Mi iniciación no es algo fácil de asimilar
Difícil de asimilar, mi iniciación
No sé cómo empezó todo. Me llamo Sara, tengo 28 años y estoy recién casada y enamorada de mi pareja Víctor.Somos de Madrid, aunque hace poco nos mudamos a Valencia porque a mi marido le dieron trabajo en una empresa y yo, que soy profesora, me pude pedir el traslado a la ciudad para esta junto a él.
Contactamos con una inmobiliaria vía internet y vimos algunos pisos. Viajamos un fin de semana y fuimos a ver unos 3, al final nos decidimos por uno que era una especie de urbanización ya que en su interior disponía de gimnasio, pista de padel y piscina para los vecinos de todos los edificios que daban a su interior.
Era también una forma de tener relax y gimnasio al lado de casa ya que ambos somos bastante deportistas.
El traslado se produjo con total normalidad, teníamos algún conocido en Valencia y de vez en cuando quedábamos para tomar algo y conocer la ciudad.
Mi marido, al empezar el trabajo tenía poco tiempo, apenas nos veíamos, pero era bastante normal.
De los vecinos no conocía a casi nadie, el vecino mayor del perro de arriba que siempre saludaba en el ascensor, una familia con niños enfrente que daban bastante escándalo y un vecino que daba puerta con puerta bastante sigiloso y al que solo había escuchado hablar por teléfono a través de las paredes.
Todo bastante normal, además el piso estaba en obras, se ve que estaban cambiando los azulejos desconchados de alguna de las plantas y siempre había trajín de obreros arriba y abajo con el ascensor, cosa que provocaba que muchas veces tuviese que ir por las escaleras.
Un día de septiembre, volvía del gimnasio y me dirigí a coger el ascensor. Como las últimas semanas estaba ocupado, me dispuse a subir las escaleras. Durante la subida me crucé con los dos mozos que estaban trabajando en la obra, noté su mirada de arriba a abajo y me sentí bastante incómoda. Traté de pasar entre ellos lo más rápido posible ya que la situación no era nada de mi agrado. Sentí como sus ojos se clavaban en mis leggins de color negro, y en la camiseta que apenas me cubría, no llevaba sujetador ya que no me lo quise poner para un trayecto tan corto. Fue un error ya que se adivinaban bastante bien la forma de mis pechos debajo de la camiseta.
De repente como un rayo de salvación apareció el que supuse que sería el jefe de los dos trabajadores y les dió un capón en la cabeza, diciendo:
Hemos venido aquí a trabajar, venga, no os despisteis!!
a lo que siguió un:
Buenos días señorita, disculpe si le hemos quitado el ascensor, no tardaremos en acabar.
No pasa nada – le dije yo.
Pase buenos días – me contestó sin apenas mirarme y girándose hacia sus trabajadores para reprocharles – Venga! ¡Hasta que no acabemos hoy no nos vamos!
Me sentí aliviada, ya que aquel hombre cortó la situación por lo sano e hizo que me sintiese algo mejor.
Entré a casa y me di una ducha y olvidé aquel mini-incidente.
Los cruces fueron poco a poco aumentando y alguna vez con aquel hombre llegué a coincidir en el ascensor. Me contó que se llamaba Vicente y que estaban para unos días en una obra pero que se les había complicado por una fuga de agua y tenían que sanear varias plantas. Parecía simpático y me abrí un poco. Le conté que acababamos de mudarnos y que apenas conocíamos la ciudad.
Él, muy amable, me habló sobre algunos lugares de la ciudad, restaurantes, museos, lugares para pasear, que apunté para poder visitarlos con Víctor algún día.
Un día llegó Víctor después de trabajar a casa, yo siempre llego antes porque solo trabajo por las mañanas y él llega siempre un par de horas más tarde, aunque hay veces que se queda hasta tarde y llega a hora de cenar.
Ese día llegó pronto, escuché la puerta y le saludé desde la cocina:
Hola cariño, ¿cómo ha ido el día?
Pero entonces giré la cabeza y quien apareció por la puerta era Vicente.
Ah!!! – Grité asustada, ya que no me lo esperaba.
Él se disculpó enseguida:
Disculpe, disculpe!! Vengo con su marido que me ha abierto la puerta.
Entonces apareció Víctor que medijo:
Tranquila cariño, este es Vicente, me he cruzado con él en el rellano, y me estaba comentando que hay una fuga de agua en algunas plantas y tienen que revisar todas las casas y le he dicho que pasara. Perdona por no avisarte.
