Muchos meses sin tener sexo

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Una travesía que había que vivir, no quedaba más remedio que pasar, lo importante es cómo se pasara. A pesar de que el ánimo en algún momento puntual flaqueo un poco, rápidamente a reponerse y a continuar para adelante. Muy gratificante es leer una cantidad importante de mails de personas desconocidas que te dan ánimos sin más, al igual que los comentarios en el último relato. Sin ahondar mucho en lo sucedido, todo fue debido al accidente que tuve haciendo el salto en Santa Marta, que lo cuento en el relato del 4 de diciembre pasado.

Los golpes en la cabeza son muy delicados y más si no se tratan debidamente. Pues de esos polvos estos lodos. Dolores de cabeza extraños, pérdida de visión a ratos, falta de sueño… y mucha cabezonería, mala receta para mí. Un buen médico valenciano descubre lo que era y toca meterle mano como me decía. Amigos me recomiendan por medio de otro medio, dos lugares uno en Madrid y otro en Barcelona. En contra de todos los consejos, decido seguir en manos de quien estaba.

Para los amigos de Madrid, lo haría en Barcelona, para los amigos de Barcelona lo haría en Valencia y para los amigos de Valencia, en cualquiera de los dos sitios recomendados. Solo dos personas estaban al tanto, Ray y Victoria, que se vino de Madrid para volver a la empresa y llevar el timón. Con el COVID-19 lo de las visitas y acompañantes en los centros sanitarios se complica, lo que me venía bien, porque no quería a nadie. Deje todo preparado y nada al azar. Incluso mi casa la deje preparada, porque sabía que durante un tiempo estaría sin ver. Me lo habían puesto todo más que mal, que iba a ser complicado. Un poco negro lo pusieron, sobre todo los tiempos.

Había contactado con una persona que me recomendaron, una enfermera que quería que me asistiera en mi domicilio. No quería nadie joven, porque no me apetecía que se fueran de juerga y acabar mal. Por eso hablé con Amparo mujer de 45 años, demasiado seria para mi gusto, pero se la veía decidida y responsable. Estaba casada y tenía familia, no se iba a poder quedar todo el día y antes de que pudiera decir nada, me presento un planteamiento que suponía repartirse el trabajo con dos compañeras suyas. Todas trabajan en el mismo sitio y en su tiempo de descanso pues se ocuparían de cubrir las horas.

Al día siguiente me presentó a las otras dos mujeres, eran de la misma edad entre 40 y 45 años. Resultan más agradables que Amparo. Mercedes y Carlota. Esta última la más joven de las tres y lo que tenían en común además de trabajar en el mismo sitio, que las tres estaban casada. Algo que era bueno, porque se las presupone un poco más responsables y que no iban a estar de “botellón” y luego venir a estar conmigo. Físicamente no me fije mucho, no estaba tampoco para muchas fiestas. Pero no me causan mala impresión.

Ya tenía fecha de la intervención, que en principio no se presentaba complicada y la previsión eran cuatro días ingresado y luego a casa. En otras circunstancias me hubieran dejado más tiempo, pero para evitar los virus, se decidió eso. Llegamos a un acuerdo y quedó cerrado. Pero claro no podía ser tan sencillo. No hay cosa que más me moleste que programar algo y que se modifique en contra de mi voluntad, pues eso paso. Me llaman y se adelanta todo una semana justo, no recuerdo porque historia, pero se cambió. Me toca ingresar por la tarde porque el primero en entrar en el quirófano era yo. No digo nada a nadie, salvo a Amparo y le doy el número de Victoria, para que al mediodía la llame de mi parte y le diga que ya me han intervenido. Se que se iba a acordar de todo mi árbol genealógico y seguro que maldecía.

La verdad que esa noche dormí bastante bien, algo que me llamó la atención, porque llevaba sin dormir medianamente bien mucho tiempo. A primerísima hora llegan para que me ponga una ropa (Por decir algo) y me hacen tomar una pastilla muy pequeña, que me iba a dejar muy bien. Me bajan habló con el médico y el anestesista me dice algo y ya no recuerdo más. Me parece oír voces, que no llego a distinguir. Hasta que se me empieza a aclarar un poco la cabeza y oigo… “De buena gana te capaba… a mí no se me hace eso… en un rato te van a subir a la habitación y ya te diré un par de cosas”.

Era la voz de Victoria, lo que me extrañaba que si me iban a subir, era que estaba en reanimación, pero si estaba allí como había logrado Victoria entrar. Tampoco podía pensar bien. No veo nada, empiezo a despertar y oigo al médico, que me dice que me van a llevar a la habitación y si me encuentro mejor que ayer. Tengo la mente embotada, no sé a qué se refiere. Poco a poco voy tomando consciencia y viene un hombre que dice… “Venga, vamos para arriba” tengo frío y no soy nada friolero. En la habitación está Victoria que me da la chapa por no haberla avisado y cuando le digo, que le había dado tiempo a llegar, que no se quejara, me da un grito contenido… “Si llevas tres días en la UCI, ¿Es que no te acuerdas? Si has hablado conmigo” la verdad que no recordaba nada.

Llegaron las primeras buenas noticias. Todo había salido mejor de lo esperado, aunque en la operación hubo un sangrado excesivo. Me tocaba la cara y la tenía deformada, no me hacía falta mirarme a un espejo. Y por lo que decía Victoria mis ojos le daban grima. En el momento que me explicaron y me detallaron todo, me sentí mucho más aliviado. Si no hubiera sido por lo de la vista hubiera sido todo perfecto. La pregunta de cuándo podría levantarme y cuándo ver… levantarme en unos días, no querían que me levantase ni al aseo y lo de ver… que no podían decirlo, pero que tuviese paciencia.

Comer sería de momento líquido y poco a poco sólido. Me quitaron la sonda y tenía que hacer todo en el bote ese que ponen y en una cuña. Lo peor para mí y me tenían que asear. No veía pero creo que oía más o tenía más sensible el sentido del oído. Porque al tercer día, vinieron a asearme y me sorprendió que con tanto toqueteo en mi polla, no tuviera una erección.

