía empotrarme porque podría sufrir y mi hermano me adoraba y no quería hacerme daño. Así que respiré hondo y fui yo quien echando mi cuerpo hacia atrás me la clavé hasta que noté sus huevos rebotar en mi coño.
—Diooos que ricoooo…vamoos…follameeeee, párteme en dos con tu pollón.
Amaba a mi hermano, con él estaba descubriendo muchas cosas que solo escuchaba o veía en películas. Le pertenecía, ya lo consideraba mi pareja y mi cuerpo no tenía secretos para él. Me folló el culo con fuerza, como solo él sabía hacerlo, notando su polla en mi estómago hasta que me hizo alcanzar un orgasmo tan brutal que creo que hasta perdí el sentido.
Cuando volví en mí, tenía mi culito lleno de leche, estaba tumbada boca abajo, notando el peso de mi hermano sobre mi mientras sus labios besaban mi cuello y sus caderas se mecían suavemente. Aun notaba palpitar su polla en mi culito y ese vaivén que me excitaba. Sacó su verga de mi culito, dura, férrea y la apuntó a mi coño, estaba tan abierta que mi coño no protestó aun teniendo mis piernas cerradas…solo puse mis ojos en blanco y abrí mi boca para coger aire, esto no había hecho nada más que empezar.
Ya estábamos al final del verano. Todo en mi casa iba de maravilla, vaya, parecíamos una de las familias más felices del mundo con lo que estaba cayendo con el tema del COVID-19. Pero todo era debido a mi hermano. Mamá estaba encantada porque había notado un cambio abismal en su manera de ser, ahora era más comunicativo y no estaba tan encerrado en sí mismo. Si, seguía jugando con su videoconsola, pero era casi normal debido a su edad, descubrí en su ordenador las paginas guarras que veía, ya no jugaba con juguetes, era como un chaval normal para sus 18 años.
Sabía, estaba segura, que era por la relación que teníamos. Joel me daba el mejor sexo de mi vida y él había reafirmado su personalidad. Supo en todo momento, aunque yo se lo dije, que nuestra madre no se podía enterar de esa relación, que lo que hacíamos aunque no estaba prohibido, si estaba castigado por la sociedad, pero Joel era muy estricto y delante de nuestra madre no había ninguna muestra de cariño, no así cuando se iba y nos quedábamos solos, nos devorábamos con ansia y follábamos como si no hubiese un mañana.
Mentiría si no os confesase que estaba perdidamente enamorada de mi hermano, lo amaba como hombre, también por la consanguinidad que nos unía, pero ese amor era diferente, sinceramente no sé cómo mi madre no se daba cuenta, por qué muchas veces me quedaba mirando a Joel embobada, pensando en lo caprichosa que es la vida y como de la manera más tonta, por un simple comentario, nos había unido de una manera bestial.
Pero, siempre tiene que haber un pero, a finales de octubre, después de casi cuatro meses de relaciones con mi hermano, noté a mi madre cabizbaja y pensativa. Ya llevaba unos días que algo le preocupaba, hasta que un día preparando la cena las dos se lo pregunté:
—Mamá, llevas unos días preocupada ¿Qué ocurre? ¿Algo que deba saber?
—No es nada cariño, pero algo debo de hacer. No nos damos cuenta pero Joel es un hombre con necesidades y aunque ha cambiado mucho en estos meses…creo que no sabe ni masturbarse, ya es que me da vergüenza cuando la asistenta ve las sábanas o su ropa interior.
No era consciente, pero cada vez que Joel y yo follábamos sus corridas eran tan abundantes que mi coñito o mi boca no era capaz de retenerlas y se desbordaban cayendo a las sábanas, aparte de mis corridas y mis fluidos que también hay que decirlo. Eso fue un fallo que no tuve en cuenta y veríamos que consecuencias nos traería.
—Bueno mamá, eso no es problema, un día nos sentamos con él y se lo explicamos. Dije alegremente.
—No hija, ni yo me siento con fuerzas y a ti no te voy a meter en ese asunto tan delicado.
—Vale, entonces ¿Qué vas a hacer? Pregunté preocupada.
—Bueno, he estado en el medico y me ha recetado unas pastillas para bajarle la líbido y también…también me ha dejado un teléfono donde puedo contactar con chicas que se dedican a tener relaciones con chicos que presentan minusvalías.
Un escalofrío recorrió mi espalda, mi boca se secó y un sudor frio invadió mi cuerpo. Mi niño, mi amor, mi hombre…¿En manos de una puta? Sabía que no me podía descubrir, pero mi madre no sabía a quién se lo estaba contando, eso no lo iba a consentir. Intenté mantener la tranquilidad y la seguridad en mí misma y respondí con sosiego.
—Solo una cosa mamá, si en vez de Joel, fuese yo la que tuviese el problema ¿contratarías un tío para que me follase?
—¡¡¡ANDREA CUIDA TU VOCABULARIO, NO DIGAS ESTUPIDECES!!!
—Mamá, SI o NO
—Son casos diferentes, yo…
—¡¡¡MAMÁ JODER ES BIEN SIMPLE…SI O NO!!!
—NO, VALE, NUNCA TE HARIA ESO.
—¿Y por qué a Joel sí? ¿Por qué es hombre?
—Y entonces ¿Qué hago? Dijo mi madre echándose a llorar.
—Mamá, soy su hermana, dije abrazándola, lo quiero más que a mi vida, déjame a mí que me encargue y no temas nada.
—¿Y qué vas a hacer?
—Bueno, hablar con él y explicarle lo que debe de hacer. Tampoco es tan complicado.
—Hija me da no sé qué hacerte pasar por esto.
—Mamá Joel es tan problema tuyo como mío, así que no te preocupes de nada, de veras.
Aunque de momento había salvado el escollo, estaría muy atenta por si a mi madre se le ocurría comprarle esas horribles pastillas que quitarían el deseo de mi niño para que me empotrase y me follase hasta caer reventada a base de orgasmos.
Al día siguiente una gran toalla de baño cubría la cama donde follábamos para no dejar rastro de nuestra pasión sobre esa superficie. Cuando terminamos y vimos como habíamos dejado esa toalla entendí a mi madre, aunque era bastante incomodo, con lo que me las apañé para ser yo quien pusiese ropa a lavar y solo la asistenta seria quien planchase, así no vería el estado tan lamentable en el que dejábamos nuestras sábanas.
Pasado un tiempo, yo ya había olvidado la conversación que había mantenido con mi madre, pero ella aunque yo no me diese cuenta seguía muy de cerca a mi hermano. Se que confiaba en mí, incluso le daba miedo preguntar, pero un día decidió que ya era hora de hablar conmigo.
—Hija, me gustaría hablar contigo de lo de tu hermano ¿Cómo va todo?
—Pues muy bien mamá, ya hemos llegado a la fase de cambiar solo una vez por semana las sábana e incluso por cambiarla como todas las semanas, no porque esté manchada.
—Bueno, me alegra oírte decir eso. Entonces como… a ver, ¿hablaste con él?
—Primero hablé con él, aunque me miraba confuso y como dicen que el movimiento se demuestra andando, busque una página porno donde salían masturbaciones y estuvo mirando como se hacía.
—¡¡¿Estuviste mirando porno con tu hermano?!! Preguntó alterada.
—Mamá más que mirar porno, estuve viendo con mi hermano como se masturbaba un tío, punto.
—¡¡CALLA!! Quiero quitarme esa imagen de mi cabeza.
—No fue tan malo, para mí fue muy divertido y aleccionador y para Joel mejor, le he creado una rutina y antes de que vengas por la noche, le llevo a su habitación, le pongo un poco de porno antes de ducharse y le doy un calcetín. Él se lo pone sobre su miembro y ale…a darle a la zambomba, así se va a la cama descargado y relajadito.
—Y…Y ese calcetín…¿Qué ocurre con él? ¿No lo pondrás en la ropa sucia? Preguntó mi madre.
—Joel se lo lleva a la ducha y lo lava y luego yo le doy el visto bueno.
—Hija, me admira la naturalidad con lo que lo cuentas, yo no sería capaz.
—Mamá porque es algo natural, no es nada malo y además, Joel nos tiene solo a nosotras para ayudarlo y yo nunca le negaré nada.
Esto último, lo dije sabiendo que mi madre se haría mil preguntas, que si era capaz de hacerlas no dudaría en responder. Me miró confundida, aunque no le quiso dar importancia, esbozó una sonrisa y me dio las gracias por haberme ocupado del problema de mi hermano. ¡Ay! Si ella supiese lo que en verdad estaba ocurriendo, creo que le daba un patatús.
Nuestra vida continuó como siempre, empezamos las clases con la sombra de la pandemia sobre nuestras cabezas y aumentando los contagios exponencialmente. Temía que mi madre volviese a teletrabajar desde casa, si eso ocurría adiós a los encuentros entre Joel y yo, pero gracias a Dios eso no ocurrió, aunque su compañía hacia PCR’s a todos sus empleados y ella decidió que nosotros nos la hiciésemos también por si acaso.
Todo siguió su curso, durante los siguientes dos años no hubo nada relevante que contar salvo que Joel y yo cada vez estábamos mejor. Ya le consideraba mi pareja, mi novio, era algo complicado pero lo sabía llevar. Era muy consciente que las pocas veces que salía a tomar algo con mi amiga Isi, Joel se venía conmigo. También tenía claro que era yo quien debía de protegerle de ese mundo que él desconocía en que la gente le podía hacer mucho daño, por eso cuando él se separaba de mi lado e iba a mirar algo, algunas veces se le acercaba una chica para ligar con él, mi hermano era muy guapo, estaba muy bueno y llamaba la atención, momento en que mis alarmas se disparaban e iba a rescatarle de esa loba sedienta de sexo.
Isi no era tonta, se fijaba mucho en las personas y su manera de ser, por eso había estudiado psicología. El estar con ella a mí no me suponía problema alguno, era Isi mi amiga de toda la vida, la persona que estuvo a mi lado en los momentos más importantes, una persona que sé que nunca me fallaría. Compartíamos casi todo, por supuesto, lo de mi hermano no lo conocía, o eso creía yo, hasta que un día estando en mi casa tomando un café y poniéndonos al día me lo soltó a bocajarro y sin anestesia.
—Andrea…Joel y tú estáis liados ¿A que sí?
—Pero que dices tía, ¿Estas loca? Tú estás muy mal. Repliqué poniéndome a la defensiva.
—A ver Andrea, yo no te voy a juzgar, ya sois mayorcitos. Te conozco mejor que tú misma, he visto como miras a Joel, como te tensas cuando una guarra se le acerca y como le cuidas y te preocupas por él. Eso no es amor de hermana, es amor a un hombre y no puedes esconder la cara de bien follada que llevas. Aparte de que los dos habéis cambiado mucho, pero para mejor.
Fue una equivocación el no cortar esa conversación. Isi me arrinconó de una manera que le terminé confesando todo, que me había enamorado de mi hermano, que tenía una polla descomunal, que me hacía tocar el cielo y que era el hombre de mi vida. En el fondo me sentí liberada al poder contar a alguien que era feliz y que ya no me hacía falta nada más, pero no fui consciente de que Isi era una depravada, una depredadora sexual y que por probar el mejor rabo haría lo que hiciese falta. Cuando terminé de contarle mi gran secreto me lo dijo como algo natural.
—Eres una jodida egoísta. Tener lo que tienes en casa y no compartirlo con tu mejor amiga, sabiendo que muchas veces te he dicho que tu hermano me pone.
—Isi, sabes que Joel no es como todos los chavales de su edad, es muy especial, no es un juguete sexual.
—¿Esta Joel en casa? Pregunto Isi de una manera que no me gustó.
—¿Por…porque lo quieres saber?
—Es evidente mema, me lo voy a follar, ya que me has dicho que folla de maravilla y que tiene un pollón descomunal hay que probarlo.
—¡¡NO ISI!! Dije asustada. Joel es más que mi hermano, es mi amor, es mío, es como si quisieses follarte a mi novio.
Estaba nerviosa, empecé a arrepentirme de haberle contado mi gran secreto, pero es que Isi era mi amiga del alma, nos conocíamos desde niñas y siempre habíamos estado muy unidas y nunca nos habíamos fallado en momentos clave de nuestras vidas y este era uno de ellos. Isi se había levantado y paseaba de lado a lado dejándome ver su cuerpo embutido en unos vaqueros super ajustados y una blusa que quería romper los botones de su pecho de lo ajustada que iba. Miraba al suelo como sopesando la situación y se arreglaba el pelo nerviosamente hasta que habló de nuevo.