No pasa nada – le contesté yo – Ya nos conocemos Vicente y yo de alguna vez que hemos coincidido en el ascensor, pase, pase. Y mire todo lo que tenga que mirar.
Me sonrió con esa última frase mía, luego lo pensé e imaginé que podía dar lugar a muchas interpretaciones.
Vicente se agachó debajo del fregadero y se puso a mirar los desagües y las tuberías. Después de 5 minutos se levantó y dijo:
Vaya, parece que la fuga viene de aquí, aunque hoy no llevo las herramientas. ¿Puedo pasar mañana?
Claro – le contesté- Estaré aquí desde las 15:30, y ya no me moveré, así que cuando quiera a partir de esa hora aquí estaré.
¡Perfecto! – dijo Vicente – En ese caso, mañana a las 16h me paso por aquí. Buenas noches!
Buenas noches – le dijo Victor acompañando a la puerta.
Cenamos y nos acostamos. Y al día siguiente al volver del trabajo me puse a hacer la comida, cuando de repente se fue el agua.
¡Maldita sea! – pensé- Ya estamos con el tema de las obras.
Me dirigí al rellano para ver qué pasaba cuando antes de abrir la puerta llamaron.
Era Vicente, que venía a arreglar la tubería.
¡Muy buenas! Vengo a ver si arreglamos esos bajos -dijo con un tono algo confuso para mi – Acabo de cortar el agua, así que no la podrá utilizar durante un rato.
Buenas Vicente – le contesté – pase, pase… no se quede ahí. Como si estuviera en su casa.
Vicente pasó con su maletín de herramientas. He de decir que Vicente no es un hombre nada atractivo. Tendrá unos 50 años, con algo de barriga, pero siempre va bien vestido, con camisa de botones y unas zapatillas de trabajo. El pelo lo tiene algo canoso aunque siempre que lo he visto va con una gorra. Aunque hoy no era el día, hoy llevaba el mono de faena, un mono de trabajo que le hacía resaltar aún más la barriga, con la gorra y el maletín se dirigió hacia dentro.
¡Vamos a ver si desatascamos esas cañerías! – dijo de nuevo con un tono bastante sospechoso.
Y se fue a la cocina mientras yo me dirigía a la habitación a acabar de plegar la ropa que tenía en el tendedero.
Al cabo de 5 minutos pasé por la cocina y vi que Vicente seguía con la cabeza metida debajo del fregadero.
Vicente – le dije – le apetece beber algo?
Pues mire, si. Que aún hace calor y estoy que me derrito – otra vez el tono irónico que empezaba a ser algo molesto.
Me puse a prepararle un vaso de agua y me quedé delante de él, de pie, con el vaso en la mano esperando a que se levantara.
Ahora mismo me levanto -dijo- espere que apriete una junta que por lo visto chorrea mucho – y soltó una carcajada.
No me gustaban los comentarios de Vicente y me sentía incómoda de nuevo, pero ahí estaba yo, de pie, sujetando el vaso de agua mientras Vicente estaba debajo del fregadero.
Tardaba más de lo normal, y solo le escuchaba hacer esfuerzos, supongo que apretando la tubería. Sus gemidos de esfuerzo no eran normales , ya que eran muy rudos, al tiempo que apretaba las juntas de las tuberías su cuerpo se movía al compás, provocando que su barriga se moviese de lado a lado a lado también.
Al estar allí de pie me puse a mirar su cuerpo y noté como en sus esfuerzos había algo más que se movía.
Su bulto no dejaba lugar a la imaginación debajo de aquel mono de trabajo, se marcaba mucho y se movía de lado a lado al compás de cada apretón de llave inglesa.
Me quedé por unos momentos hipnotizada mirando aquel bulto moviéndose de lado a lado y escuchando los jadeos de aquel señor que me parecía de lo más soez que había conocido nunca.
Absorta en mis pensamientos, no me di cuenta que él se inclinaba para levantarse y se dio cuenta de que tenía mis ojos clavados en su paquete.
Bueno! – sonrió, y mirándome de arriba a abajo me dijo – veo que usted también está mojada.
Perdón??? – le contesté con un tono algo despectivo.
El vaso – me replicó – se ha echado el agua encima.
Entonces me miré y era verdad, absorta en mis pensamientos no me di cuenta que se me había caído algo de agua por encima.
¡Qué tonta estoy! – contesté ruborizada e intentando sacarme de la manera más torpe que podía.