Me dieron el alta hospitalaria. No podía agacharme, mover la cabeza lo justo, dormir de una manera específica. Toser o estornudar con suavidad. Nada de ejercicio y de correr… nada, aunque sea en cinta. Para mí un desastre, lo que suponía una dieta absoluta a base de carotenos. En casa cuando llegue me esperaban Amparo y Carlota. Les pedí encarecidamente, que no movieran el mobiliario y si lo hacían, que lo volvieran a dejar como estaba, porque lo tenía todo de una manera colocado, para poder moverme con tranquilidad, lo había preparado perfectamente y lo tenía en mi cabeza.

Había comprado todo tipo de alimentos para que tuvieran en casa, que no tuvieran problemas. Les indique donde estaba todo y sobre todo el arcón congelador. Les dije donde estaba la clave del wifi y les explique la distribución de la casa. Oía papeles y era Amparo que leía el informe médico y las indicaciones a seguir. Luego entre las dos hablaron de lo que decía el informe y como iban a hacer, mientras hablaban de eso, me fui para mi habitación. Agache mas de la cuenta la cabeza para poder cambiarme y me tuve que sentar de forma inmediata porque me dio un fuerte mareo.

Lo que me supuso una bronca por parte de las dos y eso que no lo vieron, pero según decían mi cara era como un folio blanco y me leyeron una parte del infirme… “Ir siempre acompañado, no hacer esfuerzos innecesarios, no agacharse, sin movimientos bruscos de la cabeza, cuello…” menuda charla que me dieron. Como algo que hicieron hincapié, nada de levantarse rápidamente de estar sentado o tumbado, que había que hacerlo con mucha suavidad. Estaba sin hacer nada agotado ese primer día, estuve casi todo el día en la cama. Se había quedado Carlota, que vino a las ocho para saber qué quería cenar. Estaba oyendo la radio, la apagué y me levante. Fuimos juntos a la cocina y le dije… “Que me preparara zanahorias, brócoli, acelgas y sobre todo dientes de león”.

Se quedó cortada porque dijo que tardaría en cocinarlo, me reí y le dije que no lo quería cocinado, que era licuarlo. Le dije las cantidades y salió como un litro. Ella quiso probarlo y dijo que sabía fatal. Carlota se preparó un sándwich mixto y un zumo. Cenamos y hablamos poco, regresé a la cama. Desde mi habitación pude escuchar cómo se abría la puerta y hablaban entre Mercedes y Carlota. Por la radio sabía que eran las 23:30 y me apetecía levantarme. Lo hice con tranquilidad y fui al salón, quería salir a tomar el aire. Cuando llegué al salón me llegó un olor intenso a tabaco y corría el aire. Estaba en la terraza, se sobresaltó al oírme entrar en la terraza, me pidió perdón por fumar y le dije que podía seguir. Tenía una voz muy sensual.

Mercedes me explicó que Amparo no iba a poder venir en unos días en principio, que había tenido un percance corriendo y estaban viendo como tenía el tobillo y que en su lugar vendría su cuñada (de Mercedes) que haría principalmente las noches. Resultaba, por lo menos de momento, quejarme o mostrar alguna disconformidad. Hasta ese momento físicamente mi cuerpo se encontraba demasiado relajado y no tenía ningún amago de excitación, ni de una erección. Apatía total por parte de mi cuerpo. Algo anormal en mí, pero lo achacaba a ese momento especial que estaba pasando y no a la poca medicación que tomaba, que me habían leído las contraindicaciones y los efectos secundarios, nada decían que afectarán a la libido ni a la apatía sexual. Esa noche y antes de la hora de hacer el cambio llegó la cuñada de Mercedes, Àngels, que al contrario que sus compañeras su voz me decía que era menos formal, no tan estirada como las demás los primeros días. Nos quedamos solos y quise tener una conversación con ella para ver cómo era.

– Bueno Àngels, me gustaría saber cómo eres. (La pregunta ni iba con segundas, ni pretendía que tuviera que contarme más allá de algo básico)

-No sé, pues… para que te hagas una imagen… mis medidas son, altura 1,72. Medidas de mi cuerpo 110-60-90, si no fuera por mi pecho medidas casi perfectas, jajaja… tengo buena melena, castaña oscura, ojos marrones. No se… ¿Quieres saber algo más que no haya dicho?

– Qué va, si me has dicho más de lo que esperaba. Era más sobre ti.

– Ah, pues estoy casada, sin hijos porque el cretino de mi marido ahora no quiere. Soy el alma de la fiesta siempre, un poco loca dicen y trabajo de forma temporal en… veinte horas semanales.

– ¿Llevas mucho casada?

– Por lo que estoy comprobando demasiado. Porque tengo 38 años y llevo con mi marido desde los 27, casada cinco y ahora me sale con que no quiere tener hijos.

– En esas historias no entro. (Me parecía algo muy personal y de una persona que acababa de conocer, por eso no quería dar mi opinión)

– Y tú que eres… ¿Separado, divorciado…?

– Soltero. (Me sorprendió su pregunta)

Hablamos un poco más y esa noche ya no lo hicimos más. Pasaron los días, me iba encontrando mejor pero no al ritmo que yo quería y esperaba. Tenía menos mareos, pero seguía teniendo algunos y eran importantes. Àngels al final se tuvo que quedar porque la lesión de Amparo fue más importante de lo que en un principio creyeron. Con Àngels fue con la que más hablaba y me gustaba su frescura hablando, no había tema que evitará, política, vida sentimental, cualquier tipo de opinión y en muchas no estamos de acuerdo ni cerca, en nuestras valoraciones, pero se hacían entretenidos esos momentos, que solo escuchar la radio me empezaba a cansar, salía de la rutina. Nunca me había tenido que ayudar a ducharme porque siempre lo hacían las demás. Un día supe oyéndole hablar por teléfono, que al día siguiente sería ella quien me ayudara, porque hablaba por lo que escuche, sin necesidad de cotillear, con su marido.