—A ver Andrea, para que lo entiendas. Me voy a follar a tu hermano te guste o no, delante de ti o si quieres te vas a dar una vuelta y no me lo vas a impedir. Veras, los psicólogos tenemos la fea costumbre de grabar las conversaciones y esta no iba a ser menos. Lo tengo todo grabado, dijo sacando una pequeña grabadora de su bolso, si no quieres que te arruine la vida, tu vida, la de tu hermano y la de tu madre, tráeme a Joel ahora mismo.
—No Isi, no me puedes hacer esto, somos amigas. Dije echándome a llorar.
—¡¡¡QUE LO HAGAS JODER!!! Chillo Isi.
Obediente me levanté y fui hacia el cuarto de mi hermano. Ya en el pasillo que daba a las habitaciones, me lo encontré muy serio y con los ojos rojos de haber llorado.
—¿Por qué se lo has contado? Me susurró Joel
Me abracé a él y yo también me eché a llorar. Conocía a Joel y sabía que se sentiría muy cohibido con esa guarra. Agarré su mano y lo llevé a su habitación, donde volví abrazarlo.
—Lo siento de veras mi amor, pero ahora estamos en un buen lio por mi culpa. Si no haces lo que me pide estoy segura de que nos van a separar y yo quiero estar a tu lado.
—Bueno, haré lo que me pides. Dijo Joel con tristeza abrazándose a mí.
Cuando llegamos al salón, esa puta ya estaba desnuda y abierta de piernas haciéndose un dedo. Estaba totalmente depilada, salvo una tirita de pelo sobre su pubis, su coño aparecía brillante y abierto esperando a mi hermano.
—Hola Joel, saludo excitada Isi, apuesto lo que quieras que esta mañana cuando te has despertado, ni imaginabas que me ibas a follar.
—Mi hermana me ha contado lo que has hecho, dijo tímidamente, es tu amiga y deberías respetarla.
—También tú y yo somos amigos, venga desnúdate y muéstrame que es lo que escondes.
—Tú y yo no somos amigos, dijo Joel mirando al suelo.
—¡¡¡QUE TE DESNUDES TARADO DE MIERDA!!! Grito Isi fuera de sí.
Isi se puso en pie y empezó a romperle su camiseta intentando desnudarle. Mi hermano se quitó los pantalones y esa zorra se arrodilló delante de mi hermano arrancándole prácticamente su ropa interior y apareciendo su enorme polla lista para la acción. Me molestó un poco verle tan dispuesto, pero también es cierto que era imposible para él ver un coño y no empalmarse como un burro.
—¡¡¡DIOS MIO, SI PARECE LA POLLA DE UN CABALLO!!! Exclamó Isi. Eres una cabrona, dijo dirigiéndose a mí, eres una acaparadora, esto se comparte mala amiga.
Seguidamente y mirándome a los ojos engulló más de la mitad de la polla de mi hermano mientras empezaba una feroz mamada que duró el tiempo que Joel utilizó para agarrarla del pelo y follarse su boca. No le preguntó, ni falta que hacía, cuando llegó su orgasmo se corrió en su boca abundantemente, y como era de esperar, mi hermano casi le ahoga con su corrida que se desbordó por las comisuras de sus labios.
—COF…COF…COF, hijo puta, casi me ahogas con tu corrida, decía Isi tosiendo roja y congestionada, esto se avisa.
Vi como mi hermano me miraba con una medio sonrisa y me guiñaba un ojo. Quise entender que eso lo hacía para que esa puta lo pasase mal, no para que disfrutase.
—Joder, y todavía la tienes dura como un garrote. Ven cielo, siéntate en el sofá.
Joel obedeció, Isi se puso a horcajadas sobre él y agarrando su polla se la metió del tirón hasta los huevos.
—¡¡¡DIOOOOOS…JODEEEER, ESTO ES UNA POLLA, NO LO QUE ME ESTABA METIENDO!!!
Esa puta empezó a follarse a Joel con unos sentones que harían que le traspasase el útero. Yo estaba sentada, con mis piernas recogidas, viendo como esa polla, la de mi amado, la del hombre de mi vida, barrenaba el coño de otra mujer, la que en su día fue mi mejor amiga.
—Vamos campeón, me voy a correr…fuerte…fuerte…siiiiiiiiiiiii.
Sin dejar de parar Isi se corrió sobre la polla de mi hermano y empezó a encadenar orgasmos. Para cuando mi hermano se corrió en su interior, esa zorra había alcanzado por lo menos seis orgasmos y tiritaba de placer. Para cuando se recuperó, se levantó y se fue al baño soltando la corrida que llevaba en su interior. Joel no se atrevía a mirarme, pero yo me levanté y le besé con amor, que supiese que no estaba enfadada con él.
Tenía el corazón roto, y una opresión en el pecho que no me dejaba respirar. Cuando llegó de nuevo a donde estábamos, agarró a Joel de la mano y se lo llevó a mi cuarto.
—Me llevo a Joel a tu cama, puedes venir o te puedes quedar aquí. Haz lo que te dé más morbo.
No me quise separar de mi hermano en ningún momento, me fui con ellos a mi cuarto y durante las siguientes dos horas vi como esa puta follaba con Joel hasta dejarle seco. Gritó y chilló todos y cada uno de sus orgasmos para que yo me enterase bien y me miraba con cara de superioridad, sabiendo que podía hacer conmigo lo que le diese la gana y sabiéndose dominadora de la situación, pensando que Joel ya era de su propiedad.
Tuve que salir de mi cuarto cuando esa zorra alcanzó otro orgasmo más, tenía un ataque de ansiedad y pensé que me iba a morir. Lloraba desesperada y me fui al salón y entonces vi el bolso de Isi al lado de su ropa, miré dentro y ahí estaba esa grabadora. La escondí en un armario de la cocina, dentro de un cartón de cereales y lo dejé al fondo del armario. Por lo menos eso ya no lo podría utilizar contra nosotros y algo me calmó.
Cuando entré de nuevo a mi dormitorio, Isi estaba en cuatro recibiendo los envites de mi hermano mientras ella se retorcía de placer. En ese momento mi hermano hizo lo que le gustaba hacerme a mí y me volvía loca, meterme el dedo pulgar por mi anito, pero parece ser que a esa puta no le gustó tanto.
—Ni se te ocurra meter tu dedo en mi culo, dijo secamente, por ahí no ha entrado nadie y tú menos imbécil.
Miré con asombro a esa guarra; tan puta, tan promiscua, tan golfa y aún era virgen del culo. Mi hermano obediente sacó su dedo y siguió follándola. Puede parecer absurdo y seguro que lo es dada la situación, pero me sentí orgullosa de mí misma al saber que la polla de mi amado hermano entraba en mi culo sin pedir permiso, en algo era mejor que esa puta.
Miré a mi hermano en el momento que empezaba a correrse en el interior de Isi, pero vi su mirada sombría, no de un placer extremo. Se estaba corriendo, sí, pero por su cabeza pasaban otras ideas, estaba segura. Los dos terminaron de recuperarse de sus orgasmos y cuando Isi se incorporó intentó besar a Joel, este se resistió, pero por la fuerza esa puta metió su lengua en la boca de mi hermano.
—A ver si te enteras gilipollas, dijo mirando a mi hermano. A ver si os enteráis los dos, empezó dirigiéndose a nosotros. Ahora Joel es de mi propiedad y me lo follaré las veces que quiera hasta que consiga olvidarte y que sea solo mío. Que quede claro, follando soy mil veces mejor que tú. Me dijo con un deje de desprecio.
Se bajó de la cama y se fue primero al baño. Oímos la ducha y yo me acerqué a Joel y le abracé cubriéndole de besos. Estaba rota por dentro y no sabía lo que hacer. Al poco salió Isi altiva y fue hacia mi hermano, le obligo a besarla y dándose la vuelta fue a salir de la habitación, momento en el que Joel la agarró fuertemente por el pelo y la hizo darse la vuelta ante las protestas de mí ya examiga.
—¿Pero se puede saber lo que haces subnormal de mierda? Protestó Isi.
—¿Alguien ha dicho que te puedes ir? Todo en esta vida tiene un precio, prosiguió diciendo, y lo que has hecho esta tarde lo vas a pagar ahora. Dijo mi hermano dejándonos a Isi y a mi sorprendidas.
—SI…¿Y qué vas a hacer? ¿Follarme de nuevo? Dijo Isi con alegre desprecio.
—Voy a tomar lo que es mío y por derecho me corresponde. Andrea dame el gel lubricante. Me pidió.
Por primera vez vi la cara del terror en Isi, abrió mucho sus ojos e intentó asustarnos de nuevo, pero esta vez no iba a ser igual.
—Ni se te ocurra tarado, como lo intentes te arruino la vida…¡¡¡ME HAS OIDO IMBECIL!!! Chilló Isi.
El tortazo que le dio mi hermano sonó en toda la habitación y creo que hasta hizo eco. Isi cayó al suelo aturdida y mi hermano la volvió a enganchar del pelo poniéndola en pie.
—No estás en posición de exigir nada. ¿Me oyes tu a mí?
Isi, lloró, suplicó, pidió perdón y nos aseguró que esto no volvería a ocurrir, que había perdido la cabeza. Sorprendida por la actitud resolutiva de mi hermano, comportándose como un verdadero macho alfa, vi como con mi ayuda, abriéndole los cachetes del culo, la inmensa tranca de mi hermano profanaba el anito de esa zorra hasta que sus huevos golpeaban su coño.
Creo que nunca he visto llorar, chillar de dolor y de desesperación, a nadie como vi esa tarde a la puta de mi examiga que quiso tomar por la fuerza lo que no era suyo. Mi hermano le pagó con la misma moneda y algo en mi interior me dijo que esa guarra no nos molestaría más.
Para cuando mi hermano se corrió en su culo, Isi estaba hecha un trapo, era como una marioneta. Joel sacó la polla del interior del culo de esa zorra, llena de sangre y heces. El hedor en la habitación era desagradable, aun así mi hermano hizo algo que casi me hace vomitar. Levantó a Isi medio grogui, y la volvió a agarrar fuertemente del pelo.
—Abre la boca guarra. Isi obedeció como una autómata. Y ahora déjala bien limpia, dijo metiendo esa monstruosidad en esa bocaza.
Juro que tuve que mirar para otro lado de las náuseas que me entraron. Cuando Joel pensó que ya era suficiente, la levantó de malas maneras y agarrándola del pelo la llevó al salón dejándola al lado de la ropa.
—Ahora SI que te puedes ir. Y dándose la vuelta se marchó a su habitación.
Yo me quedé con esa guarra, sorprendida por cómo había actuado mi hermano, mirando como a duras penas se vestía. Vi que había dejado un rastro de sangre y que por el interior de sus piernas escurría la corrida de mi hermano y sangre, mucha sangre. Durante todo ese proceso hasta que le abrí la puerta de la calle no cruzamos ni una palabra. Ya en la cancela de entrada, detuve a esa zorra y la hice mirarme.
—Sobra decir que a partir de este momento, las puertas de mi casa están cerradas para ti. Ya no somos amigas y esto nunca te lo perdonaré, olvídate que existo y que un día tuvimos una bonita amistad. Y por cierto, tu grabadora está en mi poder y si se te ocurre denunciar a mi hermano por lo que te ha hecho o airear nuestro secreto…¿Qué pensaría la gente al saber que has seducido a un minusválido psíquico? Piénsalo. Dije cerrando la cancela.
Isi dio cuatro pasos con dificultad, le costaba andar. Se dio la vuelta y me miró con asombro.
—¿Minusválido psíquico?…¡¡Unos huevos!!
Vi alejarse a la que un día consideré casi como mi hermana. Cojeaba y le costaba andar debido al destrozo que llevaría en su culo. Había que tenerlo muy bien preparado para alojar a semejante bestia y el anito de Isi estaba muy cerrado. Cuando la perdí de vista miré la hora y me asusté. Mi madre estaba a punto de llegar y tenía que arreglar y airear un poco la casa para que mi madre no sospechase lo que había ocurrido allí esa tarde.
Cuando entré lo primero que hice fue ir a buscar a mi hermano. Oí la ducha de su cuarto y le dejé tranquilo mientras recogía todo. Para cuando llegó mi madre, todo estaba en orden y parecía que en esa casa no había pasado nada. Yo saludé a mi madre como siempre, aunque cierta tristeza me invadía. Al poco salió Joel de su habitación y también la saludó. Preparamos la cena y todo parecía ir bien, todo normal, pero mi madre conocía muy bien a su niño.
—¿Qué le pasa a Joel? Lo noto raro, como distraído. Dijo mi madre.
—Si, yo también lo he notado, dije nerviosa, le he preguntado, pero de momento no ha querido hablar conmigo.
—Bueno cariño, se el nivel de confianza que tienes con tu hermano, si ocurre algo malo sé que te lo contará y bueno, por ende yo también me enteraré.
—Descuida mamá, no te preocupes.
