Mi primera infidelidad y es con mi primo negro

Hola, yo de nuevo, con la segunda parte de mi aventura de infidelidad incestuosa jeje

Les recomiendo leer el primer relato para que puedan seguir la historia.

Una descripción rápida de mí, por si se les olvidó, una chica de cabello negro, no tan bonita, ojos lindos, pechos normales y un culo y piernas increíbles, al menos eso me dicen

En el pasado relato olvidé decir que soy mexicana, muchos me preguntaron sobre eso en mi correo, también la edad de mi primo, pensaron incluso que era menor, pero no, la tenía y tiene todavía 22 años. Sin más que agregar, comienzo con la segunda parte

Pasó una semana entre la mamada que le di y lo que contaré aquí. Tiempo en el cual nos mandábamos muchos mensajes, más que durante años previos. Muchísimos eran muy subidos de todo. Muchas fotos, videos, audios y hasta todo lo que me haría. Entonces yo le dije que deberíamos ir a un motel, para tener privacidad real. El estaba dudoso, pero aceptó finalmente.

Mi novio sospechaba que algo pasaba, durante ese día, desde la mañana hasta que salí de mi casa para ir al motel, estuvo mandando muchos mensajes, llamándome y preguntando. Siempre respondía simplemente que saldría con mi primo Alex y con sus hermanas, pero a el no le convencía esa historia. Incluso se ofreció a llevarnos a todos o a ir con nosotras y Alex, pero lo rechacé, obviamente.

Dio la hora de irme al motel, fui a su casa, fue un poco incomodo mencionar que venía con Alex, ya que mi familia apenas y nos ha visto convivir. Cuando el salió me vio y se sonrojó un poco, pues llevaba una blusa color mostaza algo pegada y un pantalón de mezclilla muy pegado, con el que se me veía aún más grande el culo. Nos saludamos, el muy apenado, cerró la puerta de su casa y yo lo abracé, pegando mi pelvis a la suya. Sentí perfectamente como su miembro estaba hacia su derecha. Lo sentía en mi pierna, en verdad le gustó como me veía, pues ya se sentía algo duro.

Nos subimos a su moto y nos fuimos de ahí. Fuimos a un motel algo alejado de su casa. No queríamos que alguien que lo conocía o a su madre nos viese. La persona que nos atendió en la recepción nos vio de forma un poco rara, pero creo que somos lo bastante diferentes como para que nadie sospeche que somos primos, así que solo fue algo raro y ya, o eso pensé.

Llegamos a la habitación. Era de tamaño normal, creo. Poco más que una cama, una silla-sillón individual, una ducha, baño y varios espejos. Aún así me gustaba, sobre todo por los espejos, podría ver su cara de placer mientras me daba en cuatro jeje.

No sabíamos como empezar, así que, sin decir nada, simplemente me empecé a quitar mi ropa hasta quedar solo con lencería negra que traía debajo. El se emocionó al verme así. También se empezó a desvestir y luego empezaron los besos. Me besaba el cuello, mis hombros, mis pechos. Apretaba mis piernas, mi culo, mi espalda. Todo bastante duro y a la vez bastante cuidadoso. Difícil de explicar. Creo que tuvo que ver con el hecho de que hacía mucho no me hacían sentir tan bien y tan excitada.

El terminó completamente desnudo, entonces volví a ver su pene negro y grande. Estaba casi obsesionada. Ya estaba erecto. El se sentó en la cama y me puse de rodillas frente a él. Empecé a masturbarlo lentamente, mientras poco a poco lo iba besando y lamiendo. El lo disfrutaba y me lo hacía saber, me tomaba la cabeza, mi cabello o me decía lo hermosa que me veía con su pene en mi boca.

Lo que más me gustaba hacerle era darle besos, sin duda alguna. Además de que traía un labial rojo muy fuerte, así que le dejaba marcas de besos y se veía muy hermoso. Luego empecé a lamer sus bolas mientras lo seguía masturbando. Era muy sensible en esa parte. Gemía sin parar. Mientras más lo hacía, más rápido y fuerte lo hacía. Le encantaba.

Luego de eso lo acosté en la cama y me puse sobre él, lista para un 69. Empecé a meter su pene negro en mi boca. Apenas y me cabía la mitad y con bastante esfuerzo. Por su parte, el hizo a un lado mi lencería y empezó a lamer y chupar mi vagina. Lo hacía muy bien. En algún punto simplemente me senté en su cara, para disfrutar de cada movimiento que hacía, pero de forma muy dominante, me empujó fuertemente con sus manos de nuevo hacía abajo. Me hizo sentir tan dominada y obviamente seguí chupando su verga.

Luego de un rato así, me avisó que se iba a venir. Así que aceleré el ritmo mientras lo masturbaba con mi mano derecha y con la izquierda masajeaba sus bolas. El dejó de darme sexo oral y se la pasaba gimiendo. Todo era muy excitante. En menos de un minuto me dijo que se estaba viniendo. Yo metí todo lo que pude su pene en mi boca y se vino dentro de ella. Era bastante, una textura algo rara y un poco salado, pero era justo lo que quería.