La conversación no fue muy amistosa y me daba la sensación de que no estaban en un buen momento, aunque un poco más tarde en otra conversación que escuche, que la tenía con una mujer, sin saber quién, la posición con su marido era una impostura para hacerle cambiar de posición en algo. Esa misma noche tuvimos la conversación habitual, teniendo que acortarla porque no me encontraba bien, ella se preocupó y le dije que no era la primera vez. Por la mañana me levanté antes que ella y lo hice sin hacer ruido, no quería molestarla, porque era bastante temprano. Fui a la cocina y me preparé un café solo, pero bien largo. El olor por lo que se ve le llegó y se levantó, mostró “enfado” por no haberla avisado. Le quite importancia, porque ya me había preparado para saber usar la máquina de café en esas circunstancias. Me preparo dos tostadas una con aceite y otra con tomate. Desayuno también y me dijo que se iba a asear y cuando estuviera me ayudaba a ducharme. Puse la radio como todas las mañanas y escuchaba a Herrera o Alsina, según lo que tratasen. Pasaba de una emisora a otra.

Escuché una palmada y era Àngels diciéndome que ya podíamos ir a mi baño. Lo primero que me pregunto es a qué temperatura quería el agua y le dije que como estaba, que no modificara nada. Me desnude y entre en la ducha, el agua estaba fría como me gusta y como habitualmente la uso. “Que fría, ¿Nunca usas el agua caliente?” y mi contestación fue sin pensar… “Menos cuando lo hago acompañado” ella tuvo una contestación con tono gracioso… “Menos mal… que si no cortarías el rollo, jajaja…”, estaba de espaldas y me había metido en la ducha antes de que ella viniera. Deje que el agua me empapara bien y una vez bien mojado, Àngels me decía que no me moviera mucho, que ya se encargaba ella de hacer todo. Todo en principio fue bien y normal, como con sus compañeras. La sorpresa me la lleve cuando me metió la mano entre las piernas por detrás, sobándome bien los testículos y la polla, cuando digo sobándolos me refiero a enjabonar.

Al ver mi respingo me dijo… “Tranquilo, que no es la primera vez que lo hago y no me sorprende nada, una vez vista una vistas todas, ahora date la vuelta”y me la di, reconozco que era como más “agresiva” que sus compañeras o lo mismo la mejor palabra sería más “intensa”, era una mujer decidida y con sus bromas, chascarrillos, se protegía sin perder su esencia. Me enjabono la cabeza y luego la enjuago, repitió la misma operación, eso sí con más suavidad de lo que había hecho hasta el momento. Fue lavándome de arriba abajo, en concreto hasta llegar a mi cintura. Lo hacía tan fuerte todo, que era como si me exfoliara todo el cuerpo.

No continuó y se fue a mis piernas, se atrevió a hacer un comentario… “Es que tienes las piernas como los brazos, parecen de piedra, que barbaridad, bueno y el resto del cuerpo… ¿Cuántas horas le dedicas? Porque yo hago habitualmente dos horas y ni parecido”, me daba la impresión que preguntaba eso para romper el silencio y era la primera vez que estaba nerviosa o eso me parecía. “No creas que mucho, lo que pasa es que soy constante. Una vez que acabe con tanto descanso, me tocará hacer bastantes horas para recuperar, pero una vez esté como siempre… luego es mantenimiento” y en ese momento me fue a lavar la polla, estaba tranquilo pero tanto “ímpetu” puso que note que mi dormida polla hasta entonces, empezaba a despertar y trate de evitarlo, pensando en otras cosas. Se izó como nunca, más de lo humanamente imaginable. Àngels mantuvo el tipo, enjabono bien y toco mejor, ni sabía qué hacer y mucho menos que decir, buscaba las palabras adecuadas y al final solo me salió… “Discúlpame, no lo he podido evitar, no sé ni qué decir”.

Àngels con voz conteniendo algo de nerviosismo y tratando de dar normalidad… “Jajaja… tranquilo, es normal y más después de tanto tiempo. No te tienes que preocupar es signo de vigor y mejoría, sin lugar a duda, ya quisiera más de uno encontrase así y se lo que me digo, jajaja…” ni quise ni me salió que decir a esas palabras. Lo peor que la erección no había manera de que se bajase. Me ayudó a vestirme y le dije que me dejara solo, me tumbe en la cama y tuve que esperar bastante hasta que se me bajo. Los siguientes días pasó lo mismo, menos un día que me tocó con una de sus compañeras y fue todo más tranquilo. Un día por unas visitas inesperadas, que venían de fuera, mi aseo personal fue rápido. Por eso por la noche antes de acostarme me ducharía.

De esa manera transcurrieron bastantes días y en algunos momentos me fue un suplicio. Porque tampoco me atrevía a hacerme yo mismo algo, no quería manchar todo y no limpiar bien. Àngels tuvo que ausentarse por un golpe que le dieron por detrás en el coche y temporalmente le tuvieron que colocar un collarín. No fue sustituida porque ya empezaba a manejarme mejor, ya que empezaba a ver algo, más sombras que otra cosa, pero lo suficiente para desenvolverme y la evolución cada día iba a mejor. Empecé a acudir al trabajo. Quería cerrar varios viajes que no se podían postergar por mucho más tiempo.

Victoria se sorprendió el primer día que llegué a trabajar. Parecía que ya veía del todo, pero nada más lejos de la realidad. hasta que no oía una voz no sabía con quién hablaba y parecía que estaba despistado. Al rato, no mucho, Victoria se dio cuenta y se echó a reír… “Jajaja… que listo que eres, pero a mí no me la das, no ves una mierda. ¿Me equivoco?” y se lo dije que veía lo justo, que en la calle con mas luz me defendía mejor, pero con poca luz me tenía que esforzar más. Hablamos de trabajo un rato y luego me presentó a sus nuevos fichajes.

