Mi querido compañero de trabajo
El verlo todo el día en el trabajo hace que me estremezca, observarlo a la distancia me enloquece, quisiera tenerlo para mí y no compartirlo con nadie, pero estoy decidida a hacerle el amor a como de lugar esta noche.
La hora de salir se acerca, miro el reloj impaciente, me ofrecí a llevarlo porque su coche está descompuesto, su maravilloso coche (que será tema de otra historia). Me encuentro dentro del mío revisando mi maquillaje, mi cabello, quiero lucir preciosa para él, de repente empieza a caer una lluvia moderada, ya salió, viene caminando hacia mí. Lo saludo de nuevo, aunque pasaron 40 minutos desde que yo salí del trabajo, lo extrañé con toda el alma. – Vámonos-, me dice, comienzo a conducir.
En el camino mi mente está maquilando lo que haré con él, aún hay tiempo antes de que tenga que irse con… bueno, a casa. No deja de acariciar mis piernas con sus manos enormes, no miento, son de verdad grandes y son preciosas, acarician de la forma más exquisita y con la fuerza necesaria para hacerme explotar de placer.
– ¿A dónde vamos?- me pregunta
– A buscar un lugar privado. Conduje durante unos cinco minutos hasta que encontré una calle poco iluminada, sin pavimento, escondida entre sombras, la lluvia comenzó a intensificarse. Me estacioné como pude (soy primeriza en esto de conducir), al momento de hacerlo, tomó mi cara entre sus manos y me acercó a la suya, nos besamos con una locura que hizo que inmediatamente me mojara, no podía esperar para tenerlo dentro de mí.
Su voz entre cortada me sugirió pasarnos a la parte trasera de mi auto, la lluvia seguía y los cristales estaban empañados. Se sentó y yo lo hice encima de él, con las piernas abiertas, tan expuesta y aún vestidos, me rodeó con sus brazos y seguía besándome, cada beso me robaba más y más el aliento; con una de sus habilidosas manos levantó mi blusa, miró mis senos, comenzó a besarlos por la orilla del brasier, yo lo miraba desde arriba, incrédula de poder sentir tanto placer sólo con verlo. Sé perfectamente lo que le encanta, no quiero que este momento se termine nunca! Empiezo a sentir cómo su pene se endurece a través de la ropa que pareciera que fuese a romper la tela, me levanto un poco para permitirle que se baje el pantalón y los bóxers, mientras, yo hago lo propio con mi ropa. Al sentarme estallo en un orgasmo de placer cuando me penetra de una sola vez y de golpe, su pene se abre camino en mi interior empapado de sensaciones. Mientras con sus manos, libera mis senos del bra, mis pezones están duros de tanta excitación cuando él comienza a morderlos, chuparlos, echo mi cabeza hacia atrás y me entrego de forma total a este mar de sensaciones. Estoy literalmente chorreando, sus manos me recorren y siento cómo su sexo se pone cada vez más duro y grueso dentro de mí. Estamos en un vaivén de sentimientos, controlo el ritmo de las penetraciones, me besa el cuello, me toca completamente,-Te amo Daniela, me encantas-, me dice con el aliento agitado, -Yo te amo a ti-, justo en ese instante tengo otro orgasmo delicioso, ¡Dios, con este hombre el sexo es celestial!…
Sé que está a punto de terminar, así que me levanto, me inclino y tomo su pene con mis manos, está duro y en su máximo esplendor, me lo meto a la boca, el sabor de nuestros sexos es adictivo, sentir la piel delicada y sus venas me provoca un cosquilleo. Lo recorro por completo con mis labios y mi lengua juguetea con la punta, percibo unas gotas de líquido agridulce, lo succiono un poco y levanto la mirada, es poco lo que puedo ver pero su expresión de placer me mata. Me incorporo, lo tomo por la cara y lo acerco a mi clitoris, es una maniobra casi circense, por aquello del poco espacio. El ambiente es tan primitivo, tan sexual, los vidrios están totalmente empañados y no cesa la lluvia. En cuanto su boca toca mis labios vaginales, las sensaciones me invaden y de nuevo tengo un orgasmo, sé lo mucho que le encantan mis gemidos y se me escapa un grito de placer, su lengua ávida me recorre de arriba hacia abajo, con una señal, le pido que la meta lo más profundo que sea posible, ¡este hombre me encanta!
Con mis dedos tomo su cabello, quisiera hundirlo en mi y que jamás pudiera escapar, quisiera tenerlo todas las noches del resto de mi existencia a mi lado, juro que jamás dejaré de amarlo. Su boca desesperada por comerme hace un sonido delicioso, desde donde estoy la vista es maravillosa, su pene está cada vez más hinchado, comienzo a escuchar sus gemidos con cada lengüetazo.
-Voy a terminar, mi amor!!!- se incorpora y comienza a masturbarse hasta que sale el delicioso chorro de semen, verlo así tan sensual me hace tener otro orgasmo, se recarga en mi pecho mientras acaricio su cabello, amarlo es lo mejor de mi vida. Aún seguimos agitados, comenzamos a reír de nuestra aventura y de mi fantasía cumplida, él es lo mejor que me pudo suceder. Lo admiro mientras se sube los pantalones y su ropa interior, al mismo tiempo hago lo propio…César, mi amor, no puedo esperar para tenerte dentro de mí otra vez.