Mi primera vez con un negro con una polla enorme

Hola José Miguel, tal como pediste te cuento con todo detalle como conocí y me follé a aquel majestuoso negro zumbón…

Le llamo negro zumbón porque me zumbaba de puta madre el coño… Era incansable el muy jodido…

Era famoso en la empresa, en el barrio e incluso fuera de él…

No puedo reproducir los sobrenombres que las mujeres le dieron durante años, porque traicionaría su secreto, nuestro secreto…

Nuestras sesiones de sexo fueron únicamente tres a lo largo de aquellos años en que nos conocimos…

No te creas José miguel que fue visto y no visto…

Nuestro primer encaje sexual fue al cabo de 12 años…

Los otros dos redondearían aquel primer encuentro de grato recuerdo y no desmerecieron ambos en nada al inicial…

Era mayor que yo…

Era alto, fuerte, dulce, romántico y con una tremenda polla…, no larga pero si gruesísima…

Para que lo sitúes…, solo te diré que en República Dominicana una persona tan blanquita como yo, llamaba mucho la atención y podría haber estado con cientos de amantes de color del ébano…, pero yo solo lo quería a él…

Desde que nos conocimos hace ahora más de una treintena de años, nuestros ojos coquetearon sanamente sin malicia…

Por cierto…, un inciso…, me siento identificada con el personaje Cielo de tu último relato…, y un poco con el de Mileva…

Sigamos con el zumbón…

Me confesaría años después que se sintió atraído hacia mí desde el primer minuto…, al igual que recíprocamente yo me sentí atraída hacia él…

En mi interior sabía que algún día nuestros sexos se unirían en placer íntimo de calidad inigualable…, vamos…, que me lo follaría o como se dice por allí…, me lo comería…

Sus simples conversaciones de amistad me hacían mojarme al imaginarlo dentro de mí…, o simplemente imaginar acariciandolo con mis manos blanquísimas por su enorme cuerpo de color oscuro y deseable…, me ponia calentísima…

El destino nos unió laboralmente y todo hacia augurar un encuentro intimo en cuestión de tiempo…, aunque ninguno de los dos declarábamos abiertamente nuestro deseo…

La relación laboral dio paso a una amistad sólida y ambos tuvimos relación con las otras familias…

No pasábamos de allí…, ojos de deseo educado…, pero ni una sola mueca…

Un día aposto y ganó…

Intuyó la posibilidad y me invitó a pasar la velada con el…

Se arriesgaba a una negativa…

La verdad es que mi inicial no…, se tornó enseguida en sí…, por deseo expreso de mi sexo que avanzaba en su humedad…

Alquiló una habitación de hotel y llenó de provisiones, pasaríamos una jornada inolvidable de pasión y sexo…, y reparar posteriormente nuestro profundo ejercicio con buena comida y bebida…

Su inicial envalentonamiento se cambió a nervios y desajuste morcillón a la vista de los primeros compases de la velada sexual…

Mi enorme negro estaba de pie sin reaccionar…, sumido en una inacción que le tenía rígido, paralizado y sin reflejos…

Lo abracé a placer…

Acaricié sus enormes y fuertes brazos…

Empecé a soltarle botones de su camisa blanca…

Su tórax negro, brillante sin vello alguno era un enorme lienzo para plasmar mis caricias…

Reacciono tímidamente besando mi boca…

Aquel beso de saliva espesa le fue devuelto con pasión…

Mi sexo chorreaba ya…

Sentados en la cama, abrazados y besándonos todo empezaba a fluir…

Mi salud había tenido un altibajo en el pasado reciente y el temía hacerme daño con su fortaleza física, dada mi escasa altura y delicado cuerpo femenino…

Aquella tremenda delicadeza de no querer hacerme daño me hizo arrastrar mucha más intensa humedad en mi cueva deseosa… Soy a veces muy romantica…

Nos empezamos a desnudar despacio…

Aún tenía mi vestido puesto cuando sus enormes manos me acariciaban mis piernas enteras despacio…, desde las pantorrillas a los muslos…, haciendo subir sinuosamente mi vestido…

Nuestras bocas volvieron a unirse…

Me besaba todo en mi…, boca, cuello, lóbulos…

Me tumbó armoniosamente en la cama y quiso pasar sus dedos negros por encima de mi braguita húmeda…

Mi sexo retumbaba de placer y rezumaba humedad…

Ya desposeida de mi parte superior…, sus manos atisbaron a empezar a tocarme mis henchidos senos con pezones endurecidos…

Mis manos irremediablemente querían ir hacia su enorme sexo…, el elástico duro de su bóxer empezaba a revelarse pero la final lo vencí…

