Otra vez por el culo

Nuevamente me penetró

Era una nueva sensación, sabíamos que habíamos pasado la frontera, ella cada vez quería más y más, le encantaba ver películas de enormes penes entrando por el ano, entonces le compré un vibrador grande, no creía que lograría metérselo pero lo intentaría, era inmenso, casi el doble de largo que mi pene, mucho más grueso y de color negro; no quería que lo usáramos en cualquier ocasión, así es que planeé un paseo para el siguiente viernes en la noche y nos fuimos a Melgar que queda como a dos horas de Bogotá, es la salida corta típica de los capitalinos.

Le compré un par de vestidos de baño para infartar a cualquiera, minúsculos que mostraban el buen cuerpo de mi esposa, ella se los probó en casa y no pudimos contenernos de la excitación que nos causó, también le compré ropa para bailar, quería que aprovecháramos el largo fin de semana que nos tomaríamos, no le dije nada del vibrador que le tenía, quería una sorpresa.

Apenas llegamos al hotel, se puso el vestido de baño más pequeño de dos piezas, arriba es una tira de pulgada y media de ancho que apenas cubren sus pezones, y abajo un pequeño triangulo que tapa sus labios vaginales, aunque no muy bien; lo mantiene sujeto con una pequeña cadena dorada que se mete entre sus nalgas, dejándolas todas a la vista, me dijo que no bajara con ella a la piscina que lo hiciera luego; se puso una pañoleta de seda alrededor de la cadera y tomando un pequeño bolso salió de la habitación; me quedé helado, esa mujer no parecía mi esposa, buscaba que la violaran, el pene me saltó dentro de mi bañador, no hallaba el momento de bajar pero dejé que pasara un poco de tiempo; me tomé una cerveza para bajar el calor; salí al balcón que daba a la piscina y vi como mi esposa paseaba por en medio de las tumbonas que había alrededor, todos la volteaban a mirar, hombres y mujeres; luego se acercó a una silla, la inclinó para tomar el sol y se quitó la pañoleta, tendiéndose cual larga es en la silla de piscina; del bolso sacó un frasco de bloqueador solar y se lo untó por todo el cuerpo, lo hacía muy sensual, de vez en cuando miraba a un grupo de jóvenes que la miraban sin ningún recato, cuando llegó a los muslos abrió las piernas dejando boquiabiertos a los jóvenes, se le veía claramente la vagina totalmente depilada, el pequeño triangulo de tela de la tanga casi se perdía entre sus labios, se untó más bloqueador rozando muy despacio todo su pubis, me retiré de la ventana porque la excitación era demasiada, me di una ducha que me ayudara a contenerme, me esperé otro rato y bajé; al llegar a donde estaba ella, noté que uno de los jóvenes le estaba untando crema en la espalda, por detrás parecía que no tuviese traje de baño, se había desapuntado la tira que era el sostén y en la cadera apenas la cadenita que sujetaba el pequeño tanga parecía una cadena de oro de adorno.

El chico le estaba acariciando las nalgas arriba y abajo llegando hasta la entrada de los muslos que ella mantenía algo separados, cuando llegué se sintió intranquilo pero le dije que continuara, lo hizo, aunque al principio tímidamente y luego más audaz llegó a meterla la mano entre los muslos y creo que le acaricio la vagina tranquilamente, todos en la piscina miraban sin preocupación la escena, luego mi esposa estaba tan excitada que me dijo que ya había tomado mucho sol que fuéramos a comer, claro era que quería que fuéramos a nuestro cuarto a tener el sexo que tanto añorábamos; al chico le dijo tranquilo que mañana puedes seguir, se despidió tocándole la cara con su mano; hicimos el amor como locos y aunque ella me pidió que le penetrara por el ano con el pequeño juguete anal que lleva a todas partes, no lo hice; quería tenerla muy excitada para lo que venía.

