Mi primera experiencia sexual con mi padre
Mi Padre es mi referente. Siempre había sabido que entre él y yo había algo más que una sana relación Padre e Hija, y desde que mi cuerpo había comenzado a desarrollarse, papá me miraba de ciertas formas que no dejaban dudas de su niña como mujer. Y claro, yo le respondía de igual manera con las insinuaciones y coqueteos entre los dos ¡Eran muy divertidos! Pero desde hace unas semanas la situación se había intensificado…Esta es una historia acerca de Fernanda, una chica guapísima que tiene una pequeña experiencia en el sexo. Desde hace unos años vive sola con su Padre… un hombre de éxito en el trabajo, con la damas, de físico espectacular y arrestos varoniles que cautivan nada más verlo…, y claro ella en plena pubertad de descubrimiento del sexo, está perdidamente enamorada de él… En este capítulo hay sexo oral y vaginal, juegos de dominación e incesto consentido.
Como ya sabéis soy una chica extrovertida de 18 años que cursa 2º de BACHILLER, soy malagueña de nacimiento e hija única de padres divorciados. Vivo con mi padre de forma constante desde hace un año y medio, justo cuando me empezaron a interesar de forma seria, las relaciones de pareja. Antes de lanzarme a la aventura con mi padre ya había tenido un par de experiencias sexuales con dos de los tres únicos novios que he tenido… Nos ubicamos en una casa en las afueras de la ciudad, casi a medianoche… “¿Es tan malo que una se enamore de su Papa?” Me dije con una sonrisita coqueta, sosteniendo su foto mientras permanecía acostada en la cama, vestida solo con unos pantis blancos de corazoncitos y una coqueta blusita rosa. Y en la foto mi padre se veía con un porte masculino, vestido con un elegantísimo traje y finísima corbata lila, posando junto a varios de sus empleados de la fábrica y sonriendo de forma encantadora. Me mordí los labios con picardía y seguí embobada viendo la foto, admirando como a sus 40 años mi Padre era la imagen ideal de lo que toda mujer quiere… Atractivo, serio, elegante, refinado y con estampa muy varonil. Su rostro era francamente irresistible, ya que tenía una exótica mezcla de rasgos viriles pero coquetamente muy agradables y unos ojos negros seductores que transmitían la más absoluta sensualidad. Pero lo que me volvía loca era su cuerpo, fuerte y muscular, que al marcarse debajo de su camiseta, le daba una apariencia irresistiblemente erótica, y cada vez que lo tenía cerca sentía un latigazo de calor por todo mi cuerpo…Y malos pensamientos. No era de extrañar que de vez en cuando asomara con alguna amiguita por casa. Siempre me respetó y nunca se quedaba a follárselas estando yo dentro de la vivienda, pero sé que se la tiraba sin la menor de las dudas… y podríamos contar con una o dos chicas nuevas cada tres o cuatro meses a las que se trincaba muy a menudo…, y una vez acabada la aventura cada uno por su lado.
Alguna vez lo he visto repetir con la misma, pero eso era un poco raro, siempre mucho más jóvenes que él, con diferencia de hasta veinte años por el aspecto que se les veía en sus rostros. Claro, yo ya había tenido algunos novios en este último pasado año, pero ninguno estaba a su altura. El primero solo llegamos a tonteos sobrándonos por encima de la ropa, con el segundo logré sobrepasar la barrera de mamarle la polla y con el tercero me desvirgué… una experiencia nada saludable para una chica. No le dejé siquiera que se corriera dentro de mí, a los pocos días cortamos. Ninguno me ha durado más de tres meses buscando a alguien que se pareciera a mi padre porque todos los chicos que he conocido hasta ahora ni siquiera se le acercaban. Simplemente, para mí no había otro hombre como mi Padre. Él es mi maestro, guía, confidente y mejor amigo. Y ansiaba con toda mi alma llegar a ser algo más en su vida que su niña mimada, deseaba en mi inconsciente ser suya en TODOS los sentidos posibles…Suspiré suavemente y me quedé pensativa, recordando cómo estas ideas «indecentes» habían comenzado. Hace cinco años mis padres se habían divorciado por unos cuernos que mi madre le puso a mi padre con uno de los mejores amigos de papá… no me dejaron decidir entonces y me marché con mi madre por orden del juez, pero mi madre ante su vida disoluta de sexo, fiestas y alcohol, no dudo en concederle la custodia a mi padre años después. Al principio estuvimos viviendo mi padre, su novia Andrea y yo, pero tras la marcha de su novia, nos quedamos solos los dos… desde entonces nos habíamos vuelto casi inseparables, al grado que en muchos sentidos, llegando a asumir muchas de las tareas de ama de casa casi al límite de volver como una esposa para él….