Me causaron buena impresión Aitor y Marina. Estaban empollados en lo que me preocupaba y después de oír con detalle las posibles soluciones, como atacar los problemas, me dirigí a ellos dos y dije… “Marina, Aitor… ¿Tenéis pasaporte en vigor?” y extraño, ninguno tenía pasaporte, les indique se lo fueran sacando” después finalice la reunión con todos y me quede con Victoria. Me pregunto si es que tenía pensado viajar, si me lo habían autorizado los médicos y se lo dije, que me habían dicho que vida totalmente normal, que podía volar y lo único, que conducir solo cuando me sintiera bien, seguro y después de una buena revisión en el oftalmólogo.

– Ahora Victoria háblame de Aitor y Marina.

– ¿Qué es lo que quieres saber de ellos?

– Todo, vida y milagros. Quiero saber con quién voy a trabajar.

– Aitor tiene 39 años y ha estudiado… como verás está muy preparado. Solo tiene una carencia a nivel profesional, el inglés lo domina a medias.

– Explícame lo de a medias.

– Que lo lee y traduce muy bien, pero hablarlo no se si es por retraimiento. Marina tiene 42 y ha estudiado… igual de preparada que Aitor, son los mejores y el inglés lo domina a la perfección en todo, es muy desenvuelta y sin pelos en la lengua.

– Y la faceta personal… ¿Con muchos problemas?

– Aitor está muy bien, trae alteradas a más de una y me da que es gay, aunque está divorciado de una mujer, pero no me hagas mucho caso. No da problemas y ha encajado bien con el resto. Marina está casada, tiene un hijo y ha tenido algún encontronazo. Es muy responsable y lo único que es muy directa, algo que me suena.

– ¿Qué encontronazos?

– Pues que es una mujer que está muy bien, cuando veas mejor ya te darás cuenta y alguno la ha visto por su franqueza que era “facilona” y ha puesto en su sitio a más de uno, porque dice que con casados o con pareja nunca ha tenido nada, aparte de que está casada. Pero luego con una que va detrás de uno, como este también quiso algo, se enceló con ella y chocaron, pero ya está todo solucionado.

– Cuántas cosas me he perdido en mi ausencia.

– ¿No me vas a preguntar cómo es físicamente Marina? ¿No sientes curiosidad?

– Pues no, como tú has dicho cuando vea mejor ya veré lo que tenga que ver.

– Me exasperas algunas veces, pues algo te voy a decir, tiene un trasero que pocos habrás visto así de buenos, con los dedos de una mano los podrías contar y te sobrarían dedos. Y de eso entiendo mucho.

– Jajaja… no vas a lograr picarme.

– Me juego contigo cien euros que tengo la razón. Mira cien no… me juego DOSCIENTOS. Ahora que… ¿Te atreves?

– Lo acepto y pero ves preparando los doscientos pavos.

– Y hablando un poco de todo… ¿Cómo llevas el corazón? ¿Esto te ha ayudado para avanzar en algo?

– No es momento ni lugar para hablar de esto, pero como sé que si no me vas a estar dando la murga… el corazón va muy bien y abierto a lo que tenga que venir y si todo me ha ayudado para ver la vida de otra manera. He metido la pata en muchas cosas y con algunas mujeres ha sido la metedura de categoría. Lo que debo de hacer es quejarme menos, querer que en lo personal no todo sea como digo yo y el no hacer del mundo un infierno.

– Me alegro de oírte diciendo eso y como te conozco sé que lo dices de verdad. Tu gran metedura con solo una mujer que sabemos tú y yo. Podías empezar por ahí.

– Jajaja… por ahí imposible, entre otras cosas, quemaron los puentes, por culpa mía tal vez, pero los quemaron. Miro hacia el frente.

Cambien de conversación dando por zanjado el “interrogatorio” y lleve la conversación a los viajes. Porque había que ir a EE.UU., Colombia y Chile, no descartando a última hora ir a Argentina. Lo que me comunicó Victoria que el viaje a EE.UU. estaba en el aire, que estábamos a expensas de que desde allí nos lo solucionaran y en Colombia, el problema estaba en Bogotá, que según Victoria le habían comunicado que había disturbios de importancia. Lo deje todo en sus manos.

Victoria que es muy atrevida y a sabiendas de que no me enfadaría, me dio de alta en una app digamos que para encontrar pareja, colocó una foto mía y me lo enseñó. No puso mi nombre real y antes de que le dijera nada… “Lo has pagado tú con los doscientos euros de la apuesta” si porque perdí la apuesta, una vez que pude ver el culito de Marina. El primer día que lo observe bien, es un día que la vi de espaldas sin saber que era ella y apoyada sobre la mesa de juntas. Llevaba un pantalón coating, de esos que son estilo pitillo y ajustados a la piel, que al ser de tiro alto marcan muy bien la cintura y marcan el culo a la perfección. Llevaba una melena un poco más abajo de los hombros, castaña con reflejos cobrizos y llevaba una blusa que al estar agachada dejaba entrever dos poderosas razones y no me extrañó que tuviera moscones alrededor.

Entre esa visión y más de dos meses en blanco, mi mente no “razonaba” bien y en parte me vino bien la idea de Victoria. Estuve tentado de contactar con alguna de las mujeres de la aplicación, pero el viaje se complicó un poco y había que dar salida a todos los contratiempos, porque llegaron varios a la vez. Tenía pensado en que viajáramos pocos pero al final tuvimos que hacer tres grupos. Uno que iría a Chile con Aitor entre ellos, otro que iría a Colombia y el de EE.UU. que iríamos Marina, José y yo. Nosotros salimos los primeros con varios días de antelación, por circunstancias impuestas. Estaríamos unos días en blanco allí. Nos fuimos en el AVE a Madrid y José no estaba en la estación. El avión salía por la tarde. No lo localizamos y nos fuimos para Madrid esperando que Victoria averiguara qué pasaba.