No pasa nada mujer, deje, ya me sirvo yo otro vaso.
Y me cogió el vaso que tenía en la mano, rozándome los dedos. Sentí una mezcla de miedo y excitación. Era extraño, tener a un hombre que me estaba devorando con la mirada, al que no deseaba pero que me había dejado hipnotizada.
Traté de borrar esos pensamientos rápidamente yéndome al baño mientras Vicente se bebía el vaso de agua.
Cuando volví se estaba poniendo un segundo vaso y parte del agua se le resbalaba por la barbilla. Era realmente asqueroso, aunque también, por otra parte, era hipnótico.
Me dio el vaso y me puse a meterlo dentro del lavavajillas. En ese momento noté sus ojos clavados en mi culo, lo notaba, como agujas penetrantes… No le hubiese dicho nada si no hubiese dicho un…
Vaya, vaya… estos si que son unos bajos de verdad y no los del fregadero.
Muy molesta por el comentario que acababa de hacer me dispuse a girarme ofendida y darle un bofetón, no podía consentir que nadie me hablase así, y menos en mi casa.
Me dispuse a voltearme cuando de repente algo me sujetó del brazo por la espalda y me tapó la boca. Me asusté, e intenté gritar, pero su gran mano me tapaba demasiado fuerte, apenas podía respirar y tenía su enorme peso sobre mi, cosa que no me permitía moverme.
Intenté escapar de aquella prisión que tenía en forma de brazos, me temía lo peor e intentaba luchar contra él con todas mis fuerzas.
Él se reía mientras yo intentaba escapar, yo soy muy pequeñita al lado de él y no podía ni siquiera moverme… de repente le di un golpe en la cara y pude escapar…
corrí unos metros hasta la puerta pero note un fuerte manotazo en la cara que me tumbó,
tenía miedo…y me quedé inmovil…
Vas a obedecer y estarte quieta… de acuerdo? te propongo un trato – prosiguió Vicente- vas a obedecer durante 30 minutos, después serás libre y yo te dejaré en paz, pero después de 30 minutos solo te volveré a tocar si me lo pides tu.
Estaba loco, semejante adefesio de hombre no me excitaba ni lo más mínimo, y menos a punto de sentirme violada, tenía miedo y la excitación estaba bajo cero, no se que se pensaba este hombre…
No te voy a violar… ni siquiera te voy a penetrar… así que no te preocupes, todo depende de ti
Eso me dejó más tranquila, aguantar 30 minutos ante ese hombre parecía tarea fácil y si esa era la forma de que me dejara en paz y se marchase de allí igual era la mejor opción
Prepárame algo de comer – me dijo
No entendía nada, no quería violarme? ahora quería solo comida? Estaba confundida… pero me dirigí de manera automática a la despensa y saque algo de pan con fiambre, se lo puse en un plato y lo dejé en la mesa.
Él se sentó y empezó a comer, cuando estuvo a punto de acabar me miró y me dijo, acabatelo tú…
no tengo hambre – le dije
has dicho que ibas a obedecer 30 minutos, tú misma o atente a las consecuencias…
Parecía una cosa fácil, comer las sobras de su plato… así que me dispuse a coger el resto de comida que quedaba… pero no pude hacerlo.
Me apartó la mano, cogió el plato y lo puso en el suelo. Aun en la silla, se giró y me dijo:
cómetelo ahí
Me arrodille para poder comer en el suelo y cuando estiré la mano me replicó…
sin manos
Le miré de nuevo, tenía una mirada fija, determinante, como si supiese lo que iba a pasar, le retiré la mirada porque me intimidaba…estuve inmovil, pasaron segundos que fueron horas hasta que una voz me despertó de mi letargo…
-y bien?, come la comida del plato, y sin manos.
Me arrodille e incliné la cabeza y empecé a dar mordiscos a la comida…se me iba cayendo porque no controlaba bien pero me pude hacer con ella…cuando acabé se quedaron unos restos en el plato de salsa…
Lámelo
otra vez un rayo recorrió mi espalda… esas órdenes me desconcertaba, era una mezcla de rabia y algo más…no sabría describirlo…
Saqué mi lengua y empecé a lamer el plato hasta dejarlo reluciente, cuando acabé me quedé de rodillas mirando al suelo
Buena chica…
Entonces se puso de pie y movió la silla hasta enfrente de mí, quedando a escasos centímetros de mi cara…me moví hacia atrás inconscientemente porque lo tenía demasiado encima…lo siguiente que recuerdo es otro bofetón en la cara..