Mis responsabilidades eran muchas. Por las mañanas el me llevaba al instituto y se iba al trabajo. Yo regresaba en la tarde y me hacía algo de comer, luego limpiaba y ordenaba la casa, lavaba la ropa y hacía mi tarea escolar. Cuando por la noche él volvía a casa yo le preparaba la cena, y entonces nos quedábamos hablando hasta muy tarde. Y esos momentos eran los mejores de todo mi día, pues con 12 años tenía muchas cosas que aprender de alguien con tan dilatada experiencia en todos los ámbitos de la vida…. Pero últimamente nuestra relación estaba tomando un rumbo peligroso. Siempre había sabido que entre él y yo había algo más que una sana relación Padre-Hija, y desde que mi cuerpo había comenzado a desarrollarse mi Ricardo (Papá) me miraba de cierta forma sin dejar duda que me veía como mujer. Y claro, yo le respondía de igual manera y las insinuaciones y coqueteos entre los dos eran muy divertidos. Sin embargo desde hace unas semanas la situación se había intensificado tomando un cariz de plena complicidad, con una consciente y clara intención más carnal de lo que hasta esos tiempos había significado nuestro juegos. Ahora era normal que él me agarrara las piernas a cada rato o que me acariciara la espalda de formas nada inocentes pasando su mano por toda mi espalda recorriendo mi columna vertebral sacándome unos escalofríos que no puede soportar sin lubricar mi coñito…, y hasta nos acomodábamos de cucharita al ver la tele en su cuarto mientras dormimos la siesta.
Incluso cuando me iba a dejar en el instituto me da el beso de despedida en los labios, acercándose su cuerpo en contacto con mis pechitos prominentes, algo que cada día me gusta más…Pero ninguno de los dos se atrevía a ir más allá por aquello de los corsés sociales acerca del incesto, del que pensaba que es una relación de amor como cualquier otra, solo que una persona cercana y familiar…, y debido a eso la tensión sexual se estaba volviendo insoportable. «¿Y si él espera que yo de el primer paso?» Me dije mientras me asomaba por la ventana, esperando ver su coche llegar en cualquier momento. «Uff, ¿Pero… y si no? Me moriría de la vergüenza si mi Padre pensara que soy una pervertida.» Me reí tontamente ante esa idea, pero justo entonces vi un par de luces avanzando entre los árboles y reconocí inmediatamente su Mercedes. «¡Ya llegó!» Dije saltando de la cama, y a toda velocidad bajé la escalera hacia la entrada de la casa, pero cuando abrí la puerta me quedé impactada…Ahí estaba mi Padre, tan guapo y perfecto, sonriéndome.
– «Hola Fernanda.»
– «¡Ricardo!”Grite emocionada, colgándome de su cuello mientras lo llenaba de besos. – “¿Tienes hambre?»P ero el sólo sonrió seductoramente y me apretó entre sus brazos, aunque sin disimular su interés en verme vestida con tan escasas prendas.
– «Estás muy hermosa, mi amor. Pero mejor preferiría que me llames Papá.»
– «Ay Papá.” Le respondí con una mueca de juguetón reproche, ya que él nunca dejaba que lo llamara por su nombre. Con mucha emoción lo fui siguiendo mientras él caminaba hacia la sala y con un gesto cansado se quitaba el saco. – “¿Te hago algo de Cenar?»
– «No, no tengo hambre mi vida, ya he picado algo antes de llegar a casa con unos amigos.” Dijo con voz suave mientras se sentaba en su sillón favorito y encendía el televisor. – “Sólo quiero descansar un poco y disfrutar de tu compañía. Aunque un masaje en los pies me encantaría.»
– «Sí, ¡Lo que tu ordenes Papa!» Le dije con una sonrisa traviesa mientras me arrodillaba frente a él y le quitaba los zapatos, arqueando provocativamente la espalda al hacerlo. – «¿Tuviste un día pesado?»Mi Padre cerró los ojos y se recostó en el sillón, con una expresión en el rostro de que estaba disfrutando el masaje.
