Nunca imaginé que mi vida cambiaria en ese momento, conocí a una joven por chat. Fue lo mejor de mi vida, me dio el mejor placer sexual

Una noche de tantas en el chat se abrió su ventana. No había nombre, solo usuario y un número. Como iba a saber yo lo que cambiaría mi vida desde ese momento.

Surgió rápidamente una conversación fluida y un buen rollo. Pasamos a temas personales, a estudios, a filosofía de la vida y del amor… cualquier tema era bueno para gastar nuestro tiempo en contacto. Más tarde llegaría el wasap.

Entre nuestras conversaciones surgió la atracción y el deseo. Primero de manera velada, hasta que al final la evidencia y la necesidad hizo que no tuviéramos que esconderlo. Ella sentía el deseo recorriendo su cuerpo y su mente durante todo el día, y aunque lo disfrutaba no quería dejarse llevar por él

Era joven y quería conocer más ese mundo del placer, yo tenía experiencia y deseaba que ella lo experimentara. Hasta el momento en que pudiéramos vernos personalmente y dar rienda suelta a nuestros deseos carnales debíamos conseguir que nuestra imaginación nos elevara a un mundo de erotismo y autosatisfacción.

Quiso conocer el placer de ser sumisa, y por ello como buen profesor la inicié en esa vertiente del placer sexual. Al principio le fui dando órdenes para que ella realizara mientras conversábamos. Qué parte de su cuerpo debía acariciar y de que manera, posiciones a adoptar para hacerlo, tareas a realizar en la calle en forma de vestimenta y comportamiento… y ella los disfrutaba y aumentaba su confianza y satisfacción.

Y poco a poco dejó que el deseo embargara su vida. Perdió su miedo a que su cuerpo y su mente disfrutaran de cualquier manera en cualquier situación. Compró juguetes para usarlos en su intimidad y se grabó para que que la viera. Disfrutaba coqueteando con los chicos de su edad, pero pensando en mí en todo momento.

Llegó el ansiado momento del encuentro y estaba ansiosa, deseosa y muerta de miedo.

La noche anterior le costó conciliar el sueño. Por su cabeza pasaban imágenes de pasión y sexo que tantas veces nos contamos por escrito o en audios. No pudo evitar la necesidad de tocarse una vez mas. Su cuerpo reaccionó a sus pensamientos preparándose para disfrutar. Sus manos tomaron posesión de sus generosos pechos y su clítoris. El placer la inundaba, pero necesitaba más… así que cogió su dildo y se lo introdujo con urgencia. Imaginar que era mi pene deslizándose dentro de ella era justo lo que necesitaba para llegar al placentero final. Alternó la velocidad e intensidad del movimiento, le encantaba. Pronunciaba mi nombre, el del hombre que había cambiado su vida. Visualizaba que estaba encima suya mirándola y besando esa boca con esos labios tan provocadores. Que chupaba sus pezones duros. Que agarraba sus grandes pechos. Mis labios pasaban por ellos y ella se dejaba llevar. Hasta que llegó el inevitable desenlace y su cuerpo se tensó vibrando y llevándola a esa dulce muerte tan anhelada. Al acabar estaba cansada y muy feliz. Al día siguiente estaría con ella y disfrutaríamos los dos con nuestros cuerpos.

Se levantó temprano. Preparó las cosas necesarias para el viaje. Eligió cuidadosamente la ropa que iba a llevar. Probándose una tras otra, imaginando como lucirlas para mí. Se depiló y arregló. Maquillaje resaltando sus labios carnosos. Una faldita y una blusa que dejaba insinuar sus grandes pechos… Se miró al espejo y sonrió satisfecha. Y marchó de su casa rumbo al aeropuerto.