Marina solo había estado una vez y por trabajo en Madrid. No sabía que yo era de Madrid. Como llegamos a cosa echa temprano, fui a hacer unas gestiones, entre esas gestiones a un despacho de abogados, de un gran amigo mío y donde pudimos dejar todo el equipaje que llevábamos. Mi amigo cuando vio a Marina me dijo que estaba bestial y si tenía algo con ella. Aunque lo hubiera tenido la respuesta hubiera sido la misma, que no. Se había vestido comida para las diez horas de viaje. Unas mallas de color negro y una blusa grande que le llegaba a mitad del culo.

Estaba muy cortada y le dije que me apetecía comer en un sitio típico de Madrid. Cuando le dije donde me decía que lo había oído y se lo habían recomendado. Nos fuimos allí y fuimos paseando, me preguntaba si conocía mucho Madrid y le conteste que un poco. También me pregunto si había estado en el mesón a donde íbamos y la contestación fue la misma. Cuando llegamos el hijo del dueño me dio un abrazo, nos conocíamos desde hacía mucho y como me llamo “renegado” por haber huido según el de Madrid.

Fue cuando marina se enteró que había nacido allí y se lo tomó como una tomadura de pelo, estando de morros todo el tiempo que estuvimos allí. Aunque era pronto comimos algo y nos fuimos hacia el aeropuerto. En el camino me llamo Victoria, que no esperáramos a José que había tenido un contratiempo y estaba en el hospital, pero más un susto que otra cosa. Mientras esperábamos en el aeropuerto le pedí disculpas a Marina por si se había sentido mal y se le pasó. Le explique cómo iría la reunión que tendríamos y hablamos de los cuatro con los que nos íbamos a reunir. A dos los conocía un poco y a los otros dos nada más teníamos referencias, todos serían duros de pelar.

Después de varios días de espera, nos avisaron de que al día siguiente sería la primera reunión. Justo cuando estaba previsto. Para esa mañana Marina se vistió con un traje de pantalón y chaqueta de color azul eléctrico, con una blusa amarillo pálido, con un leve escote, muy discreta y a la vez super atractiva. Todos fuimos puntuales a la cita y Dave que era de origen asiático encabezaba a su grupo. Me pidió unos minutos de cortesía y mientras hablamos. Nos conocíamos hacía ya unos ocho años. Dave tenía unos 47 años, sabía que estaba casado, que le gustaba mucho las Islas Canarias. 1,68, muy delgado, melenita, bastante canoso, apocado, muy buen anfitrión y se le veía un hombre inteligente, muy duro negociando pero bastante justo y fácil de llegar a un entendimiento.

Marina escuchaba y no hablaba, también normal. Algo pasaba porque no empezábamos y cuando le pregunté a Dave me pidió disculpas y que estábamos esperando a otra persona. Entró una mujer también de origen asiático y los cuatro se quedaron callados. Se llamaba Isao y no tendría más de 43 años. Me la presentó y es como si el desapareciera. Casi de la altura que su Dave, delgada pero se la veía fuerte, culito muy pero que muy bonito, bastante pequeño, pero con una forma muy bonita. Pecho pequeño, una gran melena recogida, me recordaba a una japonesa con la que había estado, aunque no sabía si era japonesa.

Aceptaban y querían el “producto” que ofrecíamos, lo que no estaban de acuerdo con el precio y las condiciones. No estaba yendo la reunión por donde esperaba, con Dave ya estaría todo firmado o casi a punto. La Isao esta era un poco prepotente y muy subida. Cada vez que Marina intervino, la “desprecio” con mucha educación y no había manera. Lo único que me quedaba por decir era que hiciera una contraoferta y me entregó una carpeta, era la hora de almorzar y quedamos para un par de horas después. Cuando nos íbamos a levantar marina me dijo… “Joder con la tía, menuda tirana” reaccione rápido y le dije que no hiciera más comentarios.

Le había avisado que nunca hiciera comentarios en este tipo de reuniones, porque nunca se sabe si alguno habla español. Le dije a Marina que enviara esa documentación a Victoria y que cuando la estudiase que me llamara. Daba igual la diferencia horaria. A simple vista era imposible aceptar esas condiciones. Me fui al bar del hotel y vi pasar a Dave, le pare. Le pregunté qué pasaba y quién era esa mujer, me pidió disculpas y me dijo que era su mujer, pero que además era la que mandaba. No me pude aguantar… “No sé cómo la aguantas” el muy serio y en tono no bueno, me respondió… “Tú que sabrás… como se nota que te falta experiencia” y se lo solté… “Mira no se si tengo mucha o poca experiencia, pero alguien en mi país decía que el mundo entero es una plaza de toros y el que no torea embiste” me entendió bien, porque además era amante de las corridas de toros. Puso cara de disgusto y se fue.

Siempre que hay que negociar algo y en lo que sea, soy el primero en sentarme y el último en levantarme. Pero esta vez seguramente no iba a ser así por primera vez en mi vida. Porque además a Dave lo tenía ahora como enemigo o así, así andaría la cosa. Cuando bajó Marina se sentó a tomar algo conmigo. Me llamo Victoria y estaba de acuerdo con mi valoración, imposible aceptar eso. Le detalle lo ocurrido con Dave y no omití nada, su respuesta que iba haciendo amigos. Nos reunimos de nuevo, le devolví la carpeta a Isao diciéndole… “Imposible aceptar esas condiciones y como está claro, que no vamos a llegar a un entendimiento, mejor dejar todo así y despedirnos”me pidió si podíamos hablar solos, acepte y ella mandó a los suyos fuera y le pedí a Marina que nos dejara. Iniciamos la conversación en español, que ella lo hablaba muy bien.

Todo iba por querer que trabajáramos solos con ellos en su país. Como es lógico el presupuesto variaba considerablemente, llegamos a un acuerdo en poco tiempo y ya solo quedaban los flecos de los contratos, que eso podía llevar varios días. Cuando ya habíamos acabado me iba a marchar y me pregunto… “¿Por qué has llamado a mi esposo astado?” y la verdad que no se lo dije en ese sentido, se lo explique bien, se echó a reír y me pregunto… “¿Entonces tú eliges ser torero en la vida?” y le conteste… “En la vida me gusta torear y ahora contéstame tu… ¿Y tu marido…” me dijo… “Cuando vamos a España es de los que embisten, pero aquí un dulce cordero”, se veía que era una mujer empoderada.