– «Como casi todos los día mi amor, la prueba de la máquina con los compradores siempre es agotadora… quieren que reorganicemos algunas cosas en la fábrica. Pero no deseo aburrirte con eso.»
– “No, Papa, tú nunca me aburres con tus cosas… son muy interesantes y creativas ¡Estoy muy orgullosa de lo que haces! Se lo comento a todos mis amigos….»Me apuré a contestar. El sonrió de forma encantadora y con voz baja me dijo…
– «¿Segura princesa?»
– «Sip, a ti nunca te mentiría.»
– «Lo sé Fernanda, pero no creo que esos temas te interesen mucho. Mejor cuéntame algo, ¿Qué tal te fue en el instituto?» Puse una mueca traviesa.
– «Ufff, bien, aunque tengo mucha tarea de física y química. Pero tengo aun dos días para entregarla.»
– «Así me gusta, sabes que no quiero que descuides tus estudios por atenderme, ¿Entendido? Ni con tus amigas en días laborables…»
– «Ay Papa,” Puse una carita de reproche. “Tú sabes que mis notas son excelentes, y con mis amigas solo me junto para salir los fines de semana….»
– «Y así quiero que te mantengas hasta final de curso. ¿Está claro, Fernanda? Tu futuro es muy importante para mí y es responsabilidad de los dos que puedas ser libre e independiente.» Me reí tontamente y asentí. En ese momento mi Padre deslizó sus dedos por mi cabello y comenzó a acariciármelo de atrás para adelante, en una cadencia que dejaba en evidencia la tensión sexual entre nosotros. Cerré los ojos y por instinto abrí lentamente la boca, pensando en lo fácil que sería para él someterme ahí mismo… Cualquiera de mis novios me hubiese arrastrado hacia él para que le practicase una felación sin más, pero mi Padre tenía estilo y amor hacia mí que todos esos degenerados cabrones… ¡Le hubiera hecho una mamada espectacular! Mi coñito mojaba solo de sentir sus caricias, de notar los dedos rozar mi piel ¡No imagino con su polla en mi boca!
Un instante después su voz me trajo de vuelta a la realidad. – «Fernanda, mejor háblame de otra cosa. Por ejemplo, el motivo de estar vestida de esa forma esta noche. Se te ve guapísima con la blusita de… los corazoncitos.»
Bajé la mirada y me sonrojé visiblemente. – «¿Te gustan Papá?»La mirada de mi Padre estaba comiéndome con la prácticamente, de la misma forma que un Lobo vería a una indefensa corderita… me sentía como caperucita roja a punto de ser devorada por el lobo feroz.
– «Claro que sí, te ves preciosa así.»
– «Uff, gracias papi… me agrada mucho que te guste.»Me puse aún más roja.
– «Me gustaría que te levantes para verte mejor.»
– «¡Sip!” Respondí mientras de un salto me ponía de pie, arqueando con picardía la espalda y jugando con mi cabello mientras esperaba más instrucciones de su parte. – “¿Así Papá?»Con total calma mi Padre juntó sus manos y se me quedó viendo con una expresión inconfundiblemente sexual, recorriendo con la mirada cada centímetro de mi cuerpo hasta que finalmente dijo…
– «Cada día que pasa te pones más hermosa, Fernanda. Eres igualita a tu Madre en lo físico. No me he dado casi cuenta de cómo has crecido y te estás haciendo una mujer…»
Tuve que apretar las manos para no gemir. – «Ay Papa gracias.»
– «Ponte de perfil.» Obedecí inmediatamente. – «Acércate”. Dijo con voz firme. – “Creo que falta algo.»
Con timidez di un paso hacia él y quedé parada entre sus piernas, aún de perfil y temblando de nervios. Mi Padre me miró con una expresión traviesa y de repente agarró el borde posterior de mis leggins, jalándolas hacia arriba suavemente hasta que la delicada tela se metió entre mis nalgas y quedó ajustado en la raja de mi culo como una tanga.
– «¿No es más cómodo así?» Le di un tierno empujoncito y me volví a sonrojar de forma obvia.
– «¡Papa!»El puso una expresión simpática al ver mi reacción, pero inmediatamente apuntó…
– «¿Ah sí? Creo que tendré que castigarte por eso, Fer.»
– «¡Papá, noooooooo…!»