Ese día había sido muy raro, extraño. Es como si lo ocurrido, solo hubiese sido un mal sueño, pero todo era real, muy real. Nada más terminar de cenar Joel se despidió de nosotras y se fue a su habitación, eso me preocupó y antes de que yo dijese nada mi madre me apremió a ir tras él.
Cuando llegué a su habitación, Joel estaba sentado en su cama llorando de nuevo. Cerré la puerta tras de mí y la aseguré para que nadie nos molestase. Me acerqué a él y sentándome a su lado lo abracé con amor y lo besé para que supiese que no estaba enfadada con él, si acaso seria todo lo contrario por mi estupidez.
—Cariño de verdad perdóname, te aseguro que esto no volverá a ocurrir. Dije angustiada.
—Lo sé, dijo sonándose la nariz, yo solo te amo a ti y lo que ha ocurrido esta tarde no quiero hacerlo otra vez. Lo que pasa, lo…lo que ocurre es que tengo heriditas en el pito y me duele mucho. Dijo con ternura, haciendo un puchero.
Eso me preocupó y me enterneció, le dije que se bajase los pantalones y me enseñase lo que me decía. En efecto, tenía el glande en carne viva y sangraba ligeramente por unas cuantas heriditas, imagino que al follarle el culo se tuvo que hacer daño incluso con el gel lubricante.
—Bueno mi amor no te preocupes, estas muy irritado, déjame que te cure y verás cómo te encuentras mejor.
Esa zorra había alterado nuestra vida por mi culpa. Sabía que durante unas semanas no podría follar con mi hermano hasta que su polla no se hubiese curado, pero le mimaría como solo una mujer enamorada cuida a su hombre.
—Por cierto Joel, estoy orgullosa por cómo te has comportado esta tarde, como has sabido dominar a Isi. Creo que tú sabes más de lo que aparentas.
—Te aseguro que no se me va a subir a la cabeza. Dijo sonriendo.
—Otra cosa, como mamá está preocupada por ti, debemos de estar de acuerdo en lo que vamos a decir. Esta tarde hemos salido y mientras Isi y yo tomábamos algo tú has ido al baño y una chica se ha aprovechado de ti y has tenido tu primera experiencia sexual, ¿De acuerdo?
—De acuerdo. Ratificó mi hermano.
Ahora solo era cuestión de tiempo que todo volviese a la normalidad. Durante los siguientes días, recibí mensajes de Isi rogándome que la perdonase, que estaba muy avergonzada pero que no quería perder mi amistad ni la de Joel, pero mi naturaleza desconfiada hacía que ignorase todos y cada uno de esos mensajes hasta que decidí bloquearla. Esa zorra seguro que buscaba algo más y desde luego yo no se lo iba a proporcionar.
Pensé erróneamente que según pasasen los días Joel y yo volveríamos a nuestra relación, a amarnos sin límites y follar como desesperados. Mi coño gritaba su nombre y aunque me había hecho algún dedo no era lo mismo, necesitaba sentir como el pollón de mi hermano me abría por dentro y me llevaba a cotas de placer desconocidas, literalmente me hacía volar. Pero nada de eso ocurrió, al contrario cada día lo notaba más lejos de mí y no me dejaba tocarle.
Estaba desesperada, además mi hermano se había encerrado en sí mismo y no me decía nada, solo el silencio era su respuesta a mis preguntas. Pero sobre el décimo día algo ocurrió. Mi hermano no se encontraba bien, tenía fiebre y se quejaba de un fuerte ardor en sus genitales y que al orinar le dolía mucho. Pensé que podía ser una cistitis, pero cuando mi hermano se bajó los pantalones y vi su polla me asusté mucho, estaba muy, muy roja, su uretra estaba abierta y muy hinchada y tenía una secreción amarillenta que no olía nada bien.
—Cariño, no me gusta nada la pinta que tiene esto, vístete y vamos a urgencias. Le dije asustada.
Al tener seguro privado de salud, nos presentamos en urgencias y nos atendieron inmediatamente. Llamé a mi madre para comentárselo y sé que se asustó mucho. Para cuando llegó al hospital donde nos encontrábamos, la doctora ya me había dicho el problema que tenía mi hermano. La puta de Isi le había pegado una ETS, mi hermano tenía gonorrea.
En esos momentos miles de preguntas se hicieron, sobre todo mi madre, que no entendía como si no nos separábamos, alguien le había podido pegar esa enfermedad. Mi madre dentro de su ofuscación culpó al centro de enseñanza donde iba mi hermano y montó en colera. No se sabe quién de ese centro se había aprovechado de su niño y eso no lo iba a consentir.
Me costó dios y ayuda calmar a mi madre y que no echase a los pies de los caballos a ese centro de enseñanza. Le pedí que me diese tiempo, que conseguiría averiguar lo que había pasado hablando con Joel y aunque a regañadientes me hizo caso. No hay mucho más que contar sobre esto. Cuando pude hablar con Joel le dije que tenía que contar nuestra coartada y que había sido Isi quien le había pegado una infección, pero que de eso no podía decir nada, mi hermano lo entendió perfectamente y me dijo que no me preocupase. Lo peor, es que mi hermano se quedó ingresado durante dos días en tratamiento.
Me gané una bronca de mi madre cuando se enteró de lo que «supuestamente» había pasado. Pero entendió que yo no podía acompañarle al servicio de caballeros, pero sí que podía no perderlo de vista por si alguna «lagarta» se le acercaba con intención de beneficiárselo. Bien eso se podía discutir, a Joel había que dejarle espacio para que supiese defenderse en la vida, pero mi madre era sobreprotectora, no lo podía evitar.
Aunque tanto la médico, como las enfermeras nos dijeron que nos fuésemos a casa que no habría ningún problema, mi madre y yo nos quedamos con Joel toda la noche, no queríamos si despertaba, que se encontrase solo. Creo que todos o casi todos los que están leyendo esto saben lo que eso significa, la noche se hace eterna y duermes poco y malamente, un hospital no es un hotel y solo un sillón o una silla y a veces ni eso, es lo único que tienes para descansar.
Ya era de madrugada, yo intentaba dormir dándole vueltas a mi cabeza con las imágenes que tenía grabadas del día en que mi amiga me traicionó y encima infecto al amor de mi vida cuando oí en un susurro a mi madre.
—Andrea, ¿Duermes?
—No mamá, respondí hablando bajito.
—Vamos a tomar un café.
Miré la hora, eran las dos de la madrugada, no es que me apeteciese un café, pero si me sentaría bien algo caliente en el estómago. Con nuestros cafés, nos apostamos frente a la puerta de la habitación de Joel y fue mi madre la que empezó a preguntarme.
—Hija voy a cumplir 51 años, me considero joven y abierta de mente, pero es que me has dejado sorprendida con lo que me has contado de Joel. ¿Qué pasa hoy en día con la juventud? ¿Una chica se puede ofrecer de esa manera a un chico y hacerlo en diez minutos?
—Por supuesto que sí. Hay mujeres o chicas que lo desean y otras que simplemente lo llevan a cabo, si veo algo que me gusta lo tomo, aprovecho el momento y gozamos los dos.
—¿Pero así en frio, sin preliminares? Hola, soy fulanita, me gustas, ¿Echamos un polvo?
—Si mamá, así de sencillo. Pero claro, el físico juega un papel muy importante, la mayoría de las chicas que lo hacen saben que no las van a rechazar, no así los tíos, tienen que estar muy buenos para que les entren de esa manera y será mi hermano, pero Joel es un yogurin para las mujeres y está muy bueno.
—Ya, ya…de eso me he dado cuenta por cómo lo miran algunas enfermeras. Y…esto…tú…¿Tú haces eso? Preguntó mi madre con miedo.
—No mamá estate tranquila, tienes una hija de lo más normalita, si acaso demasiado exigente con los hombres, tanto que a ninguno lo considero bueno para mí.
—Hija, te lo tengo que preguntar porque me corroe por dentro…¿Eres lesbiana?
—Jajajajajajajaja…No mamá, ni mucho menos, soy hetero, te lo aseguro. Dije entre risas.
—Hija, lo siento, pero como no te conozco amigos, nadie te llama solo tu amiga Isi, no sales de casa, siempre con tu hermano, pues que quieres que te diga, me preocupa por que ya vas a hacer 24 años te queda nada y menos para acabar tu carrera, y bueno, no se…
Miré a mi madre seriamente y vi la oportunidad de jugar una baza muy importante en mi futura vida y la de Joel. Mi madre ni sospechaba lo que ocurría bajo su techo y así debería de seguir, pero tenía que empezar a dejar bien atado mi futuro junto al de mi hermano.
—Mamá, ¿Tú cuando empezaste a tener claros los objetivos que querías alcanzar en tu vida?
—Bueno, no sé, quizás estando ya en la universidad me propuse terminar mi carrera, buscar un trabajo, un buen hombre con el que casarme, fundar una familia y vivir muy bien. Si, creo que esos fueron mis objetivos.
—¿Y bien?
—¿Y bien qué? Preguntó mi madre.
—¿Que si los has conseguido, si estas satisfecha con tu vida?
—Bueno, salvo al hombre que elegí como marido, creo que en el resto los he alcanzado. Tengo un buen trabajo, dos hijos maravillosos, vivimos en una casa increíble y económicamente no tenemos problemas.
—Bueno mamá, sinceramente te felicito porque lo has hecho muy bien. Ahora me gustaría hablarte de mis objetivos y te pediría que los respetases. Mis objetivos es terminar mi carrera, encontrar un empleo y dedicarme a Joel el resto de mi vida.
—Hija NOOOO…exclamó mi madre intentando tapar su boca y echándose a llorar.
—Mamá tranquila, se cuál es mi posición en esta familia y no pienso darle la espalda. ¿Has pensado en que ocurrirá con Joel cuando tú faltes?
—Créeme que hay noches que ese pensamiento me quita el sueño.
—Pues duerme bien mamá, porque yo siempre estaré ahí para él. Por eso te he dicho que soy muy exigente con los hombres. No hay hombre lo suficientemente bueno para mí, y si yo llego a juntarme o casarme y tu faltas…¿Crees que ese posible hombre admitirá a Joel en nuestra vida? Yo te lo contesto, NO, y no pienso dejar que mi hermano viva en una residencia rodeado de gente extraña, teniendo a una hermana que lo quiere con locura y que por él haría lo que hiciese falta. Ya en su momento te persuadí de que lo juntases con una puta y esto no va a ser diferente.
—Pero hija, ¿No te das cuenta de que vas a arruinar tu vida? Eso es una carga que tú no debes de asumir.
—Mamá eso es lo que tú ves, pero yo lo miro desde fuera, y lo veo muy bien, veo la vida que quiero tener.
—¿Y si quiero un nieto?
—Si lo deseas, te aseguro que lo tendrás.
—Hija, no sé qué decirte, me siento orgullosa de tenerte como hija y tú hermano creo que nunca sabrá la hermana que tiene. Egoístamente te aseguro que ahora estoy más tranquila. Anda vamos a intentar descansar y ya hablaremos de esto más tranquilamente.
Que queréis que os diga, yo también iba a dormir mucho mejor, me había apuntado un tanto a mi favor y dado la cantidad de horas que pasaba mi madre fuera de casa, ya no se vería tan mal el que yo me dedicase a mi hermano. Bueno, mejor dicho que nos dedicásemos a follar como animales en celo y a satisfacer nuestros más bajos instintos.
Tuvieron que pasar más de dos meses hasta que mi hermano se encontró perfectamente. En ese tiempo me dediqué a él por entero y ya que no podíamos follar nos masturbábamos mutuamente. Me volvía loca el calentarlo, el provocarle con vestiditos muy cortos o falditas tan escasas que iba enseñando todo y lógicamente ya que estábamos en casa, sin ropa interior, a no ser que mi hombre me pidiese que llevase algún tanga especial que me había comprado solo para sus ojos.
Me encantaba masturbarlo mientras el me metía un dedo en mi coñito y acariciaba mi clítoris hasta hacerme alcanzar mi orgasmo, pero realmente alucinaba cuando se corría mi hermano. Los tres o cuatro primeros lechazos eran misiles que podían llegar a los dos metros de distancia o más. Me hipnotizaba el sentir palpitar su polla en mis manos mientras sus huevos se vaciaban, y su dedo se clavaba en mi interior con fuerza
Cuando fuimos al médico a recoger los últimos resultados de los análisis y nos comentó que ya le daba el alta, creo que mojé mis braguitas sabiendo lo que nos esperaba. Al salir del hospital, aun sabiendo que ambos teníamos clase por la mañana, nos miramos con deseo y esa mirada lo dijo todo. Nos montamos en un Uber y nos fuimos directos a casa, necesitaba a mi hermano dentro de mí, quería sentir como su polla me abría sin piedad hasta hacerme estallar en un orgasmo detrás de otro y su corrida llenaba mi útero desbordándolo.