Quedamos en que ya me avisarían. Le conté a Marina que todo estaba solucionado y nos fuimos cada uno a nuestra habitación, quedé en llamarla si bajaba a cenar. Quien me llama es Isao… “¿Te gusta el sushi?” claro que me gusta y mucho, por eso le contesté afirmativamente y entonces me dijo… “Aquí cerca hay uno de los mejores restaurantes japoneses y tengo mesa reservada, ¿Quieres que cenemos juntos?” no me lo pensé le contesté que aceptaba y creyendo que iría su marido también, le dije que avisaría a Marina… “Lo siento pero la mesa es para dos” acepte de todas maneras y me dijo que a las 19:30 en la recepción. Llame a Marina para que no esperase mi llamada y tranquilamente le explique la llamada. No quise decir que no para no tensar las relaciones, sé que no le gustó mucho, la note molesta, pero tampoco me produjo ningún malestar.

Estuve a la hora, me puse uno de los trajes y corbata. Ella fue muy puntual. Venía con un vestido corto, hasta mitad del muslo, nada ajustado, holgado, nada de escote, pero se le marcaban los pezones y cuando venía andando se notaba cierto, movimiento de sus pechos, por lo que no llevaba sujetador. Medias negras, zapatos de tacón muy alto, la melena suelta, una gargantilla de cuero ajustado, labios de color negro brillante, muy llamativos, pero le quedaban muy bien y los ojos también bien pintados. El resto de su rostro no tenía nada, solo su color extremadamente blanco natural.

Había un coche esperándonos y no entendí para qué, porque podíamos haber ido dando un paseo. No tardamos lo que se dice nada. El restaurante era grandioso y nada más traspasar la puerta, me quedó claro que no era su primera vez, la saludaron muy cortésmente y le hicieron algún comentario. La mesa no era para dos, podíamos haber estado cuatro con holgura. La cena fue perfecta y para mí el mejor sushi que había probado nunca. Esa invitación me mosqueo al principio un poco, al ver la mesa, pase del poco al mucho, porque no entendía nada y me puse en alerta.

No quería meter la pata y como digo, después de más de dos meses sin follar, se pueden interpretar mal las señales. Pero desde el inicio me empecé a relajar, era una cena de concordia. Desde el principio hablamos de España y luego se centró en dos lugares, Córdoba y Granada. Estaba muy empollada, su intención era estar en el verano varios días en esas dos ciudades para conocerla y después pasar el resto del tiempo en las Islas Canarias. Para ella y su marido era un ritual, le expliqué que eran dos lugares preciosos y para ver con tranquilidad. Me dijo que podíamos coincidir y le respondí… “Es un verano de mucho trabajo y quiero hacer el Camino de Santiago que además coincide que este año se celebra el Xacobeo” se interesó por la celebración y me hizo contarle más. Me hizo escribírselo y dijo que más tarde lo vería con detalle. No hubo ningún signo de nada, una cena de lo más normal, salvo por la hora, que era demasiado temprano.

Al salir estaba el coche esperándonos de nuevo y no quise regresar en coche, prefería ir andando. Ella no quería y al final accedió. Fuimos andando despacio y en diez minutos estábamos en el hotel. Quise que tomáramos algo en el bar del hotel y ella no aceptó. Marina nos vio llegar y que nos metemos en el ascensor, seguro que pensaba que nos íbamos a pasar la noche juntos y nada más lejos. Sabía que su habitación estaba tres plantas más arriba de la mía. Me tocaba a mi bajar primero. Se abrieron las puertas, le di las gracias por la cena y me despedí con un simple “Hasta mañana”. Ella salió conmigo del ascensor y dijo que si aceptaba tomar algo conmigo en la habitación.

Como me quedé un poco confundido ella me sacó de mi confusión… “Es que no he aceptado abajo, porque si me ven los demás, no quiero que se lleven impresiones equivocadas”, a pesar de lo que me acaba de decir mi radar se puso a funcionar. No era por nada, que “necesitado” estaba y pensaba que hasta llegar a Colombia o Chile, seguiría en sequía. Le detallo todo lo que había en la nevera de la habitación y al final pidió bourbon. Se lo estaba poniendo y al girarme para darle el vaso, se había soltado el vestido, movió un poco los hombros y el vestido cayó al suelo. Quedando con unas braguitas con un triángulo muy pequeño. Medias y un ligero, todo ello negro.

Quito la ropa que tapaba la cama y para eso se quedó de espaldas. Un culito pequeño, prieto y entre sus nalgas se perdía una cinta negra de las braguitas. Me acerqué por detrás y la abrace, ella se apretó a mí y acaricie sus pezones, que eran puntiagudos, pero finos y muy oscuros. Pasé de acariciarlos a “castigarlos” apretándolos con dureza y su respiración aumentó y su culo se movía sobre mi polla, que creció rápido hasta estar más que dura. Estaba tan cachondo, que la hubiera follado en ese mismo momento sin ningún preámbulo. Se zafó de mí y se fue al aseo. Me desnude y me senté sobre una silla, cruzando mis piernas y tratando de que se viera lo menos posible mi erección.

Salió del baño y sin braguitas, solo con el liguero, las medias y los tacones. Estaba prácticamente depilada, solo una fina rayita de vello en su pubis. Se acercó a mí con mirada de loba, descruce las piernas y se quedó mirando descaradamente mi polla, estiró un brazo y con su mano la agarró y la acarició, resopló y dijo una expresión en inglés que no logré entender, pero por como lo dijo, era algo bueno. Quiso agacharse para hacerme una mamada y le cogí por su cabellera no permitiéndoselo, aunque ella tiraba hacia abajo para conseguirlo, se llevó un intenso tirón de pelo, que no le molestó, todo lo contrario, se volvió más “fiera” y después de un tira y afloja, deje que me lamiera la polla.