Grite muy divertida mientras trataba de «escapar», pero él fue más rápido y sin darme tiempo a nada me tomó de la cintura y me apretó contra él. Entonces comenzamos a «luchar» juguetonamente, y sus poderosos brazos me apretaban y zarandeaban de un lado al otro, llenándome de cosquillas mientras yo gruñía tiernamente dejándome tocar y frotándome contra él adrede mientras me retorcía como gata en celo, besándolo en cada oportunidad.
– «Shhhh, quietecita”. Dijo él mientras trataba de someterme, sonriendo de forma encantadora. –“Solo ríndete.»
Pero yo seguía riéndome como tonta, tratando de agarrarle la manos con las mías para detenerlo. – «Ay ay, ¡Papa! Me da… mucha risa, ¡Papa! ¡D.deten…te!»
– «Ah, ¿Te resistes?» Me susurró sensualmente al oído, pero entre nuestras respiraciones agitadas y el forcejeo la situación se fue poniendo al rojo vivo.
Poco a poco las cosquillas fueron transformándose en indecentes apretones, y sus manos comenzaron a deslizarse lujuriosamente por mis piernas y espalda, incluso atreviéndose a apretarme las nalgas de la forma más sexual posible, sin dejar de apretujar mis tetitas empitonadas de pezones hinchados. Mis reacciones eran primitivas y descaradas, jadeando mientras las poderosas manos de mi Padre iban y venían por todo mi cuerpo, a la vez que mi boca nunca paraba de darle juguetones besos en el cuello y mejillas. Pero entre tantos esfuerzos mi respiración se estaba poniendo agitadísima, y con angustia vi que las fuerzas comenzaban a fallarme. No podría aguantar mucho más. Haciendo un último esfuerzo le di a mi Padre un fuerte empujón y caí rendida entre sus brazos. En ese momento él me dio un sonoro beso en el cuello que casi me hace un cardenal del chupetón recibido…
…y con un gesto dominante me sentó en sus piernas, colocándome de espaldas contra su pecho a la vez que sus poderosos brazos rodeaban mi cintura y me apretaban fuertemente contra él. Aquello era fascinante, porque al hacer eso sentí su imponente erección apretándose descaradamente en su pantalón contra mis nalgas, y sin poderlo evitar se me escapó un suave gemido. – «¡Ah, P…papá!»
En ese momento mis instintos tomaron el control, me encontraba salida perdida después de haber probado los néctares del sexo con Daniel hace más de cinco meses, y sabiendo que me gustaban tanto y los de mi padre debían de ser como cien elevado a la enésima potencia, comencé a mover muy suavemente las caderas de atrás para adelante de forma apenas perceptible, pero indudablemente sexual. Pude sentir como mi Padre se ponía cada vez más tenso, hasta que finalmente me dijo al oído… – «Has peleado bien Fernanda, pero lamento decirte que has perdido. No siempre las mejores luchadoras ganan a sus progenitores…»
Me reí tontamente y asentí con actitud infantil… – «Ay Papa. ¡Es que no es justo! ¡Tú eres mucho más fuerte que yo!»
– «Bueno la naturaleza nos ha hecho a cada uno con un rol… y el hombre es más fuerte que la mujer, así es que es tu culpa entonces por no rendirte antes.»
– «Ay Papaá….» Le respondí con expresión traviesa, arqueando la espalda contra su pecho. – «Bueno, la próxima me voy a rendir rápidamente y seré toda tuya.»
Le dije con toda la doble intención que esa frase puede llevar… – «Así me gusta.»
Dijo él con orgullo, pero en ese momento sentí que se acomodaba para darme un beso en la mejilla y por instinto giré la cabeza, y de golpe nuestros rostros quedaron frente a frente, con nuestras bocas a apenas un centímetro de encontrarse…Pero él se detuvo inmediatamente esta vez. Y yo no me atreví a acercarme más. Su boca seguía ahí, tentadora pero inalcanzable, tan cerca y tan lejos. Y solo nuestras respiraciones aceleradas rompían el estremecedor silencio en la habitación. “Bésalo, bésalo, bésalo”, retumbaba en mi cabeza una y otra vez mientras yo me deshacía en nervios, como aquella ovejita que tiene que besar al todopoderoso León, hasta que finalmente logré controlarme y haciendo acopio de todo mi valor me fui acercando a sus labios, pero…
Él recapacitó de inmediato, con una expresión de preocupación… –»Hija mía, esto no debería suceder.»