Cuando llegamos a casa y cerramos la puerta detrás de nosotros nos enganchamos como perros en celo, estábamos muy excitados. Llegamos a mi habitación y tardamos nada en desnudarnos. Me tumbé boca arriba con mis piernas bien abiertas y eché los brazos a mi hermano para que se colocase entre mis piernas, agarre su enorme pollón y lo apunté a mi coñito. Mientras me besaba por el cuello, arrancándome verdaderos gemidos de placer, su polla se abría camino en mi interior provocándome un orgasmo casi de inmediato, el día prometía y mi madre llegaría a la noche.
Ya era innegable que Joel y yo éramos mucho más que hermanos. Nos habíamos confesado nuestro amor y nuestro deseo de no separar nuestras vidas y permanecer juntos hasta el final de nuestros días. Aunque seguíamos siendo inalterables en nuestro comportamiento y estando mi madre delante éramos los mejores hermanos y cuando mi madre faltaba éramos una pareja de enamorados normal. Pero había algo que me empezaba a desesperar y eso no era otra cosa que al anochecer cuando nos íbamos a dormir y cada uno se iba a su cuarto.
Como os he comentado yo me consideraba la pareja de mi hermano y como tal deseaba compartir todas las horas que pudiese con él, que eran muchas, pero lo que deseaba es despertarme a su lado, sintiendo su cuerpo desnudo al lado del mío y sobre todo sintiendo esa virilidad matutina que tienen la mayoría de los hombres. Os juro que me desesperaba, pero tenía que controlarme y estaba segura de que llegarían días mucho mejores.
La vida puede ser muy cruel y mostrarte su peor cara en el momento más insospechado. Yo estaba a punto de cumplir 28 años Joel ya tenía 25. Yo había terminado mi carrera y había encontrado un trabajo bastante cómodo y bien remunerado gracias a mi madre y que compaginaba el trabajo en oficina y el teletrabajo. Mi hermano prestaba un servicio remunerado también en una fundación que ayudaba a niños y jóvenes con minusvalías. Bien hasta aquí todo era correcto y normal, nosotros seguíamos muy enamorados y nuestra relación seguía adelante sin problema. Pero una llamada cambió nuestra vida en décimas de segundo.
—Hola eres Andrea.
—Si soy yo, ¿Quién eres?
—Soy un compañero de tu madre. Estábamos en una reunión y tu madre se ha sentido indispuesta, se la acaban de llevar al hospital en una ambulancia, te doy el teléfono de la persona que la acompaña.
Me puse muy nerviosa, llamé al teléfono que me dieron y una mujer me dijo el hospital a donde habían llevado a mi madre. Para cuando llegué, solo pudieron confirmarme el fallecimiento de la persona más importante en mi vida. Mi madre había muerto por un aneurisma cerebral y Joel y yo nos habíamos quedado solos en la vida.
Aunque en un principio me bloqueé y estaba perdida, fue pensar en Joel y tomar las riendas de la situación. En principio pensé que nos habíamos quedado sin el principal sustento que era el alto sueldo de mi madre, pero más adelante supe lo equivocada que estaba y como mi madre había pensado en todo previsoramente.
Una vez terminó el entierro, empezaba nuestro día a día sin nuestra madre. Antes de subirme al coche que nos llevaría a nuestra casa se acercó un hombre de apariencia agradable y nos dio el pésame.
—Hola Andrea, siento mucho lo de tu madre. He sido su abogado desde que vuestro padre os abandonó, dijo dándome una tarjeta. Necesito que nos reunamos cuanto antes para empezar a arreglar todos los papeles que os garantizaran vuestra vida sin problemas económicos…Y otra cosa, dijo mirando a su alrededor, no consientas que nadie te engañe con falsas esperanzas de apoyo. No olvides llamarme.
De momento en mi poder tenía todas las tarjetas de crédito y ya sabía que en su cuenta corriente había mucho dinero, pero lo que no encontraba eran sus llaves de casa y las de su coche que todavía estaba en el aparcamiento de la que fue su empresa.
Cuando llegamos a nuestra casa, vimos que la hermana de mi madre junto a su marido y sus dos hijos, abrían la puerta principal y se metían dentro de nuestra casa. Eso me puso de muy mal humor y bajé rápidamente del coche. Cuando entré en mi casa solo mi tío rebuscaba por el salón, ni mi tía ni mis primos estaban con él.
—¿Qué se supones que haces en mi casa tío?
—Yo…tú…tu tía nos dijo que…
—Llama a todos ahora mismo. Dije muy cabreada.
Cuando tuve a los cuatro delante de mí, vi como del bolso de mi tía sobresalía el ordenador portátil de mi madre, me pareció patético lo que pretendían, eran como carroñeros intentando sacar algo de tajada.
—¿Cómo se supone que habéis entrado en mi casa?
—Esta no es tu casa, es la de tu madre todavía y yo soy su hermana, tengo todo el derecho del mundo a estar aquí. Además tu madre me dio en su día un juego de llaves por si ocurría algo.
—Tía, no te equivoques, dije esbozando una sonrisa, si algo he tenido claro en esta vida es que mi madre no se fiaba de ti y no te dejaría unas llaves de su casa ni en sueños. Ella y yo hablábamos mucho y me contó muchísimas cosas sobre su familia y sobre todo de su hermana.
—Cariño, no te das cuenta de que somos tu única familia y estamos aquí para ayudaros. Dijo en tono maternal.
—¿Perdona tía? ¿A qué familia te refieres? ¿A esa familia que en años y años no quiso saber de nosotros? ¿O a esa familia que ni quiso venir a cumpleaños y comuniones alegando compromisos ineludibles? La familia a la que creo te refieres nos dio de lado según se enteró que había un niño con minusvalía y esa, te lo aseguro, la quiero muy lejos de mí y de mi hermano.
Cuando terminé de decir eso, saqué mi móvil y llamé a la policía y al abogado de mi madre. Tanto mi tía como mi tío se pusieron blancos y me pidieron perdón, dejando sobre la mesa todo lo que habían robado de la habitación de mi madre y de las nuestras, quedé sorprendida de la velocidad para desvalijar una casa.
Con la policía en mi casa y nuestro abogado, encontramos las llaves de casa de mi madre y las llaves de su coche en el bolso de mi tía. Se les denunció por allanamiento de morada, robo y no sé cuántas cosas más. Sabía que eso nos distanciaba aún más, pero después de tantos años, ni los iba a echar en falta, además, estaba segura de que de esa bruja no podíamos esperar nada bueno.
Cuando nos reunimos con nuestro abogado y nos informó de todo casi me echo a llorar. Al abandonarnos mi padre, mi madre contrató un seguro de vida que tenía una prima de diez millones de euros en caso de fallecimiento por causas naturales, aparte de un fondo de inversión millonario y otros dos con menos dinero pero que nos aseguraba el futuro económicamente. Aparte nuestro abogado nos informó que mi hermano recibiría una pensión de orfandad vitalicia por su minusvalía. Ese hombre nos ayudó a arreglar los papeles de la herencia de mi madre y poner las escrituras de la casa a mi nombre y la de mi hermano.
Bien con todo esto ya arreglado empezamos la parte más difícil, el hacer nuestro día a día sin nuestra madre. Al principio fue complicado, la echábamos mucho de menos y se nos hacía difícil el esconder nuestros sentimientos. Fueron días muy difíciles en los que Joel y yo nos dimos mucho cariño y mucho apoyo pero sin llegar a más. Yo echaba de menos todo de Joel, me mentalizaba que nuestra madre nos vería desde el cielo y se revolvería en su tumba, pero amaba a mi hermano y lo que tanto deseaba ahora lo podría llevar a cabo. Tomé las riendas de nuestras vidas, reformé y cambié todo el mobiliario de la habitación de mi madre y compré una de las camas más grandes que encontré. Cuando todo estuvo terminado llevé a mi hermano a la habitación que fue de nuestra madre y dejé que entrase y mirase todo.
—Cariño, quiero que a partir de ahora esta sea nuestra habitación. Quiero que durmamos juntos y que seamos una pareja como siempre hemos deseado. Le dije agarrando sus manos y dándole un suave beso en sus labios.
—Entonces…entonces ¿Esta noche no voy a dormir en mi cama?
—¿Quieres dormir en tu cama? ¿O dormir conmigo, los dos desnuditos? Dije juguetona.
Mi hermano me miró con esa sonrisa que me derretía y me abrazó fuertemente besándome con pasión. Esa noche creo que más que follar hicimos el amor y nos dormimos muy abrazados, pero al amanecer, eso sí que fue follar. Joel me reventó el culo y el coño y me fui a trabajar chorreando semen aún habiéndome duchado. Así daba gusto empezar el día.
Ya llevábamos dos años haciendo vida de pareja y las cosas no podían ir mejor. Yo había cumplido ya 30 años y Joel tenía 27. La vida con él era muy fácil y aunque se notaba esa falta de decisión en muchos aspectos y dudaba mucho de las cosas que no conocía, amaba su manera de ser porque en los momentos muy importantes sabía lo que hacer sin dudarlo y me dejaba sorprendida.
Económicamente vivíamos mejor que bien, sin derrochar, nos permitíamos muchos lujos y sobre todo nos gustaba pasar los fines de semana en hoteles, casas rurales y spa’s, donde nadie nos conocía y podíamos ir abrazados como una pareja normal. Como os digo llevábamos una vida increíble que se vería alterada de forma drástica.
Una tarde de otoño, me encontraba sola en casa. Joel estaba en la fundación, preparando una excursión que tendría lugar al día siguiente. Llamaron al telefonillo de la cancela exterior y me dispuse a ver quién era. Era una mujer con pintas de mendigar, seguramente pidiendo dinero, por lo que no quise abrir, pero ella insistió una segunda y una tercera vez.
Molesta por su insistencia, Sali al exterior para llamarla la atención, pero cuando llegué a la cancela me quedé helada. Isabel, Isi, estaba de pie junto a una niña que no tendría más de cinco años. Cuando la miré supe enseguida que era hija de mi hermano, rubita, cara angelical y unos tremendos ojos azules que miraban todo con curiosidad.
—Hola Andrea.
—Isi…¿Eres tú? ¿Qué te ha ocurrido? Pregunté asustada.
—Se que me prohibiste entrar en tu casa, Pero te importaría que hablásemos dentro, es importante.
—Claro, como no. Contesté impactada.
Cuando abrí la cancela la invité a pasar y vi como andaba, se me cayó el alma a los pies. Era como una anciana de 90 años, consumida, encorvada y arrastrando el paso. Cuando llegamos al interior de la vivienda, Isi llevó al sofá a esa niña y me pidió permiso para poner el canal de dibujos animados.
—Cariño, quédate aquí viendo la tele, esta señora y yo tenemos que hablar.
La niña obedeció sin rechistar, se quitó sus zapatos y descansando su espalda en un cojín se sentó a lo indio y sonriendo se puso a ver los dibujos. Isi me agarró del brazo y me llevó a la cocina, para tener algo de intimidad. Cuando nos quedamos a solas se lo pregunté:
—Pero por Dios Isi, ¿Qué te ha pasado? no te reconozco.
—Elegí el camino equivocado, dijo Isi mientras me dejaba ver sus brazos llenos de pinchazos.
En esos momentos quise abrazarla, pero el dolor por lo que hizo todavía era muy grande y por algún oscuro motivo seguía sin fiarme de ella. Además era drogadicta, quien me decía que no estaba allí para conseguir dinero.
—No he venido a hablar de mí. Solo te diré que un montón de malas decisiones en mi vida me han llevado donde me encuentro ahora. De quien quiero hablar es de Laura, mi pequeñina. Es mi hija y bueno…la hija de Joel. Andrea no me voy a andar con rodeos, me muero, aparte de la drogadicción tengo un raro caso de cáncer muy agresivo, los médicos me dan un mes a lo sumo dos de vida y necesito saber que Laura va a estar en un buen hogar con su padre y su tía.
—Te has vuelto loca, no te puedes presentar así en mi casa y decir que es hija de Joel, a saber a cuantos te has follado para que te pudiesen preñar y desde luego no nos vas a colgar el mochuelo. Dije enfadada.
—Bueno, después de lo que hice no me extraña que no me creas, pero espera, dijo abriendo su bolso y sacando una carpeta. En esta carpeta esta todo. Partida de nacimiento de Laura, sus visitas al pediatra, cartilla de vacunaciones, libro de familia y lo más importante una prueba de ADN que te garantiza que Laura es hija de Joel al 100%
—Ya, ¿Y pretendes que me lo crea? Y dime, ¿De dónde has sacado las muestras para el análisis?