En la noche salimos a bailar, se puso una falda blanca ajustada y una pequeña blusa también blanca, tan corta que si me agachaba podía verle los senos desde abajo, como ya era costumbre no se puso ropa interior y dándose la vuelta me dijo que le mirara por si se notaba que no llevaba nada bajo la falda, claro que se notaba le dije, sonriendo me dijo, que qué bueno y salimos, no podía quitar los ojos del trasero de mi mujer, se veía tan sexy, y todos a nuestro paso la miraba y le decían con descaro piropos muy subidos de tono, en la pista de baile me atraía hasta que su cuerpo se pegaba tanto que parecíamos que estábamos haciéndolo de pie, los pezones se la marcaban mucho y hasta los labios de la vagina se le notaban de lo hinchados que los tenia, no parábamos de bailar porque no quería dejar de sentir ese cuerpo junto al mío, pero por pura sed nos sentamos; pedí unas cervezas y me dijeron que tenía que retirarlas en la barra, la dejé sentada en la mesa y fui por las cervezas, cuando llegué no la encontré, busque en la pista y la vi bailando con un hombre de color, parecía un soldado, porque tenía la cabeza rapada y su cuerpo era grande y musculoso, mi esposa estaba riéndose con él; lo tomaba del cuello para empinarse y poder escuchar lo que el tipo le decía al oído; vi que el soldado le acariciaba la espalda desnuda de mi mujer, sus manos subían y le llegaba hasta los hombros con lo que la blusa se subía y dejaba ver los senos desnudos de mi esposa, ella seguía riendo y se apretaba contra aquel extraño, luego que acabó la canción vino a mi mesa y me dijo que en efecto era un soldado, que tenía salida de fin de semana y que estaba allí con unos compañeros, que vivía en Cali y que no tenía familia por allí; me preguntó si lo podríamos invitar a nuestra mesa; por supuesto le dije que sí; en fin para no hacer demasiado larga la historia les diré que bailó tanto con el soldado que en un momento se la llevó al baño y duraron bastante; tan pronto volvieron mi esposa me dijo que no fuéramos al hotel ya.

En el camino al hotel me contó que el soldado tenía tanto tiempo de abstinencia que tan pronto se metieron al baño, ella le sacó el pene y lo masturbó hasta que eyaculó muy rápido y abundante; que quería penetrarla, pero mi esposa le dijo que mejor salieran porque ya estaban tardando demasiado.

Tan pronto llegamos le dije que se desnudara y me esperara en la cama, me fui al baño y saqué el gran vibrador que quería regalarle, cuando llegué a la cama ella tenía los dos juguetes listos para que los usara, el pequeño dilatador anal y el de forma de pene grueso, me acerqué y besándola tiernamente le dije sorpresa y le mostré el vibrador negro, nunca me había esperado esa reacción, abrió los ojos de tal forma que parecía que se le saldrían, me dijo lo quiero ya, y empezó a tocarse el clítoris de la emoción, yo le dije tranquila lo haremos despacio; le pedí que se pusiera de rodillas y no tardó nada en hacerlo, levantando bien la cadera, metiéndose dos dedos en la vagina y acariciándose el clítoris que tenía muy inflamado; empecé a darle lengua por el ano como le gusta, la penetraba lo que más podía hasta que me dolía la quijada luego le besaba las nalgas y el ano suavemente, ella se movía con desesperación, le metí tres dedos en el ano y se corrió de gusto, los metía y los sacaba una y otra vez, luego tomé mi pene que estaba durísimo y se lo metí hasta los testículos ella gritaba y jadeaba de placer, me decía quiero más, méteme mi regalo; seguí metiéndole mi pene y tome el vibrador y lo encendí, lo acerqué a su vagina y la acariciaba de arriba abajo para untarlo con sus fluidos y se lo pasaba por el clítoris haciéndola venirse nuevamente, cuando ya estaba bien lubricado, saqué mi pene y le acerque el vibrador, ella dejo caer la cabeza en la almohada y con sus manos abrió las nalgas lo que más pudo y me dijo mirándome a los ojos con el rostro completamente pálido y los labios húmedos de saliva por la emoción, ¡métemelo!