Luego de eso lo dejé descansar un rato. Estaba acostado en la cama y yo me acosté a su lado. Lo abracé, estábamos desnudos en un motel teniendo sexo. Dos primos. Un tabú de la sociedad. Era muy excitante.

Luego de unos minutos me dijo que estaba listo. Volví a chupar un poco su pene y me puse en cuatro para él. Tenía mi gran culo y vagina a su disposición. Me lo hizo saber y me dejó caer su pene negro en mis nalgas. Solo lo puso así, apoyándolo. Dejándome saber todo lo que me iba a meter.

Entonces hizo a un lado mis bragas y me empezó a meter la punta. Era enorme. Solo había tenido sexo unas cuantas veces y por supuesto nunca con un pene tan grande. Sentía como poco a poco entraba y se me abría paso en mí. Metió la mitad, luego de eso lo sacó casi todo, yo gemía como una loca y estaba muy excitada. Luego volvió a meterlo, pero ahora completo. Casi me hace gritar de placer. Se sentía increíble. Le dije que podía empezar a moverse y así lo hizo. Me empezó a coger. Tenía mucho sin hacerlo y ahora que lo tenía, no quería que parara. Mis caderas se movían al ritmo de las suyas, intentando que todo ese pene enorme y negro entrase en mí.

Mi cuerpo quería más de eso. Veía su reflejo en el espejo, el también disfrutaba de todo esto. Tomó mi cabello y lo jalaba con fuerza. Me sentía dominada y eso me encantaba. Seguimos en esa posición un rato, hasta que cambiamos a misionero. Mis piernas se abrieron para recibirlo. Una vez que lo tuve dentro, lo abracé con mis piernas y siguió dándome duro. Estaba como loca. Gemidos, gritos y muchos suspiros. Todo era perfecto.

Luego sonó mi celular. Me estaban llamando y sospechaba quien era. No pensaba contestar, pero Alex se salió de mi y tomó mi celular. Me pidió que contestase. Vi el nombre en la pantalla: “Diego”.

Contesté y Alex volvió a meter su pene en mí.

– Bue… bueno… – Intentaba contener mis gemidos lo más que podía.

– Hola, cielo ¿Dónde estás? – Se escuchaba tranquilo, a pesar de que podía haber notado mis gemidos reprimidos.

– Te dije donde estaba… iba a… a salir con Alex… iban a venir… emm…. Mis primas, pero siempre… siempre no…

– Te escuchas agitada amor ¿Todo bien?

– Si… Todo bien, no te preocupes… – Empezó a darme más duro y me tomó del cuello con una mano, mientras acariciaba el cabello de mi nuca con sus dedos.

– Bueno mira, te llamo porque, tengo una amiga y me dijo que te vio hace rato. Que ibas con un chico que es exactamente igual a Alex.

– ¿Una… una amiga? – Realmente no podía poner tanta atención. El pene de Alex me golpeaba duro y su mano solo hacía que quisiera gemir más fuerte.

– Si, pero es curioso, porque ella te vio entrar con él en el motel en el que ella trabaja.

En ese momento se detuvo todo, le pedí a Alex que parase, mis ojos se abrieron y mi corazón latió rápido. Me habían descubierto.

– No solo eso, me dijo que les dio la habitación 115 y… adivina donde estoy… – En cuanto dijo eso, tocaron la puerta.

Entonces me levanté, con pena y algo de miedo. Le pedí a Alex que se quedase en la cama y fui a abrir la puerta. Él estaba ahí en la puerta. Pudo verme a mí, en lencería que el me había comprado para una de las pocas veces que tuvimos sexo. Abrí la puerta completamente, vio que Alex estaba en la cama y, el me dijo que se quedó viendo su miembro.

– ¿Entonces se acabó? ¿Me vas a dejar por él? – Todo se puso serió un momento, pero agarré valor y fuerza de donde pude y respondí.

– Si, el es mucho mejor que tú. Ven Alex. – Se acercó, lo puse a mi lado mientras seguía viendo a Diego. – Solo mira este pene tan grande. El me hace sentir como una mujer y tú, pues, apenas y podías mantener tu erección durante las pocas veces que lo hacíamos. Yo quiero sexo en mi vida y el me lo va a dar. Así que es todo, pero te puedes quedar a ver si quieres…

Me temblaba todo, estaba nerviosa y algo temerosa. Pero funcionó, creo. El se fue de ahí, mientras se giraba volteé a ver su miembro. Se le notaba que tenía una erección.

Nosotros volvimos a entrar y seguimos con lo nuestro.

Duramos 4 horas en ese cuarto, varios orgasmos de los dos después terminamos y nos fuimos de ahí. Pasamos por la recepción y nos despedimos de la chica que nos atendió. Yo le mandé un beso y Alex le guiñó un ojo, burlándonos.

Me dejó en mi casa y me despedí de el con un enorme beso, mientras que el me apretaba el culo y se despedía de mí. Fui a mi cuarto y vi que tenía un mensaje de Diego.

– Blanca, espero que te vaya mejor con el – Entonces no se que pensé, pero busque en mi galería y le mandé un video que habíamos grabado ese día en el motel. En el cual estoy encima de Alex, montando su verga negra.

– Y yo espero que te guste el video, disfrútalo