Su respiración agitadísima mientras lamía mi polla desde arriba abajo. De vez en cuando se la metía un poco en la boca, me quería hacer rabiar y no quise que se diera cuenta de lo necesitado que estaba. Eso la desesperaba y lo que me pareció increíble, es como se podía meter tanta polla en esa boquita y lo que aguantaba sin respirar. Me fue fácil cogerla en mis brazos, porque no pesaba mucho, la lleve hasta la cama y la deje caer. Se revolvió en la cama porque quería seguir haciendo lo mismo y hubo un poco de “lucha” hasta que le di los primeros azotes, que la amanso y se dispuso a recibir una buena sesión de azotes.

Era muy puta… como me gustan, me provocaba verbalmente tanto en inglés como en español para que siguiera azotándola y con más fuerza. Era pequeñita pero qué manera de aguantar los azotes y bien que colocaba ese pequeño culito completamente blanco y ahora de lo más rojo. Pare le di la vuelta y le comí el coñito muy poco tiempo, porque se vino en mi boca en los primeros lengüetazos. Cuando fue al baño saqué unos preservativos y lo deje sobre la mesa de noche, estire mi brazo, cogí uno y me lo puse. Ella quería a pelo y me negué, pero me negué metiéndole mi polla en su coñito, que estaba estrecha y note a pesar de estar muy mojada, como entró mi polla hasta el fondo.

Estaba sentado en la cama y ella encima, de esa manera la penetración es más profunda, se siente más y los pezones quedan a disposición de mi boca. Estaba tan cachondo tan excitado que me costaba correrme, eso me ponía más ansioso, lo que me hacía entrar en un bucle y no correrme. Mientras ella se corría varias veces, en concreto tres. Ya había pasado más de una hora larga. Isao quiso hacer un pequeño stop, como ella decía y aproveche para ir al aseo. Me eché agua fría sobre la cara para tratar de lograr serenarme. Al salir del baño, la veo con mi cinturón en sus manos, con una postura de sumisión, no me dice nada, casi no me mira.

Se lo que quiere y necesita, al coger el cinturón veo que espera que le ordene algo y hago que se tumbe boca abajo, paso el cinturón doblado por sus nalgas, por todo su culito, hago que le roce y de vez en cuando lo levanto, veo como se tensa esperando y no lo hago, vuelvo a pasar el cinturón delicadamente y ya cuando menos se lo espera, suelto el primer zurriagazo. Resuena en la habitación y ya no paro, va una tras otro, ella no se queja, lo agradece. Después de una sesión larga y espectacular, necesito follarme ese pequeño culito, que no se si podré, aunque nunca se sabe hasta que se intenta.

Lo iba a intentar solo con el lubricante que lleva el preservativo. Ella se dio cuenta desde el principio y estaba entregada. Empecé a penetrarla y aguantaba el dolor, notaba como aguantaba la respiración, me estaba costando tanto que le pregunte… “¿Es tu primera vez por aquí?” algo que me extrañaba y ella me respondió… “No, qué va, lo que pasa que es muy grande” y seguí empujando poco a poco. Impresionaba ver un culito tan pequeño comiéndose mi polla. Me ponía muy cachondo. Cuanto vicio tenía esa mujer, porque a pesar de que me estaba costando follarme su culito, ella empujaba hacia atrás para que entrara sin tantos miramientos, tanto me provocó que metí lo que quedaba de mi polla de una sola vez.

No grito, no se quejó, no protesto… lanzó un gemido profundo de satisfacción y se corrió. Me puse a empotrarla salvajemente y ella lo agradece, pero entre agradecimiento y agradecimiento, me provocaba para sentir más mi potencia. Que gran placer me daba follarme su culito, ya entraba y salía mi polla como si nada, aunque seguía notando lo estrecho que tenía el culito, lo que me daba mas placer. Estaba tumbado sobre ella, embistiéndola profundamente y de paso tocaba su clítoris, lo que le hizo tener varios orgasmos. Esta vez sí me iba a correr estaba que me salía y cuando me empecé a correr, aparte de mis gritos mis embestidas fueron aterradoras. Quedándonos los dos quietos después. Una vez que me tumbe junto a ella, me acarició la cara y cuando vio mi polla con el preservativo, lo saco y alucinó por la cantidad que había dentro de él. Le llamó tanto la atención que me lo dijo.

Me dio un sopor tremendo y nos quedamos dormidos los dos. Me desperté y ya no estaba, se había ido y ni me había enterado, pero no hacía mucho tiempo que se había ido, porque la cama estaba todavía templada. Me había dejado una nota… “Ha sido un momento inolvidable, por lo bien que me has tratado y porque fue mi primera vez en algo”. Eran las siete pasadas y había quedado con Marina a las ocho. Porque íbamos a otro sitio para aprovechar el viaje. Rapidez en darme una ducha y bajar. Me senté a desayunar. Muy buen hotel pero un café no malo, pésimo y el resto no mucho mejor. Marina bajaba tarde, pasaban diez minutos de la hora acordaba. Me avisaron de que el coche que había solicitado estaba esperando, no me lo pensé, acabé y me marché sin Marina.

La reunión a la que fui me llevó casi tres horas y siendo realista, aunque estuvo muy bien, no tenía nada claro que saliera algo positivo de ella. Iba camino del hotel y le pregunté al conductor por algún sitio donde se pudiera tomar un café de verdad, no agua manchada. Me llevó a un lugar pintoresco, pero con un café buenísimo, el lugar tenía mucho estilo, desde fuera engañaba. Me contaron que por la noche se convertía en un lugar de salsa y palabras textuales “Muy caribeño” regrese al hotel y en la recepción, en unos sillones que había estaba esperándome Marina con una cara de cabreo difícil de ocultar. No se cortó y marcó una barrera… “Usted es quien manda, pero eso no le permite faltarme al respeto y hacerme lo que me ha hecho”hasta en el hablar se le notaba el inmenso enfado y mi respuesta fue igual de clara… “Ya que quiere que nos tratemos de usted… que sepa usted que si ha habido alguien que ha faltado al respeto ha sido usted. Porque si hemos quedado a las ocho, se está a las ocho y más estando los dos hospedados en el mismo hotel y en la misma planta… ¿O es que había atasco en el ascensor?”