—Imagino que no habrás olvidado el fatídico día que Joel y yo…Bueno cuando Sali de tu casa no me quedó más remedio que ir a urgencias. Sangraba muchísimo y casi no podía andar, y bueno, los médicos llamaron a asuntos sociales y a la policía y de mi culo, mi tanga y mis pantalones, sacaron muestras de ADN del semen y de pelos púbicos, muestras que me quedé por qué no quise denunciar nada aduciendo que fue un acto consentido y que me sirvieron para cuando nació mi hija asegurarme que Joel era su padre.
Estaba en shock. Era más que evidente que Isi sabia a ciencia cierta quien era el padre, y aunque fue algo no buscado y fue una violación en toda regla por lo menos para mí, una preciosa niña estaba en el mundo y era la hija de mi hermano y la que en su día fue mi mejor amiga.
—Lo único que te puedo decir Andrea que si no me crees, manda hacer otra prueba de ADN veras como no miento, ahora ya no, te lo aseguro. Y ahora me tengo que ir, en esa carpeta tienes todo lo que hace falta para que conozcas a tu sobrina y si tenéis alguna duda tenéis el nombre del pediatra, él os informara de todo.
Vi como Isi se iba a donde estaba su hija y se arrodillaba delante de ella. La niña enseguida se bajó del sofá y se abrazó a su madre con cariño.
—Mi vida, dijo Isi, mamá se tiene que ir de viaje muy lejos y quizás tardes un tiempo en verme, pero recuerda que siempre me llevaras en tu corazón. Te quiero mi amor.
—NOOOO MAMÁ, NO ME DEJES AQUÍ, YO QUIERO IR CONTIGO. Exclamó la niña llorando.
—Mi amor, a donde yo voy no puedes venir conmigo, pero en cuanto pueda vuelvo a por ti, dijo Isi al borde del llanto. Ahora te vas a quedar con papá y la tía Andrea, veras como te lo pasas muy bien
Isi la cubrió de besos y con lágrimas en los ojos se fue a la salida y en un susurro me dijo:
—Cuídala como si fuese tuya.
La vi desaparecer por la calle, con paso torpe, arrastrando los pies cansinamente y mirando desconfiada para todos los lados. Cuando cerré la puerta no era consciente que mi vida, nuestra vida había dado un giro brutal de 180º. Tuve que reaccionar enseguida, debía de ir a buscar a mi hermano, pero no podía, no tenía sillita de niños para el coche. Así que llamé a mi hermano y le dije que le mandaba un Uber, que yo no podía ir a buscarle. Se molestó un poco pero se lo dije para que se tranquilizase.
—Mi amor, cuando vengas verás la sorpresa que tengo para ti.
—¡¡Una sorpresa!! Me gustan las sorpresas. Dijo mi hermano ilusionado.
—Esta, va a ser la bomba, ya verás. Dije con sarcasmo.
En el tiempo que tardó mi hermano en llegar, mi ahora sobrinita, se dedicó a enseñarme su maletita de Hello Kitty y las cosas que su mamá le había puesto. Tenía su ropita, su cepillo de dientes y su ropita interior, calcetines y sus deportivas, según ella muy chulas. La niña era un primor y yo me estaba derritiendo con ella aun sabiendo en el lio que nos había metido Isi. El caso es que no sabía cómo encauzar la conversación cuando viniese Joel y preguntase quien era esa niña.
La verdad es que a veces los que se supone que somos adultos responsables, somos más minusválidos que los mismos minusválidos. Yo preocupada y cuando Joel abrió la puerta vino hacia mí, me besó y me abrazó y enseguida me preguntó por mi sorpresa.
—¿Con que me vas a sorprender amor? Me preguntó mi hermano ilusionado.
—Hola. Sonó una vocecilla detrás de mí.
Mi hermano me apartó ligeramente y Laura miraba a mi hermano con esos inmensos ojos azules. Joel me miró con una gran sonrisa, pero preguntándose quien era esa preciosidad de niña. Joel se sentó en el suelo como los indios frente a su hija.
—Hola, dijo mi hermano, ¿Cómo te llamas?
—Yo me llamo Laura, ¿Y tú?
—Yo me llamo Joel, encantado de conocerte Laura.
—Mi mamá me ha hablado mucho de ti. Tú eres mi papá.
Joel puso una cara de sorpresa muy graciosa, mirándome a mí y a Laura. Con cariño, agarró de la cintura a su hija y la sentó sobre sus piernas dándole un beso en su cabecita.
—¿Y quién es tu mamá si puede saberse?
—Mi mamá es Isi. Me contó que la tía Andrea y tú erais buenos amigos de ella.
Ala, se lo había soltado como un cañonazo. Joel me miró otra vez algo desconcertado pero yo asentí con la cabeza. Joel abrazó a su hija y se limitó a darle cariño.
—Pues Laura, encantado de conocerte y saber que soy tu papá. Y dime ¿Qué años tienes?
Laura mostró a mi hermano una manita con sus cinco deditos muy abiertos, mientras sonreía orgullosa.
—¡¡Cinco añitos!! Exclamo Joel. Que mayor y que guapa eres. Dijo dándole un achuchón.
Ese fin de semana estuvimos de compras para la niña. Ropa, calzado, juguetes y sobre todo una sillita para el coche. Las siguientes semanas fueron para hacerle un chequeo médico a fondo, otra prueba de ADN, que nos ratificó que era hija de Joel, escolarizarla y reunirnos con nuestro abogado para saber que todo lo que hacíamos era lo correcto. Hubo que preparar una habitación de invitados para que fuese de Laura y al cabo del mes, logramos una rutina de horarios y como es lógico nosotros nos tuvimos que acoplar a los hábitos de Laura, con lo que nuestra vida sexual se vio también muy alterada.
Joel se descubrió como un padre increíble. Cuidaba de Laura y jugaba mucho con ella, aparte de que le ayudaba con sus deberes y aunque os he comentado que nuestra vida sexual se vio muy afectada, lo que ocurrió es que nuestros encuentros fueron más pasionales y fogosos y no sé, de alguna manera se activó en mí el deseo de ser madre, pero me aterraba que al ser hermanos él bebé no viniese bien.
Una consulta a uno de los mejores ginecólogos, poniendo en su conocimiento el parentesco de mi pareja, una analítica y una prueba de fertilidad y me comentó que teníamos el 90% de posibilidades de que el feto no tuviese malformaciones en este primer embarazo. Bien, ahora solo sería encontrar el momento idóneo para hablarlo con Joel y que me dejase embarazada, aunque viendo como disfrutaba de su hija, creo que lo más aconsejable es que le diese espacio y algo de tiempo.
Por desgracia, pasados dos meses desde que Isi nos trajo a Laura, nos llegó la noticia de que había fallecido. Esa noticia me entristeció, era muy joven y su, quizás, mala vida, se la había llevado antes de tiempo. Fue muy duro ir a su entierro y reencontrarme con gente que hacía muchos años que no veía, como por ejemplo los padres de Isi. Pero fue mucho más duro el saber que Isi había muerto sin decir a sus padres donde se encontraba su nieta y eso les estaba desesperando.
Solo fue cuando nos quedamos solos, que sus padres se sintieron más libres de sincerarse conmigo y para mí fue conmovedor. Hablamos de nimiedades hasta que decidieron hablar con claridad.
—Andrea, no sé qué pasó entre vosotras y quizás no queramos saberlo, erais las mejores amigas y de un día para otro ya no supimos de ti, pero eres nuestra última esperanza para saber dónde está nuestra nieta.
—¿Y qué les hace pensar eso? Y por cierto, en algún momento ¿Isabel les dijo quién era el padre?
—No hija, desde que supimos que se había quedado embarazada, su mutismo al respecto del padre fue total. Tú eres nuestra única esperanza. Andrea, sabemos que antes de morir Isi fue a verte, por eso tú eres nuestra última esperanza.
Me hice cargo de su angustia y no sé a dónde nos llevaría esto. Sabía que los padres de Isi siempre me tuvieron un gran aprecio pero era su nieta y lo que no quería es tener enfrentamientos sobre la custodia de la niña.
—Bien, esto que les voy a contar quizás les sorprenda. Laura está viviendo con nosotros, Joel es su padre.
—¡¡¿Tu hermano Joel?!! Preguntaron sorprendidos.
—El mismo y aunque no lo crean, ese pequeño defecto que tiene no es impedimento para que el padre de Laura se haya descubierto como un progenitor increíble.
—Cariño, eso no lo dudamos, pero ¿Isi y Joel? ¿Juntos?
No quise manchar el nombre de Isabel más de lo que estaba. Podía haberles contado la verdad, que su hija era una puta vehemente y arrogante que tomó por la fuerza lo que no era suyo, pero quise ser más diplomática.
—Nooo, no estuvieron enamorados, ni saliendo juntos, ni nada de eso. Fue una tarde que pedí a Isi que se quedara con mi hermano porque yo tuve que hacer unas cosas. El tiempo que estuve fuera, Isi sedujo a mi hermano y fue cuando la dejo embarazada. Joel me lo contó y fue cuando me enfadé con Isi y rompimos nuestra amistad.
—No lo sabíamos, siento saber lo que me estas contando y que por culpa de la inconsciente de mi hija rompieseis vuestra bonita amistad. Pero ahora que sabemos que nuestra nieta está bien, viviendo con su padre, dime, ¿Sería posible que la pudiésemos ver de vez en cuando?
Eso de alguna manera fue un motivo de alegría ya que pasados unos meses, sus abuelos nos pidieron que la dejásemos un fin de semana con ellos, fin de semana que Joel y yo no salimos de nuestra cama y follásemos como si no hubiera un mañana. Me dejo reventada y con el coño y el culo más abiertos que las puertas de la catedral y rebosando su rica leche, pero satisfecha y plena.
Sus abuelos disfrutaban de ella, cuando querían, pero siempre fines de semana o vacaciones, nunca entre semana. Para mi hermano era sagrado su rutina del colegio y deberes y lo llevaba muy bien ya que la niña destacaba en el colegio. Además siempre, una vez terminada la tarea, jugaba con su hija hasta la hora del baño, mientras yo le hacia la cena, y luego la llevaba a su cuarto, la arropaba y la leía un cuento hasta que se quedaba dormida. Sinceramente me sentía muy orgullosa de mi hermano y sabía que sería un gran padre de nuestro hijo o hija cuando lo tuviésemos.
La convivencia entre Joel, Laura y yo era fantástica. Francamente sentía que éramos una familia y era feliz. Joel era un hombre excepcional con destellos de una inteligencia que para nada se correspondía con su estatus de minusvalía y aunque yo tenía esos días en los que era mejor no arrimarse a mí, mi hermano era capaz de apaciguar mi enfado y hacerme sonreír, hasta olvidarme de mi mal humor y comerle a besos. Sabía que un hombre así no lo encontraría en la vida, él era único y temía que un día, alguna de las chicas con las que trabajaba se diese cuenta del hombre que tenía al lado y me fuese infiel con ella, eso me aterraba. Pero la vida me tenía preparada otra sorpresa y la que primero fui infiel, fuera de todo pronóstico, fui yo, no mi hermano.
Sucedió que en mi empresa hubo una reestructuración de personal debido a las jubilaciones y que había ciertos puestos de responsabilidad que debían de ser cubiertos. Mis superiores me informaron que yo era una de las aspirantes a sustituir a uno de los peces gordos de la empresa, pero que debería de formar e instruir a la persona que sería mi sustituta aun a sabiendas de mi fama de amargada y siesa que tenía. Pero por algún motivo, y ese no era otro que mi seriedad y rectitud en mi trabajo, mis jefes se fijaron en mí y en el trabajo que desarrollaba.
Y ocurrió que un lunes cualquiera, entré a trabajar como siempre, me fui a mi despacho y encendí mi ordenador. Estaba absorta en mi trabajo cuando de repente se abrió la puerta y apareció el director de RRHH con una joven tras él.
—Andrea, buenos días, saludó el director, te presento a Adriana, ella va a ser quien te sustituya en el puesto y al igual que tú también ha estudiado ingeniería de gestión empresarial.
El saludo por mi parte fue muy frio. Esa chica alargó su mano para saludarme, pero yo la miré con frialdad y solo hice un leve gesto con la cabeza. Ella me miró sorprendida y retiró su mano decepcionada.
—Bueno, os dejo solas, espero que os llevéis bien y Andrea, enséñala todo lo que sabes.
Durante una semana Adri, que así le gustaba que la llamasen, estuvo aguantando, si, esa es la palabra, aguantar, estuvo aguantando mi mal humor, mi miedo a tratar con ella, mis malas contestaciones y mis salidas de tono.
Creo que cualquier persona en su sano juicio hubiese estallado al segundo día y me hubiese mandado a la mierda, pero ella aguantó, por algún motivo que desconozco no se separó de mi lado hasta que una muy mala contestación por mi parte hizo que se levantase, se disculpase y saliese de mi despacho. Ya no me pude concentrar y en mi cabeza resonaba como el eco las últimas palabras vejatorias que le dije y eso me hizo sentir fatal conmigo misma hasta el punto de echarme a llorar.