Tomé el vibrador; su ano por más dilatado que estaba, no podría con ese monstruo, lo empuje y lo empuje y nada, ella me decía si, si, siiiiii; yo tenía miedo de lastimarla, y entonces ella, abriéndose más aún empujó la cadera hacia el vibrador y este entro un poco, solo un poco de la punta, aproveché para empujar y logré meterle la cabeza del gran pene vibrador, sentía que se movía en mi mano, lo tome con las dos manos y lo empujé, y sentí como el ano de mi esposa se abrió y dejo que entrara, era fabuloso ver aquello le estaba entrando, mi mujer gritó tan fuerte que pensé que todo el hotel oiría, me dijo quieto, quietoooooooo; había llegado hasta la mitad y lo deje allí, miraba a mi esposa y estaba como en trance, cerrados los ojos, moviendo la cadera, su vagina chorreando, veía su ano totalmente abierto por ese aparato que se comía, sus nalgas brillaban y luego me dijo muévelo despacio, lo saqué un poco, otro poco, me dijo mételo suave, lo metí otra vez hasta la mitad y lo volví a sacar, metí y saqué varias veces hasta que ella me dijo ahora mételo todo, sabía que no lo podría hacer, metérselo todo era imposible pero haciendo un gran esfuerzo le metí otro poco y otro más hasta que sentí que tocaba algo en al fondo y ella brincó y gritando nuevamente dijo siiiiii, que delicia sigue, sigue, no pares; lo saqué y lo volví a meter, chocaba con algo pero había logrado meterle como tres cuartas partes de semejante pene, lo empecé a mover adentro y afuera cada vez más rápido hasta que me canse de las manos y mi esposa se corría una y otra vez; mi pene estaba a punto de romperse de lo duro que lo tenía, quería metérselo en ese ano tan abierto y sacándoselo todo de una sola vez le metí mi pene que entro casi sin sentir ningún rozamiento, ella me dijo, noooooo, y empezó a mover las nalgas desesperadas por sentirse penetrada yo le di duro y comencé a sentir que el ano se contraía nuevamente y parecía que respiraba en torno a mi pene.

Ella se levantó dejándome casi en la puerta de mi orgasmo y prácticamente me tumbo sobre la cama, me levanto las piernas sobre los hombros y me dijo ya verás como gozas, me besó el ano pasando su lengua y moviéndola hacia dentro, luego me metió dos dedos, los movía con locura, luego metió otro y luego otro; tenía cuatro dedos en mi ano y me estaba gustando mucho, de pronto vi que tomó el vibrador y me lo acerco a mis nalgas, yo instintivamente cerré mi ano y traté de bajar las piernas , pero ella se adelantó y me dijo en tono muy autoritario, déjate, y nuevamente metió sus dedos en mi ano, el susto que tenía ayudado por esos dedos que maravillosamente se perdían entre mi trasero me proporcionaban un placer nunca antes sentido, luego sacó los dedos y puso su lengua que trataba de entrar más y más en mi ano, yo movía mi trasero en busca de mayor penetración, entonces tomo el vibrador y por la posición en la que me encontraba por el deseo que sentía me penetró, que doloooooor, pero que rico dolor, sentí que ya nunca más podría sentarme sin recordar esa sensación, me sentí tan lleno, tan roto por dentro, era un calor desesperadamente agradable, sentí que quería metérmelo más y aunque no parecía posible yo trate de abrirme más y ella me lo metió más y más, sentí que luego lo giraba, que delicioso sufrimiento, lo giraba y luego lo sacaba casi todo para luego enterrarlo nuevamente, me vine suavemente, me vine en un chorro de semen que no terminaba; que placer; no sé cómo seguiremos disfrutando, ya les contaré.