– «¿Pero papá? Pero yo te amo, yo… yo no…» Traté de decir pese a que no me escuchaba.
Se levantó abruptamente del sillón… – «Cariño soy tu padre y NO puedo ser tan egoísta. No contigo.»
– «Per… pero Papá…»
– «No, no digas nada”. Dijo mientras se daba vuelta y subía con prisa las escaleras hacia su estudio. – ”Vete a dormir, Fer, ¿Ok? Es muy tarde.»
– «N…no, yo…»Pero el ya no me respondió, y unos segundos después oí su puerta cerrándose.
Sin poder evitarlo me puse en posición fetal sobre el sillón y comencé a llorar desconsoladamente, con mil pensamientos negativos en la cabeza. ¿Por qué me rechazó? ¡Qué hice mal! Oh Dios, ¡¿Qué hice?! Y así estuve casi media hora, hundida en la culpa, hasta que… «No, no debo rendirme”.Dije entre sollozos, limpiándome las lágrimas. “Debo pensar, Fernanda piensa. ¿Qué hago ahora?» Pero en ese momento supe que solo había un camino posible…Tomar al toro por los cuernos. Meterme en su cama y a ver qué pasa. Tendría que demostrarle a mi Padre que con nadie estaría mejor que conmigo, y que no se debería sentir mal por eso… «Si”, me dije para darme ánimos. “Eso es. Es ahora o nunca.» Decidida me levanté del sillón y con mucho sigilo subí las escaleras en dirección a su cuarto, y cuando llegué me asomé con mucho cuidado por la puerta, atenta a cualquier ruido sospechoso. Y ahí estaba él, tan espectacularmente guapo como siempre, dormido profundamente con sólo unos bóxeres azules mientras su magnífico cuerpo relucía con la tenue luz que entraba por la ventana. “Oh Dios, estoy loca”. Pensé angustiada mientras entraba gateando a su habitación y me dirigía al borde de su cama, hasta que finalmente me asomé con timidez entre sus poderosas piernas abiertas. Y casi inmediatamente mis ojos se clavaron en el tremendo bulto de su bóxer, y aunque me puse roja de la vergüenza no pude quitarle la vista de encima, si esa polla abultaba de esa manera sin estar empalmada, cómo será cuando lo esté. Y para empeorar las cosas…. Comencé a salivar. No podía engañarme a mi misma…Quería meterme eso en la boca. Es más, se estaba volviendo casi urgente. Pero mis nervios iban en aumento… – «¡¡Vamos, Fer!! Tienes que hacerlo.» Me dije una y otra vez en voz baja para darme ánimos, hasta que finalmente logré reunir las fuerzas y con un movimiento sutil apoyé mis manos en la cama y me coloqué entre las piernas de mi Padre, con mi boca justo sobre su bóxer.
Pero al hacerlo la cama se movió un poquito y asustadísima miré a ver si se había despertado, aunque mi corazón volvió a latir al ver que seguía durmiendo plácidamente, sin sospechar lo que estaba a punto de suceder. Pero yo estaba decidida. Con mucho cuidado metí mi mano en la rendija de su bóxer y saqué de su escondite al imponente cipote que ahí dormía, pero de repente me di cuenta que ese poderoso rabo se hallaba hinchado sin estar erecto, ¡¡Era una polla enorme!! Una verga surcada de venas que la jalonaban en toda su orografía. Con mi tacto había iniciado una mayor rigidez desafiante en mi mano, con poderosas venas palpitando a todo lo largo, a la vez que el grueso glande se asomaba descaradamente por el prepucio que se deslizaba dejando ver dos zonas de su verga a diferente tono de piel… entre rosada en la zona del orondo capullo y oscura en su prepucio hacia abajo…, y todo fue creciendo y creciendo hasta que me quede con un cetro inmenso entre mis dedos…. ¡Me quedé boquiabierta…Y hambrienta! Era la polla más grande y recia que nunca había visto, era imposible cubrirla con ambas manos y mucho menos rodear su perímetro con los dedos del grosor espectacular de tamaña tranca… sin dejar atrás el par de huevos inmensos que colgaban de la raíz de dicho tronco, un par de pelotas como melocotones…
En aquella situación hipnotizadora debía tomar una decisión así que… – «A la una…” Me dije para dame más valor. – “A las dos… y a las…»»…Tres.» Con un movimiento firme abrí la boca y me metí la gruesa cabeza rosada hasta la garganta, apretando mis labios alrededor del venoso tallo mientras mi mano comenzaba a frotar suavemente desde la zona rosada a la recia base. Mis comisuras se estiraron para contener semejante glande como una ciruela de grande. Entonces mis mejillas se hundieron en la más exquisita succión y comencé a MAMAR la verga de mi Padre vigorosamente, subiendo y bajando mi rostro a todo lo largo mientras un exquisito sabor salado con aroma intenso a macho, comenzaba a embriagar mis papilas. – «MFFFMmmf… mfmfmffm… mfmfmfmfmm… mfmfmfmf…» La reacción de mi Padre fue inmediata….