Me fui al baño a refrescarme y de paso a pensar en que no podía portarme de esa manera con esa chiquilla que solo pretendía saber un poco del funcionamiento de nuestra empresa. Estando mirándome al espejo y maldiciéndome por lo estúpida que era con las personas oí un leve llanto que provenía de una de las cabinas y supe enseguida que se trataba de Adri. Fui a salir del baño, pero me detuve en la puerta y retrocedí, volví sobre mis pasos y me paré frente a la puerta de donde provenía ese leve llanto.
—Adri, soy Andrea, por favor abre. Dije golpeando suavemente la puerta.
Mi voz no era autoritaria o desagradable, era un tono de voz suave, intentando tranquilizarla.
—¿Qué…que quieres? Respondió Adri desde dentro con hipo.
—Solo quiero que abras esta puerta, poder verte y disculparme contigo por cómo te he tratado.
No creo que llegase al minuto, pero para mí fue interminable el tiempo que tardó en abrir. Cuando lo hizo, Adri apareció con los ojos muy rojos y un hipo intenso por la llantina que yo la había provocado, creo que ninguna persona tiene derecho a hacer sentir de esa manera a otra, es inhumano y yo a cada segundo me sentía como un monstruo.
—Por Dios cielo perdóname, soy una bruta insensible, una antisocial y no se tratar a la gente, me disculpé abrazándola contra mí. Perdóname, te lo suplico. Te aseguro que esto no volverá a ocurrir.
Adri rompió a llorar nuevamente con desesperación. Imagino que tanta tensión acumulada tenía que romper por algún lado. A mí me estaba rompiendo el corazón verla en ese estado, así que solo me limite a abrazarla, consolarla y besar su cabeza con ternura. Me embriagó su olor, olía de maravilla, a bebé recién bañado, a paz y ese olor me hacía sentir muy bien. Al tenerla abrazada noté que era menudita no pesaría más de 48 o 50 kilos y era como mi sobrina muy «achuchable» Pasarían más de cinco minutos, las dos abrazadas, cuando entendí que ya se había tranquilizado, que estábamos en el baño, podría entrar alguien y ser embarazoso, la separé de mi con cariño y la miré a los ojos, unos ojos vivaces de color gris claro, grandes y expresivos, pero tristes y muy rojos.
—¿Estas mejor? La pregunté acariciando su cabeza y arreglando un poco su pelo.
—Si, muchas gracias. Respondió Adri con ternura.
—Creo que debemos de empezar de nuevo. Hola, me llamo Andrea.
—Hola Andrea, yo me llamo Adriana, Adri para todo el mundo.
—¿Quieres un café? Te invito. Le dije con una gran sonrisa.
—Me vendría muy bien. Gracias.
Ese, fue el comienzo de todo lo que vendría después. Fue paulatina, nuestra relación se fue estrechando poco a poco. Me entusiasmaba el descubrir día tras día pequeñas cosas sobre Adri, pero sobre todo me inquietaba lo que empezaba a sentir cuando estaba con ella. Era un cosquilleo muy placentero en mi estómago que se incrementaba cuando Adri me abrazaba por cualquier motivo ya que Adri era muy dulce y cariñosa.
Como no podía ser de otra manera Adri y yo nos convertimos en inseparables, desde que entrabamos a la oficina, hasta que nos íbamos a casa por la tarde no nos separábamos. De hecho los días que teletrabajaba desde casa era motivo de tristeza por ambas partes y me asustaba el sentir que necesitaba pasar más horas con esa niña.
Tampoco, pasaba inadvertido para mí el interés que suscitaba en los chicos de la oficina, Adri era bajita mediría 1.53 más o menos, pero con todo muy bien puesto en su sitio. Tenía un cuerpecito precioso unas tetas que sin ser enormes si se veían muy apetecibles y una carita y unos labios hechos para besar. Pero lo que realmente volvía locos a los chicos era ese culito pequeño y muy respingón, que ella sabía lucir con pantalones muy ajustados y faldas ajustadas a su perfecto cuerpo.
Y esto lo digo sin envidia, sabiendo que yo a mis 31 años estaba muy buena y hacía que los hombres se girasen a mirarme también. Pero desde el primer día que entré a trabajar en esa empresa ya me tacharon de amargada y mal follada debido a mi carácter y a mi falta de empatía con la gente. Hubo algunos compañeros que lo intentaron, pero mi conversación áspera, cortante e irascible los ahuyentó sin problemas. Por eso pasados los primeros días del infierno que hice padecer a esa chica, la gente no se explicaba que nos llevásemos tan bien.
Pero realmente eso me daba igual. Adri ya me había contado intimidades suyas. Sabía que era muy tímida pero ella me lo confesó. Me contó también que hacía poco más de un año había perdido su virginidad con el chico que pensó que era el amor de su vida, pero le engañó, solo quería follarla. Ella era de un pueblo de Badajoz, sus padres la tuvieron muy mayores, con lo que ambos estaban en una residencia y ella vivía en un piso compartido con otras chicas.
Eso me sorprendió ya que Adri tenía 27 años y un cuerpo para pecar y me contó que le costó mucho superar ese engaño y que desde entonces no es que saliese a divertirse mucho, que prefería quedarse en casa viendo películas, o saliendo a hacer algo de deporte, pensaba que ya llegaría el momento de conocer a alguien especial.
Como es lógico, yo le conté mucho de mí, obviando lo más escabroso. Le hablé de mi vida, de Joel y de mi sobrinita Laura. De nuestro padre y del fallecimiento de mi madre y como desde entonces Joel y yo junto a mi sobrina éramos una familia. También le comenté lo que ya sabía, ese carácter mío que ahuyentaba a las personas de mi lado como si fuese una leprosa, pero que de vez en cuando, como era en nuestro caso, había descubierto a una persona maravillosa. Un «Te quiero» y un abrazo por parte de Adri me alegraron el día y noté un estremecimiento por mi cuerpo muy agradable.
Yo al ser tan reservada y antisocial, todavía no había invitado a Adri a mi casa, y no es que no quisiera, es que me daba miedo por la posible reacción de Joel. En su cabeza todavía estaba muy presente ese día en el que Isi, mi mejor amiga lo folló delante de mí y por algún motivo, asociaba eso con mis posibles amigas y se ponía muy nervioso. Sabía, estaba más que segura que Adri no sería como Isi, ella no tenía esa maldad, su carácter tierno, sensible y cariñoso me lo aseguraba.
El día que todo cambió, el día que descubrí más facetas de mi personalidad, fue un día que debía de trabajar desde casa. No pudimos esconder nuestra tristeza por no poder vernos al día siguiente y sin pensar en las consecuencias, hablé con mi inmediato superior y le dije que me llevaría a Adri a mi casa para que viese como se teletrabajaba. No opuso ninguna objeción, así que fui con la noticia y cuando se lo dije a Adri se puso como loca de contenta.
Esa noche no dormí muy bien, estaba deseando que llegase la hora de tener en mi casa a Adri, las dos solas, estuve pensando en que ponerme, quería seducirla, me costaba reconocerlo pero deseaba a esa niña. Desde que supe que estaríamos solas las dos, mis braguitas no pudieron contener tanta excitación y las mojé como nunca lo había sentido.
Cuando nos levantamos, llevé a Laura al colegio y a Joel a su fundación y corriendo regresé a casa a vestirme para la ocasión, una camiseta de tirantes muy ajustadita pero con sujetador y una minifalda vaquera que dejaba mis piernas al aire y que si me agachaba algo dejaba ver mi culo y la tirita del tanga era mi vestimenta. Estaba casi segura de que Adri también deseaba esto, los signos eran inequívocos y si me equivocaba, de seguro sería muy vergonzoso.
Cuando abrí la puerta, y estuvimos dentro de casa Adri me dejó ver su cuerpo enfundado en unas mallas que dibujaban su anatomía sin problema y se metían deliciosamente por su culito y su coño. Arriba solo una camiseta sin sujetador, marcando unos pezones como misiles, hizo que mi excitación creciese como la espuma. La tensión sexual se cortaba en el ambiente. Las dos deseábamos devorarnos, lo notaba y en uno de los momentos que la estaba explicando algo, apoyó su brazo derecho sobre mis muslos mientras su mano izquierda se posaba algo más arriba de mi rodilla por el interior de mis piernas.
Nos miramos a los ojos, las dos jadeando excitadas, pasando nuestras lenguas por nuestros labios y con la mano de Adri entre mis piernas acariciándome suavemente.
—Tienes una piel muy suave. Dijo Adri en un susurro aniñado.
—Cariñooo…me oí decir a mi misma jadeando.
Abrí más mis piernas en clara invitación a que su manita llegase a mi coño y no tardo en hacerlo acariciándome suavemente y volviéndome loca de gusto. Juntamos nuestras bocas y nos devoramos en un beso interminable, mientras nuestras lenguas luchaban en su interior. Mi mano fue en busca del coñito de Adri que me esperaba espatarrada y totalmente empapada. Estábamos las dos en sendas sillas, algo incomodas y necesitaba tener a Adri desnuda, dispuesta para mí.
—Vamos a mi cama mi amor. Le dije ida de excitación.
Me levanté y Adri se abrazó a mí. La llevé a la que fue mi habitación, no a la que compartía con Joel, eso me pareció insultante y aunque sabía que iba a ser infiel a Joel con una mujer y eso me hacía sentir muy mal, deseaba con todas mis fuerzas a esa niña.
Cuando vi desnuda a Adri me enamoré de ella, era una muñequita perfectamente hecha, hasta el mínimo detalle. Su piel nívea, inmaculada, aterciopelada me fascinó y quise acariciarla de inmediato.
—Eres preciosa Andrea, te he deseado como no te haces una idea.
—Yo también te deseo mi vida.
Nos fundimos en un abrazo mientras nos besábamos y caíamos en la cama, frotando nuestros cuerpos y buscando nuestros sexos con nuestras manos. Diooos, fueron más de dos horas en las que no paramos de darnos placer, de comernos nuestros coños y nuestros culos en interminables sesenta y nueves, de follarnos con nuestros dedos y de regalarnos unos orgasmos increíbles. En esas dos horas creo que no dejé ni un milímetro de piel de esa niña increíble sin besar o lamer, su cariño, su ternura y esos gemiditos me volvieron loca.
Cuando caímos rendidas después de nuestro penúltimo orgasmo, nos quedamos muy abrazadas con nuestras piernas enredadas y sintiendo nuestros coñitos empapados sobre la piel de nuestros muslos. Adri se irguió un poco y me besó con cariño.
—Te quiero Andrea, eres una mujer maravillosa.
—Yo También te quiero mi amor, me has hecho muy feliz.
Nos quedamos calladas, pero muy abrazadas, sintiendo nuestros cuerpos. En mi cabeza se empezó a formar la nube de la culpabilidad, Joel aparecía en mi cabeza y sentía que lo había engañado de la peor de las maneras, y me atormentaba, había sido con una mujer, pero si hubiese sido con un hombre hubiese follado con el sin dudarlo. De hecho, eché de menos que Adri no tuviese polla para hacerme suya y notar como su corrida llenaba mi útero. La suave voz de Adri volvió a romper el silencio.
—Andrea…he de confesarte que esta es mi primera vez con una mujer, y me ha encantado, más siendo contigo, pero no te quiero engañar a mí me gustan los hombres.
—Cariño mío, dije echándome a reír, a mí me pasa exactamente igual, no te preocupes…y agradezco tu sinceridad.
Nos quedamos de frente mirándonos a los ojos, y nos volvimos a besar. Me levanté de la cama y metí a Adri en la ducha conmigo donde volvimos a comernos como lobas hasta alcanzar unos orgasmos muy ricos. Cuando terminamos fuimos a continuar con el teletrabajo, había que hacer muchas cosas e íbamos retrasadas y fue inevitable que en todo el transcurso de su visita hasta que se fue, nos prodigásemos en muestras de cariño y besos interminables.
Cuando me encontré sola, fue cuando se desató la verdadera tormenta de sentimientos. Y cuando Joel estuvo frente a mí, casi me echo a llorar. Me sentía inmensamente culpable, una traidora, había fallado a mi hombre de la peor de las maneras y no tenía derecho a mirarle a la cara. Esa noche, como intentando limpiar mi culpa, me follé a mi hermano hasta dejarle seco, sintiendo como me acariciaba, como me quería, como gemía en mi oído diciéndome que me amaba. Esa noche lloré cuando estuve segura de que Joel dormía plácidamente, sin ser consciente de la puta que dormía a su lado.
Al día siguiente no es que fuese mucho mejor. Cuando estuve frente a Adri sé que se alarmó por la cara desencajada que llevaba. Pero fue verla, le dije que me acompañase y nos metimos en el lavabo de señoras, en una cabina, donde la abracé y besé, necesitaba su cariño y me lo dio sin pedírselo.