El viaje se le hizo eterno. Estaba contenta y caliente por verme al fin. Es una chica con una gran imaginación que dejó de funcionar en ningún momento. Recordaba cada conversación que tuvimos, las cosas que nos dijimos y las promesas que nos hicimos. Notaba su cuerpo vibrando. Sabía que su entrepierna estaría húmeda. Se mordía el labio pensando en lo que iba a disfrutar esos días que compartiríamos.

En la terminal la estaba esperando. Cuando la vi supe que me había enamorado para siempre.  Esa cara era bellísima. Sus ojos grandes de gata y su boca  (sus labios) insinuantes de momentos de placer, junto con un cuerpo rotundo animado por sus generosos pechos y un culo respingón eran una promesa de sexo glorioso sin fin.

Vino corriendo hacia mí y nos abrazamos. Un beso apasionado certificó nuestra primera unión física. No pude evitar tener una erección instantánea. Ella lo noto y pícaramente mientras me miraba (y acariciaba) me dijo: aguarda un poco mi madurito. Pensé que iba a desmayar en ese momento…

Le cogí su maleta y fuimos al coche mientras ella se agarraba a mi cintura. Estaba contenta. No dijo nada, solo tenía una mirada donde ya me avisaba de lo que nos esperaría.

Nos pusimos en marcha y partimos rumbo al hotel que había reservado. En cuanto cogimos velocidad me dijo: disfruta papi. Y sin poder siquiera darme tiempo a asombrarme noté como sacaba mi pene del pantalón y se lo metía en la boca. Tras chuparlo como si degustara su helado favorito se la sacó y, mirándome, me dijo: llevo queriendo hacer esto tanto tiempo amor… y empezó la mejor mamada que me habían hecho nunca.

Tuve que hacer esfuerzos titánicos para concentrarme en la carretera. La niña es una experta. Sabe jugar con su lengua y las manos. No deja de cambiar el ritmo y metérsela hasta la garganta. Fue el mayor sufrimiento placentero que experimenté hasta entonces. Gemía sin parar, disfrutando. No dejaba de mirarme con esos ojazos… y yo sabía que no podría aguantar mucho más. Pero entonces paró de nuevo y sonriendo me dijo: córrete en mi boca y dame toda tu leche, que la necesito ya. A continuación redobló la intensidad de su mamada tragándola toda y en ese momento exploté. Mi cuerpo fue recorrido por un placer indescriptible, y todo mi semen fue vaciado en esa boquita sensual que ella recogió sin separar su boca. Fueron varios disparos que ella recibió glotonamente. Al acabar esperó a que se me bajara la erección y limpió con su lengua los restos. Me abrochó de nuevo. Y mirándome fijamente se lo tragó todo. A continuación me guiñó un ojo y sonriendo me dijo: y esto solo acaba de empezar mi madurito.

El resto del trayecto estuvimos hablando para recordar todas las cosas que habíamos escrito y experimentado durante todo este tiempo.

Ella sentía que había perdido miedo a expresar su sexualidad en cualquier situación si le apetecía. Me contó como cogió la confianza para acercarse a los chicos y como disfrutaba diciéndoles cosas para calentarlos. Le encantaba bailar con ellos y arrimarse para sentir su virilidad. Muchas veces estuvo tentada de irse con alguno, pero finalmente no lo hacía porque sabía que ninguno la haría disfrutar como yo.

Llegamos al hotel y nos registramos en recepción. El recepcionista nos atendió mientras la miraba de reojo y me sonreía. Imaginaba lo que pasaría dentro de las paredes de la habitación. Al entregarme la llave añadió: que pasen una buena estancia caballero, y me picó un ojo. Le sonreí y le contesté: gracias, eso intentaremos caballero, mientras subíamos y ella agarrada a mi le lanzaba un besito.

La subida en el ascensor era la calma tensa que precede a la tempestad. Nuestras miradas se buscaron, y sonreímos. Se aproximaba el momento deseado por ambos. Ella se estremecía, pero me agarraba fuertemente la mano.