Su cuerpo se puso visiblemente tenso y un suave gemido escapó de sus labios. – «Ohh…Umm» Yo estaba aceleradísima y el pobre cansado de una día agotador…, ello me dio la oportunidad de devorar su falo con entusiasmo mientras mis pensamientos iban a mil por hora. ¡Dios mío, se la estoy mamando! A mi Padre… ¡Tengo su verga en la boca! Oh Dios, oh Dios, su enorme pollón ¡Se la estoy mamando…! Mi cuerpo también estaba que ardía, y el delicado botoncito entre mis piernas se estaba volviendo loco de calentura, pulsando como nunca mientras una deliciosa capa de sudor comenzaba a cubrir todo mi cuerpo. Mi respiración se volvió descaradamente sexual, y entre tiernos gemiditos mis pezones se levantaron desafiantes y mi espalda se arqueó de formas físicamente imposibles. Pero en mi mente solo había un pensamiento….Mamar ese tremendo falo majestuoso. Y mi boca estaba resultando incansable, apretándose con fuerza alrededor de la deliciosa barra de dura carne una y otra vez, succionándolo como desesperada mientras la fricción de mis tiernos labios subiendo y bajando contra sus venas se volvía insoportable. – «MFFFM… mfmfmf…»Notaba como crecía dentro de mi boca.
– «Oh Dios mío…» Dijo mi Papá con la voz entrecortada, jalando las sabanas con un gesto agresivo mientras poco a poco despertaba.
Al verlo reaccionar así sentí un latigazo de placer por todo mi cuerpo, y casi me vengo en ese momento. Pero nada me detendría ahora que a cada segundo la hinchazón de su nabo me llenaba más y más la boca ¡No sabía cómo iba a poder trágame el pollón que se llenaba!, pero con desesperación mi boca volvió a llenarse de carne mientras mi saliva bajaba abundantemente por el miembro de MI PADRE, empapándole las colosales pelotas mientras mi lengua se retorcía como serpiente a su alrededor…, succionaba cada orondo testículo tragándomelo ávida de su néctar, lo lengüeteaba, lamía y los volvía a chupetear bañándolos de saliva espesa. Una vez habiéndole castigado sus huevos, inicié el camino de vuelta haciendo un reguero por todo el interminable tronco de su cipote hasta el mismo gordo capullo en forma de casco alemán ¡Precioso!, de reborde tan pronunciado que más parecía un arpón donde me recreaba realizando tirones a contrapelo con mis labios.
– «Oh… Dios.» Dijo mi Padre con un angustioso suspiro mientras inclinaba la cabeza a un lado, como si no quisiera darse cuenta de quién era la boca que le estaba mamando la verga. ¡Yo quería que él supiera! Que supiera lo zorra que puede ser su hija cuando está cachonda….
Me detuve inmediatamente, respirando agitadamente sobre la gruesa cabeza morada… – «¡¿Papá?!»
– «Oh Dios mío, Fernanda… no puede ser que hayamos llegado a esto.»
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Dijo mi Padre acariciándome la cara con sus manos, pero no lo dejé terminar. Mis hambrientos labios volvieron a aferrarse a su miembro y seguí mamando con voracidad tragando más allá de su prepucio con una maestría que mi progenitor no conocía y por su cara quedó asombrado…. – «MFmm… mfmfmfm… mfmfmfm…» La reacción de mi Padre fue intimidante…. Apretó los puños y se puso increíblemente tenso, temblando ligeramente mientras ponía la más sexual cara de angustia que le hubiera visto jamás.