-He dicho que me vas a obedecer durante 30 minutos, ¿estamos? es la segunda vez que me replica, a la tercera no seré tan benévolo…De acuerdo?
Me quedé en silencio…
-¿De acuerdo?
-si…- atiné a decir
Entonces se puso cerca de mi cara y empezó a bajarse los pantalones…me temía lo peor, se quedó en calzoncillos, unos calzoncillos de color blanco con una mancha de orin, lo pude ver porque no era pequeña…
Entonces se acercó a mí, estaba a un metro y me dijo… mira mi paquete
Como un acto reflejo le mire el pàquete, podía notar la forma de su polla debajo del short, no estaba muy grande pero se intuía como iba creciendo…
dio dos pasos hacia mi quedando a unos 30 cm de mi cara…
no te voy a tocar, te lo prometí…vas a hacer una última cosa
Hueleme, – me dijo
No entendía lo que decía…y no hice nada
-Que no entiendes? que la huelas…
Alé un poco la vista e hice un amago de oler pero se notaba que era forzado…
es la última vez que lo digo, huelela con todas tus fuerzas
entonces cerré los ojos, solté aire e inspiré por la nariz…fuerte, muy fuerte
Entonces me vino…un olor desagradable, parecía que no se había duchado en días, una mezcla de orín y semen extraña, fuerte, muy fuerte…al principio me dio una arcada…
entonces él se acercó más y mi nariz estaba pegada a su calzoncillo…
no te muevas y respira profundamente
Me quedé inmovil, respirando sus partes más íntimas a través de un short, con ese enorme olor a semen y orina tan desagradable… me quedé así 1 minuto… y se apartó..
vuelve a coger aire, – me dijo
y se volvió a acercar, esta vez casi apretaba contra mi nariz…
empecé a distinguir mejor los olores en esta segunda vez, podía distinguir las zonas de sudor, las de orina y algún resto de semen, la mezcla era poderosa y me empezaba a acostumbrar a ese olor…era hipnótico.
Abrí la boca para tener más aire y seguí respirando, estuve así 5 minutos… me gustaba, era agradable…
Por desgracia era algo más que agradable, mi cuerpo empezó a conectar con esa química y empecé a excitarme…
No entendía nada, era lo más asqueroso del mundo y estaba excitada!
Mire el reloj, faltaban 5 minutos… a pesar de estar excitada no estaba lo suficiente como para obedecer
entonces hizo algo, se retiró dos pasos y se bajó los calzoncillos del todo
Entonces la vi, una polla descomunal, que rezumaba líquido y que estaba poniendo dura mientras me miraba.
Me excité
Saber que provocaba eso en esa polla me produjo excitación…
Sin poder dejar de mirarla me di cuenta que Vicente había empezado a masturbarse…lentamente, su polla lubricaba de manera natural de una forma asombrosa, se veía reluciente…
Entonces el olor me vino de golpe, mucho más intento, mucho más que antes…un olor a polla que nunca antes había olido… cada vez estaba más mojada e hipnotizada
No sabía porque pero no podía apartar la vista de esa polla y su olor me tiene absorta…
estuvo casi 3 minutos…cada vez la polla crecía mas y mas, yo no podía dejar de mirar
se iba a correr… pero lo iba a hacer sobre mi? no lo entendía… eso era todo?
de repente me dijo:
pon las manos
como un robot automático las levanté en señal de ofrenda…
Él empezó a rugir como un animal y empezó a soltar leche de esa polla sobre mis manos…
parecía infinito, no se acababa… una vez se corrió sobre mis manos, miró el reloj y me dijo, queda 1 minuto, huele ese semen y dentro de un minuto haz lo que quieras, puedes irte si quieres
Me quede oliendo el semen, con los ojos cerrados, era un olor increíble, me encantaba, me apetecía probarlo pero mi cabeza se resistía a hacerlo…un minuto y me voy, pensaba.
luchando contra mi misma me despertó una voz…
ha finalizado el tiempo…y bien?
me quede inmovil, mirando mis manos llenas de semen, con ese olor que había hecho que mojara todas mis bragas… no sabia que hacer, mi cabeza me decía que huyera de allí, pero algo dentro de mí ardía…
cerré los ojos e inspiré fuerte…
Lo siguiente que recuerdo es acercas las manos llenas de semen a mi boca…
empecé a lamerlas hasta no dejar nada, saboreando cada gota como una perra en celo…
de repente me di cuenta, ya era suya…
continuará…