Al cerrar la puerta de la habitación no pudimos aguantar más. Soltamos el equipaje y nos abalanzamos el uno sobre el otro. Mis manos agarraron ese culazo que tiene mientras ella me morreaba desesperadamente. Nuestras lenguas se buscaban con ansia. La empujé contra la pared y le quité la blusa. Ante mi quedaron esos pechos maravillosos que habían sido objeto de tantas pajas todo ese tiempo. Los chupé, lamí y mordí mientras ella empujaba mi cabeza contra ellos y no paraba de gemir. Así, así, sigue- gritaba.

Le pedí que no dejara de tocárselos mientras bajé y le quité la faldita. Si amor, por favor no tardes mas- me ordenaba. La miré y sonreí maliciosamente. Empecé a pasar mi boca por encima de su tanguita. Olía a su intimidad, estaba húmedo… estaba preparado para mí.

La llevé de la mano hasta la cama y la tumbé. Le quité el tanguita y lentamente acerqué mi boca a su mojado coñito. Ella no dejaba de mirarme con cara de deseo mientras pellizcaba sus pezones y se mordía el labio. –Necesito ser tuya- me suplicó. Mi lengua se lanzó a por su clítoris. Primero lametones leves, luego algo de presión y movimiento en círculos… Ella gritó y agarró mi cabeza. Mis dedo empezó a jugar en la entrada de su vagina. Ella ya jadeaba poseída por el deseo de ser penetrada. Lentamente mi dedo entró en su vagina y susurró: necesito tu polla, por favor, fóllame ya.

Pero yo tenía todavía otros planes, quería que sufriera un poquito todavía. La quería llevar al límite. Mi dedo entró sin dificultad hasta dentro y ella se retorcía. Añadí otro dedo más, y otro. Mi morenita respiraba entrecortadamente. ¿Te gusta princesita?, le dije. Ella no pudo contestar sino un desesperado siiiiiiiiiiiii.

Me separé de ella y me puse de pié. Mirándola le dije: si me pones la polla a punto te penetraré duro, como quieres. Inmediatamente se puso de rodillas en el suelo y me quitó el pantalón y los calzoncillos. Empezó a chupar desesperadamente. Yo disfrutaba mientras me quitaba la camisa admirando el trabajo de mi joven amante. No tardó mi pene en estar preparado. Separé su cabeza y le dije que se pusiera en la posición que deseara porque la iba a tomar en ese momento.

¡Por fin!, gritó. Y se tumbó boca arriba bien abierta de piernas mientras me hacía una mirada llena de deseo y desesperación. Me coloqué frente a ella y paseé mi polla por la entrada de su vagina. ¿A qué esperas?, me preguntaba desesperada. La miré y le dije: ¿Quién eres a partir de este momento?. Y me contestó lascivamente y con una gran sonrisa en su cara: soy tu putita, soy tu perra, soy lo que tu quieras que sea mi amo…. y en ese momento la penetré de golpe y empecé el movimiento de mete y saca tan anhelado. Ella simplemente puso los ojos en blanco y pareció que entrara en trance. Ya no hablaba, de su boca solo salían sonidos y gemidos inconexos. Mis manos agarraron sus pezones mientras la follaba. -Toma putita, disfruta al fin-, y  la excitación de ambos aumentó. Durante un rato no dejé de moverme como si fuera el fin del mundo…y entonces llegó el deseado desenlace para ambos. Nos corrimos al mismo tiempo gritando, vibrando y temblando. Nuestros cuerpos unidos en ese momento de éxtasis parecía que se retroalimentaran de placer. Pareció que nunca acabara. Fue un gran orgasmo, de los que se recuerdan el resto de la vida.

Acabé agotado encima de ella mientras buscaba sus labios para besarlos. Ella encontró fuerzas para devolverme el beso y abrazarme. ¿Qué tal estás mi amor?- le dije, y ella me contestó con una sonrisa: … y esto sólo acaba de empezar cielito.