Hasta que conseguí procesarlo y asimilar lo que estaba ocurriendo, fueron unas semanas muy difíciles para mí. Lidiaba entre el amor de mi hermano y el amor de Adri y ambos me llenaban. Hasta mi hermano que se fijaba poco en eso me dijo que me notaba extraña y sinceramente no podía seguir torturándome de esa manera, así que eche los restos y jugándomela invité a Adri a pasar el sábado en mi casa. Hacía muy buen tiempo y podríamos estar en la piscina con Joel y la niña. Cuando se lo dije a Adri se sintió ilusionada, iba a conocer a mi familia y sabia de la minusvalía de Joel y lo que había pasado con Isi, confiaba en ella y en su buen hacer.
Me costó convencer a Joel que Adri no era Isi, que era una chica muy dulce y guapa y que estaba segura que le gustaría conocerla. Estaba reticente y de vez en cuando se enfurruñaba, sé que estaba confundido porque iba a romper esa unidad familiar por la que tanto había luchado, dejando entrar a una extraña en nuestra casa. Al final a regañadientes y con la ayuda de Laura, que sí, quería conocer a la amiga de la tía, Joel accedió a pasar el sábado en compañía de Adri.
No os voy a mentir, Adri no me defraudó y me dio mucho más de lo que esperaba. Aunque Joel al principio era reticente a acercarse o hablar con Adri, su hija hizo de relaciones públicas de una manera magistral y me dejó alucinada por como jugaba con Adri e invitaba a su padre a unirse a ellas. Antes de la hora de la comida, Joel, su hija y Adri jugaban en la piscina divertidos haciéndose aguadillas e invitándome a unirme a ellos.
Ese sábado no se quien disfrutó más, pero yo sé que tuve a las dos personas que más amaba juntos, que no revueltos, bajo el mismo techo. A ese sábado le siguieron muchos más incluso fines de semana completos y empecé a ver y notar la complicidad que se instalaba entre Joel y Adri y no me molestaba, os lo aseguro, para nada me importaba ver el «tonteo» que había entre los dos, por Joel que el pobre solo se limitaba a ser él mismo y le gustaba jugar con Adri, y Adri, que sabiendo que era mi hermano, pero sin conocer todavía toda la historia, pensaba que no me importarían los juegos que se traían entre los dos.
Se que muchas veces las manos de mi hermano se posaron en lugares del cuerpo de Adri que eran prohibidos, pero Adri con su manera de ser dulce y cariñosa, lo apartaba con delicadeza diciéndole que ahí no se tocaba y seguían con sus juegos, hasta que un día Adri me lo dijo.
—Andrea, estoy algo confundida. No quiero que te enfades conmigo, pero estoy empezando a sentir algo por tu hermano.
—¿Te gustaría follártelo? Le solté como un trabucazo.
—A ver Andrea…ufffff, que calores, dijo Adri colorada como un tomate. Claro que me gustaría follármelo, pero se lo protectora que eres con tu hermano y lo que hay entre tú y yo y por nada del mundo quiero dañarlo, por eso te lo comento.
Adri estaba en bikini, y cuando le dije lo de follar se le pusieron los pezones más duros que el diamante. Estaba segura de que si metía mi mano por el interior de su braguita estaría empapada. Pero esa idea que me rondaba por la cabeza hacia días de estar los tres desnudos y follando como locos, ya no me parecía tan descabellada. Para mí sería el paraíso de los placeres tener a mi hermano follándome en cuatro, mientras yo tengo a Adri abierta de piernas y comiéndome su coñito o Adri cabalgando a mi hermano mientras la cabeza de mi hermano esta entre mis piernas, devorándome, y Adri y yo nos besamos gimiendo el placer que nos da nuestro amante.
Pero ahora quedaba un aspecto muy delicado que tratar, el que Adri supiese que Joel y yo éramos pareja. Sabía a lo que me enfrentaba, confesar nuevamente a una desconocida que mi hermano y yo vivíamos en incesto, ya la había liado una vez y por suerte salimos, casi, bien parados, pero ¿Iba a arriesgarme ahora por un calentón? ¿Iba a poner en riesgo a mi familia nuevamente?
Conocía a Adri, sabía que no era como Isi. Adri carecía de maldad, era muy prudente y no sabía utilizar las confidencias que ya conocía para sacar provecho de ellas. Sabía que era una tumba y que si conocía algo escabroso de alguien, ese secreto moriría con ella. Además la relación que teníamos las dos jugaba a mi favor, teníamos mucho que ganar, muchísimo, pero había que plantearlo bien
Tenía a Adri delante de mí, mirándome extrañada por mi silencio, por mi mirada perdida, hasta que acaricio mi brazo con suavidad sacándome de mis pensamientos.
—Mi amor ¿Te encuentras bien? Preguntó preocupada.
—Si, es que… ¿A ver cómo te lo planteo? Adri, quiero que seamos muy sinceras, de acuerdo.
—Claro, no hay problema, para ti no tengo secretos.
—Dime, desde que estamos juntas, ¿Has follado con algún hombre?
—Vaya, no me esperaba esa pregunta, pero si, si he follado con un hombre.
—¿Algo serio o solo sexo?
—Nooo, nada serio, además lo conoces, es Jose, de programación, me pilló en un día que no habías venido y estaba vulnerable. Jugó bien sus cartas y por la tarde estábamos en su casa follando.
—¿Alguno más? Pregunté preocupada.
—Bueno, repetí una vez más con Jose pero me decepcionó mucho. Empezó a hablar de ser novios, de conocer a sus padres, de hacer planes de futuro…pero si es que ni se había independizado con más de 33 años y con el sueldo que tenía. Salí huyendo de esa casa que era donde vivía con sus padres y le empecé a dar largas…además, la tenía pequeña. Dijo con una divertida cara de maldad.
Yo me eche a reír imaginando a Adri en esa situación. Por un momento me imaginé el trabuco de mi hermano intentando penetrar ese coñito pequeño, lampiño e infantil que tenía Adri y ese pensamiento me puso muy cachonda.
—Adri, ¿Hasta qué punto puedo confiar en ti? ¿Hasta qué punto, mi familia, puede confiar en ti?
—Mi amor, yo nunca os haría daño a ti o a tu familia, os quiero demasiado para solo pensar en hacer algo malo contra vosotros, ¿Por qué lo preguntas?
—Cielo, te voy a contar algo que para mí es de vital importancia, pero viendo el cariz que está tomando nuestra relación, prefiero que lo sepas todo de mi…de mi familia y de mi vida. Veras, Joel no solo es mi hermano… es mi amante, mi hombre, mi pareja. Vivimos en incesto desde hace muchos años, antes de que muriese mi madre y eso me hace muy feliz porque a su lado me siento muy mujer.
Vi la cara de pavor que ponía Adri y eso me asustó, un escalofrío recorrió mi espalda pensando que de nuevo la había «cagado» y ya veríamos lo que nos deparaba mi nueva salida de tono, pero pronto saldría de dudas.
—Cariño por favor no me mires así que me asustas. Dije alterada.
—¿Cómo quieres que te mire? Acabo de confesar que me quiero follar a tu hombre, a tu pareja…ME VAS A ODIAR. Dijo con un rictus de lloro.
—Noooo cariño, ni mucho menos, dije echándome a reír más tranquila. Déjame que te lo explique.
Cuando le conté lo que deseaba, lo que quería hacer con ella y con Joel, vi como Adri se mordía su labio inferior y una manita suya se colaba entre sus piernas acariciándose lascivamente.
—Estoy empapada Andrea, ¿Cuándo vamos a hacerlo?
—Tranquila mi amor, a Joel hay que darle su espacio y tú debes de saber que mi hermano la tiene enorme, cuando te folle te va a destrozar.
—¿La tiene muy grande? Pregunto Adri iluminando sus ojos.
—¿No la has notado cuando os abrazabais y pegaba su pubis a tu culito?
—Bueno, sí, pero según notaba que se pegaba a mí, hacia lo posible para separarme. ¿Es más grande de lo que he sentido?
—Te aseguro que sí, no te haces una idea. Y otra cosa Adri, ¿Te cuidas? ¿Tomas anticonceptivos?
—Si, desde muy joven, tenía dismenorrea y el ginecólogo me recetó la píldora anticonceptiva. Imagino por qué me lo dices, pero ¿Debo de saber algo más?
—Bueno, vas a follar a pelo con Joel, como yo, ya verás las corridas que se pega el semental, te rellena como a un mechero hasta desbordar tu coñito, vas a alucinar.
—Joder Andrea, necesito correrme, estoy chorreando imaginándomelo.
Nuestra conversación se había tornado muy caliente y lujuriosa. Adri andaba caliente como una burra pero yo le iba a la zaga y también estaba chorreando flujo por mi coñito.
—¿Dónde está Joel? Pregunté a Adri.
—Está en la piscina con la niña.
—Ven, vamos a darnos prisa.
Nos subimos a la que fue mi habitación, lugar que últimamente había sido testigo de nuestros encuentros más calientes. Sin perder tiempo nos quitamos la braguita del bañador, nos tumbamos en la cama y en un 69 nos volvimos a devorar nuestros coñitos, hasta que en un tiempo récord debido a la premura de la situación nos corrimos como perras en celo.
—La semana que viene, la niña se va con sus abuelos. El sábado ven preparada para tirarte a mi hermano y a mí, vas a terminar agotada. Dije jadeando mi orgasmo.
—Joder…joder…no se si aguantaré una semana.
—Aguantarás, ya te digo yo que aguantarás, va a ser algo para no olvidar en la vida. Anda cielo, vamos con Joel a la piscina antes de que nos eche de menos.
Ese fin de semana la cabrona de Adri dejó muy caliente a mi hermano, se dejó meter mano como una vulgar puta y mi hermano iba con una empalmada casi continua. Una vez me miró con los ojos como platos, cuando mi hermano pegaba su polla al culito de Adri y esta con sus manitas echadas hacia atrás evaluaba lo que palpitaba entre sus manos.
Esa noche Joel me folló hasta dejarme extenuada, mi boca, mi culo y mi coño fueron visitados por su inmensa verga y en todos ellos dejó su simiente. Yo estaba encantada, me dormí agotada y caí en un profundo sueño. Cuando desperté al día siguiente, me costaba levantarme y me costaba andar debido a la dureza de la follada y a lo dolorida que tenía mi entrepierna, pero merecía la pena esa sensación de bien follada que sentía. Temía por Adri, ella era menudita, pequeña, y me daba miedo que mi hermano la rompiese o la hiciese daño, debería de ir con cuidado.
Esa semana Adri y yo íbamos más calientes que una caldera. No nos pudimos resistir y nos metimos mano en los lugares más insospechados. Todo nos parecía poco y queríamos más. Llegó a un punto en el que ya locas de calentura, propuse a Adri hacer un trio con el tal Jose, para quitarnos las ganas.
—¿Estas loca? Ese tío no se merece este par de pibones. Además te aseguro que según veas su polla te vas a partir de risa. Ese chaval no puede con nosotras dos, quítatelo de la cabeza. Me respondió Adri.
Llegamos a tal punto que buscamos un sex shop, compramos un Lush, un satisfyer y un dildo de considerables dimensiones y como adolescentes salidas nos fuimos a un lugar apartado y dentro del coche nos follamos con esos juguetitos hasta explotar en unos orgasmos devastadores. Algo que me llamó la atención poderosamente es que el coñito de Adri se comía ese dildo hasta esos huevos de pega y la muy guarra pedía más. Lo máximo fue verla con el Lush en el culo el dildo entrando y saliendo de su coñito y yo con el satisfyer, castigando su clítoris, se corrió como nunca antes la había visto.
Por fin llegó el día tan ansiado. El sábado por la mañana llevamos a Laurita a casa de sus abuelos para que pasase el fin de semana con ellos e inmediatamente nos fuimos a buscar a Adri. Según se montó en el coche vi su mirada de deseo, nos saludó con cariño a Joel y a mí y pusimos rumbo a casa, ese fin de semana prometía.
Nada más llegar, nos fuimos a cambiar y nos pusimos el traje de baño. Cuando vi salir a Adri sonreí con picardía, iba a por todas, una braguita de bikini exigua, que no escondía lo más mínimo era su atuendo. Joel según la vio sé que babeó y Adri no se cortó y le lanzó el reto.
—Joel…¿Guerra de aguadillas?
Mi hermano tomó en brazos a Adri y con grititos por parte de ella se lanzaron al agua. Yo me senté a la orilla, viendo como esa zorra se frotaba y refrotaba con mi hermano y este excitado, le faltaban manos para tocarla por donde podía. Sinceramente estaba disfrutando y mi coñito se preparaba para lo que vendría a continuación.