Llegué finalmente a aquel tremendo pene aún morcilloso…, de unos 18 centímetros de largo pero enormemente grueso… Jamás había visto una polla así de gorda…, con al menos siete u ocho centímetros de diámetro…

Terminé de quitarle el bóxer mientras aquellaenorme negra morcilla se balanceaba delante de mi cara…

Lo hicé recostar y comencé a tomar una gloriosa paleta de chocolate…, cual helado caliente chupaba y chupaba…

Aquella butifarra oscura crecía mientras mi boca y mi lengua la devoraban…

Di cuenta también de sus enormes testículos tan grandes como bolas de béisbol provocativas…, dándoles besos itinerantes entre lamida y lamida de aquel soberbio glande luminoso y brillante que iba rezumando también líquidos pre seminales…

Aquel enorme negro empezaba a disfrutar de veras a tenor de aquellos profundos suspiros y gemidos…

Cogía mis manos con sus enormes manos y las guiaba en aquel recorrido arriba y abajo a través de aquel enorme mástil oscuro cada vez más duro y grande…

Sus ojos cerrados no ocultaba el placer de aquellos momentos especiales para él y para mí…, pues mi cueva rebosaba humedad que iba traspasando a mis braguitas de algodón que estaban totalmente húmedas en buena parte de su superficie…

Por fin le dije que quería sentirlo…, que me acaríciese entera…

Necesitaba sentir aquella boca caliente por todo mi cuerpo…

Necesitaba sentir el roce de aquella piel de ébano rozando mi piel contrastadamente blanquita…

Me recosté…, y me terminó de desnudar despacio…, muy despacio…

Me acaricio… toda en mí…

Me besó tierna y apasionadamente…

Me sentía única cuando no pudé dejar de pedirle que me probase… Quería sentir su boca en mi sexo ardiente y deseoso…

Se acopló en la posición idónea y sin ninguna prisa…, lamio, comió, beso y metió dentro de mí…, alternativamente lengua, dedos o incluso su nariz…

Mi cuerpo no aguanta más y tuve quizás el orgasmo más clamoroso de mi vida…, al fin y al cabo lo llevaba esperando casi una docena de años…

Para agradecerme aquel soberbio orgasmo que le dí en su preciosa caja de dientes hermosos…, subió a besarme con la boca impregnada de todo aquel humedal viscoso y ligeramente salado…, aunque absolutamente delicioso…

Saboreé la esencia de su boca junto a mis aromas íntimos…, no desconocidos para mí, ya que me gusta lamer mis dedos cuando me masturbo casi todas las noches…

Necesitaba aquellas dos libras de carne dura y gruesa dentro de mí…

Se la pedi…

El respetuosa y educadamente temía hacerme daño al incrustar tan desproporcionada gruesa polla en mi aparentemente pequeña cueva en comparación…

Pausadamente cogió su herramienta y la preparó en mi puerta húmeda…

Aquel enorme glande viscoso me rozaba y me preparaba para explotar nuevamente dada la tensión sexual que tenia…

Me advirtió que si me hacía daño que se lo dijese que pararía de inmediato…

Presionó y clavó suavemente su enorme glande después de moverlo a ambos lados de mi vagina e impregnase mucho más de aquellas lubricaciones naturales.

Mientras lentamente aquel enorme bate de béisbol entraba en mí, me besaba cariñosamente…

Mi vagina deseosa acomodaba dentro de ella sin dolor alguno…, aquel enorme huésped desproporcionado para lo que yo acostumbraba por entonces…

Recuerdo nítidamente aquel momento de gozo único con el primer y único negro de mi vida…

Cuando terminó de acoplarse y empezó tímidamente a iniciar el cortejo sexual intimo…, yo ya me corría nuevamente como una perra caliente…

Él aguanto un poco más…, hasta que con mi tercer orgasmo…, no pudo remediar que una ingente cantidad de néctar blanco empezase a llenar enteramente mi vagina…, llegando a salir mucho de su semen oloroso, caliente y sabroso por las orillas de mi sexo…

Claro que o probe varias veces…

Mi querido José Miguel…, con lo que te gusta a ti devorar el néctar tuyo y ajeno… De haber estado allí te hubieses puesto las botas, pues sin poder dar abasto mucho hubo de derramarse entre las sabanas de aquella cama que recibiría durante el resto de la jornada otras cuatro inundaciones jugosas de néctar blanco del interior de aquella desproporcionada animalada de polla de color de la noche…

Recuerdo aquella cita sexual como única…

Como dos jóvenes amantes nos deseábamos y nos dimos…, el uno al otro aquel día y en dos ocasiones más aunque pasado el tiempo…

Aún recuerdo aquel olor…, a negro zumbón…

Ahora te deseo a ti…, aunque no solo físicamente…

PEPOTECR.