Mi príncipe azul bien pervertido me trata como quiere y me gusta

Una tarde de noviembre de 2013 quedé en encontrarme con César, mi novio de ese entonces, en un KFC que quedaba cerca de su trabajo y cerca de la casa de mi abuela, para almorzar y luego acompañarlo a casa; puesto que había sufrido un pequeño accidente jugando fútbol, donde su tobillo derecho se vio comprometido.

Luego de almorzar, ya camino a su casa, César se dispone a poner música desde su celular y me acerca uno de los auriculares, para que yo pueda escuchar lo mismo que él… “Camino por Madrid en tu compañía, mi mano en tu cintura copiando a tu mano en la cintura mía” es Jorge Drexler y él sabe perfectamente lo mucho que me gusta su música y lo que causa en mí… Volteo a mirarlo y me doy cuenta de que el César tranquilo y cariñoso se había ido; lo supe cundo noté que su mirada se había puesto oscura y el morbo invadía su cara ¡Llegó el momento de jugar!

Íbamos sentados en el penúltimo puesto del bus, él hacia la ventana y yo hacia el pasillo; ambos siempre hemos tenido la habilidad de llevarnos más allá de nuestros límites, pero confieso que en este momento no sabía a lo que me estaba enfrentando, aunque me gustaba… Empezó a besarme lento, muy lento pero apasionado y me di cuenta de que esto iría más allá de lo que hasta ahora habíamos llegado; muerdo un poco su labio y noto como se le escapa un pequeño gruñido, el mismo que hace cuando algo le excita mucho o cuando está a punto de acabar, muestra una media sonrisa y antes de que pueda preguntarle ¿Qué demonios piensa hacer? Agarra mi mano izquierda y la pone sobre el cierre de su pantalón, debajo de su bolso, para que nadie note que está súper empalmado, con el cierre abajo y pidiendo que lo masturbe; la situación me tiene súper excitada, le sigo el juego sin dejar de mirarlo en ningún momento; para los demás sólo somos un par de enamorados besándose, lo que nadie nota es que lo estoy masturbando lento y duro y si seguimos así lo más posible es que él acabe y luego no podamos disimular lo sucedido; pero ese es otro cuento.

Tuvimos que pausar un poco el juego, para bajarnos en la parada correspondiente, ambos estábamos muy excitados y con ganas de más; pero el silencio y una sonrisa cómplice fueron suficientes para dar a entender que no habíamos terminado. Al llegar a su edificio, mientras esperábamos el ascensor, la pasión y deseo que nos había invadido en el bus, había vuelto, César me pone contra la pared y empieza a besarme lento, tan lento que logra desesperarme, porque en el fondo sé que obtendré lo que quiero; sólo que lo quiero YA, y eso no es lo que tiene planeado para mí; le muerdo un poco el labio y vuelve a dejar escapar el gruñido, se abren las puertas del ascensor y paramos un poco, al ver que no hay nadie; entramos sin separar nuestras lenguas y es ahí cuando esa mirada oscura y llena de morbo vuelve a aparecer… Lo miro fijamente y se baja el cierre de su pantalón, no tiene que decirme nada, porque en este momento lo entiendo todo; le exclamo un ¡No eres capaz de hacerlo! Cuando sé perfectamente que somos capaz de eso y más, y sin perder más tiempo bajo y empiezo a hacerle sexo oral, en ningún momento aparté la mirada de él, y lo que más me excitó fue ver su cara de asombro; porque en el fondo no se esperaba que le siguiera el juego, se lo chupaba lento y duro, degustando lo más que podía su sabor; luego intercalaba a una velocidad un poco más rápida, pero sin dejar de chupárselo ni mirar; así estuvimos hasta llegar a su apartamento, que para mi sorpresa, estaba su mamá… ¡Qué ilusa fui al pensar que todo acabaría ahí!

Su madre se encontraba en la cocina, lavando y cocinando; sale un momento a saludar y sigue en lo suyo, César me lanza una mirada de “Esto no ha terminado” y ahora la que termina sorprendida soy yo; por un momento me niego a seguirle el juego, aunque en ningún momento dejó de excitarme la situación, él se acerca y desabotona mi pantalón e introduciendo su dedo medio en mi humedad; sabe perfectamente cómo lograr lo que quiere al igual que yo, mientras él movía estratégicamente su dedo medio dentro de mí, volviéndome más loca de lo normal; le devuelvo el favor continuando con la felación que minutos antes habíamos pausado al salir del ascensor, lo más excitante era saber que en cualquier momento su mamá podría encontrarnos en pleno acto, pero en ese momento no nos importaba nada y ambos logramos lo que queríamos; la situación nos tenía realmente excitados, me encantaba ver cómo mordía sus labios para evitar que cualquier gruñido o sonido saliera de su boca, mientras yo disfrutaba de su deliciosa erección; hasta que obtuve mi premio mayor… Como toda niña buena que soy, lo tragué todo, lo dejé súper limpio y él fue un momento al baño para arreglarse, mientras que yo retocaba un poco el maquillaje e iba a la cocina a pedirle a mi suegra un vaso de agua…

Este fue el primero de varios encuentros en los que nos podían descubrir…

Deja una respuesta 0