Cuando salieron del agua, Joel se abrazó a ella y bajando sus manos la agarró por el culo y Adri le abrazó con sus piernas por las caderas frotándose. Su boca buscó la de mi hermano y se enzarzaron en un morreo pasional que tengo que reconocer que me impactó y me intranquilizó. No sé qué cara pondría cuando le miré, pero Joel me miraba asustado, soltó a Adri que por poco cae al suelo y casi a la carrera se metió en casa.
Quizás Adri fue muy agresiva y sus ganas le podían, o quizás Joel se sintió intimidado por mi mirada, el caso es que habíamos empezado mal y que conste que el día prometía.
—¿Qué…que ha pasado? Preguntó Adri asustada. ¿Qué he hecho mal?
—Cariño, tú no has hecho nada mal, pero Joel es muy especial y ahora está asustado pensando que me he enfadado con él. Tú espérame aquí, no te preocupes.
Fui en busca de mi hermano y lo encontré en nuestra habitación, asustado y llorando en silencio. Tenía claro que el pobre no se enteraba, no sabía que iba a poseer a dos putitas, a dos pibones que le deseaban como nunca se ha deseado a nadie, y que cualquier hombre daría lo que fuera por encontrarse en su piel y era ese punto de inocencia, lo que más me ponía de él. Me acerqué y me senté a su lado, pasando mi brazo por su hombro y atrayéndolo hacia mí.
—¿Qué te ocurre mi amor? Pregunté con cariño.
—An…Andrea no quiero que ocurra lo que pasó aquella vez. Dijo asustado.
—Mi vida, esa vez no quería que ocurriese, pero esta vez sí. Quiero verte follar con Adri, quiero que nos folles a las dos, porque os quiero mucho y lo deseo.
Vi en ese momento que la polla de mi hermano se erguía desafiante dentro de su bañador. Solo oír la palabra follar con Adri se la puso como un misil balístico.
—Entonces, no…no te molesta que…ella…vamos, que ella y yo…balbuceaba mi hermano.
—Mira, para que veas lo que lo deseo, vamos a desnudarnos los dos y vamos a buscar a Adri, ¿Te parece?
Cuando Adri nos vio aparecer a Joel y a mí por el jardín completamente desnudos, se echó las manos a la boca para acallar su grito de admiración al ver el pollón de mi hermano, erecto, hinchado de venas y con dos huevos colgándole como un caballo. Sin pensarlo se quitó esa braguita diminuta que llevaba, quedándose también completamente desnuda. Cuando llegamos a su altura, Adri agarró con su manita ese tótem de carne y lo empezó a pajear mientras que con la otra agarró sus huevos con delicadeza y los amasó con cariño.
—Andrea, ayúdame.
Adri se arrodilló delante de mi hermano y supe enseguida lo que quería. Como unas vulgares putas de peli porno, nos arrodillamos las dos frente a él y empezamos a hacerle una mamada a dos bocas. Adri abría sus ojos y todavía no se creía lo que estaba mamando y entre mamada y mamada nuestras bocas se juntaban y nos morreábamos con lujuria. Joel acariciaba nuestras cabezas y notábamos que le faltaba poco para que se corriese.
—¿Te lo quieres follar? Te cedo el primer lugar. Le dije a Adri.
—Estoy algo asustada, pero lo estoy deseando.
Extendimos una gran toalla en el césped y tumbé a Joel, Adri se puso a horcajadas sobre él y yo agarre su polla y la enfilé al coñito de Adri. «Esto no le cabe» pensé según vi el cabezón de la polla de mi hermano y el coñito tan pequeño que tenía esa niña. Pero si le cupo, vaya si entró, poco a poco, centímetro a centímetro hasta que llegando más o menos por la mitad Adri empezó a correrse como una loba en celo.
—Diooooos…me corrooooo…me corrooooo…
Yo me limité a comerle la boca, mientras gemía su orgasmo. Adri empezó a follarse a Joel con suavidad pero con determinación, viendo como ese pollón entraba y salía de su coñito abriendo sus labios desmesuradamente. Estuvieron así un par de minutos en los que Adri volvió a correrse de nuevo y sin avisar Joel empezó a inundar su útero. Casi me corro viendo como mi niña temblaba de gusto y la leche de mi hermano empezaba a desbordarse por su coño.
Joel aún estaba duro y cuando Adri se recuperó de su orgasmo empezó a mover sus caderas de nuevo. Me fijé que el rabo de mi hermano cada vez se metía más adentro de ese pequeño coño que parecía que no tenía fondo.
—Dioooos Andrea, me encanta la polla de tu hermano, joder, no paro de correrme.
Cuando Adri se encontró saciada, de momento, sacó la polla de Joel de su interior y empezó a caer una mezcla de fluidos y semen. Le indiqué que se tumbase y se abriese de piernas, me puse en cuatro y mi hermano después de chupar mi coño y mi culo empezó a follarme mientras yo me comía el coño de mi niña. Era uno de mis muchos deseos y lo vi cumplido con creces.
Mi hermano me regaló tres orgasmos muy ricos antes de que inundase mi coño con su corrida y nos tomásemos un descanso, llevábamos casi dos horas follando y el sol empezaba a calentar, con lo que, nos duchamos y nos fuimos a la piscina donde continuamos con nuestros juegos.
Pero fue después de comer, cuando nos fuimos a nuestra habitación y sobre esa cama inmensa hicimos las mayores perversiones. Hubo de todo pero lo que más me gustó fue que Joel me follase el culo, yo le daba la espalda, mientras, Adri me metía ese dildo enorme por el coño, joder que manera de correrme. Se que Adri también quería probar eso, pero antes había que preparar muy bien ese culito tan rico que tenía.
Ese fin de semana fue el comienzo de una relación muy especial entre los tres. Por supuesto hubo más momentos. Al mes, poco más, la verga de mi hermano desvirgaba el culito de Adri que alucinando notaba como las pelotas de Joel golpeaban su clítoris.
—No me puedo creer, gemía fuera de sí, la tengo toda dentro de mí, la tengo en el estómago.
Adri y yo nos convertimos en las putitas de mi hermano y tenía para las dos sin problema, nos dejaba rotas, satisfechas y con nuestros coñitos y nuestros culos llenos con sus corridas. Joel se descubrió como un semental, como un portento que aguantaba lo que le echasen y encima pedía más. Como todo hombre siempre estaba pensando en lo mismo, y ya fuese a Adri o a mi nos follaba sin preguntar, ya fuese en la cocina, el dormitorio o el salón y muchas veces teníamos que cortarnos porque Laurita estaba demasiado cerca y nos podía ver. También debo de confesar que ninguna de las dos se lo poníamos fácil, dentro de casa vestíamos con la ropa más provocativa que teníamos y eso a Joel le volvía loco.
Podría contaros infinidad de situaciones morbosas que quizás daría para un relato corto, pero sería reiterativo. Si acaso quiero mencionar que en una ocasión convencimos a Joel y le metimos el Lush por el culo con mucho mimo para estimularle la próstata. Qué manera de follar, nos puso a Adri y a mí a cuatro y nos folló el culo y el coño como un poseído, creo que nunca hemos gritado y disfrutado tanto de nuestros orgasmos hasta que Joel se corrió parte en mi coño, y parte en el culo de Adri, en esa ocasión nos reventó y nos dejó agotadas y su polla muy irritada.
Pasado ese primer año de sexo desenfrenado, en el que la relación entre los tres se estrechó mucho, decidí que ya era hora de plantearme ser madre. Por supuesto se lo comenté primero a mi hermano, sé que era una decisión muy importante, pero él se mostró entusiasmado con la idea de dar una hermanita o hermanito a Laura. Lógicamente de puertas para afuera sería una fecundación artificial, y solo una persona conocería toda la verdad y esa sería Adri.
Sobre Adri quiero contaros que se convirtió en imprescindible para Joel y para mí. Ya no era vicio y sexo, era amor, nos queríamos y nos confesamos que estábamos enamorados. Aunque solo os he hablado del sexo que tuvimos los tres, Adri y yo teníamos muchos momentos íntimos y pasionales que nos dejaba muy satisfechas, aparte, a mi hermano le fascinaba cuando empezábamos ella y yo y alcanzábamos nuestro primer orgasmo sin él. Incluso había en ocasiones que yo por motivos naturales no podía follar, pero eso no impedía que Adri y Joel se fuesen a nuestro cuarto y se pasasen la tarde entera follando, tal era el nivel de confianza que teníamos.
Lo nuestro ya superaba el umbral de la amistad y entraba en otro nivel. Cuando Adri se iba a su casa, Joel y yo nos encontrábamos vacíos. Sabíamos que era cuestión de horas el que nos volviésemos a ver, pero era como si nos faltase una parte muy importante de nosotros. También es cierto que como en todas las parejas, había discusiones y «morros» pero el carácter dulce y cariñoso de Adri y Joel hacía imposible que el enfado durase mucho tiempo.
Joel me dejó embarazada según dejé de tomar anticonceptivos. En mi primera falta, fui a la farmacia, no donde me conocían, fui a otra, quise evitar preguntas incomodas, y compré una prueba de embarazo que dio positivo. La sorpresa saltó cuando me hicieron la primera ecografía, esperaba gemelos. Fue una sorpresa y por supuesto no me extrañó nada debido a las corridas que se pegaba Joel en mi coño. Lo raro es que no fueran mellizos o trillizos, pero bueno fue una sorpresa y una alegría para los tres, Joel, Adri y yo.
En el sexto mes de embarazo, volví a hablar con Joel. No sé si debido a que mi cuerpo estaba sobre hormonado debido al embarazo o porque realmente necesitaba sentirla a mi lado en todo momento, pedí a Joel que Adri se viniese a vivir con nosotros y formase parte de nuestra familia. A Joel le encantó la idea y se mostró fascinado con que Adri viniese a vivir a nuestra casa. Cuando se lo comenté a Adri, mi pobre niña se echó a llorar desconsoladamente, pero feliz, ya que esa noticia no se la esperaba. Aceptó con gusto y con orgullo el que la aceptásemos como miembro de nuestra familia y nosotros sabíamos que nunca nos defraudaría. A la semana ya estaba instalada en nuestra, su, casa y empezó una etapa en la vida de los tres difícil de olvidar.
La llegada de las gemelas, fueron dos niñas, revolucionó aún más nuestra vida. Ya prácticamente no teníamos tiempo para nosotros y el poco que nos quedaba lo aprovechábamos lo mejor que podíamos. Agradecí a Adri el que estuviese allí viviendo con nosotros, Laurita era ya mayor y necesitaba menos atención, pero las dos gemelas eran agotadoras y solo descansábamos cuando ellas dormían. Adri me ayudaba mucho, más de lo que le pedía. En casa todos echábamos una mano en lo que podíamos, hasta mi pequeña Laurita hacía de hermana mayor y nos ayudaba a la hora del baño, y cuando necesitábamos distraerlas, Laura jugaba con ellas.
Cuando las gemelas cumplieron los dos años, ocurrió algo que Joel y yo no esperábamos. Debido a una infección de orina el medico aconsejó a Adri que suspendiese la toma de anticonceptivos hasta que remitiese la infección. Ya estaba totalmente repuesta y una noche nos entró el calentón y nos pusimos a follar como desesperados y aunque Adri llevaba cuidado y utilizó más su culito que su coño, mi hermano se la metió hasta los huevos en su coñito y aunque la sacó en el límite de que su orgasmo estallase, antes de llover, chispea, y solo con eso dejó embarazada a Adri, Joel era un jodido semental.
Adri dio a luz a una preciosa niña, si, mi hermano solo se rodeó de mujeres. Ahora mi familia ha crecido hasta los siete miembros. Nuestra casa se ha llenado de alegría y nos hemos tenido que comprar un monovolumen para caber todos y poder movernos. Cada vez que salimos a pasar un fin de semana nos llevamos media casa a cuestas, pero somos felices y cada día me sorprendo más de ver como mi hermano se comporta como padre, dejaría a las niñas con él con los ojos cerrados.
De alguna manera me he convertido en la matriarca de esta familia atípica. Entre Adri, Joel y yo nos llevamos de maravilla, no tenemos problemas de convivencia y sabemos que las cuatro niñas nos necesitan. Aquí no hay tuyo o mío, los tres nos volcamos con ellas, pero hay noches en las que me despierto y mientras busco calor en el cuerpecito de Adri o en el de Joel, me pongo a pensar en el día de mañana cuando las niñas crezcan y se den cuenta que hay tres madres diferentes y un padre común, que dos de esas madres viven juntas y que una de esas madres encima es hermana del padre de las gemelas y que los tres adultos comparten lecho…y algo más. Eso de alguna manera me atormenta, pero el día a día me demuestra que no habrá problema. Solo el tiempo lo dirá.