Como no quise más historia, me fui hacia mi habitación, aunque no la vi con ganas de decirme nada más. Al pasar por la recepción me llamaron y me entregaron un sobre. Eran algunas modificaciones de aspecto legal que habían incluido en el borrador del acuerdo. Llamé a Victoria para enviarle las modificaciones y que en cuanto pudiera me dijera algo. Avise a Marina para que me diera su opinión de otro tipo de cambios, aunque lo tenía bastante claro. Nos reunimos fuera de la habitación y seguía con cara de perro. Acertó en lo que ya había visto yo y en un par de cosas que se me pasaron, era buena. En ese momento me llegó un whatsapp a mi móvil de parte de Isao y era una imagen de su culito, que estaba todavía marcado. Por lo que no sabía si la imagen era tomada de ahora o en la noche de madrugada y después una llamada de Victoria.

– A ver si te das cuenta ya de los husos horarios. Los cambios están bien, no te preocupes. Son normales y te mandaré un PDF con unas puntualizaciones y si no hay ninguna pega, pues firma y solo te quedará ajustar la parte de nuestra gente, la que le tocara ir. Eso sí, que figure una cláusula por el tema del COVID-19 por si se produce alguna restricción de viajar.

– Eso último ya lo tenemos más que hablado y figurara, no te preocupes.

– Pues ya que está todo claro quiero tocar otro asunto.

– Victoria espera que llegue y ya solucionamos los asuntos que quieras, de todas maneras decide tú que eres la que está ahí.

– NO MAJETE (Cuando me dice lo de majete, se barrunta tormenta) el problema lo tienes tú.

– ¿YOOOO? Dime, sorpréndeme…

– Marina no es sólo un culo bonito es muy buena trabajando, así que olvídate de su culo y…

– Para, para… no sigas por ahí. Primero dime porque me dices eso.

– Esta mañana la has dejado tirada sin decirla nada, sin avisarla.

– Vamos a ver, hemos quedado a una hora y casi un cuarto de hora después, no ha aparecido y sabes que no me gusta la impuntualidad, pero es que además si vas a llegar tarde es muy simple, llama y avisas.

– Se un poco más comprensivo, es su primer viaje de este tipo, va contigo que eres el “gerifalte” y eso corta mucho.

Deje el tema porque no quería embrollarme y discutir con ella. Quedamos en hablarlo a mi regreso. Esa noche quedé en cenar con Isao y Dave, pero también con Marina. Quisieron cenar en el mismo restaurante japonés y luego propuse ir a donde había tomado café. Ya tenía pensado ir cenáramos juntos o no, me apetecía salir y sobre todo bailar. Me costó convencerles y fuimos los cuatro. El lugar estaba a rebosar. Se oía hablar el español con distintos acentos y dejes. Había todo tipos de personas, desde personas muy bien vestidas a personas bien vestidas, pero con dos tallas menos. Ninguno de los tres querían bailar y me fui a bailar yo solo. En la zona de baile al rato conecte con alguna mujer, pero sin más. Solo para bailar. Después de varios bailes regrese con ellos.

Al final las dos mujeres se animaron a bailar y la verdad que ninguna de las dos lo hacían nada mal, tenían buen ritmo. Marina decidió regresar a la mesa, nos quedamos Isao y yo bailando, nos debimos de leer el pensamiento porque a los cinco minutos estábamos en el baño de mujeres follando como posesos. No sé el tiempo que estuvimos pero fue más de lo que se tarda en ir al aseo. Era una mujer muy caliente y era fácil hacerla tener un orgasmo o eso me parecía a mí. Esta vez quiso que me corriera en su boca y no tuve ninguna objeción en hacerlo. Una vez que me empecé a correr en su boca, su boca fue como una ventosa que succionaba, algo increíble y placentero. Ya habíamos acabado nos recomponíamos y fue cuando me enseñó “orgullosa” su culito, que tenía ligeras marcas de la noche anterior. Me propuso pasar la noche de nuevo juntos y mi contestación fue… “Esta noche no. No se dan las mismas circunstancias, vamos los dos acompañados y aunque yo no tengo que dar explicaciones, me fastidia por tu marido” y ella con la más absoluta tranquilidad y sobándome la polla por encima del pantalón… “Por Dave no te preocupes, él lo entiende” y le dije que quien lo tenía que entender era yo.

Quise salir primero y avisarla de cuando podía hacerlo ella, le daba igual que la vieran y salió conmigo. Al llegar a la mesa Dave estaba con el mismo rictus de toda la noche y Marina con una cara no de enfado, pero si de disgusto incluso desazón. Isao nada más llegar a la mesa, bebió de su vaso, dejándose un poco la bebida en la boca y luego tragando. Marina no dejaba de mirarla con un punto de asco, era demasiado expresiva. Nos fuimos para el hotel y por lo menos coincidimos todos en algo, que donde habíamos estado era un sitio con mucho ambiente y buena música. Al día siguiente Isao se había ido y dejado a su marido para firmar, por lo que se ve no le había gustado mi negativa para pasar otra noche juntos.

Aunque me equivocaba, Isao se había ido por otros motivos más importantes y su propio marido me dijo después de firmar que nos teníamos que ver cuando viajaran a España. No me comprometo, porque ni sabía cuándo iban a ir ni tampoco sabía lo que estaría haciendo yo. Nosotros nos tuvimos que quedar dos días más, porque tuvimos que cambiar el vuelo a Colombia porque nos dijeron que era mejor posponer ese viaje, quedando con los que estaban en Colombia que viajaran a Chile. La verdad que esos dos días con Marina no afianzo nuestra relación. Ni por su parte ni por la mía.

Muchas gracias por los mensajes de ánimos en la sección de comentarios de los relatos y en los mails que me habéis enviado.